¿Quién Eres? Capítulo XVIII Trampa Para La Bruja – Part 2

Han escuchado pocas historias así, donde una joven señorita que gusta de leer y estudiar se enamora de un hombre introvertido e inteligente, un hombre de verdad que esconde los sentimientos más hermosos de él para sacarlos cuando su corazón encuentra compañera ideal, Severus es un magnífica hombre y pocas personas lo saben ver.

El mago tomó con libertar la mano de la joven y la otra la posó en su cintura, la música era lenta y traía finos tonos de violín, no era un experto bailarín pero se defendía con pasos medios. La ventaja de no poder moverse mucho por toda la gente ahí les hacía estar aún más cerca que de costumbre, la escasa luz sobre sus cabezas en bolas de espejo rodando y flotando por el ambiente creaban un momento perfecto e íntimo, un momento donde podía expresarse de forma sobrenatural y sorprender incluso a esa bruja.

Tenía en la mente muchos hechizos silenciosos cuando la contemplaba directo a los ojos pero después sólo se caía en el precipicio de aguas tibias y cálidas donde nadaba con libertad, ese sentimiento que baja de nuca a abdomen y te ata al próximo movimiento para complacer aquél hermoso ser. En los pequeños pasos y vueltas lentas Hermione lo soltó y rodeó el cuello del mago con sus brazos, él aprovechó a tomarla de la cintura con las dos manos lo más delicado que podía, le hacía sentir a la joven muchas sensaciones de cuidado y ternura pero también imperceptibles caricias sobre sus caderas, en cada cambio y lento movimiento se daban más confianza olvidando todo y a todos a su alrededor. Como el momento era tan mágico, Snape decidió guardar los hechizos para después.

Los cabellos del mago más lacios de lo normal tenían también un brillo que antes se había escapado a los ojos de la joven, eran como los de un príncipe de aquellos que llegan en caballo portando su arma y escudo decidido a entregar su vida, se quitan los cascos de hierro pesado mostrando sus rostros de valentía, así veía Hermione a Severus en ese instante, era la primera vez que lo contemplaba mirándolo directo a los ojos. “Oh tus ojos son tan hermosos” pensó ella en su mente y el mago de inmediato respondió.

“Los tuyos son hermosos son del color de la suerte, suerte mía por su puesto.”

Hermione sonrió maravillada de nada y es que aquél hombre que lo tocaba era nada más que Severus Snape, no podía creerlo.

Las caricias de él en su cintura a veces se hacían más permisivas apretando más contra él su frágil cuerpo, el contacto era tibio, el cuerpo de ambos mostraba la frescura de sensaciones nuevas pero cuando él empezó a besarle el rostro despacio y luego el cuello, Hermione empezó a rendirse al contacto con los ojos cerrados.

Los pasos se daban en sintonía y también los nervios de sus mentes,  las manos del pocionista estaban calientes y la piel de la joven lo sentía como un radiador incrementando la temperatura. La culpa era del gentío, aquél calor era su culpa.

Sí, el contacto entre ambos era cómodo, era sensual, era lo que esperaban, era como una confirmación, la reacción de ambos cuerpos ante el otro no sólo era gusto o atracción, era como una profecía que les decía que se llevarían bien en todo sentido, que podrían disfrutar más y es que desde que empezaron a leerse al mismo tiempo lo sabían y no sus mentes sino intelecto, sus percepciones, sus anhelos, sus maneras muchos meses atrás.

Hermione sabía que él la llenaba de maneras que no creía podía existir, pensar en aquél hombre desde el inicio era como un cuento cursi que había leído en libros muggle, como el corazón de un foco, sus piezas unidas a la perfección creando la llama correcta que alumbra la habitación, aquél encender de calor se daba desde la primera vez que quiso saber más de él, sabía que era profesor por su código aunque su mente le seguía diciendo que era un alumno pero bien sabía que era mayor, era un hombre, era el cielo el cual veía al salir de la sala de investigación, eran las nubes que con el paso del viento se estiran deformando y formando deseos del alma por tener a tu lado a la persona correcta, era la oscuridad cuando subía a lo más alto del castillo para contemplar el azul oscuro lleno de brillo por las estrellas, eran las hojas caer de los árboles cuando la persona a su lado no le decía nada y la dejaba en silencio.
Ron era el silencio pero Severus era un escándalo gritando nombres cercanos con música de instrumentos invisibles cerca de su oído, una banda enorme, profesional y sonora en un gran coliseo acústico. Severus era ese perderse en el bosque con los ojos cerrados mientras estaba frente al lago, era suspiros profundos al terminar un libro ante la melodía que eriza la piel y desnuda el espíritu. Lo adoró desde un inicio aunque no lo conocía, lo adoró porque él se mostraba hermoso siempre, inteligente siempre, admirable siempre.

