Veneno y Té-more Capítulo VI Venga conmigo 1ra parte

Habían pasado dos meses, a la joven casi se le había olvidado todos los incidente con el mago, no quería molestarlo, no le hablaba, ya no intervenía en clase pero ocurría algo, extrañaba un poco de atención y cuidado.

Cuando estaba en el campamento (Porque ya no estaba ahí) antes que descubriera el seguir y observar sigiloso de Snape, todos los días mantenía ese temor e inseguridad de que cualquier cosa mala podía pasar pero al descubrir que alguien más estaba cerca y que ese alguien era el profesor Severus, un adulto responsable que antes había ayudado de muchas manera incógnitas no sólo a ella sino a Harry y Ron, al saber que él estaba cerca ese temor de una desgracia repentina se había esfumado.

Después de que él dijo “Fuera de mi vista” le tomó la palabra pero no sólo eso, ya no quiso continuar ahí en el campamento, a escondidas, su inseguridad le traicionaba.
Entonces se las arregló para ensayar dentro de la sala de menesteres, en el horario menos transcurrido del castillo; el amanecer antes del desayuno.

Snape sin embargo,
no había olvidado nada y fuera de lo que le caracteriza en sus modos y formas de ser, había empezado a seguirla, seguía a la pequeña Gryffindor cuando no estaba delante de su vista.

Cuando no la veía en el comedor se iba, cuando no la veía en el patio la buscaba, cuando estaba por los pasillos regresaba al campamento pero este permanecía vacío, intentaba quedarse un pequeño instante más a ver si volvía pero no lo hacía y a pesar de perderla la encontraba, como fuera la hallaba.

Cualquiera podría decir que esa obsesión repentina no le daba buen testimonio como hombre, aquello claramente era acoso pero en realidad lo único que le preocupaba, la razón por lo que la seguía era asegurarse que vuelva sana, por las cosas vistas en su mente no tenía idea de cuándo pasaría pero sabía que sí seguía metida e interesada en cosas de ese libro se podía lastimar.

Trataba de adivinar dónde, en qué sección del libro estaba, incluso las clases de pociones se habían vuelto más complicadas, primero para que todos aprendan por igual pero después para que ella, esa jovencita de cabellos rizados tenga una buena base para una poción exitosa, le atemoriza esa noticia que se había metido en su mente.

“Hemos encontrado su cuerpo, es tarde para hacer algo por ella” el pensamiento era terrible pero era un invento, era ficción, eran recuerdos, ese trauma de saber que moriría, cuando él estaba en problemas durante la guerra.

Y también tenía esas palabras juguetonas para convencerlo de que se quede con el libro.

“No tengo padres, Señor.”
Él había tomado aquello como era, una simple manipulación patética pero en el fondo de su sentir fue un: “No tengo a nadie”
¡Oh no!
otra vez él siendo joven, otra vez él y su pasado.

“Hemos encontrado su cuerpo, es tarde para hacer algo por ella.”

Se imaginaba que eso habían comentado los demás, se imaginaba que así pasó con él cuando tenían al terminar el día su cuerpo inerte desangrado y frío.

¡Vaya no era así! si el mago supiera que encontrar su cuerpo sólo le importó a Minerva…

***

Era viernes en la tarde, algunos alumnos estaban cerca del lago o reposaban sobre las colinas, jugaban en el campo deportivo, detrás del castillo o en la cascada hechizada que terminaba en un arrolló hermoso.

Ella estaba detrás de la cabaña de Hagrid, apoyada contra la madera pero sentada leyendo sin parar aquel libro.

Ron, Seamus, Neville se acercaron para avisar, al parecer el límite y tiempo de estar afuera del castillo se había terminado pero Hermione no hizo caso.

-Ya voy, niños, estoy un poco ocupada. En unos minutos nos vemos.

Y permaneció en silencio, en lectura atenta, interesada, un poco más de lo que ella misma hubiera medido hasta que la sorprendió el conserje Filch con un humor de perro rabioso.

-Srta, va a tener que acompañarme a dirección.- El rostro de satisfacción por atrapar a la prefecta de Gryffindor era notorio.

Hermione ni lo miró sino que se molestó.

-¿Por qué, yo qué hice?

-Si no viene por las buenas tendré que llevarla a la fuerza.- Añadió acariciando su gato.

La joven alzó la mirada, vio su reloj y dijo:

-Ya voy, sólo fueron unos minutos más.- Su ceño molesto y amargo retó a Filch.

-¡Se lo advertí!

Y en eso una figura de capa atrás del hombre se anunció con un:

-No, no…- Hubo silencio repentino. -No te vayas a equivocar. No la puedes tocar.- El tono fue duro, fue correctivo, fue intenso para mostrar su autoridad.

Hermione se puso de pie de inmediato, era el profesor Snape y no quería hacerlo enojar.

-Yo la acompañaré al castillo.- Añadió el mago cuando la joven empezó a caminar al lado del guardallaves chismoso.

La joven se detuvo para esperar al profesor y dejar que Filch continúe su camino al castillo.
Entonces el ex director le habló con seriedad, con la voz expositiva, incluso un poco calma pero ella no se atrevió a subir la mirada. “Ahora es cuando me castiga, adiós fin de semana, Hermione.”

