Tabla de contenidos
Capítulo 1 Prólogo Capítulo 2 Miradas Capítulo 3 Me conoces Capítulo 4 El Autor 5 Pudin de Chocolate Capítulo 5 Compañera de Habitación 7 Capítulo 6 Cara a Cara part.1 Capítulo 7 Cara a cara part- 2 Capítulo 8 ¿Qué Sudedio? Capítulo 9 La Hilandera part.1 Capítulo 10 La Hilandera part.2 Capítulo 11 Los Secretos de Snape Capítulo 12 Eres mía, te amo-¿Vienes o te quedas?
Hermione quién aún se sujetaba con fuerza del marco de la ventana usando la mano derecha veía el resplandor de la luna en intenso brillo sobre los ojos del mago, la luz blanca de la luna hacía que los ojos de este se vieran como grises y perlados.
-No comprendo es… yo quisiera…- El titubeo de su voz era fascinante para Snape. -Yo no sé si ir.
Snape quién le había dado la espalda se quedó pensativo y luego habló con lentitud.
El creía que valía la pena insistir al menos después de ver que ella no le rechazó un beso.
-Primero, esta escuela no puede enseñarle ni la mitad de lo que yo puedo enseñarle. Segundo, no tiene a nadie en quién confiar y Tercero, le acabo de confesar en muchas cartas lo que pienso de usted, lo que quiero de usted, lo que siento por usted, desde cuándo lo hago y por qué lo hago. No le estoy pidiendo que se case conmigo o que acepte ser mi mujer sólo le estoy ofreciendo un buen mentor al menos por ahora.- Snape habló con gruesa voz, pausado en cada palabra.
Su voz pausada y recta le encantó porque en definitiva el mago le gustaba y no poco.
-Es una pena.- Dijo Hermione.
-¿Qué es una pena?- Snape la miró con altivez y usaba la suave oscuridad para estar más seguro.
-Que yo no sólo quiero ser su alumna, una pena es que no me pide ser su novia porque yo aceptaría sin pensarlo.
El Mago al escuchar aquello se quedó muy sorprendido, ella le estaba diciendo algo que no pensó escuchar al menos en ese instante y situación.
-Un beso suyo ha sido suficiente de todo lo que yo puedo pedirle.
-¡Pídame más por favor!
Snape volvió a acercarse al rostro de Hermione intentando leer su mente, intentando decifrar el que pudiera ser un juego de niña tonta.
-He tenido sus ojos así y su corazón latiendo veloz por mí, Srta Granger. Y quizá pueda revelarle más aunque hubiera un sólo acto que pueda ser suficiente con seguridad que calle sus dudas y apague su curiosidad.- Su hablar analizando y leyendo a la joven no sólo su mente sino también sus acciones incontrolables y reacciones del cuerpo. -Usted ya es mi novia…- Soltó con valentía.
Hermione sintió mariposas en el estómago.
-Dígame, por favor dígame cuándo…
Y entonces ella lo rodeó con los brazos por el cuello para atraerlo y besarlo.
Snape intentó retroceder para que ella deje de hacerlo ya que no creía que pasara en realidad pero ella pegó su cuerpo más a él.
-¡Ohh al diablo!- Dijo el mago como resignado a que su plan salga de distinta manera.
Snape la rodeó con fuerza por la cintura para abrazarla mientras ella lo besaba más, con muchas ganas. La tomó de ambos muslos, la cargó mientras ella rodeó su cuerpo por las caderas con sus piernas delgadas.
-No se supone que esto pasara.- Snape agitado le dijo en el oído y luego la besaba en el cuello. -Ahh estoy estaciado en su belleza.
Hermione traía los ojos cerrados disfrutando del contacto sintiendo algo en el estómago que le hacía sentir que no era correcto aunque era endemoniadamente agradable el contacto, él, que fuera él, sus caricias, la tela del levita.
“¡Oh por Merlín, estoy besando a Snape y es… Es estupendo…! Se dijo la joven y Snape la escuchó al leerla.
-Sr. Usted pensó que después de que yo leyera todas esas cartas iba a ser tímida y sumisa cuando tantas veces lo hice enojar por no poder quedarme callada en clase.
