¡Draco es una pesadilla!
___________________________________
-¡Deja de seguirme, Malfoy!- La joven alumna de Slytherin leí en el rincón más oscuro y cercano a la sección prohibida dentro de la biblioteca, estaba sentada en el suelo viendo hacia arriba el rostro del joven mago.
-¡Ya le he dicho que respete a sus mayores!- Draco quería sonar con autoridad.
-Hace un año eras un alumno igual que yo. Debería darte vergüenza el coquetear con una joven e indefensa Slytherin como yo.
-¿Tú indefensa, Betsy?- Quiso retener la risa que eso le causó haciendo que haga un gesto forzado.
La joven aguantó la risa, la supo disimular mientras comía algunas pasas y escondía el rostro en un libro que al mismo tiempo tenía sesenta y seis libros en su interior.
-Sí, yo soy inocente.- Mojó la superficie de su dedo para pasar a la siguiente hoja. Estaba ignorando al señorito peinado con moco de trol.
Malfoy rodó los ojos, escucharla decir eso era el colmo, un año antes aquella joven había ocasionado un incendio en el bosque prohibido por intentar calentar unos malvaviscos muggles en una fogata que salió de la punta de su varita.
-Sé que te agrada Snape, se te nota a mil leguas.- El rubio intentó atacarla con ese tema muy secreto y personal, un tema que era sólo de ella.
-¡Es mentira, no se me nota! Es sólo que tú me espías con exageración.
-¿Y piensas que puede dejar a la insufrible por ti? ¿Por qué pierdes el tiempo así?
-Yo no quiero nada con él, sólo lo veo porque tengo dos ojos, para explicar con más detenimiento, tengo uno derecho y uno izquierdo.- Señaló cada uno con sus dedos como si el estudiante fuera retrasado. -Y… No tengo que dar explicaciones a nadie y menos a ti.
-¡No soy estúpido!
La joven lo quedó viendo sin ninguna expresión y él sintió que le dijo mil veces “tonto”.
-¡Sí eres tonto! Entérate que para convencer a una mujer como yo debes ser diferente.
-¿Quieres que sea… Como Snape?
-Aunque lo intentes nunca podrás ser lo que Snape es, la joven movió su varita devolviendo el libro en su lugar y después salió de ahí como si no le importara más que sus pasos.
***
Mientras tanto al otro lado del castillo una Hermione embarazada de unas cinco semanas tenía las náuseas calmadas mientras hablaba con Dumbledore en la sala de su propia casa.
-… Y eso fue todo, Srta. Granger. No le dije más ese día pero debe haber guardado un poco de vergüenza desde entonces ya que no ha vuelto a venir aquí. Severus a veces es complicado.
“A veces…” pensó la joven pero le dio risa lo anterior.
-Jajaja sí me lo contó, Sr. Es que usted lo sorprendió en paños menores. Él es bastante pudoroso, ya ve cómo ha vestido siempre, parece sacerdote, a veces pienso que si no usa turbante es porque odia a los egipcios.
-Es un jovencito bueno, Hermione, tiene un carácter difícil pero es fácil acceder a él con unos diez a quince intentos.
Hermione abrió los ojos y asintió como en un “Uf qué fácil es acceder a Severus” y es que ella misma lo sabía por experiencia.
-La perseverancia siempre es buena con él.- Rodó los ojos. -Tengo que irme, señor. No pensaba encontrarme con usted pero le agradezco que me haya escuchado, últimamente me siento un poco emocional y sola, doy una clase a la semana por petición de Minerva y el resto del día me la paso sin compañía, en lectura y escritura.
-Debes cuidarte, jovencita… Por cierto, te ves tan hermosa con ese tenue rubor de embarazo en tus mejillas.
-Es una sensación bonita.- Se ruborizó aún más.
-¿El embarazo?- Preguntó curioso.
-No, ser esposa de Snape.- Se irguió y salió de forma modosa. -Hasta luego.- Se giró una última vez cerca de la puerta para despedirse con un vaivén de mano.
