Veneno y Té-more Capítulo VII Venga conmigo 2da Parte 🔞

🔞🍋

-Granger.- Acercó sus labios al oído de ella con respeto y delicadeza porque no quería asustarla y sobre todo ese día no tenía ganas de lucirse para decirle que era una tonta delante de los demás. -Mire estas manchas sobre el lomo, es importante que se guíe de las que están en el centro, intente ser más asertiva e ingeniosa. A veces debemos saber tocar, siento que no se quiere ensuciar las manos.- La paciencia en la voz del mago la descolocó, era recta como siempre pero tenía un rastro de preocupación que jamás había escuchado antes.

“Lo hace, me avergüenza pero los demás no lo escuchan. Qué extraño está hoy.”

Ella se atrevió a voltear y subir levemente la mirada para verle el rostro, quería ver la expresión que ponía cuando le dijera el siguiente comentario.

Él miraba atento al pez.

-Es bastante resbaloso, Señor. Además de tener la piel muy oscura, casi no puedo distinguir las manchas en el lomo.- Su tono era preocupado, era una sigilosa forma de hablarle con respeto.

Él alzó una ceja sin soltarle la mano.

-Aquí Srta, mire aquí, no pierda la concentración.- El Mago se dio cuenta que ella posaba su mirada a veces sobre sus labios y luego subía a sus ojos negros, él no pudo evitar también hacer lo mismo, observar los de ella.
Pasó algo muy inquietante en esos milisegundos por lo que se dio permiso de ordenar con más energía.- ¡Mire aquí, Srta! Debe tener cuidado, no sabe cuándo algo la puede lastimar por eso debe poner atención a mis palabras. Recuerde que no lo sabe todo en realidad.

-No veo el lugar exacto.- Dijo tímida casi en un susurro, Snape empezaba a sonar como su profesor.

Los demás tenían tanto temor de cortarse o equivocarse que no estaban enterados de lo que sucedía. Murmuraban, en todo el aula había ruido por conversaciones bajas y opiniones cambiadas entre alumnos.

Él pegó mucho los labios a aquella oreja delicada pero no se esperaba el accidente que en menos de un segundo hizo que ella se mueva hacia su izquierda con brusquedad, el alumno de lado derecho de Hermione, uno de sexto, apretó el cuerpo del pez y este se infló explotando repentinamente escapándose de sus manos. Su reacción con susto y sorpresa fue natural, soltó el cuchillo manoteando hacia atrás, ella se asustó por el objeto en el aire.

Snape se vio atacado por la cabellera de esa joven, la oreja se pegó a sus labios y ese cuerpo delicado lo golpeó de seco en toda la parte delantera del estómago. El cuchillo alcanzó el brazo de ella que desnudo por tener mangas cortas recibió un rasguño profundo de al menos dos centímetros de largo, y medio de profundidad. La reacción rápida de Snape fue sujetarla bajando su mano derecha que reposaba en el hombro de ella hasta su cintura para atraparla y jalarla contra él de forma que no golpeara la mesa de los que estaban detrás, el aula no era muy grande y como habían muchos alumnos estaban literalmente apretados. El veneno del pez también había salpicado.

La mirada del pocionista se movió por encima de todo con rapidez para ver el tamaño en gravedad de la situación.
La soltó y tomó su varita de inmediato haciendo que todo quedase limpio sobre la mesa y en la ropa de ambos estudiantes.

-Makensy, vaya a lavarse de inmediato y…- Se quedó mudo cuando vio que la pequeña estudiante se sujetaba el brazo derecho con gesto de fastidio y dolor, fue entonces que el mago de las mazmorras vio el pequeño sangrado y tamaño considerable del corte.

Apresurado abrió los ojos y dijo:

-Srta. Parvaty, dirija el resto de la clase, tengo que llevar a esta joven a mi despacho.- Vio el rostro de la pequeña Gryffindor quien estaba preocupado y con mucha razón. -¡Venga conmigo!

La tocó del hombro y desaparecieron para aparecer y hacer que ella repose en el sofá de aquel misterioso lugar pero ella no se sentó. -No se asuste…- Le dijo mientras se iba a buscar en el armario cercano, empezó a escuchar los quejidos de dolor de esa delicada voz e intentó apasiguarla sin ser muy paternal. -Ya voy, ya voy no debe preocuparse porque el corazón late rápido y acelerará el veneno en su corriente sanguínea, si se agita despertaría en un mes sobre una blanda cama en San Mungo.- Buscaba con rapidez pero decidió usar el hechizo Accio.

Le dio unas gotas tomando el mentón de la joven con suma delicadeza, cuando el objeto ya estaba en su mano derecha. Había abierto la tapa como todo un maestro usando un dedo, y posando el gotero frío sobre los delicados labios de ella le hizo beber lentamente.

