Río Ascendente Capítulo V Camino Posible

Se quedaron viendo a los demás, dormían como bebés.

-Han sobrevivido la noche.- Dijo la joven sacudiendo su ropa como podía.

-Sí, al menos han podido descansar, espero que el campamento y las cabañas no estén tan lejos.- El mayor habló contemplando el rostro de ella, sus facciones en perfil, la inocencia de la joven al bostezar, su cerrar lento de aquellos delicados párpados.

-También espero eso. Vamos, te acompaño.

Caminaron hasta la misma colina donde encontraron la leña de los árboles secos pero se desviaron a la izquierda donde habían unos arbustos y pinos pequeños similares a los que se cortan para navidad. La joven lo esperó cerca mientras él tenía que hacer lo necesario para vaciar su vejiga, intentó estar distraída pero no pudo evitar escuchar.

-Eyy, has regado como un litro en esa planta,  es impresionante lo que un hombre puede retener en la vejiga.- Dijo en tono curioso pero no por molestar o por grosera sino que de verdad estaba impresionada y él se dio cuenta de aquella indiscreción.

-Ayy qué pena, no se supone que tenías que estar atenta a eso, jovencita.- Se tocó las sienes avergonzado.

-¿Qué tiene de malo, acaso no es algo natural?- Se acercó a él con gesto inocente a ofrecerle alcohol en gel que más parecía aceite de coco.

Patrick rodó los ojos mientras untaba el desinfectante en sus manos.

-Ammm.- Intentó alejarse por un sentimiento incómodo que vino de pronto a su cabeza. -Iré por más madera, mientras harás lo que debas hacer.- Patrick se alejó sintiendo que se estaba acercando mucho a esa joven, ya la veía de distinta manera, él tenía novia, una desinteresada, pero no justificaba nada, se estaba comportando de una manera que no tenía aprobación por su subconsciente.

“Es joven, quizá sólo te ve como un padre, aunque no tiene de malo si acepto un poco de atención.”

-Está bien, te daré el encuentro en unos segundos.- Dijo al revisar el reproductor de su celular.

***

Después de cinco minutos ambos regresaban riendo por las cosas que él le contaba.

-… Cuando uno es niño estas cosas son divertidas pero cuando llegas a los cuarenta y cinco, es mejor tener la nevera llena, baño caliente y una cama amplia para dormir la siesta.

-Creo que ese mal ya afecta a las generaciones posteriores. Por ejemplo, yo tengo veinticuatro, en dos meses serán veinticinco años y créeme, lo que mencionas es mi deseo todos los días pero el tiempo casi no alcanza. Intentar tener todo ordenado, la comida hecha y buenas notas casi es imposible pero se logra, la recompensa es el cansancio y sobre todo los Domingos en la tarde .

-Sabía que no tenías más de veinticinco años, tu rostro es, vamos, aún pareces una niña. Y sí, eso ahora afecta a las nuevas generaciones. Es complicado, ya no están tan mimados como antes.- Usó tono de Sarcasmo. -Pero está bien ¿O no? Es bueno ser independiente.

-Gracias, Señor. No sé si fue un cumplido pero gracias, es grato saber que me veo como una niña. Tu rostro es… La de un hombre.- Dijo en tono de cumplido y él sonrió. -Y sí, es bueno ser independiente.

Llegaron frente a la fogata y colocaron la madera la cual empezó a quemar lentamente.

-¿Sigues con sueño? ¿Quieres ir a explorar? Tengo una idea para encontrar más rápido las cabañas.

Hizo un ademán de invitación.

-No, el sueño se ha ido, vamos a explorar. Tengo un pequeño thermo con agua caliente, el agua es la que me diste ayer, sabía que lo íbamos a utilizar en la mañana, podemos comer también algunas galletas.

-¡Ah muchas gracias, jovencita, estoy hambriento!- Habló bajo casi en susurro para no despertar a los demás. -Ok, mi plan es subir a esa colina alta, al llegar arriba podremos tener una mejor vista de dónde dirigir nuestros pasos.

-Suena buena idea.- Abrió la bolsa de galletas caseras y le entregó una.

