Veneno y Té-more Capítulo X Muerte al Intruso

-Sus labios, son tan… Me gusta lo delgados y pálidos que son. Además los utiliza bien cuando tiene que enojarse, enojado se ve más interesante.- Hermione no podía dejar de ver al mago mientras este con un hechizo fermentaba las hojas de té.

A la joven le era inevitable soltar aquellos comentarios de niña a pesar de también ser madura.

Snape se mantenía serio al realizar todo, no estaba molesto sino que él era así, era de carácter complicado.

-Señorita, le pido que me ayude, intento concentrarme y ya es bastante difícil. Antes de hacer esto que ya hace bajo mis manos quisiera besarla todo el fin de semana, sin parar, sin hacer pausas pero no se puede, no aún.- La miró un instante pero regresó al caldero.

Hermione sonreía por las cosas que decía.
De verdad, Severus Snape acaba de decir que quería besarla.

-Deja eso un instante.- Pidió ella sin sonar impertinente. -Una pequeña pausa, serán segunditos…- Su voz se hizo suave en petición humilde.

-¿Quiere que lo deje, no quiere probar el té que únicamente sólo podría beber llendo de viaje a algún restaurante de Asia?

-Tiene razón pero…- Hermione se hizo sobre las piernas del mago sentándose con inocencia y acercando su rostro a  él. -Prometa que tendremos más de estos momentos.- Sonrió cariñosa con preguntas un poco fuera de lugar.
-¿Cómo hizo para no morir? ¿Cómo haces para no tener pesadillas?

Snape dejó todo en pausa y como en una pregunta lenta de permiso con su mirada, metió ambas manos debajo de la falda tipo escocesa para apoyar sus tibias manos y acariciar con sus dedos.
Pequeños roces, movimientos lentos, sus manos grandes acariciaban lo permitido por ella.

Se hizo hacia atrás un poco apoyando su peso lentamente sobre el arbusto. No pasaría nada porque este era resistente, lo que no era resistente era mantener la tranquilidad de su pelvis y más ahora que ella lo presionaba sin saber, presionaba el lugar que era mejor dejar al final para una caricia traviesa.

-Fácil, utilicé una poción. Es la poción que está en la mitad del libro sólo que la modifiqué el año pasado. Por eso estoy vivo.- Se quedó pensando. -¿Por qué ha decidido usar mis piernas como una silla para sentarse? Y antes de que me responda, quisiera decir que casualmente desde que empecé a vigilar su campamento ya no he tenido pesadillas sino sueños, sueños con usted, Srta Atrevida.

-¿Tiene algo de malo que me siente en sus piernas? Es que tengo la suficiente confianza para hacerlo, también el permiso de su mirar con ganas de castigarme. Lo hago para estar cerca, poder abrazarlo así por el cuello, poder ver con detenimiento sus ojos y sus labios cuando diga algo más, que quiera acusar o bajarme puntos de mi casa.- A propósito movió su labio inferior para rozar el de él con provocación leve.

-Ahhhhhh, ya veo.- Le alzó una ceja, no perdía su gesto serio y frío, le quería demostrar sobriedad. Colocó sus manos en la cintura de la joven, su rostro se hacía levemente hacia atrás, su mirar era interesante, con un aire sutil de soberbia.

-Sí.- Se acercó una vez más y le dio un pequeño beso. -¿Alguna vez ha salido con otra alumna antes que yo?- La curiosidad la carcomía.

-Nunca. Tú eres quien me hace pensar que las reglas se tienen que romper algunas veces. ¿Cuándo antes de esto hubiera imaginado algo así, permitir estar en una falta tan grave y de este índole? ¡Nunca, es absurdo, profesor Snape malo y desvergonzado!- Su auto acusar fue serio aunque su intención era clara y ella se estaba aguantando de la risa. -¡Soy una gran barbaridad, Granger, merezco la gehena de fuego!- Cambió su voz a la normal porque estaba sobre actuando con picardía. -Y me alivia mucho que seas mayor de edad.- Ladeó una sonrisa al ponerse serio por milésima vez.

-Es curioso, curioso que hable de reglas.- Sonrió frente a esos labios delgados. Antes eran parte importante de mi vida pero… Esto no siento que sea tan grave como merecer la gehena.

