Veneno y Té-more Capítulo XVII Día de Culpa

Una conversación que escuchó sin querer fue el motivo que la tiró a la cama a juzgarse así misma duramente a culparse por cosas que deben ser  pensadas antes de hacerse.

A su lado una taza humeante de té verde le dejaba un ambiente melancólico con olor a culpa, con olor a indisciplina.

“¿Acaso el que encontrara mi campamento había sido una coincidencia, el accidente, el té, el veneno en mi sangre?” Se decía en la mente.

Bueno, ¿Quién podía pensar con los besos de esos labios tibios, fríos, delgados y pálidos pocionistas en el cuello, mejillas y piel, con ese olor potente amaderado que te envuelve por completo la existencia? ¿Era necesario pensar o sólo era aquella ocasión desconcertante por la duda del qué sucederá?

Ella no podía pensar pero lo hacía y es que aunque era prohibida la relación además de ser bastante increíble, sentía excitante tener ese permiso en el corazón de llamarle en secreto a aquél hombre recto, serio e intelectual “Mi amor”.

Todo había pasado rápido, ese profesor de pociones estuvo cerca a ella sin otra intención que fuera protegerla aunque en un principio su mal humor común quería expulsarla.

Ella nunca tuvo intención de atravesar barreras o reglas tan tajantes, no quiso conquistarlo o sentir por él lo que ahora sentía.

Y ahora estaban tan enredados, enamorados, necesitando al otro a escondidas. No se les pasaba por la cabeza dejar de verse, sentirse, hablarse si se lo pedían, aunque la idea de hacer lo correcto fuera la primera opción.

Por alguna tonta regla estudiantil o del magister si se enteraban que salía con el pocionista o peor que mantenían una relación prohibida y clandestina ella perdería cualquier beca a la universidad de Francia, su reputación de conducta impecable, sus diplomas de primer puesto en el tercio superior prefectoral y otras cosas más como una catástrofe de relaciones entre casas que antes se odiaban a muerte dentro de Hogwarts.

Él podría ser destituido, eliminado del cuadro de honor de los mejores profesores bajo tutela del ministerio, diplomas por mejores investigaciones en pociones y colaboración con San mungo como principal proveedor de recetarios naturistas, reconocimientos generales por ser un excelente mentor de defensas contra las artes oscuras, estatus en el salón de fama internacional como héroe de guerra y mártir, incluso el mejor sueldo que ahora percibía por triplicado al negarse a volver, convencido por Minerva a estar a cargo de dos cursos en el último semestre.

El pensar en eso la hizo sentir mal del estómago, vómitos, nervios incontrolables, temblores e incluso un ataque de pánico en la madrugada al despertar por el ruido del nuevo búho de Harry afuera de su ventana. Se sentía terrible, que el aire se le iba de vez en cuando.

La conversación fue seria, fue radical, fue una advertencias a los hechos que hasta entonces guardaba porque en un momento de verse con el profesor después de hacer el amor en el campamento pensó que si todos se enteraban le valdría un pie de mandrágora sin embargo ahora tenía mucho miedo de las consecuencias.

Y en fin al menos le aliviaba que no faltaba nada para acabar la escuela y empezar la especialidad como aprendiz durante seis meses más.  No era tonta, las cosas como habían estado sucediendo le revelaron que Snape podría ser por mucho, mejor mentor que cualquier universidad Francesa la cual incluía en su currícula el estudio de cursos con relación a las artes oscuras.

Podría hacer esa especialidad de forma particular ¿Snape aceptaría, o tendría que pedir el cupo en Hogwarts para ser asistente del pocionista? Lo que ella deseaba era estar lejos de ahí y no tener nada que ver con las reglas de esa escuela para así poder salir con él y tener libertad aunque también las reglas del ministerio fueran estrictas aún siendo egresada.

Esa tarde, cuatro días después del encuentro apasionado en el campamento y dos días exactos después de que Snape la hizo ingresar con él al almacén de ingredientes para pociones con intención de besarla, escuchó en el pasillo a esas brujas cucufatas, las dos mujeres más influyentes de la escuela discutiendo acerca del atrevimiento en los jóvenes egresados por coquetear con alumnas de quinto grado o un recuerdo pasado donde un profesor del curso de cuidado de criaturas mágicas se enamoró de una alumna de Slytherin y mantenían relaciones sexuales en una cabaña similar a la de Hagrid camino al bosque prohibido.