Caminó hasta la salida para esperar que él llegue como todos los días a la misma hora pero este no llegó, el mago estaba vigilando a Malfoy el cual acosaba a la joven Slytherin, una estudiante que le admiraba.
Hermione al no ver que llegó, regresó al jardín a escribir en el libro mágico que Snape le había dado.
Debajo de sus manos mientras veía aquel libro recordaba todo lo que había pasado hasta entonces para ellos estuvieran juntos, no se quitaba el reloj que él le dio, siempre estaba con ella y de la misma manera el mago también siempre portaba el reloj que ella le obsequió.
***
El profesor vigilaba a Draco casi todo el día hasta ese momento donde lamentó escuchar lo que escuchó.
-¡Vamos, Betsy ¿Qué quieres que haga?! Sólo acepta una salida y verás que no podrás arrepentirte de salir con un Malfoy.
-¡Ayy hijo mío estás bien mal de la cabeza!- Tenía cara de horror al ver a Malfoy con el cabello teñido de negro y los ojos delineados con el mismo color, tenía un traje estilo gótico con una casaca larga similar al levita de Snape. -Por lo pronto quítate esa ropa, te dije que no podías hacer nada para verte como él. Nunca nadie podrá ser o verse como él, nadie le llega si quiera a los talones.
-Pero…- El joven se estaba dando por vencido hasta que vio aparecer al mismísimo mago detrás de ella con los brazos cruzados. Severus mantenía el mismo rostro que ella de desagrado y de osadía, si tuviera el cabello un poco más largo y se pusiera lentes de contacto hubiera podido pasar por un hijo no reconocido de Severus… Y sin esfuerzo. -Yo sólo quiero una oportunidad de que conozcas mis virtudes, de que sepas al fin qué te combiene, parezco un egocéntrico y déspota sangre limpia pero muy en el fondo tengo algo de amor y ¡Juro que quiero darte todo lo que tengo!
La joven cerró los ojos mientras se aburría. Aunque la insistencia del joven brujo la estaba tocando.
-Sólo quiero estar sola…
-¿Y qué dices de Snape?
-No me hagas hablar del respetable Severus.
-Cuánta confianza la tuya para llamarlo por su nombre…
-No es el señor oscuro, puedo llamarlo por su nombre. Además es fácil deletrear la palabra “Snape”.
-¿Qué pasaría si él te pidiera que fueran novios?
-Eso es imposible, él está casado, es doblemente señor, y le respeto, respeto su persona y respeto su odiosa relación, no hacen tan mala pareja él y Hermione debo admitirlo.
-¿El profesor y Hermione?- Miró en dos segundos al profesor y luego regresó a ella quien no lo miraba a los ojos.
-Pues sí, estoy hablando de ellos, ¿De quién más, menso?
-No me trates así tan feo.- Malfoy frunció el ceño. -¿Entonces estás enamorada de él?
-Hace muchos meses atrás sí pero ahora tiene algo que ya no es tan atractivo.
-¿Qué, Hermione?
-No, no soy celosa. Me refiero a que ahora sé que no es para mí. Yo sé que para mí…- Se acercó a Draco y bajó la cabeza avergonzada. -Para mí… Estás tú… Snape sólo es lo mejor que una chica puede pedir, es un hombre y tú eres un niño. Pero un día serás un hombre también… Al menos eso espero, Malfoy.- Le tocó el brazo y este se quedó callado olvidando por completo a Snape.
A pesar de la molestia de Draco por lo que ella dijo no se dio cuenta que muy remotamente podría tener oportunidad.
La joven empezó una caminata con las manos en el bolsillo con dirección a las mazmorras.
Snape se adelantó cuando el rubio se giró para verla en su caminar.
-¿Cuál es tu problema, por qué molestas así a tu compañera?- Intentó ser calmado a pesar de la figura de Malfoy que era un escándalo.
-Profesor, ni con este disfraz he podido llamar su atención.- Su tono fue decepcionado, apretaba sus puños en cólera.