Snape la besaba, mordía su barbilla, apretaba el agarre, la sujetaba fuerte mientras le besaba el rostro hasta que como en cámara lenta empezó a besarle los labios, un beso real, sus bocas se iban abriendo poco a poco, sus lenguas, la humedad y la temperatura iban incrementando. Y entonces sus cuerpos se soltaron, Snape la pegó contra la pared al costado de la puerta de salida, su pelvis se encajaba en el centro de la intimidad de la joven, cuando estuvo el contacto completo ella jadeó, sus músculos abdominales la tiraron con emoción hacia el interior de su ser.
-Mmmh Niña hermosa me vuelves loco.
-Usted dice “Sabelotodo”- Soltó sin sentido y luego añadió en confesión. -Me encantan sus manos…
-No, no lo sabe todo y a mí me encantas tú…
Su conversación era la respiración entre pausas durante aquel beso intenso.
Querían tutearse pero a la vez se frenaban, sobre todo la joven por ese recuerdo en su mente con la voz del mago.
“¡Sea prudente!”
-Usted me gusta, usted me hace sentir cosas que no he sentido antes… Ahhh Señor, siento que quiero más…
-¡Calla!..- Snape la silenció con sus labios, su estómago tembló ante la sugerencia porque sí, a él le pasaba exactamente igual, quería que ella sea suya, lo había visto muchas veces en su mente y no sólo ahí, también en sus sueños.
El beso seguía y seguía sin parar, las manos de la joven le tocaban el cuello, sus dedos sujetaban la nuca, sus dedos se metían entre los cabellos lacios y luego se abrazaba a él para no ser mucho peso en sus brazos.
-Mhh.- La joven no podía aguantar soltar sonidos de gusto y estos enloquecían al profesor. -Por qué… ¿Por qué yo? ¿Por qué, profesor?
-Por inteligente, por hermosa, por desafiarme… Usted fue por mí, usted fue la única que fue por mí, me atrapó… Yo le agradaba y fuiste la única a quien no convencí con mi papel de enemigo y la única que me ha enfrentado, me ha mentido con descaro, me puso muchas trampas tantas veces que perdí.
-Se equivoca, yo supe que era bueno después. Sin embargo todo era verdad, lo que dije en aquella clase fue verdad.- Ella le respondía con cosas específicas y recuerdos pero él no hablaba de lo mismo, él contaba otros hechos en sus recuerdos al sonar reclamante. -No sé… Por favor dígame ¿Desde cuándo soy su novia, dígame por qué lo he olvidado?- Soltó la joven curiosa porque él le dijo en una de las cartas que había hecho que lo olvide.
El beso iba parando poco a poco.
-De todas formas esto parece una locura, niña. Después se lo diré.
-Buscamos, lo buscamos, nos decepcionamos al no encontrarlo. No encontramos su cuerpo y algo me lo dijo, algo en mí me dijo que podía estar vivo.
-No importa quién me buscó.- Snape seguía e insistía, él no hablaba de eso. -Me importa que usted no me haya olvidado y es la única que me importa ahora.
Snape la bajo al suelo intentando detener poco a poco el agitar de sus latidos y a sus pulmones que exigían oxígeno por la exaltación, él era muy bueno en hacer regresar la cordura a su cuerpo, centrarse en seriedad aunque en ese instante estaba relajado, calmado, todo sucedía al que por su puesto lo impresionaba.
Dejó que los pies de la joven se apoyen en su propio equilibrio y entonces ella lo abrazó, él la tocaba aún levemente sosteniendo el filo de los dedos de una de sus manos, delicado como un cuidadoso caballero sin perder presencia.
-Eres un hombre valiente y admirable, y juro que te extrañé.- Le dijo ella con emoción pero también tenía nerviosismo, la situación le hacía tener esos pequeños ataques o temblores en las piernas.
Snape sintió que lo traspasó, por hablarle de tú y por escuchar cómo se quebraba.
-¿Cuántos días, desde que leyó mis cartas?- Snape siempre se hacia tan difícil pero no a propósito sino que ya era así su forma de ser.
-¡No importa cuántos, te extrañé lo juro!
-Jovencita, mi amor…- El mago la abrazó también de forma intensa. -Te extrañé pequeña, no sabes todo el tiempo que he esperado…- En la mente de Snape estaban las caricias de ella, sus besos pasados, las confesiones y desafíos. La apretó más dejándole claro que la quería cerca. -He esperado el momento justo para estar frente a ti.- Susurró en su oído. La confianza empezaba a ser algo normal de igual manera el tono de ambos.