El tono que usaban era cuidadoso asegurándose de que ningún alumno las escuche.

-El joven Farwelly sabía en qué se metía, está tajantemente prohibido las relaciones amorosas entre practicantes y alumnas.- Dijo Vector.

-Y más aún si pensaba enseñar en Hogwarts como segundo en Hermología. Los veinte años son su peor enemigo para conseguir ingresar en otra escuela en toda Inglaterra, aquí llevaba casi un año. Era tan responsable, cuidado, dedicado pero embarazar así a la Srta. Tollymbirs le ha hecho perder todo respeto del magister, los padres lo han denunciado porque su hija era menor de edad, ha roto todas las reglas que se le exigen para salvaguardar la seguridad de los alumnos y aunque no irá a prisión será sancionado tres años, después de ese largo tiempo será difícil ser asistente o aspirante a maestro.

-Recuerdo a Collin, el ex profesor del curso de cuidado de criaturas mágicas. Este llevó una relación de dos años con una prefecta de Slytherin, al empezar su relación la joven aún era menor de edad razón por la cual perdió todos sus diplomas, títulos y reconocimientos, la denuncia fue también hecha por los padres los cuales descubrieron a la pareja en Australia en un mesón de magos.

-Fue tan triste, hubiera sido uno de los mejores en su especialidad, como el mismo Sr. Scamander expuso en la audiencia hace quince años atrás. Lo que hizo lo alejó de ser colaborador con aquel escritor y investigador, su eminencia lo lamentó.

-Siempre van a existir esos casos de enamoramiento, incluso yo misma lo pasé en mis dos primeros años como profesora de Aritmancia en Hogwarts, algunos alumnos de séptimo querían impresionarme dándome obsequios o escribiendo cartas a escondidas.
Y aunque alguno hubiera sido leal o sentimentalmente verdadero, no me permití un desliz porque mi vocación entonces era lo más importante en la vida, ahora, bueno, ahora sí estoy levemente arrepentida, sin embargo es responsable aceptar las leyes sino renunciar a estas si tanto incomodan.

-No digas eso, es mejor acatar las reglas.

-Sí tú lo dices, Minerva.

Ambas se despidieron y Hermione sintió un balde de agua fría sobre ella.

Aquella vez la estocada fue dolorosa porque vivía hasta ese día sin que le interesara nada, la situación la hizo sentir muy culpable.

Y ahora que estaba en su cama con dolor de cabeza había mandado a Ginny notificar a cada uno de los profesores con los que tomaba curso e incluso a la directora, en los pergaminos estaba escrito que estaría ausente dos días por su terrible estado anímico, ese estrés insoportable a punto de convertirse en Depresión.

Snape por su puesto estaba preocupado, la joven había faltado a todas sus clases durante el día, no había recibido carta alguna, aviso o lo que sea y eso lo mantuvo inquieto hasta el siguiente día donde se acercó a la directora para preguntar qué pasaba.

-La Srta Granger ha faltado a cuatro clases mías, Minerva, sabes lo exigente que soy, si me falta una más será suspendida y reprobada.

-No seas malo, Severus, la joven no está bien, la alumna Wesley me dice que ha estado estresada, vomitando, con dolores de cabeza y cansancio general.

Snape apretó la mandíbula en sorpresa con nervios atacando su espino dorsal desde la nuca. “¿Estará embarazada? Pero yo… He tenido cuidado no puedo haber fallado en eso a menos que me haya descuidado un día y no puse la dosis suficiente a mi peso.” Se preocupó al hablarse en la mente.

-No sabía nada de eso, la notificación que me llegó era de permiso para faltar.- Le dijo a Minerva intentando guardar la compostura.

-Pero ahora sabes qué pasa, no quisiera presionar a la chica además tú sabes que es muy buena en clase y los exámenes, falta poco para su graduación debe estar muy presionada, lleva más clases que cualquier alumno de último año.

-No es para tanto, Minerva.- Frunció el ceño fingiendo desinterés y enojo.

-Le daré un día más, estoy completamente en derecho de ejercer las reglas estipuladas acerca de la asistencia del alumnado. ¡Tolerancia cero, Minerva, esa chica se lo ha buscado, su falta a la clase también es un falta de respeto a mi persona!

