Mr. Potter Actúa Raro Capítulo XII Día Siete – Sí Es Lo Que Parece 🔶

Al día siguiente, el profesor tuvo dos reuniones más con el director, en esta hablaron de lo inminente, de Draco Malfoy, el Señor tenebroso y los posibles finales de Hogwarts.

Snape al estar más cerca resolvía los problemas una y otra vez con planes fáciles creados por su mente “¡Si Albus me dejara hacer las cosas de distinta manera podríamos ganar tiempo o incluso acabar con todo sin sacrificar tanto. Pero si él lo ha planeado así significa entonces que lo ha pensado más veces que yo, aún más veces.” “Si tuviera más tiempo, sólo un poco más de tiempo…” Se dijo preocupado.

El Mago de vestimenta negra llevaba dos días de buscar una pequeña bolsa de tela, la había extraviado con una nota personal de apuntes que nadie podía leer, si encontraban aquello al menos podía librarse si esta persona no leía en latín pero si caía en manos equivocadas su pla “B” estaba eliminado.

“¡¿Dónde lo he dejado, Merlín?!” Su puño golpeó de lado sobre la superficie de madera en su escritorio.

Aquella mañana el profesor del curso Horace se sintió mal por lo que el jefe de Slytherin dio tres clases seguidas para sustituirlo terminando con la de séptimo año donde vería a la joven Granger. No, las emociones no lo movían ni un ápice, su sobriedad era impecable e incluso su humor recto.

Estar delante de ella en el castillo se había vuelto algo así como odioso, no quería verla porque la señorita lo distraía mucho pero a la vez si no la veía se inquietaba, no podía permitirse más, cada vez tenía que ser más frío, no lo deseaba ni lo quería pero tenía que ser porque cuando cumpliera el favor que le pidió Albus las caras de confianza hacia él serían sustituidas por acusación y aberración.

Tenía asuntos personales que resolver antes de prometer absurdos que quería fueran realidades. Por fin estaba en que si decifraba un ingrediente más en su lista haría las cosas más seguro de que si todo acababa con él tendría aunque sea una oportunidad más y bueno no es que le ocurriera en esos últimos meses trances de vidente y ganas de vivir sino que reconocía que ahora había una pequeña motivación, motivación que era puesta en sus manos de forma voluntaria, que crecía, una partícula de singularidad increíble que le daba un lugar al fin en ese mundo mágico, uno que pensaba no existía para él.

La niña le estaba robando el alma.

La observó desde que ingresó con la alforja en el hombro, temprano, ordenada como siempre, y hermosa como sólo ella podía ser, lo único que le dio curiosidad fue ver esa leve timidez en sus ojos castaños, su genio escondido de intranquilidad, no le fue tan raro porque él también estaba así.

Los jóvenes Gryffindor estaban con ella a su alrededor como sanguijuelas esperando por comida, como parásitos convenidos e inútiles, Hermione se había sentado hasta atrás pegada a la pared para posiblemente tener un poco de calma y privacidad.

“¿Por qué los arriesgas, Albus?” Se dijo Snape con enojo.

Ginny Wesley estaba frente al escritorio y proyector del mago el cual exponía la información acerca de la casa de Ravenclaw, exactamente acerca de algunas cosas secretas de la hija Helena y la magia oscura que alguna vez utilizó para volverse mejor que su madre, entre tantas actividades se le conocía algunos pasatiempos en pociones peligrosas que se podían mezclar sin cambiar sabores. Una de estas, el éxito menos hablado de la mujer era similar al varitaserum.

Toda el aula escuchó la clase veloz expositiva de quince minutos y después siguió las indicaciones del mago quien hizo que esta y cada uno de los que la integraban se muevan al aula de pociones.

Hermione caminaba junto al cabeza de zanahoria, bueno, él no la dejaba sola un instante.

Callada se mantenía interesada en llegar junto a los otros alumnos, sin interrupciones, curiosa de prender su caldero.

A Snape no le importaba verla así, mal acompañada, el alumno era un inepto, no podía ser alguien por quien debería sentirse desplazado, o si quiera un poco preocupado.

Y siempre existe un “Hasta…” que vio la intención del joven por tocarle el hombro a la mujercita de rizos castaños.

-Srta Granger, venga un momento.- Su gruesa voz resonó desde donde él estaba hasta al alumno de adelante.

Esta voz del mago siempre les dejaba un rastro de “¡Ay mamita qué miedo!” o ese inconsciente acelerar de sus pasitos indefensos concentrados en llegar a la luz más próxima. Ron por ejemplo sintió que había perdido su oportunidad del día para recuperarla.

