NARRADOR OMNISCIENTE
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Any llegó temprano a la facultad, estaba feliz porque había sido capaz de escribir dos poemas completos para su tarea de la clase de literatura, se moría por ir a presumir sus poemas al profesor de Literatura.
Pero desde que entró sentía extraño como si alguien la seguía, ella miraba hacia atrás de vez en cuando y había visto que era un Joven alumno.
Después de un momento ya no le dio importancia.
Cuando estaba de camino al salón de profesores se encontró con su amiga Laura.
-¡Hola Lau! ¿Por qué vienes tan temprano a la uni.?
-Es que necesitaba tramitar unos permisos de estudios y unas constancias, es que salgo de viaje con mi hermana mayor.
-¡Qué bueno por ti! Espero que te den esos permisos.
-¿Quién es ese chico que nos está viendo?
-¿Ah?
-Sí, hay un joven, como a veinte metros detrás de ti, no deja de verte y esconderse detrás de su libro.
Any volteó confundida y el joven hizo que hablaba por teléfono.
-No lo sé, Lau. No conozco a ese chico, quizá es un admirador jejejej.
-Jajajaja, pues suerte con él. Estoy un poco apurada así que nos vemos luego.
-Adiós, Lau. ¡Cuídate mucho!
Any volvió a voltear pero el joven no estaba, así que no le dio importancia y siguió hacia la sala de profesores.
Al llegar el profesor de literatura no estaba entonces se sentó a esperarlo.
Los minutos pasaban junto con la impaciencia así que tomó la mochila, la puso sobre la mesa, sacó la tarea de lengua española y empezó a revisar los borradores.
Pasaron como veinte minutos pero Any estaba tan metida en su lectura que no lo notó, también se sentía tensa por haber encontrado errores de dislexia.
De pronto dos voces venías por el pasillo de tercer piso hacia la sala de profesores, eran dos personas; El profesor Leonel y el profesor de Any.
-No pierda cuidado, ya tengo todo listo, los dos autores vendrán para esa conferencia.
-Gracias Leonel, sentía que no podía contar con los demás para esto, estaba tan tensionado que me puse mal en la noche, creo que la presión se me bajó. Voy a ir a la facultad de medicina, me haré un chequeo por si acaso.
-No te presiones, Ken. Aún falta un mes, ni si quiera se han enviado las invitaciones para los demás profesores.
-¡Santo cielo! ¡No me digas eso!
-Tranquilo, ya están terminadas, en la tarde las traen de la imprenta y las virtuales también se entregarán… (Vio su reloj) Hoy en dos horas.
-Gracias y por favor llámame cuando se hayan enviado todas las invitaciones.
Todos podríamos pensar que Any había escuchado esa conversación pero se veía tan distraída que vamos a descartar eso.
-Srta. Bautista… ¡Buenos días!
-¡Buenos días, profesor Ken!
Si están siguiendo esta lectura, por favor ignoren lo que dije acerca de Any hace unos segundos, es impresionante creer que escuchó la conversación de los profesores.
-Jajaja, es muy astuta Srta. Any ¿Escuchó al profesor Leonel decir mi nombre, cierto?
-Así es… Sus voces son fuertes, profesor.
-Mmm… Ok… ¿Tuvo que esperar mucho tiempo?
-Creo que unos cinco minutos, no se tardó más que eso.
-¡Muy bien!… Ah, le pido algo. No le diga mi nombre a nadie.
-¡Sí, está bien! No hay de qué preocuparse.
-Tampoco me digas: “Profesor Ken”
-Está bien (Any hizo su característico pulgar arriba)
-¡Ese dedo se lo voy a cortar!
-¡Ups! Es que me olvido. Pero sí, tiene razón.
Any puso cara de meter la pata, pero en realidad estaba avergonzada. La diferencia de comportamientos entre su profesor y ella era abismal, él era sabio, leído, recto, modoso y ella era relajada, joven, desorientada y le faltaba prudencia. (Era una adolescente completa ¿Qué se puede esperar?)
-¿En qué quería que le ayude? ¿Me trajo las copias?
-Sí las traje, las dejé en esa esquina. ¿Sabe? Tuve que pedir ayuda al chico de la copiadora porque eran demasiadas hojas.
