Al verlo lo observó unos segundos.
-Vaya, te ves tan distinto.- Dijo despacio con tono tímido.
-No ha respondido mi pregunta, Srta.
-Oh lo siento. Sí, me encantaría.
El hombre le guiñó un ojo y sutilmente con ingenio la acorraló.
-Tú también te vez diferente y es que después de salir de esa pequeña pesadilla que gracias a ti fue una interesante experiencia.- El hombre le coqueteaba porque se sentía libre además de apostar un poco con él mismo que le era agradable a la joven. -Ahora pareces estudiante de medicina.
-Y tú al fin te vez como un caballero.- Rodó los ojos porque sabía que su intensión era bromear con ella.
Él sonrió mostrando aquella sonrisa que le dejó ver antes.
-Te ayudo con tu maleta, pequeña.- El mayor jaló su maleta y la de Angie hasta llegar a una cafetería cercana. Ya había estado ahí horas atrás pero no era el mismo lugar donde la vio comprando su boleto. -Aquí hay buen café, sentémonos cerca del cristal con vista a la pista de aterrizaje, te encantará.
Angie vio hacia el cristal intentando ver más allá.
-Parece que tuviste el tiempo para explorar el aeropuerto.- Se quitó la bufanda la colocó a un lado y él le ofreció sentarse a su derecha exactamente frente al cristal. La joven utilizaba otro tono de voz distinto al del río, este tono era un poco más propio.
La joven quedó pegada a la pared sin darse cuenta que nuevamente estaba acorralada. Hubiera sido fácil para él tener contacto visual pero su intención era girar hacia ella en la conversación y así poder tenerla más cerca.
-Tengo casi tres horas aquí, mi vuelo sale en cuatro horas.
-Vaya, es bastante tiempo, ¿Por qué?
-Intenté hospedarme en un hotel cercano pero al final el dinero que iba a invertir ahí me lo gasté en ropa, ya no quería pasar un sólo día más aquí, al menos saqué provecho, es la razón por la cual me veo tan elegante.
-Ahh qué bien. Pues yo no hice lo mismo, yo iba para casa de mi tío pero no estaba por lo del problema que pasó en magpie así que vine antes al aeropuerto para regresar a la residencia de la universidad.
-¿Y dónde está el flamante novio?
-Si te refieres a mi novio, lo terminé, ya no existe, después de que me recibió en la cabaña seguía mandando y recibiendo mensajes, lo confronté y le dije “Adiós”.
-Qué curioso, yo hice lo mismo con Nataly, la dama me culpó del accidente así que le dije “Es hora de que regreses por tu cuenta, hasta Nunca”.- Acercó más el rostro a ella, su voz se apagaba a ratos. -Sé que tienes mi número pero puedes perderlo, quiero asegurarme que podremos vernos después, me entristece tanto no saber más de ti en unas horas, Dame tu número por favor.
-Las personas como tú no se olvidan fácilmente, Sr.- La joven volteó para tomar de su cartera de mano juvenil unas tarjetas con diseño simple. -Este es mi número personal y el otro es el de la residencia de la universidad, no tengo que mencionar que estoy en la facultad de medicina.
-Me queda claro, gracias. Y… ¿Por qué hoy y no antes?- Dijo Patrick con mucha curiosidad, quería y anhelaba una razón similar a la de él, que simplemente no había podido olvidar ese beso, su relación no iba para más por lo que no fue un pretexto sino un abrir de ojos, una oportunidad… “¡Oh ese Bendito beso!” Se acercó al rostro de ella aún más.
Angie no se movió sino que pasó saliva claramente llenando cada extremidad de su cuerpo con impulsos nerviosos.
-No entiendo la pregunta.- Vio directo a los ojos del hombre y luego vio cómo él veía sus labios.
-¿Por qué hasta hoy aguantaste a tu novio?
-Porque el accidente me hizo quitar la venda que cegaba mis intereses humanos, valorar mi vida, saber que hay personas que sí valen la pena y otras no.- No se movió de donde estaba.
El instinto le hizo bajar más la voz casi en un susurro. Patrick acercó la boca a la oreja de la joven y empezó a decir como en una confesión.
-A veces algunas personas tienen la Bendición de conocer a alguien que necesitaban encontrar, ese personaje que no puedes olvidar sin siquiera saber que existe en un lugar lejos de tu entorno, por un tiempo equivocado te acostumbraste a que otra persona no vea en ti la cantidad de atención que mereces y sin querer te atrapas solo, equivocado, piensas que salir de esa incomodidad es devastador cuando sólo es una canoa que te arrastra a lo mejor que has podido sentir en la vida, lo mejor que has podido vivir.
-¿El accidente es lo mejor que has podido vivir?- Le devolvió rápido también en un susurro de anhelo dejándose llevar, cerró los ojos al saber que podía estar hablando de ella.
-Nunca he hecho o dicho esto antes, sentir que he podido morir me hace no tener temor a perder… Verte, hablarte, conocerte, besaaaarte a sido como un sueño.
-Pensé que una pesadilla.