La jovencita se acercó con mucha atención en sus ojos, el mago de Slytherin se veía serio e incluso molesto en su humilde impresión, aunque sin perder el respeto y la sutileza, se hizo a la izquierda de Snape para esperar su indicación pero al ver que no pasaba nada miró con ligereza hacia arriba y a la derecha, quería recibir algo de él quizá un secreto.

-Tenga cuidado que la toque una mosca.- La voz salió aún más ronca, con un tono leve de molestia.

Hermione vio hacia el frente, al resto de alumnos, frunció el ceño con mucha confusión al no entender absolutamente nada de lo que el mayor le dijo.

-¿Mosca?

-Oh no quise decir mosca, quise decir que si no le molestaba… Me gustaría que esté a mi lado en la clase de pociones.

-Me encantaría, Señor.- Bajó el volumen de la voz. -Me quedaré junto a su escritorio en el aula. ¿Puedo?

Snape se adelantó unos pasos y la detuvo de golpe con su cuerpo sin que los demás se dieran cuenta, le tocó el rostro con delicadeza y asintió viéndole a los ojos con profunda admiración.

-Por favor…- Dijo él sorprendiendo en ese detalle.

La Gryffindor sonrió, se sonrojó mal y quiso taparse el rostro para que no lo note pero no lo hizo, intentó estar de pie con el cuerpo y con esa parte abstracta del corazón que quería treparse en él y besarlo, Snape caminó más rápido hasta llegar al frente de la fila.

***

El descenso del grupo a las mazmorras se hizo más ágil al bajar por las escaleras y encontrar el último pasillo hacia esa aula oscura, el frío los abarcó tan rápido que no les dio chance de cubrirse o hacer un gesto ante el violento aclimatamiento.

El profesor se adelantó más para ser el primero en pisar el lugar pero sobre todo para abrir la puerta del ambiente, se acercó a Hermione y en el oído le dijo:

-Sigue mis indicaciones al pie de la letra y tendrás más que éxito el día de hoy.

-¡Gracias, Señor!- Susurró igual que él.

“A ver si vale la pena haber mandado a Horace a la cama a propósito.” Pensó el mago.

-No vayas con los demás, quédate aquí en esta orilla de la mesa.- El mayor le sugirió a la estudiante de ojos castaños.

Y luego llamó la atención del resto de la clase con fuerte voz.

-¡EN SUS MESAS ENCONTRARÁN LA LISTA DE INGREDIENTES QUE NECESITAN, TOMEN CALDEROS INDIVIDUALES Y EMPIECEN ANTES QUE LA HORA SE LES VENGA ENCIMA!

Snape movió su varita con mucho cuidado apuntando hacia el suelo e hizo aparecer delante de los ojos de la joven todos los ingredientes perfectamente ordenados, para eso se esperó que el ruido de los rumores y pasos de niños hacia las repisas tapen sus intenciones.

-Detrás de la lista están las indicaciones mejoradas, cuando termines usa un pomo de vidrio de diez centímetros de alto y capacidad de veinte mili litros. El tapón tiene que ser de madera ¿Has puesto atención?

-Sí, Señor.

-Bueno entonces comienza ahora porque al final debes tener esta poción en tu memoria, vas a tardar menos que los demás en realizarla lo que te dejará ventaja, que estudies a detalle una y otra vez las partes de la poción.

-Gracias otra vez…

-No hay de qué Srta. Granger. Ahh y por favor cuando tengas listo todo quédate la botella, de preferencia guárdala en el bolsillo más grande de tu capa.- Susurró con cuidado y luego se fue a vigilar uno por uno a los estudiantes.

Al terminar la clase volvió a llamarla.

-Disculpe Srta. Granger ¿Puede venir un instante?- Habló con seriedad y rectitud.

Algunos se percataron de eso e imaginaron que la joven estaba en problemas. Nunca faltaban los curiosos y chismosos Slytherin y más uno con odio a la sangre sucia, el hurón, Draco Malfoy.

Hermione al estar frente a Snape vio de reojo al niño, eran varios días en que este los vigilaba, pensó en el tono de su voz y en tapar el movimiento de sus labios.

-Dígame ¿En qué lo puedo ayudar, Señor?- Dijo bajito la estudiante intentando fingir cara de preocupación.

-¿Por casualidad no ha encontrado en su habitación una bolsa de tela pequeña?- El hombre susurró frente a ella intentando no mover toscamente sus labios.

-Mmm no ¿Cuándo se le ha perdido aquello?
Limpio y ordeno la habitación todos los días, no he visto ninguna bolsa de tela.

