Santino 2 Saga (EAUMT) Capítulo III Suave Montaña

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Habíamos terminado de instalar las siete tiendas de campaña, pensábamos que quizá nos quedaríamos una noche.

Las fotografías empezaron de inmediato, George más que diseñador era un chico atractivo, y había participado para otras agencias como modelo de ropa en sesiones fotográficas. 

A Gabriel le pareció buena la idea que se hicieran las fotografías con su rostro así que comenzaron de inmediato. Lo que hizo a George un chico más egocéntrico de lo que ya era.

También utilizaron el croma en las fotografías individuales para cada prenda y algunos otros objetos como estantes, se lucieran.

Qué tranquilidad sentí al ver que se estaba avanzando con las tomas.

Gabriel no se despegaba de ninguno de ellos. 
El tiempo avanzó aún más veloz que antes y casi eran las cuatro de la tarde.

-¡Ya casi acabamos chicos! 

Dijo Ariel

Yo no tuve que cargar las cámaras que llevamos, Ariel se movió muy bien en las tomas y casi no necesitó mi ayuda.

Cuando llegó las seis de la tarde se empezó a arreglar los escenarios para las fotografías nocturnas.

Levantaron los estantes, armaron los cascos para los cromas, el cableado y la luz estaban listos. Lo único que faltaba era esperar la madrugada, exactamente “tres de la mañana” Cuando las estrellas estaban más espesas en el firmamento.

Cerca de las siete de la noche habíamos ido hasta el hotel más cercano a veinte minutos de aquí para comer en su restaurante. 

Fue una cena simple pero deliciosa que nos hizo regresar a las nueve. 

No podía evitar ver de reojo a Gabriel porque sentía que ponía sus ojos sobre mí. Era un estado que me gustaba, porque era un hombre muy atractivo, yo nunca me consideré miss universo pero para que él me vea así debía de estar al menos “guapa”. 

Me sentía incómoda pero esto también alimentaba mi ego… ¿A quién no le gusta eso? 

No sé si resistía o ignoraba lo que pasaba pero lo hacía no por evitarlo, no por evitar que pasara a ser algo incómodo (Ya que así debe ser, “Incómodo”) sino para desentenderme realmente de este asunto que “le gusto”. Y que “¡Sí que le gusto!”.

Al fin y al cabo las cosas habían pasado hace mucho tiempo atrás, él lo recordó, casi cinco años de estar lejos. ¿Sí debía de intentar hacer todas las cosas “nuevas”? ¿Sí debía de verlo como una persona diferente?

Es que lo veo y no lo creo… Ahora mismo incluso mientras tomo este café caliente… Y él ahí rodeado de otros hombres, siendo uno más de ellos.

¿Ustedes lo han hecho alguna vez? Quizá no con una taza de te, sino ver al horizonte que quizá él puede pasar. No una imagen, no un rostro, sino la persona que es para ti.

Me di cuenta que venía hacia mí… Y comencé con las voces en mi cabeza.

¿Qué harás esta vez, Keyla? ¿Vas a correr como aquél día en la cochera?

No, esta vez no. Esta vez intentaré hacer bien las cosas, no seguiré su juego.

¿Y qué tal si no es un juego?

Sí, sí es un juego, un bendito juego de sus artimañas con telas de araña.

No, míralo bien Keyla, es un hombre… También se ve decente.

-¿Te estoy interrumpiendo? —su voz salió curiosa.

-No claro que no.

-Ahh es que me dio la impresión que sacudías la cabeza para ambos lados como si negaras e intentaras que no se note.

-Oh sí es que sentí de pronto como un calambre en el cuello —salí de eso rápido aunque no lo suficiente inteligente.

-¿Eso es lo que te hago sentir? —solrió con picardía.

-¿Sabes qué? Sí me haces sentir calambres.

-Y Ahora dirás que como los dolores estomacales que sientes cuando te pones mal del estómago —el chico parecía conocerme bien.

-Mira, no pensé que fueras adivino.

-Jajajaja. Suponía que ibas a estar a la defensiva como has estado desde que supiste que era yo.

-Perdóname, sí me impresionó esto. Me imaginaba, no lo sé… Había pasado por mi mente un día encontrarnos, quizá en un café contándome cómo te había ido en Inglaterra y América. Y yo presumiendo a esa persona que se despidió de mí aquél día. Aquél día fuimos amigos…

Él me interrumpió.

