Después de ese beso que no tenía fin, Patrick se separó de ella muy agitado pero sabía cómo disimular, a pesar de ser joven era ya un hombre experimentado y la desesperación por algo como lo que se insinuaba no era resistible más tiempo.
La deseaba, con todas sus fuerzas.
-¿Quieres conocer mi habitación?- Su voz traía ese eco desesperante e irresistible para la joven que no supo qué responder, fue un tono deseoso y perfecto.
-No sé, ¿Qué tal si nos conocemos en la habitación del hotel?- La joven también sabía ser atrevida y antojable, los ojos del mayor no dejaban de admirar sus pestañas, sus labios.
-Buena idea. ¿Qué tal si después de conocernos vemos el sauna y luego el agua caliente?- El gesto del mayor con una ceja alzada le causaba nervios a Angie, ella sentía que poco a poco él aprendía cómo seducirla.
Angie asintió y él la atrapó fuerte por la cintura mordiendole la barbilla e intentando hacer unas cuantas cosquillas que consiguió de ella fácilmente.
-Jajaja no, espera…- La joven reía ante el juego del mayor, sus grandes manos podían atraparla muy rápido y ya no podía hacer nada después de eso, él la sostenía con mucha fuerza pero sin lastimarla, la piel de esas manos eran suaves y ella era un dulce de algodón.
El mayor la besó por última vez y ella salió primero para subir al auto, Patrick la sujetó fuertemente de la mano y esto hizo que todo el cuerpo de ella sintiera algo intenso en su estómago. Ese apretón, ese sentirse protegida y guiada casi la volvió loca, sólo se quedó viendo el perfil de ese magnífico hombre, durante todo el viaje mientras él no dejaba de sujetarle la mano.
Patrick estaba nervioso y era extraño, nunca lo había estado sabiendo qué podía pasar con una mujer, no había estado con muchas y tampoco era un experto pero su seguridad lo llenaba de nervios… Pues que iba a tener a una mujer, una única, preciosa mujer que gustaba de él.
Sentía una especie de vergüenza por haber tenido a otras y tristeza también de que ella no hubiera estado antes en su vida sino no tendría que estar tan arrepentido, de ser un mal recuerdo para algunas conquistas que no supieron valorarlo.
Los nervios incrementaban mientras más cerca estaban del hotel, ella estaba ansiosa, ansiosa por sentirlo y es que si tan sólo un toque de su mano o una mirada de él era tan fuerte que le revolvía todos los intestinos, le daba curiosidad a Patrick cómo era sentirla, besar la piel de su cuerpo escondida y resguardada mucho tiempo. El hueco incrementaba furioso como un agujero de gusano en el espacio atrayendo materia desconocida.
Así era esa sensación por primera vez, desconocida. “¿Será deseo?” Se preguntó en la mente en varias oportunidades cuando él volteaba para regalar una sonrisa coqueta y aparentemente segura, sí… Era apariencia quizá él estaba más nervioso que ella y la razón era (Bajamos la voz para que no se escuche muy fuerte Shhhhhh 🤫) Que nunca había estado con una mujer como ella y eso le hacía sentir aún más ese desquiciado sentimiento de “Sé correcto, no eres un patán, sé responsable.”
Pero para nada iba a frenarse, la joven le confirmó lo que vio esa noche donde lo cubrían las estrellas y las altas ramas con hojas frías en la montaña, él vio y no era su imaginación, ella disfrutaba de su contacto, ella era fuertemente atraída por él y cuando la besó hubieran podido acabar muy enredados y hablando promesas entre gemidos en lo alto de una montaña.
Tenía temor de entregarse porque algo le decía que sí seguían esa consecuencia terminaría perdido por ella, muy loco y obsesionado, enamorado de esa delicadeza.
No le daba miedo enamorarse sino no ser correspondido con la misma intensidad.
Angie intentaba calmarse, no tenía que pasar nada que ella no quisiera, el problema era que sí lo quería y con bastantes ganas.
Salieron de la camioneta después de que el hombre estacionó en la entrada del hotel; Patrick se quitó el cinturón abrió y cerró la puerta, después fue por ella con una amable y caballerosa sonrisa, la tomó de la mano como si se le fuera a romper, la hizo salir con sumo cuidado, atrás de ella cerró la puerta para que el valet parking del hotel se lleve el automóvil.
Enlazó su mano a la de ella con un agarre perfecto digno de fotografía o escultura, así la llevó frente a recepción donde ambos saludaron diciendo “Buenas noches”, el hombre apretó el botón del ascensor y este se abrió, no tuvieron que esperar que baje. Patrick la rodeó por la cintura cuando estaban a solas.
Al salir del ascensor ambos ruborizados al extremo siguieron su camino por el pasillo alfombrado hasta su habitación.
Pero se llevaron una gran sorpresa al ver que el personal del hotel aseaba su aposento.
“¡Carayyyy!” Se dijeron al mismo tiempo en la mente, ansiosos, esperando pacientes.
Eso definitivamente los frenó tanto que empezaron a reír.
-Algo conspira contra nosotros.- Dijo él en el pasillo abrazándola.
-Quizá no se nos permite guiarnos por el deseo, quizá se necesita algo más.
Patrick la vio a los ojos.
-Yo quiero más ¿Tú quieres más, hermosa? Porque yo estoy perdido…
-Quiero, quiero más, contigo.- Le dijo suave cerca a los labios.
Las mucamas salieron y ellos entraron veloces dejándose caer en la cama, devistiéndose sin espacios de tiempo mientras sus bocas estaban unidas.
-Quiero hacerte el amor, quiero fundirme en ti.- Habló excitado, perdido.
-Y yo quiero sentirte de distintas maneras.- Suspiró -Tómame Alan.
