¿Quién Eres? Capítulo XXVII Un Secreto Revelado

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Por favor sean responsables del aviso.
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-Jajaja Severus eres un mago inteligente, astuto y poderoso pero yo lo soy más. Entiendan que yo sólo quiero darle magia al mundo y ustedes no me lo van a impedir.

La voz retumbó en todas partes de la casa haciendo explotar puertas y ventanas cerradas, la luz en un parpadear volvió a ellos como en una ola brillante.

Sólo estaba Minerva, Vector, Snape y Hermione viendo hacia todos lados confundidos cada quien con ideas diferentes e impresiones confusas.

-Es Grindelwald, el mago que se acaba de ir es Grindelwald, quiere darle magia a los muggles porque así se aniquilarán entre sí.- Hermione soltó asustada.

-No es Grindelwald, es sólo un loco de remate, el que mencionas murió hace tiempo gracias a un beso de Dumbledore.

Minerva aguantó la risa por la broma del profesor, el cual  habló así para no asustar a su joven novia.

-Pero puede ser el mismo Grindelwald, puede ser el mismo hombre sólo que de un pasado distinto.

-No Hermione, es sólo alguien con una obsesión por la magia, cada vez te doy la razón con eso de que se hizo pasar por un familiar tuyo pero me temo que quizá sí es verdad aquello de que sean parientes, eso explicaría una posibilidad de que tus padres fueran descendientes sin magia.

-Ahh pensé que no te habías dado cuenta.- La joven rodó los ojos y cruzó los brazos. -¿Puedes con él o quieres ayuda? Me refiero a Malik, ahora debe haberse ido de Londres quizá a Croydon o quizá a Asia.

-Puedo con él, pero mientras tanto sólo desearía poder estar a solas contigo mientras tomamos un poco de te.- Miró a las maestras. -A solas significa…

Vector aclaró la garganta y acomodó sus ropas.

-Lo siento, me retiro y felicidades por el compromiso. Hermione, ven a mí cuando necesites ayuda con ese asunto del matrimonio o consejo para lidiar con aquél ogro.

-Sí, muchas gracias, profesora.

Snape entre cerró los ojos enojado.

-De nada.- Antes de retirarse hizo una venia y desapareció.

-Severus, si lastimas a esa chica, una mordida de Nagini no será nada comparado a que yo… Te muerda.- Severus quién tocaba sus sienes volteó a ver a la profesora con asombro y ella entre cerró los ojos en advertencia final. -Albus está de mi lado así que no te pases de mortífago.

Snape se tapó la boca en asombro e hizo un movimiento de mandíbula sintiéndose amenazado por primera vez, realmente amenazado.

-Ex mortífago.- Dijo el hombre en corrección rápida transformando su cara en incomodidad y un poco de vergüenza al recordar al director observarlo desnudo por debajo de los libros gracias a un cuadro.

-Hasta luego jovencitos y por lo visto Severus, creo que volverás a retomar dar clases con todos los años en defensa contra las artes oscuras.- La profesora sonrió triunfante.

-¡Eso es lo más odioso que podrías haber dicho, Minerva!- Se acercó a Hermione tomando una de sus manos sintiéndose mal de pronto como si un desmayo se acercara. -¿Por qué tengo que estar siempre cerca de brujas peligrosas? Juro que encontraré la forma de librarme al fin de esos mocosos.

Y Minerva desapareció.

-No comprendo por qué no están lo suficientemente preocupados.- La joven se sentía confundida. -En tu caso me refiero a Malik no a los alumnos de Hogwarts.

Severus se restableció y enderezó consiguiendo estar erguido en postura soberbia. Esa que lo caracterizaba.

-Tranquila, Minerva y yo hemos estado investigando al director de la escuela a la que fuiste, su plan es un disparate. Sabemos dónde ha estudiado, sabemos quiénes son sus cercanos. Lo único que realmente podría preocuparnos es que consiga la manera de distribuir aquellos libros en los que estuvieron trabajando. Mientras me enviabas cartas el último vez desde Croydon a Londres, Minerva y yo hablamos de eliminar cualquier contacto con otras escuelas y sí me refiero a cerrar para siempre la sala de investigación internacional.

