Todos contemplaban el cuerpo que ya hacía inerte en el suelo del patio el cual quedó sin vida cuando el rayo verde tocó su pecho en la torre de astronomía.
Albus Dumbledore había muerto, todo parecía haber salido bien en los planes secretos de su propia blanca cabeza, asesinado por causa de Severus Snape su gran mano derecha desde muchos años antes leal incluso después de la muerte.
Harry, el niño quien al principio pensaba en recibir ayuda de ese profesor escondido debajo del piso de la torre de astronomía donde minutos antes estuvo con Albus vio cómo este a traición le quitó el aliento al director sabiendo que él presenciaba todas sus acciones, después de que el rayo resplandeciera cegando a todos y empujando el cuerpo al abismo,
todos los Mortífagos culpables por satisfacción y espectadores respaldaron su sentir los cuales creían era “Gozo”.
Harry enojado escapó preguntándose por qué el hombre no lo delató, por qué lo mantuvo en secreto y le dejó ver esa tragedia a detalle, justo ese detalle.
El pensamiento y confusión no se lo contó a nadie sin pensar que después alguien se preguntaría igual después de escuchar revelaciones del mismo culpable.
Corrió con sus amigos y el resto de las personas al apurado entierro de su cuerpo sin antes perseguir a Snape e intentar golpearlo con su propio hechizo.
El silencio y la decisión de no involucrar a nadie más se metió en el pecho del chico.
Dolido pudo contárselo, se lo contó a Hermione y a Ron en distintos momentos pero se guardó sus pensamientos de duda, al contárselo a los amigos, hubo rencor pero la peor reacción fue el de la compañera Granger, la tierna y de carácter fuerte “Hermione”.
Los tres decidieron irse de la escuela a terminar de encontrar los últimos horrocruxes, en esas estaba destruir el diario de Tom y la Diadema de la fantasma Helena Ravenclaw hija de Rowena.
A Hermione se le ocurrió ayudar a Harry para acercarse a Snape, ahora que era el director debía tener una debilidad que exponer, aunque este sea el frío asesino del hombre más fuerte que había conocido, sí, estaba confundida ¿Cómo Snape lo mató así de fácil?
A la niña de casi dieciocho años se le ocurrió la estrategia más difícil del mundo mágico, era hacerse pasar por su amigo Potter y acercarse lo suficiente al nuevo director para enterarse de algunas cosas frente a aquellos ojos negros.
El traidor era el hombre en quien Albus hubiera podido apostar su vida, ¡Su vida!, él debía tener razones que revelaría frente al niño que más odiaba si este lo presionaba, le diría algo con seguridad si accionara una estrategia tonta (aunque ella no lo sabía) para entrevistar al hombre de DCao.
La estudiante siguió a Snape un par de días mientras que en sus venas recorría poción multijugo el cual le hacía verse como su compañero con la cicatriz en su frente en forma de rayo. Tocó la puerta una noche donde todos perdían esperanzas y otros se tomaban las cosas más personales por alguna escondida razón y secretos.
Su temor fue notorio al enfrentar con la mirada al hombre cuando el portal le dio paso a los ojos negros del director sentado sin ningún interés de atenderla.
-¡No puede encerrarnos en el castillo!- Dijo aquél Harry furioso para su protagónico.
-Eso es exactamente lo que hago, estudiante.- Snape respondió rápido al verse atacado, su tono fue desinteresado subiéndose en autoridad.
-No, no va a poder detenernos, nosotros lograremos todo hasta el final incluso si tenemos que enfrentarnos contra usted, él confió en usted pero resultó que mostró su verdadera cara! ¡Es un sucio traidor!
-¿Usted cree eso, Mr. Potter?- El hombre se sentó mejor en su silla alta de piel negra, cruzó los brazos y se relajó en actitud de burla sin cambiar su expresión seria con una ceja levemente alzada. -¡Qué extraño, me parece haberlo escuchado antes, usted me ha reclamado esto antes Mr. Potter..!
