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Duele, cuando curas lentamente las heridas del pasado pero hay dos difíciles niveles para sanar, las cicatrices recientes y las que tienen profundas conexiones con el alma, esas que te marcan, las que te cambian.
El hombre que guarda silencio entre pociones y oscuridad, entre frío y temor, ahora sólo espera que los días sanen algo más que sus recuerdos graves, temores de aprender a olvidar, temor de haber conseguido dar fin a una mordedura más grande que unos colmillos de serpiente, cuello que recibe la consecuencia en sacrificio por voluntad propia, sin embargo no podía contra esa mordida en su carne a pesar que fue sólo en el oído y con una sutil voz.
Su voz y ahora…
La soledad…
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El baúl café caoba que estaba en su habitación apoyado en la esquina junto a los otros recuerdos de la escuela, guardaban dos objetos valiosos; un regalo, el primer obsequio que el hombre le dio impulsado por un sueño algo que ya estaba en sus manos en secreto pero algo más, una cinta muggle grabada de una manera muy peculiar la cual escuchó tan sólo un par de veces. Esta tenía recuerdos vagos de un adolescente volviéndose hombre al tomar un camino desviado.
“Cuando te persiga el enemigo y muestre su última cara ahí voltea y apunta donde más podría doler, pronuncia sin remordimiento y destroza sus músculos, las humillaciones no serán más tu debilidad sino el poder que está cerca en la oscuridad.
Pierde todo entonces, elimina lo único que tengas cerca, no dejes huellas de cariño ni lazos que extendidos sacuda tu cuerpo ¡Te odio, Gryffindor porque me quitaste mi copa! Te odio porque no pones tus ojos en mis hechizos, voy a ganarte, el silencio me aturde y el frío me motiva, qué posibilidades tengo de perder si ahora el enemigo de mi rival es mi amigo, me adiestra, quiere ser un protector… Apunta, destroza su cuerpo, pinta el mío con oscuridad, la luz me ha dado la espalda todos estos años desde que nací… Sectumsempra por si hieren a traición, mira sus ojos, míralo hasta morir…”
Su voz era vivaz, fuerte, alguien que sostenía su sangre a la fuerza dentro de su cuerpo, había dolor, había amargura y rencor.
Snape ya no era el de su oscuro pasado, sus palabras eran sabias sus acciones cuidadosas, ahora al no poder hablarle o acercarse la presionaba, la presionaba con una continuación que no sucedió, llegaba a ella de muchas maneras; a veces la ventana recibía su respiración cerca con una línea recta tan recta como el carácter del pocionista, cuando bajaba hasta la sección de notas y revista del ministerio los memos en forma de avioncitos voladores en el aire formaban su capa negra ondeante y cada hombre con un levita parecía tener su misma semisonrisa. Lo peor eran las notas, notas que no tenían firmas pero sí sus letras:
“Tú eres mía, vuelve conmigo.”
Qué casualidad que las encontraba cerca de ella, a veces en el suelo y otras muy bien acomodadas en sus cosas.
El hombre era un descarado.
“Me rogarás mañana para tomar tu mano.”
“¡Quieres besarme, quieres que te abrace!”
“Aún no hemos terminado, no vas a deshacerte de mí. Yo te diré cuando se acabe.”
“¡Te odio, mi amor!”
Para ella todo eso era osado y leerlo en el trabajo le hacía doler el estómago, Snape no la dejaba en paz, la mortificaba, no pedía verse en esos pergaminos rotos con apuro, eran sólo reclamos, era provocación astuta y no cedería, ya no cuando él quería.
Por otro lado había pensado en alejarlo más, al menos eso era lo que la joven creía.
-Tengo que buscar un jardinero nuevo, Neville.- Le dijo al joven bien vestido que estaba harto, apoyado en la pared cerca a la ventana de su habitación, tenía un look que lo hacía ver más grande, el baúl estaba abierto y el libro que Snape le regaló reposaba en su cama.
-No, él sigue haciendo su trabajo, no ha abandonado las plantas del invernadero, lo he visto toda esta semana en su faena de siempre, afanoso, cuidadoso con las hojas y raíces.- Neville jugaba con la cadena de su reloj colgante con su mano derecha, al final de la cadena que terminaba en su bolsillo interior izquierdo estaba la parte redonda principal, el sonido repetitivo casi se igualó a su corazón aunque este a veces se aceleraba nervioso. El joven a veces la miraba pero luego desviaba sus ojos hacia el exterior cruzando todo el jardín con su buena vista.