-¡Gracias Srta. Bautista! Sabía que podía contar con usted.
-Pues ahora yo voy a contar con usted. ¡Estos son mis ensayos, están en borrador!
Any le acercó en sus manos las hojas de cuaderno que estaban escritos con lapicero azul. Eran dos ensayos acerca de la gramática en la lengua española y la otra era de sintaxis y ortografía.
-A ver, déjeme ver.
Él tomó los ensayos y empezó a leerlos con mucho detenimiento, incluso sacó su lápiz y empezó a rayarlo.
Any veía con confianza, no se preocupaba de eso. Después dejó de observar y sacó un libro de lengua, que es el libro de donde ella tomó toda la información para sus ensayos.
Empezó a leer sus apuntes en las pegatinas para matar el tiempo.
El profesor tomó una hoja blanca y vacía de su maletín. Ahí empezó a hacer muchos apuntes. Observaba la redacción de Any, observaba el interés que ella tenía de darle la confianza y hacerlo sentir inteligente e importante.
Al pasar un momento de pronto vio que en la puerta de vidrio había un Joven asomándose una y otra vez viendo hacia donde ellos estaban.
-¿Srta. Bautista?
-¿Sí, profesor?
-Aquél joven no deja de vernos, creo que quiere hablar con usted o la está buscando.
-¿Joven?
Ella volteó a ver y él se escondió con mucha rapidez.
-Parece que quiere hablarle.
-No, no lo creo. Mmmm. Me está siguiendo desde la mañana pero no se acerca a hablarme.
-¡Oh, entiendo, es un admirador!
-No, bueno sí… En realidad no tengo ni idea. Pero si me sigue hasta ahora me da mucha desconfianza y para serle sincera empieza a darme miedo.
-¿Quiere que le diga algo?
-Pues, puedo preguntar si me busca a mí o la busca a usted. Quizá averiguar algo más.
-Muchas gracias, eso me dejaría más tranquila.
-Iré ahora mismo antes de que se vaya.
El profesor se puso serio cuando escuchó que ella dijo “Empieza a darme miedo”, y es que en su mente Any era una jovencita débil y distraída y quizá próxima víctima de alguna situación incómoda donde podía peligrar ante alumnos más grandes sobre todo masculinos. Él ya había escuchado casos de acoso entre los alumnos de la facultad.
Entonces se fue directo hasta la puerta, la abrió y vio hacia los lados para encontrar al joven.
Él ahí estaba, sentado en el suelo terminando de pintar una hoja de papel cuadriculada.
-Disculpe, ¿Necesita algo?
-Ahhh… Yooo… ¿Usted conoce a la chica que está sentada en la mesa? Yo… Ella es muy linda, pero no sé cómo acercarme a… Hablar con ella porque soy muy torpe… Y… Por eso he – he -he escrito esto y dibujé una flor.
Su rostro era la de un adolescente inocente y avergonzado.
-Sí la conozco, es mi alumna. Te doy un consejo; Primero: Si deseas puedo llevarle eso que hiciste y entregárselo. Segundo: La próxima vez que la veas acércate y pregúntale qué piensa de eso que escribiste y dibujaste, también le puede decir que gusta de ella y que quiere que salga con usted para conocerla mejor.
-Sí, Eso- so – so, estaría genial… ¡Quiero que sea mi novia!
-¡No!
-¿No qué?
-¡Amigo! ¡Va a espantarla! Tiene que ser más sutil. Si de pronto le sale con que quiere que ella sea su novia se va a ir corriendo porque no lo conoce. Pero si en cambio la invita al cine, quizá la lleva a alguna exposición de arte o a tomar un helado y le platica más de usted, quizá ahí se puedan conocer más y te dará una idea si es que ella puede aceptar ser su novia.
-Pero ya no se suele hacer esas cosas, esas cosas son anticuadas. Los jóvenes ya no invitamos al museo o tomar un helado. Lo de ahora son los conciertos de metal, la discoteca para bailar pegado, los festivales de cómics.
-Ahh no lo creo, al menos no con ella.
