Veneno y Té-more Capítulo XX Envío de Askaban 👿🏚️

A la mañana siguiente Hermione despertó limpia y acostada en su cama pero además tenía un fuerte dolor de cabeza que casi la hace gritar cuando se dio cuenta que el sol que entraba por su ventana le estaba quemando las córneas.

¡Por Merlín qué desgracia!

-Mirtha, Mirtha. ¿Estás en el pasillo?- La cabeza le quemaba como cuando estaba frente a un caldero.

-Buenos días señorita. Pasaba por aquí, le traje esto se lo envía el señor Lot.

-Mirtha lamento que no…- Vio el reloj, era tarde. -Vaya ya casi es hora de que te vayas. -Cierra las cortinas un segundo, por favor.- Aún no abría por completo los ojos. ¡Oh santo Merlín no vuelvo a beber una pizca de alcohol no sé en qué estaba pensando!

La mujer sonrió viendo en la joven a su propia hija al siguiente día de su graduación.

-El señor Lot también ha dejado el almuerzo hecho, está trabajando en el jardín, dijo que la esperaría. Tome esto, mejor venga a la mesa y coma algo, le hará sentir mejor.- Caminó hasta la mesa y dejó la bandeja.

-Tienes razón.- Cubrió su rostro como pudo y caminó en ropa interior hasta la mesita en el centro de la habitación. -Lot no debería estar aquí, ya ha terminado su turno.- Agarró el vaso gigante de jugo como le encantaba y lo bebió todo de una sola inclinación.

Le pagaba el doble al hombre por sólo hacer el desayuno, el almuerzo y la cena.

-Dijo que se quedaba a cuidarla porque la vio indispuesta, como le mencioné hace un momento, el señor la espera, quiere decirle algo.

-Oh Lot es tan bueno.- Tocó su frente apenas aterrizando en un día nuevo. -Yo le diré que se vaya a casa. Mirtha tú ya has terminado por hoy, muchas gracias.

-De nada, jovencita, hasta mañana.

-Es domingo, mañana, no viene ninguno de los dos.- Quiso explicar pero más palabras salieron en desorden.

-Tiene razón, señorita, entonces hasta el lunes…- Iba a retirarse pero recordó algo. -Su novio está en la habitación de invitados, la primera cerca a la escalera.

-¿Neville? No es mi novio. Hasta el lunes, Mirtha.- No quiso dar más explicaciones.

Hermione terminó el desayuno, se bañó en un remojón de al menos una hora, se arregló el cabello y salió al jardín con una blusa delgada y un pantalón de mezclilla.

Ahí observó al hombre mayor trabajando sin descanso, en su rostro el hombre exponía tranquilidad y gusto por lo que hacía.

Lo contempló un par de minutos, tiempo suficiente para que el jardinero se diera cuenta que la bruja estaba ahí.

-Sr. Lot

-Cómo está Srta. Granger. Me alegra verla mejor.- De verdad parecía jovial aunque se esperaba un reclamo pronto de parte de la mujercita.

-Era justo lo que iba a preguntar. ¿Puede decirme cómo llegué a mi habitación y terminé con ropa interior que no tenía puesta antes?

-Es un hechizo simple.- Se quitó los guantes, bajó la corta escalera móvil y se acercó a ella viéndola intensamente a los ojos, sin acusarla sólo poniendo atención.

Lot era más pálido de lo que ella había apreciado antes, apenas se daba cuenta.

Hermione se sintió confundida, al principio pensó que le tomaba el pelo pero después la curiosidad la llevó a preguntar.

-¿Hechizo?.. Por favor dígame qué pasó anoche.

El hombre cambió su ceño y ganó seriedad.

-Anoche usted y su novio se estaban cayendo de ebrios y los traje a casa. Lamento meter mis narices en sus cosas personales pero si no los hubiera encontrado estoy seguro que hubieran dormido en la acera del metro o peor en una carceleta muggle.- Mencionó la palabra a propósito, ese dialecto llamaría la atención de la joven. -Los traje a casa, sólo eso.