-La gehena…- Snape separó los labios con un pensamiento íntimo en la cabeza. -Un día sentirás qué es aquello.- El hombre casi no parpadeaba, la ponía muy nerviosa y eso le divertía ¿Y tú has estado con otro profesor en esta situación?

-No, nunca. ¿Quién podría ser ese profesor? Jajaja.- Rió con timidez. -Si retrocediera el tiempo, por ejemplo uno a dos años atrás, usted sería ese profesor.

-Y ¿Qué pasa con Lupin, Hagrid, El adorable profesor de levitación?

-No, señor. Antes no tenía tiempo para nada además que esto que me pasa es algo nuevo, usted es un asunto misterioso, llamativo e interesante además de algo que trasciende mi forma de querer a otros, socializar me era hasta cierto punto fácil, me refiero a tener un amigo nuevo pero no se puede, no me pasó por la cabeza ser amiga de alguien que no me interesa de esa forma sino que me atrae sexualmente hablando. Severus, yo no conozco a otro hombre como te he conocido a ti.- Sus palabras sonaban a ser broma pero en realidad quería ser recta.

-Lo sé, lo tendré en cuenta.- Le dió un beso a la joven, uno suave. Pero luego se movió a su cuello y empezó a depositar pequeños besos mientras seguía hablando. -Si se trata de hablar con esa seriedad e importancia, debo de confesar que tampoco la considero mi amiga y en una pirámide de cinco pisos donde el piso más alto es mi interés sexual hacia usted y el piso más bajo es mi instinto protector varonil de cuidarla, concluyo que usted está en el piso diez…- Su forma recta de hablar en combinación con los besos fueron como la revelación de un secreto para Hermione. -¿Qué pasó con Ron Wesley, en qué piso lo pone usted de su pirámide.- Depositó otro beso.

-Él era un amigo pero nos besamos un día. Se intentó una relación pero más que nada se forzó. Hace unos meses atrás en este mismo año me engañó para estar a solas en su casa, quería conseguir tener intimidad conmigo. Su desesperación o ganas en el momento de la discusión hizo que me jale con más fuerza del brazo para atraerme a que lo bese pero yo lo rechacé, me lastimó sin querer dejando marcas en mi brazo.- Suspiró con tristeza por recordar aquello. -Desde ahí me dije que no quería llegar a eso con él, no era él ni nadie quien yo quería de esa forma… Hasta que llegó usted.

El rostro de Snape se iba transformando en un terrible enojo.

-¡Voy a matarlo lo juro, cuando lo vea lo mataré!- Su tensión hizo que pare de besar el cuello de la joven.

Ella se acercó a su oído para decir en baja voz tocando con sutileza sus labios:

-Si yo tuviera que ser la mujer de un hombre para siempre, usted tiene la posibilidad más alta, una inalcanzable por otros.

-Interesante confesión… Ahora preguntaré, no puedo evitarlo. ¿Por que sí a mí y no a él?

-Porque creo que me estoy enamorando.- Bajó la voz igual que la mirada. -No es un capricho, no un antojo. La primera vez que lo vi en mi campamento no cambió su expresión en el rostro de preocupación para añadir ingredientes en una mesa que estaba perfectamente ordenada. Usted sabía que me daría cuenta… Todo lo hacía por cuidarme, no había algún beneficio para el profesor Snape y aún así este me ayudaba.
Dejó su olor en el ambiente tantas veces que cuando no estaba lo sentía como si se hubiera grabado en mi olfato pero la realidad era que lo extrañaba. Adoro su perfume, adoro tener su sombra cerca a mí. Adoro tener cerca a alguien que es un misterio para otros y reduce los límites de alto en su persona conmigo, me deja conocerlo, adoro sentir sus manos en mi cuerpo, me hacen tener sensaciones irreconocibles, una extraña seguridad desesperadamente agradable.

