Hermione no podía, hacía lo posible por aguantarse la risa, había pasado una semana y Seamos seguía viéndose como Lord Voldemort de joven aunque al que le había ido peor fue a Neville.
-¡No sé cómo peinar este cabello!- Dijo el joven el cual vestía con uniforme masculino de los Gryffindor aunque sus ojeras y cabello largo rizado eran despampanantes. Su voz masculina a través de la apariencia de su físico era increíblemente graciosa, una situación molesta pero graciosa.
Hermione hizo todo lo posible para retener el jugo de calabaza, no sabía cómo el mayor sentado en la mesa de profesores podía estar tan tranquilo y sobrio sin dejar escapar un pequeño rubor o una sonante carcajada a diferencia del profesor Filius que casi se ahogaba en su sopa.
Bueno al menos esa semana fue la mejor para muchos alumnos, una semana de risas, líquidos en el suelo esparcidos por espasmos de aire salidos con violencia de los pulmones, comida regada en patios, libros caídos por el susto y sobre todo persecuciones de brujitas a estudiantes de distintas casas con la fama y atractivo de Tom Marvolo Riddle.
“No se veía tan mal el hombre a los veinte” Se dijeron varias alumnas.
pero Hermione se preguntaba “¿Por qué dar poción a tantos? ¿Cómo pudo pasar la barrera de protección alimenticia de los elfos domésticos en la cocina?”
Ron había tenido suerte, este se veía como el padrino de Harry el cual agradeció aquél recuerdo y regalo de Halloween observando al mago todo el día, sobre todo sus cabellos café oscuro y sus tatuajes en el pecho.
***
Cerca de las nueve de la noche Hermione quería encontrar a su novio clandestino, el que casi le duplicaba la edad y el responsable de ese desastre con gracia. Estaba curiosa por enterarse cómo era posible.
¿Por qué el hombre conservaba el cabello de tantos? Y menos mal que le quitó cabello a Voldemort antes de perderlo.
Bajó hasta las mazmorras pero el hombre no estaba ahí, había ido a buscar a los padres de Hermione, traía noticias buenas y malas y para nada tenía ganas de encontrarse con la pequeña.
La joven salió hasta el exterior exactamente al campamento que había dejado atrás un tiempo y pensó quedarse ahí esa noche sin embargo sus planes fueron interrumpidos al ver que este estaba encendiendo con fuego por la entrada gracias a unos alumnos de sexto que jugaban en su interior.
Los vio salir despavoridos y ella tuvo que usar su varita y un hechizo aguamenti para apagarlo.
Dentro del campamento aún pudo ver que sus cosas estaban ahí y no sólo eso gracias a su magia de protección la cual escondía en el ambiente tenía también unas cuantas pociones hechas intactas.
Sé había olvidado que Snape le había quitado la magia de protección sobre el campamento y por eso era visible a pesar de la espesa vegetación hacia el bosque al final del camino empedrado.
Vio hojas verdes de menta, unas flores de manzanilla, hojas y ramas de durazno y se puso a preparar en un pequeño caldero la receta que estaba en aquél libro que él le dejó conservar.
Cuando estuvo a punto de terminar Snape apareció ahí, la observó un segundo y se preguntó cómo había hecho para ser el hombre que tuviera el derecho de tomarle la mano a esa jovencita.
-Té de durazno, mi favorito.- Dijo anunciándose con gallardo y voz gruesa.
-Ahora mi favorito es el té rojo semi amargo. Definitivamente sabe mejor que el de durazno.- Hermione coqueteaba sin limitaciones.
-Hablo de té… Mi Hermosa Srta…- Se sintió con derecho de aclarar.
Hermione perdió la cabeza pero disimuló al escuchar el sentido de propiedad.
-Y yo mi hermoso Sr. Hablo de té.
Snape fue hacia ella y la besó en los labios con hambre de ella, de más de esa piel suave entre sus manos, la piel tibia de sus muslos, su vientre, su cuello que era besado con ganas.
Pero ella se alejó para provocar desvarío en el hombre.
-Espera nos pueden ver.- Dijo la joven.
-El lugar está protegido, de todos menos de mí.- Cruzó los brazos frente a ella recuperando su postura altiva viendo cada movimiento de sus labios y delicadas manos.
