Snape no pudo dormir al pensar que la vería de nuevo, vería de nuevo a esa jovencita seria de clase de pociones, a la que tiene una sonrisa hermosa cuando piensa en algo que acaba de leer, la jovencita que a veces tiene manías pequeñas cuando escribe, una de esas por ejemplo; morder su lápiz o acariciar sus labios con el extremo de su gran pluma naranja.
Pero antes de verla en la noche tenía que lidiar con una clase, una sola y después la cena.
Las emociones de la estudiante se mantenían dentro de ella como encerradas en una esfera de vidrio con la que se adivina el futuro, la razón era que no podía ser obvia porque sus amigos estaban con ella los momentos del día en que estaba desocupada, tenía que evitar las preguntas, tenía que evitar sonreír de la nada.
Pero lo hacía, no podía evitarlo, sonreía al verse al espejo y sin querer cuando pasaba cerca de una armadura pulida de plata.
Llegó unos minutos antes al aula, usualmente era así, la joven Gryffindor era la primera en acomodar alforja y utensilios.
Extrañamente el mago quiso hacer la excepción, se adelantó al aula para no verla repleta de mocosos y así observar a Hermione más tiempo, sin testigos oculares que pudieran juzgarlo de mala gana.
El hombre solía ser puntual y los alumnos sabían que cuando la campana de las tres sonaba debían estar dentro porque luego Snape azotaba la puerta al cerrar con brusquedad hasta la hora de terminar la clase.
Así llegó minutos antes tan sólo para deleitarse con la vista en lo ordenada que era ella al poner su libreta y dos plumas sobre la mesa y sacar su libro, con esas manos delicadas y suaves, tocar los textos como si se fuera a romper al cambiar las hojas.
Intentó concentrarse en sus cosas con las manos atrás de la espalda viendo el armario en el fondo del ambiente, quería descubrir o detectar algo que no estaba en su lugar, leía las etiquetas en voz baja y a veces no podía evitar mover los labios.
Su sentido de la percepción como siempre tan desarrollado le advirtió la presencia de ella muy cerca, sintió sus pasos además de eso aroma que empezaba a rodearlo.
-Disculpe, Sr.- La dulce voz lo puso levemente intranquilo pero no se le notó.
Él no dejó de mirar las etiquetas, los señalamientos, las cajas de cartón del tamaño de pequeños porta fósforos para mantener secas algunas hiervas, sino que desde ahí con esa mirada altiva y atenta hacia la repisa, le respondió.
-Srta. Granger ¿En qué la puedo ayudar?
-No sé dónde queda el camino al lado norte del bosque prohibido, intenté averiguarlo pero no conseguí nada.- Su suave voz bajó de tono casi a ser un susurro.
-Es cierto, es uno que no está señalado en el mapa.- Volteó a verla, seguía con los brazos detrás de la espalda. -Le haré un mapa con algunas instrucciones, se lo entrego en unos minutos.
-Gracias.
-De nada… Señorita.- Soltó eso a propósito no para hacer notar que la quería tratar con respeto a pesar de los eventos sino que era necesario fingir, no podía hacer como si hubiera algo entre ellos, lo que fuese tenía que ser un secreto. Y entonces tuvo un desliz porque se le daba la gana de alterarla, sonrojar su rostro tierno como aquella vez que lo vio en el gran comedor —Te lo acercaré a tu mesa… Hermosa —también susurró mientras su mirada volteaba atenta a la puerta del salón, por precaución. Su rostro no día nada pero sus palabras subieron y bajaron unas cuantas estrellas.
Sí, Snape le dijo lo que estaba en su cabeza decir en ese instante, y le importó un bledo que hasta para ella fuera increíble.
Hermione se aguantó de sonreír, sonrojada, y se dio vuelta para regresar a su lugar, entonces los dos amigos entraron viendo al fondo del aula, también vieron que ella había hecho una pregunta a Snape.
Cuando la joven llegó a su lugar los saludó.
-Chicos, me alegra verlos temprano.- No dijo más ni los miró más, sólo se concentró en abrir su libro de pociones.
-¿Por qué Snape llegó antes, sabes algo. Minerva le llamó la atención por su tosquedad de tirar la puerta?- La voz de Ron era algo que Hermione empezaba a odiar.
No quería conversar con él, intentó ser lo más cortante que se podía con ese idiota chismoso.
