Río Ascendente Capítulo XII Patrick Well

Patrick Well – Cap 11

-Todas las cosas que pasaron desde el accidente han sido simplemente extrañas.- Susurró la joven. -Y de todo lo más difícil para mí fue escuchar de mis cercanos que me olvide de ti cuando no podía. No podía olvidar, no quería.- Giró hacia él viéndolo directo con sus propios ojos rojizos que se querían llenar de lágrimas. Estaba conmocionada, eran sentimientos muy fuertes, la envolvían, la apretaban. -No voy a irme a menos que tú me lo pidas.

Patrick dejó que se gire y la vio atento a sus labios y mirada emocionada.

-Nadie tiene por qué decirte que esto no puede ser, ¿Me escuchas?- Habló con suave gravedad. -No pueden decir que es una locura. Juro que yo Iba a buscarte por todo el mundo sin parar, Angie, enfrentando los comentarios de mis amigos, representantes y compañeros de trabajo, sus burlas de que me inventé todo, de que una joven estudiante mucho menor que yo, no podía salir conmigo. Que no era verdad que yo sentía como sentía, pero no sabían que el alma se salía de mi cuerpo cada que tachaba otro nombre de la libreta al comprobar que no eras tú.- Cerró los ojos y la abrazó hacia él. -Si tienes que decirme algo como que esto no puede ser o que te equivocaste hace unos años, por favor dímelo ahora, yo quiero que seas mía, Angie, pero me mantendré en la línea en la que quieres que esté.

La joven sollozó un instante, débil, feliz en el pecho del mayor.

-Tú eres quien cambió mi vida, Patrick. No te esperaba lo juro pero si no estás no podré sobrevivir otra noche sola así como en Ontario.
Me salvaste…
Me salvaste de estar sola en Canadá. Me ofreciste una compañía y cuidado único, preocupación…
Me salvaste, de creer que me valoraba al estar junto a un niño estúpido que sólo me usaba para presumir e iba a hacer mi vida miserable al final porque aunque yo le diera mi amor él no podía ser capaz de amarme a mí.
Me salvaste del frío, me salvaste de creer que hacía lo correcto, me salvaste de morir junto al río…
Ese beso en la colina me salvó, me mostró a alguien que era para mí, un presentimiento pequeño que creció horas después, una locura que se hizo oportunidad.
Patrick, juro que dejé mi corazón en Vancouver, y no dejé nada más, tú, tus labios, tu aroma varonil, tu forma de tocarme estaban conmigo, los traje a Londres desde entonces porque sin eso no lo hubiera logrado.
Me enamoré de ti… Lamento no haberlo dicho antes.

El hombre entre cerró los ojos con gravedad al envolverse en la voz de esa joven mujer mientras recordaba que ella se estaba entregando al recuerdo y a lo real, que sentía intensamente por él.

Le hizo recordar cada momento, cada caricia, cada roce, que estuvieron a punto de hacer el amor.

-Ahhh.- Suspiró y su respiración se tornó agitada. Mientras veía cosas en su cabeza que nunca habían pasado entre los dos de verdad pero sí en sus sueños, en los sueños de un actor que pensó había perdido todo.

Le arrancó un beso, apasionado e impetuoso, apretándola contra la cama.

Sus besos eran gritos fuertes de necesitarse, gritos a orilla de la playa que no se escuchan en alta mar por los fuertes vientos que provocan las olas, eran confesiones húmedas de dos humanos completamente poseídos por el fuego, pero Patrick no se atrevía a insinuar más y ella, ella estaba tan emocionalmente afectada que no era un buen momento para entregarse, ambos lo presintieron, ya había sido satisfactorio tener al otro al estirar la mano, era hermoso escuchar las inhalaciones y expulsiones de aire, era suficiente sentir la tibieza del otro, sus cuerpos juntos y semidesnudos.

Pero, la necesitaba.

🍋 *Lectoras, no había sido tan específica y no creo volver a serlo de nuevo.* avanza hasta la siguiente imagen para saltar esta parte.

-Te amo también.- El hombre casi perdió el aire completo al decir eso.
-Te amo, Angie.- Lo dijo, ahí acariciándola, situándose sin perder el tiempo en el medio de ella con quisquilloso cuidado mientras la besaba. -Te amo, todo este tiempo ha sido muy difícil para mí, no verte, no escuchar tu voz.- El tono en susurro era tan incitante para ambos, el hombre no sabía ser más directo, aún tenía temor pero quería avanzar.