-Eres un tramposo. ¿Dónde estabas?- La joven no dejó de tocar las cosas que estaban sobre la pequeña mesita de madera donde los ingredientes reposaban y algunas botellitas selladas llamaban la curiosidad por olerlas, esas no eran suyas.
-Vigilaba a una pequeña. Ahí estaba.- Intentó confundirla.
-Creo que usted debería estar muy arrepentido. Tiene el castillo hecho un lío.
-Mañana será fascinante, siempre quise darle cátedra a Riddle y pegarle un librazo de pasta dura por zopenco a Black en la cabeza.
-No me lo quiero perder.- La joven se tapó la boca y aguantó una carcajada la cual se quedó en su interior. -No pensé que pudieras hacerme reír tanto, esto es increíble, mañana mismo se acaba el mundo.
-Oh no, no quiero ser un héroe nuevamente.
-¡Qué gracioso, Señor mío!- Miró a Snape y este no cambió su semblante. -¿Cómo es posible que le hayas arrancado tantos cabellos a tantos magos y brujas?
-Cómo espía debía estar prevenido, también tengo un poco de tus rizos pero estos están en un altar de magia muggle sólo para mí.
-Sabía que era magia.
-No he dicho poción o hechizo, son voces conjuradas, promesas hechas.
-Entiendo pero mejor deme un poco de té, profesor.- La joven se acercó coqueteando viendo los labios delgados del mayor.
-Primero, debo pedirle que desaparezca este lugar o borres la memoria a esos dos estudiantes que siguen corriendo en el bosque aturdidos por mi bomba de humo de zorrillo.- Hermione sonrió aunque la realidad es que quería reír. El Mago siguió. -Segundo, guarda todo eso, buscaré un mejor lugar para ti para que sigas con lo tuyo.- Caminó hasta estar muy cerca a los labios de ella. -Y finalmente te diré algo más pero no puede ser aquí.
-¿Dónde?- Preguntó curiosa la chica en susurro.
-Antes dime ¿Te aseguraste que tus pertenencias, como ropa y cuadernos estén completos debajo de tu cama?
Hermione se extrañó.
-¿Debajo de la cama, la que está en el último ambiente del campamento? Aún no me he fijado.- El hombre consiguió distraerla.
-Ve a ver.- Ordenó serio con el ceño fruncido. -No sabes todo lo que se puede hacer con aquellos objetos tan personales, lo más peligroso son las pociones de amor y…
-¿Y qué?..- Hermione sospechó.
-Ya lo sabrás… Ve rápido, no puedes perder nada.
Hermione dejó al hombre solo y atravesó dos o tres telas largas hasta el suelo que servían de puertas en ambientes de ese campamento.
Al llegar a la habitación improvisada vio todo exactamente como lo había dejado, se puso la mano en la barbilla para pensar y observar con cuidado, Sí, la cama estaba en su lugar pero parecía estar más grande, su ropa estaba ahí e incluso parecía recién doblada, sus objetos y libros los cuales estaban sobre una silla de madera estaban todos ordenados dentro de un pequeño baúl el cuál tenía la tapa abierta para exponerlos limpios. Alguien tenía que haber tocado sus cosas y ese podía haber sido su profesor.
Entonces al girar para acusarlo, Snape la miraba con lascivia y hambre de ella a centímetros de su boca sin decir absolutamente nada.
Hermione sintió la respiración del hombre agitado sobre sus labios y en dos segundos la tomó de la cintura apretada sin ser rudo, la retrocedió hasta la columna de madera que estaba en el centro de la habitación con piso de madera.
-¿Tus libros?- Dijo Snape ardiendo en deseo, le rozó los labios a propósito desabotonando su levita y la blusa de ella sin quitarle la capa de la escuela.
-En orden…- Suspiró la niña al responder con debilidad de su cuerpo que empezó a enardecer por el roce sutil de las grandes y blancas manos de Snape.
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-¿Tu ropa?- Apretó su pelvis contra ella y así ese fragil cuerpo contra la columna, delicado sin poner mucha fuerza pero sí las suficientes ganas de comunicar lo urgente, para que lo sintiera y ante eso la jovencita no lo rechazó.
-En orden…- Hermione soltó el aire casi como un gemido cuando el hombre le subió la falda. -Ahhhhmmm.- Snape colocó su tensión entre sus delicadas piernas ahí rozando la mitad del cuerpo de la joven.