Ahí estaba exagerando delante de la directora para que esta no sospeche nada.

-Por favor, si no crees que esté mal ve a hablar con ella y por ahí aprovechas a averiguar lo que tiene. Yo de verdad pienso que apenas empieza a somatizar los eventos pasados, ninguno de los alumnos ha llevado el tratamiento pertinente, me refiero a únicamente a los tres alumnos de Gryffindor.

-Pero ellos no lo aceptaron, fueron órdenes directas del Ministero en cuanto a su internado en San Mungo pero no se les dio la gana. Ojalá hubieran ido como Lovegood o Longbottom. La joven niña ya no pierde sus objetos personales en todo el castillo y menos nos anda despertando como antes cazando luces con una maya creada por ella en su imaginación.

-No, la Srta. Luna presentaba esas actitudes curiosas desde su primer año aquí, antes de la guerra. Y de verdad me alegra bastante que haya mejorado, su ayuda es el joven Neville.

-¡Qué me importa, sólo importa Hermione!- Lo soltó sin pensar asustando a la directora. Un momento bochornoso. -Digo, la alumna Lovegood en clase de pociones es la décima con mejor nota superando increíblemente a mis alumnos y la alumna Granger es mejor, a veces uno no quiere fijarse en eso y lo hago créeme.- Intentó pasar franela a su metida de pata. -Pero si sigue así con esas faltas voy a desentenderme de tus peticiones.

-Curioso e interesante, profesor, no sabía que Granger y Lovegood fueran tan buenas en su clase terrorífica de pociones…- La directora levantó una ceja con mil preguntas en la cabeza. -Por favor, profesor, vaya con la alumna Granger y reporte lo que encuentre en ella, quizá debamos llevarla al hospital, y sí te voy a pedir encarecidamente que no te desentiendas de mis peticiones de cuidado hacia ella, por favor, no hasta que puedas restaurar su familia.

-No creo que sea para tanto pero sí, iré a verla a sus aposentos, como siempre te la ingenuas para mandarme a hacer el trabajo sucio… Llevaré un poco de poción…

Snape hizo una venia y se retiró de la presencia de la bruja con respeto.

Cuando llegó la hora de la cena el mago subió por las escaleras del segundo piso directo a la torre de Gryffindor para buscar a la alumna y visitarla, llevaba consigo una caja de madera por si acaso tenía que tratarla con alguna poción.

Llegó frente al cuadro de la señora gorda usando una capa azul oscuro como la noche, una que acababa de adquirir y como siempre su levita negro elegante.

-Sra. Buenas noches, vengo a platicar con la alumna Hermione Granger.

-Oh buenas noches, se rumorea que se encuentra un poco mal de salud.

Snape abrió los ojos sorprendido por la falta de delicadeza de la mujer.

-Por favor, necesito ver cómo se encuentra, por eso estoy aquí. Unos simples rumores no me son útiles.

Snape sacó ese mal humor de siempre en exigencia.

-Pase Sr. Profesor.- Dijo la mujer permitiéndole el ingreso sin contraseña, cuando este pasó la mujer del cuadro hizo un gesto de fastidio y añadió. -Siempre de mal humor esta serpiente.

Snape entró sorprendiendo a muchos alumnos que se divertían en la sala común. Pero como era de esperarse su sola presencia dejó a todos callados.

-Buenas noches, señores.- Dijo alzando una ceja vigilando los movimientos de esos niños mientras se dirigía a la escalera que lo llevaba hasta el aposento de las alumnas los cuales habían sido agrandados por estas para tener privacidad de sus actos adolescentes y hormonales.

Hermione no había aceptado este cambio de ambientes al principio pero luego pensó que sí, en una habitación únicamente para ella  podría estudiar sin molestar con la luz a alguien más.

“Gryffindors, no pueden evitar usar magia en beneficio… Al menos podré hablar con Hermione sin tener testigos.” La voz en la mente del mago que planificaba cada mili segundo junto a sus movimientos le recordaba el sacar provecho de todo, sí, eso era algo que acostumbraba la personalidad del mago, él creía que era una excelente herramienta para avanzar, incluso ver que algunos alumnos hacen lo que se les da la gana dentro del castillo.

Al estar frente a la habitación de la joven tocó dos veces con suavidad.

