Río Ascendente Capítulo IV Lejos De Casa

Se acercaban las primeras horas de la madrugada, el hombre veía temblar a Angie entre sus brazos, le daba angustia, le hacía sentir mal no poder hacer más para evitar que sintiera frío.

El contacto humano que le daba ya era bastante atrevido pero la situación le hacía imaginar que podía hacer más sin ofenderla, se imaginaba que ella le pediría abrazarla durante la noche, era una equivocación pero también quizá lo que muy en el fondo de su ser quería.

“¿Qué te preocupa si Nataly debe estar ocupada con sus amigos? ¿Acaso lo haces por despecho? ¡Eres terrible! ¡Le acabas de hablar de respeto al otro hombre ¿Lo recuerdas?! No, sólo quiero que esté bien. Juro que sólo quiero que esté bien y bueno, siento que le caigo bien… Además fue ella quien decidió que fueras su “Novio” de mentira…” En la mente del mayor las ideas lo hacían culpable ¿De qué? Pues sólo él lo sabía.

Karol la madre de Jay estaba muy bien preparada, hasta tenían una manta con la que se envolvía junto a su hijo y el hombre con tatuaje en el cuello la verdad es que no le interesaba si se congelaba.

Además él también empezaba a sentir los grados bajo cero penetrar su carne, la humedad se intensificaba por lo espeso de los altos árboles y todo el follaje.

La joven estaba avergonzada, intentaba no temblar a toda costa pero el frío era intenso.

-No me preguntes si tengo frío porque sí lo tengo.- Se acercó más al hombre para  buscar calor al acurrucarse, su voz tenía el titilar clásico que manda el cerebro para hacer latir más rápido el corazón y calentar las extremidades.

-No me digas, casi no puedo notarlo.- Habló con Sarcasmo cerca del rostro de ella. -Es casi obvio que mueres de frío, lo tienes porque no paras de temblar, la fogata se está apagando, voy a tener que ir traer más leña, voy a tener que dejarte un momento.

-Esto va a sonar raro, nunca se lo había dicho a nadie pero… Por favor no dejes de abrazarme, si lo haces voy a morir congelada.

-Tranquila, no morirás, si deseas puedes acompañarme, además necesito ir al baño.

-¿Es líquido o…?

-Jajaja, es líquido.- El hombre le mostró una magnífica sonrisa la cual agradó a Angie.

-Pues quisiera ir también, no te preocupes no voy a ver, también necesito nivelar la hidratación.

-Vamos, estar aquí encogidos nos hace tener más frío, necesitamos actividad física, movernos un poco y qué mejor de hacerlo cuando vayamos a conseguir más leña.

-Buen consejo, creo.- Angie lamentaba que él tuviera que soltarla un instante, el calor corporal del mayor era gratificante.

Ambos se levantaron y ella sintió la primera ventisca que traspasó sus huesos.

El hombre se quitó el pantalón y se lo dió.

-No voy a aceptar un no por respuesta.

La joven vio las piernas pálidas de Patrick quizá comenzando a sentir el frío.

-Te lo agradezco.- Angie dijo en tono de resignación, tomó el pantalón y se lo colocó.

La joven siguió al hombre hasta una colina luego a una pendiente donde habían árboles secos destruidos quizá por el sol. El mayor tomó un cuchillo grande de la mochila y empezó a quitar ramas.

-Sí que has venido preparado.- Dijo la joven sorprendida al ver el cuchillo tamaño machete, tenía los brazos cruzados.

-Es que veo programas americanos de supervivencia en el bosque.- Aguantó la risa pero siguió en la tarea. -Siempre es bueno estar prevenidos y más cuando haces un viaje como este a la montaña.

-Gracias, creo que si no estuvieras tú ahora mismo el grupo hubiera muerto de frío.

-No, no es nada. Estamos aquí y no en el río es por una buena razón, las cosas no pasan por casualidad.- Caminó a otro árbol dejando las ramas cortadas en una pila pequeña cerca a sus pies. -Espero que ya estés acostumbrada a este fresco, junto a la fogata se sentía un poco más de calidez, pienso que debe hacer al menos unos menos seis o menos siete grados centígrados.

-Es cierto se siente más frío aquí aunque tener el pantalón me ha dejado sentir una notable diferencia. Te agradezco de nuevo el sacrificio. Y bueno, mi mente te va a agradecer que no hablemos del frío, já.