Snape se quedó pensando un instante.
-Me halaga ver tu copia barata de alguien que tiene intención de ser yo. Draco… Aprende que las cosas no son como te las enseñó tu padre, no siempre se tiene lo que se quiere y si ella no quiere entonces inténtalo distinto y si no funciona no sigas porque lo arruinará o peor la arruinarás a ella.
-Draco se regresó por donde llegó con el rostro molesto y decepcionado.
Snape suspiró al recordar su muy muy lejana y antigua experiencia con Lily Evans pero luego se le pasó porque a su lado ahora tenía a una magnífica mujer.
Agitó su varita para desaparecer y aparecer hasta donde Hermione estaba, una gran sala de estar en el primer piso, ella reposaba junto a la ventana por donde entraba el sonido de las aves, el aire y imaginarios sonidos de música con luz de un buen día, y es que verla ahí tan indefensa con dos libros y a su lado el que le había dado, le hizo arrugar el corazón. Le molestaba dejarla sola pero tenía que seguir en sus obligaciones.
-Buenas tardes.- Dijo con su característica voz.
Hermione alzó la mirada viendo directo a esos ojos negros y la silueta de la capa detrás de él, se veía magnífico como siempre, el hombre de su vida estaba delante de ella.
-Hola, Guapo…- Su timidez en un sutil saludo le hizo sentir a Snape tantas ganas de aplastarla en un abrazo.
Se puso de pie para empezar a caminar hasta él pero…
-Espera, quédate ahí.- Dijo Snape quitándose la capa y dejándola sobre una butaca.
Llegó y sonrió de lado admirando la belleza de su joven y tierna esposa a la cual aún no se le notaba su estado y cambió hormonal, rogaba que faltara todavía mucho para notarlo y no el embarazo sino esas exigencias y cambios de humor repentino, caprichos y antojos del embarazo que tantas veces se advierte a los magos que van a ser padres.
La abrazó acercándola a él con amor profundo y luego empezó a besarla con cuidado de no romperla.
-¿Sabes cuán feliz me hace regresar del trabajo y verte?- Se alejó tomándola con delicadeza desde la barbilla, viéndose en esos ojos color café.
-Creo que es lo mismo que sentimos cuando regresas, siempre te esperamos con muchas ansias.- La voz de Hermione era la de siempre, dulce, tranquila, levemente seria y enamorada.
La joven habló en plural refiriéndose a que no sólo ella espera en casa sino también los pequeños frijolitos creciendo en su vientre.
La quedó viendo con intensidad aún sosteniendo el ímpetu en su forma de verla, no le dijo nada, sólo dio un paso más obligando a que retroceda, y dio otros dos pasos en un acorralar de juego provocador en la pared blanca tapizada junto a la ventana..
Hermione sonreía, el mago le provocaba una revolución de autos en su estómago corriendo a mil por hora, la sangre le subía a la cabeza y sus pómulos tomaban color roza exagerado, se sonroja a fácilmente.
-Seve russs…
-¿Qué, yo no hago nada?- Sus gruesas manos tocando y cubriendo superficie de aquella cintura se sentía como si una serpiente la estuviera rodeando para apretujarla y luego comerla, así de peligroso era el abrazo de su esposo.
-Mentiroso, ¿Cómo te fue en el trabajo?
-Lo mismo de siempre, niños que se hacen dolores de cabeza largos cuando más crecen. No tengo nada contra ver crecer a unos niños, lo difícil es soportar sus equivocaciones e insolencias.- Acercó su rostro a ella, su nariz chocaba con sutileza en su rostro, su mejilla derecha, su oreja y ahí se quedaba mientras sus manos acariciaban la espalda de ella y su cuerpo estaba muy cerca.
-Severus… ¿Quieres que vayamos a hablar a la habitación?
-Me encantaría…- Su voz salió tan lenta y provocadora que ella sólo suspiró. -Hablemos, sí… Hablemos…
-¿Cómo te va con Draco?