Snape sí la había observado por un buen tiempo pero era un secreto, Hermione aún no lo sabía.

El mago se acercó a ella para besarla mientras algunos habían posado sus ojos sobre la pareja con extrañeza. Entre ellos estaba Draco Malfoy, Artur Wesley y Harry Potter.

El señor Wesley se acercó a Harry para preguntar con un poco de preocupación.

-Harry, muchacho, ¿Sabe Snape que está bailando con Hermione? Bueno… Es que he sabido un rumor que dice  que a ese profesor le gusta beber licor a solas en su oficina y supongo que ahora ha tomado la mezcla del gemelo Wesley y por eso está confundido… Mira la va a besar, oh ya la está besando… ¡Por Merlín, esos niños ya no saben qué ponerle al ponche, les dije que no abusaran del alcohol!

-Oh Señor no se preocupe, mañana que aparezcan en el profeta pegarán el grito al cielo. ¡Uyyyyyyyyyyy yaaaa, ya la está besando jajaja!- Harry tapó sus ojos ante los apasionados besos que ese par se daba mientras bailaban. -Creo que yo también me pasé de ponche jajaja.

-Mira que no se ven tan mal juntos, él es un hombre correcto, valiente, elegante e inteligente y ella pues… La verdad es que hacen una buena pareja, ojalá que no hagan un lío mañana que se enteren de sus besos e irresponsabilidad con el alcohol.

-Tiene mucha razón, Sr.- Harry empinó su copa una vez más con satisfacción porque era obvio que nadie iba a creer que ellos pudieran estar así por libre y cuerda decisión.

Ambos magos se dispersaron cada uno a su lado y aunque era cierto aquello del gemelo Wesley con sus mezclas de tragos y ponche sobre la mesa de cócteles, Severus y Hermione no habían tomado más nada que el brebaje de sus labios al bailar y aún lo seguían haciendo.

Draco que también veía cariñoso a Snape empezó a discutir con él mismo y no para criticarles sino para encontrar razón lógica y detallada de lo que sucedía.

“Este par está ebrio, Ahh caray mi padrino sí que sabe aprovechar los momentos de fiesta (Veía cómo se besaban e incrementaba en confianza las caricias)… No sabía que besaba ¡Ah mi padrino es un hombre sabio! Sí que lo es, es todo un caballero aunque si fuera él tendría más cuidado con Granger… Me pregunto, ¿Sabrá que es Granger… ¡Ahhhhh qué vergüenza, qué numerito, qué vergüenza!”

El joven mago tomó su varita y envió un poco de oscuridad ahí donde estaba ese par, pegados al toldo y telas de seda besándose como si fueran  enamorados.

“Tendré que hacer algo antes de que los vea la directora, felizmente aquí hay egresados y pocos Slytherin, pocos que pronto se largarán de la escuela.” Escupió al suelo.

Se acercó hasta ellos y con un aclarar de garganta intencional para llamar la atención de ambos se dispuso a hablar.

-Profesor ¿Cómo está?… Hola Srta. Qué guapa se ve… ¿Te puedo robar al profesor un pequeño instante?

-Sí Malfoy.- Hermione le sonrió con los labios rojos y el rostro intranquilo. -Iré por dos copas, Severus.

-No tardes, bonita.- Respondió Severus sintiendo que sus entrañas se revolvían de emoción pero volteó a ver a Draco y se le fue aquello con susto y enojo. ¿En qué te ayudo, Señorito Malfoy inoportuno?- Habló golpeado en las últimas palabras.

-¿Qué está haciendo, profesor? Le he dicho tantos años que mida su forma de beber.

-Nunca he tomado hasta perder la razón, chico insolente ¿Quién crees que soy? ¿Por qué vienes a fregar la paciencia?