El hombre sintió tanto placer de escuchar su nombre en los labios de ella que la cargó como si fuera una pequeña almohada y se situó entre sus piernas.
La joven había visto sobre la guantera, la billetera abierta mostrando su primer nombre.
La señora más grande del personal de limpieza tuvo que cerrar habiéndose quedado en el pasillo escuchando el ímpetu de la pareja, sonrojada puso sobre la manija el cartón de “Ocupado.”
-Recién casados, se olvidan de los demás.- Comentó y empujó el carrito.
La otra mujer tapó su boca.
Pasaron dos minutos después cuando la pareja se estaba devorando a besos incitando al otro con el cuerpo a roces subidos de tono y caricias permisivas.
El teléfono empezó a sonar insistente, ellos intentaron no hacer caso.
Pero sonó y sonó y sonó sin parar hasta que ella vio al techo y abrió los ojos molesta.
-¿Es en serio?- Bufó soltando aire rendida.
-No puede ser.- Dijo el hombre lanzándose a la cama negándose a contestar.
Angie vio el gesto del mayor, se puso de pie y contestó seria.
-¡No hemos pedido servicio a la habitación, esto es terrible!
-Señorita, tiene una llamada urgente desde Londres.
Angie se quedó helada.
-Sí, admítala voy a responder.
La recepcionista pasó la llamada y ella escuchó una voz conocida.
-Angie ¡Qué bueno que te encontré!
-Luigui ¡¿Cómo demons has podido localizarme?!
El adulto que hundía su rostro en una almohada se alzó con los brazos como haciendo una plancha y la miró extrañado. Luego, lentamente empezó a incorporarse intentando poner atención a esa extraña conversación.
-Trabajo para la policía de Londres y me preguntas ¿Cómo pude localizarte?
-Exacto.
-Puedo rastrear tus tarjetas de crédito.
-Eres un idiota.- Dijo lento, intentando ser sutil. -Tiraré la tarjeta de crédito que me diste.
-No lo hagas, estuve llamando a tu celular. Te contacté porque…- Hizo pausa, se escuchaba un poco abatido. -El tío falleció, le han disparado.
-No, debe haber muerto en el río, tuvimos un accidente y el bote se volteó.
-No, Angie, hablé con él anoche, encontraron su cuerpo en Toronto, lo mataron en su casa. Me contó del accidente que no te vio pero en la lista de sobrevivientes te leyó y decidió ver si llegaste a casa sin embargo no fue así, me asusté después de enterarme que murió de esa manera así que moví cielo y tierra para encontrarte.- La voz se hizo más pausada, delicada. -Ha muerto, no puedo creerlo. Él… Nos dijo que muchas personas habían intentado quitarle el negocio, pienso que fue uno de los que lo acosaba.
Angie sintió mucha angustia, sólo tapó su boca mientras empezó a sentir que sus ojos se llenaban de lágrimas y un nudo enorme la empezaba a ahogar. Segundos después dos espasmos de tristeza la hizo bajar al suelo arrodillada, Patrick al ver eso fue hasta ella, apoyó una de sus rodillas en la alfombra y reposó una de sus brazos en su hombro, no sabía lo que pasaba pero imaginaba que era el descenso de un familiar.
-Lui, te llamaré temprano por el Skype.
-No vayas, no vayas a su funeral, será peligroso.
-No puedo dejarlo solo, su novia debe estar destrozada.
-Hablé con ella, le dije que lo haga privado, no sabemos si corren peligro. Por favor, no vayas a Toronto, mi vuelo sale en dos horas, pasado mañana nos vemos.
-Está bien.- Casi pudo pronunciar eso cuando colgó y tapó con ambas manos su rostro. -Le han disparado, le dispararon a mi tío.
-¿Por qué, cómo es posible?- La abrazó en el suelo unos minutos hasta que ella paró de llorar.
***
Una hora después el hombre estaba con ella en la cama abrazándola, quería que se sienta bien, mejor, que no estuviera callada. Verla así le hacía sentir mal.
Le había servido una taza de té y le había preguntado unas cosas.
-¿Cómo te ha localizado tu familia?
-Era mi hermano, él trabaja para la policía de Londres, es detective. No estuviera involucrado en el tema pero mi tío le daba a guardar muchos datos y números de personas que lo amenazaban y acosaban para que venda el negocio. Él, mi tío era como mi padre, él me cuidaba como si fuera su hija y el negocio que poseía empezaba a ser muy rentable lo que causó envidia en ex amigos inversionistas.
Patrick no se esperaba eso y quiso hacer una broma para que ella sonría.
-Venga, bonita, todo va a estar bien… Además, me hubieras dicho que tenías un hermano policía, ahora creo que estaré en graves problemas.
Ella giró para verlo, aún con ojos rojos. Sonrió.
-Si te decía que mi hermano era detective de la policía no ibas a querer salir conmigo.- Respondido como si se hubieran conocido en un lugar y momento propicio.
-Lo lamento, fue algo tonto, no quise bromear así pero es que de verdad quisiera que estés bien.
-Vendrá en dos días y de todas manera querrá conocerte.
El hombre apretó la mandíbula y abrió los ojos en sorpresa.
-Está bien, estaré contigo.
El mayor se quedó con ella escuchando todo lo que tenía que decir, después de unas dos horas más se acostaron en la cama y al apretarle la mano con la suya sujetándola fuertemente, se durmieron.
-Yo voy a cuidarte.- Volvió a decir el hombre en la nuca de ella.
La joven quien débil y triste por tanto llorar, se hizo de lado.
Sintió que él le apretó la mano y todo se hizo negro en un profundo sueño que después se convirtió en una cruel pesadilla.
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