-Si quieres no digas nada más. Mejor te diré que, si mi vida hubiera comenzado con ese día en la reunión de empresas europeas. Sentiría lo mismo que siento ahora. Sé que duele hablar del pasado y tú no quieres o aún no puedes olvidarlo por eso te propongo que esta cercanía que quiero… Comience ese día. ¿Y por qué no hoy?.. Me gustas de verdad. Me gusta tu rostro delicado, tu sonrisa sincera, tu carácter fuerte, esa forma de querer proteger a otros. Tus ojos de color caramelo con esa mirada seria, y ese beso ¡Diossss! ¡Por eso no pude olvidarme de ti!

-No sé qué decir —las piernas me temblaban.

-Sí, dirás que estoy loco, casi puedo leerlo de tu mente.

En eso llega George e interrumpe la mirada que nos dábamos, esa mirada que tú le has dado alguna vez a alguien cuando te sientes confiada.

-¿Qué está pasando aquí?

-Hola George, jajajja, estaba hablando con la Jefa —soltó eso rápido para no dar explicaciones.

-Me parecía más que coqueteabas con ella.

-George, ¡Qué indiscreto eres! —lo acusó con la voz y la mirada.

-Pues es lo que veo. Pero déjame advertirte que esta jefa es mía.

Y Luego llega Ariel…

-Estás equivocado, esta jefa sólo es Mía.

Los interrumpí para decir:

-¿René tu no dirás nada? —invité al último de mis chicos a participar.

-Sí, la verdad es que usted está muy buena —español tenía que ser, Franco  y lindo.

-OOOOOOOOyeeeee! (Todos comenzaron a hacer bulla por lo que dijo el tranquilo de René)

-René, pude creer cualquier cosa de ti pero menos que dijeras eso —quería hacer que se ponga nervioso.

—Es que yo… —quiso añadir. Los colores ya habían invadido su rostro.

-Uyy, alguien va a perder su trabajo. (Dijo George)

-Ya no sean payasos y vayan a perderse por ahí. —Dije riendo por sus tonterías.

René interrumpió

-Keyla, no te das cuenta que somos seis hombres sólo para ti. Podrían pasar cosas que no te imaginas.

-¿Quéeeee? ¡Oye ya para el acelerador de tus hormonas! —lo que sí sí fue demasiado.

-JAjajaja la jefa ya se está imaginando eso, mírenla, ya está roja. (Dijo George)

-Basta George, mejor piérdanse en el bosque.

-¿Quién va primero? (Dijo Ariel que por cierto es casado y su mujer le pega)

-Basta chicos, al que me ponga las manos encima pierde uno de sus dedos contando también el grande.

Ariel dijo:

-¡Aushhh! Era una broma, Keyla. ¿Quién quiere hacer excursión?

-Venga, vamos a caminar por el bosque. (Dijo George y todos se fueron)

-Ve Gabriel, anda con ellos.

-No, yo estoy cansado, de hecho siento sueño pero prefiero quedarme a platicar. Ellos interrumpieron lo que decía y no quiero quedarme sin hacer que sonrías…

Lo interrumpí y dije:

-La otra noche recordé…

Él interrumpió de nuevo

-Te refieres a ese beso… Aquél cuando abriste la puerta.

-Vaya, no me asustes… Empezaré a creer que sí puedes leer mi mente —añadí nerviosa.

-No tienes que decirme nada de ese día. Siento haber forzado algo tan hermoso como un beso. 

Bajó la mirada y añadió…

-Sentí lo que hiciste. Querías quitarme de encima pero tu lástima me besó con amor real.

-No fue así. Sí vi la rabia de ese beso, vi como comenzó pero no terminó mal. Sí respondí a ese beso con las mismas ganas que te besé la otra noche.

-¿Entonces te gustaba?

-No, no es eso… Creo que fue “Entregarme al momento”

-¿Y Ahora? (Se acercó más a mí)

Tomó mi mano derecha con la suya y movió su silla más cerca a mí.

-No lo sé… (Susurré viendo sus labios acercarse más)

Se fue de largo hasta mi oído izquierdo. Con esa voz tan grave y susurrante de hombre fuerte.

-¿Puedo besarte?

Nos quedamos muy quietos…

-Prefiero que ahora no. Aunque mi mente me incite a que sí.

