Hermione, la pequeña castaña desayunaba en silencio en el centro de la mesa de Gryffindor, pensaba en ese profesor, se imaginaba que podía ser más directa con él pero a la vez no quería incomodar.
No se lo estaba imaginando realmente él ha podido decir que gusta de ella, algo que no se esperaba para nada pero también pudo confundir sus palabras por la emoción que explotaba en su pecho, el hablar con él de forma privada era increíble, no podía ser cierto que aquél hombre a quien admiraba le haya respondido, no sólo eso, la ha buscado, ha esperado el encontrarla y reclamarle su falta y luego ha manifestado que la admira aunque sea un poco.
“Debe ser una persona maravillosa.”
Se dijo en la mente, un sueño deseoso en lo que hundía su galleta integral en un alto vaso de leche.
De inmediato muchas aves se dejaron ver volar por encima de todas esas cabezas, eran las aves de la correspondencia. El estómago de la joven tembló, aquél mago le enviaría su ensayo y algo más, lo esperaba, esperaba ver su letra impregnada en pergamino sin magia, manchas de esa fina punta sobre el papel, su letra real grabada para ella, un escrito que le dijera a esa joven cabeza incrédula que estuvo pensando en ella.
Una de las aves más hermosas dejó caer suavemente sobre su mesa un gran paquete, uno grande, era una caja de cartón que seguro contenía lo que esperaba.
Tomó lo suyo, día viernes, el correo llevaba su código porque la magia era así, ella podía recibir correo de cualquier parte del mundo con sólo algo que la identifique en algún lugar, él sabía que era de Hogwarts, él sabía posiblemente quién era ella.
Hermione subió hasta su torre, se sentó en el sofá de las chicas y abrió el paquete.
Buenos días Srta. Jane.
Perdone el atrevimiento, espero esté leyendo esta nota a primera hora de la mañana, como le prometí le envié el artilugio para comunicarnos en cualquier momento del día.
Lamento haberme tenido que ir así la última vez que hablamos pero tengo muchos deberes, usted sabe que soy profesor. No soy un profesor muy humano que digamos por lo que la mayoría de mis estudiantes me desquicia, posiblemente odio a mis alumnos y a veces odio enseñar, la mayoría de tiempo en la escuela me encargo de que los estudiantes conozcan lo que es aceptar conocimientos serios en magia y pociones, si no lo hacen al menos en mi aula reciben su merecido. No exagero, realmente soy así.
Yo, sé su nombre completo, sé que usted es Hermione Granger y es Prefecta de la casa de Gryffindor, no me ha tomado mucho averiguarlo pero por favor no se sienta amenazada porque no voy a invadir su privacidad ni arriesgar sus relaciones personales, sé que lo cotidiano en su vida debe continuar con normalidad, es usted una persona brillante, mientras tanto estaré aquí para lo que usted necesite, para las cosas de los estudios y para lo que usted desee compartir conmigo.
Porque yo sí quiero o me gustaría compartir más con usted.
No se lo había dicho pero leer que soñó conmigo es… Es algo que no me esperaba pero sí quería escuchar algo así aunque pareciera únicamente un deseo profundo, una inquietud mía, sí quería que estemos más cerca el uno del otro, Srta. Jane.
Otra vez le pido disculpas por mi atrevimiento, no quiero molestar.
Le pido por favor que usted sí me moleste a mí, vuelvo a insistir, escríbame cuando quiera, yo responderé mientras pueda y en el momento que sea.
Saludos cordiales.
S. S.
-Ahh esta es magia avanzada… ¿S. S.? ¡No puedo creerlo, sabe quién soy pero no me ha dicho quién es! ¡Le escribiré ahora mismo!..
Hermione tomó un cuaderno que sacó rápido de la caja debajo de la nota y lo lanzó a la cama, después tomó el otro objeto con forma de libro, lo abrió y vio el espacio hechizado delante de sus ojos, tenía un brillo transparente entre violeta y ámbar como aquel brillo tornasol que puedes ver en las mecánicas muggle regado en el suelo a causa de un auto descompuesto o agujereado.
Tomó la pluma sin tinta y empezó a escribir sobre él.
📜 Profesor S. S., Usted sabe quién soy pero yo no sé quién es usted, no sé de dónde es, no he visto su rostro, no le pido que me envíe una fotografía pero al menos dígame cómo puedo decirle, ¿Donde puedo enviarle correspondencia?
El corazón de la joven latía rápido, es más lo sentía en la garganta y casi casi se salía de su boca, estaba agitada, alterada, posiblemente su pulso era distinto a otras veces, quería ver que el mago responda en ese instante y sí, el mago empezó a escribir.