-¿Se está enamorando de mí?- La voz grave del mago la ponía nerviosa pero a la vez la emocionaba. Se acercó de nuevo al cuello de la joven y depositó un beso húmedo, casi mordible y ella cerró los ojos. -¿Qué cree que me pasa a mí, niña?- La voz de Snape adorosa y ronca eran una respuesta a lo que ella confesaba. Dio otro beso húmedo y otro y no paraba de hablar. -¿Cree que usted no me fascina? ¿Cree que yo no siento? ¿Cree que usted no me gusta?- Otro beso, cada vez más intenso, húmedo y apretado. -Dejé que mis ojos me guíen a conocerla con sumo detalle, sabía que eso me pondría en una situación donde no había vuelta a atrás y me llenarían de problemas.- Besó más el cuello de ella haciendo que la estudiante deje salir aire tenso de su boca con un sonido similar a un gemido. -Recolectaba pruebas para que puedan expulsarla, esa era mi intensión pero ahora no quiero que se vaya, ni de la escuela, ni de mí.

-Mmmm y Mmm ¿Por eso dejó de comportarse como el profesor enemigo y se comporta como un hombre?- Ella empezó a temblar, los besos de Snape en su cuello le eran irresistibles y le causaban una extraña y gustosa cosquilla en la espalda hasta llegar a sus caderas y muslos.

-¿Quieres quedarte conmigo, Hermione? De todas formas si quieres también puedo ser tu profesor.

-Quiero que también sea mi profesor…- Empezó a besarlo en el cuello, él cerró los ojos aceptando aquel castigo delicioso de sus tiernos labios. -Quiero quedarme contigo.

Snape la atrapó de los brazos con leve brusquedad y la atrajo para besarle en los labios, lento muy lento, roces, caricias, insinuaciones.

Una hora después continuaron con la preparación, ella había regresado a su lugar.

Ambos disfrutaban estar juntos, más si se trataba de usar un caldero para elaborar TÉ.

La joven ponía atención a cada indicación y él era muy meticuloso con las porciones de ingredientes.

Había un recipiente cercano al que hizo llenar de agua a tope con un golpe de su varita por el borde, este era de barro en forma de jarra de un litro, ahí calentó el agua.
Además que de su capa sacó el cucharón con el que recogió un poco de esa delicia caliente y se lo ofreció a Hermione.

Ella lo tomó con cuidado y absorbió todo el líquido sin parar, el sabor le hizo cerrar los ojos por lo dulce, exótico y delicioso amargo final.

-Está increiblemente bueno…- Dijo Hermione con timidez.

-¿Deseas un poco más?

-Sí por favor.

-Ten, toma todo lo que quieras. Al llegar a mis aposentos haré mucho más, lo pondré en un thermo para que vengas por él cuando quieras.

-¿Podemos vernos mañana a la misma hora?

-Háblame y búscame a la hora que creas conveniente.

-Gracias.- Se acercó al mago y le dio un beso.

Snape se puso de pie y sacudió sus ropas con un hechizo, además de limpiarla  a ella de todas esas hojas caídas y húmedas de los árboles más altos.

Movió otra vez su varita haciendo que todo se guarde dentro de una pequeña caja delante de esos jóvenes ojos, los objetos se hicieron diminutos, nada era mejor que la magia salida de un experto como él.

-Es increíble, tienes que enseñarme.- Se quedó maravillada.

-Te enseñaré todo lo que me pidas.- Su voz grave y seductora la derretía.

-Gracias de nuevo.- Se cohibía, en movimientos sutilez de pies y manos, además de pintar sus mejillas con leve rojizo.

-Eres encantadora.- Le estiró la mano para alzarla del suelo. Al estar casi de pie la rodeó por la cintura y la besó.

Entonces…

-¡EYYYYY, ¿Qué DEMONIOS pasa aquí?!- Ron gritó por no poder creer nada de lo que veía, los estaban buscando, si no fuera que se levantaron del pasto detrás del arbusto azul no los habrían detectado.

Harry se tapaba la boca con una mano, su ceño denotaba preocupación e incredulidad.

Snape reaccionó rápido lanzando un hilo de hechizo que alcanzó a Ron y lo alzó por el aire unos cinco metros sobre las cabezas de ellos.

-¡¿Quieres que lo mate?! Tengo tantas ganas de hacerlo, Granger.

Ron estaba casi a punto de llorar por el miedo mientras era suspendido en el aire.

Harry no dejaba de ver quieto y con  atención el rostro divertido de Hermione por la broma de Snape y su voz de que iba a matar al pelirrojo.

