Tabla de contenidos
Capítulo 1 Prólogo Capítulo 2 Miradas Capítulo 3 Me conoces Capítulo 4 El Autor 5 Pudin de Chocolate Capítulo 5 Compañera de Habitación 7 Capítulo 6 Cara a Cara part.1 Capítulo 7 Cara a cara part- 2 Capítulo 8 ¿Qué Sudedio? Capítulo 9 La Hilandera part.1 Capítulo 10 La Hilandera part.2 Capítulo 11 Los Secretos de Snape Capítulo 12 Eres mía, te amoLa joven se sentía confundida, aquella confesión le preocupó, el hombre le había dicho que la hechizó para que pensara en él y no de forma romántica… Ella creyó que eso era una buena explicación pero no, todo había sido como un “Ey mira un segundo aquí”
Una sóla inofensiva distracción, todo ese pensar de tantos años era que Snape le gustaba y que además, él, nunca tuvo intensión de corresponderle, no quería corresponder a una menor por eso se portó así con ella.
Severus fue a Hogwarts, sabía que la hallaría ahí, era invisible por su puesto para evitar posibles traumas o que lo confundan con un fantasma. Fue hacia el lago, hasta la torre de astronomía, las altas tribunas del campo deportivo y finalmente a la casa de los gritos donde en cierta forma todo empezó a ser certero para ambos.
Ella lo oyó llegar.
-¿Por qué yo?- Dijo en su tristeza. -¿Si no quería nada conmigo, por qué yo? ¿Por qué me gustó tanto, por qué no pude olvidarlo?
Snape se acercó detrás con pasos lentos mientras ella veía el lago, no la tocó pero su voz se hizo cerca del joven oído con voz baja y suave.
-¿Me preguntas a mí por qué tú?
Yo no quise que esto pase…
pero cuando vi que podía pasar…
fue cuando más quise que no pasara y no pude…
no pude dejarte ir…
Eres eso que comparo con una pequeña lámpara nueva apagada que sigue en el mismo lugar sobre la esquina del escritorio, no la tocas para no estropearla, para no dejar tus huellas sobre el cristal de su cuerpo, aquella lámpara nueva apagada que anhelas tener pero sabes que con tus torpes manos podrías romperla y cuando… Y cuando pensabas que habías olvidado…
Aquella se enciende delante de ti cuando crees que no había más luz que podía guiarme a un camino distinto…
Quería morir pero tu luz me encendió de esa gris forma en que me veía, en que vivía, Hermi ooone…- El Mago soltó la voz con aire tibio y siguió.
-Entonces…
Recordé…
Todos tus pensamientos conmigo. Intenté ensayar en mi mente la forma de decírselo y con cada día se hacía más imposible, tenía la guerra encima, a Dumbledore molestando y a Voldemort matándome lentamente…
Me gustabas…
Te deseaba con locura y sin control pero no podía…- El Mago se tocó el pecho y siguió una pausa larga.
-Este año que pasó desde que morí para otros empecé a vivir para ti… Supe que vendrías a ver si estaba vivo y cuando tus pasos tocaron esta madera vieja, cuando te vi entrar esa mañana la lámpara se mostraba sobre mí escritorio, era mía, la lámpara era mía y la luz que estaba en sus ojos querían venir conmigo, la luz era mía y no por un capricho de joven niña, eres mía y quiero…- Aquello hizo removerse a la joven con inquietud cerrando los ojos y suspirando por las sensaciones.
-Quiero ser tuyo…- Su corazón se aceleró y también con eso su respiración.
-Así como todas esas veces en tu joven imaginación me viste dictándote clases a solas como profesor de una sola alumna…
Quiero que seas mía… ¡Hermione comencemos de nuevo, por favor sé mía!
Hermione derramó dos lágrimas viendo la claridad y el reflejo del sol sobre el lago a través de los cristales, la sonrisa que sostenía era de felicidad, tenía los brazos cruzados por la incomodidad, cerrándose ante cualquier cosa negativa que él pudiera decir.
