NARRADOR OMNISCIENTE
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Al seguirla vio que estaba frente al mismo parque donde él la había llevado antes, pero al otro lado.
La vio y no estaba sola. Habían tres jóvenes con ella… Ken vio detenidamente, reconoció al muchacho rechazado pero no pudo reconocer a los otros dos, no los había visto antes en la universidad.
Se acercó más con mucho pero mucho cuidado, estaba a cuarenta metros de ellos aproximadamente. Él estaba atento a cualquier cosa que podría pasar.
Se quedó detrás de un árbol, un gran árbol. Usaba la sombra para esconderse, el bosque estaba iluminado pero era de noche.
Cada cierto tiempo volteaba y los veía… Ella al parecer les leía un libro pero ellos no parecían sinceramente interesados, sobretodo el de cabello pintado como japonés, este sólo la contemplaba. Creo que todos la contemplaban embelesados… ¿Y quién no?
Su reunión duró como una hora y media, luego estos se separaron… Uno de los chicos “El rechazado” se quedó con Any mientras ella levantaba sus cosas del suelo, los otros dos caminaron con dirección a Ken. El profesor se escondió detrás del árbol y de pronto presintió algo malo cuando los escuchó hablar.
-¿Dónde la llevará?
-A casa, él autobús pasa muy cerca.
-¡Qué raro! A mí me dijo que finjamos estar perdidos y les demos el encuentro rumbo al paradero.
-¿Qué es lo que quiere hacer? (dijo el de cabello japonés)
-Intentará darle un beso por las buenas… Y si no se deja, para eso tenemos que estar ahí.
-No puede forzarla, eso está mal… ¡Yo me voy! Ustedes arréglense solos, no quiero meterme en problemas de nuevo.
-¡Vamos amigo, sólo la besará!
Ken abrió los ojos al escuchar que quizá la iban a forzar… Y conociendo a Any, eso iba a pasar, iban a tener que forzarla para robarle un beso.
El profesor miró por encima de su lado izquierdo para ver dónde estaba Any, comenzó a caminar apresurado a una distancia prudente, no podía permitir que se le acercaran a Any o si quiera intentaran tocarla.
Estaba asustado, no la veía, pero pudo reconocer que llegaba al mismo paradero y entonces los vio a los dos. Estaban viéndose uno al otro, quizá despidiéndose… Any se veía un poco apresurada de irse pero este la detenía con otras palabras que sobraban.
-¡No te atrevas a tocarla! (Dijo para sí mismo con las venas saltando de su cuello)
Ken se acercó más, se escondió de nuevo y entonces vio cómo de pronto empezó a acercarse el muchacho que iba a ayudar al “rechazado”. Este se escondió también detrás de un árbol.
El profesor volvió a ver hacia Any y esta caminaba hacia el paradero mientras que el muchacho se quedó atrás como a un metro. Ken esperó impaciente que ella subiera segura al ómnibus, pero no llegaba ninguno, el paradero estaba solitario.
Entonces el muchacho le habló por última vez y ella se acercó. Cuando estuvo frente a ella le dijo una última cosa, hizo que ella se disguste y le diera la espalda. El muchacho se enojó, seguro por lo que ella le dijo y la jaló del brazo pero esta lo pateó en la canilla e hizo que este se fuera al piso.
Vio a Any amenazante frente a este muchacho que se sujetaba la pierna… Esto le hizo sentir muchas ganas de reír.
-Jajaja ¡Esa es mi chica! (Se dijo así mismo y se quedó tranquilo)
Ken se había olvidado del otro muchacho, este estaba casi detrás de Any pero ella se dio cuenta y se asustó. El muchacho se levantó del suelo y se acercó a ella de nuevo, ella volvió a empujarlo pero él no se movió y la tomó de la muñeca. Y fue ahí que el otro la tomó por detrás sujetando sus brazos.
Ken empezó a correr hacia ellos mientras Any intentaba soltarse del que la sujetaba por detrás.
-¡Eyyy! ¡Suéltenla! (Ken dio un grito muy fuerte, uno que nunca había dado más que en el ejército.)
Ellos escucharon la voz pero no lo vieron y se echaron a correr cruzando desesperados la pista por donde pasa el autobús. Any se quedó en el suelo con las manos tapando su rostro.
Ken se acercó casi trotando, hasta que estuvo muy cerca a ella, se arrodilló en el pasto y le habló.
-¿Estás bien… Amor? (Ken le habló con cuidado, no quería espantarla más)
Any empezó a llorar cuando le reconoció la voz.
-¡No estoy bien, te extrañé tanto! ¡Perdóname! (Any lo vio y él la abrazó ahí arrodillados)
Puso el rostro de Any contra su impecable camisa y corbata. La tomó muy fuerte entre sus brazos.
