No Vio Cap 7

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Hermione se preguntaba.

¿Por qué me dijo que el profesor Black estaba comprometido? ¿Acaso piensa que yo quería coquetear con quien considero una especie de tío?

La noticia de todas formas le cayó bien a la alumna, saber que ese hombre al fin iba a sentar cabeza, era mejor que varias docenas de cartas reclamando a Black pruebas de paternidad (Un secreto que le contó Harry a la chica cuando estaban en sexto curso)

***

Había pasado muchos días, dos semanas para ser exactos y le había quedado más que claro que Snape no tenía otra intención que aceptar lo que ella decía. Ella había dicho en una discusión extraña que quería ser su amiga y así le dejó.

Pero también, cuando ella quería acercarse y tocarlo, él se dejaba hacer, aunque no era sobrepasarse sino sacudirle las pelusas, tocarle la mano (cuando quería molestar e intertumpir) darle un beso en la mejilla, esconderle su varita, etc etc. En esto último el profesor no estaba tan entusiasmado, ya que buscar su varita en sus cajones o en las repisas, escondida entre los ingredientes, era incómodo y usar accio sin magia no le era permitido por las rondas regulares de gente del ministerio.

Aquella inteligente, atenta, tierna jovencita de cabellos rizos y castaños le traía cosas de Hogsmeade de sus enormes listas de ingredientes y luego le escondía la varita de pino negro en su ropa de escuela a modo de juego. ¿Qué clase de juego es ese? Se preguntaba el mayor.

Le quitaba el aliento a Snape, intentar gritar a esa mujer, pero ella le sorprendía e interrumpía con una voluntaria muestra de atención sincera.

Y cada momento en silencio que él le dejaba hacer, era observar minucioso, dejar de respirar, esperar, experimentar ¿Qué quería ella con él? ¿Por qué su rostro juvenil y femenino empezaba a mostrar agrado o más emociones de comodidad frente a él? ¿De verdad para ella él significaba algo?
¿De verdad para ella, lo ocurrido en su habitación, había sido importante y no un accidente?

***

El tiempo se iba rápido, ella avanzaba sus clases con el giratiempos, daba sus pruebas escolares con regularidad, asistía a sus cursos de pociones, defensa, runas, y seguía en su lectura interminable de los cuadernos escolares de Snape, el cual era claramente como una agenda diaria de sus anotaciones estudiantiles.

Hermione ya había pasado lectura en varias etapas de él, esas épocas adolescentes de silencios y meditación. Por ejemplo cuando él tenía dieciséis, una época Slytherin donde pudo notar un cambio en los pensamientos de este niño, un joven que dejaba la admiración de lo extenso, lo natural iluminado y vivo, para empezar a gustar de muchas cosas que huían de la intensa luz.

Prestaba atención a su personalidad, a la frialdad de los trazos para describir una circunstancia patética (La cual para Hermione era muy triste) en cambio en él hacían raíces de amargura; las personas empezaban a estorbar o molestar, las personas a él no le sumaban, si no que le quitaban las ganas de vivir.

Snape a los diecisiete ya era extremadamente quisquilloso y a los dieciocho un poco vengativo. En ese entonces él ya tenía una colección de mil pociones sin comprobar y quinientas usadas por San Mungo. Hermione al leer esto sólo sintió mucho orgullo y se decía una y otra vez que si hubiera sido un familiar cercano a él, ella habría decidido protegerlo y celebrarle sus logros en vez de matarlo lentamente en los momentos de nostalgia. 

Él valía mucho pero nadie lo notaba, posiblemente nunca nadie lo notó. Y ahí empezó a volverse personal, ella quería saber más, tenía la esperanza de que si leía y leía, en algún momento encontraría algo especial para darle, algo que él se merecía.

Impresionante decía la chica cada que seguía la siguiente página.

Esta joven lectora se enteró de los conflictos y los esfuerzos de un joven por aprender a defenderse con sutileza y astucia, que odiaba a los Gryffindor aunque no a propósito. Un joven de alta estatura perteneciente a la casa de Slytherin, sentía estar atrapado entre las cosas buenas y malas de lo que aprendía, sus conflictos mentales de no encajar en nada porque se le daba la gana ser distinto, único en su especie, era simple y complicado, mejor y superir, y empezaba su separación de la sociedad en un nado esforzado en contra de la corriente.