-Mmmm bueno lo que usted diga… ¿Qué se supone que estaba haciendo con ella? Lo que yo creía de usted se ha confundido al verlo.

-Estaba disfrutando de la noche con una hermosa señorita. ¿Acaso no lo ves?

-No no no, creo que usted no se ha dado cuenta con quién se está pasando de confianzudo, no creí que usted fuera así, ir a reuniones sociales y besar a la primera niña guapa, eso es terrible, Sr. La señorita con la que pasa una hermosa noche es ¡La sabelotodo Granger!

Snape empezó a sentirse divertido, el joven creía que estaba borracho así que le siguió la corriente un rato.

-¿No me digas?- Abrió los ojos en sorpresa exagerada. -¡OHH POR Merlín HE CAÍDO, HE SIDO TIMADO Y ABUSADO!

-¡Siiiiii es Granger!

-¡No puede ser! ¿En qué estaba pensando?

Malfoy puso gesto preocupado, creía que le había abierto los ojos al jefe.

-Pues sí, agradezca que los del periódico no los han visto y además les he puesto un hechizo de privacidad.

-¡Por Merlín me he vuelto loco!- Dijo por última vez y luego cambió el gesto a serio como siempre. -¿Crees que soy un idiota? Sé que es Granger.

-No, profesor, no…- Malfoy dio un paso atrás cuando el mago subió el tono incómodo. -No es un idiota, no he dicho eso.

-¿Crees que estoy ciego, Malfoy? ¿Crees que me preocupa la impresión de los demás sobre mí? ¿Cómo no voy a saber diferenciar a una mujer entre tantas niñas bobas y superficiales?

-¡Profesor, por favor es Hermione Granger, la sabelotodo! ¿Sí la recuerda, cierto?

-¡Lo sé, idiota!…- Acomodó el cuello de su levita. -Tu compañera y yo compartimos sentimientos en común, ella es mi novia.

-Ahh sí, ¿Son novios?- El joven frunció el ceño. -No se preocupe ahora comprendo. Hasta luego.- Se dio media vuelta y corrió.

“A este par les han jugado sucio, no están ebrios peor aún les han dado amortentia, los Gryffindor son de lo peor… Ayyyy si mi padre los viera.” pensaba mientras tocaba sus sienes y caminaba lento hasta regresar junto a la mesa de comida.

“Si Draco no me cree… Esta reunión es de locos.” Se dijo Snape quien veía caminar a Hermione hacia él con dos copas y a Draco darle un mordisco a su panecillo con cara de incrédulo.

Cuando la joven llegó a su lado.

-¿Entonces eres oficialmente egresada de Hogwarts?- La voz de Snape era interesante, tomó una de las copas y besó a la joven.

-Digamos que sí, nos quedan dos semanas para asistir a clase pero ya no habrá ninguna evaluación según lo que tengo entendido.

-¿Quién dice que no, Srta?

-Pues no lo sé no estoy cien por ciento segura.

-Aún falta una evaluación por pasar conmigo.- Dijo en tono serio.

-¿En pociones?

-No.- Ladeó una sonrisa. -Con mi go.- Acercó a la joven para darle un beso casto en los labios y luego se enderezó. -Esta reunión está un poco desordenada, aburrida y sin sentido, me preguntaba si deseas ir a caminar y a admirar la noche.

Hermione bajó la cabeza sonrojada porque él quería que estuvieran a solas.

-Sí, me encantaría.

El mago tomó la mano de Hermione y la condujo afuera del evento más allá de los cultivos, cerca de unos árboles enormes de olivo.

Mientras caminaban Snape repasaba las palabras de su petición, no quería sonar atrevido, había tenido muchos días para pensar que ya no la vería como antes.

Hermione se sentía nerviosa porque no quería decir algo torpe sino sólo disfrutar de su galante compañía.

Se perdieron entre los altos árboles hasta llegar a uno que tenía el tronco doblado y unas pocas ramas, aquel madero fue de inmediato idealizado por el Slytherin como un atrio que podría sostener a su novia.

-Estás muy callada. ¿Te incomoda algo?

Cuando le habló a la joven, esta admiró el árbol doblado por los primeros setenta centímetros desde el suelo, el grosor de su tronco era de al menos quince a veinte años de edad, era lo que hacía, calcular la vida del olivo.

