Río Ascendente Capítulo XV Un Hombre En Devon

-Ya casi oscurece -Angie miró a través de la ventana, estaba vestida de nuevo y esperaba a Patrick quien perdió la paciencia y se fue a buscar esa antena de televisión.

El genio del mayor era así, cuando tenía algo en mente debía hacerlo de inmediato.

-Un momento -le dijo a Angie mientras ella sonreía.

-Mañana temprano podemos buscarlo, no te apresures, ahora vamos a la pequeña ciudad, hay unos restaurantes que… Te van a encantar.

Patrick se irguió sobre sus pies estaba rojo de arrimar y cargar pequeñas cajas.

-Tienes razón jovencita, vamos -Se arregló la camisa azul acero, se acercó a ella confiado, la abrazó como solía últimamente y besó despacio perdido en su aroma de vainilla.

Su respiración se hacía profunda cuando se pegaba a ella, sus delgados labios y esa enloquecedora suavidad eran sólo para él.

Por otro lado a Angie le encantaba cómo las dos grandes manos varoniles y esos antebrazos fuertes se movían sutilmente sobre su cintura y caderas haciendo caminos apretados.

-Si sigues así no vamos a salir nunca de casa -ella estaba segura de eso, susurró perdida en el calor de Patrick, su pecho y estómago. Podría pasarse una vida ahí.

-¿Es un aviso o una amenaza? -el grave susurro que él dio como respuesta en su tierno oído, le hizo cerrar los ojos a la joven.

Lo que pasaba entre ambos era muy intenso, tanto que no se sabía quién gustaba más del otro.

-Si no tuviera tanta hambre -sonrió frente a los ojos del actor, sus ojos café, se veían claros incluso en la penumbra aunque no más que los de él-, media hora más para las ocho de la noche, hombre de ojos bonitos.

Cuando él escuchó eso se sonrojó, no había conocido a alguien que había alabado tanto sus ojos, como ella.

-Tengo ganas de ganar todo ese tiempo perdido, estas vacaciones serán bastante largas para ti, Angie -alargó la palabra a propósito.

-Tenemos tiempo, señor Well -besó su mejilla.

-Vamos, yo conduciré -dijo él amigable, al mismo tiempo que la tomó de la mano. Sentía bien en el estómago, una sensación completa y agradable.

Juntos bajaron las escaleras curvas escalón a escalón, la oscuridad casi los cubría por completo, aún no prendían el generador.

Unos pasos más hasta la puerta trasera los dejó fuera y en camino a la gran cochera la que visualmente sí lucía como un ex establo, Patrick compartió un deseo.

-Me hubiera gustado montar un caballo, me refiero a uno de los que hubo aquí.

-A mí también me gustan, aprendí a montar cuando aún era muy pequeña, mi tía Bonett nos llevaba a algunos eventos a las afueras de la ciudad, podíamos montar algunas yeguas pequeñas y recuerdo bien subir colinas con ellas, recuerdo también la textura de su pelaje, el sonido magnífico de su respiración. Y bueno debo confesar ahora que no me agrada pensar en que si monto a uno de esos animales en realidad en vez de comodidad sienta tristeza al ver que este esté incómodo por llevarme.

-Tienes un corazón que piensa en todo. Sí es cierto lo que dices -él entendió que no le agradaba pensar que esos animales eran abusados para llevar a niños o personas, verlo de esa manera sí era cruel.

Subieron al auto guiados por ella y un pequeño mapa turístico y él arrancó hasta una colina en un camino recto la cual era una pequeña carretera, habían pasado unos diez minutos para encontrarse una gasolinera desde donde se veía todo el panorama y la pequeña ciudadela.

-Devon es precioso -Soltó Patrick, después de conducir otro poco más y divisar por dónde ingresar al lugar.

-Lo es, me enamoro al mismo tiempo que tú, créeme -ella lo dijo por él y por la magnífica vista.

Al llegar a la pequeña ciudad lo primero que divisaron fue una calle larga de restaurantes rústicos adornados por afuera con lo propio del lugar, algunos colores azules, rojos y madera, color caoba por todas partes, mesas redondas con colores de manteles de acuerdo a los Logos de los negocios y gente disfrutando en pareja o en familia.