-Ahh y yo te amo, Patrick, te extrañé tanto, Ahhh tanto…- Ahora ya soltaba el aire con síntomas de primeros rasgos de exaltación, Angie estaba igual de deseosa.

-Quiero estar en ti, hacerte el amor, no voy a aguantar un día más.- Su voz conquistadora en el cuello de ella mientras la besaba se hacía ligeramente más grave, susurros adorosos y quemantes , como una súplica desesperada.

-Y yo quiero…- No pudo hablar más, ella sabía que si él seguía tocándola, pronto se daría cuenta de cómo estaba.

El hombre se arrodilló y le bajó la ropa interior inferior con delicadeza hasta sacarla por sus bellos pies, no perdió ningún detalle, la veía, no tuvo que tocarla, vio todo, aquella zona rosa sin vello estaba húmeda, algo que lo enloqueció e hizo fruncir el ceño levemente junto a ese separar los labios que a veces hacía cuando actuaba.

Estaba tan enloquecedoramente necesitado de ella.

La tomó con ambas manos de la cintura y deslizó sus dedos por sus muslos, le separó las piernas con cuidado viendo aún más esa enloquecedora y hermosa belleza a detalle, su forma, su segura suavidad, un lugar para él que no quería que fuera de alguien más.

El edredón le llegaba a la cintura por la espalda.
Ella estaba boca arriba con las piernas a ambos lados del alto cuerpo, retraídas con cuidado por cada una de las manos de él desde un poco más abajo se sus rodillas.

La soltó un segundo y se quitó la ropa interior muy rápido, terminando aún más arrodillado frente a la mitad de ella, cerca, a punto de tocarla.

El mayor tomó una almohada de las tres que estaban en la cabecera de su lado, la colocó debajo de la cabeza de ella con cuidado sin dejar de besarla dejando huellas húmedas en su cuello. Tomó otra, la que parecía más grande y esta la colocó debajo de las caderas de la joven.

-Eres tan hermosa, eres perfecta para mí.-  Bajó hasta su pecho con su boca mientras sus manos tocaban con cuidado, al pasar los segundos el toque se hizo más atrevido sin dejar de ser cuidadoso.

La cúspide de esa intimidad erguida, caliente, suave en el principio, apuntándole, la tentaba, habían unos roces que parecían empujar, tocar, el aire suave hacia sentir humedad. Su varonilidad pesaba un poco sobre su pubis desnudo, llegaba hasta su estómago plano cuando él subía para seguir besando sus pechos pero cuando introdujo uno de los botones rosas en su boca y empezó a lamer y succionar, ella se encontró en una situación con colores diferentes de los que veía, sonidos diferentes a los que escuchaba.

-Ah.- Jadeó la joven, loca, loca por él, por sentirlo. Quizá no debían hacerlo así, quizá debían esperar por ese contacto directo pero no querían resistir.

La luz encendida les dejaba ver absolutamente todo, tanto a él como a ella que ahora lo contemplaba mordiendo inevitablemente su labio inferior con un suave apretar de sus dientes, viendo aquella silueta de una vigorosa erección, tan soberbia como él solía ser, de buen aspecto y muy exageradamente húmedo en la cúspide.

Patrick la probaba centímetro a centímetro, y no perdía de vista su figura delicada, finamente hermosa, sus proporciones superiores eran perfectas, no pequeñas para el cuerpo de ella sino perfectas. Su cintura pequeña, sus muslos y piernas todo en proporciones delicadas y graciles, eran un conjunto perfecto delante de sus ojos.

-Seré cuidadoso.- De verdad quería serlo pero le incitaba tanto encontrarse con la sorpresa de que aún era virgen. Y así lo comprobó.

Se acostó lento sobre ella tomando con su mano derecha su virilidad y acercándola más en lo que dejaba caer su peso superficialmente, le costó un poco encontrarla, el lugar preciso de toda la zona húmeda y latente.

Ambos temblaban, la expectativa de sentirse era alta. Cada uno lo había imaginado a su manera, a veces despacio y romántico sin parar de besarse y otras tan enérgico y frenético pero duradero.

Y ahí cuando parece que ambos detuvieron su respiración, él empujó logrando entrar hasta la mitad con necesaria fuerza, le había costado un poco porque no quería lastimarla sin embargo fue como si ella lo recibiera bien.

-Ah, cariño, lo siento…- Pidió disculpas con esa gruesa voz enloquecida apretando las palabras, no perdía de vista la intimidad de ella y su propia virilidad, la joven sí lo había esperado, era suya ahora, el primero. -Oh, primor.- Dijo lento ahora empujando un poco más contra la pelvis de ella que por su torso separó sus piernas más hacia los lados para dejarlo entrar aún más lejos.

