¿Quién Eres? Capítulo XXVIII No Piensan Como Los Muggles

-Jóvenes, necesitan concentrarse no pueden fallar la siguiente.- Hermione los reunió frente a su escritorio mientras Snape no estaba.

-Profesora, la poción es imposible de realizar.

-Sólo tomen un poco más de cuidado no importa el tiempo, mañana no estaré y tendrán que hacerlo bien.

-¡No nos deje solos con él por favor! ¡Por favor!

Los niños de segundo año estaban más que aterrorizados.

Un largo año de escuela sin el rastro del mago de Croydon, sin el rastro de aquella escuela donde Hermione estuvo lejos de Snape seis meses, sin el rastro del profesor Malik y el raro rostro de su viejo ayudante había dejado de ser un problema serio aunque era bastante sospechoso.

Así como llegó se fue, así como se supo de su persona desapareció de las preocupaciones y de los recuerdos de cada profesor en Hogwarts pero menos de la mente de la aprendiz en Pociones y Dcao, Hermione Granger.

La sala de investigación permanecía cerrada y para siempre, no se haría conocer nunca más el intercambio de mundos que los muggles no podían correr el peligro de enterarse, todos los muggles involucrados sin querer fueron borrados y no se atentó contra su vida sino que se les quitó todo recuerdo cercano con alguna escuela de todas las autorizadas por el ministerio.

Era la última vez que profesores junto a aurores en todo Europa seguían el rastro de Malik. El contacto con otros se perdió y sí, era el último esfuerzo por encontrarlo.

Por otro lado…

Hermione Granger casi era nombrada la nueva profesora de defensa contra las artes oscuras pero el título había tardado por los últimos acontecimientos, se discutía en diarios como El profeta y Finenews que podrían detener una gran publicación histórica acerca de la magia de los fundadores de la escuela de Hogwarts.

Era un riesgo muy grande y consiguieron su cometido, se eliminó cada ejemplar al quemar hasta las cenizas un gran almacén cerca de París Francia y entre todos los responsables, el principal era el mago con más poder y liderazgo representante del ministerio, Severus Snape Prince, sub director de la misma escuela en la que muchos muchos años atrás había adquirido la mayor parte de su conocimiento.

A pesar de que el mago le había mostrado reiteradas veces a Hermione que podía vivir con él, ella había decidido quedarse en el castillo y él después de una disputa que duró cuatro meses aceptó con la única condición de casarse en secreto. Y sí, ella aceptó, ambos estaban casados y nadie sabía nada aún ya que se habían quedado con el “Son novios”.

Aún llamaban a la joven “Profesora  Granger” pero cometían un error, debían de decir “Profesora Snape”.

Al día siguiente, el día que volvía a ver al mago Hermione le tenía una gran noticia una espeluznante noticia.

-¿Más cansado que hace un mes?

-El regreso siempre es mejor que la ida.- El Mago dejó su capa mientras la joven reposaba en el escritorio de Snape escribiendo sin parar una carta al ministerio con sugerencia de permiso para salir del país.

-Yo pienso igual, es mejor verte regresar.- Hermione no despegaba los ojos del pergamino.

-Y ¿Qué es tan importante que no me puedes mirar a los ojos y que no te deja recibir a tu esposo como él se merece?

-Sólo una carta de permiso al ministerio para salir del país, quiero viajar a Suiza una semana.

-¿Y cuando me lo ibas a decir? Se sentó frente a ella dejando caer su peso en el lugar que le corresponde a las visitas.

-La carta también es una solicitud de permiso para ti.

-Muchas gracias, me encanta la idea de tener una semana libre aunque no sepa ni una sóla pista del por qué.- El tono de Severus era divertido para ella a pesar del sarcasmo.

-Tú confía en mí, necesitamos una semana para estar juntos y charlar.

-Falta sólo un mes para las vacaciones, Señora Snape. ¡Por Merlín!- Se exaltó un segundo y luego regresó a su tono habitual. -No puedo creer que haya terminado casado por culpa de un “Le admiro, señor” No sé cómo es posible que hayas cambiado mi vida.- El tono sonaba un poco dolido al recordar el carácter de su hermosa mujer.

-Mi amor, confía en mí…- Hermione sonreía porque él se quejaba siempre de todo y más de que ella era muy exigente pero en realidad la joven sabía que él jugaba con ella, es que ambos no podían llevarse mejor como cómplices de esa relación, era lo mejor que podían vivir de toda su existencia, ser amantes, las caricias, no discutir sólo de libros y pociones sino de sentimientos y secretos. -Y cambiando un poco de tema, en vacaciones de verano voy a mudarme a casa, es necesario que lo haga.