-Pensé que sería desierto -dijo el mayor, sorprendido de ver actividad aunque en comparación con Londres esa calle podría verse desolada.

-Lo mismo digo. ¿Qué te parece si vamos a ese que está en la esquina? Al parecer tiene un segundo piso -a Angie le gustó, se veía bien y cuando buscó su cartera sobre su hombro se dio cuenta que la había olvidado en la casa por esperar al mayor -¡Ay no me olvidé la cartera!

-Vamos -suspiro al recordar cómo era ella. Avanzó con el auto y estacionó en la acera del frente.

La calle era bastate amplia.

Angie se lamentaba, apretaba los labios, entre cerraba los ojos y peinaba sus cabellos, preocupada.

El mayor no le dijo nada, no quería discutir otra vez acerca de dinero.

-Espera no tienes de qué preocuparte -la había guiado hasta una mesa en el segundo piso, el lugar no era de esos donde un mesero te decía dónde sentarte, además eran unas cuatro personas abajo y vacío con ellos en el mismo lugar.

Angie puso rostro resignado.

-Perdóname por incomodarte -soltó ella recordando también lo que él le había dicho años atrás.

-No me incomoda es sólo que no puedo creer que exista una chica feliz de que no le paguen la cena. Ahora es diferente a ese tiempo en el hotel -tomó su barbilla-, te casarás conmigo, ahora yo cuidaré de ti.

Angie asintió con actitud amorosa y tranquila aunque muy dentro de ella sabía que cuando pudiera no dependería de él.

-Ve pidiendo, comeré lo mismo que tú -dijo el mayor-, iré a lavarme las manos.

-Sí, ve, cuando regreses iré yo.

El adulto bajó las escaleras para entrar al sanitario de varones sonreía al pensar en todas esas cosas que ambos podían hacer juntos; platillos nuevos, cinema, desayunos y algunas reuniones privadas en la habitación.

Hasta que una risa lo distrajo y le obligó a mirar a su derecha, una de las mesas, en cámara lenta mientras se acercaba al fondo, vio a un hombre con camisa apretada y remangada, a simple vista tatuado de brazos, manos y cuello y en su rostro un ceño familiar.

¿Dónde lo he visto? Se dijo en la mente.

Siguió su camino y al verse al espejo empezó para la higiene un ritual.

Al lavarse las manos buen tiempo veía un sin número de banco de imágenes en su cabeza para tratar de recordar dónde, aunque no le inquietaba saber quién era sino por qué lo recordaba, esos ojos, su cara, su forma burlona de reír. Se acercó a uno de cubículos para nivelar su hidratación y otra vez lo escuchó.

-Hola, malvada, estoy de vacaciones en casa de un primo, me llevo la buena vida -la voz del hombre denotaba el posible alcohol que recorría sus venas-, ¿Me preguntas por qué tengo dinero? Pues porque hace unos años hice un buen negocio en Canadá y con ese dinero pude hacer algunas inversiones en Londres, se podría decir que me convertí en un gran proveedor… -se quedó callado-, no, no me juzgues, negocios son negocios aunque sean un turbios -Patrick ya había identificado quién era, bastó sólo con escuchar “Canadá” para ver todas esas imágenes en su mente, imágenes que a veces regresaban en pesadillas-, soy malo, querida pero también soy rico.

Patrick frunció el ceño y esperó que el hombre se fuera.

Karlo, Mh no, KunsiMh no ¿Cuál era tu nombre, maleante?” se dijo el mayor intentando recordar el nombre.

Subió con Angie e hizo como si nada pasara.

***

Dos horas después en la habitación el mayor no sabía cómo iniciar una útil conversación, la chica lavaba sus dientes y se colocaba ropa cómoda.

-Angie, hay tantas cosas de qué hablar -subió un poco la voz para que esta alcance a la chica en el sanitario-, ejemplo: ¿Dónde quedó el caso de tu tío, lograron hallar al culpable?

