Hermione no quería salir de la cama, el sueño que había tenido quería conseguirlo nuevamente.
A veces le pasaba que en las noches al pensar en él podía verlo en sus sueños pero no así de real, cuando eso pasaba y despertaba intentaba quedarse dormida, muchas veces tenía suerte y otra vez lo veía pero la mayoría de intentos cambiaba a otro tonto e ilógico sueño de ella en la escuela o con Harry y un bebé de Ginny en brazos.
Prácticamente tuvo que arrancarse las sábanas de encima, no tenía ganas de salir de esa habitación. Esa mañana si no se controlaba estaría de mal humor.
No sabía cómo quitarse el sonrojo del rostro, se sentía avergonzada y peor pensaba que sería descubierta si la veían, todo el día estuvo con más de cuatro o cinco grados de calor de lo normal, hasta sus labios parecían haber tenido una cesión de cariño y bueno, pensar otra cosa distinta a una idea no era coherente ya que nadie la había besado ¡Era una locura! Posiblemente ella misma se había mordido entre los estrepitosos episodios de sonidos íntimos.
Estaba en la cocina bebiendo agua sobre la encimera viendo a través de la ventana al hombre mayor, al principio pensaba que observar al jardinero sería una especie de terapia calmante pero no supo qué pasaba en su cabeza. Ver la parsimonia y delicadeza de este hombre tocando las plantas con tanta seriedad le hizo recordar al pocionista.
“¡Hermione, no vayas al ropero que verás su capa colgada en vez de tus vestidos de fiesta, te estás volviendo loca!” Se acusaba.
La sesión de la noche la tenía confundida, quizá ese hombre que ahora observaba fue quien indujo eso por petición de Snape era lo más lógico si tenía que desconfiar de forma exagerada.
Eso parecía una locura pero su instinto le decía que podría ser.
“Habría que vigilarlo…” Alzó una ceja pensando.
No quería verse ingenua, un sueño como ese tan fuerte no podía ser cosa de coincidencia, tan realista y la primera noche que se quedaba el jardinero a dormir en su casa.
Pero tampoco le preguntaría a Lot “¿Severus te mandó a hechizarme?” No, habían otras maneras protestósicas de encontrar la forma que lo confiese solito.
¿Cómo?
La niña le haría creer que él le llama la atención.
Lo peor que podía pasar es que el hombre salga corriendo de su casa espantado para acusarla de bárbara con Severus, que le dijera al pocionista que era una jefa acosadora.
***
Neville la visitó por la tarde, el chico se encargaba de las plantas del invernadero al igual que el jardinero, habló con él para enterarse de unas cosas del trabajo a pesar que era domingo.
-Neville, tengo un fuerte presentimiento.
-¿Cuál? Espero que sea algo bueno.- Se metió un gajo de mandarina y lo mascó exponiendo el ácido de la fruta con el rostro.
-Severus ha enviado a alguien para que me vigile.
-¿En qué sentido?- Puso gesto de interesado acercándose a ella.
-Creo que Lot es una persona que Snape eligió para ser como una especie de guardaespaldas. Para que no salga con nadie, que averigüe de mí para acusarme… Quizá quiere saber si tengo novio.- Susurró.
Neville pensó en el hombre el cual encontraba siempre en el invernadero.
-No me parece un espía o vigía. Se ve tranquilo, un hombre dedicado a lo suyo.- Frunció el ceño sin creer nada, no era posible para él.
-Lo he observado unas horas y sí pero tuve un sueño donde.- Se acercó a Neville. -Donde Severus y yo lo hacemos.
-¿A qué te refieres?
Ella se lo dijo al oído.
-Yo y Snape en la cama, cosas de adultos…
-Ohh comprendo.- Neville sostenía su mandarina incompleta sembrada en el jardín por él mismo en una semana utilizando magia, la fruta giraba y giraba entre sus manos como si fuera un juguete.