Snape se apartó un poco recordando el accidente incómodo.
-De él sí tengo mucho qué decir. Hoy lo vi con su nuevo look, quiere sorprender a una alumna de Slytherin.
-¿Y eso tiene algo de malo?- Hermione vio cómo Snape se sentó en el mueble con un atisbo fuerte de confusión en el rostro. Así que rodeó el brazo del mueble y se acomodó en confianza sentándose sobre su muslo izquierdo como una niña se sienta en el regazo de un adulto.
Él la acomodó mejor quedándose en blanco reposando la mano derecha sobre el muslo de ella.
-Es un aprendiz para profesor, no puede salir con una alumna tan joven, eso va contra las reglas.
-Quisiera decirte algo pero sabes qué es lo que diré acerca de eso.
-Está bien, sé que también rompí un poco las reglas pero esta vez es diferente, es una niña de dieciséis años.
-Mmm… Malfoy puede pasar por un niño de menos edad por su inmadurez.
-Pero eso no es lo malo, sino que ha cambiado su look para parecerse a…
-¿A quién?- Preguntó curiosa.
-A mí.- La miró a los ojos.
-¿Por qué querría parecerse a ti?
-Porque la joven Slytherin gusta de mí.
-¡Sabía que eras un egocéntrico!- Bromeó la joven cerca de sus labios.
-No bromeo, puedes verlo en mis recuerdos con legeremancia.
-Te creo…- Se extrañó. -¿Cómo sabes que gusta de ti, te lo ha dicho? ¿O al igual que conmigo empiezas a leerla?
-No, no hago eso. Tú fuese una excepción muy muy grande. Yo empecé a hacerlo cuando pasó todo esto de decirnos lo que sentíamos por el otro.
-¿Cómo lo sabes, entonces?
-Los seguí, y los escuché hablando de mí…
Hermione se puso de pie y caminó de nuevo hasta estar frente a la ventana con las manos cruzadas.
-Pues qué puedo decir, eres atractivo, tenía que pasar.
-¿Yo atractivo? No me hagas reír.
-¿Crees que yo soy esposa de un hombre sin gracia, aburrido, presencia y sin atractivo?
-No, tú estás casada con un hombre magnífico.
Hermione sonrió viendo el jardín y luego giró aún con los brazos cruzados.
-¡Vez, cómo puedes decir que no lo eres si tú eres un hombre único!
-Mi Hermosa Hermione, estás tan enamorada de mí. Por eso te amo…
-Presumido…- Dijo levemente seria.
-Y eso es lo que concierne a Malfoy y a la joven Slytherin…
-No me digas más, ni si quiera vale la pena saber quién es.
-No pensé que te moleste tanto.
-No me molesta, me pone un poco incómoda… Es todo.- Caminó delante de él y desapareció por la puerta camino al dormitorio.
“Sí te molesta…” Pensó el mago antes de levantarse del sofá y caminar detrás de ella.
La alcanzó antes de entrar a la habitación.
-¿Piensas que voy a ir atrás de ella?
-No, no creo eso.- Hermione empezó a desvestirse, tenía intensión de darse un baño. Le mostró al mago su hermoso y aún esbelto cuerpo. -Pero quizá es un poco molesto ahora que ya no estoy siempre en la escuela.
Eso de inmediato llamó la atención de Snape.
-Ya… Veo… Señora…- Paseó sus ojos en todo ese cuerpo desde los pies hasta la cabeza moviendo la mandíbula al pensar que lo hacía a propósito.
-Sí, Señor Snape. Y con su permiso me daré un baño.
-Adelante, yo iré después de ti.
Cuando la joven había desaparecido el hombre empezó a quitarse toda la ropa con rostro serio levemente enojado. Se quitó todas las prendas una a una hasta estar completamente desnudo, en esa postura erguida y desafiante, así en ese exceso de confianza, entrar en el interior de la ducha relajante de una mujer que espera a su esposo para una discusión silenciosa y amistosa con grandes notas de deseo.