-¿Tu cama?- Snape retrocedió un poco y desabotonó su pantalón, sus palabras salieron apretadas.
-Grande como usted, señor…- Jadeó y mostró un poco de fuerza en reacción, haciendo que él retroceda un pequeño paso.
Snape no sabía qué más hacer, ya había encendido a la joven, Se terminó de quitar la camisa y se sentó en el lecho que él mismo había agrandado con magia, la joven se hizo sobre él y jugando como él hizo antes empezó a hablar despacio mientras se subía sobre sus piernas a horcajadas.
-Profesor, si usted no me castiga por adelantarme a los cursos que dicta en esta escuela se lo agradecería pero si aún duda en acusarme déjeme intentar convencerlo con entusiasmo… Pero no le diga a nadie.- Hermione se sentó sobre la erección del hombre y él quiso rugir en ese instante.
Snape intentó mantener el ceño sobrio sin ningún cambio de semblante más que el recto pero flaqueó cuando ella con delicadeza retrocedió un poco sobre sus piernas, bajó su mano derecha con cuidado, metió esta por debajo de la tela de su bóxer y sacó su hombría al descubierto.
La niña mojó sus labios admirándolo, era la primera vez que lo veía bien.
-¡No le voy a a faltar el respeto, lo prometo!- La voz de la niña salía inocente. -Sólo dejé que lo admire de distinta forma.
-Mhh.- El Mago intentó retener el gusto.
Hermione entre cerró los ojos y recargó su rostro de lado hacia él en su hombro derecho para hablar ahí en el cuello del pocionista mientras subía y bajaba en caricias para matarlo de placer a lo largo de su hombría.
-Por favor, no le diga a ningún otro profesor nuestro secreto.- Ronroneó como gatita nuevamente.
-Ohhhh… No Srta Granger…- La voz salió débil, gruesa, pausada y apagada al final.
-No lo escucho… Dígame que siente lo mismo, que quiere lo mismo, adoramos que el otro sea inteligente que a veces tengamos el control de ser libres.
Su puño cerrado sosteniendo apretada la erección del hombre le quemaba, vio hacia abajo y lo observó un poco, el color, la tensión lo rosado y suave de la punta, la sensación de aquél músculo lleno de sangre.
-Nadie lo sabrá a menos que me pida lo contrario.- Snape apretó las palabras entre dientes y se hizo hacia atrás apoyándose en sus manos porque sus brazos estirados se hicieron atrás hacia la cama. Dejó escapar un gemido de gusto. -Ohh traviesa niña…- Aguantaba el aire sin querer. -¡Eres tan indisciplinada!- Apretó más las palabras.
-Eres tan fuerte, mi amor. ¿Le he dicho que me gusta? No sólo su cuerpo… Mmmm… Me gustas… Eres tan hermoso… No quiero tener problemas si confieso lo que siento.
-No los tendrá, hermosa…- Se dejó caer hacia atrás tan sólo para resistir un poco pero no podía, la joven sabía usar su sentido común para acariciarlo y hacerle sentir taaaanto placer. -Oh, muñeca…- Cerró los ojos, su mano izquierda quien acariciaba y apretaba el muslo de la joven se hizo sobre su frente intentando cubrir el fruncir de su ceño en placer que se expuso en sus cejas. -Niña, niña, niña… Esto no te librará de los exámenes ¡Ohh bebé!- Dijo rendido a experimentar lo que viniera. Nunca una mujer lo había tocado así con tanta ternura, comprensión, pasión y ganas de quererlo así con esas caricias.
-No quiero librarme de los exámenes, quiero que estos sean más difíciles…- Su voz inocente y provocadora se hizo silenciosa.
La niña se acercó a él y besó su pecho, subió hasta su cuello y besó la cicatriz de mordida mortal, bajó hasta el ombligo y luego la pelvis dándole una idea al profesor cercana a lo desconocido.
“Oh hermoso y desconocido.” Pensó la niña que debería ser delicada y prudente ¿Se podía en esa circunstancia?
-Ohh jovencita…- Soltó en suspiro rendido. -Aún más difíciles que siempre.
-¿Me deja besarlo, señor, sí? Ohh vamos sólo un poquito.- Hermione mordió su labio con sensualidad mientras el hombre vio entre su retorcer las intenciones mortales de esos objetos tiernos, sensuales y carmines. -Sólo un besito pequeño, uno de amor.