La joven hizo un gesto de desagrado al saborear lo amargo de la poción.

-Ahora no se mueva, tengo que poner unas gotas sobre la herida y dolerá, deberá aguantar.- Advirtió acercándose a ella, la sujetó con firmeza apretando la herida con la mano izquierda para que sangre, al poner el gotero cerca del flujo ligero, con un leve presionar las gotas que cristalinas y con rareza humeante por el gas que salía de la mezcla tocaron esa piel, la herida profunda, el ardor intenso hizo que ella con desesperación lo sujete del pecho en un lento y creciente dolor agudo, esto le dejó sentir una apuñalada feroz en el estómago que la hizo cerrar los ojos y casi caer al suelo.

El primer tomar del levita del mago en una salida desesperada por aguantar le hizo llevar la otra mano hacia él haciendo que este suelte el gotero para caer en el piso, Snape se quedó callado, sabía que el dolor casi era inhumano.

Los jóvenes ojos de Hermione se abrieron por no creer que sí dolía de forma inaguantable. Su otra mano lo tocó en el hombro, estaba temblando pero no pudo evitar apretar la ropa, la parte superior del levita cerca del cuello estaba arrugado por sus delgados dedos juveniles y es que el dolor incrementaba a cada latido de su corazón y quemaba en todo su brazo empezando a sentirse sobre su pecho.

Snape la arrinconó en el borde del escritorio intentando cerrar su paso a movimientos bruscos por el dolor desesperante pero él volvió a recordar que esa poción dolía, que incluso tendría que llevar una cicatriz fea que lento podía desaparecer en un tratamiento con otras pociones, sabía que dolía y mucho, él mismo había sufrido el dolor de quemar veneno en la sangre con ingrediente de ácido antes y después de una mordida.

La joven no pudo más y lo abrazó, él tuvo que irse hacia delante por ser más alto, la apretó con su brazo derecho rodeándola de la cintura mientras la frente de ella en su pecho lo empujaba con desesperación, ella se resistía de golpearlo en el pecho, de llorar.

Como pasando de silencio a retumbos de volumen la pequeña voz se iba dejando notar en quejido que eran apretado entre dientes y labios, como en un girar suave de perilla de grado para subir el volumen en una radio Muggle con parlantes regulares, la voz salió cerca del oído del mago que empezó a calmar a la indefensa joven con palabras confortantes, era necesario esta vez ya que venía lo más feo del dolor en la última parte del efecto.

-Ya va a pasar.- Sus labios estaban tan cerca que de pronto apretaban la tierna oreja de Granger. -Concéntrate en respirar más lento, se está agitando, no será necesario llevarla a otro lado, sólo resista.

-Noooooo, no puedoooooo, quema, dueleee, profe sooorrr.- Ese apretar de palabras y quejidos en el cuello del hombre le hacían sentir empatía. Sus pobres brazos y piernas no sabían cómo moverse por la desesperación, los jóvenes dedos le apretaban la ropa y sus lágrimas empezaban a salir. -Pequeña, concéntrate, sólo será un minuto más.

-Mmmm noooo.- La voz alargada de la joven resistiendo lo que podía al dolor le dio pena y le hizo traer recuerdos, no la había visto así antes, lo más seguro es que empezaba a llorar.

-Usted puede resistir, no aguante la respiración, Granger.

-Mmmahh, no, noooooo puedo.- La pequeña voz débil pero enérgica que sonó como gemido lo hizo seguir hablándole al oído para animarla, era un apoyo inteligente, sostenerla para que no caiga.

-Sí puedes, sólo unos segundos, respira con normalidad.

-Mmmahhh ahhh.- Soltó la pequeña frente al rostro de él quien se acercó para que le mirase a los ojos.

-¡Siiii puedes.- Cerró los ojos frente a ella, ya va pasar, ya pasa, Hermione, ya pasa!

Y entonces la última ola como cuchillos empezó a llegar a Hermione quien aguantó la respiración en defensa soltando gemido desesperados y apretados muchas veces con el soltar de aire acumulado. La insistencia en esa voz cerca del cuello del mago lo desvió un instante a una situación que jamás esperaba.

Aquella voz lo tensó, le hizo sentir excitado cuando se hizo el silencio y la respiración de ambos estaba alterada, él por sujetarla haciendo fuerza para que no se mueva y ella por aguantar lo último de esa poción los mantuvo unidos en esa confortante sensación, un abrazo, un conectar íntimo.

El cuerpo de la joven se iba relajando soltándolo de sus ataduras por la desesperación, cada vez más lento, cada vez más agradable. Sin embargo con el pasar del tiempo no se dejaron de tocar, él la abrazaba por la cintura contra el escritorio con su brazo derecho y ella empezó a abrazarlo por el cuello con amabas extremidades superiores.