-Eso puedo ver, es obvio pero no recuerdo el sonido de un auto.- Hermione reclamó en ataque. -Mire que puedo leerle la mente.- Si el hombre no era mago lo tomaría como broma aunque ya sentía un golpe cerca y en la frente con un letrero de ingenuidad como premio.

-No los traje en auto…- Se puso a pensar para evitar que ella se meta en su mente. -Le diré algo y espero que eso no me deje sin poder venir a este jardín. Soy Lot, soy un profesional y no soy muggle y sé que usted es bruja, lo supe desde que me mostró esas mandrágora en el invernadero.

Hermione acusó con la mirada viendo atenta el rostro del hombre.

-¿Así que es un jardinero?- Entre cerró los ojos. -¿Un jardinero y cocinero que además es mago?

-Y muchas otras cualidades.- Pensó unos segundos. -Cuando iba a bajar del metro para ir a casa usted y el señor Neville aparecieron delante de mí en muy mal estado, no tenían equilibrio y sus rostros estaban sonrojados por el alcohol en sus cabezotas. Usted me dio indicaciones de tomar su dinero, usarlo para pagar después de subir a un taxi pero preferí acelerar el favor y ahorrarle unos centavos. La agarré como pude y al joven Neville para aparecer juntos aquí en su casa, la levanté en brazos literal del suelo e hice flotar al muchacho detrás de mí, aclaro aunque sea obvio que tengo sólo dos brazos. A él lo dejé en la habitación de visitas y a usted la coloqué en su cama con mucho cuidado y delicadeza.- Bajó la mirada perdido en el momento. -Le quité la ropa y la vestí nuevamente, todo eso en menos de dos segundos usando mi varita.- Aunque le mintiera, ella no podría entrar en su mente para descubrir que no sucedió precisamente así.

Hermione sospechó que escucharía “Ministerio.”

-¿Qué hace un mago trabajando en mi jardín? ¿Por qué el ministerio no me deja en paz?

-No tengo por qué mentir.- Se irguió y le dio una nota con el puño y letra de una persona, lo escrito en el pergamino doblado con cuidado era una letras apurada que no había visto antes. -Soy hijo de una persona con la que trabajaba usted, él era del ministerio, mi padre me envió aquí para darle un recado, para cuidarla. Prometo que no vengo por encargo del ministerio.

Hermione se sintió confundida.

-Dígame más y sea concreto porque empiezo a sentir ganas de usar magia.

-Mi padre está en ASKABAN, yo no trabajo para el ministerio primero muerto antes que ser de ellos, el que lo hacía era mi padre.- Intentó hacer la voz más respetuosa.

-Sr. Usted está despedido.- Hermione creció delante del hombre al erguirse, la cólera llegó a ella. -No quiero a nadie del ministerio aquí, ni si quiera al hijo de alguien que trabajó ahí.

Sacó su varita desde el resorte de su ropa en la espalda y le apuntó en la cara.

El hombre vio directo a sus ojos y sonrió.

-No va a poder despedirme después de saber que soy la única persona que es el puente entre Severus Snape Prince y usted.

Hermione abrió los ojos al escuchar la osada forma en que el hombre habló.

-¡Largo de aquí, no tengo idea de cómo supo eso, no me mienta y váyase!

-Lea la nota, por favor.- Ahora el hombre tenía la varita apretándole la cara con la punta.

Hermione tomó el papel entre sus manos soltando la varita la cual flotó aún sin dejar de apuntar al mago, temblaban sus piernas y no podía evitar estar tan nerviosa, su corazón se salía, latía fuerte y casi se salía de su pecho.

Buenos días Srta.
Lamento haberme inmiscuido en tu vida pero quería llegar a ti y esta fue la única forma que encontré segura.

Te extraño, te necesito pero puede que cuando leas esto, las letras choquen contra una mujer que ha hecho su vida y casi se ha olvidado de mí pero yo no te he olvidado.