-Pero cuando deje de pagarle ya no vendrá.- Su voz era débil, no sabía qué hacer.
-Es Snape, parece que no lo conoces, sus amantes son las plantas venenosas y mortales, ensuciarse las manos con veneno es su ritual matutino.- Neville vio más hacia abajo, directo a la puerta del invernadero por los cristales de la ventana. -¿Por qué no hablas con él? Antes llorabas todos los días por verlo y ahora es… Te portas como una niña inmadura que se contradice cuando está acorralada.
Estaba cansado, Hermione ya no lo necesitaría pronto, así se sentía como si fuera a ser desechado.
-¿Inmadura? ¡Pero si dice que me odia!- Casi se altera delante del amigo pero hizo todo el esfuerzo para calmarse rápido. -Sí sí, acepto que lo necesito, que lo extraño sobre todo carnalmente pero es un soberbio y odioso brujo. ¡Dice que me odia yo no sé por qué me escribe entonces!
-Hermione… ¿Es cosa de atención? ¿Apenas lo notas? Yo creería que fue justo eso lo que te interesó de él, su antipática forma de ser ¿O acaso fue su ternura? ¡Pff! Si querías un tierno hombre entonces yo me hubiera ofrecido… Snape es Snape, es frío, es un hombre tan tosco y soberbio, no puedo creer todo lo que alguna vez me has dicho, no puedo creer que aún pienses que será otro contigo.
Hermione frunció el ceño con suavidad.
“Él fue otro conmigo desde un principio.”
-Snape es… Nunca pude saber su movimiento siguiente, se adelantó a todo. Sí me gustó su forma pero eso que nadie más podía ver… Y luego eso, su forma encendida todo el tiempo, tan intenso para todo. Cuando ya teníamos un tiempo juntos quería hacerme el amor en el armario de ingredientes durante clase, en el aula de DCAO, y una tarde casi se vuelve loco en la torre de astronomía.- Neville aguantaba las ganas de mostrar su cara de desagrado. -Me cambió, hizo que lo necesite tanto y en cada reunión privada le di mi alma… ¿Cuándo he tenido esta necesidad, Neville? No lo vi así al principio pero ahora necesito eso, estoy enamorada pero no puedo sacarme sus manos de encima y mi cabeza me tortura. Antes de él los libros me llenaban y ahora si no veo hombres con el cabello negro y lacio no me siento como una mujer y bueno, si estos no tiene esa fría voz grave y profunda entonces soy como un árbol, no puedo ver a otro, todo de él me es tan llamativo y nadie más.
Neville frunció el ceño para pensar con cuidado y responder rápido.
-Deberías preguntarte si lo amas, quizá desde la escuela sólo fue una obsesión, lo prohibido era interesante para ti que eras una estudiante correcta la que buscaba siempre querer impresionar… Te sentiste única al ver que le gustabas, que un profesor te coqueteaba recitando formas de preparar el té y pociones en tu oído, te atrajo eso y más que fuera con alguien complicado… Vamos, lo complicado es llamativo para ti.
La joven suspiró y cerró los ojos.
-No, fue antes, fue en la biblioteca, fue… Snape me gustó desde antes…- Intentaba recordar, ver en su mente.
-¿Querías que te hiciera el amor en su armario de ingredientes desde los quince años? Mmm no te creo, te gustaba Ron.- Neville no podía sacarse eso de la cabeza, le fastidió imaginarse aquello.