Sus voces se igualaron en la respiración y de pronto ella volvió a apretarlo poniendo sus labios en el cuello del mago que por alguna razón estaba desarmado sin su escudo de malo, de amargado, estaba desarmado pero armado en alguna otra parte de su cuerpo, era peligroso.

El abrazar de Snape era de tenerla y no soltarla, no quería dejar pasar ese momento, no cabía dentro de su razón por qué el aroma de ella se le había impregnado. Y a pesar de aquello no hablaría, esperaría que todo acabe como si no pasara nada.

-Lo siento.- Respiraba profundamente en el cuello de él hasta que por instinto soltó un pequeño beso.

-No se preocupe…- Dijo aceptando el regalo de agradecimiento.

Pero ella no satisfecha con esa muestra de cariño depositó otro beso y otro y otro haciendo que el hombre apriete los párpados entre sí, desorientado, extasiado.

-¿Qué está haciendo… Qué hace?- Dijo lento Snape.

Pero ella de verdad no sabía lo que hacía aunque quería, quería besarlo, lo hacía, besaba la cicatriz del mago con tanta ternura y amor que luego se arrepentía pero a pesar de eso seguía dejando lentas huellas húmedas, provocando con esos toques sutiles de piel carmín.

No respondió sino que con sutileza volvió a besar el cuello del mago y luego pasó a su mejilla con la misma ternura. Él sólo se quedó quieto intentando no disfrutar de aquello pero era casi imposible, era imposible que no le guste, que ella, Hermione Granger, esa joven mujercita hermosa no le guste.

Otro beso y otro con lentitud y delicadeza le eran marcando su rostro hasta que se acercó mucho a sus labios y él abrió los ojos para ver el gesto de ella.

-¿Qué hace….. Granger? ¡No siga!

-¿No quiere que siga?- Sus ojos estaban cerrados hasta que los abrió frente a los negros en la última palabra.

Él no pudo evitar emitir un imperceptible jadeo de placer.

“No me facilite el cumplir mi deseo de besarla el cual ha surgido en un instante” Pensó intentando invadirla y ella escuchó para después sorprenderlo metiéndose en su cabeza.

“Yo quiero besarlo.”

“Es la adrenalina del veneno…”

“No, es porque usted me atrae…”

Snape cerró los ojos y dio un paso seguro aún sujetando la cintura de ella, sin querer como su instinto en la casualidad y en su fuerza la llevó al borde del sofá largo donde la posó con lentitud y delicadeza.

Al ver que ese delicado cuerpo tocó el cuero del mueble, se acercó a sus labios para besarla acariciando su mejilla sonrrojada.

Sus labios, pálidos y delgados, expertos, la tocaron, el contacto fue tibio, tan delicioso, tan explosivo… La besaron con sabiduría tocando suavemente y después abriéndose paso a dejar su humedad, con atrevimiento, El acto no quedó ahí sino que separó la piel carmín suave y carnosa con su lengua para introducirse en su hermosa y dulce boca.

La estudiante jadeó y él sintió que tiraban de los músculos de su pelvis porque lo recibió con las mismas ganas, el mismo ímpetu, el mismo sentimiento.

Por instinto, por su caballerosidad quería hablarle y explicarle que no debían pero no dijo nada.

Una danza de labios y lengua los dejó tocarse al mismo ritmo y con las mismas ganas de más contacto.

“¿Por qué me deja hacer esta barbaridad… Si usted me aborrece como los demás?”

“Porque ahora mismo siento que lo deseo, Sr… Yo… Lo deseo, yo siento que pasa algo más también que…”

“Espera no me digas eso…” la voz que dejó en la mente de ella se escuchó dolida y fue inevitable, su cuerpo se dejó caer por completo sobre ella.

Los besos se hicieron más intensos, los cuerpos se acomodaron mejor de lado, empezó Snape a tener cuidado de aplastarla llendo con ligereza en una armoniosa caricia completa de sus cuerpos. Esa pequeña mano traviesa que lo tomaba del cuello empezó a bajar sobre el levita lentamente, cada vez más lento hasta su vientre, curiosa de saber, curiosa de sentir, jugando a ser más osada cuando llegó al borde del pantalón de su ropa, el contacto lo hizo enloquecer, su joven y hermosa estudiante quería tocarlo y quizá para comprobar que él también gustaba de esa locura que nació en un accidente.

Aquellos delgados dedos jugaban con su correa y el borde de su cintura hasta que en un instante estos bajaron por el borde del cierre tocando apenas la protuberancia que ya hacía en espera por ser liberada y entonces lo apretó tomándolo desde la base cerca de sus testículos, como quien atrapa una traviesa serpientes que se mete bajo las sábanas en la casa de campo.