-¡Lo es, es el traidor más sucio que conozco!- Dijo sin asco sin temor a las consecuencias metiendo ma pata grandemente porque no sabía que Harry ya había ido con la queja antes.
Snape hizo una sonrisa de lado y bajó la cabeza negando.
-Si fuera el más sucio y el más desgraciado, el acto en la muerte de Albus Dumbledore no explica una pregunta importante…- Soltó sus brazos para apoyarlos sobre su gran escritorio. -¿Por qué no lo maté a usted antes que a Albus Dumbledore?- Desafió con la mirada. -Yo seguí los pasos de ambos y lo sorprendí, Sr. Potter.- Fingió una voz expositiva con interés de ser escuchado.
Harry sentía que las piernas no podían sostenerlo más tiempo, estaba agitado y su corazón latía a mil por hora, con un fuego en la garganta creciente como el humo alborotado que sube por un volcán peligroso y ardiente, se llenó de cólera y sus ojos lo mostraron delante de ese pocionista.
-¡Usted…!- Tembló una vez más y cayeron dos lágrimas desde aquellos ojos juveniles delante de la mirada fija del profesor, su voz había desaparecido por el dolor y la confusión. Se preguntó el por qué ¿Por qué no mató a Harry de parte de Voldemort?
-Mmm Usted Mr. Potter Actúa Raro, taaaaan raro.- Hizo más gruesa la voz, calmada. -No queda en mí ninguna culpa así que ¿Por qué me hace perder el tiempo, alumna?- Hermione retrocedió un paso pensando que fue muy fácil para él descubrirla pero en realidad ella no estaba en sus cinco sentidos intelectuales, estaba cegada por el sentimiento de rencor. -Lo sabía.- Dijo Snape viendo la reacción del niño de ojos verdes. -No esconda más su identidad Srta. Granger.- El hombre hizo un hechizo silencioso descubriendo la verdadera identidad de aquel estudiante. -¡Largo de aquí y cuando haga su trabajo de investigación, uno que de verdad sea profesional, entonces viene a reclamarme! ¡Vaya a llorar a su habitación!- Le dio la espalda después de ponerse de pie en dos segundos. -Aunque… Yo le recomiendo que salga de aquí, llévese a sus amigos porque la siguiente vez no tendré más alternativas.
-Co… Cómo… Supo… Que…
-Srta Granger, es la última vez que se lo diré.- Se puso de pie y fue frente a ella viéndole la solapa, que en el pecho de su novia le colgaba el regalo que él mismo le dio. Pasó a ver en sus ojos café un instante traspasando sus propios recuerdos en un descuido de ella comprobando que todo había sido borrado. -La siguiente vez que esté frente a mí va a pasar dos cosas, o se convierte en mi amiga o se hace mi enemiga pero le confirmo sólo a usted como un secreto que no necesita revelación… Yo trabajaré para Hogwarts hasta el final.
Hermione se perdió en aquellos ojos que no le causaron temor cuando estos la penetraron, su mirar, el mirar de ese hombre fue distinto y confuso, el desconcierto se había apoderado en su pecho en una conexión inexplicable de confianza.
Severus Snape le dio seguridad en mili segundos su tristeza se fue y el enojo se apagó.
***
Lo siguiente son ellos corriendo en un castillo en búsqueda de las últimas reliquias de la muerte.
Fue un rayo, la última defensa de Hogwarts, juntos luchando por sobrevivir y ganar aunque caían más que los que se levantaban a seguir.
Los niños llegaron a la casa de los gritos pensando que escuchar detrás de una pared los escondería por siempre y no revelaría su búsqueda delante de Voldemort o de Snape.
Harry y Hermione estarían delante del hombre que agonizaba, quisieron hacer algo por él, Severus Snape necesitaba decir algo y así lo atendieron con cuidado, bueno ellos creyeron que hicieron algo, quizá Harry no pero la niña sí.