-Magnífico, después de luchar mucho tiempo para eso no has podido recibirme con una noticia mejor. Tengo que irme más seguido, la próxima vez me desaparezco dos semanas.

-¡Oh claro que sí tengo una mejor noticia! Y olvida eso de desaparecer porque no me hace gracia.- Le alzó una ceja y él respondió con el mismo gesto.

-Una mejor noticia es que Minerva acepte mi renuncia, no ser más el profesor de pociones para los primeros grados, estoy harto de los llantos, mocos, ojos rojos y miedo en esas caras embarradas con sangre de mandrágora.- Ese hombre no cambiaba, era el colmo.

-Lo siento, vas a tener que aguantar más llantos incluso sin que minerva rechace la solicitud por una cuarta vez.

-Gracias, Hermione, es alentador. Pero sabes qué, pienso que nada es tan terrible si puedo verte todos los días al final de la tarde.- Snape se veía en los ojos de la joven quien lo miraba con más amor que antes. Caminó junto a ella y como siempre la hizo desaparecer y aparecer juntos sobre el sofá, acomodados como cuando eran novios.

Ella le tocó el rostro dibujando una sonrisa pícara frente a esos labios delgados.

-Mmmmh.- Soltó la joven haciendo un silencio que desconcertó al enojón esposo.

-¿Puedes decirme de una vez qué tienes bajo la manga, bruja? Sabes que mi paciencia es poca. Sabes que puedes aprovechar mi buen humor al verte o quizá de esto que siento cuando al fin veo tu sonrisa. ¿Qué sucede, hermosa joven?- Le rozó los labios dándole un pequeño y tierno beso, después se hizo con la cabeza hacia atrás pensando que ella le pediría algo, estaba seguro.

Hermione sólo sonreía.

-¿Qué te parece que tengamos un hijo?- Soltó Hermione sin pensar en ser brusca.

-Eso sería magnífico…- Él entre cerró los ojos y volvió a mirarla. -Es acaso que… ¿Estamos embarazados, es eso lo que quieres decirme, seré padre?

-Así es.- Dijo con rostro orgulloso y luego cerró los ojos permaneciendo en esa sonrisa que no se apartó.

-¿Un varón?- Preguntó curioso frente al rostro de ella, se puso en alerta.

-No.

-Entonces es una bruja como tú, alguien que me consiga un ataque al corazón a los cincuenta años.

-No.- Ella empezaba a tener ese rostro aún más divertido, sabía que podía impacientarlo pero aún así dejó que pregunte más.

-¿Si no es una bruja o un mago entonces es un elfo?- Se hizo el payaso aunque estaba más que nervioso.

-Noooo. Es que no es un varón.- Susurró cerca del oído de él mientras este se dejaba caer lentamente hacia atrás en el sofá, el pecho ya se le estaba inflamado por aquellos toscos latidos.

-¡Oh por favor no me digas que son dos porque voy a morir de un ataque!

-Lo siento, son tres.- Lo soltó justo cuando él se hizo hacia atrás por completo. Por alguna extraña razón el hombre sintió mucho temor.

Snape abrió los ojos en tremenda sorpresa al caer en la realidad, le estaba pasando, fue novio de Hermione Granger, ahora son esposos y luego serán padres.

-¡Dios mío!- Dijo tomándose de la cabeza con ambas manos.

-¿Dios?- Hermione lo miró confundida.

-¿Pero cómo vamos a poder con tres?- El semblante desencajado del mago fue divertido para Hermione. -El dinero es lo de menos ¿Cómo diablos criamos a tres críos al mismo tiempo? Debe ser un broma del destino ¿Yo y tres llorones de Slytherin?

-No tengo ni idea jajajaja, no sé cómo haremos con tres niños iguales a ti y ¡Santo Merlín con tu carácter!.- La joven empezó a reír aún más y de forma prudente.

-¿Qué es tan divertido, Hermione?

-Tu cara jajajaj.

-¡Por Dios seré padre de tres niños, esto será un desastre!

-Tranquilo, lo harás bien y son tres niños así es, los tres son varones.

-¡Oh tres miembros más para la casa de Slytherin!- El orgullo de pronto llenó su pecho pero una de sus manos fue a parar en su frente, se sintió indispuesto. La idea de ser padre había estado siempre ahí pero tres era una exagerada respuesta de su deseo.

-¿Un poco de té con manzana?- Preguntó curiosa.

-¡Por favor!