Aquello era algo único e increíble, porque no todos estaban dispuestos a no ser parte de un grupo, o a rechazar la aceptación o que le importe poco lo que digan los demás, un mago a esa edad siempre quiere ser parte de un conjunto.

Y esto no era lo más llamativo de Snape, sus rutinas de aprendizaje en solitario eran incansables al punto que Hermione se sorprendía de lo arduo, imposible y cansado que eran las muestras de su fuerza.

¡Merlín! él no dormía nada, en cambio ella sí se tomaba varias pausas.

Recibió por eso, de los textos, una motivación nueva de esfuerzo para aplicar en el futuro. Dejó todo anotado en las libretas que usaba para resumir y escribir lo importante del mago, sin perder el hilo de su investigación para la biografía.

Díaz después, Hermione intentó igualar la rutina Slytherin con sus propias fuerzas, pero se dio cuenta lentamente que sería un terrible y verdadero error, porque el Slytherin que no dormía tenía trampas adictivas, pociones experimentales que desgastaban su propia vida.

La alumna entendía por qué era así de frío, por qué ese hombre ya no tan oscuro y solitario parecía ser de barro cocido en un armazón interno de metal, porque estaba acostumbrado a lo que seguía y no se detenía jamás en lo que ya había pasado, no había arrepentimiento en los errores si no aprendizaje. Este hombre no volvía a caer en lo mismo, por eso la exigencia fuerte cuando se trataba de aprender o enseñar, ante todo la disciplina mental y corporal.

La disciplina te ayuda a conseguir el éxito” era una frase muy común en Snape en aquellas notas y cuadernos.

*

Hermione siguió la lectura hasta que Snape tenía diecinueve años de edad y supo que ya no era un niño, ni si quiera dos años antes en su vida o más, mostraba un niño, era maduro, era recto, parecía haber sido creado sólo para eso, para escribir y anotar conocimientos nuevsos.

La castaña descansó después de ese último libro, era terriblemente necesario ya que sólo faltaba la mitad de la segunda cara en esa enorme repisa de cuadernos de la escuela.

***

Snape le había concedido permiso para entrar a su despacho después de la una de la mañana, y ella, al pie de la letra, empezó a entrar repentinamente en ese ambiente oscuro. Abría la puerta, encontraba el rincón de su alfombra y seguía en su lectura junto a una lámpara pequeña con aceite.

Hasta que una noche Snape salió con su taza negra que contenía té, en su mano derecha una lámpara de aceite. 

En ese instante chocó contra ella sin querer, se asustó de haberla pisado o lastimado por lo que derramó toda la taza en el suelo de piedra sintiendo en el pecho más preocupación porque este líquido había hervido recientemente.

—¡Por Morgana! ¿Usted qué hace aquí? Pude haberla quemado —dijo claramente molesto.

—Leo —bostezó después de eso junto al librero. Hermione estaba tranquila, no la había pisado a ella sino a una de sus bolsas que usaba para los libros de la escuela.

—Son las tres de la amañana, Granger ¡Qué barbaridad! —suspiró con fuerza—, cuando le di acceso a entrar me refería a que venga más temprano en la mañana, quizá cuatro y media, no que lea de una a cinco.

—Quiero acabar de leer y… —se hizo de pie y recogió con magia la taza y el té para ponerlo intacto sobre la mano de Snape—, me urge acabar porque se ha puesto más interesante.

—No exagere, señorita —él pensaba que era broma.

—No exagero, Severus, cuando termino otro texto quiero comenzar el siguiente de inmediato y así sucesivamente. ¡Quisiera parar pero se pone cada vez más interesante! —le señaló el suelo—, mira, yo he escrito tres libretas hasta el momento con la información de los últimos dos textos tuyos ¡Es magnífico! —indicó de nuevo con el dedo para señalar la tinta en el tintero, que por cierto era del mago y había cogido por necesidad —¿Ves? He aprendido muchas cosas. ¡Eres genial!