-¡Oh Any no voy a dejar que vuelvas a estar lejos! ¡Perdóname tú a mí! (Ken tenía ganas de llorar pero comenzó a estar enojado con ella. Eso hizo que su garganta tuviera un nudo enorme.)
-Sólo quiero quedarme así… ¿Cómo sabía que estaba aquí?
-No… Tú dime… ¿Qué estabas haciendo con ellos?
-Intentaba distraerme, tener con quién hablar pero debí irme cuando me sentí incómoda. (La voz de Any empezaba a sonar mejor)
-Te seguí desde la escuela, necesitaba hablar contigo. ¡Ven, subamos a un taxi! (Su voz se puso seria y molesta)
Any no dijo nada, se quedó en silencio.
Se levantaron del pasto, Ken la soltó con seriedad, ella sólo lo siguió mientras él iba hacia la pista para alcanzar un taxi. Para suerte de Ken pudo conseguir uno a prisa. Casi no le hablaba a Any.
Subieron, él se puso en el asiento del copiloto y dejó a Any sola en los asientos de atrás.
Ken dirigió al Taxista para entrar por la puerta del estacionamiento para la facultad de letras.
Al llegar, permaneció en silencio no le hablaba a Any.
Bajaron del taxi y Ken empezó a caminar apresurado hacia su auto, subió a Any primero en el asiento del copiloto y después él tomó el volante. Cerró la puerta sin si quiera ponerse el cinturón y arrancó rumbo a su casa.
-¿Dónde vamos? (Dijo Any curiosa, aún confundida.)
-Te dije que necesitamos hablar. Vamos a mi casa, le llamaré a tu mamá para que vaya por ti y le contaré todo lo que pasó con esos chicos.
-Pero… Ella se enojará conmigo.
-¡Any, pensé que eras más responsable! Debes decirle a tu mamá lo que pasó.
Ken conducía y le hablaba con dureza.
Entonces permanecieron en silencio hasta que llegaron a casa del profesor Ken.
Estacionó frente a la entrada principal, bajaron, puso la llave en el seguro de la puerta y abrió para ingresar… Any estaba avergonzada, se quedó junto a la ventana con la cabeza abajo mientras veía a Ken molesto cerrar la puerta y quedarse viendo hacia la pared.
-Any… ¡Si alcanzaba a este muchacho juro que le hubiera roto la cara a golpes! ¡No entiendo por qué te le acercaste de nuevo! No sé por qué te acercaste a sus amigos y andabas sola en un gran parque oscuro… Si antes este había intentado besarte, ya nos había seguido y casi provocado un accidente aquél día. ¡Lo habías denunciado!
Any permanecía con la cabeza abajo… Después la subió viendo a su profesor con el puño recostado en la pared dándole la espalda.
-¡Lo siento! (Any tenía mucho sentimiento pero quería evitar llorar de nuevo.)
-Estuviste alejada el tiempo suficiente para hacerme un gran hoyo en el estómago y el corazón. Sé que fue culpa mía, todo desde un inicio fue mi culpa. Es importante y tenemos que reconocer cuando nos equivocamos. ¡Me equivoqué contigo y posiblemente me equivocaré de nuevo porque no controlo tus pensamientos ni tus decisiones! (Ken apretaba las palabras pero su voz estaba quebrada) Pero yo… Yo… Estoy enamorado de ti, Any. Y no es una equivocación, es lo mejor que me ha pasado alguna vez. (Volteó y miró a Any a los ojos, le dio una sonrisa y dejó caer una lágrima por sus mejillas mientras recostó su espalda en la pared del pasillo a la entrada de la sala. Any miró fijamente sus ojos, ella estaba frente a él también con la espalda pegada a la ventana.)
-¡Siento escuchar eso! Que al principio fui una equivocación… (Any bajó la mirada triste.)
-Any… Yo… No dije eso…
-Sí, eso dijo… (Any entristeció más.)
Ken la sorprendió yendo hasta ella acorralándola con su cuerpo contra la ventana. Al estar cerca de sus ojos, acercó sus labios a los oídos de ella.
Él empezó a hablar despacio…
–Beso.
Dulce fuera el vocablo en vuestra boca, (Suspiró)
mas no lo pronunciáis. Si os quema el labio,
¿qué no haría la acción? Sed generosa, (Besó detrás de su oreja y Any no pudo evitar soltar un gemido.)
venced vuestro temor… sin daros cuenta.
Ha poco os deslizasteis sin zozobra
de la risa al suspiro y del suspiro
al llanto… Deslizaos más ahora (Suspiró de nuevo)
y llegaréis al beso sin notarlo,
pues la distancia entre ambos es tan poca
que un solo escalofrío los separa.
-Calla… (Dijo Any, recordando el diálogo)
Y Ken empezó a besarla, por el cuello, en la mejilla y culminó como atrapado en sus labios dándole su aliento con lo complicado que era respirar y saborear el dulce sentir de su lengua. No estaba siendo tosco pero oír el ruido de Any mientras se besaban lo estaba volviendo loco… La besaba cada vez más, con más pasión. Fueron segundos, no… Fueron minutos sin despegarse. Él sólo tocaba sus brazos, su cintura… No quería propasarse.