-No me incomoda nada, sólo estoy nerviosa.- Posó la mano sobre la superficie del tronco.

-¿Le apetece subir, Srta?

-Suena divertido.- Giró para verlo a los ojos.

Estaba pasando exacto como él quería, su intención era que ella se sentara justo ahí.

Sin avisar Snape la tomó de la cintura viéndola de frente, la alzó como si nada y la sentó con delicadeza sobre el árbol. Desde el suelo hasta la superficie al menos era un metro con veinte centímetros, no fue tan complicado porque el hombre era alto.

Hermione aún sonreía por lo sucedido mientras Snape se acomodaba a su lado con agilidad.

-No sabía que el profesor escalaba.

-Cuando necesitas las avellanas perfectas debes aprender que estas caen de lo más alto y además no las puedes tomar a la fuerza con magia sino con un delicado doblez por donde se ata al fruto.

-Es cierto, leí aquello en sexto año, un libro que habla acerca de los frutos secos, todos ellos tienen una característica en común que en su composición natural tienen menos de un cincuenta por ciento de agua y cuando los cosechas lo mejor es hacerlo de forma manual porque si fuerzas la caída o cortas el equivocado puedes obtener algo que no quieres o no está completamente listo para comer… O en su caso para hacer una buena poción o ungüento para sanar golpes.

Snape no se sorprendía de todo el conocimiento que a veces ella no podía evitar exponer. A pesar que antes odiaba aquello cuando estaba en su clase la realidad era que le agradaba, le agradaba la joven insoportablemente inteligente que ponía más atención a los detalles o a la esencia de las cosas en vez de las apariencias o superficialidades…

Imaginaba en su sabia mente y recordaba, las veces que intervino con la respuesta correcta él escuchaba con atención a pesar de bajarle puntos después por presumida, pero aquello le hacía pensar muchas veces que era extraordinaria.

“Me hubiera gustado una novia así cuando era estudiante.”

Esas cosas le gustaban de ella, a pesar de ser una presumida con el conocimiento o a veces odiosa por quejosa y defensora de los débiles.

-¿Le he dicho que me gusta, Srta?

Ella no podía dejar de sonreír, la conversación empezaba a ser como cuando usaban el libro para decir o confesar cosas.

-Sí lo había hecho… Y también sabe que usted me gusta.- Le seguía la corriente a esa voz grave y conquistadora, los ojos de la joven parpadearon con lentitud y sus labios se estiraron en una hermosa e impresionante sonrisa que enloqueció a Snape.

-Bueno pues… Ahora le diré que me encanta. ¿Se lo había dicho, le he dicho que me encanta?

-Jajaja.- Rió nerviosa sintiendo el aliento de él en su oreja. -Sí también me lo ha dicho, ahora. Y usted me encanta, también se lo he dicho, perdón, se lo he escrito.- Snape puso su mano izquierda sobre la mano de la chica la cual reposaba en el tronco para tener equilibrio.

Al sujetar su mano enlazó sus fuertes y gruesos dedos con aquellos delicados, largos y delgados.

Hermione se ruborizó por el contacto cuando él se acercó más, la soltó con la mano izquierda y la tomó con la otra mano para enlazarse de nuevo, la mano que la sujetaba antes se fue atrás de ella rozando su cintura y parte de su cadera izquierda, pero la intención del mago era tener apoyo, estar más cerca, poder pegar un poco su hombro y parte del pecho izquierdo con la espalda de la joven, tener aquel cuello blanco expuesto por el aire que soplaba de oeste a este, ese rostro fino, delicado y hermoso de su novia más cerca a él.

-Sí me lo ha dicho aunque muy poco. Debo confesar que no sé qué puede encantarle de mí, Hermione.- A veces la manera de hablar de Snape combinaba el trato formal con el informal porque sabía que a ella le agradaba.

Acercó la boca a la mejilla derecha de la joven para rozar con sus labios y moverse sobre su piel hasta el lóbulo de la pequeña oreja. -Eres una princesa y con ese vestido te ves como una reina. He pensado… ¿Qué pasó con eso de que nos vamos a casar?…- Respiraba soltando aire mientras hablaba en susurro y luego subía un poco el tono de su voz. -Mmmm yo príncipe, tú princesa, creo que podría convertirme en Rey y podrías venir a vivir conmigo a mi castillo aunque en la torre más alta vive un dragón muy peligroso con ganas de matar…

Hermione volteó a verlo a los ojos, sus rostros estaban cerca, al imaginar otra cosa de lo que había escuchado mordió sus labios porque su mente la traicionó mal, su mente le hizo trampa, aquella viajó en sentido contrario y desviado.