-Ron fue una equivocación no quiero hablar de él, Ron sólo fue mi amigo en cambio el profesor… No fue ese tipo de gusto, sí pero no, él me atrajo, su forma de enseñar, cuando lo filtraba en mi ociosa forma de culminar rápido los dictados, ahí cuando tomaba el tiempo para verle los labios presagiando el grito que seguía para desquitarse, no era que quería besarlo era que quería estar cerca, me daba curiosidad era como si me dijera algo cuando nuestras miradas se cruzaban, quería ver sus manos. Y cuando supe que el joven que había firmado un libro apuntando sus comentarios de mejora y añadiendo hojas en blanco para imprimir su genialidad, cuando supe que era él deseé conocerlo en persona. Cuando me dijo “Ese libro es mío.”- Bajó la voz. -Fue como si algo dentro de mí gritara “Lo sabía”, estaba curiosa, quería saber si me veía como yo a él, si soñaba conmigo… Yo soñé con Snape antes de hablarle de que me descubriera y obvio pensé que estaba loca… ¡No sé qué me pasó el día del veneno, no sé!- Su voz bajó un tono y se acercó a su amigo. -Ese día quise saber si podía… Si lo que soñaba era premonitorio, si eso viéndolo conmigo en un pasillo oscuro lo estaba provocando mi mente adolescente por tener su presencia y olor escondido. Fueron varios días sin dormir, fue que se me atravesó de la nada.- Bajó más la voz, habló más lento. -Que era él, quien cambiaría mi vida, quien me decía que no estaba sola en este mundo lleno de frialdad, que había alguien más como yo pasando lo mismo que yo, deseando lo mismo que yo y leyendo lo mismo que yo.
-¿Qué quedó pendiente con él, entonces si lo tuviste todo? Tuviste al profesor completamente. ¿Qué hizo falta, Hermione?
-Nada, tienes razón, Snape es Snape.- Miró el suelo de madera elegante, rendida, respiró profundamente, no podía explicar más.
-Lo extrañas, lo sé.- El joven dijo resignado. -¿Por qué lo detienes entonces si sabes que está loco por ti? De verdad no terminas de ver lo que él hizo. ¿Por qué lo detienes?- Ya estaba cansada de lo mismo.
Hermione se rompió, lo tuvo todo, él le llenó el corazón de verdad. Quiso llorar pero no de tristeza sino de alegría.
Snape la llenó de todas las formas humanamente posibles.
-Porque me separó de él.- Respondió rápido. -Porque quizá quise volver a ser la que era antes, la que siempre termina sola en los bailes y estaba acostumbrada a vivir para los demás mientras estos se aprovechan, que me hagan sentir que no valgo lo suficiente para merecer algo mejor que sea real. Snape me separó de él cuando habían tantas promesas, tantos sueños, haríamos muchas cosas juntos.
-Snape no te vio como alguien de quién sacar provecho. Pero se equivocó, debes entender eso un día, se equivocó y tú también…- Neville se acercó a ella, no quería esa conversación más, no quería verla llorar más, quería que ellos de una vez terminen juntos, se moría cada vez que la veía suspirar por él, ya no quería atormentarse, ya no quería creer que había una posibilidad. -El profesor arriesgó su vida en el momento que decidió renunciar a las reglas que tú mismo quisiste romper con él, arriesgó su cuello, Hermione, por ti y terminó en la cárcel por ti, él no te cambió, tú olvidaste quién eras porque eras mejor así, con él.- Le habló duramente. -Tengo que regresar al invernadero… Y ya no podré venir por unos días.- Neville se estaba despidiendo, eran amigos pero ya no había razón para lastimarse más. Era la primera y sería la última también que le hablara así.
Hermione bajó la cabeza.
-Bien, me haré cargo del jardín esos días que no estés.- Soltó pensando que quizá Neville se tardaría.
-No, Hermione. Yo me encargo de traer a alguien.- Y desapareció, en menos de un segundo.
***
En ese baúl en la esquina de su habitación también se escondía un libro, un libro con información valiosa el cual le hizo pensar en escoger la carrera de pociones y defensa contra las artes oscuras cuando aún cursaba su último año de escuela.
Nadie la detuvo, ella sola se había parado al rendirse, tenía magia, pudo haber renunciado igual que él, igual que él cuando era profesor en Hogwarts, cuando había salido del hospital, cuando se enteró que el pocionista estaba en ASKABAN.
No hizo más nada que obedecer.
——-Flashback———
Era de noche, una pesadilla la había despertado, horas antes de la primera clase al regreso de San mungo.
El año empezaba entre aún restos mejorados del castillo, se había escapado de su torre como ya era costumbre para ir a la biblioteca.
Por unos comentarios que escuchó en la enfermería cuando fue a recoger su receta para dormir, se enteró que el jefe de Slytherin retomaría no sólo su posición como profesor sino que se encargaría de último año, el curso de DCAO y pociones después de lo acontecido no tendría título más justo que “impasable”, Snape lo haría tres veces más complicado.