-¡Eres un exagerado!- La joven se levantó de su lugar. -Apenas son tres semanas, faltará aún para poder verles sus diminutas manos pocionistas. De sólo pensarlo me da tanta emoción.

-Tenías razón, necesitaré esa semana con urgencia y ahora, Minerva no podrá negarme nuevamente mi solicitud de renuncia.

-Esta vez lo aceptará, le contaremos a todos en la cena.

-¿Que seremos padres?

-Y que estamos casados.

-Bien, yo lo haré. Pero tráeme una poción para tranquilizarme.

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Era un año nuevo en Londres, una escritora acaba de publicar un gran betseller llamado “El gran secreto”

El mismo año nuevo en Argentina un escritor mitad católico y mitad metafísico habla acerca de la atracción y poder mental de las palabras en una conferencia que giró al rededor de cuatro países. Con rapidez se puso como en primer lugar de ventas en todo América latina pero no era coincidencia, ambos libros tenían el mismo contenido que había sido trabajado en recolección de información a más de cinco estudiantes de distintas escuelas de magia en todo Europa y Asia, traducidos en más de veinte idiomas. Esa información que permaneció por más de seis meses en que las puertas de la sala de investigación internacional permitió llevar y traer los secretos más preciados de la magia y sobre todo permitió el envío de estudiantes nativos a una pequeña escuela sin control del ministerio, y ahora esa información era así de expuesta como literatura para niños curiosos con mentes adultas, los frutos habían sido cosechados, el trabajo arduo había sido concluido. Era lamentable que las respuestas no serían obvias que lo que se escondía iba a ser expuesto sin que nadie lo impidiera.

Pero los magos no piensan como los muggles, ahí estaba el gran problema.

El gran secreto no sólo era contado a través de fuentes de primera mano ahora podía ser estudiado por cualquiera con el poder de tener este libro en las manos. No era nada para asustarse, sólo era el inicio de una gran secta que ni si quiera estaba escondida, sólo eran inocentes letras de un libro “Espiritual”. “¡Salve el gran secreto de la historia de la magia!” ¡Qué va, algo sin importancia!

¿Qué habrán querido leer los que buscaban?

Aquella escritora había basado aquél conocimiento investigando a un gran autor llamado Will Walker Atkins y su movimiento o idea acerca de “La nuevo forma de pensar” según era un americano pero de falsa nacionalidad, el hombre era natural del Reino Unido y el secreto de su historia era la sangre Mágica que corría por sus venas, no era un simple mago pues había estudiado en el instituto de magia Durmstrang.

“Escritora famosa” já, un simple seudónimo, una títere de personas sin escrúpulos, ladrones, los que no piensan en los demás.

##############

Había sido pausada la búsqueda de aquello que más temían en el mundo mágico pero al no ver nada sospechoso continuaron con sus vidas, con sus clases de defensa y la sala de historia cerrada para siempre.

***

Dos meses después…

En el castillo lo último era el embarazo de Hermione, sus amigos no podían creerlo aún, que estaba casada con Severus Snape y que además sería madre de tres.

Ginny en su ya dos años de novia con Harry quería tomar el siguiente paso pero el joven Potter creía que aquello era precipitado.

Draco Malfoy había solicitado ser aprendiz para aritmancia con Vector, aquello se había aprobado por lo que Snape tenía que supervisar de cerca al muchacho y no es que dudara de él sino que sabía sus malas mañas y sus dobles intensiones. Snape sabía de sobra que el rubio estaba ahí por la alumna de sexto año, Betsy Myers, una joven inteligente Slytherin que gustaba observar las plantas del invernadero, tomar notas, dibujar y ordenar todo de forma alfabética. Ella tenía un escandaloso secreto, era hija de muggles además traía un fuerte interés por el murciélago de las mazmorras desde cuarto año, por su puesto que nadie sabía aquello porque la joven casi pasaba desapercibida, era una fantasma introvertida.

La última semana había estado en la torre de astronomía, callada, sólo observando el cuadro en picada del patio, a aquél profesor que viste de negro y tiene un humor de perros rabiosos, por su puesto que Snape se había dado cuenta, no había nada que a él se le escapara pero ante eso sólo ignoraba aquellas atenciones ya que la esposa era más perspicaz y podría traerle el asunto muchos problemas, una joven de dieciséis a esas alturas de su vida eran sólo un gran dolor de cabeza.

Mientras tanto, la estudiante tenía que deshacerse constantemente de la aparición repentina del molesto Draco Malfoy, quien era atractivo es cierto pero no lo suficiente para que ella le aceptara aunque sea un café. Además sabía respetar muy bien las reglas, el chico era prácticamente un supervisor en la escuela.

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