-Yo te espero, linda —Se refería a que quiera besarlo.

-Gracias.

Entonces nos erguimos para regresar a la normalidad sobre nuestros asientos. De pronto vi que llevó la mano izquierda a su hombro derecho.

-¿Qué pasa, te duele?

-Sí, me disloqué el hombro hace unos cinco meses cuando peleaba con un abusivo.

-¿Tú peleaste?

-Sí, en el gimnasio. Este quería pegarle a su novia… Ella estaba ahí.

-Ahí tengo unas pastillas para desinflamar y creo que también es para el dolor.

-Oh muchas gracias pero prefiero no tomar más medicamentos. Mi estómago ha sufrido varios años. De hecho aquí en el bolsillo tengo una pomada para el dolor. Casi siempre la traigo conmigo. Aquél día me caí al suelo sujetando su cabeza, puse mi hombro como respaldar de su nuca porque si seguía peleando, le pude haber roto el cuello.

-Sí que las hormonas te han hecho bien… Ya comienzas a sonar como un hombre.

-¿Por qué lo dices? ¿Bromeas?

– Por su puesto que bromeo, andar por ahí peleando no es de caballeros. Además lo dije por el orgullo equivocado en el tono de tu voz al contar esa hazaña.

-Jajajja. Fui a terapia dos meses, y no creas que lo disfruté, me refiero a pelear. Recuerdo que estaba temblando del coraje.

-Sí entiendo, eso suele suceder porque la presión de la sangre sube hasta la cabeza. 

-Entonces fui a terapia para el hombro durante dos meses seguidos pero me dijeron que lastimé uno de mis tendones así que a veces va a doler.

-Si deseas puedo ponértela —le señalé la pomada.

-Eso estaría estupendo. Me agradará no mover ni un sólo dedo y sentir el alivio del adormecimiento.

-Y decide… Antes de que me arrepienta.

-Está bien, me quitaré la camisa.

-Bien.

*
🎄

Se levantó de su asiento… Se quitó la camisa por la cabeza como si fuera una playera, y se dejó el vividí puesto.

-Ven, siéntate más cerca a la tienda para que no choque el aire contra tu espalda.

-Suenas como toda una experta.

-Calla. En la universidad jugaba baloncesto y era usual echarnos crema anti contractura entre todas, tanto en el hombro como en la espalda. Por cierto, tengo una mejor idea. Traeré la colchoneta de la tienda y la pondré tendida en la puerta para que te acuestes boca abajo.

-Eso suena bien.

-Dame un segundo.

-Vale.

Traje la colchoneta enrollada, la desaté y coloqué en la entrada de la tienda por el lado de afuera.

-Bien, ya puedes acostarte.

-Gracias… Vamos a ver qué tanto mejora el dolor.

-Te aseguro que te vas a arrepentir de darme el poder de la pomada.

-Jajajajja.

-Tranquilo, sólo relájate y trata de estirarte todo lo que puedas hacia el suelo, como si esparcieras una masa de pan sobre la mesa.

-Gracias, por verme como pan.

-Ahora inspira con profundidad.

Me subí sobre sus glúteos y coloqué mis dos manos tocando cada mitad de su espalda.

-Eyyy, ¿Tan rápido te subes sobre mí?

-Ponte serio porque te puedo lastimar.

-Ok, tu sigue.

Tomé la crema y puse un poco sobre la palma de mi mano. Soplé un poco sobre ella para que no esté tan fría. Luego deslicé mis manos sobre sus dorsales. Poco a poco subía hasta sus omóplatos para concentrarme más en el hombro derecho. Empujaba con mi puño derecho sobre el camino del trapecio, para luego llegar hasta el comienzo de su brazo. Estiré su brazo derecho sobre la colchoneta para arrastras mis dos dedos pulgares sobre su piel, haciendo un camino al mismo tiempo que buscaba un nudo o contractura.

-¡Ouuuush! ¡Esto es exitante!

-No hables, porque lo pondrás tenso.

-Se siente tan bien.

-Basta.

Empujé con mi mano su cabeza contra la colchoneta para que no se ponga tenso.

-Aquí encontré la contractura. Es muy pequeña pero intentaré estirarlo con presión.

-¡Ayyyy sí sí, ya la encontraste! Espera, espera! Siento que va a saltar algo de ahí, en mi espalda.

-Es que la contractura es tu músculo echo como un erizo asustado.