-Ah — Dijo ella.

-Mh —Al mismo tiempo.

El sentimiento en ambos era fuerte, ella sentía una llenura deliciosa con ese deslizar del largo y grueso natural de él, instintivamente lo apretaba más cuando él intentaba encontrar el límite de unión. Angie sentía que podía tocarla en lo más hondo de ella, tanto que ahora ambos averiguaban un contacto feroz, caliente, apretado y suave a la vez.

Un pequeño dolor sintió cuando él intentó retroceder y entrar suavemente completo e hinchado evitando no acabar por tanto placer acumulado que provocó la espera.

Patrick sentía aquella piel aterciopelada, escandalosamente húmeda y deseosa por él, no había cosa más maravillosa sentida antes, con la opresión encantadoramente perfecta y a veces más ajustada, latiendo, su anatomía interna y joven eran para él, quería morir.

El resto de sus genitales masculinos apretándose contra ella en un acto que quita el aliento por la complicidad y la pequeña culpa que nace de pronto por verse expuestos y desnudos junto al otro, se pegaba tanto a ella sin ser tosco para tenerla como tanto había querido, era inevitable sacar el aire tembloroso por la boca.

Patrick se acercó mientras lo hacía para atrapar uno de los pechos de la joven, tocar con los labios y al abrir la boca, poner ese botón pequeño y rosa dentro de la cavidad húmeda, acariciarla con la lengua al rededor de una forma acariciante, succionante y matadora.

Mientras unía su pelvis a ella, se hacía cada vez más preciso, cada vez más ágil, cada vez más veloz dejándole escuchar a ambos el sonido del amor erótico tan bien complementado con el amor ágape, ese que entrega todo sin esperar nada a cambio. Tanto placer no sólo físico servido para dos personas que se extrañaron muchos días, meses y años.

-Ah.- La voz del hombre temblaba al entrar en ella y salir, el sentimiento era tan fuerte que lo sentía en todas partes del cuerpo, sobre todo ahí, atrás en su nuca, en su vientre y en sus muslos. La corriente de gusto lo atrapaba a ella, era fenomenal. -Ah, Angie.

Se hizo levemente hacia atrás, viendo como todo el largo de él traspasaba esa delicada barrera de piel ajustada en todo su ancho, resbalando en la caricia como una pieza justa. Mientras seguía colocó un poco de saliva en la yema del dedo gordo de su mano y lo llevó a la piel que cubría un botoncito rosa perfectamente escondido, así con ese toque continuo, delicado sin tocarlo por completo sino como llevado a un lado, esa suavidad continua le hizo ver al mayor que estaba en el camino correcto.

Vio el fruncir más de esas delicadas cejas, esos ojos cerrarse, el cuerpo entero de su frágil mujer ponerse tenso debajo de sus manos.

-Ah, eso que haces… Ah, no puedo soportarlo, es tan…- Angie quería decir algo pero sus letras empezaron a ser sólo ruido, ruido que hizo que su tono cada que él entraba y acariciaba al mismo tiempo, subiera y subiera hasta ser pequeños y agigantados gritos de placer. -Ah, Patrick…- Su agitar ahora subía de velocidad junto a la pelvis del hombre hasta que en un instante todo sonido se perdió y su cuerpo, el de ambos fue invadido por la locura.

Fue como si los dos perdieran la conciencia, como si no pudieran escuchar sus propias voces, sus cuerpos se quedaron congelados.

Patrick se hizo levemente hacia delante dejándose ir completamente conprometiéndolos a ambos en un riesgo tremendo, la joven no pareció protestar.

Ella lo hizo sentir cada contracción que sacudió su cuerpo, parecía que no había final.

Él no se quitó se quedó ahí con ella, abrazándola muy fuerte mientras la besaba, movía su pelvis más lento para que cada sensación durase un poco más.

-Me gustas tanto ¿Te lo había dicho?- Dejó salir el mayor de sus labios en tono grave e interesante. Suspiró. -Debería saber cuánto te gusto yo.

Amgie Sonrió aún agitada cerca a los labios del hombre que la tocaban sutilmente.

-Me gustas mucho, Patrick Well.

Entonces el hombre se movió con cuidado sobre ella para apartarse y descansar a su lado.

-¿También me amas como yo a ti?

Angie volvió a sonreír intentando normalizar sus latidos y respiración.