No era la única que tenía que escabullirse para estudiar, otros también lo hacían sin embargo sólo ella sabía cómo no ser descubierta, tan simple y fácil como haber memorizado del salón de la profesora McGonagall la lista de vigilancia en los Pasillos que descansaba en su escritorio.
Caminó a donde solía ir, la última parte de la biblioteca y con un hechizo simple silencioso hizo que luces pequeña de color rojo oscuro marquen los libros de pociones y DCao avanzado en todos los pasillos de la materia que eran tres. Con su tenue brillo pudo revisar uno por uno sin perderlos de vista.
Al leer minuciosa y con agilidad durante dos horas se dió cuenta que ya tenía resúmenes de todos, algunos libros los había memorizado pero otros contenidos transcritos por ella misma estaban guardados en su baúl sin utilizar, pensó entonces que sólo necesitaba sacar y repasar los textos de estudios y eso sería suficiente pero luego recordó que no, también tenía que practicar.
Antes de irse del pasillo se detuvo de golpe, llegó junto al muro de piedra que daba al exterior, frunció el ceño y se extrañó al ver una luz pequeña y rezagada dejaba un libro mediano mal puesto y odiosamente acomodado el cual no tenía que estar ahí.
Lo tomó y tocó con sus manos estudiando la tapa y las hojas amarillentas mezcladas con otras muy blancas, en la contraportada este tenía una nota con faltas de ortografía quizá por culpa de un niño de primer año que no pudo entender el contenido, las letras eran claramente diferentes.
“Este es el peor libro que he leído de pociones, ahora que lo saqué de la sala de menesteres por favor si lo encuentras regrésalo junto a las demás cosas que no sirven, intenté devolverlo pero ya no encontré la entrada…”
La joven dejó de leer revisando con cuidado por la mitad y luego las últimas páginas, casi todo el contenido o la mayoría estaba escrito a mano.
No dudó en tomarlo después de que leyó “Poción desmemorizadora”, no había escuchado eso antes ni leído tantos venenos como ingredientes provenientes de plantas y peces. Pero lo que más llamó su atención fue una pequeña grabación en cinta que parecía muggle.
Podía intentar revisar el contenido junto a sus amigos pero no, quería terminar bien el año, esta vez estaría sola.
Al siguiente día buscó la sala de menesteres y como le pasó al joven pequeño, extrañamente por primera vez no pudo encontrar la entrada quizá por fallas de restauración.
Entonces pensó al principio dudosa usar la parte del terreno del castillo, la parte externa sin entrar al bosque prohibido.
Se juzgaba por no compartir el conocimiento que estaban en esas amarillentas y blancas páginas con sus amigos pero ya le empezaba a dar igual. (Además de haber estado celosa de Harry por superarla una vez)
Sacó una tienda de campaña, similar a la que había usado tanto tiempo con Harry y Ron y entonces se acomodó ahí a doscientos metros de la colina por la casa de Hagrid sin olvidar la respectiva seguridad del recinto.
Y una noche cuando estaba en silencio escuchando la cinta muggle que venía pegada en la parte trasera del libro mientras lo leía, percibió un olor distinto a otros, distinto al fresco aire de la colina, fuerte, grave, amaderado y familiar que la rodeó y se quedó dentro de su ambiente en el momento justo que estaba pensando en que aquella voz juvenil que exponía una poción, el cuál se escuchaba inteligente, la invite al baile.
———-fin flasback—————
🔶🔶
A los quince días después, días enteros donde nada le salía bien, se vió encerrada en su habitación sin ver a Neville y saber de Snape. A Neville no lo vio porque este simplemente ya no tenía ganas de ir y Snape pues, simplemente al no visitar el invernadero no podía saber si estaba ahí.
Casi al terminar el mes, la última semana de julio recibió una invitación a simple vista escrita a máquina con el sello de Hogwarts, esta era la invitaba a la fiesta de graduación de final de curso que daba paso a las vacaciones de verano.
Sintió esa leve emoción en el pecho al recordar que Snape antes de que pasara todo la invitó y ella había dicho que sí.
“Jovencita Egresada, el fin de semana es el baile de culminación de clases para último año y quería saber si quisieras ser mi pareja en esa velada“
Claro que quería ir con él.
Y si tenía que rogar como él le dijo en sus cartas de provocación al odio, lo haría.
Pero al no poder hablarle en persona porque no tenía ni idea dónde estaba y no quería ir al invernadero porque era una cobarde que tenía miedo de ser rechazada (¡La primera vez en la vida!)
