¿Por qué yo? Capítulo IV El Autor

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-La letra, la letra la conozco lo juro.

El joven quedó confundido.

-Sí, acércate más a las hojas, traen escrita la fecha en que fueron escritas.

-No son tan antiguas al menos esta no lo es.- Veía una de las hojas con atención estudiando la caligrafía. -Esta es de hace tres meses atrás y la firma S.S.

Hermione volvió a mirar hacia su derecha porque quería ver al hombre de cabello lacio de nuevo aunque sabía que era imposible.

-En una sóla de las cartas escribe su nombre real, si deseas la buscamos para mostrártela, vamos a la biblioteca.

Pero Hermione no hizo caso, se aferró fuertemente de esas páginas, no podía dejar de apreciar aquellas palabras.

Su pecho se inflaba cada vez más mientras sus ojos recorrían las letras, sentimientos y emociones que estas exponían.

///

Yo la amo, la he mirado en secreto por tanto tiempo y es que temo que huya de mí al caer el sol por el horizonte cuando las nubes del verano empiezan a ser el llanto de mi soledad.

Estoy muerto, intento ensayar una declaración cuando al fin pueda leerme Srta mía, mi pequeña y hermosa estudiante, la joven que pelea contra mí en la noche y me niega mil veces sus ojos, la que necesito ahora y he tenido que hacer que me olvide.

///

Leía y leía sólo algunos párrafos al principio y al final de esas distintas cartas, las cartas parecían describirla. El color de sus ojos, sus manías, su forma de hablar, la emoción la invadió al tomarlo personal, sonaban bien para ella trayendo a su mente los secretos que guardaba tanto tiempo atrás.

“¿Cuando?”
Se preguntaba ella.

///

Duele tener que luchar en silencio mientras te miro desde tan lejos llorar, mi amor, no llores porque me desespera no poder hacer nada. No mires por tu ventana, no grites por sentirte impotente por no saber que a esta época la suerte no viene con nosotros sino con nuestros demonios, los que nos atacan al dormir.

Mi amor, no desesperes…

El resplandor de tus cabellos frente al lago es el resplandor de mi mejor tarde cada semana, mis semanas ahora tienen precio y tienen un pasatiempo, el reflejo de tu libro favorito cuando tus amigos te han dejado a hacer cosas sin importancia es el dejar caer de esas letras que pocos entendemos al poseer magia ¿Sabes cómo utilizaría mi magia? Para salvarte inocente niña, pero de mí.

Y por qué no…

Para tener un peón en mi poder, acercarme a tu mente para decir “Hola, ya nada es extraño frente a ti”.

Hermione, quiero gritar tu nombre entre los fuertes estruendos de mi enojo en los pasillos altos de la oscuridad, cuando la piedra se rompe en dos y polvo está mojado de viscoso dolor y valentía, quiero que estos choquen conmigo para así ver que es absurdo el deseo que me carcome por ti.

Tenemos más en común de lo que alguna vez has imaginado.

///

La estudiante tapó su boca con su mano izquierda ahí arrodillada en el suelo, estaba a punto de derrumbarse, el autor había impreso su nombre como ella lo deseaba en el momento de leer.

-¿Qué pasa?- Dijo Alfonso asustado quién la acompañaba también ahí, apoyando una rodilla en el suelo desde que las hojas cayeron al piso.

-¿Tú has escrito esta carta?- Preguntó con un enorme nudo en la garganta. No pudo resistir sus ojos estaban llenos de lágrimas.

-No, no he sido yo, las que he escrito te las he entregado.- El joven leyó su nombre, el nombre de la joven ahí escrito y esas marcas de gotas sobre la hoja de pergamino quizá de lágrimas en una íntima tristeza desesperada.

¿Por qué estas le comunicaban que la había perdido, a ella?

-Todas estas.- Hermione intentaba hablar pero no podía mientras seguía leyendo cada título, cada final con la misma firma. -Todas estas son mis cartas… No puede ser… No puede haberlas escrito él ¿Por qué?

-¿Quién te las ha escrito?- El joven quería enterarse.

-No importa quién.- dijo como pudo con la voz rota cual vaso alto de cristal lleno de agua. -Sólo importa si aún las escribe.

Tomó todas las cartas que pudo y las apretó contra su pecho, se levantó y empezó a correr muy rápido hasta salir del edificio. No importaba que la lluvia la mojara o que un rayo la partiera en dos, no podía ser ese día el que se cumpliera el deseo más absurdo de su corazón.

sólo empezó a llorar subiendo cada vez el volumen, respiraba agitada híper ventilando una pregunta que al subir por su pecho y llegar a sus labios le quemaba.

No paraba de leer.

///

Quiero decírselo, quiero decirle todo querida joven valiente, me has desafiado y yo te he conquistado.

No se rinda, dude de todos, no crea en mí sino en mis letras...

Confíe en usted sólo en usted, en lo que ahora dice su corazón, en el temblor de sus labios, en la emoción de sus ojos ¿Por qué la conozco, por qué tiene mi imagen en su mente? ¿Por qué yo?

¡Me ha dado la vida déjeme darle la mía!

No, no me escuche más, escuche su corazón ¿Por qué está joven, por qué tú?..

///

-¿Dónde estás? ¿Por qué yo? ¿Por qué yo, profesor?- La voz rota casi era en silencio, quería hallarlo a pesar de que sabía que era un fantasma. Él había muerto, ella lo había visto agonizar, sus manos habían sido manchadas de su sangre al recoger su varita hecha pedazos.

Y no lo encontró, cuando miró a su alrededor con las gotas mojando su rostro, sus cabellos, sus labios y sus lágrimas que se confundían con la cristalina agua amarga de gotas provenientes de nubes oscuras y cargadas.

Se derrumbó hasta el suelo mientras las hojas de pergamino se destrozaban al igual que su alma y corazón.

El agua la empapó, el fuerte vacío la aplastaba en el suelo, una sensación que había sentido antes, como aquella noche en la alfombra de su habitación antes de que Voldemort muriera, aquella noche de confusión y soledad.

-¿Tú eres el autor?- Dijo con voz suave y baja poniéndose de pie y dispuesta a ir directo a su aposento habitacional.

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