-Qué curioso, casi estaba seguro que la perdí ahí pero en fin, está bien, muchas gracias puede irse.- Hizo un ademán con su mano derecha y sin dejar de pensar le dijo algo más a la joven. -Espere.- La chica volteó. -Necesito que esta noche después de la cena nos veamos en pasillo atrás de la biblioteca, quisiera que hablemos de lo acordado y además quisiera que vayamos a su habitación.- Entre cerró los ojos. -A las ocho estará bien…

Hermione asintió y pasó saliva con Nerviosismo.

-A esa hora entonces.- Susurró la joven y se fue.

***

Horas después.

-Padre, estoy seguro que Snape trama algo con Granger, están juntos.

El padre lo vio a los ojos y la molestia que este tenía entre ceja y ceja con color rubio platinado. Lucius hizo una sonrisa de lado y recordó al pocionista y su secreto.

-Snape es un aliado, el más leal, el de más confianza del nuestro Lord, no te preocupes por él.

-Juro que algo traman.

-No, hijo, el que trama algo es Snape y bueno no puedo explicarlo porque son cosas de hombres y tú aún eres un mocoso.

La malicia de Draco lo hizo pensar demás.

-Ahhh ¿Entonces lo que hay entre esos dos es un secreto que tú sabes, papá? Yo sospecho qué puede ser.- Le alzó una ceja con la cara aún molesta.

-¡Shhh, no vuelvas a mencionarlo porque te corto la LENGUA!- Fue rudo con el chico. -Granger es el juguete de Snape y el premio que él espera tener si ganamos, jovencito. ¡Prometí que guardaría el secreto así que tú te callas!

-No tienes de qué preocuparte… ¡Pff!- Puso cara de asco. -Habiendo tantas chicas en Slytherin que mueren por él ha decidido escoger una gata sucia y callejera.

-¡No le vuelvas a decir así al juguete de Snape, nunca más delante de mí porque si te escucha me muero y tú vienes conmigo! No juzgues a tu padrino, siempre le han gustado las gatitas indefensas que se bañan con la lengua.- Le guiñó el ojo a su hijo y le golpeó el hombro con firmeza. -Y por favor ignóralo si lo ves, por ningún motivo te atrevas a meterte con esa joven sino quieres asistir a un funeral como el alma de la fiesta, y lo digo literal.- Los ojos claros del hombre lo amenazaron y el chico pasó saliva.

***

La joven esperó exactamente en el pasillo donde Snape le había indicado, nerviosa por pensar que podían verla hablar con él jefe de Slytherin, el último minuto de su reloj de arena había caído para completar una hora cuando apareció un alumno alto que le llevaba por lo menos una cabeza, cabellos cortos, negros, lacios y lentes. La joven saltó cuando este le tomó la mano.

-!Oye suéltame. ¿Quién eres?!

-Calla, yo también sé hacer poción multijugo y es más efectiva que cualquiera en esta escuela.

-Ehhhh ¿Profesor? Cómo… Se ve tan… feo…

-Oh muchas gracias…- Dijo el niño que no se veía tan niño.

-¿Quién se supone que eres?- Hermione estaba confundida no sabía la necesidad del profesor por verse así.

-Soy yo como a los veinticinco ¿Te gusta?, he guardado mis cabellos año con año por si acaso, el uniforme me queda bien todavía, me corté el cabello y me puse unos lentes para disimular.

-Si no sintiera tanto dolor en los codos y en las rodillas pensaría que estoy soñando. Y bueno perdón pero no me gusta con el cabello corto y los lentes porque lo hacen ver muy raro como que se parece a Harry Potter.

-No podía verme como yo porque Albus no me deja en paz y no vuelvas a insultarme así, de todas formas puedo regresar a la normalidad incluso el cabello.

-Lo siento, perdón.- Apretó la mano del niño de Slytherin y lo siguió hasta su torre donde entró junto a él a su habitación y aseguró la puerta cuando él se lo pidió…

Dentro de esta habitación estaba Ginny y Luna en una conversación privada acerca de qué tan bueno era Snape para Hermione.

-¿Tan rápido te olvidaste de Snape?- Preguntó Ginny con cara de asco al ver al joven Slytherin.

Hermione apretó los labios hacia adentro.

-Profesor, ellas son mis mejores amigas.

-Un gusto, pequeñas chismosas, tengo algo importante que hacer así que si me disculpan les agradeceré que dejen a su amiga sola conmigo, vayan a conseguir algunos libros para leer o a molestar chicos.

-Es hora de descanso.- Dijo Ginny.

-¿Van a tener intimidad, Sr?- Preguntó Luna con su inocente voz curiosa.