-Jajajaja no no, jajaja bájalo por favor.- Ella creía que era una broma por eso reía tímida.

-No bromeo.- El rostro del mago estaba más serio de lo que antes había visto, la vio a los ojos con control y decisión y luego mostró asco por el niño de pecas.

Hermione perdió toda risa y se puso seria.

-No, de verdad, bájalo, no vale la pena meterse en un problema por Wesley. Además es mi amigo.

-¿Un amigo que intenta tocarte sin permiso?- Lo miró con furia al recordar lo que ella había confesado una hora antes, contándole de su relación con Ron, su ruptura. –Crucio.

Snape le lanzó el hechizo con odio y saña, sin recordar que sólo era un adolescente patético y estúpido.

Hermione pensó. “No debí decir nada.”

-¡Por favor, ya baje a Ron, profesor!- Harry estaba preocupado, se adelantó hasta donde ellos estaban.

Snape movió la varita con cuidado y dejó que su cuerpo termine de retorcerse en el pasto crecido al hacer que este baje de levitar.

-¡Ahhhh lo voy a denunciar con la directora!- El pelirrojo lloriqueaba como niña delicada.

-Si lo haces tendré que denunciarte primero, Ron.- Habló Hermione delante de Snape.

Severus se mantuvo callado con los brazos cruzados por el enojo.

-¿Qué pasa, Hermione, por qué estás aquí?- Harry además de asustado estaba muy curioso de enterarse.

-Yo…- No supo qué decir.

-Potter… Usted no me conoce de forma personal pero le aseguro que su amiga está bien… Conmigo. Le pedí que estuviéramos en una relación y ella aceptó. Eso es todo, tengo que irme.- Se irguió y acomodó sus ropas con elegancia.
-Y… Jóvenes, por esta vez pueden llegar tarde a sus habitaciones pero sólo… Por esta…. Vez.- Le dio la espalda a todos colocándose la capa.- Nos vemos, Hermione.- Y desapareció

Harry se quedó congelado observando a Hermione de forma acusatoria y Ron quería vomitar por el mareo y dolor de ver que la había perdido, su ex no regresaría con él y menos después de conocer un hombre como Snape que era similar a comparar un Rolls Royce clásico de color negro con un taxi de los 90s pintado de rojo.

Cuando Snape apareció en el castillo llegó a su despacho y una mujer lo estaba esperando con los brazos cruzados sobre su silla, la mirada era juzgarlo definitivamente.

-¿Dónde estaba el profesor de pociones?

Snape se alteró, era Minerva.

-En el bosque prohibido, preparaba una poción.

-¿Poción para qué?

-Era té en realidad.

-¿Seguro que sólo hacías eso?

-No, he de confesar que besaba a una mujer.

-¿Una aventura, Severus, en esta etapa de tu vida?

-No, Señora. Hoy le pedí que fuera mi novia.

-Bueno, haces bien y en cuanto a que desaparezcas sin avisar de una reunión importante para aclarar puntos clave de la enseñanza con el resto de profesores, debo de recordarte que estás obligado a asistir aún con citas de último momento a todas las reuniones dentro de Hogwarts.

Snape se puso a penar y lo recordó.
Hermione Granger sí que lo tenía mal de la cabeza, acababa de olvidar algo. “Lo olvidé, olvidé completamente la reunión con los profesores en la oficina de dirección.” Nunca le había pasado eso, olvidar “Una cosa.”

-Sé que no me vas a creer, Minerva pero… Lo olvidé. No pasará de nuevo, lo prometo.

Minerva alzó las dos cejas.

-Mmm veo que vas en serio con esa mujer. Me alegro por ti.- Se puso de pie para irse por la puerta pero añadió. -No faltes a otra reunión porque recibirás un descuento a tu sueldo, Albus nunca lo hizo pero lo utilizaré contigo si es necesario.

***

Después de la madrugada, de aliviar un poco el cansancio, Snape y Hermione estaban en el aula de pociones, el mago había tenido la segunda y última clase del día.

Las horas rondaban entre las once treinta y doce de la tarde.