-Eso es innecesario, los conocimientos que circulan por ahí son admirables, sería una pérdida enorme por culpa de un loco.

-Nos equivocamos al permitir que la magia de otros lares en todo el mundo toque la nuestra, y corremos peligro en contaminarnos con otras. No podemos hacer lo de ellos, nuestras formas de aprendizaje y formas de vida mágica tienen reglas, hay límites, tenemos una organización completa para evitar faltas de algún tipo. Y aunque las conferencias e intercambios de conocimiento han sido satisfactorias en todos los sentidos, no se puede ir en contra de la ley ya escrita, la última vez se ha sugerido de parte del ministerio de magia mundial que el sistema de intercambio para el conocimiento mágico debe cerrar definitivamente por ahora.

-No me deja tranquila aún. No me quedaré tranquila.

Hermione vio hacia los ventanales pensando en el sujeto extraño.

-Por ahora hazlo, esta casa no tenía ningún sistema o protección mágica para permitir que otros entren, pero ahora ya lo tiene.- La seguridad con que lo dijo al hacer que todo vuelva a su lugar con un simple movimiento de varita le impresionó a Hermione. -Nos habíamos quedado en que te mostraría tu habitación.- La voz del mago se hizo grave y coqueta, quizá un poco autoritaria.

-¿Y qué si no quiero obedecer, señor?- Giró para verlo en desafío.

-Mmm Mmm Mmm, tendría que disciplinarla. Sabe que no me gustan las jovencitas atrevidas y mal educadas.

-Está bien, voy a portarme bien lo juro, soy la inocencia en persona, podría contarle mientras subimos de algunas asignaturas en las que tengo duda o quizá sólo podría decirle con mi mente que disfruto del momento.

-Por su puesto, pase usted yo la sigo.- Snape empezó a verla de pies a cabeza cuando esta le dio la espalda, le gustaba la ropa casual de ella pero tenía otra cosa en mente. Movió su varita haciendo que la ropa se convirtiera en el usual uniforme de la escuela, pero había algo extraño no era completamente Gryffindor sino que combinaba perfecto con los colores de Slytherin. -Mmmh sabía que le quedaría bien.

Hermione sintió la falda escocesa, las calcetas, los zapatos, la capa, la camisa más ceñida de lo que solía utilizar y el colmo fue verse así mismo combinar los colores de las casas rivales. Giró para mirar al profesor desabotonando levemente el cuello de la camisa que le apretaba pero no se quedó ahí sino que siguió hasta mostrar el escote y la ropa interior que ella misma cambió intentando jugar en el buen gusto de aquellos honoríficos colores verde plata y así conseguir que el hombre pierda la cabeza. Desajustó la corbata y sintió diversión al ver el rostro del mago quien sostenía su postura ortodoxa aunque desviándose lentamente a pervertida.

-¿Qué clase tendremos, señor?

-Algo fácil. Quizá dictado en latín, quizá defensa contra profesores oscuros, quizá pociones dulces sobre la piel tersa y suave de una joven y hermosa estudiante o quizá un éxtasis difícil como nunca lo había vivido antes, Granger, un éxtasis real.- Apretó las últimas palabras mientras que también iba desabrochando cada botón de su levita.

Al llegar frente a una puerta enorme color caoba él hizo una venia e invitación para que ella ingrese, no quería perder educación frente a su mejor alumna.

Cuando Hermione vislumbró la cama llena de pétalos color rojo de distintas flores y fragancias, velas por doquier, se giró hacia él y se terminó de abrir la blusa exponiendo el brasier color verde negro y plata los cuales tenían la serpiente de Slytherin en los lugares precisos.

-¡Oh por Salazar Slytherin!- Aclaró la garganta. -Me deja sin palabras.- Hizo un gesto con la mandíbula encerrándolos dentro de esa habitación en un hechizo silencioso con un sutil movimiento de varita, después de eso la tiró en la alfombra y perdió control de sí mismo.

