📜 Vamos a tener una reunión el día miércoles, algunos representantes del salón de magia internacional estarán reunidos, daremos algunos comentarios, espero que usted disfrute estar a mi lado.
📜 ¿Sólo hablaremos de magia, verdad?
📜 Sí Srta. Sólo magia aunque me temo que el profeta estará ahí metiendo sus narices.
📜 Era de suponer que sí. Bueno, tengo que dormir, cierto profesor me ha enviado el triple de tarea la cual debo resolver en menos de doce horas, únicamente por bajar unos cuántos puntos a la casa de Slytherin. ¡¡¡Pfff!!!
📜 Fueron Cien puntos, y tranquila, eso es sólo el principio de su corrección, el fin de semana que salgamos de este lugar hablaremos acerca de las reglas…
📜 ¿Reglas en una relación, profesor?
📜 Así es, en todo debe haber derechos y deberes, creo que no me dejará de dar razón a esta lógica Srta. Granger.
📜 Tiene razón, pues entonces hablemos de aquello. Te quiero, nos veremos más tarde.
📜 Cuídese niña, hasta mañana.
📜 No, es hoy… Doce de la madrugada del día martes… AHH YA DIJE QUE NO ME DIGA ASÍ, no soy una niña.
📜 Usted es una niña…
📜 Ok, ok no voy a discutir.
La joven rodó los ojos rendida.
Snape cerró el libro sin hacer ninguna expresión y siguió con su lectura.
“Que no es una niña, já… Así lo diga no deja de serlo. Pero si la he visto subir de grado, la he visto crecer, ¿En qué estoy metido, Merlín?”
***
Unas horas después…
La joven corría de su torre a la biblioteca, se había despertado dos horas antes de las siete para poder hacer toda la tarea y además dos ensayos para la sala de investigación, el mago se había desquitado con ella y es que aquella travesura de restar puntos a Slytherin fue un atrevimiento descarado y como le dijo Snape “Una completa falta de respeto.”
“Jajaja, vale toda la tarea del mundo, pensé que iba a ser más recto conmigo, una monografía de magia egipcia no es nada… Pero supongo que no será para la asignatura sino que la utilizaré en la sala de investigación.”
No podía evitar sonrojarse al recordar ese pequeño beso delicado del mago en la mitad de un beso suyo, esos labios fríos casi tibios, suaves, lisos, delgados y pálidos, sin malicia, le hicieron sentir tanta emoción, se había preguntado ella misma si era un capricho, si era sólo una ilusión, si sólo quería comprobar que era capaz de ser acertada e intentar tener una verdadera relación, tener a un hombre de verdad a su lado y no para olvidar sus pasadas relaciones desastrosas con Ron y Víktor sino porque con él se sentía más grande e incluso más segura.
“Aquella ropa y túnica negra debe esconder la superficie de su piel, seguro que es pálida, debe ser tan sensible al tacto por no recibir muestras de cariño… ¿Cuándo podré… Cuándo sabré qué es tocar su cuello con mis besos?”
Soñar, intentar adivinar lo que estaba en la cabeza de ese mago le hacía tener tanta curiosidad intensa.
“Un hombre, un hombre misterioso, un hombre tan distinto, alguien que parece tener secretos de sentimientos externos, qué serio es, qué mirada inquietante…”
Todas las cosas a su alrededor le recordaba esa persona, la tapa de su cuaderno de notas color negro, el frío y solitario pasadizo oscuro en la escuela, el camino hacia el comedor e incluso los elfos que difícilmente se dejaban ver en la limpieza y mantenimiento de las obras, cuadros, estatuas del castillo. Su pastel de vainilla como postre, las nubes tenían la forma de sus manos, su grande mano tomando la suya, su rostro aún podía percibir la menta y la lavanda, su supuesta sonrisa frente a ella, sus gestos duros y sarcásticos que tanto le caían mal, lo tenía tan presente como su fuerte y gruesa voz en clase, lo tenía tan presente a pesar de no haber pasado tiempo con él, a pesar de sólo ser texto en la distancia, ese abrazo que casi pudo haber sido creado por su cabeza porque era imposible, ese abrazo tan cálido la tiraba a rodar sobre su cama en un estado confuso de amor las últimas noches.