El hombre caminó primero y ella lo siguió. Al estar al lado del otro empezaron a tener delante de ellos un camino más empinado pero no tan peligrosos como pensaban.

De vez en cuando el mayor la tomaba de la mano para que no resvalara y ella sólo lo sujetaba fuerte para seguir en el camino.

-Tengo un dolor intenso en la cabeza.- Dijo el hombre con síntoma de fastidio al tocar su lado parietal.

-Es cierto, tienes un corte, lo vi cuando te di respiración. Pero tranquilo, tomemos una pausa y lo limpiaré.

Él se sentó donde pudo viendo que el sol se alzaba con rapidez.

La joven observó su cráneo moviendo sus cabellos al buscar la herida y pudo hallarlo, era un corte conciderable.

-El cráneo no está fracturado pero al menos podría poner dos punto en ese corte, es más grande de lo que recordaba aunque ha cicatrizado bastante rápido.- Apretó despacio para ver si salía materia o algún síntoma de infección. -Tienes suerte, de verdad ha cerrado rápido, te limpiaré un poco con alcohol y luego te daré unas cuantas pastillas para el dolor.

-¿Tienes un botiquín en esa mochila?- Preguntó curioso con gesto de dolor mientras ella presionaba.

-Oh sí, lo llevo a todos lados.- Dijo con orgullo.

-¡Cásate conmigo, ahora! .- Dijo sin dejar de hacer mueca de dolor. Le emocionó saber que ella también tenía un botiquín al igual que él.

-Es una excelente idea.- Sonrió mientras sacaba el alcohol, el algodón y una crema cicatrizante que se podía poner sobre heridas expuestas, tomó la gasa con gesto serio y la puso sobre la piel herida del hombre.

-¡Outchhh ya no quiero casarme!- Dijo quejoso por el ardor.

Y la joven apretó más a propósito.

-¡Por favor sé más delicada!

-Bueno, tú te lo pierdes. Ya no te daré las pastillas.- Le mostró algunas en su mano y siguió caminando.

-Oh vamos, era una broma jajaja. No me dejes así por favor.- Empezó a seguirla.

-¡Pues tienes que conseguirlas, en esta vida todo se consigue con sudor y lágrimas!- Empezó a correr cuesta arriba para llegar más rápido.

El hombre aceleró el paso pero no corrió. Hasta que la alcanzó en un descanso.

-Me debes protección y calor corporal, jovencita. Esas pastillas son mi derecho.- Usó tono indignado colocando sus manos en su cintura, recordando todo lo que había hecho por ella.

La joven rodó los ojos resignada.

-Vale, vale, eres tan llorón como mi hermano mayor ¿Por qué los hombres son así de manipuladores? Bastó sólo un pequeño descuido mío.

Patrick se puso a pensar, hizo un gesto exagerado viendo el suelo.

-Método de supervivencia ante las féminas de ahora, señorita doctora.- Se hizo el importante mientras le quitaba las pastillas de la mano a la joven. Sacó agua de la mochila y se tomó una.

Caminaron unos minutos más hasta que se le ocurrió a Angie jugar. Antes que ser confiansuda decidió disfrutar del momento, sentía que en el poco tiempo de conocerse podía ser más fresca. El mayor sintió a la joven saltar por su espalda, le pareció divertido y muy en el fondo oportuno. Sólo le quedó sujetarla como pudo como de la sorpresa.

-¡Siiiiii desde aquí podré ver todo!- Dijo ella sintiendo el leve viento de la altura mientras estaba arriba de él.

El hombre sonrió y dijo lo que pensaba.

-Avísame que harás eso, la siguiente vez podría tirarte por accidente, si vuelves a saltar así de sorpresa te vas a lastimar.- Intentó acomodar sus manos al rededor de las rodillas de ella, estaba un poco incómodo ya que hace mucho no pasaba por una situación de juego y es más a la única persona que había cargado era a su hermana casi diez años menor.

-No exageres y camina.- Pidió exigente señalando hacia delante.

-Estoy cansado, Srta.- El intentaba rechazar la petición aunque le parecía cada vez más tentativa.

-¿Si te doy una motivación me subes hasta la cima?- Angie propuso con una sonrisa aferrándose más del cuello de Patrick.