—Bien, está bien, pero no venga de una a cinco, Granger, es mi tiempo de descanso.

—¿Y por qué estás despierto? —preguntó ella desinteresada, él rostro de la chica se veía cansado.

Snape envió una mirada rápida a su escritorio, sobre este, estaba la agenda y anotación que él escribía actualmente.
Caminó rápido hasta él y lo metió en el cajón más grande del mismo como si escondiera lo más prohibido del mundo delante ella.

Ella no captó el miedo del mago porque ella lea lo que ahí estaba escrito, porque él se comportaba así todo el tiempo, como obsesivo en esconder sus cosas.

—Como vio, Granger, fui por un poco de té, tenía sed —odiaba dar explicaciones a quien sea.

—Bueno —ella caminó hasta la alfombra y volvió a hacer un lumus con su varita, uno pequeño que se apreciaba en la punta, el cual apenas le dejaba leer para seguir en lo suyo.

Severus suspiró profundamente y se fue.

La chica siguió y siguió cambiando páginas, cada vez más veloz, copiaba los dibujos de hechizos, ingredientes desconocidos y anotaba sus impresiones a un lado, hacía dibujos de mapas conceptuales, cuadros comparativos, mapas de lugares y finalmente citas de libros, hasta que de un instante a otro, su cuerpo se había rendido.

Empezó a soñar que estaba ahí exactamente donde leía, no estaba distraída ni nada, sólo escribía y bebía una taza de té. Era el silencio acostumbrado en las mazmorras, uno crudo y vacío, pero de un instante a otro se empezó a escuchar algunos ruidos, estos se filtraban como hilos delgados desde la habitación de Snape.

¿Qué es eso? Cuestionó al ambiente con un rostro confundido.

Aquél extraño ruido de quejidos la puso de pie y la acercó hasta colocar su oreja en la superficie de la puerta, fue entonces que no sólo un ruido la escandalizó y obligó a entrar.

Giró el manubrio para abrir y empujar la puerta de un sólo esfuerzo.

—¿Qué pasa aquí? —abrió la boca de ver a Snape con una chica a la que no le distinguía la cara y ambos estaban desnudos. Se parecía mucho a ella—, ¡Por lo menos pongan un hechizo de silencio, cochinos libertinos!

El rostro de Snape era agitado, dejó a la mujer en la cama y salió tras ella.

—Hermione, no es lo que piensas —la voz era grave, y por alguna razón le dolió, era que recordaba lo que le pasó aquella vez con Ron. Aunque Ron en aquella época era su novio y Snape en ese instante sólo su “amigo”.

—Sigue en lo tuyo, ignora que estoy aquí —estaba avergonzada de verlo así, su voz no reclamaba sino que estaba asustada.

—Hermione —habló Snape de nuevo, muy preocupado y agitado—, ¡Hermione por favor!

Y ella despertó, porque Snape no le decía así: “Hermione”

Al abrir los ojos vio que estaba sobre la cama del mago, estaba sudando y sentía dolor en todos los músculos del cuerpo.

—Granger, despierte, Granger… —hablaba desesperado y tocaba las mejillas de la chica con pequeñas palmaditas.

—¿Qué? ¿Qué pasó? —estaba débil y adormecida, aún así se exaltó al reaccionar cerca del rostro del mago.

—Usted pegó un grito infernal que provocó que corra hacia usted y al verla en el suelo estaba convulsionando —trató de sentarla en la cama ya más serio y explicativo.

—Pero por qué me pasó esto —dijo la chica asustada.

—Tiene tinta en la boca, pienso que ha estado bebiendo al seguir la lectura con sueño —hizo una pausa para mostrarle un poco de la sábana con manchas negras—, La tinta es muy tóxica al tocar la saliva, su cuerpo a dado un síntoma de alerta, ha vomitado y luego ha empezado el chock eléctrico —le acercaba a la boca un tazón pequeño de madera con un líquido claro y baboso para que ingiera—, le he dado algo para la intoxicación, hace un instante estaba ardiendo de fiebre y no me reconocía. Comenzó a alucinar y a decir palabras, aunque no se le entendía.