“Ahhh mi amoooor sólo unos días de hablar y ha sido mejor que escuchar al estúpido de Ron todos estos años ¿Qué vi en ese tonto niño? Porque de ti sí sé qué he visto, he visto con los ojos de mi corazón, he visto con los ojos de mi mente y mis sueños, he visto con mis ojos corporales que eres tan hermoso, un poco tétrico y oscuro pero hermoso…”
La joven tuvo que sujetarse del muro en el corredor junto a la biblioteca, se sostuvo para no salir volando con su propia magia, cerró los ojos sintiendo que un fantasma le traspasaba justo por la mitad del estómago hasta que entonces sintió un par de labios calientes tocar los suyos…
Abrió los ojos con rapidez y se encontró con un idiota y su adorado profesor.
-¡Por Merlín ¿Qué estás haciendo, tonto?! ¡Qué asco!
Se limpió de inmediato los labios, el profesor escoltada a su ex novio. Osea que el novio escoltada al antiguo.
Snape golpeó fuerte en la cabeza del joven sacándolo de onda por tal brusquedad y molestia, retumbando sus neuronas y haciendo su cabeza y cabellos rojos levemente hacia delante, a Ron lo tomó por sorpresa bien feo aún más después de escuchar que la joven dijo “Qué asco.”
El estudiante se acariciaba la mollera por los latidos agudos e intensos, el mago había sido violento.
-¡Qué tremendo atrevimiento! ¿Cómo se le ocurre besar a la señorita de esa manera y en mi delante?
Hermione se quedó helada viendo a Snape sujetar un libro de pasta dura, el golpe debe de haberle dolido a ese idiota pelirrojo.
-¡Ayy, profesor eso sí que dolió horrible!- El joven apretó el próximo chichón que crecería en su cabeza, Snape ya lo había golpeado así unas veces pero esa vez se lo merecía por idiota.
Sin embargo para el profesor, la cara de dolor del joven era un poema a su venganza y en ese momento fue más que merecido.
-Bien hecho…- Hermione puso cara de asco. -¿Y ahora qué hiciste, Wesley?- Dijo la joven soltando la risa.
La cara del joven era de real dolor.
-Sólo estuve en la biblioteca en la madrugada.- Se acercó a ella. -¿En quién pensabas, por qué esa cara de tonta soñadora?
Hermione volteó a ver a Snape.
-Yo es que… Yo pensaba en…
-Sí, no tienes que decirme que pensabas en otro mago, era de suponer tantas cartas escritas al aire, tantos sueños que no compartiste, y finalmente la razón por la cual rompiste nuestra relación.
Snape escuchó todo eso sin querer así que se apartó para darles espacio acercándose a una de las pinturas no muy lejana del corredor.
-Ron, lo de nosotros fue un error, desde hace mucho sólo eras mi amigo.
-Ahora que lo pienso bien, tienes razón, pues ahora es mejor que antes y ¿Sabes qué? Casi no te extraño.
Hermione cambió su cara de burla a seria.
-Todo acabó, no había amor y sí, ahora pienso en otra persona, en un mago extraordinario.- Dijo sin piedad.
-¡VAhh no me digas que es el tonto intelectual que tanto admiras, él es sólo una ficción no es real y quién sabe de qué país sea!
-Profesor ya lleve a este chico a su castigo.
-No tiene que decirme qué hacer, Srta. Granger.- Snape regresó hasta donde estaban los estudiantes.
La joven se dio cuenta que el mago estaba enojado.
Ron se quedó viendo a su ex novia con nostalgia, estaba seguro que la había perdido.
Entonces Snape se atrevió a presumir de forma indirecta.
-Por cierto, Srta. Granger, tengo una carta de su admirador, puede recogerla cuando quiera en mi aula.
-Gracias profesor. Con su permiso me retiro a terminar unas cosas.
Snape la miró a los ojos un momento mientras el joven pelirrojo se adelantó con paso derrotado.
Hermione se giró hacia la izquierda para buscar una mesa vacía dentro de la gran biblioteca, cuando se encontró en la mesa perfecta se lamentó que el joven haya cometido tremenda barbaridad frente a los ojos de Snape.
***
Cerca de las siete de la noche, Hermione había ingresado otra vez a la biblioteca para devolver los libros que había cargado todo el día en la alforja.
Su plan después de eso era ir a cenar al gran comedor un poco de sopa y el mismo postre de vainilla que tanto añoraba.
Por alguna tenebrosa y espantosa razón no quería encontrarse con su profesor después de haber asistido a su clase, estuvo más amargado, más molesto que otras veces. Le daba temor a la pequeña escuchar algún reclamo, que le exija una explicación del por qué Ron Wesley se tomó tremenda atribución con ella. Pero pensó más, su profesor no era capaz de mencionar lo ocurrido de nuevo, era un hombre serio y la situación claramente le molestó.
Caminaba sigilosa por los pasillos más oscuros detrás del gran comedor, estaba cerca, el castillo era grande así que si aceleraba los pasos un poquito sería suficiente para poder evitar esa gran humanidad oscura.
Hasta que al fin vio la luz y escuchó el bullicio, al llegar unas jóvenes Gryffindor la saludaron de mano, estaba parada exactamente en la puerta grande, la chica sonrió y se dispuso a buscar un buen lugar iluminado para continuar con su humilde lectura, caminó unos metros y giró un cuarto de hora hacia la derecha.
“Uff qué bien, no ha llegado…”
-Srta. Granger. ¿Al finalizar su cena puede venir un momento al aula de pociones?
Hermione sintió escalofríos fuertes en toda su espalda, cuello y hombros.
-Sí, profesor, nos vemos más tarde.
“Ay me vio entrar, sí que es rápido.”
Escogió uno de los tazones humeantes de sopa y empezó a comer.
Al término de la cena estaba más tranquila, no le gustaba la idea de ir a las mazmorras porque ese lugar le traía malos recuerdos, en ese instante no importaba su miedo a los recuerdos sólo importaba el miedo de ser regañada o peor, el arrepentimiento de su actual novio por continuar en aquello que parecía una relación.
Llegó, porque no le quedaba otra opción, podía inventar una escusa pero sí quería verlo aunque eso fuese escuchar un veredicto malo.
Bajó y bajó hasta llegar afuera del aula de pociones, tocó dos veces.
-Pase Srta. Granger.
Entró más relajada, sabía que el hombre era difícil y complicado, ya no importaba nada, estaba preparada mentalmente para cualquier cosa.
-Hola, profesor.- Bajó la cabeza esperando lo peor.
-Srta. Jane, quería entregarle esto, mañana nos harán unas preguntas y he intentado poner en este documento el resumen de nuestro trabajo grupal, todos los temas que hemos visto hasta hoy.- Extendió su mano con las hojas amarillentas escritas a mano y se las entregó a la joven. -Y… También quería… Verla.
El gesto del mago cambió a uno más suave pero a pesar de eso ella siguió con el sentimiento de temor.
-Yo pensé que estaba enojado conmigo.
-No, ¿Por qué he de estarlo? Pero… Si usted me da una razón yo puedo considerar un trato diferente en este instante.
-No, espero no darle una razón, es por el desastre de la madrugada en el pasillo de la biblioteca.
-¡Por Merlín pensé que eso había sido una pesadilla!
La joven sonrió al ver a su profesor tocar sus cejas en un gesto de desagrado.
-Sev… verus…- Se atrevió a decir la joven.
-Dime, Herm…mione.
La joven volvió a sonreír.
-Creo que aún siento que es una falta de respeto decirle por su nombre.
-Dígame como esté más cómoda entonces.
-¿Y por qué tú no me llamas por mi nombre?
-Porque me ocurre lo mismo que a usted. Regrese a su torre, gracias por venir y dejarme tener el privilegio de verla.
El hombre intentó darse vuelta para no ver la reacción de ella pero no pudo evitar ver ese hermoso gesto tímido.
La joven estudiante se sonrojó y asintió.
-Hasta luego, te quiero.
Caminó con paso veloz hasta su torre, tenía unos diez minutos para no ser sorprendida por los prefectos de otras casas, no pudo resistir subir la última escalera, tenía que escribirle cuanto antes.
📜 Sr. Muchas gracias.
“¡Contesta, contesta por favor!”
📜 ¿Por qué?
📜 Por estar ahí para mí, por el real interés que nuestra.
📜 Lo mismo digo. Descanse, la quiero.
📜 Prometo que… La siguiente vez voy a besarlo.
📜 No me lo diga… Sólo hágalo… No olvide aprender lo que le di.
📜 No lo defraudaré.
***
-¿Y entonces usted qué papel cumple en el grupo tres de la sala de investigación?
-Soy sólo una integrante más, no se han repartido funciones ya que somos personas con distintos conocimientos acerca de la magia, usted sabe que son distintas naciones las que…
-¿Qué me puede decir acerca de la coordinación para acceso a magos de todo el mundo en este castillo, no le parece que se arriesgan demasiado después de haber tenido años tan difíciles?
-Sr. Yo no puedo hablar acerca de eso, no tengo conocimiento de la coordinación en la escuela, sin embargo puede hablar con los responsables del acceso aquí en Hogwarts, son la profesora Minerva Mcgonagall y el profesor Severus Snape.
-¿Han aceptado por completo al mago, a pesar de todos los cargos en su contra? Nos referimos al profesor Snape.
-Creo que de todas esas acusaciones quedó absuelto. Tengo la oportunidad como prefecta de trabajar con el mago en la actualidad dentro del grupo de Historia Antigua Mágica, es un excelente docente y compañero.
-¿Es cierto aquello que escribió el diario Profeta acerca de su doble espionaje para Dumbledore por estar enamorado de una estudiante?
-¿Qué? Claro que no, eso no sucedió así, no es como lo dice.
-¿Entonces es una bruja joven de Gryffindor? ¿Es usted?
-No es estudiante, claro que no, la información que tiene es falsa, la persona involucrada es… Es…
La joven pensó más en responder.
-Srta. Granger, ¿Cuál es el nombre de la joven estudiante? ¿Ha cometido delito contra una menor? ¿Cuáles eran sus reales intereses? ¿Cuál es el apellido de la familia afectada?
-No, no… Yo no lo sé, se supone que íbamos a hablar acerca de la sala de investigación internacional de Historia Mágica…
-!Conteste Srta.! ¿Usted conoce los secretos de su profesor? ¿El hombre tiene relaciones con otras alumnas de la escuela?
-¡BASTA, ES SÓLO UNA ESTUDIANTE! Les voy a pedir con delicadeza que abandonen el castillo, esta es una exposición importante de investigación internacional, no la mesa cuadrada para sacar un titular en sus revistas de poca moral.- La voz femenina intervino con molestia.
Los periodistas alzaron las cejas sorprendidos por las palabras de la directora.
-Bueno, la siguiente semana nos volveremos a ver.- El periodista le guiñó un ojo a la pequeña y está frunció el ceño enojada.
Hermione estaba confundida, todas esas preguntas incómodas fueron violentas, falsas, el periodista la hizo pensar mal de su profesor.
Confundida salió del evento, quiso ser seria, intentó dar las únicas dos entrevistas que tuvo de la mejor forma pero como Snape le había advertido la prensa amarilla estuvo asomando sus narices.
Corrió hasta liberarse de todos los muros de piedra hacia la entrada del gran castillo, parecía que huía, su expectativa por un evento más serio era alto y haber visto que no fue suficiente todo el conocimiento que adquirió para ese día se sintió mal pero no era su culpa, desde hace mucho que las personas no tomaban las cosas enserio.
“Son pocos los que realmente se interesan en mejorar, ¿Cómo ignorar la historia de la magia si sabiendo el tema se podrían evitar tantos errores futuros?”
-Como dice, somos pocos.- La gruesa voz del pocionista la alcanzó.
El mago se atrevió a leer las primeras palabras de la joven pero esta no se dio cuenta.
-Fue un desastre las dos entrevistas que hice.
-Dígame a mí, mañana voy a aparecer en el profeta como un abusador de menores gracias al diario “Alcón” y la entrevista que usted le dio.
-Lo siento, yo sólo intenté corregirlos, el periodista insistía en decir todas esas barbaridades, sólo me atacó con preguntas para dejarlo en mal a usted.
-No se disculpe, ahora regrese al castillo.
-Sí, lamento haberme salido así sin avisar.
Se regresó corriendo decepcionada.
***
Sábado cerca del medio día.
Snape envió una carta a la estudiante donde le dio una dirección en Londres para verse.
Hermione vistió con ropa cómoda, similar a la ropa rosa que usaba cuando salía con sus amigos, no le importó verse despampanante sino ordenada, ser ella misma, de todas formas sabía que encontraría al mago con un gran levita azul Marino oscuro o negro.
Llegó a la dirección, era una calle amplia con muchos edificios, el número que estaba en el pergamino la llevó frente a una casa que parecía más una pequeña biblioteca de tres pisos. Entró y buscó al mago, su impresión fue acertada, era una biblioteca personal pero no supo de quién.
-Frank Baker, natural de Londres, es Muggle. Me pareció un lugar apropiado para intercambiar unas palabras y el gusto por la lectura.
-Es impresionante que esta gran biblioteca haya sido la casa del Sr. Frank. No sabía que le gustaba los escritores muggle.
-Sí, un buen escritor de cuentos fantásticos, me gustaba más cuando era pequeño… En el tercer piso hay unos sofás junto a una hemeroteca y una máquina de café.
-Me encantaría.- Sonrió la pequeña.
Los dos empezaron a subir al segundo piso.
-Había venido aquí dos o tres veces y desde que la vi pensé en usted Srta. Jane.- Dijo el mago siendo caballero al dejar pasar a la joven delante de él.
-Lo que me dice es tan lindo.
-Es sólo la verdad.
Al llegar al tercer piso la joven buscó el sofá de triple espacio ya que tenía la intención de sentarse junto a él pero el mago tomó distancia y ella sonrió con timidez.
-¿De qué reglas me va hablar?
-No eran reglas… Pero podemos hablar… Dígame usted si esto es algo que quiere que otros se enteren.
-No le he dicho a nadie, y no siento que sea necesario que lo sepan.
-Pienso igual.- Dijo Snape viendo directo a los ojos café de la joven.
-Sí, profesor.
El mago observó con curiosidad a la joven quien evitaba a toda costa mirarlo a los ojos, sólo podía un momento y luego se apartaba.
-¿Pasa algo, Srta?
La joven alzó la mirada.
-Venga conmigo, a mi lado.- Su voz era tímida e inocente.
Snape se levantó y se sentó cerca, tan cerca que su muslo tocaba el de ella, lo siguiente que hizo fue extender su brazo derecho detrás, a la altura del cuello de la joven invitándola a que se acomode en su hombro, no podía evitar para siempre el contacto entre ambos.
Así lo hizo Hermione, al fin sentía el calor corporal del hombre de nuevo y eso le agrafaba. No quedando satisfecha se quitó la alforja, su mano derecha se acomodó sobre su propio vientre y siguió hasta tocar con temor la tela de la ropa negra del hombre, empezó a jugar con uno de los botones del levita largo, el hombre no había llevado su capa
El mago vio fascinado sus delicados dedos jugando con los botones y su ropa así que él también decidió relajarse en un movimiento inesperado, su mano izquierda subió lento hasta rozar sus dedos con la joven y finalmente entrelazarse entre ellos.
“Ahh” Dijo la joven en su mente, sintió un hueco de tornado y colores en su estómago.
La sensación en todo el cuerpo de Snape fue inmediata, ya había tocado la piel de la mano de esa pequeña que ahora se acomodaba en su hombro cerca de su pecho, pero entrelazar sus dedos con ella fue como una confirmación, una profecía que hablaba de permanencia, ya no eran sólo palabras dichas sino también real contacto hecho entre dos personas con el mismo interés y bien común.
-Disculpe el atrevimiento.- El profesor dijo al instante pero no dejó de sujetar la pequeña y delicada mano que ahora reposaba en su vientre.
-Quizá pueda sentir lo mismo que yo cuando entre en mi mente, desearía que esto pase más seguido.
-No la leeré, lo prometí y no lo haré. Bueno, lo hice en la escuela cuando salió del castillo pero fue por inercia y me detuve de inmediato.
-Tiene permiso de hacerlo, ahora… No me suelte por favor.- El cuerpo de la joven se relajó más, su inocente cuerpo se pegó más a él, le dejó sentir al mago su liviano peso.
-Sentir, yo siento… De verdad siento que le agrado. No la soltaré.
-Me agrada, Severus, me agrada tanto ser tu novia, me gustó más el dictamen que promulgó aquella noche.
-A mí me incomodó un poco ya que fue extraño y tosco pero es porque no estoy acostumbrado a expresar palabras delicadas… El agrado es mayor que cualquier otro sentimiento opuesto en este instante.
-¿Se siente bien, como si lo hubiera estado esperando por mucho tiempo?
-Sí, tomas su mano es un privilegio… ¿Entonces, de verdad le gusto?
-Mucho.
-¿Sólo por cómo presento los trabajos en la sala de investigación?
-No, es por cómo muestras quién eres cuando decides hacer un excelente trabajo. Es por ser tan callado, por ser tan serio y recto, por ser tan sutil en clase pero sobre todo cariñoso.
-¿En clase?- El hombre miró de forma altiva y segura.
-Es usted un excelente profesor cariñoso.
El mago dejó escapar una sonrisa que casi se convirtió en risa.
“Cariñoso, já” Se dijo en la mente.
Hermione giró por el silencio para ver qué ocurría y se dio cuenta del color real en los ojos de Snape, se dio cuenta de que no era tan uraño.
-Pequeña Srta. Me ha cautivado su forma de ser, es tan madura a pesar de ser una niña y además es tan responsable en sus asuntos escolares. No diga que soy cariñoso porque sabe que no lo soy.
La joven cerró los ojos y se acurrucó en el pecho del mago, cuando hubo un silencio importante acumuló mucho aire en sus pulmones y soltó en un suspiro de gusto que coincidió con el de él.
-Me siento tan bien con usted.- Dijo la joven.
-¿Dígame qué quiere que haga por usted? ¿Necesita ayuda con algo?
-¿Se refiere a cosas de novios?
El mago asintió.
-Sí, a eso exactamente.
-No me pregunte porque me voy a aprovechar.- Sonrió en el pecho del mago.
-Sea seria por favor.- Insistió Snape.
-Bien… Quisiera salir todos los fines de semana con usted para conocernos más, quisiera que cuando nos veamos podamos tomarnos así de la mano.
-Delo por hecho. ¿Quieres que te ayude en algo, tienes problemas con alguien en la escuela o en alguna asignatura? ¡Pídeme lo que quieras, Hermione!
-Gracias, Severus… ¿Tengo problemas? Sí con un profesor, el de pociones, es el más complicado de todos. Oh y de pedirle algo, yo sólo quiero su comprensión.
-Hablo enserio.
-Y yo, casi no puedo adivinar lo que quiere que responda en los exámenes, además de que no sigue la curricula o los libros de clase, a veces no sé cómo estudiar para la asignatura de mi profesor de pociones.
El mago sonrió de nuevo.
-Pues yo puedo enseñarte todo lo que quieras.
-¿Qué tanto está dispuesto a enseñar?- Hermione usó tono atrevido y susurrante.
La estudiante se levantó de su pecho y giró para verlo de frente acercándose peligrosamente al rostro del mayor.
El mago cambió el gesto sonriente a uno de defensa en reto.
-¿Qué… Está… Dispuesta… A… Aprender?- Su mirada se hizo interesante.
La joven alzó levemente las cejas sorprendida porque no se esperaba que él respondiera con una pregunta, quizá esperaba un rotundo “Sea prudente” pero no, el mago fue directo.
-No sólo quiero aprender de usted sino que quiero aprender con usted.- Se acercó más a él.
El mago acercó su boca al oído de la joven, sus labios pálidos y delgados tocaron el lóbulo terso y suave de esa inocente oreja, la estudiante cerró los ojos y entonces él soltó todo lo que estaba en su interior con cuatro palabras.
-Aprendamos… A… Querernos entonces.- Susurró despacio y la joven jadeó de forma involuntaria. -Iré por Café.
-Está bien…- La voz de la joven salió débil, el mago ya dejaba huellas grandes en su mente y sin ser tan directo ella empezaba a conocerlo.
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“Hemos visto la misma luna tantas veces fuera de la ventana y las bellas estrellas resguardando en un manto transparente y delgado, disfrutábamos con la compañía de nuestros libros junto al otro.
Así como este momento fueron tantos otros en que la madrugada se nos iba encima y las poesías que imprimían nuestros lápices en la adolescencia tenían en silencio muy escondido el nombre del otro, distintos lugares, distintos años pero el nombre del otro.” 2013
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