-Ahora los jóvenes sólo tienen que darse un beso y ya son novios. ¡Sí profesor, yo sé lo que le digo!
-¿Y usted, para qué quiere ser su novio?
-Pues para besarnos y abrazarla, usted sabe… Cosas de novios.
El profesor se quedó sorprendido con lo que dijo el muchacho y de pronto se imaginó que Any era su hija. Después pensó que ninguno de sus consejos habían sido escuchados.
Resignado le dijo:
-¡Vaya! Le deseo mucha suerte con ella… Mientras tanto le entregaré esta carta.
-¡Muchas gracias, profesor!
-De nada, muchacho.
Él se fue con la carta delante de Any, la miró con preocupación y pensando que si ese chico se convirtiera en su novio, ella ya no iba a ser su alumna y entonces tampoco iba a ayudarlo con las copias. Pero también pensó en el joven enamorado así que le pasó en un instante por la cabeza el tratar de ayudarlo.
-¿Quién era, profe?
-Era un joven admirador…
-¿Suyo?
-No. La admira a usted. Y me encargó que le entregue esto.
-¿Qué es?
-Al parecer una carta de amor.
-¿Me la lee por favor?
-Sí. (Aclaró la garganta)
Nada más Importa
Muy cerca, no importa que tan lejos
No pudo ser mucho más que del corazón
Por siempre confiando en quienes somos
Y nada más importa
Nunca me abrí de esta manera
La vida es nuestra, la vivimos a nuestro modo
Todas estas palabras que no me limito a decir
Y nada más importa
Busco confianza y la encuentro en ti
Cada día hay algo nuevo para nosotros
Abrir la mente para una visión diferente
Y nada más importa
-¡Ayyyyyyyyyy Quéeee ASCO!
Ella dio un quejido de desagrado.
-Disculpe, pero siento que no estuvo tan mal.
Él estaba confundido…
-Esa letra es de “Metallica” el título es “Nothing else Matters”, esa “música” es insoportable para mis oídos, no tiene nada de mi personalidad, quizá le agrade a otros pero a mí no. Es una canción de un grupo que toca METAL, lo sé porque es la que mi primo le canta a su novia “LA CHICA DARK”, ella me da miedo. No me gusta esa música, escucho música en inglés y en italiano, usualmente es música clásica que no tiene letra.
-Tiene que ser más tolerante, ahora ya no se suele invitar a las chicas como antes. Ya no está de moda ir a tomar un helado, ni ir a museos, ni ir al cine. Sino… Ahora con un beso basta para ser novios, ir a bailar a las discotecas, ir a las ferias de Cómics, incluso ir conciertos de “METAL”.
Any, no podía creer lo que escuchó, hasta sintió un dolor de estómago profundo…
-¿Es una broma, profesor… O tengo que decepcionarme de dos generaciones el día de hoy?
-La verdad es que… No me gustaría decir lo que pienso ante eso.
-Yo sí daré una… Una opinión pequeña. Soy una chica que asiste a una clase de literatura que no le corresponde, además asisto a otras seis asignaturas cuando me piden mínimo “cinco” para sumar los créditos del primer semestre. Me gusta la música clásica, me gusta leer y claro que me gustan los museos. El helado de chocolate con vainilla me fascina con muchas chispas de colores, prepararlos en casa me sale más caro… ¡Usted está ayudando a ese chico, ya me di cuenta!
-Mmmm… ¿No le parece hermosa la flor que dibujó?
-¡¿Enserio?! ¿Una rosa negra?.. ¡Rompa esa carta!
-Bueno, es que quizá no tenía otro color… Como color rojo por ejemplo. (Se acercó hacia delante para hablarle con más cautela) No puedo romper la carta, el joven está viendo por la puerta de vidrio.
-¡Yo la romperé!
Any le quitó la carta de las manos, volteó, le sonrió al joven y se fue hacia él.
-¡Espere Srta. Bautista! ¡No hagas eso, lo vas a lamentar!
Ella estaba frente al Joven, se le quedó viendo, pensó en lo que iba a decirle y…
-Soy Any, no me gusta el METAL menos “Metallica”, no me gustan las personas que escuchan esta música y… ¡Deja de seguirme por favor!