-No lo sé, cuando llegué ya estaba.- Dijo ella al cambiar la hoja del libro y tocar los separadores de tela que ella misma había aplicado en el objeto, con amor.
-¿Por qué fuiste hasta el frente, te llamó para algo?- Ron quería saber, Snape no solía llamar a nadie al frente.
-Yo le hice una pregunta.- Contestó rápido.
Aunque en realidad pensó Hermione. “¡Ya cállate, estúpido!”
-¿No te mandó a volar como siempre? Snape es el peor profesor de todos, no tiene paciencia ni le da oportunidad a los estudiantes para responder.
“¿Es en serio, Ron. Pero si tú nunca participas en ninguna clase?”
-No, fue muy amable y respetuoso. Y no seas bobo, te va a escuchar.- No le importaba ver a los ojos de Ron, respondía rápido para librarse pero ni dejaba de expresar con la mirada lo que él le hacía sentir. Empezaba a caerle mal.
-¿Qué le has preguntado?- Ron insistió más.
Hermione quería patearlo pero le tuvo paciencia y quiso ponerlo en ridículo.
-Lee tu libro en la página setenta, al terminar tendrás una pregunta… Y esa es la pregunta que le hice.
Harry se dio cuenta que Hermione quería tomarle el pelo así que se aguantó la risa y no dio ninguna opinión.
Ron se quedó pensando y como nunca abrió su libro y empezó a leer.
Mientras tanto la clase de Snape se iba abarrotando con todos los alumnos de último grado.
La clase de ese día era hacer una poción para regenerar la piel quemada.
***
Después de la primera hora, cuando los alumnos se habían separado cada uno detrás de un caldero, Snape se acercó a la mesa alta detrás del caldero de Hermione y con mucho cuidado como quien toma uno de los pomos de vidrio con el ingrediente final dejó una nota cerca de la mano de la joven.
-¿Utilizará más clara de huevo de codorniz?- La voz grave y susurrante del mago la asustó un instante pero gracias a Merlín no gritó, tenía que acostumbrarse más a ella.
Hermione supo en dos segundos la razón por la cual estaba ahí, cerca a ella.
-Oh no no, gracias, ya no la necesitaré.
Snape tomó el pomo y se lo llevó.
Mientras tanto los ojos de Ron estaban encima de ella al otro lado del aula exactamente frente a esa larga mesa.
-Harry, Snape le habló a Hermione otra vez.
-Estás viendo cosas, Ron. Concéntrate en tu poción, esta vez es individual así que no lo arruines porque nos bajarán puntos.
-No, no, estoy seguro que le dejó una nota.- Ron tenía esa expresión molesta viendo hacia el lugar de Hermione, veía el rostro de la joven con atención.
-¿Una nota?- Harry alzó la mirada y junto a Ron vieron cada sutil movimiento de esas suaves y blancas manos de Hermione.
Arrastró sobre la superficie de la mesa un pequeño pedazo de pergamino y al meterlo entre sus brazos lo alzó con cuidado únicamente lo suficiente de la superficie para leer con cuidado.
📜 Muy Buenas tardes, Srta.
Hace un instante se olvidó de aquello pero no se preocupe ahora,
el leve estirar de sus labios dibujando una sonrisa es mejor que cualquier correcto saludo, verá…
Los pétalos de manzanilla tienen una textura y superfie interesante al tacto pero sin embargo no es necesario tocarlos para sentir lo que las terminaciones nerviosas en el cerebro reciben como valiosa información, la interpretación es de suavidad, delicadeza, hermosura y compleja maravilla.
Sé que puede sonar Atrevido de mi parte, pero quisiera decir que…
Aquello se puede comparar a la presencia de su angelical persona en esta humilde y oscura aula de pociones, la misma sensación…
Me causa…
El camino al lado Norte está de lado izquierdo del camino grande hacia el interior del bosque prohibido, para tomar como referencia un lugar, la entrada estará señalada con un trozo de tela roja sobre el arbusto más alto por donde antes estaba su campamento.
Hará frío, cuídese de atrapar un resfriado.
Pdta: Le dejé un dibujo a la espalda de esta nota, después de la cena estaré ahí, si tiene algún problema para llegar sólo envíe un patronus.
Atte:
Severus Snape Prince.
Hermione no pudo aguantar sonrojarse e intentar ocultar su expresión de sonrisa inevitable al traer sus cabellos hacia delante, no pudo ocultar que leer aquello la hizo sentir cosquillas en el vientre, él la estaba enamorando, lo hacía a propósito, era una conquista oficial con firma de jefe de Slytherin. Algo que por un lado no esperaba de Snape, nunca de los nunca.