-¿Qué clase de intimidad?- Sonrió el joven.

-De la sexual, Sr. Por cierto se ve muy atractivo así, tan joven, le asienta bien el cabello corto y los lentes.

Snape miró a Hermione como diciendo “Ves, ella sí sabe qué es bueno.”

Hermione sonrió porque Luna tenía razón pero de todas formas le gustaba Snape grande, no niño.

-Gracias y lo siento Srta Lovegood… Es que yo no puedo decir lo mismo de usted, de su cabello, su rostro, no sé cómo puede tomarlo pero me recuerda mucho a mi alumno Draco en mujer. Así que con su permiso.- Hizo una inclinación exagerada y se acercó a ellas nuevamente al dar una vuelta completa. -Haré lo que ella me permita hacer.- Susurró cerca de los inocentes rostros con una sonrisa maliciosa. ¡Si le cuentan algo a alguien les mandaré un lobo para que se las coma!

Las amigas se fueron sonrojada y nerviosas.

-Sí se ve atractivo.- Dijo Ginny, después chasqueó la lengua al comprobarlo nuevamente en su cabeza. -Sí, caramba… Sí lo es.

Al estar dentro del ambiente con la puerta cerrada Hermione se quitó la capa y cambió su ropa con un hechizo además de sentirse muy incómoda.

Snape hizo lo mismo, se quitó la túnica y asegurándose con un hechizo silencioso se fue al suelo donde empezó a buscar afanoso la bolsita de tela que se le había extraviado.

-¡Bingo, aquí está!- Y se volvió a poner la capa, resulta que no se la quería ensuciar.

-Oh, juro que yo no la vi.- Hermione estaba sorprendida.

-Sabía que se me había caído aquí.- Snape guardó la bolita en su bolsillo.

Hermione lo vio a los ojos.

-¿Qué ibas a decirme?

-Dumbledore morirá muy pronto, yo lo mataré porque él mismo me lo pidió.- El Mago soltó eso sin ninguna delicadeza.

-Sí, estoy convencida de que esto es una pesadilla.- Dijo Hermione sin creer nada. Movió su varita para  ponerse una chamarra por el frío. ¿Todo lo que viene es un desastre, al final no voy a aprender nada, y tampoco seré profesora de DCao y será todo una promesa a largo plazo?

-Todo pasará eso es cierto, yo te enseñaré no debes preocuparte ahora. Y bueno, es verdad no una pesadilla, Dumbledore está muriendo y Voldemort lo quiere enterrado por eso mandó a Malfoy a que él lo hiciera pero este niño sólo ha fallado. Por eso he tenido que asumir la responsabilidad e hice un juramento de protegerlo que presenció la mortífaga Bellatrix.

Hermione se sentía incómoda de hablar con ese jovencito, sí, era atractivo pero también había perdido un poco el encanto aunque el carácter y el porte era el mismo.

-Deshaga el hechizo, su voz no me agrada.

Finite.- Se apuntó con su varita de arriba abajo haciendo que aparezca su forma real delante de los ojos de la joven haciendo de inmediato que ella se intimide, era aún más alto pero este se encogió un poco hacia delante. -¿Tan odiosa era mi figura?

-Mucho… No sé qué pensar…- Hermione volteó a verlo a los ojos.

Después de adelantarse para tocar el rostro de la joven que estaba incómoda por todo, se enderezó y caminó hasta la ventana con las manos sujetas detrás de la espalda.

-Me temo que esta es la última vez que podemos estar juntos… Antes de…

Hermione fue hacia él y se puso delante de su cuerpo ahí viendo a través de la ventana, le daba la espalda.

-¿Qué harás?

-Voy a sacrificarme porque después de que le quite la varita a Dumbledore esta será mía y Voldemort la va a reclamar, ninguna otra le va a funcionar contra Potter.

-Eso significa que vas a morir.- Sonrió por los nervios, por estar rendida. -Esta no es una reunión, esta es una despedida.

-Sí pero cuando encuentren mi cuerpo por favor conserva mi varita. Cuando Voldemort crea que ha ganado tendrá que luchar cara a cara con Harry y en ese momento ya no voy a estar. Pero la única forma de que me encuentres es recordando el regalo que te di.

-Al diablo esas cursilería de que te llevaré a todos lados en mi mente y en mi pecho.- Hermione se sentía muy enojada.

Snape le estaba dando una respuesta aunque ella no entendía.

-Conserva mi varita.- La miró a los ojos como buscando dentro de sus iris un lugar perfecto para esconder ese recado.

-¿Y si la varita no está?