-Es lamentable pero no, el caso siguió hasta principio de este año, de hecho fui a dar declaraciones por última vez y ellos al no saber a dónde ir o qué hacer, lo archivaron, todo, mi hermano ya no pudo extenderlo más -ella se asomó, le hablaba recostada de espaldas en el marco de la puerta que daba al sanitario.

-Lamentable… Recuerdo haberte escuchado una historia donde muchos deseaban ese negocio.

-Sí, mi tío lo decía cada año.

-Debes extrañarlo -soltó él con cuidado, la veía atento y su rostro el cual empezó a cambiar cuando su mirada se perdió hacia la ventana.

-Lo extraño mucho, él fue mi segundo padre, aún no puedo creerlo, ese año cuando sucedió todo, había aceptado ir a vivir con él y quedarme en Canadá, estaba triste porque dejaba Reino Unido y no tenía amigos.

Un pequeño silencio incómodo se hizo.

-Todo estará bien, Angie, lo prometo -el mayor se puso de pie y la llevó al filo de la cama-, Cambiemos de tema, ¿Cuándo me presentarás a ese magnífico hermano mayor que tienes?

-¿Quieres verlo? Porque es muy celoso -Angie sabía lo que decía.

-Claro que sí, debe saber que nos hemos comprometido.

Angie sonrió.

-Cuando llegue contigo delante de él se pondrá feliz, me ha ayudado a buscarte por mucho tiempo -lo vio a los ojos -, Si quieres lo llamo y lo invito a venir la próxima semana.

-Es una excelente idea -el hombre quería decirle al hermano, quería darle una pista. No estaba seguro, quizá era una sospecha nada más pero se debía descartar.

Las altas montañas son peligrosas en cualquier lugar pero más peligro era estar cerca de un asesino.

***

Mientras tanto una tía y un sobrino acampaban en un retiro, junto a ellos muchos hombres y mujeres de todas las edades alistaban sus cosas, conseguían piedras para los límites de sus fogatas e iban al bosque abierto a conseguir madera. Era su primera noche a campo abierto. El lugar no era muy alto, a penas a mil metros sobre el nivel del mar.

Familias completas, parejas, hermanos, un retiro común de esparcimiento al inicio del verano.

-En la primera actividad nocturna hemos organizado algo fuera de la común porque nos acompañan personas invitadas -Todos veían a la señora guía, una mujer de al menos sesenta años con voz maternal y animada-. Nos reuniremos al rededor de tres fogatas, diez en cada una, se escogerá a tres personas de todo el grupo o serán voluntarias y nos contarán historias de terror o anécdotas donde creemos han pasado cosas de verdad, no cuentos ni mitos sino cosas que realmente hayan vivido o algún familiar cercano.

-¡Santo cielos, estamos en un bosque oscuro, eso no parece ser buena idea -un chico le dijo a su novia en juego y ella le dio un codazo en la costilla para callarlo.

La guía siguió.

-En la siguiente fogata, el grupo escogerá o saldrán voluntarios a contarnos anecdotas divertidas que hayan vivido de forma personal o alguien cercano a ti, otra vez se les pide ser verdaderos -los ojos de la mujer vieron hacia veinte metros al frente donde dos hombres mayores regresaban con troncos secos y madera pequeña-. Por último, en la última fogata haremos lo mismo pero contaremos experiencias traumáticas.

Todos asintieron, les agradaba la idea.

-¿Cómo saber dónde nos tocará? -una joven de dieciocho preguntó confundida.

-No se preocupen, cada grupo va a cambiar de lugar dos veces más y eso hará que todos puedan vivir los temas que se han propuesto.

Todos juntos asintieron y afirmaron con un seguro “sí”

La actividad empezó diez minutos después cuando las llamas consumían la madera del bosque y también algo de madera que habían comprado y empacado en los campers.

La idea general de compartir en la primera actividad era es probar cómo en los grupos formados aparecerían; un pesimista, un oidor atento y otro que diera ánimos a superar las cosas malas.