El hombre que está frente a ti es el hijo de un compañero de celda al único que se le permite enviar correo sin embargo no podrás mandar tú una carta a Askabancualquier recado tendrás que conversarlo con él y en la visita este se lo dirá a su padre.

Eso explica por qué esta carta tiene la letra de hombre.

Al terminar de leer la carta, Hermione desconfió.

-¿Cómo sé que no es un invento?- Desafió al mayor tomando de nuevo la varita con la mano derecha.

-Snape dice que su té favorito es el de durazno con menta.

Hermione cambió su semblante y la varita regresó al lugar de donde la sacó.

-No, el mío es el té rojo pero está bien, él decía aquello para molestar.- La Joven le dio la espalda y caminó hasta la puerta descolocada. -Si ves a tu padre dile que le diga a Snape que estoy bien.

Quiso largarse pronto de ahí, dejando al hombre prácticamente con la palabra en la boca.

Lot al escucharla se entristeció, iba a estar difícil conversar con ella y lograr lo que le habían encomendado.

***

Hermione pensó en no decirle nada a Neville aunque se moría de ganas por que se entere.

En una habitación del segundo piso se encontraba el joven profundamente dormido. Hermione lo visitó para intentar despertarlo.

-Oye, jovencito, ya está servido el almuerzo.- Subió el tono de la voz pero Neville no dio signos de vida.

De todas formas Neville se fue sin almorzar justo cuando su amiga había terminado de hacer eso con exactitud.

Y, en el momento que se despedía por la ventana a ella se le vino a la cabeza una pregunta por ver que un jardinero afanoso aún disfrutaba de los rayos del sol bajo las pequeñas ramas.

-¿Por qué no se ha ido? Ya no está en el horario que lo he contratado desde hace horas.

Bajó a buscarlo.

Fue al jardín y lo encontró de nuevo en la misma posición.

-Debería ir a casa.- Le veía las manos al mayor, cortar las hojas con tanto atino.

-No, prometí que la cuidaría por eso me quedaré en el jardín.

-Pero no va a dormir en el jardín ¿O sí? ¡Wow! Nunca he conocido a alguien tan terco.

-Me las arreglaré.- Dijo serio. Aún no la vio, estaba levemente enojado, un carácter extraño que ella empezaba a rechazar.

-No, puede dormir en el tercer piso si lo desea.

-Que así sea, señorita.- No volteó ni un segundo.

***

Esa noche la joven se tomó largo tiempo para pensar en él, pensar qué mensaje podría enviar o decir al hombre que ahora se quedaría en casa a “Cuidarla”.

Quiso reclamar, acusar, verse indiferente pero no se atrevía, Snape tenía que saber que también lo necesitaba.

Bajó hasta el primer piso con la bata de dormir y una capa de algodón color blanco, caminó por la sala cerca a la ventana aún perdida en sus pensamientos bebiendo un poco de jugo de calabaza hasta que al fin lo decidió.

Se colocó la capucha de la capa blanca, subió todas las escaleras hasta el tercer piso y con valentía tocó la puerta, usó dos delicados golpes para avisar.

-Sr.- Susurró despacio. -Sr. Lot.

El hombre quien cerca a una pequeña ventana redonda descansaba sobre una silla viendo el jardín, tomó una camisa e intentó colocársela lo más rápido que pudo.

-Deme un segundo.- Se abrochó los botones y se fajó la tela de la prenda bajo de la cintura del pantalón.

Caminó hasta la puerta y abrió lentamente.

El sonido de los pestillos puso nerviosos a ambos.

-Buenas noches, lamento venir a molestar a esta hora.- Hermione se quitó la capucha delante de él exponiendo sus rizos rebeldes en un instante. Su voz era distinta a la que usó en la tarde.

El hombre la vio preocupada y la invitó a ingresar al estirar su mano derecha.

-Esta es su casa, puede hacer lo que guste y venir a conversar es una de esas cosas.- Sonrió medio segundo pero después frunció el ceño en atención.

Hermione se disculpó de nuevo.

-De verdad lo siento es sólo que pensé debía decir algunas cosas.