-¿Una bola de espinas?

-Así literalmente. Respira cada que ponga presión, vota el aire muy suave.

-Bien. Ayyyy ayy ayy ¡Espera espera!

-Tranquilo, trata de soltarte porque te estás poniendo duro de nuevo.

-Es que… Bueno… Que conste que tú lo dijiste.

-Otra vez, déjame porque te puedo lastimar.

Hundí de nuevo su cabeza contra la colchoneta por lo payaso que se ponía.

-Vale, pero déjame morder la camisa.

Él se resistía y aguantaba la respiración en vez de soltarse. Traté de hacerlo más despacio, con más cuidado.

-Si me aprietas tanto harás que mi nudo.

-Es que la única forma de estirar el músculo y el nudo es apretando, y el dolor se va de la misma manera.

-¿Cómo se va?

-Con dolor más intenso.

-¿Cómo con dolor? Ahhhhhuuuuuuush… Espera, por lo menos avísame que tratarás de romper una de mis costillas.

-No seas exagerado. Trata de disfrutarlo.

-¿El dolor?

-Sí… Intenta concentrarte en el dolor que sientes pero cuando lo aprieto, verás que al finalizar y soltar la fuerza de presión, el dolor casi se ha ido.

-Está bien.

Así lo hice repetidas veces hasta que él dejó de aguantar la respiración y cada vez estaba más relajado.

-Vez, ahora aprieto y casi no lo sientes.

-Tenías razón, yo pensé que jugabas con eso del dolor.

-No, es enserio.

-Ahora puedes intentar con mi cuello y el resto de mi espalda si deseas.

-Sí claro, sólo déjame tomar más crema.

Entonces así comencé con sus dorsales, los músculos de los hombros, los músculos de la parte baja de la espalda, luego al cuello y así hasta la punta de sus dedos.

me concentré después en el trapecio y el cuello para poder relajar aún más esa área.

-Lo haces… Tan bien.

-De nada. Créeme que sé lo que es desesperarse, sentir dolor en la espalda y tener que ponerse así mismo la crema para el dolor.

-Si fueras mi novia, ya no me dolería el hombro, ni la espalda, ni ninguna parte de mi cuerpo.

-Sí pero no lo soy… No soy tu novia.

-¿Qué haces sobre mí entonces?

-Nada, ya me voy a levantar.

Iba a ponerme de pie y él volteó rápidamente para quedarse boca arriba. Tomó mis rodillas e hizo que caiga sobre su pelvis de la misma forma que estaba sobre él hace unos minutos atrás pero sobre sus glúteos.

-Ajá, al fin te tengo como quería.

-¡Suéltame Gab! Yo no quiero jugar a tus tonterías.

-Si puedes soltarte te dejaré ir pero sino lo haces, entonces tendrás que pasar la noche sobre mí porque no voy a soltarte.

-¡Ya basta Gab! Voy a gritar muy fuerte para avergonzarte delante de los demás.

-No están cerca… Ellos irán al extremo de la colina cerca del riachuelo.

-Estás mintiendo. ¡Por favor, ya suéltame!

-Está bien, está bien… 

Me soltó e iba ponerme de pie pero volvió a tomarme, y esta vez de una de mis manos. Me jaló con fuerza contra él.

Hizo que termine arrodillada frente a él mientras que estaba sentado con esa sonrisa nerviosa en su rostro.

-¿Qué tratas de hacer?

-Nada, sólo pensaba que no era correcto hacer que te levantes sola. Yo te ayudaré.

-No juegues.

– No lo hago, mira, ya me estoy levantando… Lo único que haré es ayudarte a levantarte de la colchoneta.

-Qué caballero eres.

Le di una sonrisa amistosa.

Entonces me ayudó tomándome de la mano. Me levantó muy cerca de él y nos quedamos viendo. 

Era un momento largo. Sentía que su mirada se metía dentro de mi cabeza.

_________Pensamientos__________

¿Qué estás esperando Keyla? ¿Qué tienes que ver, no te das cuenta que es un hombre?

Pero su pasado, no puedo evitar ver el pasado en sus ojos.

Es una persona distinta… ¡No seas estúpida Keyla! ¡Ya Crece!

¡Si salgo lastimada será culpa tuya!

_______fin pensamientos___________

-Mmm, creo que ya iré a descansar un momento. 