Así entonces soltó sus brazos y con su manga derecha secó sus lágrimas aún escuchando la respiración del mago cerca a ella.
-¿Entonces harás lo que yo quiero?- Dijo con lentitud.
-No. He de hacer lo que sea mejor para ti.- Se acercó hasta tocar con su cuerpo el cuerpo de ella haciendo que sintiera su pecho en su joven espalda, uno de sus muslos y su pelvis, luego la rodeó con sus brazos apretándola contra él con delicadeza por la cintura. -Te amo, te amo niña insoportable.- Sus palabras sonaron apretadas.
Ella dejó salir aire en un suspiro al sentirlo como a nadie nunca había sentido.
-Y yo te amo, señor testarudo.- Giró sobre sus talones y lo abrazó por el cuello acariciando sus cabellos y enterrando sus delicados dedos en su alta nuca.
Él puso sus delgados labios en la sien de la joven deslizándose lentamente hasta su delicada oreja mientras recorría el suave perfume de ella en cada aspiración y sus manos se dieron permiso de tocarla.
Susurró con dolor y dijo viendo los ojos café de inocencia, pegando su frente a la de ella:
-Responde ahora… ¿Por qué tú?
-¿Por qué yo?- Empezó ese juego peligroso de nuevo caminando en el borde de un abismo. -Yo porque confié en usted como nadie lo hizo, yo porque lo vi como un hombre, yo porque desde siempre supe que era un héroe.
-No, eso no es así.- La corrigió con su gruesa voz pausada. -Tú porque eres la única… Que ha podido arrancarme el corazón.- Apretó las últimas palabras mostrando enojo.
Los ojos de Snape se encendieron con esas últimas letras y su cuerpo se quemó en fuego color verde que empezó a consumir el corazón de la Gryffindor.
La empujó contra el cristal besándola como jamás había besado a una mujer, la acarició, desde el cabello, su cuello con sus besos, sus labios con su lengua y se tocaron, por muchos minutos como si el día no pudiera acabar en ese instante.
Se arrancó la capa dejándola caer en el suelo, hacía frío pero ellos no lo notaban, su propia mano rompió los botones de su levita y el suéter de ella, le arrancó la ropa, tocó sus muslos por la parte tracera de sus piernas y la apretó con furia fulminando la valentía de ella con coraje, entre esos apretares furiosos de ganas que usaba el mago ella le sujetó el borde del pantalón que apretado a su cuerpo de ex mortífago, quemaba. La joven logró abrir el pantalón y bajarle el cierre, era increíble, hasta la tela quemaba de caliente.
El corazón de Snape latía tan fuerte que ella podía sentirlo en su joven pecho, estaba desesperado por tenerla, se veía en su rostro, en su forma de respirar. Su rostro incrementaba en ganas y sus manos eran como garras de seda que se pegaban a su cuerpo con deseos de verla desnuda, la sostuvo de los muslos apretando sin piedad, subió hasta los glúteos y la pegó más a él como queriendo fundirse con la ropa, estaba terriblemente excitado.
Con un hechizo mental le quitó la parte inferior de la ropa a la joven la que cubría sus piernas y entonces vio su piel, se fijó un instante contemplando con hambre de besos, pero no pudo soportarlo, sólo se bajó el bóxer color gris y rompiendo las bragas de la joven la alzó con sus brazos mientras su erección la apuntaba furiosa de entrar en ella.
La joven sintió la punta enojada cuando él hundió su rostro en el cuello para morderla sin lastimarla, sí sabía que se precipitaban que así no debía de suceder pero era tarde no había marcha atrás, entonces empezó a empujar lentamente abriendo los pliegues de piel delicada e íntima que empezó apretarlo con delicia incontrolable.
-¡Ahhh mi amor! Hermione…
La gruesa voz del mago tapó el quejido de dolor que en la boca de Hermione se retuvo cuando su espada la tocó en lo más hondo de sus entrañas.
-Severus… Ahhhh…
-¡Sien te meee!- Sí sí, siénteme eres mía!