-¿No habías soñado así, antes?- Se hizo hacia atrás y puso en sus labios otro gajo de mandarina, al morder esto con la boca abierta le salpicó a su amiga la cual se secó con los ojos cerrados usando la parte posterior de la mano como si no le importara.
-No así, parecía un hechizo no soy tan ingenua. De verdad sé de lo que estoy hablando.
-Comprendo aunque sí eres ingenua.- Bromeó el joven mago enseñando la mandarina triturada en su lengua por la risa.
La joven le pegó en el hombro con el puño al ver ese gesto asqueroso.
-¡Ya no molestes, qué cochino eres!- Dijo en queja.
-¡Ey no me agredas!- La sostuvo de las manos para que no me pegue más.
-Sí, sí quédate así, quiero que lo vea.- A Hermione se le prendió el foco.
Neville se quedó quieto.
-¿Quién?-Abrió los ojos asustado.
-¡Neville, por Merlín me refiero a Lot! Quiero que vea que nos llevamos bien.
Cuanto te diga ahora, te acercas y que me besas.- Indicó sin perder de vista a Lot.
-¿Que yo qué? ¡Debes estar loca!- Susurró escandalizado.
Le pareció escuchar a Neville que su amiga quería que la bese.
-¡Dije que me beses, sordo… Hazlo ahora, ahora ahora!- Hermione vio al hombre caminar del invernadero al jardín posterior, lo vio por la ventana de la cocina la cual estaba en el primer piso.
Pero Neville se resistió.
-No, no te voy a besar, si el hombre fue enviado por Snape quiere decir que aún después de la escuela tendría que enfrentarlo. ¡Me niego, no lo haré, no hay forma de que lo haga! ¡Si Snape sale de prisión va a cruciarme como lo hizo con Ron, así que no hay forma de que arriesgue mi pellejo así! No no no.- Susurró alto como gritando, metió la pata y no se dio cuenta.
Hermione no tomó atención de lo que el joven dijo. “Si Snape sale de prisión…”. El sabía algo.
-¡Ahh eres un cobardito!- Le volvió a pegar en el hombro con el puño.
-Pensándolo bien, a Snape siempre le ha gustado vigilarte, yo que tú andaría con cuidado.- Advirtió.
-Mmm no creo que siempre aunque lo hizo por un tiempo en la escuela.- Pensó entre cerrando los ojos. -Sí, tienes razón.
-Lo recuerdo, me hablaste de eso con mocos en la cara tantas veces. El campamento maldito uhhhhh.- Neville jugó a ser fantasma.
-Oye.- Volvió a golpearlo en el hombro. -Olvídalo no te diré nada más.
En ese instante Lot se alertó afuera intentando leer los labios del joven. Lo veía de forma atenta pero este sólo molestaba a su amiga, no le decía nada a Hermione que lo haga preocuparse.
***
Hermione subió al tercer piso los días que siguieron, desde ahí observaba al mago ir de aquí allá muy afanado por cuidar de las especies del jardín tanto del exterior como las plantas del invernadero.
Pero como también tenía que trabajar eso sólo era por un instante en las mañanas y la tarde cerca de noche.
El fin de semana que llegó, más específicamente el sábado la joven entró a ver el invernadero, había leído acerca de unas germinaciones fáciles de vegetales, entre ellos estaba; el tomate rojo, ají amarillo, cebollines, y lechugas bebé.
Llevó su caja fría con las bolsitas de semilla y cuatro recipientes con espacios llenos de tierra negra preparada especialmente para germinación, dentro de estos los espacios perfectos y cuadrados para las correspondientes tres semillas que pondría sobre una tierra suelta salida de la combinación de aserrín en polvo, composta de deshechos de la cocina con agua y fertilizante animal.
El libro que leyó, muggle por su puesto, le explicó primero cómo hacer su propia tierra negra.
En una caja grande de madera colocará:
-Aserrín en polvo hasta la mitad.