La voz inocente de Hermione en suplica le dijo que era una venganza, sacudió su cabeza pero no salió la voz del mago, quién sabe dónde estaba él.
Severus estaba tan agitado y tenso que la joven lo sentía latir y engrosarse aún más provocando en ella más deseo de besarlo, ahí.
-Un beso pequeño diga que sí… Oh vamos diga que sí sólo será un pequeño beso…
-Oh Granger… Cum-pla su in so len cía…- Agitado sin fuerzas para seguir haciéndose el difícil y sin querer ver por completo hizo la cabeza hacia delante e intentó disfrutar el acto tierno de esos labios. La voz de su interior le golpeó el rostro en una bofetada. “Esa es la niña a quien quieres castigar, mírala no puedes con ella. Terminará por acabar con tu cordura.”
Y así la joven acercó sus labios rojizos a la piel suave y blanda de la punta para darle un tierno beso, los mojo más frente a los ojos negros atentos del pocionista viéndola.
Snape tembló de placer.
-Ahh me gusta.- Dijo la inocente niña después de dejar el beso.
Snape quería morirse.
La estudiante volvió a dar otro besito pequeño con ternura.
Y siguió con más, otro y otro mientras se bajaba de las piernas y se acomodaba entre ellas hasta quedar de rodillas frente a la cama.
Snape no podía aguantar más las ganas de someterla pero dejó que ella lo torture un poco más.
La joven sujetó a lo largo en la imagen vertical subiendo y bajando la piel del mago ardiente por caricias íntimas de dos, abrió lentamente sus labios mientras empujaba su propia boca hacia la erección del mago para que este la atravesara y la humedad de ambos se mezclara.
Soltó salivando el deseo húmedo de subcionarle a Snape todas las pociones de su sangre apretando con pasión lo que le hacía ser el hombre más fuerte en sus manos, quien quizá se sentía ahora como el más frágil.
Y ahí en esa locura de amor que le entregaba la jovencita Snape abrió los ojos encendido y poseso por el mismísimo ser ardiente de la calentura.
Se sentó viendo y sintiendo la boca húmeda caliente y deseosa de ella y la atrajo hacia él para un beso apasionado, le terminó de quitar la ropa y así desnuda la posó en la cama cargándola desde la cintura, acomodó su erección separando con respeto sus delicadas piernas y se unió a el cuerpo que adoraba mientras le hablaba al oído.
-No sabes con quién te has metido… Voy a expulsarte de esta escuela.- Su voz se hizo más gruesa entre gemidos varoniles.
Hermione se dejó hacer disfrutando en lo más profundo de ella a ese hombre sobre su inocencia.
-No, no lo hará.- Dijo la niña con las pocas fuerzas que tenía entre gemidos que él sentía más fuertes a un lado de su rostro.
La pelvis del hombre subía de ritmo y fuego hundiéndose en ella, juntándose como en un enfrentamiento único e inolvidable.
-Voy a hacerla mi esposa si sigue provocándome así, si deja que le siga haciendo el amor así voy a empezar a necesitarla.
-Y yo lo necesito.
-¡Voy a sacarla de la escuela!
-No… Ohhhh sí… No, no lo hará.
-Sí. Y voy a adorarte…
-Mhh sí.
-Y tú a mí.- DIJO Snape apretando los labios de la joven con besos apasionados.
-Lo hago, lo juro.
-Y voy a castigarte cada que tus notas incrementen y serás mía cuando ambos nos necesitemos.
-Ahhhh así será.
El hombre empezó a besarla mientras hacían el amor, el tramo podía ser largo hasta el fin pero ninguno podía seguir aguantando. La magia de él la acariciaba mientras entraba en ella una y otra vez mejor acomodado, mejor situado, eran dos piezas perfectas de rompecabeza con el derretir de sus cuerpos líquidos.
Snape sintió que joven lo mojaba, el sonido era ensordecedor en la fricción de sus pieles y sus gemido, eran las declaraciones de sus almas con promesas de más y voces altas.
La estudiante se dejó ir lentamente en un orgasmo duradero e invasivo que el mago detuvo con su boca en pequeños besos de final.
Snape después de ella se derramó completamente una, dos, tres veces por las contracciones de su ser y la llenura de unos días de necesitarla.
