Veneno y Té-more Capítulo II Insolente

Flasback

-¡Fue Snape quien lo mató, lo vi, él le rogó por su vida!

-Harry no puede ser, el profesor Dumbledore confiaba en él.- Dijo la bruja quien analizaba dentro de sus recuerdos todas las veces que vio sin querer al director y al mago de Slytherin hablar en privado y a escondidas en algún pasillo del castillo o incluso en la misma torre de astronomía. Recordaba esas sutiles marcas de ayuda que no eran del director durante todos esos años, su ceño fruncido no le dejaba creer lo que escuchaba. -Debe de haber una respuesta lógica detrás. El hombre es oscuro y se rumoreaba que también mortífago sin embargo hay vacíos e imposibles en su comportamiento, si él hubiera estado de lado de Voldemort te hubiera matado desde hace mucho o incluso al director no tiene sentido que sea hasta hoy.

Harry con los ojos rojos se perdía en la mirada de su joven amiga, quería que fuera así, no haber tenido que ver que aunque empezaba a confiar en esa ayuda extraña del pocionista, su sexto sentido no podía aún aceptarlo y terminó por confirmar que no era bueno sino malo, el hombre era malo.

-Basta, Hermione, ahora es cuando debemos aceptar que no hay nadie en quién confiar, sólo nos tenemos los tres por ahora, debemos encontrar esos objetos malditos, destruirlos uno a uno…

-¿Él era, cierto? ¿Era el príncipe mestizo?

-Sí.- Harry con lágrimas en los ojos de fue dejándola sola en el borde del bosque prohibido. -Y por lo que veo protege a Draco.

“¡Era su libro, no fue un accidente que Harry lo tuviera en sus manos, otra vez nos ayudó, otra vez lo hizo, profesor! ¿O el director se lo pidió, y si así fuera por qué lo hizo?”

-Nos ayudó, nos ayudó… El profesor Severus guarda un secreto, no es un completo desgraciado estoy segura.- Hermione empezó a caminar con dirección al castillo, debía ordenar sus cosas para irse. Recitaba eso seguido de sutiles susurros para ver si algo le respondía con sabiduría, cualquier recuerdo inmediato.

No se había dado cuenta al llegar a su torre que los estaban siguiendo desde hace rato.

finflashback

Sábado como otros, los jóvenes decidieron ir a Hogsmeade 

Mientras hablaban en la puerta un hombre con capa que cubría su rostro pidió su bebida para el frío y se sentó al otro lado de la barra dando la espalda hacia la señora que servía las bebidas a dos hombres ancianos.

Hermione empezó a ver en el mostrador algo que comprar y degustar pero luego se acercó a la dependienta y sonrió.

-¿Lo mismo de siempre, Srta?

-Sí Ruperta, gracias.

-¿Cuántas gotas de menta?

-Esta vez ponle cuatro.

La mirada del hombre en una esquina se alzó levemente hacia ella con el ceño fruncido después de concentrarse en el reflejo de su mandíbula sobre el cristalino opaco de su bebida. Fue como si hubiera retrocedido el tiempo unos minutos antes pero no, era que esa joven parecía beber lo mismo que él bebía.

Hermione recibió la bebida en la mesa y cuando la tuvo en frente aspiró el aroma como si fuera algo más valioso que una simple taza de té.

-Herm, Ron dice que debemos salir de viaje a acampar a algún lugar en las vacaciones.

La joven sin perderse esas tonadas finales del aroma a menta, respondió.

-Vacaciones já, como si no hubiera sido suficiente el tiempo perdido hasta hoy. Yo…- Absorbió su té con delicadeza en un trago mediano y placentero. -Me quedaré en el castillo, creo que tendré muchos días para repasar las tareas y exámenes próximos.

“Campamento, como si eso fuera algo nuevo para mí.”

-Por una vez en la vida, Herm, relájate de la escuela y las buenas notas.

-Ginny, luchamos para continuar nuestras vidas, esto es mi vida. Les agradezco la invitación pero necesito distraer mi mente como antes en cosas que de verdad son provechosas y dan seguridad.

Hermione tenía un secreto, se había hecho de un libro de la biblioteca, era pequeño pero tenía hechizos, pociones y cosas interesantes para practicar a solas.

***

Dos noches después se salió y caminó muy lejos a la espalda del campo deportivo donde había una pequeña colina y camino, la colina tenía un verde magnífico y el camino era accidentado y pedregoso. Casi nadie iba hasta ahí y menos a esa hora, se había hecho una pequeña tienda de campamento con expansión días atrás y dejó algunas cosas para regresar de noche, entre las cosas estaban objetos de pociones, ropa limpia y algunos libros de notas, hizo un hechizo de protección para hacer de su campamento un lugar privado, así, sólo ella descubría la forma de entrar.

Leía atenta los hechizos que allí estaban susurrando y moviendo la varita con suma sutileza y cuidado.

Pero alguien andaba cerca, alguien que la había seguido y vio cómo desapareció frente a sus ojos al tocar el nivel del suelo, habiendo atravesado las grandes puertas del castillo hacia el exterior.

Ese alguien caminó tan cerca del campamento protegido que en un instante la magia lo atravesó. Entonces lo supo de inmediato, era ella, la joven planeaba algo.

Se irguió empuñando la varita muy serio y enojado, con un finite de su varita traspasó la barrera de protección, caminó hasta el campamento e ingresó viendo a todos lados. Y así, con una voz tenebrosa levemente cantada dijo.

-¿Señorita, Graaaaangeeeeeeer? Señoriiiitaaaa, creo que está en graves problemas.- La última parte regresó a ser su voz natural y molesta pero nadie le respondió. Extrañado con aquello ingresó más hasta el compartimiento lejano a la puerta y entonces la vió leyendo aquel libro de magia en sus manos, además de unos osados aparatos muggles cubriendo sus orejas. -¡Oh maldición, tendré que hablar de nuevo!- La iba sorprender y restar mil puntos a su casa hasta que… lo intentó, se metió a la nada frágil mente de la joven.

Vio cómo consiguió el libro y además una cinta, la cinta de un joven estudiante del pasado que guardaba hechizos y una que otra poción. Aquella cinta fue tomada de su lugar,  la sala de menesteres.
Lo más importante a resaltar era la libreta, un obsequio escrito a mano para una joven hermosa de cabellos lisos.

Hermione no lo sabía.

-¡Bendita ladrona!- Dijo en susurro enojado a más no poder dispuesto a arrebatárselo de las manos. Pero se detuvo cuando ella habló.

-Es magnífico, ¿Cuántos años tendría?… Definitivamente es admirable la capacidad de realizar tantos hechizos, aprenderlos de memoria. Si tan solo, si yo pudiera…- Snape retrocedió un paso, se arrepintió de molestar su clandestino aprendizaje. -Si pudiera retroceder el tiempo hasta llegar a su época le diría que me lleve al baile.- La joven sonrió y se quitó los audífonos hasta posar la mirada en la puerta del ambiente, no había nadie pero en un momento sintió que sí.

“Sonrisa endemoniada, caramba, linda sonrisa de satisfacción. Le dejaré un rato que se divierta con aquellos juguetes y la siguiente semana la acorralaré en su desobediencia y atrevimiento, la haré sentir vergüenza para que Minerva se sienta orgullosa.” Su rostro sin expresión se fue junto con él hasta llegar a las mazmorras en pasos de guardar las cartas maestra bajo sus mangas.

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