Ella lo vio de pies a cabeza y mordió sus labios por la aparatosa reacción poco Snape.

-Pregunta número uno.- Dijo Sugerente y llamativa.

-Yo hago las preguntas.- Empezó a caminar lento hacia ella en la amplia habitación -¿Qué obtengo de dos gotas de corteza roja de árbol, una medida de sábila y maleza alta del bosque?- Se retiró todo el levita y siguió con los botones de la camisa acorralando la persona de Hermione contra un escritorio antiguo de madera negra.

Hermione quién lo observaba pensaba que no podía haber mejor momento que tener a un profesor ansioso por respuestas al mismo tiempo de que ella quería exponer su mala conducta.

-Una poción que cura laceraciones intestinales.

-Y ¿Qué obtengo de una flor rosa de jardín y espinas de tallo seco venenoso?

-Elixir virgen para algunas pociones de amor, señor.

-¡Muy bien, Granger, muy bien! Y ¿Qué obtengo de un elixir de Dragón cornacudo negro adulto y elixir de unicornio infante salvaje hembra? La tomó de la barbilla acercando sus labios a los de ella deseando con todas sus fuerzas a esa hermosa joven, esa mirada sin esquivar reflejada en su fría mirada manipuladora le encantaba, el color café de esos ojos le fascinaba.

-Puede obtener el corazón de una mujer para siempre.- Caminó hacia la cama con sexualidad y una vez ahí dio tres golpecitos con la palma izquierda para invitarlo a ir junto a ella. -El elixir de amor mucho tiempo fue buscado por tantos alquimistas de la antigüedad creyendo que podría ser un tesoro invaluable aún más que hacer oro puro pero se dieron cuenta que la poción era el resultado no literal de los ingredientes, era la perfecta mezcla de la interpretación humana en un mismo caldero, el elixir de unicornio representa a un caballero  dispuesto a entregar su alma por una dama y el elixir de unicornio infante representa el alma de una joven dispuesta a ser amada de la misma manera que ama o quiere amar a ese caballero.

-Cinco puntos menos para Gryffindor, por sabelotodo insufrible.

-Ohh ¡Por sabelotodo me toca puntos menos, no es justo!- La joven le indicó el lugar por última vez con una lenta y provocativa voz.

Snape se subió a la cama con sus rodillas y luego se enderezó exponiendo sólo su ropa interior negra que intencionalmente tenía la serpiente de Slytherin en un lugar conveniente y preciso.

-Mmm una serpiente peligrosa en una cama con un unicornio joven y salvaje… El castillo está tan lejos así que no podrán escuchar sus gritos de miedo, Srta.- Su voz se hizo grave poniendo a la joven nerviosa.

-Y tampoco sus gritos de agonía, señor.

Snape ladeó una sonrisa peligrosa y empezó a besarla primero lento, reconociendo el peligro, sin dejar de explorar aquel delicado y suave cuerpo con respeto y delicadeza. Subió la intensidad de todas las caricias mientras le dejaba sentir a Hermione el peso y calor de su cuerpo. Los besos de ambos ahora traían desesperación leve y pausas para conseguir oxígeno.

-Al tocar la sangre del unicornio con los labios una maldición pongo en mi vida para siempre.- Dijo el mago en tono informativo, la voz susurrante la hizo temblar y casi la mató cuando se dio cuenta que ya estaban completamente desnudo, Hermione lo sintió sobre ella.

Por instinto mientras él la besaba se movía de forma inquietante.

-No, no seré aquello.- Susurró deseosa en el oído del hombre mientras este besaba su cuello dejando la humedad de su boca. -Si usted bebe mi sangre no tendrá una maldición, será algo peor que eso.

-Tienes razón, tú eres mi bendición, un primor, eres maravillosa.- Mientras le hablaba en el oído con esa gruesa voz se hizo entre sus piernas empujando con mucha mucha lentitud su hombría dentro de esa delicada feminidad cálida, húmeda y anhelante.

-Ahhhhh y tú mi perdición… Ohhh…- La joven soltó en el oído de él la consecuencia auditiva de sentirlo unido a ella, una sensación trastornante y deliciosa.