-Los deshechos de la cocina reposado en agua equivalente a un bote de mediano durante cinco días.
-Tierra mineral o la que tuviera a la mano equivalente a la mitad de un bote.
-Y una bolsa entera de seis kilos de estiércol animal.
Sobre todo lo anterior colocar nuevamente aserrín para evitar que las moscas proliferen sobre los deshechos de la cocina (Cáscaras de plátano, cáscara de huevo, cáscaras de verduras o frutas en general o como dice líneas arriba todo deshecho orgánico sin cocinar, menos las carnes o huesos de su proteína)
Al cabo de una semana usted obtendrá la mejor tierra negra para sus cultivos y si tiene suerte algunas lombrices para su compostadora.
Obviamente para Hermione todas esas cosas que leía era idioma extraño y complicado sin embargo nadie le ganaba en terquedad, cuando se propondría hacerlo de alguna manera lo lograría y esta vez lo haría como una muggle ya que la magia podría hacerle germinar lo que tenía en sus manos en menos de un día.
Llevó sus recipientes, fue al fondo del invernadero y colocó conforme al libro que flotaba delante de ella las cosas en el orden que estaban escritas.
Tomó los cuatro recipientes uno al lado del otro a los cuales ya había llenado con la tierra, sacó las semillas con cuidado y empezó a poner con suma delicadeza semilla a semilla con un leve empujón de la yema de su dedo índice, la tierra no debía cubrir mucho la semilla sino tardaría en asomarse. Etiquetó cada una y empezó a observar mientras regaba.
-No espere que germinen hoy, tiene que darles al menos una semana y eso depende de la semilla.- La voz del hombre, gruesa y sabia la sorprendió.
-No espero que salgan hoy para eso usaría mi varita.- La joven se apoyó en una mesa alta de madera hacia atrás cruzando sus brazos para esperar el resto del sabio comentario.
-Los semilleros, cada espacio debe tener al menos cuatro semillas, así se asegura que habrá producto, después de que broten las hojas por lo menos con unos cuatro centímetros de tallo, deberá separarlas y colocar cada planta en un cuadrado sin lastimar las raíces, tres semanas después deberá replantar en macetas para el vegetal en específico.
-Gracias, aquí lo dice el libro.
El hombre alzó una ceja pensando que no se le había tomado en cuenta.
-Y es muy poca agua la que regó, asegúrese que esté con la suficiente agua, sin causar un exceso de humedad que provoque hongos o sin que mueran de sed.
El hombre tomó la regadera para hacerlo pero ella reaccionó rápido colocándose delante de él.
-Nooo, yo lo haré.
El rostro del hombre quedó muy cerca al de ella, estaba tentado en mirar sus labios pero retrocedió.
-Bueno, entonces hágalo como usted quiera.
“Uhh qué mal genio.” Se dijo Herms en la mente.
Lot se dio la espalda y caminó hasta las mandrágora.
-Espere ¿Cuantas veces debo regarlo a la semana?
-Lea el libro Srta. Granger, los muggles saben más que un simple jardinero como yo.
Hermione sonrió por el sarcasmo.
-¡Qué amargado!
Así durante las siguientes semanas regaba los semilleros una vez cada seis días pero vigilaba a diario que la tierra de las semillas estuviera húmeda.
Estaba orgullosa de eso y también de su compostadora para obtener humus de lombriz.
En dos de sus semilleros le creció un poquito de hongo pero con el remedio del libro de quitar superficialmente y añadir canela en polvo pudo combatirlo y al fin ver esos hermosos brotes de diminutas plantitas.
Sonreía al ver la belleza de estas formas de vida, delicadas y frágiles. Ahora sentía como cuando un muggle conseguía hacer lo mismo.
