Profesor de Literatura Capítulo X Ser o no ser

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NARRADOR OMNISCIENTE (Un mes después)

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-En esa fotografía, ¿Cuántos años tenía?

-Unos veinticuatro años de edad, fue mi último año de servicio, al mismo tiempo iba a la universidad del ejército y culminaba la carrera de literatura.

-¡Woww! ¡Se le veía tan guapo!

-¡Siempre he sido guapo, hija mía! (Hizo un tono de voz al estilo reverendo nativo de España)

-Jajajajaja ¡Disculpe reverendo, Ken!… Un día me dice “Any”, otro me dice “Srta” otro me dice “Pequeña”, “Alumna” “Estudiante” “Chinche” jejejeje, es la persona que más formas a utilizado para referirse a mí.

-Y todas esas tienen una sutil explicación. (Hizo el rostro serio, más que alzado mientras que ponía las manos juntas como rezando.)

-Jajajajajajaja, no pensé que fuera tan gracioso, me hace reír. Debería reír más… Entonces eso del ejército explica por qué es tan disciplinado, tan ordenado con su forma de vestir… Y sus zapatos… ¡Vaya… Esos sí que brillan!

-¿Te gusta? (Los dos vieron los zapatos que parecían espejos)

-Así es, porque se le ve recto y profesional. Todos deberían vestir así… Hace unos días leí en una revista de emprendedores que uno debía vestir conforme al puesto que quiere ocupar.

-Ajáaaa… ¿Entonces visto como un profesor de literatura?

-Viste como un profesor alemán de Literatura jajajaj.

-Jajajaj ¿Y tú cómo vistes?

-Yo visto como una alumna de primer año jejejeje.

-¡Qué graciosa!.. Vamos, ya tiene que ir a su clase de Lengua.

-Aún falta media hora pero tiene razón porque necesito escoger  el poema que tengo que recitar. Era un pequeño fragmento de una novela clásica.

-¿Qué tal “Ser o no ser” de Hamlet?

-Estaba por esa y la de “El príncipe constante – Primera Jornada”

-No, esa no… Ya sé cuál puedes recitar… “La vida es un sueño” de Calderón de la barca. Es un poco largo pero es hermoso.

-Sí lo he leído, no había pensando en eso… ¡Tiene razón! Recitaré ese fragmento.

-Bien… ¿Cuándo vas a recitar?

-¿Por qué? ¿No piensa filmarme o sí? ¡Qué vergüenza de que llegue de pronto con una cámara filmadora! De por sí todos los alumnos creen que soy su hija…

-¿Lo dicen por el cabello castaño o por lo inteligente? (Cerró los ojos e hizo cara de no querer escuchar mientras que cruzaba los dedos.)

-Por mis buenas notas, claro está.

-¡Excelente!.. Y siiii, sí llevaré mi filmadora porque quiero grabarte para que veas qué te falta al recitar.

-Mmmm ¡Qué verguenza! Pero está bien… Recitaré este miércoles. Por cierto ¿A qué hora termina clase, hoy? Tengo algo que darle, es un obsequio.

-¿Un obsequio para mí?

-Sí, una sorpresa.

-Interesante… (Puso cara de asombrado y se tapó los oídos) Sabe que me desocupo a la misma hora de siempre, ven cuando quieras.

-¿Por qué puso esa cara? (Any puso cara de confundida por los gestos tan improvisados y locos del profesor Ken.)

-¡Es que soy muy impaciente, ya quiero ver esa sorpresa!

-Jejejeje. Ok… Entonces nos encontraremos en el mismo lugar de siempre a la misma hora…

-Bien (El profesor hizo el característico pulgar arriba de Any)

Any empezó a alejarse y volvió a voltear para decirle:

-Y ya no beba tanto café… ¡Se está poniendo un poco loco!

-¡Qué malcriada! (Dijo cerrando levemente los ojos y cruzando los brazos como llamándole la atención)

Y así Any tenía entre manos la mejor sorpresa para su profesor, era más que un regalo, era como la piedra filosofal para un alquimista pero en versión literatura… Bueno no es tanto así pero muchos literatos ambicionaban algo parecido a eso…

Por eso adelantemos el tiempo, el de las clases de Any y el de las clases del profesor Ken  para mostrar justo este momento…

Entonces

Las horas pasaron…

Any se fue a buscar al profesor Ken… Ya saben dónde, a la sala de profesores pero él no estaba ahí, le dejó una nota sobre la mesa de que había ido a casa a conseguir un obsequio para entregárselo a ella.

