No Vio Cap 3

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*

Snape bajó la cabeza después de pensar más de la cuenta y suspiró al convencer su ánimo en que estaba exagerando, aunque como proyecto era una buena oportunidad para esa chica. Lanzó su cuerpo al sofá sin darse cuenta que aplastó una bufanda de algodón color rojo vino y magenta. Recordaba las palabras que ella dijo, por una vez en la vida esa insolente no sabía la respuesta, la verdad, que él no era malo y si lo había sido, no quería volver a serlo otra vez. Era distinta una apariencia, él necesitaba ser recto, exigente, no dar excesiva confianza a los estudiantes, era necesario que le respeten y que se aparten de él.

¡Nunca invertiría sentimientos en alguien como él, es un desperdicio!

…Y nunca podría fijarme en… En alguien como él, porque simplemente es malvado y no se deja conocer.

Snape entre cerró los ojos, frunció el ceño enojado lanzando pestes en silencio, pensó en lo que dijo esa estudiante exagerada y emocional, pensó en la forma que rogó, la forma en que intentó convencer que estaba equivocada. Él no estaba arrepentido del castigo, esas confesiones secretas y privadas dentro del corazón de la estudiante y sus deseos por acabar la escuela antes, por poco le hacen tambalear frente a ella porque rogó y suplicó y se rompió, sin embargo él se mantuvo indiferente.

Lo que Snape más odiaba en su vida era dar una impresión amistosa esperada por una joven madura, ellas querían una impresión eficiente, coqueta, atractiva e inteligente, como hacía Black por ejemplo con todas sus alumnas, él definitivamente no era así, ni le importaba lo que piensen los demás ¿O sí?

¿Ahora que estaba con tiempo libre pensaba demasiado las cosas, incluso en lo que piensen de él?

¿Cómo iba a saber lo de la chica? ¿Cómo saber que estudiaría más que otros alumnos? Imposible saber, ya no podía ir hacia atrás en el castigo.

Apenas sabía eso de Mrs. Granger, que quería lograr terminar los estudios en mitad de tiempo ¿Cuál podía ser la razón? ella ahora debía darle las gracias, porque cuando esa joven boca color carmín suave, se lo dijo, él tomó la mejor decisión.
¿Qué mejor que ayudar a la chica a captar conocimientos que nunca podría conseguir en la biblioteca de Hogwarts?
Lo que le había ofrecido era un privilegio real, más de un 1000 % de conocimiento y aprendizaje que obtuvo Potter con él. Si ella le leía, podía lograr superar a sus compañeros en menos de dos meses.

Además, esa chica había terminado el examen de ingreso a su clase con cien de cien a pesar que él se había tardado más de tres días en hacerlo, el resto de alumnado falló en más de la mitad, pero esa insolente era muy inteligente.

*

Una tarde después Severus Snape recibió una magnífica noticia, aunque para él era un desastre en cierta forma. Una carta con sello del Ministerio le otorgaba el cargo de subdirector de la escuela Hogwarts, también decía que debía suplantar a la actual maestra de Transformaciones.
Minerva era la actual directora y maestra del curso. Debía cumplir con el cargo el próximo fin de mes, durante tres meses, el motivo era una licencia temporal de McGonagall para hacer un descanso y viajar con su familia.

El mago pensó rechazar el puesto y buen sueldo de subdirector aunque después de pensar que eran quince mil libras más al ser director y un sueldo más durante tres meses por cubrir transformaciones en un horario que no choque con el suyo, no pensó y aceptó veloz, porque desde hace unos meses planeaba comprar un terreno y hacer una casa subterránea además de vender dos propiedades.

El dinero le venía mejor que bien en ese momento.

***

Toda una semana, Hermione Granger salía de cenar e iba a las mazmorras, al nuevo despacho privado de su profesor, en su presencia o sin él, llevaba una pequeña alfombra de colores pasteles, se sentaba ahí con un poco de agua y aperitivos de fruta seca en una bolsa pequeña de tela. Acomodaba un lugar cerca de la lámpara de Snape sobre su escritorio y empezaba a leer. Sobre sus piernas colocaba una libreta de apuntes más grande de lo normal y hacía anotaciones importantes ahí.

No le dirigía la palabra, estaba molesta con él.

Siempre salía cerca de las once de la noche, unos minutos antes o unos minutos después. Él se mantenía distante, escribía afanoso sobre su nuevas libretas, unas que ella había observado el día que él le castigó. La chica estaba segura que cuando leía, él escribía nuevas páginas de su diario, entonces venían las dudas y el pesimismo, cómo pensar que si él seguía en creación de su diario, jamás terminaría de leer para el final del año.

*

Día sábado en la noche, Hermione cerró el diario que acabó, se puso de pie y miró hacia arriba, con una sonrisa satisfactoria porque toda la línea superior de diarios había sido completada, aproximadamente treinta libros ¡Un real logro!
De estos textos se salía como una orejita de papel rojo que ella usaba para marcar los que ya había terminado, les ponía una oración con diminuta letra para reconocer de qué tema había girado el texto, ya que como era obvio, estos no tenían ninguna etiqueta en sus caras, sólo fechas. Recogió sus cosas dispuesta a ir a su torre y antes de irse Snape le habló.

—Granger —soltó lento sin perder atención en sus hojas, sin soltar la pluma que empuñaba.

Su estudiante se paró de golpe y giró, le miró pero él no la vio.

—Dígame,señor.

—No se olvide de eso —suspiró y agravó la voz—, es una prenda que olvidó el día que recibió el castigo.

—Ah sí, muchas Gracias por eso… —dijo en doble sentido, por tener su prenda de vuelta y por el castigo—, pensé que lo había perdido fuera del castillo —añadió para disimular.

—Ya ve que no… Buenas noches —la despidió y siguió con la pluma húmeda imprimiendo líneas negras sobre su pergamino de amarillos pálidos.

Hermione escuchó eso último sin poder creer aquellos “buenos deseos” de que ella pase buena noche. Obvio no sería así, porque gracias a él ahora debía dormir dos horas menos a pesar de que usaba el giratiempos más veces de lo que estaba permitido, por eso ignoró aquello aún con montones de rencor, no respondió y se fue.

Snape dio una carcajada lenta en su mente y susurró para él.

— Qué joven tan malcriada.

*

Una estudiante de cabellos castaños llegó a su torre rápido, desobedeció a Snape de no tomar atajos, se quitó la bolsa y lanzó el paquete envuelto con papel beige grueso que le entregó Snape, lo dejó caer sobre su cama, este se deslizó hasta la alfombra donde había un grupo de jóvenes Gryffindore en una charla de temas banales, bueno, ella estaba convencida que eran temas banales.

—¡Ey, Hermione! ¿Dónde has estado? ¿Qué es esto? —Winnie tomó el paquete y sin permiso de su compañera desató el lazo de cuerda delgada y gris.

—Es mío, una bufanda.

—Aquí hay dos, una roja con ocre y otra verde y gris claro, también hay un puñado de caramelos de menta en una bolsita de tela —tocaba y tocaba los objetos sin mucha impresión—, ¿Puedo comer uno de estos?

—Yo también quiero —varias de sus compañeras elevaron la voz al mismo tiempo.

Hermione, entre cerró los ojos y pensó Este hombre hará que me de diarrea o algo, que se lo coman ellas.

—Tomen los que quieran, me las regaló un colega, yo no lo he tocado —dijo como si no le interesara.

Winnie repartió a cada una de las presentes, se puso de pie y colocó con cuidado el paquete roto con las dos bufandas y tres caramelos sobre la cama de su compañera.

Cada una de las chicas desenvolvió el suyo y zas, sin pensar, los caramelos ya estaban en sus bocas.

La primera en dar una opinión fue Ginny, la cual se maravilló del sabor y lo que este caramelo la hizo sentir al reposar los primeros segundos sobre su lengua.

—Debe tener revitalizante, es estupendo.

Hermione se hizo de pie frente a su baúl y aún con duda fue hasta su cama para tomar uno y probar. Ginny tenía razón, esos caramelos como cristales redondeados de menta envueltos con papel de arroz verde, eran estupendos.

¿Qué le pasaba en la cabeza a ese pocionista? ¿Por qué le dio unos caramelos de menta, acaso ella tenía mal aliento o se veía muy cansada? Algo raro pasaba aquí, era un trampa.

También pensó que podía estar arrepentido, que se hubiera dado cuenta que ese castigo definitivamente era duro y cansado.

Lo que más le extrañaba era el objeto. ¿Por qué le dio eso?
¿Qué pasaba con la bufanda de Slytherin?

*

La siguiente semana entraba y salía de las mazmorras sin dirigir aún la palabra a Snape, hasta que llegó el día jueves y se encontró con un diario intenso, cerca de las diez de la noche, donde aparte de algunas pociones de hierbas alucinógenas de un niño de trece años, habían unos anécdotas donde un compañero de Snape tomó sin querer unas grajeas que provocaban vómito cada que el compa decía la palabra “Sí”.

Hermione no quería reír pero este hombre había escrito con detalle cómo había seguido al otro niño a escondidas y cómo este se había vomitado todo un día en las ropas de varios profesores, entre ellos la boca de Albus Dumbledore y un baño de cuerpo entero al profesor Filius.

No aguantó la risa, intentó e intentó cada minuto que pasaba al leer, pero imaginar al director vomitado en la cara, o a un joven Slytherin incapaz de decir que “Sí”, era sublimemente gracioso. Lo mejor es que Snape no expresaba risa en sus escritos sino seriedad, apuntaba los efectos, apuntaba la reacción de aquellos torpes vómitos. Ella veía un carácter centrado e imaginaba a un niño escondido con su libreta con el rostro de Snape, asomado con un ojo por una esquina en un largo pasadizo, y en sus manos su libreta y pluma, que escribía para ver a otro Slytherin como si fuera cosa de estudios.

Estaba muerta de risa, le causaba incontenible risa imaginar todo eso.

Las carcajadas de esta joven de pronto habían llenado todo el despacho y habían inquietado a Snape, el cual por su puesto no se quedó callado después de ver su rostro rojo y sus ojos a punto de derramar lágrimas.

—¿Qué sucede? —recriminó serio con voz grave.

Él estaba ahí con el ceño fruncido, con una libreta en su mano derecha y en la otra su pluma, a la chica verlo le causaba más risa, su ceño fruncido en acusación, no podía evitar imaginar un mini Snape malhumorado con voz de ardilla. Miraba hacia donde estaba él y volvía a reír, peor que antes.

—Lo siento es que me encanta, esta lectura es fenomenal… —decía entre risas y casi se ahogaba, tocaba su vientre desesperada por el dolor.

Snape pensó que se burlaba de él e hizo una fuerte objeción.

—No tiene por qué reír, no hay motivos de risa ahí ¿Cuál es el chiste para usted, señorita Granger? —exigió respuesta.

—Usted a los trece escribiendo escondido detrás de un muro mientras su compañero se vomita sobre la mitad de la escuela —volvía a reír, casi lloraba y los abdominales empezaban con las primeras punzadas agudas en su joven vientre.

—-No es ocasión de risa —Snape habló en serio—, Ahí está escrito que fue un accidente (Él lo recordaba como un desastre).

Ella sólo así pudo parar, aunque esa noche terminó recostada sobre su alfombra larga de colores pasteles dentro del despacho del profesor, en cambios y cambios de páginas, entretenida, hasta que finalmente se quedó profundamente dormida en el suelo.

*

Minerva tuvo que ir a rescatar a su estudiante de su supuesto “castigo”, por un rumor dentro de la torre de Gryffindor.

Vio a la joven tumbada en el suelo con el texto frente a su rostro y un Snape a su izquierda afanado de trabajo en su escritorio, erguido y serio como si nada inusual pasara frente a sus ojos.

—¿Severus? —la bruja empujó la puerta la cual ya se encontraba semi abierta, no avisó porque buscaba a la chica.

—Pasa, Minerva —fue sarcástico cuando esta ya tenía sus narices a un metro de Granger.

—¿Qué hace la señorita Granger aquí? —preguntó con asombro en baja voz.

—¿Acaso no ve que se quedó dormida mientras leía? —tenía los ojos en sus pergaminos.

—Quiero decir… ¿Por qué está aquí la chica? —susurraba extrañada.

—Le he ofrecido a leer mis anotaciones mágicas para que esté adelantada en comparación con los demás estudiantes —mintió en cierta manera porque no le ofreció nada, más bien obligó a esa chica. El rumor del castigo era cierto y lo había esparcido un Slytherin que a la vez le contó a su novia y esta le dijo a su prima en Ravenclaw la cual después le comentó a Parvati Patil, amiga de la chica, la misma que le dijo a la profesora Minerva cuando esta mujer estaba en guardia normal dentro de la torre de Gryffindor.

—Mh, buena idea —asintió y supuso que él le ayudaba a adelantar los cursos para acabar antes la escuela—, ¿Puedo llevarla a su torre? —preguntó con cuidado de no despertar a la chica.

—Sí —suspiró al acomodar las últimas páginas que con magia se acoplaron en orden dentro de la libreta nueva que usaba como diario—, terminé hace una hora y no hallaba una idea de cómo despedir su presencia sin tener que tratar directamente con ella. Quisiera descansar un poco y no he podido ir —hizo voz sarcástica.

Aunque parecía un milagro, ahora el profesor dormía como otros en el castillo, al menos cinco horas cada día, para él era mucho.

¿Por qué no dormir si ya no tenía ocupaciones extra curriculares?

—Gracias Severus, me la llevaré.

***

A la mañana siguiente la joven Gryfflindor iba de buen humor directo al desayuno, había tenido algunos sueños raros donde veía a su profesor tan pequeño como un niño aunque vestido de ropas de profesor, tal cual siempre lo veía vestido en sus clases o en el gran salón. Hermione sostenía una sonrisa de lado cada que recordaba a ese niño de cabellos lacios llamar la atención con gritos histéricos, o veía esa mini varita cómica de sus sueños color negro y de pino, con rayos tan indefensos que sólo causaba ternura antes que miedo.

Eso era, sentía ternura por no olvidar lo primero que recordaba del mago al pensar en él, una niñez curiosa y definitivamente inteligente. Snape era claramente inteligente desde muy joven, hábil con la magia y astuto para resolver problemas que incluso un reciente adulto no pensaría en resolver.

—Buenos días, profesor —dijo enérgica. Su cuerpo se balanceó con sus manos detrás de la espalda, rotó su cintura de lado a lado con inocencia, sonreía al ser capaz de no verlo como siempre era, si no verlo con ojos de amor maternal, incluso más pequeño, indefenso y en pañales, gatear por esos suelos de piedra. Por su puesto era una exageración gracias a sus sueños.

—Buenos días —la miró con cara de pocos amigos. Había frenado en su enérgica marcha directo al desayuno y luego siguió. Fue suficiente un instante para fijarse y sentir de ella esa actitud distinta y emocional.

Granger es bipolar, no me cabe duda.

Snape estaba preocupado, debía salir a otra reunión urgente en el ministerio cerca de las siete de la noche con treinta minutos, y había olvidado aquello gracias a estar distraído con la mocosa de Gryfflindor.

Ni bien terminara de desayunar, era necesario pedir un favor a la directora, y así lo hizo.

En el desayuno él estuvo quieto, comió lo mismo de dos semanas antes, un plato de huevos revueltos con tocino y un tazón mediano de frutas cortadas en cubitos.