Snape escondía tantos secretos delante de ella cuando se trataba de intimar pero aquella mirada, aquella mirada cuando se posaba en sus ojos negros le decía que esa ternura lo rebasaba, que su poca delicadeza e ímpetu descontrolado podía ser manipulado a una suave sensación  profunda, un rito de caricias únicas, disfrutar de ella en esos ámbitos podría ser intenso o podría ser simplemente una locura romántica y pasional.

Se irguió apoyado en sus rodillas, jaló lentamente los muslos de ella para que lo rodeara por la cadera mientras él en el centro no dejó de tocarla por dentro, verla completamente desnuda bajo sus manos era más incitante de lo que pensaba, era tan insoportablemente excitante, tan adorable, verse así mismo perderse dentro de ella, salir y entrar con energía, valor y cuidado, aquel delicado cuerpo lo recibía completo retorciéndose de gusto, apretando tanto en cada suspiro que no podía ser tolerado mucho tiempo.

Se relajó para seguir también soltando la consecuencia auditiva de sus ganas y placer.

Tocaba aquel delicado cuerpo con certeza. Bajó hasta el vientre y luego hasta ese botón rosa reluciente que seguro podía hacer florecer, empezó a tocar con suavidad de forma maestra sin parar el movimiento de su pelvis que se hacía más ágil y a veces lento, él podía ver todo y se estaba matando así mismo con lentitud, tenía que controlarse, estaba muy estimulado.

“Acónito rosa, acanto ohhhh acanto, acaena, Aquilea ahhhh hermosa flor con pétalos blancos, Achimenes rosas pálidas, Adonis pétalo aaahhhh amarillo Ahhh mmmmh hermosa flor con propiedades encantadoras y paralizantes, me encantas, te amooo, Ohhh eres hermosa, Agrimonia violeta silvestre, Ahhhh ajuga ahhhh, Alquemilla…” Ese pensamiento de palabras apretadas se reflejaba en su rostro y ojos cerrados.

Hermione escuchaba aquello, esa interesante forma de control contando flores que comienzan con la letra “A”, escuchaba aquellas palabras durante la inteligente exposición, esas que decían que la amaba, y escuchó tan atenta que no pudo aguantar más, sus pensamientos fueron aturdidos por una oleada de placer inconfundible, el mismo o mejor placer que había sentido con él, el mismo hombre el mismo mago, estupendo mago que seguía nombrando flores mientras le hacía el amor y le decía hermosa, le decía que le encantaba el momento a su manera de ser.

Snape sintió cada segundo de ese orgasmo que indujo, sintió el cambio notable de humedad, entre enloquecidos apretones y latidos, su rostro rojo, delicado rostro de ángel quizá afiebrado, sus ojos cerrados y la boca abierta soltando aquellos gemidos de éxtasis.

Se acercó a ella citando más flores diciéndole en secreto que la adoraba que sentía por ella tantas cosas, se apretó siguiendo el contacto aún más lento y suave que empezó a incrementar nuevamente queriendo hundirse en ella hasta lo más profundo pero de un momento a otro fue deteniendo su ímpetu para besarla y girarla dejándola de espalda contra él, poniendo todo el peso de su cuerpo sobre ella mientras que acostada completamente sobre la cama ella volvía a recibirlo, Snape le besaba la mejilla y hablaba palabras que sólo ellos podían entender en el idioma favorito de Snape, latín.

Así se dejó perder, su energía acumulada salió sin restricción hasta tocarla, aquel mago se sujetaba abrazado por la cintura fina arriba de las caderas gimiendo el gusto por tenerla, por estar con ella y abrirse a ese inconfundible sentimiento donde después del placer que casi te lleva al mundo de los muertos la persona que quieres está ahí, permanece a tu lado, escucha tu pecho agitado, tu respiración, el cambio radical de tu voz, una intimidad que nadie más merece conocer. La vida era distinta y apenas lo entendía. Él vivía.

