Era una tarde de Mayo, casi finales del mes cuando muchos aventureros que provenían de distintas partes del mundo llegaron a unas colinas deportivas en Canadá, una corriente con ruido ensordecedor era la atracción principal, el viaje en canoa grupal duraba aproximadamente una hora y media entre rápidos, remos y aguas calmas que terminaban en hospedajes llamativos con forma de cabañas, la empresa promotora de turismo particular era la responsable de tremenda vivencia.
La adrenalina no se le negaba a nadie y nadie se perdía aquella magnífica oportunidad de conquistar el río Magpie y sus espectaculares paisajes.
-No puedo esperar, es simplemente emocionante, le debo todo mi cariño a Criss.
-Dile tío, es tu tío no seas grosera. Y bueno, siento temor por ti porque sabes que estas cosas no son seguras, ¿Qué tal si la canoa se voltea?- El joven sintió que el celular timbró y quitó toda la atención de su novia aunque fingía bien.
-Tranquilo, Hun, buscamos estas vacaciones desde hace un par de…- Vio que el joven perdió la mirada y quizá también la importancia de lo que le decía. -Dos meses… Ey, te hablo, todo estará bien sólo espérame en la cabaña de mi tío.
“Me gustaría que fueras un poco más valiente, Hun” Pensó la joven, le había rogado prácticamente para que la acompañara a ese viaje.
-Por favor no te quites el salvavidas.- Dijo el novio caminando hacia la camioneta de tour.
“Yo también te quiero, Hun.” Rodó los ojos y volvió a tomar su libro.
A unos metros una desinteresada Novia no dejaba de mandar mensajes con su celular mientras su pareja la observaba queriendo saber si lo esperaría al final del río aún enamorada de él.
-Nataly, por favor, ya deja ese celular ¿A quién escribes tanto? ¿Comprenda lo que significa alejarse de todo, olvidar la ciudad y las obligaciones?
-Sabes que tengo que hablar con mis amigos, ellos se preocupan por mí, son como mi familia.
-¿Con quién de tu familia extraña escribes?
-Pues con uno de mis hermanos, por supuesto.- Ella lo dejó mientras ruborizada leía lo que la otra persona le escribía, el hombre la vio resignado, sonrió de aquella enorme mentira.
“Y se supone que este viaje nos uniría más, ya no necesitaremos al consejero familiar, es lamentable, un completo desperdicio.” Pensó mientras recogía su mochila de emergencia la cual colocó en su espalda, caminó unos pasos y se puso a admirar el paisaje.
A otros cuantos metros una madre emocionada se colocaba el salvavidas y colocaba otro a su hijo adolescente quien se estaba perdiendo en pandillas y drogas el último año de preparatoria, se supone que un convivio tan extremo como aquél arreglaría algunas cosas de su actitud gandul… Ya lo había intentado antes el año pasado pero no se rendía, intentaría todo para conseguir la confianza de su hijo.
A unos pasos estaba otra pareja de recién casados quien seguro celebraba luna de miel con deportes extremos, aquella pareja estaba llena de tatuajes la joven era pelirroja y el chico tenía ojos claros y cabellos negros.
Y cerca, justo en el medio de todos, sosteniendo una tabla con papeles de Chek list, el guía llenaba afanoso todas las precauciones que se debía de tomar, se las sabía de memoria pero siempre las volvía a repasar para no tener accidentes.
-¡Suban al bote por favor!- Pitó su silbato. -La siguiente canoa saldrá pronto, no olviden asegurar bien sus salvavidas. Se van a colocar detrás de cada marca negra sobre el suelo del bote, amarrarán sus pies con fuerza tomando equilibrio y comodidad. Esto es importante porque en cada curva y caída aquél seguro les salvará la vida. Yo seré su guía y capitán por esta vez, mi nombre es Criss Bryan, cualquier duda podrán acercarse a preguntar antes de iniciar el reto porque una vez que subamos al bote y este entre a la corriente no habrán más preguntas sino que obedecerán cada una de mis peticiones, todo lo que yo les diga será acatado rotundamente por su seguridad. GRACIAS señores, sean responsables.- Se giró para dirigirlos hacia el bote.
Muchos de los presentes se acercaron colocando con cuidado los salvavidas en sus cuerpos, en aquél sexto bote se subirían ocho personas más el guía.
Angie seguía prendida en las páginas de su libro las cuales volteaba con habilidad, corría veloz sobre esas letras, tenía los audífonos puestos en sus oídos y su mochila bien sujeta a su espalda, intentaba estar concentrada. El hombre mayor que fue abandonado por su novia la quedó viendo, le pareció que estaba tan distraída que era seguro no haber escuchado la indicación del guía.