Ella se quedó muy sorprendida porque no era necesario algo así, en la nota también decía que se encontrarían en una media hora después de que leyera la nota en el estacionamiento de la escuela.

Any caminó hacia el estacionamiento pero el auto aún no llegaba y como el tiempo se fue rápido, no tardó en ver cómo el auto se iba acercando.

Ella contempló con impaciencia que estacionara en el mismo número de siempre y entonces él la invitó a subir.

-¡Profesor! No tenía que darme nada, ya bastante me ha ayudado con los exámenes bimestrales y todas esas mono-grafías.

-Es que no podía dejarla así… Además, si el regalo que me das me gusta, entonces te doy el tuyo pero si no… Jajajaj, igual te lo daré.

-¡Ayy! Ya me estaba asustando, pero no me preocupo porque sé que le va a gustar… ¿Está listo?

-¡Sí! Aunque tengo que confesar que estoy nervioso…

-Bueno, bueno, está bien… ¡Cierre los ojos y junte sus manos en forma de pozo!

Any tomó algo que parecía como un libro envuelto en papel Kraft amarrado con cuerda de color beige. 

Con mucho cuidado deslizó su mano sobre la mano izquierda de su profesor y la puso boca arriba, la dejó ahí hasta que colocó con cuidado el paquete sobre ella, después tomó la mano derecha del profesor y la reposó sobre el lomo del paquete. Después de un segundo le dijo:

-Ya puede verlo.

Entonces él abrió los ojos y miró sus manos, también contempló la envoltura del paquete por un par de segundos antes de empezar a quitarle la cuerda.

-¿Es un libro?

-Mmmm… Algo así…

Él quitó el papel kraft muy lento y con cuidado… Y al comenzar a leer la caratula del libro, lo colocó muy suavemente sobre sus piernas y se tapó la boca con las dos manos…

-¿Cómo? ¿Cómo es posible que hayas conseguido…?

-Era uno de los tesoros más preciados que tenía en mi biblioteca, me lo regalaron sin querer el año pasado, la persona que me lo dio lo encontró en una tienda de libros de segunda mano y ni si quiera sabía el valor que tenía.

-¡Ohhh Dios! ¡Es increíble! Es “El retrato del Sr. W.H.” Primera publicación del año 1889 de la revista Blackwood’s de: Oscar Fingal O’Flahertie Wills Wilde… ¡No podía ni imaginar que era esto, Any!.. Este mismo cuento se subastó el año pasado en veinte mil dólares y estaba diez veces más deteriorado que este. Es una reliquia…

-Si piensa en subastarlo entonces no se lo doy.

-Claro que no, no puedo aceptarlo. ¡No puedo aceptarlo, Srta. Any!

-Se lo obsequio porque su amistad vale más que este libro, profesor.

-¡Ohh, Any! ¡Muchas gracias!

Any sonreía porque sabía que Oscar Wilde era uno de los escritores favoritos del profesor Ken. Estaba feliz por darle ese obsequio.

-Y bien… ¿Ya puedo tener mi obsequio?

-Sí, cierra los ojos… 

Any cerró los ojos, no estaba tan nerviosa como él. 

El profesor sacó una bolsa de plástico de color blanco, con eso había envuelto casualmente un libro… ¡Qué interesante! ¿Quizá otra primera edición?

Se lo puso en las manos y le dijo:

-No es un libro tan increíble como el que me diste pero también es una primera publicación.

Any abrió los ojos, lo retiró de la bolsa y comenzó a leer “Doce cuentos peregrinos” Gabriel García Márquez – Publicación de 1992″

-¡Vaya, nunca había tenido un libro de primera publicación de un autor que es premio nobel! Este sí le debe haber costado muy caro.

-De hecho también llegó a mí muy similar como te llegó este libro que me diste. Lo he leído mucha veces y sé que te va a gustar, son cuentos cortos porque a ti también te gusta escribir cuentos. 

-Muchas gracias, profesor. Trataré de leerlo muy lento para disfrutarlo y prometo que lo cuidaré al igual que cuido mis otros libros.