-No importa… Me quedaré hoy contigo, dile a tus compañeras que compartan cama con otras estudiantes, pídeles como primer y último favor. Quisiera que esta noche estemos juntos, sólo tú y yo.

Snape se acercó a Hermione y la abrazó con fuerza, segundos después cerró los ojos en un gesto de profundo dolor, tenía que soltarla y aunque su corazón era muy duro tenía miedo de perderla y perderse así mismo en la muerte. Aquél frágil cuerpo, el perfume, la voz de la estudiante, todo era como el tratamiento lento de la última fase para no sentir tan mal, para no sufrir tanto el enfrentarse contra su propia muerte, todo había pasado en el momento indicado, en el momento justo. Hermione era su mejor estado de vida incluso haber sido más distraído que otras veces, le hizo sentir que el tiempo no corría sino que se ponía lento a un fin dictado por el amo más fiel al que había servido, un desgraciado intelectual y sabio director de escuela de magia al que tenía que guardar lealtad y obediencia.

Hermione no sintió que el abrazo la confortó.

-También quiero conocerte, niña, quiero saber a dónde irás después de esta escuela.- Dijo Snape.

-¿Acaso lo recordará?- Hermione quería llorar.

-Lo haré, mi memoria es impecable.

-Voy a estudiar en la universidad de DCao y Aritmancia. Aún no me he decido por cuál de las dos especialidades.- Lo abrazó más fuerte y sin querer se derramó una lágrima de su ojo izquierdo ahí metida entre sus túnicas, la pequeña gota se fue a las ropas del hombre absorbida por la tela del levita.

-Ya sabes cuál voy a recomendarte.- Dijo Snape mostrándose frío una vez más.

-Lo sé…- Golpeó el pecho del hombre con su rostro para abrazarlo más fuerte. -Lo sé, lo sé.- Empezó a llorar en silencio mojando más al mago.

-Serás la mejor, tendrás un excelente hombre como profesor.

Hermione pensó que él debía conocer a todos en esa universidad y lo odió una vez más mientras lloraba.

***

La estudiante salió para avisarle a las chicas que necesitaba estar a solas esa noche, necesitaba la habitación para conversar largo rato con el mejor profesor que tenía.

Las jóvenes aceptaron y sonrieron pensando mal de la situación. La niña no pudo negarlo, también sonreía pensando mal aunque también tenía un presentimiento de temor.

Subió las escaleras, abrió la puerta, vió con emoción la ventana y entonces volteó hacia su cama atravesada por la sensación más extraña de vacío y pérdida que jamás se hubiera imaginado sentir en su corta vida.

La tristeza y el no saber por qué había regresado a la habitación la hizo caer al pie de la cama sobre la alfombra, arrodillada, confundida, ahogada en un esfuerzo por recordar su atención hacia la ventana, veía con desesperación sus manos claras nerviosas y temblorosas como si alguien la hubiera tocado recientemente y ese fuerte olor a desconocido que la había traspasado la hirió en el pecho.

Obliviate…- Snape había susurrado cerca a la nuca de la joven escondido detrás de la puerta cuando ella ingresó al ambiente.

Después salió de la habitación e hizo lo mismo con las mejores amigas.

-¿Harry?- Susurró la joven recordando que había estado con él en el pensadero viendo los recuerdos de Snape hace mucho tiempo. Se tocó el pecho y dentro de sus ropas colgaba una cadena y un dije en forma de una pequeña botella con etiqueta que decía “Serpiente” que parecía tener sangre como si ella misma se lo hubiera colgado, se sintió confundida pero no lo suficiente como para deshacerse del objeto ya que si estaba ahí debía ser importante.

Al ser de noche se puso la pijama, se acostó de lado derecho de la cama y se dejó caer en profundo sueño reparador, no sólo del cuerpo sino también del alma.

Snape volvió a entrar a la habitación, sabía que la chica conservaría aquello y tenía que asegurarse de eso, se acostó a su lado y respiró al mismo ritmo que ella para decir en voz baja “hasta pronto” y terminar dormido.

Sus caricias se quedaron en el cabello rizo y castaño, la delicada mejilla de una joven mujer. El olor de su varonil perfume se impregnó en las almohadas, la madera del sueño, las cortinas y sábanas de una cómoda habitación de estudiante.

-No será mucho tiempo, jovencita.- Susurró cerca de las cinco de la mañana al salir. -Te amo.

Desapareció y fue a Malfoy Manor para juntarse a un batallón que irrumpiría pronto en Hogwarts.

La desgracia de los Mortífagos caería sólo porque un hombre lo había permitido, hombre que moriría ese mismo día.

Draco les daría el ingreso y él se convertiría en el nuevo director.

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