Hermione por otro lado y de forma impresionante, comía lo mismo. Estaba animada, con ganas de estudiar ese día y sobre todo tomar esos diarios personales del mago y devorarlos sin respirar. Quería leer cosas como si Snape era o no heterosexual, si había tenido novia o gustos y admiración por profesores, si le habían salido granos o propuestas de compañeras para crear pociones prohibidas a la luz de las velas.

Sí exageraba un poco porque estaba claro que él no era tan así y los diarios más que otra cosa eran registros de aprendizaje dentro de la escuela.

¿Cómo podía evitarlo? Ahora estaba muerta de curiosidad.

*

Esa noche después de su clase de pociones con Snape, la chica corrió al comedor para tomar dos Sandwich de pollo y verduras y una botellita pequeña de madera con agua, tenía intensión de cenar en el despacho de él.

Para suerte de ella Snape no estaba, así que empujó la puerta, se sentó sobre su alfombra que primero estiró a lo largo ya que estaba enrollada, metió su mano a la maleta y empezó a comer sin parar mientras intercalada con agua. Era mejor prevenir a escuchar del mago un rotundo “Aquí no se come”.

Al otro lado del edificio en dirección.

—Profesora Minerva, la buscaba.

—Dime, jovencito —Minerva vio el reloj para comprobar que apenas era cinco minutos después de las siete de la noche.

—Necesito me brinde permiso, por favor, para desaparecer en el castillo porque tengo una reunión en el Ministerio y no llego a tiempo si me voy por red Flu.

Minerva no lo había visto así desde que era joven, de verdad estaba preocupado.

—Recuerda que ahora eres subdirector, tienes ese permiso desde hace un día si no me equivoco.

Snape pensó que estaba más distraído de lo que pensaba.

—Es cierto… Gracias, no volveré a molestar —se dispuso a salir de ahí veloz.

—Espera, Severus…

Snape la quedó viendo con el ceño fruncido.

—Dígame, de prisa por favor.

—Olvídalo, ve rápido —lo largó con la mano aquella mujer de sombrero puntiagudo.

Snape apareció frente a Hermione y provocó que ella derrame agua en el suelo debajo de ella, o mejor dicho en su alfombra.

—Señor, me asustó —indicó ella.

—No tengo tiempo… Jovencita necesito que venga conmigo, traiga su cartera y meta tres o cuatro diarios porque va a leer un buena rato.

—Mh ¿Qué sucede?

—Necesito que me acompañe al Ministerio.

—Sí si, ya voy —se hizo sobre sus pies, tomó los libros, rápido, los metió en su mochila colgante y Snape no le dio tiempo ni para tomar aire. La sostuvo de una de sus manos y la hizo dar vueltas tan veloces en menos de dos segundos, que no pudo evitar caer después de que llegó con él detrás del edificio del Ministerio.

Cayó al suelo de rodillas para incorporarse con ayuda de Snape.

—¿Aún no está acostumbrada? ¡Qué barbaridad! —juzgó Snape por pensar que eso era el colmo para una bruja de su edad.

—Es una distancia larga, lo siento —se disculpó, de pie gracias al mago.

Snape dejó que ella diera unos cuántos pasos a su lado y luego la soltó para apretar el paso, apresurado.

—Venga ya, si quiere hablar con su amigo Potter, rápido —ordenó.

La chica no dijo nada, prácticamente corría detrás de su capa negra porque él a veces trotaba ya dentro del lugar.

Lo siguió hasta el piso veinte, donde luego tuvo que esperar afuera de un gran portal, habían pequeñas y cómodas sillas de madera remachadas con cuero oscuro en el asiento y los posa brazos, el remache era dorado.

Como le había dicho Snape, tuvo la suerte de ver a Harry que llegó justo siete y treinta de la tarde, la abrazó y le preguntó veloz.

—¿Cómo estás, cómo van en la escuela? Este sábado nos veremos ahí.

—Me alegra verte… ¿Irás este sábado a incorporarte? —Hermione sintió alegría y él sonrió.

—Sí, ahí estaré —abrazó a su amiga—, nos vemos luego, voy tarde. ¿Sabes si Snape ya llegó?

—Está ahí dentro con algunos miembros de Wizengamot —soltó curiosa.

—Ah, sí… Este es el penúltimo día de interrogatorios ¿Has venido con él?

Justo cuando ella iba a responder, un miembro del juzgado salió directo a ordenar a la chica.

—Snape la llama como testigo

—¿Yo? —no pudo ni pensar en otra respuesta.

—De prisa —ajustó las palabras el adulto, parecía que estaban en una carrera.

—Sí, voy —ingresó ella detrás de él quien luego la hizo sentar en una silla alta frente a unas luces que apuntaban a su cara.

Se escuchó una gruesa voz decir aunque no para ella sola:

—Interrogatorio noveno del caso siete; “Artes oscuras ligadas a Severus Snape y su relación cercana o influencia a un estudiante menor de edad”. Contra la ley 09890, que está terminantemente prohibido usar magia dentro del castillo a menos que sea con fines estrictos de educación curricular o en caso de correr peligro de muerte. Anexos número 011 y 014 dónde se comprueba el alejamiento total del acusado de temas sospechosos en o relacionados con artes oscuras. Reformación y supervisión de leyes en el interior del centro laboral “Escuela de magia y hechicería de Hogwarts.”

La chica se puso nerviosa, no sabía qué decir o si tenía que responder a preguntas donde le sería imposible tener una verdad, no conocía a su profesor, sin embargo podía dar una opinión a su forma de ser durante la guerra desde la última perspectiva hábil de aliarse con Dumbledore y engañar a Voldemort. Incluso podía dar testimonio reciente de que el hombre era puntual en clase y otras cosas similares.

¿Qué voy a decir? ¡Morgana, ayúdame! La chica tenía miedo.

La chica pudo escuchar los pasos de su amigo subir las gradas de escalones a su lado para sentarse por la parte baja, a su derecha del tribunal que era casi completamente circular.

—Buenas noches, señorita Granger. Ha sido llamada como testigo por el actual profesor de pociones en Hogwarts, el cual tiene el nombre de “Severus Tobías Snape Prince”.  ¿Acepta usted ser parte de la defensa individual de este mago?

—Sí, sí señor, acepto —Hermione se escuchó un poco nerviosa al principio pero luego intentó tomar las cosas aún más serias e importantes. No callaría nada.

—Entonces deberá responder las siguientes preguntas, y tendrá como conocimiento que podría ser juzgada posteriormente por desacato a MMYH si decide mentir, se puede comprobar si lo hace aún si es hábil para esconder la verdad.
Primera pregunta: ¿El profesor Severus Snape sostiene actitudes ocultas y extra curriculares al permanecer como profesor en la escuela Hogwarts?

La joven no tuvo que pensar mucho en la respuesta.

—No, el profesor es uno de los más puntuales y atentos en la escuela, siempre está pendiente de su horario de trabajo y exige a los alumnos el cumplimiento de las normas escolares. Diría que, se le ve siempre en rondas para vigilar a los alumnos.

—La pregunta será más puntual… ¿Ha visto a su profesor en actitudes extra curriculares o sospechosas con relación a artes oscuras? Piense bien lo que va a decir, tiene diez segundos.

Hermione se quedó callada y vio el suelo para intentar ser lo más franca que podía.

—No, no lo he visto en actitudes sospechosas, siempre lo he visto aún más atento en las cosas de la escuela en comparación con otros profesores —el ceño de la chica se frunció en actitud seria al responder.
Al finalizar asintió en aprobar lo que acababa de decir.

—Siguiente pregunta; Severus Snape, conocido como el profesor actual de pociones en la escuela de Hogwarts ¿Es influencia de artes oscuras a algún alumno de Hogwarts, alguna vez se acercó a usted a ofrecer clases particulares o conocimientos que no son parte de la enseñanza en la escuela?

—No, no lo hace. No señor, nunca se ha acercado a ofrecer clases particulares o a querer influenciar en cosas que no tienen nada que ver con la escuela —Hermione dudó en decir eso ya que al leer el enorme diario de Snape, podía sí estar influenciada o aprender de él cosas que no tienen nada que ver con la educación en la escuela.