-No estoy disponible.- Dijo Hermione triste.

-Srta Buenas noches.- Habló Snape con seriedad usando su voz común de ultra graves.

Hermione se sintió nerviosa, se tapó con las sábanas hasta la cabeza y dijo.

-Pase por favor.- Quería morirse ahí, no había hablado con él cerca de dos días.

Al ingresar Snape vio a la joven escondida debajo de sus sábanas, colocó la caja de madera pequeña sobre el mueble de cajones y se acercó para sentarse a su lado sobre la cama.

Movió su varita en un hechizo para que los curiosos que escuchaban detrás de la puerta no se enteren de lo que hablarían.

-Me dicen que te has sentido mal ¿Por qué no me has escrito?

-Es que ni si quiera me he sentido bien para eso.- Su voz era cuidadosa, tímida, decaída.

-Mi amor ¿Qué está sucediendo?- Tomó la sábana arrugándola a la altura de la coronilla de la joven asegurándose de no tomar cabellos y así lastimarla, su intención era destapar a la joven pero ella se resistió.

Hermione escuchó “Mi amor” y sintió mil revoluciones dentro de ella además de la misma culpa existente aumentando “Es mi profesor, es mi profesor, es mi profesor…” Su mente no la dejaba en paz.

-No me veas, estoy hecha un desastre.- La voz de Hermione se quebró en pequeños sollozos y el rostro de Snape arrugó el ceño en preocupación.

-No, no, mi intención de venir es porque estaba preocupado no para verte que estás o no en desastre, quiero decir…- Intentó acomodar mejor las palabras y es que su sutileza a veces desaparecía, lo abandonaba. -… Intentar ayudarte, no vine para que llores. ¿Qué sucede? ¡Dime por favor!

-Es que… No me siento bien de esto.- Dijo con temor.

-¿A qué te refieres?-  Snape se sentó mejor en la cama.

-A estar juntos.- Dijo ella entre llanto y llanto.

Snape se sintió inseguro en un instante.

-¿Ya no quieres que esté cerca, ya no quieres que estemos juntos?- Habló serio con leve suavidad, apretó la mandíbula.

-¡Noooo, yo te amo, quiero que estés siempre conmigo pero no quiero que te pase nada o que pierdas tu reputación o peor tu trabajo!

Le volvió el alma a Snape quien con calma y voz seria le respondió.

-No te aflijas por eso, tenemos magia, jovencita, tengo dinero suficiente en el banco para vivir sin ningún sueldo. Alejados, solos, en una tierra lejana, sin reglas sólo las que pongamos nosotros.

Hermione no había pensado en eso. Ni si quiera en vivir con él o casarse, la seguridad que esas palabras le dieron le quitó la venda de los ojos.

-No lo había visto así, es que pensé que disfrutabas estar en Hogwarts, enseñar, ser profesor de pociones.

-¡Bromista…! Créeme que lo único que quiero es largarme de aquí. De todas formas las consecuencias por si se enteran para mí no serían tan duras. Hermione, ambos somos personas responsables y no creo que para ti las consecuencias puedan ser malas. Eres mayor de edad y además con una madurez que exponías desde pequeña sin comparación.

Hermione cerró los ojos y frunció el ceño. “Ay Merlín, es mi profesor…” Pensó.

Snape volvió a tomar la sábana para descubrir a la joven y esta vez lo logró pero ella tapaba su rostro, sus ojos, los cuales estaban hinchados por tanto llorar.

-Voy a confesar que… Yo estaba muy preocupado, pensé que quizá nos habíamos embarazado.

Hermione sacó las manos de su rostro y se sentó de golpe cambiando el semblante, abrió los ojos viendo al vacío a un lado de Snape quien admiraba su rostro decaído.

-Eso estaría tan bien aunque sería un poco precipitado.- Su mirar al vacío cambió a verlo a los ojos. -Ayyyyy.- Dijo nerviosa. -… Si estamos confesando entonces confieso que no me he cuidado ni una sola vez.- Mordió su labio preocupada, sonrojada.

-Lo suponía por eso yo tomé esa responsabilidad con todo el gusto del mundo mágico, jovencita.- Se acercó a ella para besarla pero ella no quiso.

-Severus mírame estoy hecha un desastre.

-Lo veo claro que lo veo pero no me importa.- Acarició su cabello rizo.