No sabía que aquél hombre introvertido tenía todas esas formas de acercarse a una mujer.
Pero si supiera que esa personalidad en él era nueva, ella era quien la provocaba, esa personalidad de cuidado y sutileza, nada de brusquedad, nada de galantería falsa, nada de conveniencia y simpleza para conseguir algo rápido.
La estudiante mordió sus labios al acabar de leer el pedazo pequeño de pergamino.
Ron quién miró con atención todo se dispuso a hablar.
-Harry… ¿Qué diablos acaba de pasar? ¿Viste lo mismo que yo?
-No sólo eso, mira a Snape. No le quita la mirada de encima, esa seria mirada. Quién sabe si la amenazó o si le dijo que le subiría la nota, lo único que sé es que a Hermione no le parece tan desagradable lo que ahí estaba escrito…
-Esto está muy extraño.- Ron volvió a su poción con el ceño fruncido.
***
Durante la cena la joven no podía dejar de dar miradas curiosas hasta la mesa de profesores. Quería verlo, las ganas de estar con él la mataban de curiosidad.
Snape escribía mientras cenaba, el lado derecho de sus cabellos lisos casi cubrían la mitad de su rostro. Aquél rostro de inteligencia suprema, la atención, lo importante, ese arrugar el ceño en algunas palabras, ese leve y casi imperceptible juntar de sus delgados labios, sus manos grandes que se ven bruscas pero al tacto son tan suaves en confirmación de que es un pocionista.
-¿Hermione?- Una voz de niño la distrajo de admirar al mago negro.
La joven no volteó a pesar de la fastidiosa voz de Ron.
-¡Hermione, Hermioneeeee!
Ella mordió un pequeño pedazo de pan.
-¿Por qué miras tanto a Snape?- Insistió la patada en la canilla, Ron Wesley.
La joven volteó a verlo con el ceño fruncido.
-Me da curiosidad, ¿A ti no?.. Además ¿Qué te importa?- Las últimas palabras salieron de su boca entre dientes.
-¡Nooo, a mí me da miedo!- Ron dejó su punto muy claro.
-Pues para mí es curioso verlo.- Dijo con desinterés volteando de nuevo a ver la mesa de los profesores pero el alto mago ya no estaba. -Me tengo que ir, dormiré temprano, estoy muy agotada.- La joven se levantó de su lugar y empezó a caminar hacia el pasillo que va para la torre de Gryffindor.
Harry y Ron la siguieron hasta la torre, se escondieron detrás del sofá del recibidor y ahí la vieron salir nuevamente después de quince minutos con la capa puesta y la capucha cubriendo su rostro.
Bajó hasta el pasillo del segundo piso, caminaba cerca de los grandes ventanales hasta que se quedó quieta viendo por la ventana a la nada, con una sonrisa pensativa.
Entonces dijo algo en suave voz.
-Cerca de la cabaña de Hagrid… Mmmm por donde estaba antes…- Y desapareció, no tenía que decirlo en voz alta pero en ese instante lo hizo. Malo por ella porque le dio una pista a los jóvenes.
-¡Vamos Harry, tenemos que seguirla!
-¿En qué estará Hermione ahora?
-No lo sé pero vamos rápido con Hagrid.
***
La joven llegó donde antes estaba su campamento por el camino pedregoso, desde ahí vio el arbusto y empezó a caminar hasta encontrar el camino ancho al interior del bosque.
“Dijo que era hacia la izquierda” Pensó y dio unos pasos más hacia delante imaginando un paralelo a ese camino y sí, encontró otro lazo hecho con tela roja y un pequeño y angosto camino que desviaba ligeramente hacia la izquierda pero regresaba de nuevo después de unos metros con dirección al norte del bosque.
Caminó muchos pasos seguros con las manos metidas en los bolsillos, aún le causaba mucho temor el bosque oscuro y espeso.
Gracias a Merlín no tuvo que llegar sola, Snape la encontró antes.
-Me temía que podía perderse.- Su gruesa voz la alcanzó y venía de unos seis metros más adelante de ella.
-¡Oh gracias, qué bueno que vino por mí!- El rostro de la joven se iluminó con tranquila seguridad.