-Está bien, si quieres puedo despertarte cuando vayan a empezar con las fotografías.

-Te lo agradecería. (Dije tímida)

Estaba tan exaltada, mi corazón latía rápido. Él sólo sonreía pero sabía que también estaba nervioso.

-Entonces nos vemos más tarde. (Dije esperando que algo pase)

-Vale. También iré a mi tienda.

-Ok. Hasta más tarde entonces. 


¡Caramba! ¿Qué me está pasando?

Íbamos a despedirnos pero no sabíamos si darnos la mano o besar la mejilla del otro.

Me acerqué pero no nos poníamos de acuerdo, así que él tomó mi barbilla y puso de lado mi rostro para besarme. Luego me alejé sin voltear.

Me sentía nerviosa de querer que pase algo pero al mismo tiempo temblaba como gelatina. 

Me alejé y entré a mi tienda… Buscaba una linterna porque quería nivelar mi hidratación y tenía que ir a al menos a unos cien metros de ahí para hacerlo.

Acomodé mi colchoneta y el sleeping para llegar a acostarme un momento. 

Saqué la linterna de la mochila de provisiones que estaba en la esquina de mi tienda. Abrí de nuevo el cierre del portal y salí. Vi que en la tienda de Gabriel la luz estaba prendida. Eso me hizo sentir aliviada.

Llevé conmigo kleenex y alcohol en gel.

Sólo quería hacer pipí, no era la gran hazaña. 

Así que caminé hacia una esquina para perderme de vista para todas las tiendas de campaña, busqué además un lugar más escondido e hice lo que tenía que hacer. (Es vergonzoso, pero sí… Hice pipí atrás de un árbol)

Ya estaba de regreso hacia mi tienda y vi a Gabriel a unos metros de mí en una bajada, también hacía lo mismo que yo.

(Aquí viene el cliché)

Me tropecé y pisé una rama y él alzó la mirada pero no alcanzó a distinguirme entre los árboles y ramas. 

Comencé a correr como una vil pervertida pero él corría más rápido así que me escondí atrás de un árbol.

-¿Quién está viéndome? Sal de ahí!!!

Trataba de no hacer ruido y la adrenalina llegaba hasta mi torrente sanguíneo.

Entonces comencé a correr más pero antes me puse la capucha de la chamarra sobre la cabeza. Me volví a esconder pero ya no escuchaba ruido. Me sentía tan nerviosa que quería reír. Como si estuviera jugando a las escondidas.

Al cerciorarme de que no había ruido, comencé a caminar más tranquila y suspiré de alivio.

-¡Ohh eso estuvo cerca! (Dije en voz baja)

¡Y PUMM! Él salió de donde se escondía.

-¿Me estabas espiando?

-No, fue casualidad encontrarnos en la misma situación. Yo también salí para nivelar la hidratación.

Entonces alcé el pomo de alcohol en gel para mostrárselo.

-Pensé que habías corrido atrás de mí.

-¿Por qué correría si puedo caminar?

Se abalanzó a darme un beso.

-Lo siento, lo siento, lo siento. 

-Está bien, está bien… No te preocupes.

Mi corazón se aceleró de nuevo… 

¡Otra vez esas dudas! ¡Al carajo las dudas!

Y me fui hacia él para besarle. Uno empujaba al otro con intensidad, era un beso apasionado, un beso sin soltar al otro… Nos estábamos comiendo la boca y mientras eso se volvía más intenso, otras partes de nuestros cuerpos querían sentir al otro.

Me cargó con esos brazos fuertes, terminé con mis piernas rodeando su cintura y me recargó contra un árbol. Lo hizo con mucha delicadeza. Seguíamos besando al otro con todo lo que teníamos para dar, los labios seguían solos esa acción y era inevitable no usar el sentido del gusto.

-Mmmmm… Keyla… Estoy demasiado prendido ahora como para frenarme, así que si piensas en arrepentirte es mejor que sea ahora porque luego no te voy a soltar.

-No lo haré.

Le dije exaltada…

Tomé su nuca para besarle con más ganas.  

Mi voz era la de una maratonista que acababa de llegar a la meta, estaba muy entregada a que pasara lo que sea.

-Vamos a la tienda, nena.

-¿A cual de las dos?

Nuestras voces estaban tan agitadas que apenas podíamos hablar y besarnos.