El hermano de Angie empezó separado de su tía en el grupo de las historias de terror y al llegar al lugar de experiencias traumáticas, animado por un compañero de la universidad, decidió contar aquella terrible historia donde su hermana estuvo a punto de morir.

-Hace tres años atrás cuando aún iba a la preparatoria mi hermana fue invitada a hacer un intercambio universitario a Toronto, mi tío vivía ahí pero en los veranos se dirigía a Ontario para conducir su gran empresa de deportes en montaña con rafting sobre el río, bungee jumping y tirolesas. El último bote de la tarde salía, este llevaba a mi hermana y mi tío, se daban las últimas indicaciones cuando se desamarraron las cuerdas, ajustaron sus salvavidas y al caer de una cascada pequeña de dos metros al menos, se encontraron con un bote en medio, este donde estaba mi hermana chocó veloz contra el otro atorado lanzando a varios al agua… -el chico veía ese trepitar intenso del fuego, sus ojos se iluminaban naranja delante de todos, empezaban a estar húmedos. Y un sentimiento de temor poco a poco lo rodeaba apretando feroz su garganta y su corazón-, ella se golpeó la rodilla aunque un hombre la quiso ayudar, mi hermana fue una de las primeras en reaccionar y salir del río pero por la preocupación sobre las aguas calmas corrió de nuevo al río para intentar salvar a aquellos con los cuales el bote salió desde el inicio. Ahí ella pudo a sacar a tres y un par de personas no tuvieron suerte, ella me contó que se fueron en sus manos -su rostro se hizo triste y su amigo le tocó el hombro para que siga ya que eso lo había lastimado por buen tiempo junto a lo que siguió-, los sobrevivientes se habían desviado hacia la derecha, lejos de sus campamentos, ahí durmieron debajo de las estrellas con un fuerte frío durante toda la madrugada y al siguiente día llegaron heridos, cansados, donde pudieron al fin rescatarlos. Dos días o tres después me llamaron a mí y a mi tía para contarnos lo que había pasado, mi tío nunca vio a mi hermana y ella estaba perdida él había logrado venir a Londres porque pensaba que ella vino conmigo pero cundo llegó a su departamento alguien le disparó -sus labios temblaban y su tristeza ya no tenía que ser adivinada-, Las personas que ocasionaron el accidente -hizo lenta su voz-, ellos lo mataron porque le tenían envidia y querían su dinero.

Nadie quiso decir nada, no se atrevían, querían alentarlo pero también tenían curiosidad.

-¿Dónde está tu hermana ahora? -una mujer de treinta le preguntó, la que era parte de la organización.

-Ella está bien, regresó unos días después con mi hermano mayor. Mi hermana me contó que durante los días donde no sabían cómo llegar a las cabañas, conoció a un hombre del cuál se enamoró a primera vista, él es inglés y lo conoció antes del que bote bajara el río, minutos antes. Lo extraño aquí es que casi estuvieron lejos del otro tres años y aún seguían sintiendo lo mismo que la primera vez, hace un par de días lo vi, lo conocí, el es alto y apuesto como todo inglés, claro está-, sonrió secando sus lágrimas al recordar también a su tío-, Por eso a pesar de las cosas malas y la nueva oportunidad que ella tuvo, nada le impidió dejar una vida atrás y de una forma extraña, empezar otra con un amor lejano que la motivó. No había podido darme cuenta que pasaron siempre cosas intensas en mi vida y que de esas cosas se puede ver cosas nuevas.

La mujer de treinta años sonrió.

-Las cosas a veces no suceden como las planeamos-, ella le dijo tocando su mano porque estaba a su derecha.

-De hecho no, ella estaba estudiando medicina, era residente en Toronto y ahora cambió su profesión, no por indecisión sino que encontró otro sentido en el camino de su vida-, miró a todos, experto por haber vivido por segunda vez esa convivencia-, Ella es muy cercana a mí, la amo y la cuido como si fuera mi hermana pequeña -suspiró-, todavía tengo que enfrentar a su novio pero ya les pediré ayuda a ustedes.

Todos al rededor de la fogata, rieron.

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