Sorprendida porque no sabía qué era eso con anterioridad, siguió, sus delicados dedos tomaron el grosor de aquella erección sin mala intensión, quería acariciar al mago. Snape no pudo evitar un jadeó profundo y ronco, la presión pudo haberlo matado en un instante.

-Mmmh.- Soltó con gravedad, ya estaba muy excitado.

-Quiero… Sentirte…- Estaba agitada. -Quiero sentirlo ¿Usted no quiere sentirme?- La voz melosa y deseosa lo invitaba.

-Pero no…- Respiraba profundo. -No se hace así, no se hace así, Hermione, no puedo tomarte ahora, no así.- Le hablaba y la besaba, se quería retorcer por la pequeña y placentera caricia que esa hermosa y delicada mano le daba. Se contradecía con sus palabras ya que no podía dejar de probar esos labios juveniles.

-Oh por favor, por favor déjeme sentirlo.- La súplica era en él como la mejor petición que jamás había tenido de una mujer y ella, Hermione Granger, no era cualquier mujer.

-No, Hermione, hay que hacerlo diferente, tengo que… Comenzar yo… Debo de ser…- Dijo cerca del rostro de ella pero volvió a besarla, quería decir algo lógico y prudente pero no podía controlarse y menos concentrarse.

Ella apretó la erección aún más acariciando sin piedad con ternura y cuidado en el largo de esta.

-Oh déjeme sentirlo, señor. Déjeme abrazarlo diferente, déjeme mostrarle lo húmeda que estoy para dejarlo pasar hasta lo más… Profundo… De… Mi ser… Estoy muy… No sé cómo describirlo…- El susurro de esos labios lo castigaban peor que varios crucios de la varita prestada de Voldemort mientras él le besaba el cuello.

Él sabía que estaba mareada, era sólo un estado temporal en la poción que le dio, sólo que aquella poción no le hacía mentir a la joven, lo que decían sus jóvenes labios era verdad, comprobaba que gustaba de él, que lo veía distinto a un profesor y además lo deseaba por lo que no le dio temor seguir.

-¿Estás lista para mí?- Dijo en tono dolido y curioso mientras su mano bajó y subió levantándole levemente la falda. -¡¿Oh santo Merlín dónde está tu ropa interior?!

-Ya no está.- Dijo inocente a pesar de habérselo quitado ella misma en un hechizo silencioso.

Él se separó de ella levemente y entonces acercó su dedo índice chocando con aquella hermosa sorpresa. La joven estaba bañada de sus propios licores y él lo había provocado, sintió un desvarío placentero pensando que ella merecía sentirlo con urgencia.

Y…
Entonces se tomó así mismo del cinturón para liberar con rapidez su enojo excitado, liberó la atadura del botón y luego el cierre y después el bajar en un pequeño acomodo de su erección hacia arriba la tela de su ropa interior, fuerte erección ansiosa y fornida.

Separó las piernas viendo su tierna intimidad como una inocente rosa hermosa. Acercó la punta de esa amenaza en el borde de las delicadas paredes y empujó con suavidad sin tener éxito, es que la humedad lo resbaló con dirección hacia arriba frotando sin querer ese hermoso botón de sensaciones.

¡PUM PUM PUM!

Tres golpes en la puerta alertaron al profesor interrumpiéndolos amargamente.

Acercó su rostro para besarla mientras su gran mano atrapó la de ella y la colocó en su erección para que lo tomara. Ella apretó con curiosidad admirando y sintiendo la fuerza y musculatura además de la humedad y largo de esta.

-No puede ser hoy pero iré por ti, Hermione, te escribiré.- Más que una promesa era una forma de decir que estaría atrás de ella no sólo para un instante así de placer, no era sólo eso lo que quería de Hermione ya que todo lo que pasó fue inapropiado pero posiblemente la joven lo olvidaría al despertar en la mañana siguiente.

Él quería algo más…

Deslizó a propósito el largo de su erección sobre ese agarre inocente y suave de la mano de Hermione porque quería que ya lo suelte.

-Está bien, lo esperaré.- Dijo la joven y lo soltó.

Él cerró como pudo el cierre de su pantalón con rapidez, se irguió sobre sus pies y también intentó arreglar su ropa.

-¡¡¡Ve, ve, sal de aquí, jovencita!!!- Susurró y luego la besó en los labios por última vez tomando su rostro con ambas manos.

Hermione se fue por la chimenea, agarró con rapidez un puñado de polvos flu y desapareció.

💡 Fin OS

Snape abrió la puerta, era Minerva preguntando cómo estaba la joven Gryffindor.

¿Te gustó el capítulo?

0 / 5

Tu calificación:

Suscribirse
Notificar de
guest

0 Comments
Comentarios en línea
Ver todos los comentarios