📜 Srta. Jane gracias por escribir, también soy de Inglaterra, estamos más cerca de lo que usted piensa, si desea le envío una fotografía mía. Usted llámeme como quiera, si desea puede seguir diciéndome “Profesor”. Y para enviarme correspondencia por favor use mis iniciales.
La joven entendió que no debía insistir en el tema, si el hombre no le daba apellido o algo es que quizá le incomodaba. Al menos sabía que era de la misma ciudad, al menos sabía que estaban cerca y que en cualquier momento del futuro podrían encontrarse.
📜 Está bien, “Profesor”, ahora tengo que ir a clase de pociones pero le escribiré luego y… Lo seguiré observando, en el grupo de investigación, y en este lugar donde podemos encontrarnos. Pdta: Lo quiero.
El mago leyó con asombro aquello, la joven le estaba diciendo que sentía cariño por él aunque no lo había visto, cariño aunque no sabía quién era él.
📜 La leeré después Srta. Jane, tengo clase. También… Tambien la quiero.
Hermione se dejó caer hacia atrás en ese sofá con una gran sonrisa en los labios, tapó su rostro sonrojado por los nervios por esas letras que penetraban su razón, no podía evitar estar feliz, no podía creer nada, estaba segura que era un condenado sueño y que en cualquier momento iba a despertar una parte de ella le decía “Esto me está pasando sólo por mis buenas notas.”
Salió corriendo hasta la clase de pociones, llegó antes de lo pensado, su profesor estaba ahí, algo raro porque Snape siempre llegaba a la hora exacta. No quiso escribir o respirar para que este no se altere y le baje puntos, y es que la última conversación que tuvieron fue muy tensa. Bajó la cabeza, metió su mano en la alforja y subió sobre la mesa su pequeño libro de pociones.
Snape que caminaba por las repisas de botellas e ingredientes para la clase de ese día, se giró a observar a la joven metida en su lectura, empezó a leer su mente cual libro prohibido a escondidas.
“¡Por favor Merlín que no me grite, que no me baje puntos, que no me castigue!”
“Mmm Granger, qué joven tan curiosa y asustadiza, no sabe dónde está ni con quién está. ¿Acaso soy tan frío?” Sé dijo Snape sin cambiar el semblante de malo en su recto rostro.
Hermione cometió el error de mirarlo porque simplemente le parecía extraño y le daba mucho miedo escuchar un grito rotundo y fuerte.
Sus miradas se encontraron, ella bajó la vista y empezó a rezar en mil idiomas que no se acercara a reclamar.
Snape caminó hasta ella y le habló.
-Srta. Granger. ¿Cómo le va en la sala de investigación?
-Oh, buenas días, Profesor. Yo, estoy bien, es una gran oportunidad poder compartir conocimiento con tantos magos y brujas del mundo entero. Ahí he encontrado a personas muy inteligentes y admirables.
Snape se giró y siguió su paseo con las manos en la espalda mirando todas esas botellas de vidrio claro y oscuro.
-Aproveche todo lo que pueda, en mis épocas de estudiante no habían tales oportunidades tampoco dejaban participar a cualquiera en cosas similares como usted… Comprenderá.
-Lo haré, lo prometo. Prometo que no desperdiciaré cada instante en ese lugar.
-Bien, ahora ponga atención a la clase y por favor, cierre la puerta en dos minutos si nadie más llega.
-Ahh sii, profesor.
La clase de Pociones fue tensa pero a Hermione no le importaba, sólo podía pensar en su querido profesor PS401.
Ese día decidió ir al campo deportivo, ahí en lo alto de los estrados, en el mismo lugar donde alentaba a su equipo favorito. Se sentó, sacó el libro y escribió.
📜 Usted además de ser un profesor estricto, inteligente y admirable, también es alguien muy interesante para mí. He escrito de usted cosas que no tienen que ver con la escuela sino cosas que salen de mi… De mis pensamientos.
“¡Al diablo, no tengo nada que perder, seré franca y directa, lo peor que puede pasar es que me diga Adiós!”
Al otro lado de Hogwarts un profesor oscuro de pociones levantaba lentamente su taza de café pegando el borde de loza en sus labios, absorbiendo el líquido negro lentamente viendo la superficie de un libro y sujetando con la otra mano una pluma sin tinta. Al terminar de leer una luz o un reflejo hizo que sus ojos negros brillen serios frente a ese libro.
📜 ¿Qué trata de decir?.. Espere, antes de que me diga algo voy a decir que usted también es muy interesante para mí, le confieso que el deseo mío por recibir ayuda suya en el congreso pasado en realidad era un pretexto de tenerla cerca a mí.
📜 Lo leo y no creo nada de lo que me dice, Profesor… Voy a ser más Gryffindor… Yo… Usted… Usted me gusta…
Las manos del profesor y la voz gruesa en su mente trastibillaron. No esperaba leer aquello.