Ella abría los ojos y al cerrarlos, podía ver de nuevo esas imágenes extrañas.

—Es que soñaba, Severus.

—¿Qué soñaba? —le ganó la curiosidad.

—Soñaba que estabas con otra chica aquí en tu cama —tomó un poco más de lo que le daba el mago—, estaba asustada porque escuché un ruido en mis sueños y luego corrí a ver qué era, después al descubrir lo que hacían me sentí muy avergonzada por haberlos interrumpidos y empecé a huir de ti. Eso soñé —bebió más del borde del tazón.

—Granger —veía el rostro de la chica, preocupado—, le hace falta descansar —intentaba estar menos nervioso y más autoritario—, Además usted es la única mujer que ha estado en esta cama y conmigo.

—Me da igual, te digo que me sentía avergonzada de haber interrumpido —el mareo era fuerte y casi no podía hablar—, lo siento, me siento muy débil, sí haré caso a lo que dices, Severus. Voy a parar un poco para descansar, casi tengo tres días sin dormir, me he obsesionado contigo y esos textos.

—Deseo sentir halago por eso que dice pero en realidad tengo preocupación de usted. Le prepararé algunas pociones y más revitalizantes, luego se los daré.

—Me siento débil y me duele el cuerpo —la joven hablaba lento como si estuviera herida del estómago.

—Puede descansar aquí, cierre los ojos y duerma —Snape aún sostenía su espalda porque si la soltaba ella se caería hacia atrás. Así que con cuidado la jaló de la cintura para llevarla a la mitad de la cama y así estirar su cuerpo a lo largo para que pueda descansar sobre una de sus almohadas.

Miró a la chica unos veinte segundos después de que esta cerró los ojos por el cansancio y encontró un espacio pequeño a su lado para vigilar mientras ella respiraba un poco raro.
Pensó y meditó en lo sucedido, que le había dado la poción justo a tiempo porque no dormir le había hecho daño y empezaba a causar alucinaciones en su castaña cabeza de niña boba.

*

Media hora después el mago vigía estaba completamente dormido a su lado, porque ver la calma en el pecho de la chica fue como escuchar una pieza clásica en sus salidas de verano con espacios de satisfacción, sutilezas, adormecimiento, y caer relajado sin tener otro placer más que un libro y un cómodo sofá viejo.

Ahí estaba con ese ser inquietante,
Hermione acurrucada a su lado y su brazo juvenil rodeando su pecho mientras él caía cada vez más lento sobre nubes de algodón con olor a dulce y menta.

El cuadro era tranquilo, curioso, ambos se sentían cómodos junto al otro, aunque estaban dormidos.

***

Al amanecer la chica despertó por un pequeño ruido en la madera.

Toc, toc, toc,

Era la puerta.

—Uy, alguien toca —susurró para ella-, me he quedado dormida —añadió asustada y en voz baja.

Snape se sentó rápido aunque con cuidado de golpear a la chica. Arregló sus ropas y su semblante después de entrar al ambiente de su baño secreto a toda velocidad.
Fue hacia la puerta y abrió después de girar el manubrio y jalar.

—¿Minerva? —Snape nunca le hablaba por su nombre, sintió un temblor de miedo en su vientre por lo que ella podría exclamar—, ¿Qué sucede, profesora?

—Profesor, buenos días, quería saber si sabe algo de la señorita Granger, la busqué en su torre hace unos minutos y no la hallé. Luego fui a la biblioteca y tampoco la encontré ¿Sabe dónde pueda estar?

Snape tragó saliva aunque permaneció imperterrito.

—Me pareció verla a media noche fuera del castillo, como en camino de ir a casa de Hagrid, ellos son buenos amigos ¿O no? Seguro tiene preguntas para él acerca del azabache con lentes —trataba de no mentir, en realidad ella sí fue allí, pero luego fue a leer en plena madrugada, a su despacho.

Le alzó una ceja a Minerva como para decir que no le moleste.

—Gracias Severus, por un momento pensé que la encontraría aquí leyendo.

—Si vino aquí ya debe haberse ido —Snape siguió y quiso cerrar la puerta pero Minerva lo detuvo con la voz.