Bajó la cabeza, se puso a pensar en lo que acababa de decir.

—Siguiente pregunta; ¿Ha recibido alguna amenaza de parte de Severus Snape? Recuerde que debe ser completamente franca.

Hermione se puso más tensa, ella debía decir la verdad aún si eso perjudicaba a Snape.

—Sí, sí lo hizo —Snape sonrió porque sabía que lo diría. Los miembros del juzgado hicieron un coro al unísono con asombro pero la chica interrumpió—, sin embargo no tiene nada que ver con el tema tratado. Yo falté el respeto a mi profesor hace unos días y lo insulté por ser tan recto, soberbio y altivo. Pero mi rebeldía estudiantil no me dejaba ver que él tenía razón. Hice comentarios de su persona a otras alumnas de la casa de Gryffindor que se ha podido malinterpretar, lo dije para resaltar que no es de mi agrado por lo asocial que es. Y reafirmo mis respuestas anteriores a que es exigente en la enseñanza y poco amistoso.

—Los profesores no tienen que ser amistosos, sólo deben cumplir su papel —el ministro refutó enérgico para corregir a Hermione.

—Recibí un castigo injusto a mi parecer  —casi no se escuchó en el ambiente. Ella se quejó.

—¿Puede decirnos de qué se trata? Y debe tomar en cuenta que insultar o cometer indisciplina en la escuela contra un profesor es causa de sobra para expulsión temporal o definitiva  según el grado de ofensa, debe saber que si usted mintió de su profesor a sus compañeras entonces sería calumnia y aquello es agresión considerada como resultado a expulsión sin derecho a apelación para una renovación —El ministro fue duro al pronunciar la palabra “Expulsión”.

Se escuchaban algunos murmullos a las espaldas de esas intensas luces.

Hermione tragó saliva, se había metido en un problema, acaba de admitir frente al juzgado que se había portado mal y que por eso la habían castigado.

—Me ha ordenado a escribir su biografía —dijo con vergüenza—, ese ha sido el castigo —dobló los hombros hacia delante.

Todos se quedaron en silencio, escuchar eso les pareció ridículo y no lo tomaron en cuenta como una acusación hacía Snape.

—Sea seria, señorita. Continuaremos con la siguiente pregunta; ¿El profesor se ha visto envuelto en alguna relación escondida dentro de la escuela de Hogwarts?

Hermione se sorprendió ante la pregunta.

—¿Se refiere a amistad? Porque si es eso no lo sé. El profesor siempre ha sido un hombre solitario, callado, no le he visto conversar con alguien en la escuela, sólo con la directora.

—Última pregunta: ¿Cree que el profesor tiene buenas intenciones al haber aceptado volver al cargo de maestro de pociones en Hogwarts? Piense bien lo que dirá.

Hermione suspiró dos veces.

—Severus Snape es un… Genio —dijo lento, con la voz baja, nunca en sus cortos años dentro de Hogwarts había analizado cómo se comportaba Snape, sólo se había fijado en lo malo—, el profesor siempre ha sido inteligente y responsable —no pensó más, eso salía de sus recuerdos—, No soy admiradora personal o algo por el estilo, pero si debo hablar del mayor como profesor en Hogwarts, tengo que decir que es excelente o más en lo que hace. De verdad lamento no haberme fijado en ello desde antes —estabs avergonzada—, las únicas intenciones que tiene es de compartir sus conocimientos.

Algunos rumores y conversaciones en voz baja se alejaron lentamente después de que todos escucharon a esa chica.

—Ha terminado, puede retirarse y esperar afuera.

Ella se quedó en silencio, ni si quiera asintió. Se puso de pie y salió sin más.

Ahí en las sillas de la sala de espera pensó bien lo que dijo, no esperaba que Snape tome en cuenta su testimonio pero ella sí debía admitir que se había equivocado mucho.

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