Entonces ahí en medio de su cintura, mientras sujetaba mis piernas, fue caminando con dirección a  su tienda.

Entramos juntos cuando me bajó en la entrada, me quité la playera por encima de mi cabeza y me tomó de la cintura por detrás. Comenzó a besar mi cuello y tocar mi vientre. Bajaba sus manos por mis muslos y luego desabrochó mi pantalón.

Él se quitó la correa, dejó caer su pantalón y se quedó en bóxer, fue de nuevo frente a mí y volvió a cargarme. Con suavidad me acostó, se posó sobre mí mientras que mi espalda estaba contra la colchoneta, él tomó cojín de algodón que acomodó debajo de mi cabeza.

Besaba mi cuello con suavidad y luego bajaba hasta la mitad de mi pecho. Lo hacía con tanta delicadeza que me hacía temblar.

Deslizó sus manos por debajo de mi espalda para desabrocharla, luego bajó por mi vientre con muchos más besos hasta hacer un camino sobre el cierre de mi pantalón.

Sus dos manos se movieron por ambos lados de mi cuerpo y bajaron hasta el borde de mi pantalón para poder quitármelo.

Tomé su cabeza para acariciar su cabello. Eran tan suaves todos sus movimientos. Me quitó el pantalón mientras veía mis ojos con ganas. 

Subió de nuevo y se acostó sobre mí. Comenzamos a besarnos cada vez más y más, me apretaba con sus brazos, sólo quería aferrarse a mi cintura, con suavidad empezó a tomar uno de mis muslos para separarlo del otro y acomodarse pero no paraba de besarme el cuello, los labios, el pecho. 

Dejamos que el momento sea largo, sus besos empezaron a ser más suaves como acariciándome los labios en cámara lenta. 

Se levantó frente a mí y se quitó el bóxer, me dejó ver todo su cuerpo con pocas luces chocando las paredes de la tienda por las lámparas encendidas desde afuera. 

Me miraba a los ojos con ternura y deseo… Yo correspondía de la misma manera.

Se deslizó sobre mí nuevamente y me quitó la trusa para quedarnos completamente desnudos.

Su piel era tibia, quemaba sobre mí. 

Todo ocurría en cámara lenta, con toques suaves, sus manos deslizándose por todo mi cuerpo. Con excesiva sutileza empezó a acomodarse mejor en el medio de mis piernas, me besaba los labios y deslizaba su brazo derecho debajo de mí para abrazarme, se quedó en mi cuello y oreja izquierda, con su mano izquierda empezó a estar listo para entrar en mí.

-Imaginé esto tanto tiempo. Acariciar tu piel, besarte… Eres inconfundible, puedo sentirlo, es distinto tocarte enserio y sentirme nervioso. Haces que el corazón me queme. ¡Te deseo Keyla! 

Susurró en mi oído con esa voz agitada y comenzó a besarme mientras poco a poco deslizó su mano izquierda hasta mi glúteo derecho para que poco a poco pudiera unirse a mí

Apenas pasó eso, se aferró como para querer forzar el fundirnos en uno solo. Los dos temblábamos, nos besábamos con locura, gemíamos hasta poner nuestros ojos rojos, nuestros ojos empezaron a llenarse de lágrimas que no caían, sólo se acumulaban. 

Mi mente se puso en blanco y me concentré en nuestra unión, podía ver nuestra piel en mi mente al tener los ojos cerrados. Sólo podía oler su perfume mientras él lo hacía una y otra vez, se deslizaba muy suavemente sin apresurarse, estaba calmado, me hacía recordar cada movimiento.

Me miraba a los ojos tan excitado, su nariz chocaba con la mía y nuestros labios rosaban mientras lo hacía despacio para perdernos juntos en el placer. 

Me tocaba tan sabiamente, me hacía enloquecer. No sé cuanto tiempo pasó, sentía que era eterno.

-Te amo Keyla…

Sentía que su voz se quebraba y lo vi en sus ojos, de pronto pasó una relación real por mi mente, con imágenes de estar juntos pero no sólo en ese instante… 

La palabras se salieron solas en ese momento tan hermoso.

-Te amo Gabriel… Te amo!

-Oh nena!

Y comenzó a hacerlo con mejor ritmo para poco a poco subir la intensidad de nuestra unión. Bajó su mano derecha con sutileza para tocarme mientras se deslizaba dentro de mí. 