El resto de los familiares se retiraron al subir a la camioneta de tour, se dirigieron al hospedaje para esperar con paciencia el final de ese paseo arriesgado que ellos no habían aceptado afrontar.
La joven caminaba sin despegar los ojos de aquél libro, milagrosamente no se tropezaba.
El mayor decidió acercarse con el porte serio de siempre, esta vez preocupado ya que tenía un hijo de al menos dieciséis años que también vivía perdido en un libro o en su música, sentía que debía de advertir a esa joven irresponsable.
-Disculpe, señorita.- El hombre le quitó un audífono con atrevimiento. -Estamos por subir al bote, el guía dio unas indicaciones y permiso para acercarnos a preguntar si tenemos alguna duda, si algo de esta experiencia te causa preocupación es mejor que te acerques a preguntar.
La joven lo vio a los ojos con un gesto relajado y noble, al ver sus cabellos entre castaños y canos, esa mirada recta de color verde olivo y esa voz gruesa que no era molesta, de inmediato al analizarlo de forma fugaz se dio cuenta el respeto que le debía tener y que su intensión al interrumpirla era de preocupación sincera únicamente.
-Muchas Gracias, esta es mi segunda vez en Magpie y aquél guía es mi tío.
-Ahh comprendo, lo siento.- Se disculpó al oír atento la voz de confianza en aquella joven.
-No se preocupe, el río parece amenazador pero no es así, estamos en buena época por lo que la corriente no puede ser tan dura, quizá crezca un poco pero no tanto, sólo debemos seguir la voz del guía y llegaremos hasta el final sin ningún problema.
-Gracias por la información, Srta…- Se quedó al final con una pregunta en sus labios pero no se atrevió porque sus costumbres no eran las mismas que algunos americanos.
-Soy Lowrin, Angie Lowrin, estudiante de intercambio con cursos de Medicina en Toronto.- La joven extendió su mano para saludarlo.- Su voz era amigable, por alguna razón se escuchó familiar para el hombre.
-Veo que eres inglesa, reconozco ese acento hasta con los oídos tapados, yo soy Patrick, Patrick Well, Arquitecto en Vancouver tres años y además doy algunas clases en la universidad de Manali también en Vancouver. Londres es mi ciudad natal.
-Sí, soy de Inglaterra al sur de Londres, Porthmount. Un placer hablarle Mr. Patrick, creo que ya debemos de subir. Ahh por favor, comprendo su intervención, a simple vista hubiera pensado que era igual de irresponsable que mi tío pero no, él es americano.
-Discúlpame nuevamente, es hora de subir.- Hizo un ademán para dejarla pasar.
El hombre vio que los demás se acomodaban dejándole los últimos lugares a ellos, sólo le quedó caminar hasta el pequeño puente y subir al bote. Patrick quien se había acomodado a la izquierda miraba a la joven y veía que el peso estaba desequilibrado, ella no podía estar a su derecha porque la fuerza de él era distinta, ella era bajita como de un metro con sesenta y seis centímetros, bonita, delicada y él un hombre no musculoso pero con mucha peso y fuerza, alto de un metro ochenta y cinco, era hábil, era inteligente quizá ella también pero para cosas como esa habría que ser más fuerte por eso no era coherente para él que ella estuviera a su derecha.
La corriente azotaba unos cincuenta metros más adelante, el sonido se hacía cada vez más fuerte y amenazador.
-A CUARENTA METROS TENDREMOS LA PRIMERA CAÍDA DE OCHENTA CENTÍMETROS DE ALTO PERO NO SE CONFÍEN PORQUE LA CAÍDA MÁS GRANDE QUE TENDREMOS SERÁ DE AL MENOS TRES METROS, SI NO ME SIGUEN PUEDE SER Realmente PELIGROSO. LA CORRIENTE NOS ARRASTRARÁ POR INERCIA Y LUEGO ESCUCHARAN TODO LO QUE LES DIGA. LOS QUE ESTÁN A LA DERECHA SERÁN NÚMERO UNO Y LOS QUE ESTÁN A MI IZQUIERDA SERÁN NÚMERO DOS, CUANDO GRITE UNO LOS DE LA IZQUIERDA DEJARÁN DE REMAR, CUANDO GRITE DOS LOS DE LA DERECHA DEJARAN DE REMAR, CUANDO DIGA ALTO, LOS DOS LADOS DEJARÁN DE REMAR.