Escribió una carta para que su lechuza la entregue no pensando en el presente sino en esa noche, cuando él veía en el cuadro del patio y sus miradas se cruzaron. Antes de confesarse tantas cosas muchos meses después.
📜…
Reciba mis saludos de respeto.
Ha pasado tiempo desde que nos reunimos en su despacho,
Quiero empezar confesando que no puedo decirle lo que está escrito aquí, al no podría decirlo en persona no porque no fuera capaz sino porque estoy avergonzada.
Quiero empezar pidiendo disculpas, primero por hacer un campamento secreto en el terreno de la escuela, usar magia para encubrir mis actos y sobre todo por amenazarlo ¿Sabe que esa noche me vi fuera de Hogwarts? Sí, usted hubiera conseguido expulsarme sin mis quejas, sin tener resentimientos, por eso importante que quiero confesar, porque era culpable de muchas faltas.
No sólo quiero disculparme por eso…
Quiero también contarle que cuando descubrí que venía a mi campamento tuve una ligera distracción por el olor de su perfume el cual se quedaba impregnado en todas las áreas, sobre todo donde yo intentaba ensayar las pociones, el ambiente central y la habitación pequeña donde estaba la mesa con ingredientes que le robé, perdone por favor se lo pido de corazón, le he faltado tanto, he sido irrespetuosa… Perdóneme por ser una insolente y descarada alumna ladrona.
Y perdone por haber puesto mis ojos en un profesor callado después de esos sueños que tuve…
Lo contaré, tengo que decirlo.
Soñé con usted unas cuatro veces, las dos primeras lo estaba desafiando, lograba que se enoje conmigo sin que mi soberbia mostrara arrepentimiento pero el tercer sueño que tuve uno donde estaba a mi lado me dejó desconcertada, ahí usted era mi amigo y me acompañaba por unas cosas que necesitaba.
En mi sueño teníamos tanta confianza con el otro que te abracé y te di un beso en la mejilla, ese suave tacto que me dejaste dar me hizo sentir tan especial.
Seguro creerá que estoy loca pero incluso el accidente que tuve en clase lo vi antes, soñé que usted me salvaba de morir envenenada.
Perdóneme por tener sueños tan atrevidos por haber deseado con todas mis fuerzas que usted se acerque a mí, perdóneme, perdóname por existir… (La Joven lloraba al escribir, todo eso debió de decirlo antes) perdóneme por no tener cuidado...
Perdóname por amarte, perdóname por esos besos, perdóname por invitarte a que me hagas tuya y así olvidarnos de que habían reglas estrictas que respetar antes que el ímpetu del deseo, mí deseo por ti Severus… Ya no pensé más ni intenté alejarme, esto crecía cada vez crecía veloz más y más…
Perdóname por no detenerme, por haberme enamorado de tu materia por creer que eras similar a mí cuando a la vez eras diferente.
Perdóname por responder las cartas de un profesor, por verme a escondidas con él, por hacer el amor con él…
Lo siento, no creí que ocurriría algo malo de todo esto, me dejé llevar lo juro y todo fue tan intenso.
Fue injusto que fueras a la cárcel porque yo tuve que tener una sanción y no, sólo se me obligó alejarme de lo que más quería.
Tú, Severus, tú eras lo que más quería, no un título, no un diploma sino un hombre que sea mi pieza perfecta que engrane como parte importante dentro del reloj con sonidos de un corazón rojo que gritaba tanto tiempo “Aquí estoy para ti”
Hogwarts no ocurrió para librar de la muerte a tantas personas… ¡Te juro que Hogwarts sucedió sólo por los dos!
Si tengo que molestarte una vez más, tan sólo una vez más quisiera pedirte que me acompañes a un baile, este que se celebra en Hogwarts, por favor, quiera que fueras mi pareja de baile, cumplamos lo que salió de nuestra boca alguna vez.
Severus, perdóname…
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El Mago leyó esa carta más rápido de lo que ella esperaba, Snape puso el papel en el pecho, los dedos en su mano y así mismo con igual rapidez contestó.
Estaba sorprendido, lo que ella decía lo dejó sin poder decir algo específico.
Él también había soñado con ella pero no era momento de contarlo.
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No tengo que perdonarle nada…
Tú perdóname, jovencita,
por todos los problemas que se ocasionaron y porque yo ya tengo pareja para el ese baile.