¡Oh no se imaginan la sensación!… Me hizo acabar tan rápido como empezó a hacerlo más rápido. 

Él también dejó que pasara… 

-¡Ahhhhhhhh!

Terminamos abrazados con mucha fuerza, agitados, cansados de placer. 

Apoyó su rostro en mi cuello mientras me abrazaba, estiró su mano de lado derecho y jaló la cobija que venía junto con la colchoneta. 

Se deslizó con suavidad para separarnos y dejar de estar sobre mí, nos acomodamos frente al otro tiernamente abrazados. Nuestras respiraciones aún dejaban ver la intensidad de lo que había pasado.

Nos quedamos dormidos…

Al pasar como una hora o dos, no estaba segura cuánto tiempo habíamos dormido… Abrí los ojos y seguíamos en la misma posición, abrazados frente a frente. 

Veía su rostro, como un niño indefenso en su cama, sus pestañas largas, sus labios cerrados y ¡PUM! De pronto saltó en sueños, hizo que me sobresalte porque no me lo esperaba ahí contemplando su quietud.

El frío había llegado y aunque estábamos cubiertos con una cobija, sentía que no era suficiente. Intenté moverme para retirar su brazo de mi cintura y de inmediato me apretó más fuerte contra él.

-Ey, despierta. Sólo iré a traer una cobija.

-¿Mmmm?

Estaba muy adormilado pero tenía la suficiente fuerza para hacer que me junte a él y abrazarme con más fuerza.

-Eyy… Niño bonito! Voy a ir a traer una cobija.

-¿Mmmm? ¿Soy niño bonito?…

Tenía esa voz arrastrada por el sueño.

-Sí lo eres…

Le dije con ternura.

-¡No te vayas, quédate conmigo! 

Me dijo abrazándome con su brazo derecho.

-No me iré, sólo iré a traer otra cobija.

-Pero luego te irás, no quiero que acabe este momento aún.

-Gabriel, eso no pasará, no me voy a ir.

-Me siento bien, Keyla… que estés conmigo, me hace sentir tan bien. ¿Cómo te sientes tú?

-Me siento estupenda.

-Me gusta escuchar eso, niña.

En ese momento abrió los ojos y dejó de hablar con sueño.

Se enrolló en la cobija.

Tenía ese rostro de bebé con puchero jajajajja, era tan tierno.

-¿Y ahora por qué pones esa carita?

-¡Tengo frío!

-Jajajaj, por eso quería traer otra cobija pero tú no me dejas.

-Yo iré bebé, no te levantes.

-¡Estás temblando, tonto!

-Es de los nervios… Es que no puedo creer que estemos así.

-¡Mmm, guapo! Ya estaba extrañando esa voz de macho ibérico.

-Esta es mi voz.

-Jajaja, la has puesto más gruesa aún jajajja.

-Te ves hermosa cuando sonríes.

-Oye, basta, harás que me derrita. De verdad que no pensé que fueras tan tierno.

-¿Tierno es bueno o malo?

-Me gustas tierno. Eres un hombre muy lindo. No eres quien recordaba, eres dulce.

-Y tú Keyla… Eres una mujer completa… ¡Eres mía! ¡Lo dejo en claro!… Desde la última vez que hablamos, has cambiado, te veo madura. Ya eras muy guapa, sólo que ahora que dejaste crecer tu cabello castaño, te veo más hermosa. 

De pronto me acerqué para besar uno de sus ojos.

-¿Un beso en mi ojo?

-Sí, también en el otro, mira.

Me acerqué y besé su otro ojo.

-Jajaja me gusta eso. Ahora mi frente, también mi barba… Ahora mi nariz. ¡Qué linda eres, Keyla!

-Jajajaj, ¡No Gabriel!, no hagas eso porque soy muy cosquillosa.

-No mi amor. No lo haré.

Se acercó a besarme de nuevo…

-Eyy, espera, no vaya ser que vuelvan los chicos.

-No, porque se fueron al hotel a emborracharse.

-¿Qué? ¿Como sabes eso?

-Sólo estoy adivinando. ¡No te vayas, quédate aquí conmigo toda la noche!

-Noo, ¿No recuerda que tenemos que trabajar, lindo?

-El trabajo para mañana, ahora quisiera quedarme dormido junto a ti.

-Sabes que los chicos vendrán a despertarnos… 

-¡Wooohooooo! ¡Cuántas mujeres hermosas!