-No debí escuchar la conversación de la directora y la profesora Vector.- Puso rostro triste y puchero de dolor.

-Pequeña, esas señoras no tienen más nada que hacer que hablar estupideces.- Escucharlo fingir voz delicada con esas palabras le inducián riza a Hermione.

La alumna lo miró a los ojos.

-De todas formas debemos ser centrados y pensar que se van a enterar tarde o temprano.- Hermione soltó en voz rendida.

-Yo se los diré, se los diré en la próxima reunión. No importa lo que pase no me van a mandar a prisión.

-No, no lo hagas, mejor cuando salga de la escuela.

-Eso podría ser una buena posibilidad.- Dijo serio el mago con un leve fruncir del ceño.

-Sí, sólo tengamos cuidado.- Hermione acomodó la sábana mejor en su pecho.

Snape se puso de pie dejándola un instante para ir por la caja y sacar una pequeña botellita con poción que vació en una taza diminuta.

-Toma esto, te hará sentir mejor.- Se lo dió y ella lo tomó de inmediato. -Poción revitalizante, té verde chino y una gotas de un ingrediente secreto.

-Gracias eres tan especial, tan bueno conmigo.

-Quiero ser mejor, mientras tanto debo cuidarte.- Snape se quitó la capa mientras la joven cambiaba el aspecto de su rostro e incluso su cabello resplandeció, las ojeras ya no estaban y el color de sus labios volvieron a ser carmín fuerte.

Al quitarse la capa y desabotonarse el levita con magia, se quitó los zapatos y se metió debajo de las sábanas con ella. La hizo hacía atrás para que se recueste y se hizo a su lado un poco más arriba que ella alcanzando dar un beso en su coronilla y luego en la tierna oreja de ella donde empezó a susurrar.

-Todas estas acusaciones de las reglas también me han atacado… Y me han parecido fascinantes… Perder la cabeza por ti cada que te veo me hace imaginarme cosas. Si tenemos que romper reglas estará bien perder Hogwarts, lo único que quiero es irme lejos de las pesadillas que aún existen aquí.

La joven quien sentía el abrazo de la alta figura detrás de ella sintió escalofrío por gusto.

-Yo he perdido la cabeza, Severus…- Mordió sus labios. -Y no me siento culpable, ahora que estás conmigo ya no me importa.

-Al igual que yo que quiero más acusaciones en mi contra.- Apretó a la joven por el vientre enterrando algunos dedos para causar cosquillas, sus palabras salieron apretadas.

-Jajaja, gracias por venir a acompañarme.- Dijo en picardía notoria.

-Gracias a Minerva que cayó en mi trampa y amenaza de desaprobarte si volvías a faltar a una clase más.

-Oyee, te pasas…- El hombre admiró el cabello de ella, cerca, su olor a jazmines, rodó sobre ella con cuidado de no aplastarla y le sonrió.

-No existe un sentimiento más fuerte dentro de los hombres como el que yo tengo por ti, joven y hermosa Hermione.- Usó una pronunciación lenta y provocativa le dio un jalón de tripas a la chica provocando un accidente en su interior.

-¿Viene a intranquilizar mi abstinencia de usted, profesor?

-También para mí es irresistible no tocarte, no me culpes a mí sino al deseo.

-Claro… El culpable es el deseo…- Acusó la joven al mayor con la mirada.

En dos segundos estaban abrazados, muy apretados aferrándose al otro en una unión única donde el ruido se iba y sus corazones gritaban paz, abrazarse era eso que querían pero no había sucedido tantas veces como pensaban, ahí en ese abrazo ambos se daban cuenta que sentían, que era hermoso tener entre tus brazos a la persona que amas.

Snape pensaba, no quería que ella se fuera de su lado, había sentido temor y este no se había ido, no importaría las amenazas no importarían las reglas incluso cuando fue muy cuidadoso, se las había arreglado para borrar la memoria de los amigos más cercanos de su joven novia, la niña Wesley y uno que otro chismoso que lo había visto besarla.

¿Era débil, sentía miedo de verdad? ¿Snape era cuidadoso?

Se lo diría a las profesoras, le contaría de su relación con Hermione Granger sin temor, dispuesto a aceptar las consecuencias.

¿Y había pensado en ella, en el testimonio de ella?

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