-¿Qué quiere decir? Por favor pase, siéntese.

Hermione le tomó la palabra y se sentó en el borde de la cama, el borde que estaba cerca a la ventana al otro lado de la habitación.

El mayor se sentó frente a ella pero tomando una prudente distancia en la cama.

No quería hacer sentir incomoda a la jovencita, le era delicada a pesar de ya haber conocido su ímpetu y carácter.
La miró a los ojos con suavidad como un familiar comprensivo intentando convencerla aún más de su decisión para ir a buscarlo, esos ojos bonitos color café exponían tristeza e incertidumbre por lo que tener una actitud suave era lo mejor.

-No sé cuándo pueda hablar con su padre pero de verdad tengo tanto que decir que al pensar en escoger algo fue imposible poner en orden mis ideas o al menos enumerarlas.- Bajó la mirada rompiéndose silenciosamente, cuando la subió sin verlo a los ojos sino la ventana se cayeron dos lágrimas recorriendo su rostro desde el borde de sus pestañas largas hasta terminar en ese delicado mentón. -No he dejado de pensar en él, teníamos planes, viviríamos juntos, le entregaría mi vida con mis besos cada día, seríamos uno para siempre. Me prometí que no iba a reprocharle pero me dejó sola aquí, me ha abandonado cuando prometió que me cuidaría.

El hombre vio aquella tristeza traspasar su pecho haciendo el sentimiento suyo. No se espero que ella se acerque más ahí en la cama y lo sujete con ambas manos como rogando que no se le olvide lo que escucharía también de sus ojos.

Esas manos delicadas lo apretaron aferrándose de él, de su pálida piel blanca, su mano izquierda la sintió y el tacto casi hizo que desmaye.

El llanto de ella empezó sutil y doloroso, para la jovencita era difícil ya que él era sólo un extraño, hace mucho no lloraba frente a alguien que no era su mejor amigo Neville.

Tenía que trasmitir el sentimiento y lo único que pudo hacer fue tomarlo con ambas manos para sujetarle una a él.

-Lo necesito…- Tomó aire como pudo. -Necesito sus ojos negros viéndome…- El hombre sintió que algo le recorría desde donde esas manos levemente frías lo tocaban como en petición, la corriente fue a todos lados hasta posarse en su nuca. Un escalofrío cayó hasta su estómago, un vacío, una manta tibia que cubre cabeza, brazos y pecho, una sensación de gusto y comodidad, confianza, reconocer al otro. -No he dejado de verlo porque sueño con la escuela, con su voz, sueño que me besa. No puedo seguir sin él, es tenerlo o no tenerlo y quiero que él me diga si debo dejarlo.

Lot no pudo pronunciar palabra alguna pero intentó decir algo.

-Comprendo que lo extraña.

-No, no sólo eso. Ahora quiero saber si continuo sin él, Severus ya decidió por los dos al entregarse, cometió un grave error al no dejar que yo diga algo… Le doy toda la responsabilidad del por qué ahora estoy intentando vivir otra vida diferente a la que esperaba.- Hizo una pausa profunda y larga porque le era difícil hablar mientras lloraba, alzó una mano para secar sus propias lágrimas. -Él decidió pero no lo odio, tengo la mitad de la culpa de que haya enfermado hace tres años, tengo la mitad de la culpa en faltas y reglas rotas.- Tomaba aire como podía por los sollozos constantes y las gotas que caían. -Lo amo con el alma y quizá él a mí.

-Se lo diré, lo prometo, le diré todo lo que me ha trasmitido.

Hermione asintió y lo soltó.
Se puso de pie y salió de la habitación tapando su boca en aflicción.

Lot se levantó de la cama, caminó despacio hasta la puerta para cerrarla con suavidad. Un segundo después como perdiendo la fuerza por sostener una carga sobre sus hombros, colocó su frente sobre la superficie opaca y fría, la angustia lo abatió, cerró los ojos con dolor y se dejó caer lentamente hasta el suelo para terminar de rodillas..

Sus manos subieron a su cabeza, se frotó el rostro y sintió molestia por la situación, una culpa tremenda.