Lot por otro lado disfrutaba de observarla, verla todo el tiempo empezaba a ser obsesivo pero también espía profesional sin que ella lo notara. Y es que le encantaba cuando esa hermosa joven se sujetaba el cabello en un moño alto, cuando se vestía con ropas de jardín y se ensuciaba las manos como una excelente pocionista.
-Ha tenido éxito, felicidades.- Le habló a la joven que ahora en las tardes después de trabajar observaba a sus pequeñas plantas ya separadas en cuadros individuales y macetas, las plantas ya tenían flores.
-Gracias sé que lo dice con sinceridad.- Estaba sentada en la mesa alta de macetas redondas, en el espacio vacío frente a sus semilleros. Comía una manzana.
-Tengo una planta magnífica que también he cuidado un par de meses aunque a diferencia de su paciencia yo sí he tenido que intervenir con mi varita.
-Excelente me gustaría verla.- Bajó de un leve salto.
El hombre la llevó al principio del invernadero, una planta cubierta con una tela contra mosquitos en un espacio perfecto y ovalado de madera de al menos un metro de diámetro. Descubrió la especie frente a los ojos de la joven y esta se quedó sorprendida, el hombre vio cómo le cambió el rostro pero no supo descifrar el sentimiento que tenía escondido.
-Vaya.- Soltó despacio casi como no creyendo que veía aquello. -Es té azul chino y té rosa, son especies muy complicadas de sembrar en jardín. Es bastante increíble… Profesor.- La última palabra casi no se escuchó.
Le había dicho “Profesor.” cómo esa noche le dijo al mago de capa negra y cabellos largos.
Se acercó, se arrodilló frente a pequeño arbusto, cerró los ojos llenándose del aroma característico que tenían, se fue lejos volando con la mente viéndose con Snape frente a ese diminuto caldero, la primera cita que tuvo cuando aceptó acompañarlo al bosque prohibido.
Snape también lo recordó.
La joven pasó sus suaves dedos por las hojas aún ida en sus pensamientos, el hombre también se atrevió, admiró la planta intentando alejarse de ella pero se encontró en la situación de hacer lo mismo que ella, tocando las hojas.
Hermione arrancó unas dos hojas pequeñas con una sonrisa melancólica, las llevó a su nariz para oler de cerca y se puso de pie.
-Le daré treinta monedas de oro si las come.- Su rostro se compuso con travesura y maldad.
Lot la vio y no perdió seriedad.
-No, las hojas tienen buen color pero aún son mucho más amargas de lo que usualmente son.
-Cuarenta si se las come sin ningún gesto.- Retó nuevamente.
-Yo le doy cien si se las come.- El hombre no se quedó callado, caminó hasta la planta y cortó con suavidad y precisión unas tres hojas. -Tengo mi paga del mes y gano bien así que puedo darle estas monedas sin problema.
Hermione estaba siendo retada.
-Lo haré, está bien, sé que gana buen dinero, mis bolsillos pueden comprobarlo.- Se subió de nuevo a la mesa alta, sus piernas colgaban. -Deme un poco, me las comeré y así recuperaré cien.
-No debe hacer ningún gesto.- Insistió el mago de cabellos cortos y blancos.
-Lo intentaré, si pierdo me llevaré sólo un mal sabor de boca, señor.- Usó su magia para devolver las hojas que ya había cortado. Y esperó que el hombre se acerque y se las dé en la boca.
Abrió la boca.
-¿Quiere que se las ponga en los labios?- Dijo el hombre como pidiendo permiso.
-Claro, si las toco mis manos se quedarán aún más amargas.- Dijo como si nada y cerró los ojos, creía que así podría concentrarse en otra cosa y no fallar en el intento de no vomitar por la amargura. -¿Ya está cerca?- Preguntó.
-Ya casi.- Caminó hasta estar frente a ella, su estómago tocó las rodillas de la joven levemente, pero se dejó llevar, se olvidó que estaba en un personaje. Se acercó más hasta posarse entre las piernas de ella.