El hombre mayor veía la distribución preocupado, sentía que la fuerza estaba mal repartida, su izquierda era más fuerte que todos los de lado derecho donde la mayoría eran mujeres pero él no sabía que estas personas ya se habían subido a un bote.
-LOS AMARRES SERÁN SOLTADOS EN CINCO, CUATRO, TRES, DOS, UNO, CERO… ¡SUELTEN LAS CUERDAS, AHORA NO PAREN DE REMAR HASTA QUE LES DIGA, NO SUELTEN SUS REMOS. VAMOS VAMOS, TENEMOS QUE TOMAR EL MISMO RITMO QUE LOS BOTES ANTERIORES A MENOS QUE QUIERAN LLEGAR PARA LA CENA!
Ambos lados empezaron a remar y fue ahí que el hombre quedó sorprendido por ver que en los frágiles brazos de la joven se marcaban sus diminutos músculos mientras esta ponía fuerza necesaria a su ritmo sin ninguna duda o dificultad, la joven tenía mucha resistencia física pero sobretodo técnica. Él al notar aquello tomó más confianza y se concentró en lo suyo, la había subestimado por verla tan delgada y delicada.
La ropa ideal para algo como esto eran unos Shorts tipo malla de neopreno y una playera de manga corta porque pantalones largos hubieran sido demasiado incómodos con todo el movimiento y humedad.
La primera caída fue dura, el agua los golpeó tan fuerte que algunos se soltaron de los seguros que iban en sus pies, rápidamente tuvieron que sujetarse como podían pero no era algo tan serio como lo que seguía.
Había transcurrido casi media hora en lo que la corriente bajaba cada vez con más furia llevándolos tan rápido como no hubieran podido imaginar horas atrás.
El quinto golpe los azotó más de la parte trasera haciendo que queden empapados con toda el agua que ingresó y rebotó en la proa. El agua los arrastraba a los cuellos más peligrosos y angostos de todo el río, las caídas eran retos de expertos por lo que la voz del guía se dejó sentir más alto y fuerte.
-¡En la siguiente calma deberán remar primero número dos y luego ambos rápidamente porque la corriente nos llevará al cuello más amplio donde la caída es la más grande de todas!
-Por favor, hemos venido por más adrenalina, tenemos que ir por ahí, después de eso sólo quedarán dos caídas suaves y esto se termina.- El joven de diecisiete habló con seguridad, era su segundo año en el que la madre lo llevaba para desfogar todo su ímpetu adolescente.
-PUES GRITEN LOS QUE ESTÁN DE ACUERDO A IR POR EL CUELLO ANCHO.
-Yo
-Sí
-Yo también.
-Y yo
-Vamos esto es divertido.- Dijo Angie con una gran sonrisa emocionada.
Casi todos respondieron a excepción del hombre mayor quien confundido no entendía por qué todos querían sufrir una aparatosa caída de tres metros cuando en las anteriores caídas casi salen volando.
-Pues que así sea… REMEN RÁPIDO, DOS, REMEN TRES SEGUNDOS MÁS VAMOS VAMOS!!! NÚMERO UNO NO HAGA NADA EL BOTE TIENE QUE GIRAR PARA IR DE FRENTE. VAMOS REMEN JUNTOS AHORA!!! MÁS FUERZA, SI NO NOS ALINEAMOS DE FRENTE EL BOTE SE VOLTEARÁ.
-¡AYY MAMÁ POR FAVOR ME ESTÁS DEJANDO TODO A MÍ!
-Calla hijo, tenemos que hacerlo juntos.
-Es que siento que estoy poniendo toda la fuerza…
-¡VAMOS, VAMOS, ESTAMOS A DIEZ METROS, SI NO GIRAMOS POR COMPLETO EL BOTE SE VA A VOLTEAR!
Todos remaron juntos, el bote llegó como debía pero no se percataron que delante de ellos había un bote atrapado en la corriente justo en la caída, dos hombres estaban tomados de dos grandes piedras gritando auxilio.
El hombre mayor se dio cuenta y gritó.
-HAY UN BOTE VOLTEADO AL FRENTE, VAMOS A CHOCAR!!!
Pero era tarde, el bote golpeó adelante, la fuerza del río les hizo levantar de la parte de atrás haciendo que este brinque y se alce de forma vertical al menos unos noventa grados, Patrick tomó a la joven como pudo sujetándose del bote pero este terminó por girar de forma estrepitosa haciendo volar a todos en la caída, todos tenían salvavidas. Sus cuerpos fueron atrapados rápidamente por la corriente violenta.