Lo siento.
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Cuando la joven leyó eso sólo pudo dejar caer el pergamino enrollado junto a su certeza de que iría con él.
-No importa, iré sola.- Se dijo intentando darse ánimos en el secreto de su bañera. -O quizá pueda darle un poco de celos…
Pero Snape le había mentido, era la última cosa en que la engañaría, no tenía precisamente una “pareja para el baile” pero sí tenía ganas de ir e iría sí o sí.
Ojalá no hubiera tomado esa decisión porque la joven no se quedaría con los brazos cruzados aunque para eso tendría que morder su propia lengua al mandar una carta de invitación escrita con su puño y letra a Malco, el hombre al que le dijo que nunca se le haría cenar con ella.
¿Y qué creen?
Pues la noche en que ella entró del brazo de Malco en el salón adornado del comedor, Snape quiso matarla y así mismo por no haber planeado un segundo plan.
El pocionista era el acompañante pero de Neville, la persona que lo invitó a ir. Ya daba igual, el coraje lo tenía poseído.
-¿Quién demonios es ese gandul?- Dijo Snape en voz regular junto a Neville.
-Es un pretendiente de Hermione, está loco por ella, lleva siguiéndola como dos años.-Dijo como si nada comiendo algunas uvas negras de la mesa de bocaditos.
-¡No debí venir!
-Pero ya está aquí, señor. Trate de ignorarla…
Hermione no presumía a la persona que estaba a su lado, sólo intentaba sonreír al reconocer a alguien en esa reunión, la verdad era que le desagradaba estar junto al alto y presumido jovencito.
-Bien Malco, te prometí un buen número de chicas para escoger.- El joven se acercó para escucharla mejor ya que el ruido de alrededor era considerable fuerte. -Y recuerda, si la joven tiene una pulsera negra con número significa que es estudiante de la escuela, a esas chicas si es posible no les hables a menos que quieras terminar como pervertido en esta madrugada y encerrado en ASKABAN.
-Muchas Gracias, por perdonarme y por esto.- Hizo una mueca feliz señalando sutilmente con su mano el ambiente.
La joven asintió como si ya no le debiera nada y no era que entregaba a sus ex compañeras en manos de un extraño pero sabía qué clase de hombre era Malco, un jovencito sutil, sentimental, y cobarde cuando se trataba de declarar su gusto por alguien pero lamentablemente tonto, de verdad, el chino no tenía inteligencia o encanto.
Snape que estaba en su rincón junto a Neville aprovechó la primera oportunidad que la joven de vestido ceñido y hermoso estuviera sola, se acercó por detrás de las mesas con su copa de vino tinto en su mano derecha, dio otros pasos más, unos pasos serios y la postura soberbia para verse imponente. Cuando estuvo a lado de Hermione reclamó con lo más profundo de sus entrañas sin pensarlo dos veces.
Le daba la gana de enterarse y se tenía que enterar.
-¡¿Quién es ese niño baboso y estúpido?!- Después de hablar alzó su copa y bebió para disimular, su voz era la de siempre, esa grave y terrorífica, una voz de alguien que parecía explotar en cualquier momento.
Hermione casi se cae de la impresión pero guardó la compostura también al dar una probada a su copa de ponche.
-Es un compañero de trabajo, es mi pareja de baile ¿Y qué pasó con la tuya, ya la abandonaste?… Oh vaya se te está haciendo costumbre.- Su tono agrio fue a la defensiva a pesar que no había necesidad de ser así.
Snape quería reventar.
-Mi pareja, la persona que me invitó está allá acabando con la bandeja de ostiones encebollados, al parecer no no quiere que lo bese al caer la noche.- Señaló a Neville justo cuando este absorbía una ostra con sus labios.
El tono del mago le pareció gracioso y no pudo evitar reír.
-Jajaja, tienes mala suerte.
Pero Snape no cambió el semblante, estaba molestísimo.
-Te divierte arrancarme las tripas del cuerpo trayendo a ese niño bonito de ojos claros.- Otra vez usó tono agrio y reclamante mientras absorbía su bebida subida en alcohol por el dulce.
Pero ella no estaba haciendo lo que él dijo, se giró de golpe para verlo a los ojos y para dejarlo más claro, se paró frente a él.
