Profesor de Literatura Capítulo XIX ¿Qué estoy haciendo?

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NARRADOR OMNISCIENTE

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-¿Any?.. (Se hizo el silencio en la habitación de Ken)

-Oh vaya, estaba soñando… (Dijo en voz alta)

Vio hacia la ventana, casi amanecía. Se sentó en el borde de su cama, puso los codos sobre las rodillas y con sus manos tapaba su rostro.

Recordaba el sueño que tuvo, uno donde Any y él cenaban en un restaurante de comida japonesa, un lugar romántico, apartado de la ciudad.

-¿Qué estoy haciendo? (Dijo para sí mismo)

Ken no se veía preocupado, todo lo contrario, tenía una sonrisa en el rostro que nadie podía quitarle. Recordaba la noche anterior con ella, con la pequeña alumna que ahora se había convertido en un amor secreto…

***

Las horas pasaron, se acercó la hora de dar clases. Ken estaba ansioso de verla, no sabía cómo ella iba a portarse con él e incluso no sabía cómo él iba a comportarse.

Se hizo esa pregunta curiosa una y otra vez… Su novia, su estudiante favorita estaba dispuesta a estar con él de forma íntima y cercana, nunca se lo hubiera podido imaginar de Any, con esa forma de ser tierna, engreída todo el tiempo, convenciendo con pucheros… Pero es que ¿No era una niña realmente?.. Era una jovencita sincera que sólo estaba expresando lo que sentía con sus palabras… Ken le había dado tanta literatura en esos últimos meses que era de suponer que algo sacaría de los libros románticos…

Ken llegó muy bien vestido y perfumado como cualquier día del trabajo, impecable, con una seriedad de muerte y cara de “Ten cuidado a quién le quieres hablar”. Ingresó por la puerta principal, subió por las escaleras hasta el tercer piso, pasó a través de esa puerta de vidrio, buscó su lugar y se sentó para poner al día sus labores. 

Había pasado una semana anterior cargado de pruebas y exámenes, y esos días eran más relajados. 

Se perdió en un instante frente a esa pila de hojas, monografías, encuadernados del noveno ciclo, y algunas conferencias pendientes para esa misma semana. 

La conferencia más cercana era al día siguiente, presentaba una colección de poesía bastante pequeña que donaría a su escuela para los estudiantes de literatura.

Mientras estaba en sus pensamientos entró Leonel a la amplia aula y cerró la puerta detrás de él.

-¡Querido amigo! Si es que lo somos… ¿Cómo estás? Veo que estás ocupado.

-Estoy bien… Aunque un poco ocupado. (No dejó que ninguna facción cambiara en su rostro)

-¡Dios mío, Ken! Me das miedo…

-Jajajaj… ¡Tú sí que me haces reír! Sabes que mi cara es así.

-Vaya, hasta que por fin tu cabeza le ordenó a tu rostro sonreír.

-Amigo, me da gusto verte.

-Venía de curioso, un poco impertinente y curioso.

-¿Me preguntarás acerca de Any?

-Así es… No te has vuelto a acercar de nuevo, no me has dicho nada. Además se me hizo bastante interesante lo que me contaste acerca de esa pequeña.

Ken hizo a Leonel sentarse frente a él… Aún era muy temprano. Any no podía aparecer.

-La besé… Y si no fuera por el temor que había en mi cabeza, le hubiera hecho el amor… Pero sabes que esas cosas no podría permitir que sean tan simples para mí. En la situación en la que estábamos era incorrecto, era tonto… ¡La deseo tanto, Leonel! Pero quiero tener el lugar correcto, el momento correcto. Además quiero darle un sorpresa el día de mañana.

-¿Esa sorpresa tiene que ver con tocarla?

-¡No seas simple, Leonel!.. Hasta ahora quisiera cortarme las manos por haber estado tan cerca de tocarla en lugares prohibidos de su delicada existencia femenina.

-¡No lo soy, lo juro! Déjame confesarte que lo que estás pasando también es desconocido para mí… Por cierto… ¿Qué te dijo ella, cuando la besaste?

-Ella… Ella es tan inocente como tú y yo pensamos. Aunque me habló con valentía diciendo que estaba dispuesta a subir a mi habitación para hacer el amor conmigo… A pesar de eso ella es tan inocente, no sabe lo que dice, no sabe qué es que un hombre la tome entre brazos y la haga suya. Es más que un libro en verso, ella cree que es un capítulo terminado y uno nuevo por comenzar. Ella tiene que entender que no es tan simple como dejarse llevar…

-Pobre niña, parece que la harás esperar… ¡Eres sabio, Ken!.. Por respetarla.