-Interesante…- Empezó a coquetear, el mago lo hacía con descaro así que esta vez se defendería y lo haría. -Así que en la torre más alta hay un dragón peligroso… ¿Qué tan peligroso es, príncipe?

-Mmmmmm muy peligroso sí, la podría matar con facilidad.

El descaro y forma de hablar de Snape estaba probando la paciencia de la joven pero ella sería prudente y le hablaría bien… No, la verdad es que le hablaría con todo y malicia.

-Oh conocerlo… Quizá se lleven bien, sabe, digo… También tengo un animal salvaje que podría liberar, podría usted ver quién se come a quién en una pelea cuerpo a cuerpo.

“¡Oh por Merlín qué niña!” Pensó Snape.

-¿De qué animal hablamos?- Intentó ponerse serio pero no resistió ver y desear los labios de la joven (Quizá no sólo los labios) y aunque no se lo esperaba su mente también se fue a dar un paseo en el crucero boom boom.

-Un León por su puesto pero un león mágico.- Dijo aparentando inocencia pero acercó sus labios para rozar los de él con intención de atraerlo.

La joven fingió prudencia y se alejó, bajó la mirada aguantando la risa y él dio un pequeño brinco al suelo con elegancia sobre el pasto cortado, se acercó a ella de frente acomodando el levita con manía, dio otro paso al frente tan cerca que ella tuvo que mover las piernas juntas a un lado.

-¿Así que un león mágico?.. Que niña taaaan bonita eres…- Usó voz grave llena de sarcasmo para acercarse al rostro de ella que en ese momento estaba a su mismo nivel de altura.

Hermione esquivó un beso empezando un juego peligroso para ella misma. Snape sonrió malicioso y buscó sus labios de nuevo pero ella volvió a esquivarlo.

-Eyy, no te me escapes…- Dijo entre cerrando los ojos con una sonrisa suave y posando su mano derecha lentamente, con mucho cuidado sobre la mejilla izquierda de ella. -Estoy enamorado, Hermione.

Ella acercó el rostro.

-¿De quién?- Preguntó con curiosidad fingida.

-De ti mi amor.- Snape la alcanzó y besó su cuello.

La joven no podía creerlo, él se estaba confesando en ese instante sin prejuicios, sin censuras, le decía que la amaba.

Snape se acercó a darle otro beso pero ella volvió a esquivarlo.

-Eyy no te apartes, niña.- Intentaba verse en los ojos de ella pero la joven no se los sostenía por verse intimidada de su presencia. Él siguió hablando. -En dos semanas dejarás de ser mi mejor estudiante porque simplemente ya no vas a ser alumna de Hogwarts. Dime. ¿Vas a olvidarte de mí?

Buscaba y buscaba la mirada de la joven pero ella simplemente lo esquivaba. Hermione sabía que aquello provocaba al mago, eso de esquivar sus besos porque el esquivar su mirada era natural ya que sus ojos negros eran muy penetrantes.

-No podría, no voy a olvidarte, sabes que seguiré en la sala de investigación e iré a dormir al castillo por lo menos una o dos veces cada semana.

Snape cerró los ojos para imaginar el no verla más, eso lo inquietó mucho y quiso aferrarse a ella para que no se fuera. Se atrevió a posar su mano en el muslo de la joven para separarlo del otro y acercarse aún más entre ellos, quería abrazarla de la cintura y lo hizo, por accidente la cadera de la joven se hizo hacia delante cuando ella también lo abrazó desde el cuello, sin importarles la posición o cómo estaban sus cuerpos de cerca se aferraron al otro.

Se mantuvieron abrazados para comenzar a susurrar de nuevo.

-Ya no podré vigilarte ¿Dónde irás, con quién estarás? ¿Dónde vas a vivir?- Dijo el mago con grave y lenta voz.