-Es cerca, siga mis pasos unos metros más.- El hombre empuñaba su varita para enfrentar cualquier problema que se presente.
Al llegar al lugar el mago tenía en una mano una lámpara encendida de queroseno, y a su derecha un arbusto alto, con hojas color azul, este tenía al menos un metro cuarenta de alto desde el suelo.
Hermione quedó asombrada, no sabía que en ese lúgubre bosque se podía dar bien una plantación de aquella raza de té.
-¡Es impresionante, Señor! ¿Cómo es posible?
-Lo sé, me costó trabajo mantenerlo vivo.
Hermione caminó hasta el arbusto y le dio la vuelta para ver la parte de atrás del arbusto donde había una pequeñita fogata y luz cálida.
Snape se acercó exacto detrás donde casualmente había dejado un pequeño caldero encendido. Se sentó con modosidad en el pasto crecido cortado y cuidado por él, dando la espalda al arbusto.
-Verá Srta. Tenemos que cortar algunas hojas y ramas, fermentar hasta grado medio y combinar con todos estos ingredientes que sugerí en esta receta que escribí durante la cena. Otro día podemos volver a probar otros ingredientes los cuales usted puede sugerir.
Hermione se sentó tan cerca a él que el cuerpo del mago se tensó pero después se relajó, la joven estaba a su izquierda pegada a su brazo.
Se quitó la capucha de la cabeza haciendo la tela hacia atrás y dejando salir sus cabellos rizos aún un poco húmedos con crema de peinar al intemperie.
Snape se deleitó de ese aroma fresco que brotó y se le quedó viendo.
-¿Quiere ayudarme a cortar algunas hojas?- La voz del mago era grave, conquistadora, sutil e íntima.
Hermione estaba muy cerca de su hombro e incluso se acercó más a Snape para ver los apuntes que él tenía en el suelo acomodado con orden sobre una tela rectangular de al menos setenta por setenta centímetros detrás del pequeñito caldero y su diminuta fogata.
Ella podía oler el perfume del hombre amaderado y varonil, quería conseguir que la abracé, sus movimientos cercanos eran a propósito.
Pero giró por su lado derecho por donde chocaba con el mago, a unos quince centímetros tenía acceso a esas hojas de planta de té azul. Estiró el brazo sin esfuerzo y arrancó con suavidad cortando desde la terminación en la ramita, algunas hojas que luego llevó hasta su nariz para oler de inmediato soltaron la fragancia del té.
-¿Puedo probar la hoja así o cree que puede ser peligrosa? Su aroma es muy fuerte pero me agrada…- Preguntó con curiosidad imaginando que el mago podía ser aún más sutil para captar su mensaje de doble sentido.
Snape arrancó otras dos hojas levantando su mano derecha por encima de su cabeza y regresando esta hasta estar cerca del rostro de Hermione.
-Pruebe, muerda un poco si quiere, yo me hago responsable de lo que pueda suceder, Granger.- Ambos ya estaban susurrando.
Snape acercó esa hoja cerca de los labios de ella quien miraba ligeramente al suelo y un poco del levita del mago.
Y entonces ella empezó a acercarse para darle un mordizco pero con astucia Snape adelantó su rostro cuando ella ya había tocado la hoja con sus labios color carmín. Y le robó un beso, un suave y casto beso.
Snape no se apartó después, se quedó viendo atento la reacción de ella, su mirar, sus labios.
La estudiante sonrió porque el mago estaba aún más cerca. Hermione se había quedado quieta viéndose en los ojos negros e interesantes de Snape.
-¡Pida que lo bese, Sr!
-No, no está bien.
-¿Qué pensaba que ocurriría esta noche?- La joven tenía la voz más encendida, deseosa y calma. Los susurros dejaban sentir su aliento fresco al mago.
-Que tomaría un beso suyo cuando se descuidara.- sin rodeos, el mago ya no se callaría nada.
-¿Sabe qué quiero decirle, sabe por qué vine?
-No lo sé todavía. Pero dígame ¿Por qué vino?
Hermione acercó su rostro al de él.
-Quiero confesar algo.
-Maravilloso, dígame.
-Todo lo que pasó lo recuerdo, no lo olvidé, no tuvo que mostrarme nada después. Todo el accidente, lo que le dije, lo que sentí por esa poción…
-Lo sabía pero tenía que ser respetuoso y caballero. Más aún contigo, Srta. Granger.
-Llámame por mi nombre si deseas.