Y es que a veces el deseo se despierta cuando sientes que esa persona en la cual la mitad de tu alma reposa, se puede perder un instante, piensas eso, que se puede alejar. Aquello llama más al deseo de tener, al deseo de poseer, al deseo de tener la disposición completa. Y no es egoísta como no fue egoísta aquel libro que él le dio para poder acercarse, para conocerse.
¿Sí puede funcionar así? ¿Será siempre así? Quién sabe si eso pasa con todos pero con ellos sucedió y es que estaban tan cerca pero eran desconocidos, él era un extraño para ella un extraño “Conocido”… Y es que a veces está tan cerca pero no la puedes ver.
Miles de veces piensas que no es posible, que el amor no es para ti y te lastiman muy fuerte un día, tan fuerte que crees que no volverás a pegar todos los pedazos de corazón hecho trizas viendo la vida de aquella joven creciendo delante de tus ojos junto a tu peor enemigo. Y la pones tan en alto, en un santuario cuando no se debe de hacer eso porque sin querer era otra niña muy cerca a ti, delante de tus ojos con rizos dorados y caminar gallardo, aquella sonrisa que podría matar a cualquier hombre y esa forma de coquetear que se mete hasta los tuétanos en una clase de pociones.
Muchos años después al desaparecer el recuerdo inútil de alguien que no merecía tu aprecio ni tu admiración ni tu amistad ni tu llevarse la vida, tú vida para verte solo destruyendo su alma sin importarle nada ¡Nada! Ahí aparece la que hace tu propia historia un cuento de hadas en su diario juvenil, en una línea de tiempo, la que con sus manos recorta figuras muggles para llamar tu atención o escribe palabras que perecen imprudentes al llegar la madrugada, la que hace que un suspiro no sea suficiente.
Hermione Granger, toda una estudiante y profesional. ¿Se quedó con aquel mago malhumorado muerto por ella?
Sí se quedaron juntos… Se quedó conmigo y el admirar de mi escritura, y el amor y mi pasión por la historia de la magia, nuestra historia.
_____________________________________________________
Sevmione por siempre!
#Sevmione ❤️
#Snamione ❤️
Jardín de esa enorme casa.
“Y ahora será responsable… En esa tarde… Esa tarde amarilla…
La tarde caía, el sol cruzaba la calle,
las hojas crujían,
Es invierno al otro lado del mundo y la tarde se resuelve este día.
Y se revuelve…
Se revuelve entre pensamientos, entre dolores de cabeza,
muchas costumbres, muchos deseos, muchas rutinas de este día
Dicen que la responsabilidad es la mejor manera de ganarse el respeto de los demás, que es un complemento de las buenas costumbres, un examen oral en esa prueba de presentación personal.
Hoy no hablaré de los demás, hablaré de las veces que debí serlo, que debí definir bien la responsabilidad, ¿Si lo hiciera entonces mi madurez crecería cada día que tuviera la oportunidad de demostrarlo? No lo sé, o sí lo sé, porque no quiero poner escusas.
¿Qué pasa si tengo las manos amarradas u ocupadas, si tengo los pensamientos encerrados en esperanzas utópicas entre insultos que luego son eufemismos variados, gandules y baratos? !Machismo y Feminismo! ¿Qué pasa? ¿Qué pasa si en tres extremos del camino que siempre corres acompañada o sola tienes que escuchar, tienes que hacer lo que te piden, tienes que hacerlo porque sino, no tienes nada?
Y si pienso luego no me importa, porque solo yo tengo la respuesta, me hablará Tomasa, Hermenegilda, Juana la loca, y no me lavarán el cerebro porque no quiero simplemente, porque no quiero ser parte de esta mayoría de pensamientos flotantes sin sentido.
La loca de Juana una más entre un momento, los consejos buenos, los que te ayudan a resolver problemas, los perturbadores, los objetos concretos que duran poco, esos problemas difíciles, esos que te interesan, esos que te entretienen un viernes por la mañana cuando estás con un lapicero y un cuaderno en la mano, sola, pensando, siempre pensando en acciones que en el futuro las haces, pensando en alguien que no existe…
¡Estás loca!