La estudiante perdería la cadena con dije en forma de una botellita de vidrio pero no había sido ahí, no ahí cuando este estaba acostado sobre el frío y húmedo suelo de madera sino momentos antes cuando pensaban que nadie los veía, que nadie se había enterado de su presencia.
La magia servía siempre incluso a último momento, así estaba en la cabeza del pocionista.
Snape no podía cargar sobre él ninguna poción, magia, artilugio porque ahí delante de Voldemort podía ser delatado pero sabía que Harry y los niños llegarían pronto hasta él, lo intuía y deseaba con todas sus fuerzas que se aparecieran, sobre todo ella, aquella jovencita con perfume de manzanilla, jazmín o madera suave femenina en el desayuno de un comedor repleto de estudiantes, ese perfume que había ensayado en su mente en distintos ensayos de replicarlo el cual se le había impregnado en el pecho de la lado izquierdo.
“Un amuleto” pensó el hombre viendo con su mente el objeto en el pecho de la joven. “Algo insignificante que no sabe para qué sirve. Ella lo llevará, se lo quitaré y me será útil después de que acabe todo.”
¡No era casualidad! Voldemort lo había citado ahí ¿Por coincidencia? en la casa de los gritos. ¿Quizá el mago pocionista lo quiso así?
Los niños estaban cerca, lo suficientemente cerca para que Snape pudiera sentirlos y con eso su carta de vida ahí mientras hablaba con Voldemort
¿Cómo pasó con exactitud, se salvó el hombre?
Antes de ser atacado cuando se había dado la vuelta y sus manos estaban detrás de él pronunció el hechizo
“Accio” el objeto se desprendió del cuello de la niña y en menos de dos segundos estaba debajo de su manga izquierda.
Naginni lo atacó, lo dejó en el suelo desangrándose rápidamente después del mandato de Voldemort, el hombre sin cabellos que nunca quería ensuciarse las manos, fue ahí después del ataque antes de tocar el suelo.
Él, Snape con mucha velocidad teniendo el objeto en su mano el cual sacó de su manga, con habilidad abrió la pequeña botella eliminando la etiqueta.
En milisegundos lo destapó, bebió su propio fluido vital color rojo y al usar otro suspiro pequeño junto a un hechizo de purificación cuando estos corrieron asustados frente a él, ahí, pudo limpiar sus espacios cristalinos para otro uso importante antes de dar el comentario más inoportuno del mundo “Tienes los ojos de tu madre.”
Otra vez destapó aquella botellita de cristal y dejó caer las lágrimas de sus propios recuerdos alterados, sólo lo necesario para que el niño sepa que no era enemigo. Y con dificultad se lo entregó en sus manos, a Harry el hijo de su ex compañera de escuela.
El objeto fue entregado en presencia de Hermione, la niña que vio todo asustada impresionada por la sangre que el hombre perdía.
Ahí, el pocionista le pidió a Harry acudir al pensadero donde fue revelada su acción ante él, su cuidado y por qué lo hizo, una cuestión de honor y respeto todos esos años en la escuela por la amistad que tuvo con su madre.
Sí, ahí el niño entendió, y luego los demás aunque no de la misma forma.
Hermione lloró la muerte de su profesor, dentro de ella hasta el final de la batalla cuando Harry sobrevivió gracias a la piedra negra de la resurrección y Hogwarts era ruinas y escombros. Se sintió inquieta por no haber hecho algo más para que no ocurrieran todas esas tragedias pero al verse al espejo con tanta tierra, sangre, heridas y juventud, se dio cuenta que había hecho lo que pudo que todo había sido suficiente.
Después de haberse enterado de todo, Harry se lo contó a quien pudo pero todos confundidos no supieron si creerlo.