La joven no sintió malicia sólo pensaba en la planta, en el sabor, en tragar sin vomitar.
El hombre tocó con las hojas los labios de ella y esta acercó el rostro de forma instintiva sin éxito.
Lot colocó las hojas en sus labios apenas los extremos de ellas y acercó de nuevo el rostro.
Cuando las hojas tocaron aquellos labios carmín ella se adelantó de nuevo sutilmente y entonces atrapó las hojas y un suave beso tibio. No lo ignoró, abrió los ojos de inmediato.
Tragó las hojas más rápido que un sorbo de agua por la sorpresa y puso sus manos en los hombros del hombre para alejarlo de entre sus piernas.
-Señor, me acaba de besar.
Snape sintió que la presión de la sangre le bajó de golpe, se puso aún más pálido aunque eso pareciera imposible.
-Lo siento, me dejé llevar.- Se alejó de ella. -Sus labios de verdad son hermosos.- Se dio la vuelta y desapareció por la puerta del invernadero.
Hermione se sentía muy confundida
-Espere, no me dio el dinero.- Gritó para que voltee a verla.
-Sí perdón, lo siento, ganó es muy buena con el té.
-Vaya no, qué dice si el genio es usted, sólo había conocido a una persona antes capaz de tener una planta viva de té, es un sueño imposible.
-Supongo que es Severus Snape.- Dijo aún apenado.
-Así es.- Llegó hasta él al bajar la velocidad de los pasos.
-Esto es todo, en esta bolsa están las mone…- No pudo terminar de hablar. Mhh.
Hermione lo había sorprendido con un beso un beso largo en la boca colgándose de su cuello.
-Perdón.- Dijo ella. -No había besado a otro hombre que no sea Severus y cuando usted lo hizo trajo a mí una situación emocional complicada. Verá, a veces no puedo controlar sentir la necesidad de…
-No me lo diga, lo siento yo tuve la culpa.- Retrocedió asustado y luego se fue.
A Hermione el beso le había gustado, inexplicablemente había sido algo que no esperaba, ni si quiera se le hubiera imaginado, un hombre grande, aún más que Severus con la capacidad de hacer que muchas cosas pasen en su cuerpo.
Buscó más situaciones similares incluso cuando Hermione le pidió a Neville que finja ser su novio, quería estar cerca de Lot pero este huía de ella temeroso.
El chico le entregó flores en el comedor justo cuando el hombre estaba cocinando.
Ahora Lot estaba seguro que posiblemente si ese par no era nada, ahora sí que vería que la perdía, el pretendiente se había puesto cariñoso.
Pero las cosas no pasaron como él creía, durante los días que seguía ella lo miraba, lo miraba de forma intensa como si le estuviera coqueteando.
“¿Qué querría de mí si tiene a un niño alto y bonito enamorado de ella?” Se decía.
-Lot, quería saber si podías ayudarme a trasplantar mis vegetales.
El hombre la vio sospechosa rondándolo con las manos en la espalda como leona cazadora y una carita de yo no fui.
-Lo haré cuando acabe con estas plantas carnívoras, Srta.
Hermione parecía seguirlo.
-¿Por qué huye de mí? No le voy a hacer nada lo prometo.
-Está teniendo un comportamiento extraño, su novio se dará cuenta de esa actitud suya hacia mí.
-Neville no es mi novio él quiere serlo pero yo no, no me gustan los niños me gustan…- Se acercó a él mientras este estaba en cuclillas. -A mí me gustan más grandes.
-Yo me refería al novio que tiene en prisión.- Dijo lento, de pie, sílaba por sílaba, ahora sí retrocedía porque no quería que ella se acerque.
-Si usted guarda el secreto no tiene por qué enterarse de nada. Neville es un buen chico y yo quiero sólo otro beso.
Se le puso en frente, acorralándolo contra la mesa alta.
-No, no cometa un error.