-Ja ja, de nada, mañana estaremos calentitos y abrigados en nuestras respectivas cabañas.- Dijo el hombre con tono fuerte de Sarcasmo porque sabía bien que aunque él estuviera cómodo en su cabaña, se iba a sentir sólo.

-No te veo tan convencido o alegre. Me imagino que debe ser por tu novia.- Hizo una sonrisa junto al abrir de sus ojos, también recordó lo que es regresar a la vida normal con su novio distraído. -Tranquilo, quizá te entienda un poco.

-No, mi novia no tiene nada que ver, la culpa es mía por siempre darle todo o hacer lo que me pide, este ha sido el último capricho que le concedo.

-No tires todo por la borda sólo por una simple sospecha.

-No es una simple sospecha, creo que somos capaces de darnos cuenta cuando nos están viendo la cara, sin embargo yo la he visto precisamente hoy más descarada que otras veces.

-Te doy toda la razón. Hace como un mes le encontré unos mensajes con una de sus amigas, yo no revisé su celular él me lo dio para escribir unas respuestas a su mamá pero al salir de la bandeja pude ver los títulos de esos mensajes, no le reclamé nada, simplemente intenté no darle importancia.

-¿Cuánto tiempo tienen juntos?- Preguntó el hombre cortando otras ramas.

-El tiempo que llevo en la universidad menos dos meses, algo así como cuatro en total.

-¿Eres de las que se esfuerza por buenas notas, verdad… La chica que no gusta de salir mucho en las noches?- Seguía cortando las ramas un poco quitado de la pena pero poniendo atención a la conversación.

-Sí, soy de aquellas…

-Entonces no eres una chica fácil.- Dijo el mayor como si nada viendo de donde cortar otras ramas.

-No comprendo.- Angie se sintió confundida.

-Te explico. Enseño aquí el tiempo suficiente para hacer algunas especulaciones. El hombre que se enamora no pide que seas su novia sino que quiere comprobar que tú también estás sintiendo lo mismo. No es como en Inglaterra que el hombre que conoce a una guapa joven aplicada decide acercarse para intentar una relación y ver qué pasa sin presionar en nada. Pero sin embargo, aquí, pasa en su mayoría con jóvenes de tu edad, los varones que piden salir con una joven y que esta sea su novia ni bien la conocen es porque quiere llegar a la intimidad lo más rápido que tú le permitas. También es simple lógica, no le pides a alguien ser tu novia si no estás enamorado… Así que deduzco que tú no le has dado algo más que atención, quizá algunas llamadas durante el día y algunos escasos almuerzos por falta de tiempo en las tardes, entonces no está satisfecho por lo que tener una novia como tú no era su plan sin embargo se ha dado cuenta que eres valiosa, pero no te va a terminar porque eres muy guapa y además inteligente. Lo que hará es buscar una alternativa de desahogo, te va a retener hasta que inicien vida sexual, por ahora estará contigo para poder presumirte.

-Es impresionante todo lo que acabo de escuchar… ¿Por qué debo de creerle a alguien como tú? Yo te veo, eres hombre, no puedo confiar en algunos hombres y otros no.

-Primero, esta explicación me la dio un joven americano para explicar el por qué sale con muchas chicas los fines de semana. Segundo, soy Inglés criado a la antigua y además soy un caballero, si tú fueras mi novia tiraría mi celular a la basura y estaría bastante agradecido con el poco tiempo que puedas darme.- Dijo como si nada en su labor de cortar la madera.

-Pues qué puedo decir, yo uso mi celular como despertador y reproductor de música. Los jóvenes ya no son lo que eran antes y sí, aquí son distintos, las costumbres son distintas a las nuestras.

-¿Por qué viniste de tan lejos?- El hombre logró cortar una gran rama haciendo un esfuerzo mayor delante de ella.

-Creo que una aventura, conocer otros lugares, Canadá es hermoso, su comida es deliciosa pero extraño mucho el hogar, mis hermanos, mis parques para leer y el centro histórico, extraño los museos, la playa.

-Aún eres joven, aprovecha esta experiencia, aprovecha tu juventud. A mí me quedan dos años aquí y luego regreso a Londres, abriré un estudio particular.- Volteó a verla para hacer gesto de aburrido. -Comprendo lo que sientes, es difícil estar lejos de casa.