-Hermione, dulce Hermione.- Snape tenía las hormonas adultas alborotadas por esa jovencita de Gryffindor, ya no era una novedad.
La empujó hasta tenerla debajo de él, tan sutil que ambos podían preguntarse ¿Cómo acabaron así?
Hermione sonreía con tal coquetería y esa mirada tan penetrante que el mago sólo tiraba más leña a su llama encendida por ella.
-Severus ¿Vas a cuidar de mí?
-Todo el tiempo. Lo juro con mi vida.- El susurro era definitivamente conquistador.
-Usted es un hombre encantador, recto e inteligente, le admiro a además de que me gusta mucho. No sólo es el profesor, ya no lo veo así. Es un hombre interesante y atractivo, quisiera tenerlo más cerca a mí.
-¿Soy todo eso? Es grato escucharlo de sus hermosos labios, sobre todo verlos tan de cerca tentado a morderlos y besarlos hasta que los míos le digan algo que pienso de usted durante el acto. Primero, lamento haberla molestado y haberla tenido en vigilancia un pequeño tiempo, lo que no lamento es haber visto lo hermosa que es usted, tan delicada, tan antojable y mimable. Segundo, Eres toda una mujer la mejor que un hombre puede querer. Yo por ejemplo, la he querido conmigo muchos días y otros me he culpado de soñar teniendo el privilegio de decirle que me gusta que me gustaría tener el derecho de reclamar algunos detalles suyos.
-¿Qué quieres de mí?- La voz de Hermione era el querer más, el quererlo a él.
Snape empezaba a agitarse.
-La quiero a usted cerca de mí. Sea mi cómplice de secretos que sólo pueden tener dos personas, Sea esa única razón para salir corriendo de cada clase hacia sus labios. Sea un regalo que no merezco dicho en un oído y en la oscura noche, sea mi deseo más íntimo al dormir. ¿Cómo se dice ahora? Ohh sí… Sea mi novia…
Pero no temas, prometo no tener ningún derecho sobre su persona además del que usted me otorgue gratuitamente.
-Ahh sí.- Asintió y mordió sus labios ¿Qué cree? Yo quiero ser su novia…- Hermione estaba emocionada, nunca pensó que alguien le hablaría tan apasionado y romántico y menos ese hombre que estaba delante de ella. O bueno… Sobre ella sin mala intensión.
-Muy bien, que así sea. Yo la procuraré en todo lo que necesite. Desde hoy es mía y yo seré suyo.
Hermione bajó la mirada un segundo, su sonrojo era para ganar un premio de exageración y es que Snape así la ponía.
-Ahora quisiera pedir algo, Severus.- Dijo tímida.
-¿Qué necesitas? Expresa lo que quieras con confianza.- Snape no de baja de subir y bajar la mirada de sus ojos a sus labios de sus labios a sus cejas y pestañas.
-Quiero sentir las caricias de sus labios, los labios que dictan las clases más difíciles de pociones que jamás había visto.
Snape sonrió de lado frente a ella maravillandola en un instante.
Se acercó y empezó a besarla, soltó todas las hojas que cayeron al pasto a lado de sus cuerpos, eran sólo besos y caricias en el rostro, caricias en el cabello, besos en el cuello. Humedad de sus bocas mezclándose, la intensidad subía hasta que él se atrevió a separar sus labios con su lengua para entrar en esa tibia cavidad recorriendo cada rincón, danzando al rededor de esa suave y roja lengua tímida que no sabía muy bien aún sin embargo aprendía con rapidez y le respondía igual,
hasta que ella atrapó en el beso su lengua chupándola al interior como queriendo pasarla a su garganta, así lo hizo un par de veces más.
El beso casi duró como media hora, ninguno de los dos quería soltar al otro.
Aquel sentir fue una locura para el pocionista, estaba bastante excitado pero no se precipitaría, habían comenzado algo. Eso era “El comienzo de algo.”
-Me encantas, jovencita… Por favor sigamos con el Té. Más me vale no continuar porque podría perder la cordura.- Su voz grave le hacía daño a la joven, definitivamente le causaba tantas sensaciones.
Se enderezó hasta estar sentado y la ayudó a acomodarse de nuevo en su lugar. Como pudo recogió todas las hojas que habían caído al suelo.
Hermione no dejaba de verlo desde donde estaba, lo apreciaba con atención mientras los labios le temblaban por la intensidad del mago y su rostro ardía de calor.
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