-Cuando ese momento venga nunca va a poder olvidarlo. Aunque ahora quisiera arrancarle la ropa con los dientes.

Apretó la mandíbula al decir eso y sonrió frente a Leonel con cara de bandido.

-Jajajaja… ¡Te desconozco!

-Sí, compañero, yo mismo me desconozco de estos sentimientos externos.

-Ken… No importa que ella sea más pequeña que tú, las chicas de ahora son muy maduras en sus acciones, en sus decisiones, y Any es más que una chica respetable, quizá añorada por muchos varones en esta universidad, incluyendo el profesor de fotografía, el veinteañero de seductor con melena de príncipe italiano, o quizá el ayudante de Fill, de epistemología, aquél muchacho le hecha el ojo a todas las de comunicación… Pero Any no es como las demás…

-¡No puedo creerlo, Leonel… Tienes bien vigilada a Any!

-Lo siento, es una chica hermosa y no eres el único que ha pronunciado el nombre de esa joven en sus labios.

-No me quieras preocupar… ¿De qué hablas?

-Hablo de Cornelius… Teorías de la comunicación… “Any es una chica admirable, una chica aplicada, hermosa, inteligente y presumida… Si yo tuviera tan sólo diez años menos”… Eso fue lo que dijo.

-¿Y por qué te hablaba de Any? (Ken miró extrañado a Leonel)

-Porque le dije que ella me gustaba… Bueno, dije que me hubiera gustado tenerla de alumna en la escuela de literatura.

-¿No me estás mintiendo, verdad?

-Claro que no.

-Mmmm, ojalá no me tope con alguien que quiera hablar de Any de esa manera, que sea de la escuela de Comunicación y… Menos de la escuela de Literatura. 

Le envió un mensaje directo a Leonel con la mirada. Él lo entendió de inmediato.

-Tranquilo, no volveré a hablar de Any con nadie, menos contigo.

-¡Fuera de mi vista, Leonel! Jajaja… ¡Eres una patada en el estómago!

-Jajaja, está bien.

Leonel iba de salida después de despedirse y al llegar a la puerta…

-¡Eyyy! ¡Ahí viene la joven!

Ken, se paró de inmediato en menos de un segundo y se puso más que nervioso, no sabía si sentarse en el filo de la mesa o volver a donde estaba y esperar que ella se acerque.

-¡Estaba bromeando! Jajajajaj (Dijo Leonel)

-Te voy a matar!!! (Dijo Ken con voz ronca)

Ken se sentó y Leonel volvió a aparecer en la puerta.

-¡Ahora sí viene! (Leonel se aguantaba la risa, le habló en voz baja)

-¡Impertinente, vete de aquí!

Ken vio hacia la puerta esperando que Leonel se largara y entonces apareció ella, se acercó al impertinente y se quedó con él en la puerta. Estaba que le carcomía la curiosidad al pobre profesor por saber qué le decía Any.

Él intentó meterse en su trabajo, aunque estaba ansioso por saludarla.

Vio de reojo que terminó de hablar con Leonel, se despidió, caminó hasta él y le habló.

-Te ves muy guapo el día de hoy.

Él no le respondió, se quedó en silencio. Any se acercó aún más y sabía que algo tramaba.

-¿Profesor Ken?

Él permaneció en silencio con los ojos clavados en los papeles que tocaba.

-¿Y ahora qué le hice? (Any sonó un poco enojada pero él decidió responder con seriedad.)

-¿De qué hablabas con Leonel? ¿Desde cuándo le das un beso en la mejilla? (No volteó a verla ni un segundo)

-¿Qué? Jajajaja… No puedo creer que seas tan celoso… 

-Un hombre celoso es un hombre enamorado… (Dijo serio aunque no pudo evitar que una sonrisa se dibujara en su rostro… Seguía sin mirarla.)

-¿Hablas enserio? ¿Enserio… estás enojado?

-Te pregunté algo… 

-¡Por Dios…! Sí que hablas en serio. Pues… Lo saludé, le pregunté por las conferencias de mañana… Si es que iba a presentar algo pero me dijo que él no, que en cambio tú sí ibas a presentar un recopilatorio de poesía… De eso no me habías hablado.