-Quédate conmigo.- Pidió ella temerosa. -Quédate así como todas esas letras que han impregnado mi ser de ti.
-Tú quédate, quédate conmigo.- El Mago cerró los ojos rendido, la joven lo quería incluso sin saber lo que había sido olvidado. Fue valiente como pocas veces antes que abrió su corazón, esas palabras le costaron. Aspiró fuerte el aroma de sus cabellos rizos que estaban más cortos que antes, la altura, las curvas de ella, había crecido la niña.
Snape se aferró más a ella en el abrazo que apretaba a la joven contra la pared con su alta figura, apretaba su cintura y todo su delicado cuerpo que sentía temblar levemente por emoción, causa de él. Aquella esbelta, delgada y tierna figura de su mejor estudiante a la cual empezaba a adorar, se uniría más a él, eso lo mataba, por ella mostraba perfecta y hermosa voluntad. El acto le llenó el pecho de emoción y lo alentó a ser más conquistador.
-Durmamos aquí esta noche y salgamos temprano. No quiero soltarlo, quiero tenerlo así, así de cerca.- Dijo ella con lenta y suave voz.
-Está bien pero me quitaré la capa y el levita. Eso significa que debe soltarme aunque sea unos segundos.- El rostro del mago era serio pero tenía ese atisbo relajado que ella nunca había visto antes. Intentó mirarla a los ojos y sonrió. La joven se quedó quieta y atenta a lo que el hombre diría. -¿No corremos peligro si nos quedamos?- No podía evitar pensar todo diez mil veces, no por molestar sino por prevención.
-No señor, no corremos peligro. Bueno, puede venir alguna compañera a buscarme pero no pasa seguido.- Hermione lo soltó apreciando lo alto que era.
-Usted es más hermosa de lo que recuerdo.- La gruesa voz ponía nerviosa a la estudiante y no dejaba de mirarle los ojos café intensamente.
-Y usted es más alto, más amable y más… Mucho más atractivo además de que huele pocionicamente y amaderadamente muy bien.
-Siempre he olido así. No me gusta oler a niño floral.
Hermione sonrió.
-Pero antes no se lo dije por temor a que me cruciara jajajaj, digo, que olía muy bien.
Snape ladeó una sonrisa poniendo su capa y levita de mil botones sobre el mueble bien doblados, desabrochó algunos botones de la camisa y giró de nuevo hacia ella.
-Vamos a la cama, jovencita.- Dijo con gruesa voz sugiriendo más de lo que parecía. Hermione le dio la espalda al mago y aunque no estaba segura de que pasarían de los besos estaba dispuesta a llevarlo al límite, sí, con imprudencia justo lo que él detestaba, se quitó el suéter por encima de la cabeza, los zapatos, los pantalones y la blusa quedándose en únicamente ropa interior. Snape sintió que la presión le bajó, apretó sus labios para comprobar que no estaba soñando. -¿Qué se supone que haces, niña imprudente?
“Yo soy imprudente.” Respondió la joven divertida en su conciencia.
-Sólo duermo con ropa interior, Sr.- Su voz sonó inocente.
-Ammm vaya, es muy conveniente y cómodo sobre todo.- Tragó saliva. -Mmm se ve muy cómodo.
La joven se metió dentro de las sábanas viendo hacia la puerta de su armario.
-Tiene permiso de abrazarme.- La joven no conocía el límite y es que eso no se hace.
¿Cómo se le ocurría tentarlo así? El hombre parecía de metal y frío como témpano pero en realidad era tan débil y humano como cualquier otro, oh no, bueno, no como cualquier otro, él era único.
-Gracias y aunque no me hubiera dado permiso no iba a estar tranquilo teniéndola así en la cama, debes ser más prudente la siguiente oportunidad, Hermione, confieso que no lo esperaba.
Hermione quién sentía al mago acomodarse atrás de ella, dijo en remate.
-No señor, usted debe ser menos prudente conmigo.- Se giró para estar frente al mago, se acercó más para admirarlo y sugerir otro contacto. -Hazme tuya, Severus.
“¡Ayy Merlín qué hago con esta niña ¿Por qué es tan difícil?!”
-Cuidado con lo que pides.- Snape se posó sobre ella y no para tomarle la palabra, bueno, intentaría no ceder.
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