—Severus, tenemos invitados del Ministerio —Habló con cuidado—, sé que es tu día de descanso del mes que tienes por derecho, como el de cada semana, pero estaría bien si puedes ayudarme a atender a estas personas.

—Subiré en cinco minutos ¿O quieres que me dirija a dirección? —quiso que ella especifique.

—No, ellos están aquí a lado, en tu aula nueva de pociones —suspiró con ideas ligeras en la cabeza—, dales una pequeña guía de tu clase, los llevas al almacén y se los dejas a Sprout, la maestra sabrá qué hacer.

Snape volvió a tragar saliva. Si el ministro estaba ahí iba a presionar con el tema del título y su biografía, y además presionaría con la supuesta reforma profesional que debía demostrar, como interés a continuar con una vida recta de profesor dedicada a la enseñanza.

—Ya salgo —dijo rápido y cerró la puerta en el rostro de Minerva.

La chica se había acomodado de lado y estaba ligeramente dormida.


<3 <3 <3

—Oiga, tiene que ir a la enfermería, pasaré por ahí en dos a tres horas —tocó a la chica por el hombro—, tiene que decirle a Ponfrey que empezaba a tener alucinaciones al no descansar lo suficiente y que bebió sin querer un poco de tinta negra vegetal—, la chica asintió—, dígale también que bebió gotas destiladas de extracto de sábila y jengibre para intentar expulsar la toxicidad. ¡Por favor, Granger! Ya deje de meter la pata.

—Voy —se hizo sobre sus pies como pudo, su rostro estaba demacrado, pero no era por la tinta o porque había tenido una convulsión, si no porque no descansaba lo suficiente.

—La veo luego y duerma —ordenó.

—Hasta luego, Severus —bostesó al ir hacia él junto a la chimenea, lo besó en la mejilla como pudo después de tomar polvos flu.

Desapareció segundos después entre llamas verdes al lanzarse a ese vacío en la chimenea.

***

Esa tarde como a las cuatro y media, ella permanecía adormecida en la enfermería después de despertar unos minutos antes.

Harry estaba en la escuela, era su primer día en el castillo porque al fin había terminado las primeras investigaciones del vínculo que había tenido con Voldemort gracias a este horrendo monstruo.

Para ella Snape no había cumplido su palabra, él le había prometido estar en la enfermería en ese instante, y aún nada.

¿Qué había pasado? él siempre cumplía su promesa.

Pues para Snape había sido un día completamente arruinado de su rutina, a Minerva se le había ocurrido la genial idea de ponerlo a cargo de todo el recorrido de la gente del ministerio, en el castillo. Él ardía en cólera por no haber salido a Londres y estar tomando una taza de café amargo cerca de Homies Chang, el restaurante donde comió con su nueva amiga.

A esa última hora del recorrido, salió directo a su despacho para darse un baño caliente y luego de estar limpio cumplir lo planeado e ir a ver a la señorita Granger.

Por eso, después de haber cumplido al pie de la letra sus planes de limpieza, tomó tres libretas para guardarlas en su capa y caminar paso a paso largo directo al segundo piso.

En la enfermería estaba Harry feliz de ver a su amiga aunque un poco confundido de escuchar en la torre de Gryffindor, que Herms había tenido un accidente.

Fue a su encuentro, su rostro se hizo triste al verla cansada y acostada en la camilla de aquella solitaria enfermería.

—¿Desde qué hora estás aquí? —se acomodó a su lado derecho.

—Desde la madrugada creo, no recuerdo bien —la verdadera intención de la chica era cubrir a Severus al decir eso, era mejor decir que no estaba segura de la hora porque Minerva ya la había encontrado.

Sus ánimos eran relajados, ya se sentía mejor después de haber descansado buen tiempo.

—Seguro te has esforzado demasiado con los estudios, tú eres así —Harry la sujetaba de la mano derecha con sus dos manos, estaba sentado en una banca alta frente a ella y la mesa de noche estaba a su izquierda, pegado a él. Junto a la lámpara dejó una caja de chocolates en forma de corazón con un osito que decía “mejórate” dibujado a mano.

Hermione alzó los hombros.