Minerva la nueva directora mandó por el cuerpo de Severus Snape gracias a la información del niño que vivió pero como habían cosas que hacer y tenían tantas vidas en peligro de por medio antes dejaron eso para después tardando unas horas más. Horas que otro vio como oportunidad.
Y una joven curiosa inquieta por verlo una vez más y decirle aunque sea delante de la presencia de sus restos “Eres el mejor profesor que todos hubieran podido pedir en la vida.” se le ocurrió otra acción para honrarlo, algo insignificante pero necesario.
Hermione recogió la varita de Snape destrozada sobre el suelo, el cuerpo ya no estaba, mandó un patronus con el mensaje de que quizá los Mortífagos se lo habían llevado, sí, el cuerpo no estaba para recibir merecida sepultura.
Entró a sus aposentos en las mazmorras sin que nadie sepa, tomó objetos personales como una de sus capas negras, un anillo que siempre llevaba en el dedo medio seguro regalo de su madre y lo entregó a los autores quien después lo expuso en una mesa de honra como sus restos, objetos rodeados por muchas velas encendidas en luto.
Eso fue lo que dejó, la capa, el anillo, su libreta personal de anotaciones pero se quedó la varita, esta la arreglaría aunque le tomara tiempo.
Sé tomaría el tiempo que se necesite para lograr algo que no muchos habían podido, restaurar de prácticamente trozos pequeños, una varita de pino negro, una varita del mago más astuto y valiente que había conocido.
Desde entonces al recordar todas las veces que el hombre estuvo sobre sus espaldas para ayudar a esos tres jóvenes niños que fueron y se convertirían en personas egresadas de una escuela siempre llena de problemas, ella decidió alejarse lo más que pudo de Hogwarts para no tener malos sueños por culpa del recuerdo de su débil mente y además para cuidarse de que no se le retirara el objeto de su posesión.
Se fue guardando el secreto de poseer algo que ni si quiera le correspondía a la casa de Gryffindor sino de Slytherin como símbolo y representación excelente de un héroe de guerra, la varita de pino negro. Y aunque la culpa la remordia no cedió a contárselo a alguien, ni si quiera a sus mejores amigos.
El tiempo hasta ingresar a la universidad trató y trató de arreglar el objeto y volverlo a su estado original, objeto que aún estaba impregnado del olor del mago, de sus huellas, estaba segura que también de su magia.
Sus intentos fueron constantes, no descansó día y noche hasta que lo logró, el objeto que fue tratado con pinzas que fue profanado por sus suaves manos al sostenerlo con emoción por primera vez completo después de tantos meses. Así el deseo de compartir el triunfo pero no, no lo hizo.
El último año había sido el mejor, después de ingresar a la mejor escuela de Dacao donde en su habitación, en uno de sus cajones guardaba con orgullo su mayor secreto, su mayor silencio y hurto.
-¡Hasta que me lo pida, Señor!- Dijo con tristeza, sentada en la alfombra azul oscuro, sintiendo, no sólo admiración. Sus ojos se llenaron de lágrimas al ver todas las veces que Snape estuvo a punto de atraparlos, muy cerca de ellos aunque ahora sabía que cuidándolos. -¡No volveré a robarle más!
Eso era lo que ella creía.
.
.
.
Fin
_______________________________
Esta historia continúa en “¿Por qué yo? – Sevmione” que ya está escrito y puedes acceder a él en la lista de mis obras. La cual abriré para edición y continuación.
Saludos cordiales queridas y queridos lectores, lamento haber estado lejos tanto tiempo pero volveré a ser constante, ya saben que no dejo de escribir.
No sé cuántas veces les conté que me mudé en estos últimos tres años pero me mudé otra vez y los que saben tienen el conocimiento que es difícil acoplarse al ritmo que llevabas antes y acomodarse hasta conseguir el punto perfecto de tiempo para continuar con el hermoso confort del control.
😉
¿Te gustó el capítulo?
Tu calificación: