-Lo siento.- Se apartó arreglando su levita con elegancia. -Es que fueron algunos días que no he podido mentir con una reunión en mi aula o con una investigación urgente de biblioteca…
La joven respiraba agitada completamente sonrojada y con ganas de más, el mago había provocado intranquilidad y revolución en todo su sistema endocrino.
Él tenía razón, ya no se veían con escusas inventadas donde la besaba y la abrazaba al uso de su fuerza emocional de forma intempestiva.
Lo que él hizo ella no lo resistió y lo agarró con la mano derecha por el pecho arrugado su levita y capa y toda la tela bajo sus dedos para atraerlo hacia ella dándole un beso devorador, él le dejó hacer mientras la pequeña e indefensa jovencita intentó tragarse la lengua de su amado e inocente profesor de pociones en un juego de profundo intercambio de caricias gustativas, después hizo que se siente como si nada hubiera pasado mientras él intentaba volver a su estado natural. La ropa arrugada de Snape le avisó que debía seguir con cuidado pero él apenas podía sostenerse y no por ella sino por las ganas que sentía de acariciarla, velas, poemas en latín, historias divertidas contada en el oído pero sobre todo tenerla de nuevo bajo sus manos enlazados como uno.
-Le decía, los cultivos son…- Snape veía los labios de la joven y luego volteó hacia delante intentando ver el camino pero sólo se veían los pies del elfo colgando en divertidas patadas. Hermione veía su rostro pálido aún más pálido y le causaba gracia, empezaba a sonrojarse, esa piel pálida del Slytherin tomó leve color. -Los cultivos son un trabajo arduo de muchos años.- Aclaró la garganta. -El trabajo arduo y secreto de algunos estudiantes voluntarios con gusto por la herbología y la reproducción de especies únicamente para pociones.
-Suena interesante, profesor. No entiendo por qué nunca me invitó a participar seguro hubiera sido interesante.
-No, interesante será cuando… lleguemos.- Su voz se escuchó segura y varonil y quizá guardaba un secreto con significado íntimo.
Hermione sonrió mientras desabrochaba su capa, sentía calor dentro de la carroza, entonces el mago la tomó de la mano para acercarse y hablarle al oído a través de esa cabellera salvaje y castaña haciendo que ella se mueva más hacia su izquierda.
-A mí me pasa algo cuando estoy sólo contigo, el momento se vuelve como una historia antigua medieval donde los protagonistas nunca se quedan juntos pero hasta el final viven para el otro sabiendo que uno de los dos matará al otro de celos, Hermione… ¿Cuál de todas mis pociones me has dado a beber, cómo y cuándo ha sucedido que esté así por una menora insolente, cómo es posible?
-Usted me dio a mí.- Hermione sonrió y vio hacia el cristal de su lado izquierdo para ver el movimiento exterior mientras avanzaban. -Explicaría… Cómo las pausas al pensarte me dejan sentir tu presencia como si estuvieras conmigo desde siempre, pienso en ti desde hace mucho pero no ha sido suficiente. Incluso antes de saber que podía ser capaz de hacerlo así, tú eres tan similar a mí y a la vez eres tan diferente. Alguna vez en toda mi corta vida no lo imaginé, pasar de ser maltratada e ignorada a protegida y mimada por el mismo hombre, todo me confunde, pero también me hace sentir tan complacida como aquella vez que incendié su capa en primer año por culpa del profesor turbante, ese día que intentó matar a Harry, me siento tan complacida de ser correspondida en el momento justo, profesor.- Movió lento los labios. -Este es el momento justo, estoy enamorada de usted.- La joven cerró los ojos. -Lo siento, siento mucho haber arruinado su capa y haber conquistado su frío corazón.
-¡Por Merlín no sé en qué pensaba, Srta, eso de incendiar mi capa, pero felizmente lo hiciste, sino ese hombre estuviera vivo y yo seguiría muerto!
-Sí era una desgraciado ese Voldemort.
-Yo me refería a mí, no sé por qué arriesgué el que se enteren de mi leve protección fraterna, el joven Harry, con tu permiso el estúpido de potter.- Hizo un gesto aburrido con el rostro alzando una ceja y apretando los labios delgados y pálidos. -Y bueno, cambiando de tema, tú me has hecho a tomar una poción de amor.
-Usted debe haberlo hecho, usted me dio de beber mientras crecía, pero no, el jefe de Slytherin quería ser rudo y grosero, quería moldear mi carácter, ser tan exigente y amargado conmigo sin dejarme participar, pero lo vi muchas veces esconder esa sonrisa ladeada de diversión y satisfacción por lo que me hacía. ¡Qué malo fue!
-Já, eso sólo fue diversión, la destrucción de una creencia equivocada de que saber todo para una niña era posible.
-Entonces debió dejar que responda sus preguntas así nos hubiéramos odiado más ahora.
-Mmmm yo te odio Srta con todas mis fuerzas, Hermione… ¿Sabías que puede que te haya extrañado un poco? Me refiero a estos cortos días disgustados. Realmente lo lamento, me fue insoportable no leerte, has hecho que te necesite y detesto eso.- Se tomó ambas cejas. -No soporto no poder controlar algo.- La voz le salió gruesa, apretada en tono de queja, con añoro, desde lo más hondo y no le importaba verse como se veía frente a ella porque estaban solos y se le daba la gana de decir cosas cursis aunque ese fuera un método astuto para conseguir de ella atención y quizá algo más.
-Ahh un poco, eso no lo sabía.- Hermione le seguía la idea.
-¿Y usted qué, me ha extrañado aunque sea poco?
-No Sr. Yo no le he extrañado nada, yo también lo he odiado.- Hermione se sintió acorralada por la gran figura del hombre sentado a su lado quien se arrimó más. Su perfume entraba por sus fosas nasales en imperceptibles hilos de olor, admiraba su perfume fuerte y varonil, se había acostumbrado a estar siempre impregnada de él últimamente, tenía ese olor tan provocador de nervios imponiendo su hombría, recordaba llevarlo en ella cuando saludaba a Harry o sus compañeras mientras le decían “Hueles tan a las mazmorras” y ella sonreía al recordar los apretones de esos brazos enormes al rededor de su cintura cuando la había besado de imprevisto en algún pasillo, en la biblioteca o en su habitación. Ni con magia podía deshacerse del aroma del mago, olía a lavanda, menta y madera del bosque aún no había descubierto todos los ingredientes pero esos eran los que rápidamente notaba.
-Es válido, estabas enojada pero yo, sí Srta. Su profesor la ha extrañado y mucho.
-Ahhh Severus, me intimidas con esa voz.
Él se acercó más a ella.
-Sí lo sé y lo hago a propósito porque me encanta, no me refiero a mi voz, me voz es así siempre e incluso intento que suene más suave contigo, más cariñosa. Me gusta intimidarla, Granger, desde los once años.
La joven pudo ver su sonrisa maliciosa al intentar verlo a la cara pero él ya se sentía libre y con la confianza de rodearla con un brazo por delante de la cintura y el otro detrás de sus caderas, su boca en el oído de ella dando pequeños besos en sus sonrojada y calientes mejillas juveniles.
-¿Cuál es la verdad, a dónde me llevas, acaso es una trampa?
-No, Hermione, no es trampa, de verdad tienes que ver esos cultivos y el…- Giró el rostro de la alumna para que lo viera a los ojos tomándola del mentón. -El vivero y el invernadero…
Se acercó más para esta vez tomarla con ambas manos del rostro y darle un beso girando la cabeza para hacerlo profundo e intenso, sin dejar que ella se aleje o corte la intensidad.
La joven sonrojada aún más protestó con un…
-Mmh Profesor ¿Qué hace?
-Besarla, eso hago.- Y volvió a hacerlo unas tres veces más.
Cuando la dejó, ella se sentía tan afiebrada y húmeda, no precisamente en los labios, su cuerpo tembloroso la exponía ante él, la inexperiencia, la inocencia de ella lo volvía loco, le incitaba seguir.
La joven intentaba recuperar aire con desesperación pero el mago no paraba de besarla y besarla y besarla como si se desquitara con ella y sus labios cualquier tipo de enojo aferrado a su cuerpo y vestiduras.
La lengua del mago le encantaba, le encantaba lo que ella le sugería pero eso la derretía y le hacía temblar de forma terrible el cuerpo, no sabía cómo haría que eso pare.
El Mago seguro ya estaba enterado de lo que él le causaba y sí a él le encantaba.
“Granger, Granger, Granger!!!!”
-Prof… No voy a poder escribir nada… Sí usted sólo me besa… Y si me sigue… Provocando…
-No quiero que escriba nada.- Dijo apretando las palabras entre dientes.
-¿Entonces qué quiere que haga?
-Quiero que disfrute de mi compañía como yo lo haré.- El mago se hizo hacia atrás porque estaba descontrolado y podía notarlo la joven en cualquier momento pero con astucia puso la mano que empuñaba su varita sobre su pelvis como dejándola caer entre sus piernas para intentar apretarse la protuberancia que no había podido evitar que crezca, una sutil forma de cubrirse con su puño.
Y sí, la joven no se dio cuenta pero no pudo evitar poner los ojos sobre la varita negra. Le era interesante y llamativa.
-¿Me deja tocar su varita?-
A Snape le sonó en un tono tan inocente que quiso tomar a esa jovencita preguntona en ese instante mientras la carroza estaba en movimiento, pero sin embargo pasó de verla a los ojos a ver su varita, verle los labios a ver su varita y sonreír de forma maliciosa cuando lo hizo unas cuantas veces más.
-Tócala cuando quiera, puedes hacerlo.- Sostenía su sonrisa maliciosa, definitivamente era un Snape distinto al que conoció en un principio, era un Snape más desinhibido, menos tímido y más atrevido, era más romántico sí pero en ese momento se le antojaba ser más Slytherin.
Hermione entre cerró los ojos al escucharlo y mordió sus labios.
-¿Entonces… Puedo?
Snape parpadeó lento en afirmación sin dejar de medio sonreír.
La joven estiró sus suaves dedos, se acercó más con el extender de su brazo hasta la mano del hombre quien empuñaba la varita. Ella la tomó de la punta tocando la piel de Snape quien apretaba la varita contra su propia pelvis con suavidad, Hermione quería tomar la varita para jalarla pero cuando lo hizo él no la soltó.
-¡Eyy, préstamela!
-Es tuya, bonita, anda tómala.
Y la joven volvió a empuñarla sobre la mano de él para jalarla de nuevo.
Pero él se resistía a soltarla.
-¡Severus, dame-laaaa…!
-¿La quieres, justo ahora?
-¡Severus no seas así!
Ambos empezaron a forcejear, él divertido sólo sostenía su varita con un poco de presión de su mano derecha mientras su otro brazo la rodeaba de la cintura a ella y ella sostenía su varita con las dos manos para intentar quitársela.
-Tómala, tómala es tuya. Eres tan débil, querida niña.- Dijo con pausas entre palabras.
-¡Ahhh Severus, da me laaaa!
Y supuestamente tenerla ahí le ayudaba a tranquilizarse pero pronto ella se dio cuenta de lo que intentaba ocultar el mago.
Se acercó a la boca de él y lo besó lentamente mientras le intentó quitar la varita de nuevo, se cambió de lugar, sobre las piernas de Snape viendo directamente sus ojos.
-¿Cree que yo no sé en qué juego me has metido?
El Mago jadeó al sentirla sobre él, hizo sus caderas un poco hacia delante y su mano con su varita la apoyó al lado derecho en el asiento de cuero.
-Ahh, bruja eres tan inocente y me encanta que lo seas.
-¿Crees que lo soy?
-Sí lo eres… Siento… No sabes qué es tenerme enamorado, no sabes qué es tenerme así de loco… No sé si has escuchado al Slytherin varón sanguinario su amor intenso y peligroso. La forma en que te quiero es tan intensa y no te digo que puedas terminar muerta como le pasó a la amada del Sly sino que así te quiero conmigo de cerca, muy de cerca.- Le hablaba tocando los labios de la joven con el leve sentir de sus labios.
-Y usted no sabe cómo quiere una Gryffindor de verdad, y no sabe cómo es que yo lo quiero a usted… La próxima que le pida su varita no pensará dos veces en dármela. Te quiero y te deseo, Severus.
Snape apretó los dientes.
Media hora después se hizo el silencio y afuera el paso firme de esos thestral en sincronía, se veía la carroza andar en segura marcha a través del bosque, la luna resplandecía sobre los cristales empañados por el calor de dos cuerpos, los cristales que dejaban ver el rostro pálido del mago con los ojos cerrados eran como una ventana.
A la altura de su cabeza a la misma distancia dentro de ese ambiente íntimo no había otra, ninguna otra cabeza a su nivel y bajando más hasta su pecho, no había nadie más sólo su rostro transformándose y su gran mano apoyada en el cristal de la carroza del lado derecho sujetando como podía su varita, su boca abriéndose lentamente junto a jadeos de placer, loco y atrevido placer, sus cabellos se hacían hacia atrás o hacia delante cuando su rostro se movía, no podía evitarlo, abrir la boca, apretar sus labios.
Hasta que un jadeo más fuerte, grave y ronco asustó al conductor por un instante casi despertándolo al quedar dormido con las tiras en las manos que llegaban hasta las cabezas de las criaturas, la luna seguía resplandeciendo sobre el brillo tenue de la carroza negra, las llantas de madera seguían en giro constante, el cristal con la mano del mago que tenía la cabeza levemente inclinada hacia delante con la mirada fija en la boca de ella, oh sí el cristal que ahora dejaba ver a Hermione saborear sus propios labios frente al mago tocando con dedo índice y pulgar su comisura rojiza e irritada de ella, la joven Gryffindor estaba frente a ella sus ojos miraban provocadores los ojos de fuego que había encendido, el mago, este la miraba con ojos de querer venganza al ver su varita tirada en el suelo de ese ambiente cálido.
La joven fue hasta su lado y lo abrazó, lo besaba en la mejilla con pequeños besos inocentes repetidos hasta llegar a la comisura de esos labios delgados que aún se movían en un intento de recuperar aire, besaba su nariz larga y varonil de lado izquierdo la que marcaba mejor sus facciones duras y fuertes que tanto gustaba la estudiante observar. Así acurrucada como una tierna gatita inocente sosteniendo ahora la varita de Snape con su mano izquierda.
-¡Encantadora manera de firmar tu sentencia de muerte, no me vas a quitar la varita una tercera vez, lo juro!- El Mago quien aún agitado intentó mirarla estaba equivocado y ella lo confirmó.
-Eso cree, profesor.
La voz de Hermione tuvo un tono terrorífico de esos que a veces se le salía a Luna Lovegood cuando era normal sólo que a Snape escucharla de Hermione fue el acabose que le hizo abrir los ojos en sorpresa.
-Sí, nos vemos a llevar muy bien Srta.- Intentó recuperar la cordura para añadir un poco de seriedad. -Le decía que esos cultivos son de un arduo trabajo intelectual, el invernadero central te encantará.
Snape aún dentro de la carroza tomó la varita de las manos de la joven y la guardó en su capa pero la sacó de nuevo cuando el transporte se empezó a detener.
Al fin detenida por completo la carroza Hermione quedó sorprendida al ver a lo lejos el camino empedrado, el jardín y los árboles, los tuneles de flores y más más atrás ese invernadero bien conservado. Lo conocía, el lugar lo conocía. El Mago quitó con elegancia el velo mágico que escondía el magnífico lugar cuando pisó el pasto y la hizo caminar.
-Es la casa de Dumbledore.
-No, es nuestra casa y el lugar que tiene las mejores especies de plantas para hacer pociones en todo el mundo. Y sí, no hemos venido a ver el cultivo en el jardín posterior, hemos venido porque le voy a mostrar su habitación, princesa.- Se acercó al oído de ella para decirle en secreto algo y Hermione lo miró con acusación.
-Es una buena idea, Sr.
Dejaron atrás la carroza adelantándose unos pasos sobre el jardín y el camino empedrado, Snape giró y alzó la varita, al bajar los pinos al rededor empezaron a juntarse haciendo una barrera alta como un muro rodeando toda la propiedad, eran hectáreas y hectáreas con cultivos, plantaciones, vivero, jardín, árboles, flores, el invernadero grande, túneles de brotes y rosales y en el centro de todo estaba la gran casa.
Snape volvió a mover la muñeca creído concentrado en un hechizo viendo hacia los cultivos.
La magia que soltó se esparció en todas las direcciones, el brillo escarchado abanzando como una gran ola veloz cubrió todo lo verde y color hasta traspasar lo más lejano que los ojos alcanzaban a divisar.
-Es… Acaba de… ¿Es un hechizo de polinización?
-Hasta hace unos meses teníamos que manejar muchas abejas, reproducirlas y mantenerlas, era un trabajo forzado, demasiado para ellas. El hechizo es un invento reciente está en prueba cerca de cinco semanas y parece funcionar de maravilla, aún usamos abejas pero estas están libres ya no encerradas en cajas, ellas escogen dónde hacer nido.
-Es impresionante, esto podría ayudar también a los muggles.
-Si fuera necesario sí.
La joven se quedó con la boca abierta, sin discusión el mago era impresionante.
Snape la llevaba, él con unos pasos más adelante la tenía sujeta de la mano, no la forzaba sólo caminaba como guía, ella fascinada veía atenta el agarre que él le daba, le hacía sentir segura, le hacía sentir muchas cosas que nunca antes había sentido en un contacto que para cualquiera parece simple, tocarlo de la mano y ser tocada ahí era un privilegio íntimo de alto permiso.
El Mago la soltó haciendo el paso más seguro y lento mientras avanzaban por un camino junto a un cultivo de mandrágoras recién plantadas, calanchoes diagramontianas que curaban úlceras por dentro y las famosas hierbabuena o menta de jardín gigantes y azules.
-¿Cómo es mi habitación?
-Es la habitación principal, cuando nos casemos usaremos otra más amplia, mandaremos a reconstruir una usando dos contiguas y las habitaciones de los lados podrás ser usadas por nuestros hijos.
Hermione abrió los ojos en sorpresa.
-Ahhmm no hemos hablado de eso aún.
-Debemos tener algunos herederos, es el fin del matrimonio además de que debe perdurar mi apellido, dos o tres varones no nos vendrían mal.
La cara de la joven mostró espanto.
-¿De cuántos estamos hablando?
-Unos tres por lo menos.- La miró para ver su reacción. -Já sólo bromeo, serán como diez mínimo.
-Mejor hablemos de eso luego.- La cara de horror de Hermione junto al tocarse su propia clavícula daba risa.
Snape sonrió de lado porque ni si quiera se había imaginado tener un hijo, era que tenía ganas de espantarla y lo logró.
Entraron en la casa y el mago se quitó la capa, con lentitud se acercó detrás de ella para sujetarla de la cintura, después de quitarle la capa la abrazó así como estaban.
-¿Cuándo y cómo aprendiste a hacer aquello que sucedió en la carroza?
La joven empezó a ponerse roja del rostro aunque el pudor era cada vez más controlado, la confianza había crecido entre ambos.