***

La joven permanecía debajo de él aunque después de esas horas en las que se quedaron profundamente dormidos el peso del mago sólo estaba en la mitad de su cuerpo, su brazo derecho la atrapaba rodeando su cintura por encima de la espalda, sus largos dedos pálidos reposaban en la cama y tocaban de forma casual varios mechones de esos castaños cabellos ondulados.

Hacía frío, el hombre tomó la sábana y la cubrió hasta la cintura, acarició de forma sutil la piel que se exponía de ese hermoso cuerpo grácil y le habló para ver si estaba despierta.

-Señorita Granger, nos hemos perdido la clase de flores silvestres.- Aquella voz baja y gruesa le hizo tener escalofrío.

-No me la perdí se lo aseguro, ahora sé más de ellas, nombres que comienzan con la letra “A”.

-Como la palabra amor que también empieza con “A”.

-O como la palabra antipático que también inicia con la misma vocal.

Snape respiró como en un tímido suspiro de rendición.

-Soy antipático y odioso lo sé pero lo que no sé es qué hubiera pasado si usted no me hubiera escrito, si no me hubiera dicho que admiraba y admira la forma en que trabajé dentro de esa sala de investigación internacional de magia.

Besó los labios de la joven lentamente y ella le correspondió.

-No sé, señor, no sé qué hubiera pasado como tampoco sé qué hubiera pasado si usted no me decía para trabajar juntos o que le era una persona en alto estima.

-Ya no me digas “señor”, aquél juego se acabó desde que aceptaste mi proposición. Yo, tenía que decirle que sentía lo mismo, pude detectarlo no soy ingenuo como algunas veces mis alumnos pensaron, me doy cuenta de todo y me di cuenta de que estaba interesada en mí pero no fue mi intensión llamar su atención, mi intensión era hacerle sentir que era brillante y necesitaba con urgencia alguien que sea como usted para no hacerle perder más el tiempo sino impulsarla a la gloria, no digo que usted y yo nos parecemos pero nos entendemos muy bien y lo que acaba de pasar hace unas horas me da la razón. Usted gusta de mí y yo gusto de usted hablando superficialmente pero la verdad es que usted se ha convertido en mi principal razón para vivir y realmente me interesa que te apoyes en mí para todo lo que quieras, permíteme ser tu cuidador y consejero y si me das permiso, permíteme ser más que tu amigo.

Hermione se sintió tan emocionada y pensó que si decía algo sonaría tonto pero lo intentó.

-Y tú, Severus, eres lo más importante en mi vida ahora, y la única persona por la cual quiero vivir.- Pensó viendo los ojos del hombre. -Te tomo la palabra de que deseo que seas más que mi amigo y es claro que he aprobado aquello desde que acepté la mitad de un beso suyo.- Se giró y reposó sobre él. -Quiero ser sincera, si usted no me hubiera dado la mínima esperanza de esto todo se hubiera quedado en “Lo admiro”, esa hubiera sido toda nuestra relación personal.

-¿Creías que era un extranjero alto y rubio?- Preguntó con curiosidad.

-Quizá irlandés, de dos metros y músculos por todo el cuerpo.- Rodó los ojos. -Yo sospechaba desde un principio que podía ser el callado,  amargado y atractivo profesor de pociones sólo que cuando imaginaba que me hablaba no cabía en mi razón que este escribiera así de apasionado, definitivamente eres muy diferente cuando eres profesor y por otro lado tú eres más de lo que yo hubiera podido imaginar, eres perfecto para mí. Esa es la verdad, posiblemente  pensé que eras extranjero aunque me alegré saber que ya me conocías.

-Era de suponer que podía ser un completo extraño o un extraño conocido. Y no hables mal de mí, nuestra relación profesor alumna había mejorado este último año.- La voz con atisbos de modosidad seria le causó gracia a la joven, lo que escuchó pudo tener otra complicada interpretación pero decidió ser sarcástica.

-Jajaja tanto como para seguir escuchando eso de “Largo de mi vista y no vuelva más.”