-Pesadilla es que dentro de tres horas tendré que regresar a un edificio de departamentos cerca a la oficina en la que trabajo, obligarme a olvidar que la vida me hizo conocer a una mujer como tú cuando hoy, en este minuto estás conmigo de nuevo.
-Es una locura… Pero no puedo negar que… También me entristece el volver a casa y olvi… Dar… Te…
-Eres un encanto.- Respiró al escucharla hablar de él. -… Si pudieras cometer una locura ahora yo te pediría que la hicieras con este servidor. Ven conmigo a Vancouver, Angie, déjame conocerte debajo del sol y el frío una vez más, sé que aún estás de vacaciones por eso te lo pido. Salgamos, hablemos hasta tarde de lo que quieras, te cuidaré y te arroparé en las noches si me das permiso.- Aquella confesión en petición fue el colmo del atrevimiento, ni si quiera lo pensó tanto, sólo lo soltó.
Angie Jadeó al sentirse invadida del deseo que él tenía y sacaba con aire tibio que caía en su oreja, como si ese fuera su último día de vida le hizo una petición osada.
Estuvo a punto de morir ¿Qué podía pasar si aceptaba algo así, fueron esas eternas horas de frío cuando se sintió más viva que otras veces y fue ese beso con él que ocasionó un terremoto y rompió todas las placas de su mundo?… ¿Es la propuesta a una aventura o a conocer una experiencia de vida importante?
-Suena tentador… Pero… No puedo ir a vivir contigo, Patrick.
-Hospédate donde quieras, yo lo pago todo.
-Tengo ahorros, también puedo pagarlo yo.
-Eres orgullosa qué bien ¿Entonces es un sí?- El hombre insistió.
-¿Puedo pedir sólo una cosa?- Dijo ella con duda.
-Sí, lo que quieras.
-Promete que no consideras mi sí como un juego, a mí no gustan los juegos. Y promete que no me llevarás a un lugar de campamento al aire libre.
-Jajaja, lo prometo…- Sonrió frente al rostro de ella y la abrazó porque simplemente quería sentir su cuerpo una vez más. -Yo lo pagaré y no siento que sea un juego.
-Está bien pero no te debo nada, si quieres pagar será cosa tuya.
-No, absolutamente nada, no me deberás nada y no te pediré nada a cambio.
Disfrutaron del café mientras él le hablaba de Vancouver y el frío que ahí hacía pero ella insistió en decir que el país entero era muy frío pero con paisajes hermosos.
La propuesta no era que fuese su novia, era que viajaran juntos y conocieran nuevas experiencias.
Patrick fue al mismo lugar donde compró su boleto y oh sorpresa le costó más barato pero hizo un reembolso del primero para poder obtener un asiento junto a ella. No fue necesario pagar más porque había lugar de sobra en el avión.
-Entonces, ¿Aceptas ser mi novia?- Habló como si nada siendo astuto cuando el equipaje fue guardado y los cinturones se estaban ajustando.
La joven sonrió viendo su libro, apretó sus labios y giró lento.
-¿No te parece que soy muy pequeña para ti?- Lo miró a los ojos, hizo la broma para recordar cuando quedaron en ese al estar en Magpie.
-No… Tú eres perfecta para mí.
-No lo sé, déjame pensar…- Volvió la vista a su libro con una sonrisa divertida.
-Vas a ser mi novia quieras o no ya lo verás.- La seguridad de Patrick le hacia sentir más diversión, quería reír.
-Por ahora sólo somos amigos.- Volteó a verlo serio.
-¿Ahhh entonces eres difícil? Tranquila, eso no me hace ir hacia atrás sino hacia arriba, no dejaré de pedirlo.
Angie sonrió por la sugerencia.
Con el pasar de los minutos se quedaron dormidos, ella cayó sobre el hombro del mayor y él los cubrió a ambos con una manta.
***
-Jovencita, hemos llegado, tenemos que acomodar los asientos, el avión va a aterrizar.
Angie intentó abrir los ojos olvidando por completo que estaba ahí con él y en Vancouver, al otro lado de Canadá, casi a nueve horas.
-Gracias, por poco todos se bajan y me dejan aquí.
Cuando el avión ya había aterrizado…
-No, no te iba a dejar ir a Toronto, sola. Por cierto, ya sé a qué hotel te llevaré, es uno muy hermoso, tiene piscina, gimnasio, sauna etc etc, un ambiente espectacular en White Rock. Me lo recomendaron muchas veces para hacer algunas reuniones laborales.
-Genial, pero dormiré sola, Sr.
-Lo que pidas.- Hizo una leve reverencia con exageración mientras soltaba aquella voz galante.
Ambos salieron del avión y caminaron por el gran Aeropuerto hasta llegar a la parada de taxis donde abordaron rumbo al majestuoso hotel Pacific Inn.