-Veía televisión cuando pasaba las vacaciones en casa de mis padres. Pensé que te agradaría.- Su voz salió lenta y provocadora pero el mago como siempre tenía que saberlo todo era un preguntón 🤦🏻♀️.
-¿Lo has practicado con alguien más?
-Nunca, lo juro.
-¿No pensaste que podías atarme a ti de otras maneras al hacerlo?
-Sí lo pensé, espero haberlo logrado.
-Eres peligrosa, no debo de subestimarte.
La joven se dio vuelta para seguir su camino y subir por las escaleras y entonces dos personas aparecieron delante de ella.
Se asustó, no dio otro paso más al ver que era el joven de Revenclaw prefecto de la misma casa y a su costado, el maestro Malik.
“¡Maldita sea han arruinado mi noche!” Pensó el mago.
Al lado derecho de Severus apareció Minerva McGonagall, Vector y el alumno chismoso de Gryffindor que cursaba el cuarto grado.
-Profesor… Severus…
-Tranquila, los estoy viendo también y ahora se irán tan rápido como vinieron, lo prometo.- Snape se empezaba a poner furioso. -Esta es propiedad privada, mí casa. Les agradecería que se retiren en el instante en que diga “Finite“.
-Severus, tengo que hablar contigo.- Dijo Minerva con seriedad.
-Dime lo que tengas que decir ahora.
-El profesor Malik asegura que tienes tratos inapropiados con la aprendiz Hermione Granger.
-Quién tiene tratos inapropiados es él.- Severus sacó de su bolsillo el pomo de vidrio que le dio Hermione con su recuerdo. -¿Por qué otra razón han venido a molestar?
-Engañaste a Hermione para poder traerla aquí.
-No profesora, vine por mi propia voluntad. El profesor y yo…- La joven intentó defenderse.
Snape pensó. “¡Qué demonios no voy a esperar más tendré que hacerlo ahora!”
-Srta. Hermione Jean Granger ¿Quiere casarse conmigo?- Snape sacó de su capa una caja negra, se arrodilló en el suelo y abrió la tapa cuando añadió. -Perdóname era una sorpresa pero el director lo arruinó.
La joven se tocó ambas mejillas y no tardó en responder aún sorprendida.
-¡Siii, siii me encantaría!
-¿Qué director, Severus?- Preguntó Minerva con curiosidad.
Y Snape señaló al mago con su varita para lanzar el hechizo.
-¡Revelus! ¡Finite!- Los hechizos golpearon dos veces al mago.
El rayo verde y azul tocaron el pecho del mago y lo llevaron varios metros atrás hasta que cayó al piso.
Hermione sacó su varita y apoyó su espalda con la de Severus.
-¿El profesor Malik es el director Taylor de Croydon?- Hermione habló entre dientes sin creerlo.
-No seas estúpido, Severus, no voy a cambiar porque este es mi aspecto real.- Dijo Malik.
Malik le mostraba sus ojos claros por el reflejo de la luz artificial. Su sonrisa nerviosa no era suficiente y controlada. Confirmó delante de todos que su aspecto en la reunión internacional fue falsa, se veía mayor y ahora tenía al menos la edad de Snape y Vector.
-¡Eres un asqueroso brujo, mentiroso!- Sacó Snape la varita encerrando a todos con un hechizo silencioso, todas las puertas y cerrojos y pestillos tornaron en conciertos de “Crack”.
-Yo no he mentido.- Sacó la varita y miró al alumno de Revenclaw quien se hizo de otro corte de cabello y arrugas en el rostro. -Jay, tenemos que hablar no cometas una locura.- Le dijo al hombre mayor quien apuntaba a Hermione con la mano derecha.
-¡Nadie saldrá de aquí hasta que este mestizo explique sus sucias intenciones en Hogwarts!- Severus lanzó otro hechizo silencioso que hizo salir de la punta de su varita cuerdas atando a los dos sospechosos de manos pies y cuellos.
Y entonces se fue la poca luz que quedaba.
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