—Estudio lo usual, amigo… —interrumpió cuando vio entrar la sombra de Snape por el marco del gran portal.

Harry giró sin dejar de tocar a su amiga e inclinó el cuello como en venia sutil para un rápido saludo.

Snape no perdió de vista al chico y cómo la tenía a la alumna, después pasó a ver a Hermione a los ojos con el ceño un poco fruncido, carraspeó y desencajó la mandíbula para llamar su atención.

—¿Se siente mejor, señorita? —se hizo al pie de la cama con unos cuatro pasos, colocó sus manos detrás de la espalda.

Harry giró a verlo ahora a su derecha, sin dejar de tocar a su amiga.

—Buenas tardes, profesor qué gusto verlo —el chico sonrió alegre.

—Buena tarde, Señor Potter—silabeó con soberbia como siempre, como solían ser los Slytherin.

—Profesor hola, ya me siento mucho mejor, he podido dormir un poco más —ella retiró la derecha de entre las manos de su amigo porque parecía que este no quería dejar de tocarla. Intentó sentarse y arregló sus cabellos y ropa escolar, como pudo.

—Vine a hablar de un asunto privado, con usted —miró a Harry después de señalar eso a la chica.

—Ya entendí, ya me voy, regreso en dos horas o nos vemos en la sala común, Herms —miró al profesor, su postura al pie de la cama de la chica y su mirada altiva directo a los ojos de su amiga, la cual ahora tenía rostro como avergonzado.

Granger intentó disimular.

—Nos vemos Harry —se despidió con ánimo y el chico se marchó. Después de eso, al hacer un leve esfuerzo se sentó al borde de la cama y bebió de un vaso con agua—, Tardaste un poco en venir, me sentí mal de que sólo hayas querido deshacerte de mí —reclamó al otro mago.

Ya no miró sus ojos negros, si no que miraba el fondo del largo vaso y el líquido introduciéndose por sus labios.

Snape suspiró cansado de tener que decir lo que hizo a otra persona, aquella era la grandiosa razón por la cual no quería amigos, aunque ya tenía una Granger quisquillosa.

—La directora me ha tenido ocupado, ahora mismo hay gente del ministerio rondando por ahí.

—Ah bueno —alzó los hombros después de tener esa simple explicación, la cual para ella era más que suficiente—, hace un rato me desperté con ganas de decir que… Te quiero, mago, creo que he pasado demasiados días junto a ti.

Snape se acercó frente a ella y le quitó el vaso.

—Deje de beber tanta agua, tiene que cenar.

—No tengo hambre —soltó en un tono normal y quizá un poco resignado—, Creo que no escuchaste lo que dije.

Snape hizo ruido de queja otra vez.

—Escucho cada cosa que sale de su boca, Granger —explicó como en una exposición simple—, después de escuchar eso ¿Qué opinión quiere de mí?

—En realidad ninguna, sólo quise decirlo —alzó los hombros de nuevo e invitó al mago sentarse a su lado pero él se negó, hizo un gesto con la cabeza de lado a lado dos veces, lento.

—No me sentaré con usted… —se acercó más para explicar eso y cruzó los brazos por el frente—, vine porque quería proponer que salga conmigo a Londres. Aprovecharemos en un desvío para ver la casa que compró, he enviado algunas cosas hacia el sótano.

—Ah, sí ¡Vamos! Es increíble lograr comprar una casa al fin. Sin tu ayuda me hubiera tardado quizá unos cinco años o más, sobre todo con los costos en estas épocas ¡Uf! —bajó de la camilla y tocó a Snape de donde él cruzaba sus brazos, sostenía una sonrisa suave y amable—, muchas gracias Severus.

—No es nada —tenía que admitir que ella le hacía sentir cómodo aunque aún mantuviese su postura soberbia y altiva frente a ella —no es necesario avisar a Minerva, ella sale en una hora y me deja a cargo del castillo, ya avisé a los profesores que usted y yo iremos a su casa a ordenar y cubrir con seguridad cada ambiente.

—Ah, es una excelente idea ponerle protección ¡Excelente! —hizo el esfuerzo por tomar la mano del mago y apretarlo.

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