En el camino del taxi, Patrick tenía muchas ganas de coquetear y es que su intensión sí era conseguir en ese mes el corazón de la joven, era como una oportunidad para llamar a alguien parte de él, se sentía así, que ella sería parte de él en este momento de su vida, nada podía ser casualidad, no podía ser casualidad que la viera ahí con los audífonos puestos, a su lado en el bote, esforzándose por vivir en ese desolado lugar junto al río, compartir con ella algunas palabras y finalmente ese beso que parecía un juego y terminó por atraparlo bajo una especie de red de pesca color rosa juvenil. El que ella fuera joven le era atractivo.
-Y bueno.- Estiró el brazo para rodearla por encima del hombro. -Prometo que serán buenas vacaciones.
La joven quien se dejó abrazar porque simplemente no le molestaba el contacto volteó a su derecha para verlo.
-Sí, algo completamente distinto a Ontario en él río Magpie.- Subió la mirada hasta los ojos del hombre porque le insinuaba que sí gustaba de él pero que no pensara que era una situación similar, ella no correría a sus brazos para besarlo de forma apasionada o hacer el amor en un hotel el primer día que llegaran, se moría de ganas sí, pero no lo haría, debía haber un motivo mayor sin embargo tenía un plan de motivación para él, para que él se esfuerce aún más y era tratarlo con muchos mimos.
Podría confundir al hombre pero pensaba que debía vivir al máximo cada minuto que ahora tenía como regalo.
-Lo sé.- Dijo el hombre con una sonrisa esforzada ya que ella lo censuró pero sin embargo no se esperaba que ella subiera su mano izquierda y acariciarle su barbilla la cual empezaba a notar el crecimiento de finos vellos. La caricia fue un trato de ternura profunda, siguió hasta su rostro, su mejilla izquierda, después de un momento aquella caricia le hizo sentir escalofrío.
La joven siguió con su mano izquierda estirada, el codo le tocaba el pecho al mayor, las pequeñas y suaves superficies de sus dedos ahora jugaban con la oreja del hombre. Él al intentar ser igual la jaló más hacia él y la besó en el rostro muy cariñoso, inocente y cariñoso.
El auto se estacionó frente a ese magnífico lugar, un emporio rosa enorme de al menos cuatro pisos.
Y cuando habían ingresado quedaron maravillados.
Patrick no perdió la oportunidad. Cuando ella le dijo que iría al baño, la acompañó y en el corredor la detuvo.
-Por favor, duerme conmigo.
-No, sabes que si estoy en la misma habitación contigo las cosas pasarán muy rápido y yo no quiero dar esa impresión. Simplemente será como si forzáramos las cosas. También siento, Sr. Patrick, pero no es justo ir tan rápido para mí y puedes entender a qué me refiero sin que lo explique.
-No me das ninguna impresión negativa, yo quiero estar contigo, Angie. Pero entiendo, sé a qué te refieres aunque necesito insistir porque simplemente no puedo dormir solo en la habitación de este hotel cuando puedo dormir contigo.- Se acercó deseándola literal, pero a pesar de eso se frenó a expresar sus ganas. -Vamos, vamos, di que sí, es más pediré habitación doble.- Su voz se convirtió en una tortuosa insistencia irresistible para ella.
La mente de Angie daba vueltas y es que no había conocido el caso jamás de una pareja de conocidos que fuesen dando poco a poco rienda suelta a sus gustos por el otro, era imposible negar que ambos querían lo mismo pero necesitaban conocerse, era muy importante para ella conocerlo. A pesar de sus dudas, por el rostro del hombre y la vivencia intensa de ambos quiso presionar.
-No, te dije que no.
-Vamos, prometo que no intentaré nada.- Su voz gruesa e insinuante era un castigo llamativo. -Venga, serán algunas conversaciones nocturnas, un pequeño momento, será interesante, vamos, será hermoso.
-No.- La joven dio un paso hacia la puerta del sanitario de damas pero una sonrisa la delató y él siguió.
-Venga ya, no pasa nada.- El hombre la abrazó.
-Estás haciendo trampa, no es justo.- Los nervios hicieron que se le escape una pequeña risa. -Te he dicho que no jaja.
-¿Y por qué ríes, acaso juegas conmigo?
-Me río porque te ves tierno y por otros motivos…
-Vamos, vamos, si ya casi dices que sí.- Empezó a darle muchos besos pequeños en el rostro a la joven pero uno se escapó hacia su cuello el cual le hizo cerrar los ojos a Angie.
Ella los abrió de inmediato, para castigarlo se acercó a su boca lentamente viendo hacia arriba porque él era más alto. Y lo besó, con un beso muy pequeño y casto.
-Bien, lindo, está bien. Ahora con tu permiso iré al sanitario.
-Ve.- Hizo un ademán caballeroso para que siguiera su camino. Lo había conseguido, ella estaría aún más cerca de él.
Cuando salió la joven ambos caminaron hasta recepción y el hombre pidió una habitación doble con camas amplias, baño y una cocina pequeña.
-Este hotel es más fantástico de lo que vi en la revista del avión.- Se acercó para darle un beso en los labios pero ella se apartó.
-Voy a darme un baño y luego sería genial conocer el hotel.
-Lo que tú digas, compañera de habitación.- Al decir eso con exageración ambos rieron y ella entró al baño.
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