-Pero si usted dijo que tengo labios hermosos.- Parpadeó lento y giró la cabeza de lado con un puchero de sus labios.
“Niña endemoniada.” Se dijo en la mente el pobre hombre. “¡Qué tentación eres!”
-Por favor no me provoque, soy un hombre no juegue con eso.- Advirtió envuelto en la voz de ella, cayendo.
-¿Unos besos podrán hacer daño a alguien?- Susurró con un movimiento exagerado de sus labios que él no perdió de vista. Frunció el ceño dañado por debilidad.
El hombre puso su gran mano en el hombro de ella y la empujó lentamente contra la pared de madera del invernadero, junto a una ventana rectangular.
-No hacen daño, su otro novio nos puede ver, va a romperle el corazón.- Vio a todos lados para ver si Neville estaba cerca.
-Me han roto el corazón una sóla vez, usted no lo haga también.- Hizo otro puchero intentando manipular con pena.
El hombre soltó el aire contenido y la besó, ahí contra la pared.
Ella disfrutaba del beso, al cerrar los podía ver a Snape, ¡Por Merlín, lo veía en todos lados! Podía sentir sus labios, era un sentimiento irregular y extraordinario. Podía estar volviéndose loca al necesitarlo pero tenía que desahogarse.
El beso fue tan intenso que ella colocó sus manos en el pecho del mago y él la apretaba contra él rodeándola por la cintura con uno de sus brazos mientras el otro brazo tocaba la madera y se ponía atrás de la nuca con cabellera castaña para hacer del beso más pasional. Sus brazos jóvenes lo rodearon por el cuello e instintivamente sus cuerpos se estaban preparando para más.
Para Hermione el hombre ahora olía a él.
“Me estoy volviendo loca. Ese sueño tiene la culpa.” Se dijo en la mente y se separó bruscamente.
-Mire, no le hemos hecho daño a nadie.- Le dijo al hombre con las venas en la frente y cuello alterado y mucho por culpa de ella. Esta agitada igual que él.
Se escabulló como pudo y se fue a su habitación dejando al hombre inquieto.
-¡Es él, soy una bendita idiota! Èl me indujo el sueño por petición de Snape.- Dijo a punto de abrir la llave de la ducha para que caiga sobre ella el agua más fría que había.
Lot tenía el corazón acelerado pensando que su joven novia lo había traicionado y qué traición, una hermosa y delicada traición con un hombre mayor.
Esa noche cuando ella dormía después de la cena volvió a tener el mismo sueño con Severus, uno tan intenso que la despertó acalorada.
Quería ir corriendo y meterse a la cama del mayor, quería subir al tercer piso y sentir, brazos, manos y piel de verdad pero ganó la razón.
“Tengo que apagarme esto sino moriré.” “Pero si lo hago y es muy intenso voy a lamentarme para siempre, no lo puedo utilizar así, pobre hombre.”
Subió a la buhardilla y se quedó viendo al jardín.
Cuando llegó las doce de la noche, una sombra la distrajo de su trance, una sombra negra de capa, al principio pensó que se lo imaginaba pero después no.
El hombre que creía que ella dormía profundamente estaba en el invernadero, Lot el de cabellos blancos se cubría con la capa por el frío sin tener sobre el pecho ninguna camisa, la capa se abrió sola por el aire cuando salió hasta la puerta y caminó al jardín izquierdo, se hizo la capa hacia atrás y muchos cabellos negros y abundante lacio la hizo abrir la boca tan grande como su ingenuidad.
-¡Maldito brujo ¿Por qué me has engañado?!- Susurró.
Tropezó con una madera húmeda y levantada y corrió a su habitación bajando veloz por las escaleras.
Esa misma noche la joven salió hasta la entrada de la casa, había llamado a su amigo Neville para contarle que Snape era el hombre de cabellos blancos y ahora ella lo torturaría. Pero lo que ella no sabía era que él, Neville, ya lo sabía.
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