-Sí, intentaré disfrutar, así lo haré aunque sea más difícil cada vez, mientras más tiempo pasa más extrañas.- La joven con los brazos cruzados bajaba la cabeza por recordar malas experiencias pero sobre todo por recordar el sentimiento de soledad.

-Mira, cuando puedas ven a verme, me llamas y podemos encontrarnos, cocinamos algo juntos con sabor a casa y nos pasamos un fin de semana criticando la comida India local donde todo sabe a Curri. Cuenta conmigo no soy muy buen amigo pero al menos lo podría intentar.- El hombre había dejado de cortar para decirle todo eso, la entendía a la perfección, entendía todo eso que podía estar guardando en el corazón pero sobre todo el sentimiento de soledad por estar lejos.

-Gracias, ojalá pudiera encontrar más personas como tú.- Dijo con voz débil, se sentía emocionada por el simple hecho de escucharlo, era como tener un poco de casa cerca, su forma de hablar, sus maneras, le recordaba a los amigos, a su familia.

-Tranquila, no pasa nada.- La abrazó dejando el cuchillo a un lado. La apretó entre sus brazos no sólo induciendo calor sino fraternidad y verdadera comprensión. -Tambien me siento con fortuna al conocerte, al igual que tú no tengo a nadie más aquí, alguien con quién gastar mi dinero, alguien a quien molestar.- Intentó hacerla reír.

-Ahh eso me alegra tanto jajaja.- Con sus propios dedos detuvo más lágrimas mientras se formaba una gran sonrisa en sus labios carmín. -Al fin tengo un amigo que puede invitar un café sin salir corriendo del restaurante.- Se aferró más en el abrazo.

Patrick posó su quijada en el hombro de ella un poco incómodo por ser mucho más alto, ambos necesitaban ese descanso, recordó la voz de esa pequeña decir que estaba agradecida y eso le complacía.

Intentó seguir en la broma para quitar ese mal momento.

-Mmm ya me quitaste la travesura de la mente, jajaja.- El mayor le hacía entender que  con justicia esa era su intensión.

La abrazó de nuevo muy fuerte, rodeándola por la cintura con sus grandes brazos. Besó su coronilla con ternura mientras la aplastaba más.

La joven se sintió protegida pero al igual que él quería cambiar el ánimo.

-Y, ¿Tu novia se enojará si me abrazas al dormir?- Hizo una broma que en realidad tenía toda la intensión de ser verdad.

“Bingo.” Se dijo en la mente el mayor pero no mal intensionado.

-No tiene que enterarse ¿O sí? – Sonrió frente al árbol que se disponía a descuartizar, hizo una pequeña pausa mientras sonreía. -Además si no me lo sugería la dama temblorosa iba a ser yo quien te lo pidiera.

-Sé que parece una broma pero con este frío si no me abrazas tendré que abrirte el estómago e intentar meterme entre tus entrañas.

El hombre abrió los ojos por el horror de la imagen al recordar cómo algunos hombres hacen eso con sus propios animales.

-Si me lo pides así tendré que aceptar.

Angie rió divertida.

-No…- Aclaró la garganta. -Por favor abrázame al dormir.

El la vio a los ojos y asintió.

-Ven, tendrás que ayudarme a cargar algunos, ¿Está bien?

-Sí, te ayudaré.

***

A unos cien metros del otro lado de la colina un hombre miccionaba al mismo tiempo que hablaba por celular.

-Te dije que fue un accidente, no pensé que se hiciera un desastre tan grande, apenas tenía unas dos semanas saliendo con ella, ya le pagué a los hombres que colocaron el bote aunque uno se murió por idiota, al menos sabemos que el negocio se irá a la quiebra y podrás pelear las próximas actividades deportivas en la montaña… Tienes que pagarme por resistir ese frío de yerba que me empieza a poner de mal humor, será mejor que vengas mañana por mí.- Guardó sus geniales y secó algunas gotas de orina en su mano con la tela de su pantalón… -¿Qué? ¿Que dónde está su sobrina? ¿Y a mí qué me importa su sobrina?.. Ahhhh pero eso es otro costo, uno aún más caro pero, sabré cómo cobrarme por adelantado.- Rió malicioso… -Tú sí que lo quieres exprimir pero tienes toda la razón, el paseíto está caro y vi un aproximado de doscientas personas, mil por cada cabeza es un dineral.