La estudiante se quedó a propósito hasta el final para intercambiar algunas palabras.
Hermione le preguntaba acerca de sus novias, algo que por su puesto él no quería responder pero sin embargo fue sincero.

-¿Con cuántas mujeres has salido?

-No es importante que lo sepas porque ahora mismo la respuesta carece de sentido.

-Tú sabes que sólo presenté sentimientos por Ron.

-Sentimientos no, si se trata de eso no podría hablar de aquello de forma tan simple y en un lugar como este.

-Tiene razón, aquí no debemos hablar de esto.

-Sí, al menos cuando estemos dentro del castillo intenta hablarme con la etiqueta correspondiente.

-Lo haré.- Asintió la joven viendo cómo él profesor acomodaba las cosas en el estante de su derecha.

-Gracias, eso nos enviaría algunos problemas, jovencita.

-Tengo una pregunta ¿Qué pasaría si le digo que ya no soy una doncella?

-Estaría decepcionado de usted sin embargo no me importaría las cosas personales que la llevaron a eso.

-Bien, lo he confirmado…

-¿Qué ha confirmado, Srta. Granger?- Severus escuchó algunos pasos fuera del aula.

-Usted es el tipo de hombre que aconseja a no tener relaciones sexuales antes del matrimonio.

-Soy ese tipo de hombre. Es importante que la mujer se mantenga siendo una señorita virgen hasta llegar al lecho de su hogar en el matrimonio, sin que un hombre pueda decir en cualquier situación lejos del país que ha podido tocarla y además se jacte de eso, la mayoría de hombres son maliciosos, no lo digo con derecho de desprestigio hacia otros o para enaltecerme sino para advertirle que a veces es así. Sería distinto que guardes en tu mente un sólo recuerdo de cómo te convertiste en mujer. Ese consejo le doy a las alumnas de Slytherin, las que creen que es divertido usar las aulas clausuradas para tener encuentros íntimos con un niño diferente cada mes. El consejo también es para ti, pequeña, ningún hombre debe obligarte o insinuar que puede tenerte de otra manera, una manera física que rompa cualquier integridad de tu sagrado cuerpo sobre todo sin tu permiso y seguridad. Por otro lado si esa fuera tu decisión, tener experiencias o encuentros íntimos antes del matrimonio, hazlo, pero debes afrontar las consecuencias que aquello pueda traer en el futuro.

Hermione estaba admirada.

-Es admirable que piense así. Valoro eso de usted. Y sí, no he tenido ninguna experiencia íntima más que con un hombre. Usted sabe quien.

-Me alegra saber que confías en mí para revelar y exponer algo tan personal.

-Confío en usted más de lo que imagina.

Mientras tanto una Minerva chismosa que había llegado minutos antes escuchaba atenta la conversación, esperó lo suficiente para entrar y saludar.

-Profesor, Srta. Granger, buenas tardes.- Miró a Severus. -Quisiera tener una conversación contigo, en privado.

Hermione entendió de inmediato.

-Profesora, Profesor… Nos vemos en el almuerzo, tengan buena tarde.

-Buena tarde, Srta. Hermione.- Soltó Snape viéndose en los ojos de Minerva.

Al salir la joven del aula…

-Severus, me parece un poco inapropiado que tengas esa conversación con ella.

-¿Por qué, si la estudiante ya no es una niña o sí?

-Tienes razón pero eres hombre, de preferencia podías enviarla con Vector o conmigo para esos temas.

-Ella acudió a mí, ya escuchaste. Confía en mí. Pero si me pides que no hable con ella de ese tema, lo haré.

McGonagall se quedó pensando.

-No, tienes razón, si se abrió contigo será mejor que dejemos las cosas así, quizá eso podría ayudar a que tenga un apoyo paternal de tu lado, que no se aisle como otros alumnos ante los problemas personales que expone.

-Intentaré estar cerca. Con tu permiso me voy a almorzar.

Snape salió de ahí pensando en las palabras de la directora.

“¿Apoyo paternal? Mmmmm, es interesante cómo mi intensión hacia ella no tiene nada que ver con eso.”

¿Te gustó el capítulo?

0 / 5

Tu calificación:

Suscribirse
Notificar de
guest

0 Comments
Comentarios en línea
Ver todos los comentarios