Con brusquedad se quitó la camisa, la tiró como pudo al suelo, con odio, con fastidio y se apretó el cuello de lado izquierdo.

Entonces, como si una manta descubriera su alma un brillo de magia escarchada avanzó como una marea por encima de su cuerpo mostrando su verdadera identidad.

Sus cabellos negros, una cicatriz enorme en el cuello y un corazón destrozado muerto por tenerla en brazos a esa mujer que lo había traspasado con el fuerte y suave toque de sus manos.

Se quedó ahí en el suelo por casi una hora estudiando sus pensamientos y planes, ordenando todas las maravillas que le hacía sentir la joven y antes que todo viendo en su mente esos ojos y labios hablarle con urgencia, con necesidad.

Respiró despacio porque sentía que se ahogaba y cuando al fin se recuperó caminó por el pasillo hasta las escaleras para bajar al segundo piso donde ella había decidido descansar.

Tomó su varita de pino negro asegurándose que estuviera dormida y sin entrar a la habitación susurró un hechizo para meterse en su mente y así manipular sus sueños e implantar momentos que le urgía trasmitir como respuesta.

La joven acostada en su lecho empezó a soñar, soñaba que lo veía, el hombre que quería escuchar estaba cerca y más cerca de lo que creía.

/

-Severus…- Susurró.

El hombre la estaba tocando, la tocaba con suavidad, la besaba, acariciaba su cuerpo como tanto tiempo atrás lo hizo, con afán, a veces con pequeños tonos de paciencia y después apresurado por avanzar.

El deseo se enredaba en su joven cuerpo, esas manos grandes sostenían su nuca, metía sus dedos entre sus cabellos para controlar la pasión de sus fuertes besos desesperados, su cuerpo caliente la empujaba contra la cama, apretándola mientras le decía que la amaba, su respiración en su cuello desnudó su anhelo de tenerla frente a esos inocentes ojos que se cerraban por la locura del contacto.

-Ahhh.- Soltó la joven dejándole escuchar el primer gemido al hombre detrás de la puerta, sintiendo también lo mismo que ella.

Se enredó en ella rápido como cae una ave en picada, los toques cálidos y la brisa del aire entre intercambios de movimientos, caricias y susurros los había dejado listos para unirse.

-Ahhh Severus…- Se dejó llevar la chica entre sueños. -Ahhhh.- El sonido salió más alto y fuerte, su voz era entrecortada.

El hombre caminó como pudo hasta las escaleras concentrado en el hechizo y el cuerpo de ella, casi arrastraba los pies hasta que llegó a su cama y sobre ella se acostó boca abajo viendo en su mente, sintiendo lo que ella sentía.

Mucho placer.

-Ahhhh.- Su voz temblorosa, ronca y perdida dejó notar el primer gemido al entrar en ella.

Y ahí dejó de escucharla.

Estaba con ella, hacían el amor como si no hubieran pasado tiempo separados, reconociendo al otro en lo más profundo.

Cada uno con gemidos descontrolados, ella en agudo y él grave, intenso, ronco.
Se unieron una y otra vez por culpa de él, quien controlaba todo en ese instante.

Así soñaba con ella inducido por un hechizo peligroso hasta que todo terminó grandiosamente.

Agitado, respirando como podía, acostado boca abajo todo lleno de calor se vio envuelto en el perfume de ella, el que había derramado en su almohada antes de que ella tocara la puerta, este lo había prepararlo días anteriores que estuvo en esa casa, por su puesto en secreto.

-Hermione ¿Cuándo te lo digo?- Aún con los ojos cerrados y sudor en su pecho y rostro cayó profundamente dormido.

La joven en su habitación despertó de golpe con la respiración agitada por aquel sueño invasivo y potente, uno que no había tenido nunca con él, no así de realista.

Se sentó buscándolo, unos segundos después en lo que abría y cerraba los ojos tocando su frente levemente afiebrada se dejó llevar por los residuos de placer y así terminó profundamente dormida.

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