-¿Cuál sería esa motivación? Aceptaré sólo si es negociable y conveniente.- Preguntó al sentir que aquellos frágiles brazos lo ahorcaban, seguro le ofrecería dinero.

-¿Qué tal un beso?- Soltó Angie sin más, sin ninguna vergüenza o recato.

Patrick no lo pensó dos veces así que respondió rápido.

-Mmm suena interesante.- Hizo que la joven salte al acomodarla mejor y sujetar sus delicados muslos que lo rodeaban por la cadera desde la espalda. -¿Qué tal un beso en los labios?- Dijo en tono de broma pero su intensión real era averiguar si era una treta, si realmente ella tenía interés de besarlo, quería desanimarla al ser tan atrevido aunque en realidad quisiera el resultado contrario.

-Me parece bien merecido pero no podrás aguantar el llegar hasta la cima, te vez débil.- La joven lo estaba provocando además que la cima estaba muy lejos, hablaba segura de que no había forma, manera o posibilidad, no podría con ella hasta la cima.

-¿Entonces crees que no lo lograré, crees que soy incapaz de llegar hasta la cima contigo en mi espalda? Angie, usted se equivoca, no me conoce cuando me propongo algo.

Eso era lo que había provocado la joven, que un hombre intentará comprobar que era lo suficientemente fuerte, ágil y capaz de lograrlo aunque no tenía nada que ver la hombría ese desafío ponía en duda sus capacidades varoniles, no de forma directa pero era necesario demostrar lo contrario.

-Shh, no hables y camina. Soooo sooo, es hora de andar, caballito.- Dijo en tono de burla.

-Ehhheheh.- Intentó hacer como caballo. -Angie buena tendrás que darme ese beso.- El hombre volvió a sujetarla y acomodarla para empezar a avanzar cada vez más rápido.

La joven se preocupó, el hombre sonó seguro porque no parecía un reto sin fundamento, aquellas piernas del hombre no se cansaban.

Siguió y siguió sin parar, sólo respirando cada vez más agitado, a veces caminaba más lento para recuperarse y luego volvía a subir la velocidad.

-¡Ohh no ya sólo faltan unos metros!- Dijo Angie preocupada, de verdad que no pensaba que podía lograrlo.

-Ajá… Casi puedo saborear la victoria.- Dijo en tono gracioso, pausado, usando voz gruesa como salida de villano en una película de terror. Por otro lado el hombre no le iba a pedir nada, estaba siguiendo una corriente como ella quería jugar, una que iba creciendo en confianza de forma ascendente, un trato completamente inocente.

No parecía tan fácil cuando llegó el camino había sido largo. El desafío cumplido abarrotó a ambos con incredulidad, el mayor logró estar en la cima con ella a sus espaldas. Descansó unos segundos antes de bajarla con cuidado al suelo mientras mostraba un rostro rojo y cansado.

-Listo, servido, Srta.- Se giró y empezó a mirar el paisaje.

Angie lo acompañó y se colocó a su lado al parecer ella compartía la misma sorpresa.

-Fue increíble.- Lo miró a los ojos sin poder decir más ya que estaba impresionada. Fruncía el ceño y veía al hombre a los ojos. -Perdón, de verdad creía que era imposible…

-Tenía los mismos pensamientos que tú, Angie.- Alzó las cejas y movió la quijada a un lado poniendo las manos en la cintura como pensando. -La vista es increíble.

-Bien, sólo me queda cumplir lo que prometí.- Habló con timidez al ver el paisaje esperando que el hombre se hubiera olvidado.

-No claro que no, olvídalo, no tienes que hacerlo, ambos jugábamos y fue divertido ver que fuí capaz de cumplir un reto así.- Volteó a verla, su mirada había estado sobre esa aparente alfombra de árboles a lo lejos, ella estaba sonrojada y su mirada tímida bajaba hasta el suelo, siguió observando atento y ella subió lento hasta verlo de frente, en un instante la joven formó una sonrisa que lo hizo sospechar.

Y entonces ella le saltó de nuevo pero esta vez por delante.

-¡Eyy espera!- Patrick no resistió el peso y cayó al suelo sentado intentando evitar que ella se golpeara.