-Ohhh…- Dijo la joven al percibir lo mojada que estaba mientras él subía con cuidado la velocidad, se metía muy hondo y luego salía como en una caricias de labios sobre los suyos, el sonido de sus sexos era como recibir un crucio que filtra el dolor y deja el placer.
Snape no le gustaba que todo hubiera sido tan simple y precipitado así que terminó por tomarla de los muslos con más fuerza, su capa y su varita que caía lentamente.
Y entonces aparecieron en la habitación de su casa, sus cuerpos sobre la cama mientras la mataba de darle su ser una y otra y otra vez tan rápido que no se podía contar el ritmo de su pelvis hacia delante, más profundo, más delicioso.
-Ahhhhh joven ci taaa, eres… Un primor…
Eres mi tentación…
Mmmhhhh.- Su voz se hizo más gruesa y enloquecida.
Aquella voz que Snape arrastraba mientras se hundía con ganas dentro de ella apretándola contra la cama usando todo su peso la estaba llevando lejos de ahí, ella no podía más que retorcerse al recibirlo, dolía pero también le daban un placer inexplicable, hacía que tiemble y mientras regresaba él a lo más profundo de ella más se mojaba para dejarlo pasar, le apretaba mucho, al fin lo abrazaba como quería.
Snape se había prometido nunca usar hechizos de placer pero necesitaba apretarla y acariciarla en un lugar específico mientras le hacía el amor pero no quiso, se quedó pegado a ella empujando con más y más ganas cada vez, empujando y embistiendo, uniéndose a ella con pasión enloquecida, sin parar, la rodeó con fuerza mientras pronunciaba esas palabras que en vez de sus manos empezaron a subir el nivel de excitación de ella, con su ímpetu que no se detenía sino que aumentaba ella iba a terminar en cualquier momento y él pues ya no resistía.
La abrazó con todas sus fuerzas por debajo de la grácil cintura, la besaba como podía empujando su pelvis y hundiendo el cuerpo en la cama de ella por la fuerza, ella no se quejaba pero empezaba a soltar el resultado de la excitación con su voz de jovencita muerta de amor y placer.
-Ahhhh, Se ve rus ahhhh!!- Clavo sus uñas en su espalda encorvando la espalda por las oleadas de orgasmo mientras él no paraba sino que aumentaba el goce con su enojada y musculosa arma, perdió la cabeza ahí, el tiempo no existía.
Él a pesar de querer esperó unos segundos y soltó todo besándole la boca a la joven con furia, aguantando sus quejidos de gusto y apretando sus roncos ruidos de locura.
Se quedó ahí, dentro de ella.
-Espera espera, no te muevas, déjame quedarme, sólo un momento…- En ese instante ya tenía el dedo pulgar metido en la boca de ella quien lo apretaba con los labios. -Ahhh mi amor, me encantas, me encantas Hermione, me encantas…-Ella gustaba de aquello, gustaba de escucharlo así muerto en cansancio y en placer.
Lentamente fue saliendo de ella acomodándose a un lado sin soltarla y ella empezó a acomodarse en su pecho, dejándose abrazar por la alta y protectora figura de Snape.
-Te Amo, Severus…- Se abrazó a él como quien se aferra a lo más preciado de la vida como quien se quiere quedar ahí para siempre.
-Y yo te amo… Te amo Hermione…
Sus voces cansadas y cómplices iniciaron algo que ellos jamás se hubieran imaginado.
Snape los tapó jalando una sábana que los cubrió hasta la cabeza, se acomodó levemente sobre ella y le informó aún agitado.
-¿Podemos suspender el almuerzo?
Ahí debajo de la sábana, con la poca luz sintió el aliento del mayor y sintió cosquillas en su estómago.
-¿Y si también la cena?- Quiso ser sincera, con él tan cerca sólo deseaba estar acurrucada.
Snape se quitó la sábana mostrando el rostro frente a ella, tenía una sonrisa ladeada y curiosa.
“Primor, eres un encanto!…” Dijo con su mente el mago.
Fin…
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¡Abrázame así siempre, Te amo!
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