-No he tenido tiempo de contarte eso… Y… Creo que te pregunté algo primero… ¿Desde cuándo saludas a Leonel de beso?

-Hace como un mes, las veces que lo encuentro o me despido.

Ken guardó silencio y añadió…

-Bueno, luego hablamos de eso… De Leonel… (Ken la miró con seriedad y regresó a los papeles… ¿O los había perdido?)

-Profesor, creo que se levantó del lado equivocado de la cama. Mejor me voy… (Any estaba triste, esperaba una mejor comunicación con él.)

Se volteó para irse y él se levantó de inmediato, la tomó de la cintura y la sentó en su regazo.

La miraba directo a los ojos, muy seductor, como trasmitiendo lo que estaba en su mente con los ojos y la sonrisa. 

-¡Ey, nos van a ver! (Dijo Any sorprendida viendo esos ojos intensos de color azul.)

-No preocupes, no hay nadie ahora, las primeras clases empiezan a las siete treinta y los profesores llegan directo a sus aulas.

-Pensé que estabas enojado conmigo.

-No podría aunque quisiera. (Él no le despejaba la mirada, tanto que la hacía ponerse nerviosa.)

Any bajó la mirada, se sintió intimidada por esa fuerte mirada.

-Me pones nerviosa…

Él la acercó más como cargando una maleta que no pesaba nada, y pudo besarle el cuello y hablarle al oído en secreto.

-Si supieras que hay tantos profesores que quisieran tener esto que tengo contigo, el poder tocarte, el poder decir que siento tantas cosas por ti, el poder invitarte a salir.

Any suspiró, no podía creer que lo tenía tan cerca y le estaba diciendo todas esas cosas.

-¿Profesores? Eso me sorprende… También explica la molestia que te causó el que haya saludado al respetable profesor Leonel.

-Sí y no… Luego hablamos de eso.

-EStá bien… (Any se acercó y le dio un beso inocente en el rostro)

La levantó con delicadeza de su regazo tomando su mano como una fina dama, la acomodó frente a él y regresó a su lugar. Cruzó los brazos viéndola coqueto y le preguntó.

-Any… ¿Quieres ser mi novia… Para así estar en una relación seria conmigo?

-Sí, seré tu novia (Any sonrió casi sin creer la propuesta)… Y si quiero tener una relación seria contigo.

Ken alzó una caja larga que al parecer había estado escondida debajo de la mesa o en la silla.

-Entonces acépta esto…

Ken le entregó la caja. 

Ella lo abrió, era un separador para libros se veía como de plata pero en la parte de arriba un corazón agrupaba sus nombres “Any y Ken”, este era de oro.

-¡Woww es encantador!

-Falta algo más… Busca bien en el fondo de la caja.

Any vio bien y dentro había una medalla con cadena, tenía el mismo diseño que el separador.

-¡Es hermoso!

-Sólo te pido… No me vayas a decir cursi porque sabes que sí lo soy.

-¡Eres tan lindo! Y creo que no tendré problemas en ponérmelo ya que nadie sabe tu nombre.

-Algunos colegas lo saben.

-Entonces por eso me regala cosas… ¿Para marcar territorio?

-Así es… Jajaja, claro que no, pequeña… Es sólo como símbolo de que tenemos una relación.

-¡Eres tan cursi, me encanta eso, profesor!

-Lo sé… Sí lo soy… Jajaja… Pero también marco el territorio. Todos te preguntarán… ¿Quién es Ken? Y tú dirás; “Es mi apuesto, maduro y poético novio”

-Jajaja, diré exactamente eso.

-Ya ve al salón, pequeña. Al final del día te veo en el estacionamiento. ¿Quieres ir a comer un helado, o quizá un capuchino con un pastel de vainilla?

-Me encantaría. 

Los dos se pusieron de pie, Any tomó sus cosas, se acercó a Ken para que le colocara la cadena, una que tenía consigo una semana atrás. La abrazó pero ella se giró, por algún motivo tenía miedo que alguien los vea.

Ken se acercó a darle un beso suave en los labios y Any continuó con uno más largo.

-Hasta más tarde, hermosa.

-Hasta más tarde, profesor.

Ella le guiñó un ojo y luego se fue veloz de ahí.

Ken vio cómo se fue, diciéndole “profesor” para provocarle enojo.

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“En los corazones de los hombres más temerarios hay cuerdas que no se dejan tocar sin emoción.”  – Allan Poe

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