-Debo cumplir a cabalidad mi posición como profesor temido y estricto, además de que eso no ha cambiado. Mmmm, me pregunto si…- Tomó leve pausa apoyando el rostro sobre el puño que al mismo tiempo se sujetaba de la firmeza de su codo hundido en la cama. -Usted debe recordar a Dolores Umbridge.- Su tono fue serio e incluso se extendió al fruncir de su ceño.

-Sí la recuerdo, una patada en el estómago.

-Pues varias de las reglas que se promulgaron en su dictadura fue idea mía, los estudiantes no podían estar cerca al otro a menos de un metro de distancia y eso que ella sugirió la medida “1” porque yo propuse el número “3”, tres metros de distancia era lo justo para jóvenes locos con hormonas alborotadas.

Hermione abrió la boca en sorpresa.

-Eres un conservador tradicional y exagerado que le pidió a una joven bruja que sea su novia en lo alto de la tribuna deportiva de Gryffindor. Felizmente cuando no estuvimos en el castillo eras mí Severus el no conservador.

Los labios delgados y pálidos del hombre se estiraron en tímida sonrisa.

-Tú me has hecho romper más reglas que Dumbledore.

-Yo soy inocente a mí no me culpe de nada, ni de sus decisiones poco ortodoxas.

-Inocente hahaha, la primera vez que leí eso al hablar a través del libro mágico casi consigue que mi intestino salga por mi boca gracias a que me aguanté la risa, pero ahora tengo el afectado en su lugar que sino hubiera sido un real desastre reconstruir todo mi sistema digestivo, aquellas pociones son realmente las más amargas.

-Ahí habla el pocionista sabelotodo.- Rodó los ojos de nuevo.

-No seas malcriada.- Respondió rápido por el adjetivo final.

-Tú me dijiste que era inocente, yo no, yo te dije que era peligrosa y tú no me creíste.

-Yo pensaba que lo eras hasta ayer en la noche.- Le alzó una ceja. -Cambiando un poco de tema… Quisiera contarte que la anterior vez que estuvimos aquí tuve un pequeño incidente vergonzoso. El ex director me vio desnudo, en la sala principal está el cuadro de Albus, no te recomiendo que vayas desnuda o quizá no sea tan amenazante como lo fue para mí… Mejor escucha mi consejo, no vayas a la sala principal, no tengo valor para incendiar a Albus.

-No comprendo ¿Por qué no sería amenazante que un hombre me viera desnuda?

-Es que…- Suspiró al decidir contarle aquel secreto. -Albus no gustaba de las chicas, él prefería los magos de cabello blanco y un ojo color azul.

-¿Le gustan los hombres?

-Sí, al menos le gustaban y ese día no tenía ni idea que me lo iba a encontrar, él sin discusión me vio completamente desnudo y me hizo sentir acosado además de amenazarme al descubrir que tú y yo nos veíamos de forma íntima.- Se puso a pensar y bajó el tono de su voz casi como susurro. -Me dijo que no vuelva frente a él sin que tú y yo tuviéramos un compromiso mayor que ser sólo novios.- La seriedad en el rostro de Snape le daba risa a Hermione.

-Jajaja eso te pasa por no cubrirte y por salir desnudo de la habitación.- Escondió su rostro en el pecho de él con una gran carcajada y luego paró de golpe viendo esa pequeña e imperceptible sonrisa ladeada en Snape. -Te amo. No me dejes sola nunca, ya has descubierto qué pasa.

-Lo juro, no lo haré, no te dejaré sola nunca aunque dejes de amarme y además que no quiero volver a pasar lo de ese bendito día.

-Yo me quedaré contigo, Severus Snape Prince, y seré tu esposa no sé cuándo pero lo seré pronto.

Ambos se vieron intensamente por largo tiempo directo a los ojos como contando lo que sería sus vidas en adelante.

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“El temor de vivir nuevas experiencias es común pero hay que recordar que si se siente mucho no se podrá avanzar nunca, el temor te paraliza, no te deja caminar y menos correr pero si a pesar del miedo se encuentra una gran motivación, eso que más deseas pronto estará frente a ti.” 2010 – Diario Azul

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