***

Angie se sentó en la tierra al llegar, vio cómo el hombre avivaba el fuego de la fogata. Vio también cómo preparaba un lugar escarbando al menos unos veinte centímetros en la tierra junto al calor.

-Ven, este tronco alto ayudará pero tendremos que meternos aquí para que el viento no golpee de frente.

La joven miró el lugar y le parecía inteligente lo que él había hecho.

-Oh sí, comprendo. ¿No vamos a incendiarnos, verdad?

-No, estamos cerca al fuego pero no lo suficiente para tener un accidente.

Angie se fue primero al suelo, el hombre puso las mochilas como almohadas. Ella se puso en frente y él se colocó atrás de ella, puso su cangurera, la cual era una pequeña bolsa de tela donde se guardaban cosas como documentos o dinero, delante de su pelvis para evitar incomodar a la joven o que se hiciera una mal interpretación del contacto. Se acercó atrás de ella y la abrazó.
La pequeña joven tomó su mano y la pasó hasta por encima de su vientre, literal lo estaba usando como un cubre cama, a veces renegaba e imaginaba que si hubiera sido gordo hubiera ayudado más pero no, el hombre era alto, con un poco de fuerza en los brazos pero no podía cubrirla más. El hombre dejó que ella guiara su brazo, apenas se conocían y la situación los llevaba a que les importe un rábano el atrevimiento, sin embargo poner su rostro en la nuca de ella le dejó notar el olor que ella tenía, lo dejó nervioso y por alguna extraña razón con una comodidad inexplicable. Quizá era su imaginación pero olía a ternura, algo así como una bebé, su perfume era suave, muy agradable al olfato. Ambos intentaron dormir pero antes de conseguirlo vieron llegar al hombre de tatuaje en el cuello, tenía un plástico largo como una manta impermeable.

“Él sí que tiene una buena mochila de emergencia” Dijo Angie en su mente. Pero para Patrick aquello se le hizo muy sospechoso.

***

Durante la madrugada, entre sueños despertó un instante, se vio en la situación de tener a una mujer entre sus brazos. La tentación le sugirió acariciarla quizá en las piernas, apretarlo más pero no lo hizo porque simplemente era inaudito.

Cerca de las seis o siente de la mañana el hombre despertó reconociendo todo con sorpresa, por poco olvidó que estaban al aire libre, tenía dolor de hombro por la incomodidad y una vejiga llena para vaciar.

-Ey, pequeña, tengo que ir al baño.- Dijo en secreto cerca de su oído pero ella no despertó. -Jovencita, despierta.- La joven sujetaba con fuerza el brazo del hombre y su mano izquierda estaba enlazada por los dedos con él. Angie no despertó pero se movió un poco. -Pequeña, dame mi brazo un momento regresaré pronto.

-No por favor, ¿Es necesario que te vayas, no puedes aguantar unos cinco o seis horas más?.- Dijo con voz de sueño sin abrir los ojos.

-Vale, si me explota la vejiga será culpa tuya.

La joven giró mostrándole su cara de sueño y desaliño, metió su rostro en el pecho del hombre y lo abrazó.

-Está bien, asumo la responsabilidad.

Patrick sonrió.

-¿Eres una ternura cómo decirte que no?- Dijo en el oído de ella con baja voz. -Pero… De verdad necesito ir al baño.

-No hay baño, señor.

-Bueno, ir a algo que me sirva de baño. Y es líquido, te lo digo antes de que preguntes y suenes tan simple como en la madrugada.

La joven empezó a reír y luego se sentó.

-Quiero unas tostadas, un poco de café con leche y huevos al estilo ranchero.

El hombre escuchó atento y le ofreció la mano para ayudarle a levantarse cuando él ya hacía de pie.

-Cuando vengas conmigo a Vancouver prometo que será nuestro desayuno, también te llevaré a patinar sobre hielo, por ahora puedo ofrecerte agua dulce con renacuajos, hormigas, un poco de tierra y unos gusanos de corteza de árbol.

-Ayy no qué asco, gracias, prefiero aguantar hasta la cabaña.

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