-Te amo, Patrick.- Dijo débil.

No hablaron más, sólo intentaron recuperarse de la agitación respirando cada vez más lento y sin querer ese relajarse los durmió.

***
.

Patrick soñaba con ella, era un sueño donde estaba en la playa caminando en la orilla, sentía la arena caliente y el sol tan potente que no lo dejaba ver bien a la distancia, estaba sobre sus ojos, pecho y piernas la temperatura subía cada vez que se retrocedía más hacia la arena seca y el horizonte era casi invisible.

Pero ocurría algo extraño, se escuchaba el sonido de una puerta  abriéndose, unos pasos sobre la madera junto a la brisa del mar que lo humedecía al reventar las olas y le movía los cabellos por el viento.

-¡Eyy, Angie!- Gritó un jovencito de veinte años con la voz gruesa a propósito, su tono mostraba sorpresa, frustración, enojo, su hermana había estado en la cama con un hombre y este se veía mayor.

-Wow.- El hombre despertó de golpe y se sentó quedando completamente ciego por la luz del sol que estaba sobre él y se colaba por la ventana del techo inclinado. Se tapó los ojos con la mano derecha e hizo el esfuerzo para comunicarse con el escandaloso. Sus ojos verde olivo estaban levemente rojos por el sueño pero el color de estos se resaltaba más por el brillo de la luz solar.

Angie estaba en el baño, no escuchó.

-¿Quién eres por qué gritas así?- Patrick se hizo a la orilla y se escuchó que jalaron la palanca del baño pero nadie salió.

-¿Yo soy quien tengo que explicar por qué estás desnudo en la cama de mi hermana?- Su respuesta fue una pregunta de reclamo.

El mayor aún no retiraba por completo la mano de sus ojos.

-Tienes razón, soy Patrick, Patrick Well.- Le estiró la mano al joven pero esta se la vio y negó.

-Mejor ve a bañarte, te debo ese saludo.

-¡Cunzi, qué haces en mi habitación! ¿Por qué no tocas antes de entrar?- La Joven estaba en ropa interior violeta y se colocó de inmediato una playera colo rosa pálido.

-¡Toqué tres veces y pensé que no estabas!

-Es que aún así no debes entrar, imagínate que salga del baño desnuda, se supone que la privacidad que debes respetar tienen que detener problemas como estos… ¿Y tú no estabas en Londres, qué haces aquí?

-Vine a empacar, nos vamos de viaje mi tía y yo con el grupo de teatro. ¿Quién es este tipo, por qué te acuestas con él?

-Es mi novio, Cunzi.- Dijo suave. -Se llama Patrick y debes de respetarlo.

-¿Tu novio es profesor de la universidad? Porque tiene pinta de profesor.

Patrick vio a la joven, ella a él y el hermano lo estudió de pies a cabeza aunque no veía algunas cosas de su cuerpo gracias a los edredones que tapaban su cintura.

-Es profesor pero yo no lo sabía.

-¿No lo conoces y te acuestas con él? ¡Qué barbaridad, mujer!

-A ver jovencitos, perdonen la interrupción. Tú, Sr. Cunzi.- Lo miró directo a los ojos. -Ella y yo estamos juntos desde hace tres años atrás, no la acabo de conocer y nos amamos por eso es que estoy así desnudo y en su habitación, lugar donde no debiste entrar tan abruptamente y ahora si nos disculpas, con todo el respeto que te mereces, necesito que te vayas para poder besarla y ir a tomar un baño.- Miró a Angie como pidiendo permiso. -Si me permites, claro.

La joven asintió.

-Él tiene razón, Cunzi.- Angie lo apoyó a pesar que el tono del hombre fue muy autoritario.

-¡Yo no me voy a mover de acá hasta que me expliquen con detalle qué sucedió aquí!- Se puso las manos en la cintura y alzó la voz fingiendo tenerla más gruesa, aún más que el mayor delante de él.

Angie apretó los labios y lo sacó a empujones.

Cuando se había deshecho de él cerró la puerta.

-Tu hermano es muy intenso.- Opinó el mayor acercándose a ella desnudo para besarla.

-Eyy, ya me di una ducha.

-¿Y qué?- Dijo el hombre apretando la pregunta.- Estaba coqueteando. -Debe haber una manera de conseguir el tiempo perdido, quizá no sea en un día pero podemos aprovechar el tiempo.- Su voz era tan penetrante, Angie no recordaba que fuera tan así y posiblemente con el pasar del tiempo desde el accidente, su voz había madurado más.

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