-Ayy perdón, te daré el beso aunque no quieras.- Su risa se fue transformando en un gesto serio mientras más se acercaba al rostro de él.

Patrick hizo lo mismo, no se lo esperaba ahí sentado apoyado con las manos atrás de sus caderas.

Angie acercó el rostro, él no se movió sólo calló, le dio un pequeño beso en los labios, tan lento que él sintió crueldad fría cuando se separaron.

La quedó viendo serio y se atrevió a decir.

-Espera niña, eso no es un beso.- Su risa se hizo coqueta. -Já, mira hacia bajo y verás que merezco algo de ese tamaño esfuerzo, no un beso inocente.- Sonrió nuevamente señalando la colina y todo el camino recorrido desde abajo.

La joven sonrió de lado admirando la bella sonrisa del hombre.

-Está bien, pero promete que no le dirás a nadie.

-Lo prometo.- Dijo lento mientras ella volvía acercase lentamente a sus labios. Los ojos de él se cerraron de forma automática.

Y algo recorrió sus brazos desde la punta de sus dedos, recorrió su nuca, su rostro y luego bajó hasta su pecho. Ella lo tocó de nuevo quedándose quieta, apretando sus suaves labios con los de él y lentamente con timidez notoria empezó a moverlos como en una arriesgada entrega inocente, el peso de su frágil cuerpo cayó sobre sus muslos y rodillas, él retrocedió a propósito para tenerla encima.

El hombre no soportó no tocarla, fue su instinto. De forma inerte movió su mano derecha para acercarla más contra él desde la cintura hasta que sus frágiles rodillas tocaran el suelo al rededor de sus caderas, sus estómagos estaban pegados. Ella perdió el control en unos segundos más cuando él tomó el mando abriendo su boca lentamente para darle un beso real, un beso de pasión inglesa. La tímida boca de la joven siguió el beso que se intensificó por el contacto del cual también podía definirse como arriesgado hasta que él la giró para terminar sobre ella recostados en el pasto. El beso ya no sólo era piel suave de los labios, unos rojizos y otros pálidos, de pronto habían cruzado la barrera convirtiendo el desliz suave por humedad de su saliva movida por ambas lenguas en tres palabras “Esto me gusta” Era casi imposible parar, más si lo estaban disfrutando pero él paró cuando escuchó la delicada voz de angie gemir y la suya agitarse.

Se apartó viendo el rostro de ella sonrojado.

-Perdón, lo siento me dejé llevar. De verdad lo siento, perdóname no quise ser tan simple y atrevido.

-Está bien, no pasa nada. Quedamos en que no se lo diríamos a nadie.- La joven sonrió de forma amigable para quitarle incomodidad al momento, nunca le había pasado algo así, las circunstancias, la posibilidad de besar a un hombre extraño, la acción fue incomprensible.  -Tengo un largavista en mi mochila, me habían dicho que habían alcones en esta montaña desde la primera ves que vine aquí, por eso lo traje sólo que ahora nos puede servir de otra manera.- Se paró con ayuda de Patrick y sacó el aparato de su mochila para entregárselo, quiso olvidar el momento con esa información tonta aunque importante en funcionalidad.

-Gracias.- Dijo cuando recibió el objeto para empezar a mirar, su voz era sería y gruesa.

Al ponérselo frente a los ojos tuvo un pequeño momento de intimidad para pensar.

“¿Qué ha sido esto, por qué me ha dejado tan nervioso y con ganas de más?” Sus latidos aún encontraban paz. La joven era atractiva, bastante menor pero atractiva, pero lo más fastidioso era que tenía novio y él estaba en una relación.

Dentro de su mente explotó miles de posibilidades pero el subconsciente le dijo. “Olvídalo estás pensando mal, te vas a hacer igual a Nataly de descarado e inconsciente.”

Puso atención para fijarse mientras dejaba de lado sus pensamientos, intentó enfocar el lente con los botones para encontrar un camino posible y tuvo suerte porque fue más fácil de lo que pensaba.

-¡Bingo!, está aproximadamente a un kilómetro, nos llevará como cuarenta minutos llegar.- Su voz sonó segura y sería.