-Severus, sabes que no podré ir a casa de mis padres, los señores Wesley me ofrecieron…

-Noo, no quiero que vivas aquí.- Interrumpió Snape usando cambios fuertes de voz a pesar del susurro. -Le diré a Minerva para que vivas en el castillo y quizá puedas ayudarme en clase de pociones.

-No, no quiero vivir en el castillo, puedo ser tu asistente en Pociones pero no viviré en el castillo.

-Entonces ven a mi casa, no a la hilandera sino a la casa que me dejó Albus.

-No sabía que te había dejado una propiedad.- Retrocedió para verlo a los ojos, estaba muy cerca a su rostro.

-Hay muchas cosas de las que no hemos hablado aún.- Besó el cuello de la chica con suavidad y luego se recostó en su pecho mientras la abrazaba de la cintura y aspiraba su perfume femenino.

Hermione apenas se daba cuenta de la posición en la que estaban. Snape estaba entre sus piernas muy cerca, la parte delantera de los muslos del mago tocaban el tronco donde ella estaba sentada y su pelvis la rozaba, quizá sin mala intención por lo que decisión ignorarlo y sólo charlar.

-¿Quieres que vivamos juntos?- Preguntó curiosa apoyando su barbilla en la coronilla del mago.

-No, yo viviré en la hilandera.- Respondió rápido formando una sonrisa, bueno, según él era sonrisa.

-Mago tramposo.- Le acariciaba el rostro moviendo los cabellos lacios y negros.

Snape apretó más a la joven con sus brazos, atrajo más sus caderas hacia él, ahora sí fue con toda la intención de contacto directo, fue un contacto tan suave y cálido que no se resistió a seguir descarado y seductor.

-Claro que no…- Se enderezó para tener el rostro frente a la joven con los labios rozando los de ella. -Ven a vivir conmigo pero te advierto que si vienes podrías convertirte en mi esposa.

Hermione disimulaba todo lo que podía pero la verdad es que disfrutaba del momento aunque intentaba olvidar el peligroso, suave (Qué empezaba a ser sólido) caliente, y trastocado contacto entre sus piernas.

-¿Para qué es la advertencia?- Dijo tranquila aunque su voz se escapó deseosa rozando los labios de ese terrible profesor.

-Mmm pues…- Dio un leve mordisco al labio inferior de la joven. -Para que sepas con anticipación… Que deseo que te quedes conmigo hasta esa consecuencia.

La joven no pudo evitar sonrojarse, el hombre estaba completa y descaradamente armado contra ella. No supo cómo evitaba temblar, tenía curiosidad pero a la vez sentía miedo.

-¿Hasta ser tu mujer?- Ya la prudencia se fue al caño y era culpa de él así que le habló sin más.

-Sí, no suena descabellado al menos no para mí. ¿Quieres venir conmigo? Yo quiero ser tu rey.

Hermione quería decirle que fueran de una vez pero se resistió.

-Sí, sí quiero, me arriesgo a llegar hasta esas consecuencias y… ¡Mhhh!

Snape atrapó su boca para besarla lento muy lento silenciando el hablar tímido de la joven y después con más ganas subió la intensidad acompasado de sus dedos en caricias sutiles en la espalda y muslos de Hermione haciendo que le sea difícil respirar y que no se derrita en sus manos.

El beso empezó a hacerse más húmedo y apasionado tanto que ninguno de los dos podía resistirse al otro o a los involuntarios movimientos de sus cuerpos.

-¿Sabes que puedo leer tu mente, cierto?- Snape dijo rápido volviendo a la boca de la joven de inmediato para seguir enloquecido en el beso y contacto.

-Sí pero no lo hagas ahora, por favor.- La voz de la joven era agitada, él la apretaba más, estaba en peligro de empezar a gemir. En su mente ya no tenían ropa.

-Muy tarde, jovencita.

-¿Por qué es tarde?- Preguntó curiosa perdida en los besos y caricias.

-Vamos.- Añadió el mago tocando su cintura con ambas manos para cargarla y hacer con delicadeza que sus pies toquen el pasto cortado.

Le dio otro beso más tomándola de la mano y movió su varita para Desaparecer en espesa estela negra con forma de pasión.

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“Amamos no porque nos han enseñado a amar sino porque necesitamos sentir… ¿Qué es el amor sin los sentidos? Si cuando escuchamos la voz de la vida nos guía a un mismo camino.” – Ken – Profesor de Literatura 2018

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