Sudados por el calor de ambos se besaron y acostaron en la cama respirando frente al otro.
Él la cubrió con una manta color beige que él mismo había llevado.
-¿Qué haré contigo, niña?- DIJO Snape agitado a mil por hora.
-Guarde el secreto.- Sonrió Hermione respirando lento y profundo, intentando recuperar los latidos de su corazón sin que se salgan de su pecho. -No hay vuelta atrás. Mañana tenemos clase.
-Gracias por recordármelo, casi olvido mi nombre.- Rugió el mago.
***
Diez horas después de un encuentro clandestino y cómplice donde dos amantes duermen juntos, despiertan y levantan las cosas de aquél lugar para borrar toda huella de indisciplina…
Un pocionista dictaba clase en el aula de Defensa contra las artes oscuras.
-Sr. Riddle… Que diga, Sr. Seamus. Recoja su varita y apunte bien al maniquí.
Snape miró a Hermione con rostro de profesor enojado y soberbio.
-Srta Granger, sea más violenta, con esos golpes no desmayará ni a un duendecillo azul.
La chica asintió.
Por otro lado Bellatrix veía impresionada los movimientos de su compañera Granger y su novia Luna quien peleaba contra Sirius Black.
Al terminar la clase una alumna de Slytherin le entregó una botella llena de manzanilla al profesor. Hermione se ganó con el pase y salió porque la profesora Vector ingresó curiosa por la puerta.
La joven salió de ahí dejando al hombre ocupado con tantos pergaminos sin chance de decir algo justo cuando la maestra se hizo frente a él.
-Profesor Snape, buenas tardes.
-Buenas tardes, Vector.- Respondió frío.
-¿Cómo vas con el dolor del cuello?
Snape cambió de humor cuando escuchó la pregunta.
-¿Qué dolor?- La miró a los ojos y volvió a sus manos.
-Me refiero a la cicatriz Sr. Testarudo.
-Evita la confianza de ese tipo conmigo, Vector. A menos que quieras que te responda de igual manera.- Hizo un ademán con las dos manos.
-Lo siento, las profesoras estábamos preocupadas, hace días que no cenas en el salón y queríamos ver si te sientes bien después de la herida.
-Estoy perfecto, tengo un tratamiento natural que me hace olvidar que soy un pocionista adulto y además héroe de guerra.
-¿Tan bien estás?
-Sí, ve a decirle eso a “Las profesoras preocupadas.”
Vector se sacó de onda por tanta frialdad.
-Minerva nos comentó que tenías una novia.- Dijo sin temor la curiosa docente.
-Dile a Minerva que se preocupe en sus propios asuntos, yo estoy mejor que bien. Con tu permiso.- Dijo el hombre que salió del lugar hacia la puerta noreste del castillo donde las carrozas que se movían solas recogían a los alumnos al bajar del tren. Ahí aceptaría cargamento de ingredientes ese mismo día para el almacén de pociones.
Hermione por otro lado fue a la biblioteca antes de la cena sin salir de su trance atravesado en sus fosas nasales con olor a él a pesar del doble baño caliente.
Contempló un libro de chicas en la sección de cultura general y periodismo de investigación por el diario “El profeta”
Osea que no era ni serio ni profesional el contenido pero en algo debía servir a la atención y preguntas que rondaban por su cabeza.
“Alumnas que se enamoran de su profesor.” leyó en voz alta y Neville quien estaba cerca con el cabello negro rizado y despeinado la escuchó.
Neville era un chico noble y curioso así que preguntó sin temor a ser rechazado.
-Hermione, ¿Estás leyendo textos del profeta?
-Sí.- Miró a su compañero y el mal aspecto a mortífaga limpia. -De hace diez años atrás. Son como recopilatorio de ex alumnas en tres escuelas de magia.- Suspiró. -Arreglado por conveniencia del profeta por supuesto.
-¿Estas enamorada de un profesor? ¿Tú? Podría esperarlo de Ginny pero no de ti.
-Sí… Yo soy culpable de eso.- Parpadeó lento. -Quería tener un poco de ayuda.
-Mmm no sé si te sirva pero yo hace cuatro años atrás estaba enamorado de la profesora Vector porque me era una mujer inteligente y atractiva. Yo por supuesto era tan sólo un niño sin embargo puedo darte mi opinión del tema el cual investigué durante un año que fue lo que duró lo que sentía.
“Lo mío no es pasajero, niño, pero sí puede ser adictivo.”
-Me encantaría escucharte.- Hermione dejó el libro a un lado. -De verdad necesito consejos de alguien y si viene de un hombre sería perfecto porque quisiera saber cómo piensan. Tú ya eres un hombre, joven pero hombre al fin y al cabo.
-Sí yo soy hombre y créeme que hay realidades crudas que debes saber.- El joven apretó los labios hacia dentro como si le fuera a contar a su amiga cosas duras y prohibidas, para verse como un malote apasionado y ella sonrió. -Primero pregúntate ¿Qué te gusta de él? Y bueno debes de confesar antes de responder. ¿Quién es ese profesor?
-Es Snape.- Lo soltó viendo divertida en los ojos de Neville los cuales en ese instante eran de mujer y se abrieron como platos. Sostuvo su cabeza con su mano en el rostro y su codo apoyado en la mesa, trajo la otra mano y ahora eran las dos sosteniendo el peso de su rostro por cada mejilla.
-Oh no, no me esperaba eso. Bueeenoo pero entonces ¿Qué te gusta de él?- Neville empezó a temblar nervioso.
-Que es un hombre, responsable, dedicado, me hace sentir segura.
-Ajaá.- Analizaba el niño.
-Es alto… Huele muy bien…- Siguió la Gry.
-Ajáaaa…- Analizaba el niño mientras se ponía a escribir frente a ella.
-Es bueno conmigo, me cuida, es detallista, galante, un caballero, es tan tan tan delicado conmigo, me hace sentir bien… Además es locamente apasionado.
-¿Snape delicado?
-Me refiero a cuando me toca, no es tosco…
Neville tragó saliva de imaginar a su amiga en las manos del hombre si quiera con una pequeña caricia. Osea había visto al pocionista cortar con delicadeza las flores en el invernadero, callado, concentrado mientras él estaba con la profesora Pomona pero nunca podía imaginar que ese mago oscuro fuera igual de delicado con una mujer porque se veía de carácter fuerte.
-¿Te ha tocado?- Hermione asintió.
-¿De forma íntima?- Neville abrió más la boca atacando en con más preguntas. Hermione asintió lentamente sin dejar de soltar su rostro y apoyarse en la mesa con sus codos. -¿No se olvidó de ti después de eso?- Hermione negó. -¿Quiso estar más cerca?- Hermione asintió con una sonrisa y rubor en su frente y mejillas. -¿Quieres decir que son novios?
-Se puede decir que sí.
-VAYAAA.- El niño con cara de Bellatrix no podía creerlo retrocedió en el asiento y se dejó caer en el respaldar.
-Es un secreto, Neville, no le digas a nadie y si te lo cuento a ti es porque sé que eres introvertido con tus cosas y debes ser aún más con las cosas de otros.
-Juro que soy así, Hermione. Me conoces.
-Lo sé, amigo.- Sonrió con suavidad.
-¿Entonces está enamorado de ti? Osea está claro que sí pero ¿Cómo es posible?
-Es lo que también creo yo.- Dijo ella con tranquilidad. -Estamos… Al mismo tiempo… Enamorados. Y ¿Cómo fue posible? Pues creo que por una taza de té.
-¿Le has hecho brujería?
-No, literal… Veneno y té.
-Todo esto es increíble.- Soltó aire exagerado por boca y nariz viendo hacia la mesa.
Hermione sonrió y luego tuvo ganas de reír. Asintió y se tapó el rostro.
-Tranquila, guardaré tu secreto.- Dijo el alto adolescente con cara de mortífaga. Te ayudaré a ocultarlo.
-Deberías ir a la enfermera, supe que algunos estudiantes ya han regresado a la normalidad hace una hora.- La joven intentó cambiar de tema.
-Voy a esperar que se pase solo. Estoy harto de esa poción para volver a la normalidad, es horrenda.
Hermione quería reír pero se aguantó una vez más.
-Vamos, acompáñame a la cena.- Pidió la niña.
Y el joven mágicamente regresó frente a ella con el cabello corto, húmedo, la vista amigable y la altura de un adolescente varón.
-¡Al fin!- Dijo el niño emocionado por ser él otra vez.
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