-Genial.- Dijo la joven feliz aunque en realidad algo muy dentro de ella no quería regresar a la vida rutinaria y aburrida como si de pronto ya no le gustara la idea. -Bien, puedes subir, ahora yo te llevaré hacia abajo, sube rápido antes de que me arrepienta.- Dijo en tono suave haciendo un ademán para que él vea que podía subirse sobre su frágil espalda.

-Jajaja, no me hagas reír, pequeña.- Admiró los ojos café claro de la joven y se maravilló. -Debemos decirle a los otros. Vamos.- Insistió.

***

Al llegar frente a la fogata los otros ya habían despertado.

El hombre puso tierra sobre la fogata y se dirigió a todos con voz autoritaria.

-Buenos días, Soy Patrick, lamento no haberme presentado antes pero ahora es importante. Las cabañas están a cuarenta minutos aproximadamente si es que tenemos buen terreno que nos facilite la llegada. ¡Quien tenga hambre y no quiera pescar un resfrío en el río, sígame!

La joven lo quedó viendo, se tapó la boca para evitar reír.

***

La caminata lo lideraban ellos, creo que no hay que mencionar que se sentían un poco incómodos aunque también extraños.

Patrick pensaba que nunca antes le había sucedido que una joven chica aunque no tan joven le había confesado que gustaba de él o hasta le habían robado un beso pero no algo como lo que había sucedido en aquella bendita cima, estaba equivocando al pensar que la empatía, la situación en la que se encontraban había facilitado una situación así e incluso un sentimiento confuso, pero… La experiencia le decía que los besos a veces suelen ser tan simples y pasajeros, que no significan nada pero en todos los años que pudo haber tenido una relación tan intensa aunque sea en un diez por ciento de esa sensación que causó el beso de Angie en él, si aunque sea hubiera tenido eso antes, estaría casado y no intentando complacer a mujeres incompletas que buscan vanidad y dinero.

Angie sin embargo veía la escena a cada instante, recordaba la sensación y se lamentaba.

“¿Por qué tiene que besar mejor que  Hunter, por qué me ha dejado tan intranquila? ¡Cieeeelossss, estas vacaciones son un lío en tu cabeza!”

Aceleró el paso para dejar atrás a los demás, también a Patrick. No quería de ninguna manera que los demás vieran su rostro, el lamentarse que él tuviera novia y ella a su querido Hunter.

El mayor tuvo razón, las cabañas no estuvieron tan lejos como pensaba. Sólo que tuvieron un ligero problema, al llegar estaban en cabañas de la misma empresa pero lejos del destino inicial. La corriente los había desviando unos cuantos metros a otra conexión de rápidos, su caminata los llevó a la derecha mientras sus cabañas estaban a la izquierda del río.

El problema fue resuelto a tiempo, con algunas llamadas, por suerte pudieron atenderlos por los raspones, les dieron mantas, ropa y alimentos. Aquellas cabañas no estaban en funcionamiento pero tenían vigilancia.

No tardaron en llegar gente de la empresa, una ambulancia local y algunas camionetas que los llevarían junto a sus familiares.

Dentro de la última camioneta Patrick iba junto a Angie, intentó decirle algo pero ella no parecía tener ganas de entablar alguna clase de conversación, se veía un poco triste por lo que no dijo nada sin embargo ella no calló.

-Quiero que sepas que no voy a olvidar todo lo que has hecho por mí, fue un gran placer encontrarme con un compañero compatriota, gracias de nuevo.- Su voz sonó amable y volteó a verlo.

-No, gracias a ti…- Se quedó en silencio un momento. -Quisiera recordarte que mi propuesta está en pie. Sólo llámame cuando necesites hablar con alguien yo contestaré a la hora que sea.- Patrick le entregó su tarjeta profesional una de tantas que a veces cargaba en la cangurera y ella se le quedó viendo minuciosa.

-Lo haré, te llamaré.- Sonrió de nuevo observando el número telefónico.

Al llegar unos cuantos impacientes esperaban, los familiares abrieron las puertas para abrazarlos.

Pero él no recibió nada más que regaños.

-¿Por qué sucedió, no te das cuenta que no me puedes dejar sola tanto tiempo, no pude comprar los recuerdos y la ropa que te dije, por qué no pensaste en eso?