El agua los hundía, peleaban por estar a flote pero era complicado ya que el agua los arrastraba con furia, el agua golpeaba tan fuerte contra las piedras que el sonido era insoportable y desorientaba a todos los que intentaban nadar a la orilla pero ninguno se libró de las siguientes caídas violentas, sus cuerpos no flotaban como el bote por lo que muchos se golpearon la cabeza desmayando al instante. Un pitido fuerte sonó en los oídos del mayor volviendo todo oscuro frente a sus ojos y Angie sin embargo logró salir, el secreto era no luchar e intentar dejar la cabeza hacia atrás.
Todo se quedó en silencio, el río, el ruido del viento, sólo era el silencio junto al brillo que caía sobre sus rostros con quemazón solar.
Angie se recuperó rápido viendo hacia todos lados, pudo fijarse en algunos cuerpos que flotaban, estaban en aguas tranquilas pegados al lado derecho del río. La primera persona que estaba a su alcance se amarró a ella por lo que le hizo peso al recuperar todo el conocimiento. El hombre había puesto el gancho de su mochila en la de ella, este estaba con la cara hundida y el cuerpo entero estirado en cruz, se acercó para moverlo y este estaba ahogado pero lo jaló como pudo hasta la orilla, el agua les llegaba hasta la cintura, la corriente dificultaba la tarea pero aún así lo acostó sobre las piedras. Él boca arriba y ella aplastando su pecho para intentar sacar el agua que había tragado, aquel hombre tenía un golpe en la cabeza que estaba sangrando. Acercó su boca, tapó su nariz y sopló dos veces, después siguió con el trabajo de resucitación aplastando el pecho por debajo del esternón. Así lo hizo por casi tres veces hasta que el hombre empezó a reaccionar vomitando toda el agua.
Angie vio que reaccionaba por lo que volvió a tirarse al río para ver a quién más rescataba.
-Vamos, vamos no puede haber pasado tanto tiempo.- Se decía a ella misma para darse fortaleza a pesar de la desesperación mientras arrastraba a una mujer mayor.
La colocó en el borde el río e hizo lo mismo que con el hombre grande.
La mujer reaccionó muy rápido y empezó a gritar.
-¡Mi hijo, mi hijo aún está en el río!
Pero el joven ya estaba en la orilla llorando a su madre, pensando que ella ya había muerto.
-¡Ayúdenme por favor!- Dijo Angie con lágrimas invadiendo sus ojos, le habló muy fuerte al hombre que ya se había sentado.
Este se metió junto a ella y fue para sacar dos cuerpo al mismo tiempo.
La joven fue por el que estaba más lejos, era una joven pelirroja, la tomó como pudo y la sacó.
Al llegar a la orilla el joven de diecisiete hizo resucitación al hombre joven, el que tenía un tatuaje en el cuello y éste reaccionó.
Angie seguía en la tarea de resucitar a la pelirroja pero esta no reaccionó, sintió la desesperación acumularse en su pecho, empezó a llorar cuando puso su oreja sobre el esternón de la mujer pero su corazón había dejado de latir. No se rendía, ella seguía apretando su pecho y soplando por su boca para que reaccione pero era inútil… Angie empezó a llorar, el hombre grande la tomó de las manos y la apartó lentamente, sólo se le ocurrió abrazarla para detenerla.
-¡Basta, basta… Vas a romperle las costillas ya es suficiente, vamos pequeña, es suficiente!
Angie se puso las manos en la cara y empezó a llorar.
-No se supone que esto pasaría, no puede ser que hayan muerto.- Dijo al ver al otro hombre de cabellos rubios sin respirar bajo las manos de Karol la madre de Jay.
-Pequeña, nadie podía ver lo que pasaría, si ese bote no hubiera estado ahí ahora mismo estaríamos con nuestros seres queridos.
-¿Su esposa no estaba en el bote?- Dijo Angie con la voz cortada y los ojos rojos.
-No soy casado, mi novia debe estar esperando al final del paseo, en las cabañas. Ninguno de nuestros seres queridos se moverá de la montaña hasta encontrarnos.
-Igual mi novio, debe estar preocupado.- La joven empezaba a calmarse.
-Pues debemos caminar río abajo, para llegar hasta ellos, nos tardaremos al menos unas cuatro horas. ¿Tienes el mapa del lugar?
-No, entre mis cosas tengo dos libros y algunas provisiones de emergencia.
-Eso es bueno, en mi mochila también tengo provisiones, Angie ¿Verdad?
-Sí Mr. Patrick.
-Reúne a las personas, iré a ver si encuentro a otros.
-Está bien.
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