📜 ¿Gustar? ¿Qué es gustar? ¿Qué es confesar cosas a escondidas? ¿Qué es sentir lo mismo y no decir nada para no sonar condescendiente?.. Usted también me gusta Srta. Jane.
📜.
Un punto de tinta hechizada se quedó quieta, parpadeando, la joven se quedó en silencio, dejó la punta de la pluma en espacio vacío.
📜… Disculpe, no puedo creer nada de esto. Yo, lo he leído, he visto su magnífico trabajo… Pero hay algo más, desde la primera vez que supe de usted de su formidable y seria personalidad una voz cada instante en mi soledad me susurraba que debía de saber quién es usted como un grito desesperado, como una llamada de atención, como un demonio de las artes oscuras que quería cambiar mi vida, la que pensé era perfecta aunque en realidad estaba vacía. Ese ser gritó su nombre en mi oído el cual no sé cuál es, ese ser quería que lo conozca, profesor. Quería que le diga que he tenido anhelos en secreto, deseos de escucharlo, de leerlo, de saber un instante… “¿Quién eres?” ¿Por qué este sentir hacia usted, profesor?
📜 Srta. Jane… ¿Qué cosas dice? Pero si usted no sabe quién soy, usted no sabe cuántos años tengo.
📜 No me importa, usted me gusta y necesito conocer más.. De ti.
Hermione sonrojada a más no poder temía una negativa algo que hiciera que ese sueño se acabe.
📜 Usted debería fijarse y admirar a alguien más concorde a su edad. ¿Cuántos años tiene?
📜 18…
📜 Usted es una niña. Yo, yo tengo 39, podría ser su Padre. Esto podría ser fácilmente un delito.
📜 No me gustan los niños, no quiero ser niñera de nadie, a mí me gusta usted que es un hombre. Ahora entiendo su forma de ser, es que usted es mayor, no sabe cuánto me agrada saberlo.
📜 Eres… Usted es…
📜 Sí, profesor. Soy más Gryffindor hoy y también quiero ser Slytherin después si usted… Me lo… Permite…
Hasta pronto, profesor.
El mago dibujó lentamente una sonrisa ladeada.
“Srta. Jane, no debí de saber quién es usted, porque ahora quiero con más ganas que usted sepa quién soy yo.”
El mago cerró el libro y salió por los pasillos de las mazmorras.
***
A la mañana siguiente del día Sábado Hermione terminó su relación con Ron, una relación que ya estaba fracturada desde hace mucho, el joven no se quedó contento pero sintió un gran peso menos de encima, después de haber visto distante a su novia era algo que esperaba, no podía creerlo, lo tomó como un berrinche, ella volvería a pedirle según él que regrese con él.
La tarde la paso en Hogsmeade de compras en la tienda de libros con temas históricos. Sus pies flotaban no caminaba, y es que no tener escondido algo en su corazón la hacía sentir bien, no podía perder nada, era libre de culpa, libre porque dijo lo que sentía.
Entró por uno de los estrechos pasillos con repisas repletas de libros, buscaba uno para el trabajo de investigación que tenía pendiente desde unos días atrás antes del congreso.
“¿Arabatel, dónde estás, Arabatel?” Su delicada y tierna mano derecha sentía la superficie de esos libros expuestos y nuevos, los libros de pronto empezaron a expedir un aroma de lavanda y menta, un aroma que había sentido cerca a ella… Su mano siguió el camino, leía los lomos de aquellos libros concentrada en aquel olor familiar hasta que sin querer chocó con la mano fría de otra persona.
-Arabatel.- Dijo un hombre con susurro grueso al encontrarse con la tierna mano de la pequeña.
La mano de ella lo tocó por completo, esa calidez, esa suavidad le hizo sentir escalofrío.
-Prof…
-Perdóname, buscaba ese libro.
-No se preocupe, profesor. Tomaré el que está a lado.- La joven caminó tranquila un paso más, extendió su brazo, tomó el libro, fue al mostrador a pagar y luego se fue sin más.
-… Srta. Jane…- Snape al fin pudo soltar el aire para respirar con normalidad, aquél toque inofensivo fue una sensación difícil de explicar.
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“… Puedes encontrar tantas cosas para divertirte pero no es lo mismo que antes ya que más del ochenta por ciento de las actividades de un adulto han perdido la inocencia y la sonrisa blanca, ese reír sin parar con el césped hasta la cabeza y las hormigas que se metieron debajo de la playera, esos saltos mortales en la playa hasta las seis de la tarde y ese caminar a hurtadillas en época de escuela para ver los dibujos animados en repetición a media noche…” – 2007
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