-No.- Habló suave, sobria y centrada. -Yo vine para cumplir un compromiso y para darte esto.- Hizo aparecer el libro del mago frente a ella. -Ya lo he terminado.
Snape vio lo que tenía en sus manos y se enojó aún más.
-¿Por qué me lo das si yo te lo di a ti? Si mal no lo recuerdo, te lo dejé junto a la copia que hiciste.
-No el libro, la cinta que está al final.
Snape abrió el libro y vio la cinta pegada con un lazo en la penúltima página, tal cual él lo había dejado cuando se lo prestó a su única amiga de la escuela, por eso el libro terminó perdido.
-Casi había olvidado que existía.- Contestó a Hermione sin dar tanta importancia al objeto.
-Hablas muchas veces de tu novia Lily así que no creo que quieras que lo tenga.
-No menciono su nombre.- Se defendió.
-¿Y qué? La describes más de veinte veces entre pociones y hechizos.- Hermione hizo sonrisa fingida.
Snape vio a todos lados asegurándose que nadie los vea o escuche.
No suficiente con ello tocó a la joven y desaparecieron juntos.
Hermione no se esperaba eso por lo que sintió un hoyo en el estómago al tocar el suelo ni bien reconoció el lugar.
-¡Lily me importa un pie de mandrágora! Y te equivocas, no era mi novia sólo era mi amiga.
-Oh sí claro, una amiga a la que amabas.
-¿Por qué me reclamas ahora? ¡No voy a hablar de ella porque no me importa ella!..- Calló antes de decir más.
-No es reclamo, sólo explico por qué no quiero tener esta cinta, estabas muy dañado psicologicamente.- Alzó el objeto delante de la vista de Snape, no el libro sino el cassette.
Snape reaccionó rápido pero con su varita, este incendió el objeto en las manos de la joven sin importarle lastimarla.
-¡Ashhh eres un bruto!- Lo soltó cuando este se hizo cenizas. -Bueno, pasa una excelente noche.- Le dio la espalda y empezó a caminar.
Pero el mayor frunció el ceño y apareció delante de ella cruzándose de forma intempestiva delante de su camino.
-No, tú no te vas a ninguna parte.
-¿Cómo que no, quién me va a dete…? Mh…
Snape la tomó de la cintura con una de sus manos y con la otra le atrapó la cabeza para acercarse a robarle un beso, uno largo, al principio violento pero después, al ver que ella cedía, se fue haciendo caliente, avivado y voraz, después de unos minutos cuando el hombre la empujaba con su fuerza con la inercia de sus movimientos, terminó por aplastarla contra un vitral de una puerta de madera, no paró, su beso siguió hasta que escuchó ruido en el corredor.
Y ahí en ese hecho ambos se miraron como reconociendo al otro con los ojos entrecerrados, los labios separados y el pecho lleno de aire a pesar que casi se ahogaban por el agitar de sus pulmones.
El pocionista la contempló de cerca emocionado cambiando de sus labios a ojos, como si el tiempo no hubiera pasado.
Respiraban casi al mismo tiempo sin poder decir nada sólo mirarse con reclamo y desesperación. Sí estaban heridos pero se extrañaban.
-Ojalá hubiera…- Susurró en seseo fuerte, respiraba agitado pero quería decir algo importante. -Ojalá hubiera pensado en el daño que te causaría desearte tanto… Lo olvidé, hiciste que todo desaparezca incluso mi responsabilidad delante de ti, mí sangre, todo lo que salió de mí, el veneno que me recorría… Encubrir tus faltas.- Ahí mientras la acorralaba fue lo más sincero que pudo. -Pero no, no me arrepiento de nada. ¿Acaso tú sí?
Hermione se conmocionó, sus lágrimas se desbordaron por sus mejillas.
-No, no me arrepiento de nada, profesor.
Snape la abrazó, lo hizo fuerte casi triturando sus huesos por el impulso y ganas, ella también lo abrazó con las misma fuerza.
Se quedaron buen tiempo disfrutando del contacto del otro hasta que la joven dijo:
-Espera sí me arrepiento de algo.
-Qué es..
-De haber escuchado esa cinta hasta el final y de no haberte hecho el amor cuando te veías más grande.- Sonrió traviesa, feliz.
-Eso se puede arreglar si me esperas unos diez años. Ahora pues, ahora tienes que casarte conmigo.
Hermione lo miró raro.
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