-Sé que usted es muy correcta…- Dio un paso hacia ella con la mirada altiva levemente hacia abajo pero su cabeza se mantenía recta y al frente, la punta de su mandíbula apuntaba la cúspide más alta de su orgulloso y poder. -Usted tiene buen sentido horario, sabe usar un reloj, sabe usar un giratiempo, no le gusta ser indisciplinada, colecciona buenas notas…- Lo último fue como escupido al suelo para poner desinterés completo de que todo lo dicho le importaba un pie de mandrágora. -¿Por qué… Entonces… Hoy se le ha insistido a que cumpla con ingresar al castillo, es acaso que de un momento a otro tiene hambre por fastidiar la paciencia de sus autoridades? ¿Sí es usted la señorita Granger? Y si su respuesta es sí ¿Está segura que lo es, es usted?- Snape ya había encontrado un pasatiempo, la persona perfecta para molestar, ella, esa jovencita que tenía la copia de su libro.

-Soy yo, señor, lo que pasa es que…

-A VER, ESPERE… No he terminado de hablar.

-Lo siento, siga.- bajó la cabeza.

-Míreme a los ojos.- Ordenó con ganas y ella subió a mirarlo con temor. -No quiero que Filch insinúe que puede faltarle el respeto forzándola a cumplir una regla que usted sabe de memoria desde antes de conocer el castillo. Sea prudente y sea sensata, la mala conducta puede arruinar su historial de prefecta y sus buenas recomendaciones hacia una escuela de enseñanza externa. ¿Por qué desobedece, es acaso que quiere un castigo? ¿Hoy se levantó con el pie rebelde?

“Oh no no no, no quiero un castigo.” Se dijo la joven en la mente y esperó el tiempo prudente para hablar.

-Lo siento, yo le decía que me entretuve en el libro y perdí todo sentido horario. Yo no tengo intensión de molestarlo.

-También todo el sentido del correcto comportamiento, la próxima que un compañero le diga “Es hora de irse al castillo” por más inepto que este sea, hágale caso.- Se hizo al lado de la joven quien volvió a bajar la mirada y guardó el libro en su capa. -¡Camine, es hora de cenar!

Hermione avergonzada lo siguió en completo silencio.



💡VEN CONMIGO – OS

________________________________

UNA SEMANA Y MEDIA DESPUÉS…

Cerca de las cuatro de la tarde en clase de pociones de último año, se celebraba el día internacional conmemorativo a las muertes de la primera guerra contra Grindelwald, los jóvenes tomaban los cuchillos por primera vez sin asco, se sentían orgullosos, un poco triste por los malos recuerdos pero orgullosos de hacer exacto o aprender en una clase que con suerte no se había quedado sin profesor.

Qué tontos de apenas valorar esa figura, ese excelente profesor. Los alumnos de sexto y séptimo compartían por única vez el mismo horario, no habían tenido la dicha de recibir una clase con ese profesor, los de sexto, porque ellos tenían a un extranjero ese último ciclo.

Sí, Severus Snape estaba vivo, y aunque parecía increíble para muchos en clase también lo era para la jovencita que lo observaba desde una esquina del aula con cuidado y timidez de ser descubierta.

Era una situación de saberlo y no creerlo, saber desde antes que ese hombre sería capaz de vivir por sus propios conocimientos altos y soberviamente intelectuales.

Ella lo veía porque el hombre estaba en silencio, como nunca, paseaba por aquí y allá dando indicaciones sin renegar, sin alzar la voz o insultar a los más jóvenes.

Veía su cabello negro y lacio cubrir levemente su rostro mientras que guiaba a dos alumnos, uno de ellos tenía el hombro dislocado recientemente recolocado y al otro le faltaban dos dedos.

Esa voz que tenía el mismo tono de antes con apariencia de traer las ganas de ayudar como nunca antes la hizo pensar en acercarse más, para saber si el hombre era capaz de mostrar una forma de ser distinta a años pasados o más cercanas; a las dos últimas clases con él y sus pociones más difíciles de hacer que vivir una vida oscura de mortífago.

-Señor Towsel, necesitamos cortar junto a la espina, el animal es venenoso por eso que el cuidado debe ser medido a extremos de delicadeza.- Señaló con un dedo lo que habían de cortar, el animal era muy baboso. -Esto, mire aquí, este es el saco de veneno que tenemos que ver completo debajo de nuestros dedos, es peligroso si lo explota durante la maniobra… Por favor tenga cuidado.- La voz del mago era de completo interés.

“¿Snape está diciendo “por favor”? 😱 Pensó la joven sorprendida.

-Gracias, profesor.- El joven susurró con timidez y Snape en una seña de mano expresó como si no le debiera nada.

Siguió rondando detrás y en frente de cada fila de pupitres en torno a toda la clase, eran muchos alumnos los cuales antes hubieran podido desquiciarlo.

Por alguna razón Hermione Granger quería que él estuviera más cerca, quería que le toque aquella supervisión especial.

“Si viene conmigo… ¿Me avergonzará en público? Está muy extraño, necesito saberlo.”

Y como llamándole con la mente este se acercó con manos sujetas detrás de la espalda y postura seria delante de ella observando su trabajo en silencio hasta que él decidió posar su gran mano tibia y pálida sobre la de ella.

-¡NO, jovencita. Así puedes lastimarte!- Dijo indignado y levemente alterado a pesar de usar una voz casi imperceptible.

“¡Ayyy nooo, sí lo va hacer, me va a avergonzar y delante de sexto año!” Los nervios regresaron a ella y desplazaron la curiosidad de tenerlo cerca.

El hombre rodeó el pupitre para estar junto o detrás de ella, su grande y pálida mano derecha la posó en el hombro derecho de la joven y la otra sujetaba superficialmente la de ella señalando con su dedo índice el lugar exacto donde debía cortar.

Hermione le dejó hacer porque en realidad no había destripado a ese pez de río amazónico antes.

“Está bien, merezco que me grite, señor.” Bajó la cabeza pensativa.

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