Era la voz de George exaltada, nos pegó un susto horrible…

-¡Shhhhh, no hagas ruido!

Le susurré a Gabriel.

-No importa, de todas formas sabían que quería que fueras mía.

-Lo sé pero esto no es correcto. Habíamos venido a trabajar y es una falta de respeto.

-Ellos sabían que me moría por ti. Hablamos de eso en el accidente. Se los conté, le dije que fuimos amigos y no nos veíamos después de años.

-¿Por qué hiciste eso?

-Trabajas al rededor de muchos hombres… ¿Qué querías que haga? Era obvio que tenía que marcar el territorio.

-Jajajjaj me haces reír.

-Espera, quédate quieto, creo que oigo pasos.

De pronto el cierre de la puerta de la tienda empezó a abrirse. Y Gabriel saltó de un brinco.

-¿Eres tú George? No abras porque estoy en interiores.

-Ah perdón, es que quería despertarte, ya vamos a empezar con las fotografías.

-Está bien, deja que me vista en un momento y salgo.

-¿Sabes dónde está Keyla? Es que dejó la lámpara encendida dentro de su tienda pero no responde.

-¿Te refieres a mi novia?

-¡Sí, tu novia “la Jefa”! Jajajaja… ¿Es acaso que? ¿No me digas que tú y ella…?

-George, pórtate como un caballero y no vayas a decir nada por lo cual te puedas arrepentir… Y sí, sí es lo piensas… Ella está aquí, está dormida como un bebé.

-¡Ajá! Pues no es necesario que la despiertes, los escenarios ya están listos, ya casi empiezan las tomas.

-Vale, salgo en unos minutos.

-Ok

Gabriel volteó a verme y dijo:

-Ese George casi nos sorprende desnudos. 

-Felizmente reaccionaste rápido. (Le dije con el corazón latiendo a mil por hora)

-¡Uffff! Comienzo a pensar bien lo que dijiste acerca de ir al hotel… Ahí hubieras estado más cómoda, linda. ¿Perdóname sí? Prometo que te lo compensaré cuando estemos en Italia.

-¿Así que ya te haces conmigo en Italia sin preguntarme si puedo ir? Jajajaj ¡Eres un bandido, Gabriel!

-¿Quieres ir conmigo? ¿Sí? ¿Sí quieres verdad?

-Oyeee, no seas vivo, no me convencerás con ese puchero.

-¿De veras?

-Está bien, está bien… Quiero ir pero tendré que aplazar muchas cosas para después.

-Vale nena, prometo que no te arrepentirás.

-Está bien, sé que la pasaremos muy bien. 

-Así es… 

Se acercó a besarme con ternura.

Estaba sentada sujetando la cobija sobre mi pecho, me hizo caer sobre la colchoneta y se acostó sobre mí dejando todo su peso encima.

-Ahh tengo sueño, Keyla.

-lo sé pero me estás apachurrando con ese cuerpo de pluma que tienes.

-Ay perdón. Jejejje Sólo jugaba.

-Jajajaj, te como a besos… Tienes más ternura en ti de lo que imaginé.

Se levantó tapando sus genitales y dijo.

-Más vale ser pudoroso.

-Ayy, eres un payaso.

Comencé a reír de sus ocurrencias. De lo serio que se veía tapando sus genitales en descanso. Luego me dijo.

-Estoy todo sudado… Más tarde… Al amanecer te llevaré al hotel para darnos una ducha caliente. ¿Está bien?

-Gracias, sí necesito un baño caliente, porque se siente mucho frío.

-Vale, nena. Regreso en un momento.

-Sí lindo… Aquí estaré.

-Te traeré la cobija. 

-Vale. Ya ve con ellos.

Se fue de la carpa y me dejé llevar por el sueño, al parecer la colchoneta era bastante cómoda porque tenía muchísimo sueño… Poco a poco el silencio llegó.

De un momento a otro en ese profundo sueño sentí a Gabriel acomodarse a mi lado y luego deslizar su brazo sobre mi cintura. Me besó la nuca, comenzó a respirar cerca de mi oído y se apagó la luz de nuevo… 

Los dos profundamente dormidos…

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El amor a veces no se trata de una emoción instantánea sino de una decisión.

¿Quién no se ha entregado a intentarlo?

O mejor aún… ¿Quién no ha decidido hacerlo real?

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