Patrick hizo una mueca de desagrado y no sólo por lo que su estúpida novia estaba ladrando sino porque vio al novio de Angie abrazarla con calidez, tuvo la mala suerte de ver que acercó su boca para darle un beso, ella no tuvo ninguna expresión emocional o recíproco pero sintió tanto coraje, ese niño de cabellos castaños no la merecía. Sintió tanto enojo que se desquitó con Nataly y decidió mostrar su hartazgo en acciones concretas y radicales.

-¡¿Me estás hablando enserio? ¿Crees que tengo la culpa de algo? ¿Cómo crees que tuve la intención de matarme o dormir con frío una madrugada a la intemperie, Nataly?!- La imagen de dormir y abrazar a la joven Angie chocó con su mente y su estómago tembló pero se concentró rápido en la discusión.

-¡Yo te dije que era peligroso y como siempre hiciste tu santa voluntad, Patrick! ¿Por qué eres tan irresponsable?

-Oh ahora comprendo… Pues ¿Sabes qué? ¡Esto no tiene sentido, se acabó! Sólo necesité un pequeño momento a solas, una oportunidad para pensar que yo no te intereso ni un poco.- Su mente le mostró la imagen del beso con Angie. -¡Me alegra estar  tan acertado, lo nuestro es una equivocación!- Fingió una sonrisa y se subió de nuevo a la camioneta pero de lado del copiloto. -¡Bye, bye, Nataly, hasta nunca!

-¡Eyyyy, ¿Cómo voy a regresar a casa, idiota?!

-Claaaro… Hasta el final me tienes que faltar el respeto. Pero tengo una solución a tu pregunta.- Miró al piloto. -¿Tienes una pluma?

El piloto de la camioneta le entregó una.

La mujer vio esto pensando que le daría dinero o un cheque como siempre solía hacerlo.

Pero el hombre terminó de escribir una palabra grande en todo el largo de la parte trasera del papel y se lo puso en las manos intentando no tocar su mano.

-Recuerda cobrarlo en menos de dos horas. Subió la ventana y se puso sus lentes oscuros viéndose serio e importante. -Llévame al aeropuerto, te pagaré lo que sea para alejarme de aquí y nunca más regresar.- Dijo al joven conductor y este no tardó en arrancar.

Nataly se había quedado revisando el cheque. Vio la cantidad de dinero escrita, mil quinientos dólares pero el nombre de la persona que lo otorgaba era una burla “De: Sr. Amigo – Hermano, descarado Wester.” La rabia invadió el cuerpo de la mujer. “Para: Nataly, vanidosa casa fortunas.” Y entonces explotó por la burla giró el papel y en este estaba escrito “¡Qué tu novio Wester te saque de aquí!”, rompió el papel en muchos pedazos y vio la camioneta perderse en el camino.

***

Angie no volteó en ningún momento, tampoco vio que el hombre había terminado con su novia sin embargo ambos volvieron a coincidir en el aeropuerto cuando ella hizo exactamente lo mismo, terminar con Hunter. La razón que usó fue “Infidelidad”, es que el joven no respondió rápido cuando ella preguntó. “¿Hablas con una mujer que te gusta, cierto?” Al verlo mirar y perderse en el celular después de haber pasado media hora con ella, el tartamudeo  en la respuesta lo delató además de que Angie sabía quién era la mujer, una de sus compañeras de clase.

La joven se dirigió a comprar un boleto para Toronto, estaba sola sobre el mostrador con una maleta negra de ruedas a un lado, se veía distinta, usaba ropa casual y sus cabellos sueltos, se había quitado un gran peso de encima.

Patrick la vio, él se había cambiado de ropa y esperaba con un café la hora de ir a su sala de embarque. Estaba a unos veinte metros de ella, observó con cuidado que estuviera sola, se acercó dejando sus cosas y su saco junto a la mesa, se había comprado ropa nueva, su cabello estaba peinado, sus zapatos lo hacían lucir elegante, y su playera de mangas largas negras combinaban con su rostro y olor a perfume varonil.

Se puso atrás de ella y le habló al oído.

-¿Puedo invitarla a desayunar, Srta?

Angie saltó al reconocer su voz.

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