-Pero… La letra ¿Te gustó la…
-¡No! Tampoco la rosa negra… ¿Acaso es mi funeral?
-Pero… La letra es lo que siento…
-Amigo, lo siento. ¡Trata de escribir una mejor carta!
Any empezó a trozar la carta delante de los ojos emocionados y nerviosos de aquél muchacho. Mientras tanto el profesor veía desde adentro, se tapó los ojos por ese acto de anti humanidad, ese acto poco sentimental, después se quitó los lentes y tapó su rostro con sus dos manos y sus codos apoyados en la mesa por la vergüenza.
Ella dejó al muchacho solo con su carta destrozada en sus manos, él lentamente se fue derrotado.
Any llegó ante su profesor, se dio cuenta que estaba avergonzado.
-¿Qué quería que haga?
-¡No, Srta. Any! ¡Lo que hizo estuvo muy muy muy muy mal! Acaba de romper un corazón en mil pe-da-zos y eso no se hace.
Ella se sintió mal pero trató de justificarse…
-Es que él y yo somos de diferentes clases, ¿Los juglaría no se juntaban con los clerecía o sí? Porque ellos eran distintos, al igual que ese chico y yo. Es mejor que no tenga ninguna esperanza desde ahora.
-Any, siento llamarte así “Any” pero… Una persona amante de la poesía y la escritura, una persona que gusta leer literatura romántica, una persona que escucha música clásica debe tener dentro de sus entrañas, algo de humanidad… El ser más cuidadosa con las personas que la rodean, lo que hiciste es una maldad. Aquí no tiene nada que ver las clases sociales porque cuando existe amor ¿Qué barrera hay?… ¿No recuerdas la clase que tuvimos?… Any, tienes que ser más delicada… ¡Ohh caray ¿Y ahora qué le pasa?!
Any no aguantó las palabras de su profesor, empezó a llorar con sus manos tapando su rostro… Era un llanto feo, uno que salía desde el fondo de su percepción… Se tapó los ojos antes de que él terminara de regañarla, sintió que él tenía toda la razón y se echó a llorar aún más fuerte porque se sentía muy mal por el joven. Se vio así misma muy mala, una persona fea, horrible y sin sentimientos…
-Srta. Any… Vaya, trate de ir a disculparse.
Any no respondía, estaba muy triste y arrepentida…
-¿Any?
-¿Qué?
Al responderle lo miró y él le vio los ojos llenos de lágrimas y muy descompuesta, quizá ni podía hablar.
-¿Srta, Any? ¡Por favor! Trate de ir a disculparse.
-Está bien… (Se paró muy avergonzada y salió rápido a buscar al joven mientras se secaba las lágrimas.)
El profesor se quedó esperando mucho tiempo como quince minutos. Luego trató de pensar en otra cosa y sacar los pendientes que tenía para las clases.
Any regresó al salón de profesores después de unos minutos más, estaba callada.
-No pude encontrar al chico. (Sus ojos empezaban a hacerse aguados.)
-Srta. Any, no se preocupe. Quizá lo vea luego y podrá disculparse…
Pero Any empezó a llorar de nuevo…
-¿Any?… ¿Srta. Any? (Se acercó a ella y le tocó el hombro)
-¿Sí? (Alzó la mirada y le mostró un rostro con puchero de tristeza y lágrimas)
-Si desea le transcribo los ensayos…
-No, no quiero eso, no me hará sentir mejor. (Tenía los ojos hinchados, era un espanto.)
-Mmmm… ¿Quizá un helado con chispas? (Él quería intentar hacer que no llore. Algo se le tenía que ocurrir)
Ella alzó la mirada y se secó las lágrimas…
-Sí, está bien, un helado estaría bien… (Aún sostenía ese puchero pero la idea de comer helado la hizo sentir mejor.)
-Vamos entonces, que después tenemos clase de literatura. En la facultad de sociales venden con chispas.
-Sí, vamos.
Los dos tomaron sus cosas para guardarlas y luego salir del aula.
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“Consentida: Que está acostumbrada a hacer siempre su voluntad sin que nadie la corrija o la castigue por sus malas acciones.” – RAE
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