¿Por qué yo? Capítulo V Compañera de Habitación

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Arrastró los pies hasta llegar a su habitación en el hospedaje de la universidad, no estaba tan lejos. Eran dos o tres arbustos en un plano jardinoso de cien metros, cincuenta a la izquierda como llegando al estacionamiento, un pasadizo de veinte metros, dos escaleras para el tercer piso y la puerta color café con un gran número siete.

Cuando entró lo primero que hizo fue abrir el cajón de la cómoda junto a su cama donde envuelto como lo más preciado estaba la varita pino negro núcleo de nervio de corazón de dragón el cual le pertenecía al serio y misterioso profesor Snape el que se llevó a su tumba todos los secretos del mundo mágico además de los suyos propios que decían que sentía. Que sentía por ella.

Al menos esa impresión tenía la joven, no estaba segura pero esas cartas se lo decían.

¿Qué sentía por él? También se preguntaba.

Tomó el objeto con mucha delicadeza entre las manos para percibir su olor, su estado era perfecto, la joven veía con detenimiento la superficie que mucho tiempo había sido sujeta por esas grandes manos pálidas del pocionista, olía a menta, olía también ligeramente a su perfume varonil, eso, el perfume era quizá una de las cosas que la había atrapado pero ¿Por qué le significaba tanto? Creía ver también un poco de la grasa que deja el tacto sobre un objeto liso como ese.

En el transcurrir de los segundos un calor le quemó la mano en breve instante, su imaginación a veces le jugaba con crueldad, le hacía sentir como si lo tocara a él y era extraño porque nunca nadie hasta lo que ella sabía intentó alguna vez tocarle si quiera el filo de la túnica al perturbante mago mazmorroso.

“No, yo nunca lo he tocado…” Se dijo en secreto.

-Profesor ¿Será posible que me haya dejado un poco de usted con este objeto?

La pregunta fue lanzada en susurro íntimo, sus rodillas se apoyaban en el suelo frío de la estancia y era frío extrañamente en esa noche de lluvia de verano.

Volvió a poner el objeto sobre la tela que lo protegía y lo resguardó con mucha delicadeza.

“Estas cartas son como la respuesta tardía de un anécdota hace un años y un par de meses, recuerdo el día cuando aún en la torre de Gryffindor se dormía dentro de las habitaciones compartidas, mi compañera de cuarto tenía cabellos negros y lacios, le encantaba leer el diario de su madre y criticar al profesor de defensa contra las artes oscuras.
Pasó hace exactamente dos años, que en clase tuve la mala idea de observarlo sólo un instante, usted vio mi rostro quizá pensando o imaginando que algo estúpido me pasaba y yo de verdad como tonta estaba perdida en sus ojos, quisiera decir que estaba enamorada de usted pero no era así, sus ojos no reflejaban la amargura que siempre mostraba sino que estaban tristes, sus pestañas, sus cortas pestañas, sus leves ojeras oscuras como la marca de un egipcio importante avisaban el poco tiempo que dormía, algo más me decían, el reflejo de sus cristalinos más brillosos que cualquier día gritaban que estaba harto y es que hasta ahora sé por qué.

Reciéntemente nombrado director, esa fue la última vez que lo vi ya que días después desaparecí.

Recuerdo claro su castigo porque tiré la tinta sobre su escritorio al entregarle el libro con las notas de su clase, hizo que escriba mil veces que no debía distraerme viendo al profesor enojarse del nivel uno hasta el nivel Slytherin enloquecido al cual llegó una hora después cuando me preguntó que si mi soberbia seguiría así de insolente, molestarle en cada bendita clase que sea más prudente, así lo dijo usted “Bendita clase” No pude interpretar sus palabras como un regaño y me divirtió su desesperación pero el miedo hacía que muerda mis labios e incluso mi lengua para no soltar mi bocota de Gryffindor en desacuerdo.

“Señorita Granger ya déjeme en paz” No sabía que con esas palabras me decía que yo le gustaba, que yo le gustaba mucho. ¿Y que cree? Usted me parecía atractivo desde los doce años de edad y no por su antipatía o crueldad sino por su admirable inteligencia y perfección al hacer un hechizo, al terminar una poción y por tener siempre el control ante los ataques estudiantiles para sabotearlo. ¿Me ha leído, es cierto que pudo leer mis labios? Fue esa misma tarde en clase cuando la compañera de cuarto preguntó si veía su boca o escuchaba su voz y yo deletreé cada letra enviando mi mensaje desde una esquina del aula con el siguiente contenido. “Al Mover sus delgados labios así, al mover su recta mandíbula se ve tan amoroso y atractivo.” Quizá pensó que era una masoquista y no me importa si se enteraba porque conocía su cordura ya que sus ojos siempre lo descubrieron mostrando lo que guardaba en su corazón.

¡Oh Señor yo también tengo secretos y lo he odiado mucho!”

Los pensamientos de la joven lanzados hacia la ventana que recibía las gotas de lluvia se quedaban encerrados como secreto más íntimo.

-¿Cómo es posible que hace tres meses haya escrito que me ama si se supone que yo toqué sus cuerpo frío e inerte en la casa de los gritos? ¿Es posible que siga vivo?
¿Por qué yo, profesor? ¿Por qué no me lo dice en la cara en vez de espiar mientras estudio, si ya sabe dónde estoy, por qué no me lo dice a la cara?- El volumen subió cada vez más al intensificar su mirar que traspasaba el cristal mojado de su ventana.

-… Lo estaré esperando todos los días hasta que me pida que sea su compañera de cuarto en algún lugar lejano de mis estudios y su profesión.- Se puso de pie. -Sr. ¿Dónde está?

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