Pero ella lo empujaba con la misma intensidad, él se dio cuenta a dónde quería llegar. Quería que él llegara al sofá.
Any se quitó el suéter y se quedó en una blusa delgada.
Ella hizo retroceder a Ken hasta caer sentado en el sillón, no dejaban de mirarse con inocencia, ternura y pasión.
Para él era una locura pero sabía cuándo parar, dejaría que un beso fuera el tema principal de ese acto.
Hasta que Any subió sobre sus piernas a ambos lados de las caderas de Ken, se acercó a besarlo, le besaba el cuello, los labios, se entregó al momento, él estaba más que extasiado, dejaba que ella le hiciera sentir todo eso que sentía, le hacía perder la razón.
–Un juramento hecho de cerca;
un subrayado de color rosa
que al verbo amar añaden; un secreto
que confunde el oído con la boca;
una declaración que se confirma;
una oferta que el labio corrobora;
un instante que tiene algo de eterno
y pasa como abeja rumorosa;
una comunión sellada encima
del cáliz de una flor; sublime forma
de saborear el alma a flor de labio
y aspirar del amor todo el aroma…
Ella le recitó eso al oído, él estaba sorprendido que ella supiera el verso de memoria lo que le hizo pensar que estaba soñando.
Any se separó un poco de él mientras besaba sus labios y empezó a bajar sus manos para desabotonar la camisa de su profesor. Él dejó que hiciera eso.
Después retrocedió y tomó la correa de su pantalón, primero posó sus manos ahí haciendo que Ken soltara un gemido de exitación.
-No, amor, no hagas eso… No Ahora. (Ken le hablaba mientras la besaba.)
-¿Por qué no? (Any lo besaba con más intensidad.)
-Ahora no es correcto.
Ken tomó a Any de la cintura, con ligera fuerza la acostó completamente en el mueble, se deslizó sobre ella para dejarla sentir un poco de su peso y su calor. Empezó a besarla con delicadeza sobre los labios para calmarla, después cerró los ojos delante de ella y comenzó a inspirar el aire muy profundo.
-No me esperaba esto hoy. (Dijo Any)
-Yo me esperaba más que esto, cualquier día, algo más… (Ken le hablaba con los ojos cerrados, levantó una ceja al ver lo que imaginó y le dio una sonrisa traviesa a Any, aún con los ojos cerrados.)
-No has llamado a mi mamá… (Dijo Any tranquila.)
-No lo haré, te llevaré a casa.
-Quiero quedarme esta noche… (Dijo Any con tono travieso.)
-Ni lo sueñes, pequeña… (Ken abrió los ojos y le dio un pequeño beso en la nariz.)
-¿Me tiene miedo, profesor? (Dijo Any con ojos inocentes.)
-Nop, pequeña… Me tengo miedo a mí y mucho. (Volvió a sonreír y cerró los ojos)
-¿Está cansado?
-Nop… Estoy guardando este momento en mi cabeza y pensando cómo voy a decirle a tus padres que me dejen estar cerca, de esta manera… Sí me entiendes…
-No había pensado en eso… Y… ¿Por qué no lo hacemos ahora?
-¿Decirle a tus padres? (Ken abrió los ojos y la miró directo a los labios.)
-No… Me refiero a desnudarnos, subir a tu habitación, enredarnos entre las sábanas, dejarnos llevar y darnos una ducha juntos para luego quedarnos dormidos…
-¿Y después cómo vería a tus padres a los ojos?.. ¡Me sorprende lo directa que eres! Me haces temblar. Pero te conozco de tiempo, sé que no sabes callar cuando te dicen que calles. (Any sonrió.)
-Tengo una duda… ¿Por qué hablamos en voz baja? (Dijo con ternura.)
-No lo sé, es sutileza supongo… (Ken le dio una sonrisa traviesa.)
-Jajajaja…
-Sabes… No me ha faltado ganas de hacerte mía… (Ken la besó.)
-Ahora usted me ha hecho temblar… (Ella se sonrojó.)
-¿Sí, Srta. Any…? Eres una pequeña traviesa…
Ken empezó a hacerle cosquillas… Se besaron por mucho tiempo más hasta que llegó las nueve de la noche y la llevó a su casa.
Any al llegar a su casa con esa sonrisa nunca antes vista en su rostro, su mamá se extrañó.
-¿Dónde estabas?
-Con el chico que me gusta… Pero tranquila, no hicimos nada más que besarnos…
-Ahhh ok… Pasa una buena noche.
La vio subir a su habitación.
La mamá estaba despreocupada… Sabía que había estado con su profesor…
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“Quien tiene magia, no necesita trucos” – Anónimo
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