Se quedaron en silencio cada quién en su lugar, estaban contemplando sus regalos, tenían ganas de leer pero al mismo tiempo dijeron…

-¿Primera publicación?

-¿Primera publicación?

Así es, los dos habían pensado en lo mismo, pero no lo dejemos a la casualidad ya que gustaban de la literatura y las primeras publicaciones de libros como ya lo habíamos mencionado son los mejores regalos que pueden recibir y que pueden dar.

Ok, está bien sé que no les convence esta conclusión así que vamos a la comidilla…

Ellos estaban pasando tanto tiempo juntos que comenzaban a absorber la personalidad del otro, el profesor Ken pasó de tratarla de “usted” todo el tiempo para llamarla “Any” de ves en cuando y Any pasó de ser imprudente con sus palabras para comenzar a pensar como una adulta. Y dejando de lado de eso, ellos estaban pasando tanto tiempo juntos que ni si quiera se daban cuenta.

-Avísale a tu mamá, vamos a ir a mi casa. He conseguido el fragmento de calderón de barca, quiero que lo estudiemos y recitemos para que des una buena presentación en lengua.

-Ok, le enviaré un mensaje para que vaya a recogerme a las ocho de la noche.

-Dile que a las siete, no creo que tardemos.

-Sí está bien.

Arrancó el auto antes guardando y cubriendo los dos libros con su saco en los asientos traseros.

No estaban tan lejos de su casa porque fueron como quince minutos hasta que llegaron.

Él se estacionó en el espacio frente a la casa, bajaron del auto y fueron hasta la puerta.

-Me sostiene esto, por favor.

-Sí claro…

Any sostuvo su maletín y los dos libros como cargando un bebé.

-Bien, esta es mi humilde casa, la compré hace siete años, trato de que esté siempre ordenada pero a veces es inevitable no dejar libros por ahí.

-Huy ¡Qué desordenado! un día debería mostrarle mi habitación para que se pregunte ¿Esto es desorden? 

-No quiero ni imaginar cómo se ve esa habitación pero no te preocupes no te juzgo porque será un defecto que se irá con el tiempo.

-Eso espero.

-Ven, sube, iremos al estudio, ahí está mi biblioteca y mi sagrado escritorio.

-¡Excelente!

Subieron y sin perder el tiempo, Ken hizo que su pequeña alumna se siente en la silla posterior a su escritorio, él utilizó la que estaba frete a esta.

Abrió el cajón y de este sacó una hoja impresa con el siguiente texto que empezó a recitar.

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-…”Es verdad, pues: reprimamos

esta fiera condición,
esta furia, esta ambición,
por si alguna vez soñamos.
Y sí haremos, pues estamos
en mundo tan singular,
que el vivir sólo es soñar;
y la experiencia me enseña,
que el hombre que vive, sueña
lo que es, hasta despertar.


Sueña el rey que es rey, y vive
con este engaño mandando,
disponiendo y gobernando;
y este aplauso, que recibe
prestado, en el viento escribe
y en cenizas le convierte
la muerte (¡desdicha fuerte!):
¡que hay quien intente reinar
viendo que ha de despertar
en el sueño de la muerte!


Sueña el rico en su riqueza,
que más cuidados le ofrece;
sueña el pobre que padece
su miseria y su pobreza;
sueña el que a medrar empieza,
sueña el que afana y pretende,
sueña el que agravia y ofende,
y en el mundo, en conclusión,
todos sueñan lo que son,
aunque ninguno lo entiende.


Yo sueño que estoy aquí,
de estas prisiones cargado;
y soñé que en otro estado
más lisonjero me vi.
¿Qué es la vida? Un frenesí.
¿Qué es la vida? Una ilusión,
una sombra, una ficción,
y el mayor bien es pequeño;
que toda la vida es sueño,
y los sueños, sueños son…”

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-¡Sí que es extenso! Pero me esforzaré.

Y así se quedó Any y su buen profesor Ken recitando una y otra vez las mismas palabras de ese fragmento famoso…

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“¿Qué es la vida? Un frenesí.
¿Qué es la vida? Una ilusión,
una sombra, una ficción,
y el mayor bien es pequeño;
que toda la vida es sueño,
y los sueños, sueños son” 

– Calderón de la Barca “La vida es sueño”  1635

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