Porque otros ya te lo han dicho, porque cuando quieres eres ordenada y cuando te desordenan cada día te cansas y ya no quieres serlo pero al final, ¡Sí quieres!, no son tus asuntos, porque tus asuntos están en una libreta que tiene más de diez años de sueños cumplidos con un check de visto bueno, impecable vida… qué risa y qué orgullo siento de tantos en esta lista de papeles y rayas escritas. Juana, entre un momento eres tú y soy yo.
Ya están cerca esos días en que las decisiones serán las más importante en que al fin estés libre Hermenegilda, sí querida, a ti te hablo. Al fin podrás hacer todo lo que más querías, estar entre montañas de libros de colores con infinitas palabras de autores barrocos, filósofos, de mercaditos pomposos, de mercaditos populares, esa obras de aquél nobel chileno, ese nobel español, ese nobel peruano, callejones con primeras ediciones enterradas con libros de inglés sobre ellos. A aquél indigente que sin saber escribir sabe hablar, que sin saber pensar sabe escuchar. ¡Sabe, sí que sabe!
Libros tras libros tendrás, querida, de ese mariconcito que sabe hacer prensa, que sabe investigar, que sabe escuchar ¡Oh por Dios, que es excelente haciendo crónicas!
¡Hoy Responsable!, ¡Já…! No en pensamientos, en acciones que nadie sabe porque no te entenderán, si esa novela del canal nueve es más interesante que aprender, que escuchar, porque quieres llegar más lejos de lo que piensan, ¡Oh vamos!, ni si quiera se lo han imaginado, de querer verte casada y mantenida, de ser una inútil sombra, de ser eso, nada y todo a la vez, no, no es lo mío. Lamento saber defenderme en este discurso que aprender a cocinar para ocho. ¡Mangos! No es lo mío.
Y tú Tomasa serás la más perjudicada, ¡Querida, cuánto lo lamento! Quería decirte que hoy te dejaré, hoy te dejaré por mucho tiempo porque ya no quiero ser como tú, la que siempre está complaciendo a los demás, que aún no ha aprendido a decir que no, que tienes otras cosas que hacer, porque amas esos hobbies que solo te quitan el tiempo, de ser responsable al fin.
Aunque me duela decirlo, ¡Te extrañaré!
Cada vez que te encuentre en el espejo de otras, cada vez que escriba tonterías como esta para examinarte y conducirte en la mente de alguien confundida, perdida, sin saber qué hacer. No mi reina no, deja ese lado de Teresa de Calcuta que te persigue a todas partes, la que siempre deja al final su persona, la que siempre perdona, la que siempre es soberbia y vota por el partido “Aprista“, la que aconseja sin creerse una sola palabra ya que nunca lo practicó, ya que nunca escuchó a “Ollanta”, sí, lo leíste ayer en tu expediente de psicología, ¿Te acuerdas, cuando vomitaste en él con palabras simples porque no querías ser terrorista como esos congresistas? ¿Cómo no? Si funciona con otras pero contigo no, porque no te escuchas, mi alma, deja ya de ser así.
Te extrañaré en el autobús cuando goce de los libros de Hermenegilda en la mano, y me reiré de su contenido porque no sabes cuánta razón e información tienen del mundo, a esta época ya conoceré el mundo, me exaltaré, me excitaré de emoción de esta cultura que me persigue y gusta en todos lados, Te extrañaré mañana al amanecer cuando despierte y vea que no soy ninguna de ustedes, mis queridas amigas, queridas consejeras, sus ideas no serán más mías, las mías ya están escritas.
Es una promesa, te extrañaré cuando me junte con la nueva, la nueva responsabilidad en esa gran lista cumplida y por cumplir hoy en esta tarde amarilla.”
2009 – Para ese diario Azul
¿Te gustó el capítulo?
Tu calificación: