Mr. Potter Actúa Raro Capítulo XI Día Seis – Pasillos Y Niñas Curiosas. 🕯️

La joven no pudo deshacerse de sus molestos amigos por lo que a la hora en que quedó con su profesor había sido aplastada por el retraso, estaba preocupada porque no era de las personas que llegaba tarde y una hora gritaba “No me importa la persona, ahí te va mi desinterés.”

Wow una hora más, ni como llegar relajada en la penumbra, la oscuridad era perturbadora, la hacía estar nerviosa hasta el punto de sentir que sus piernas temblaban sin pedirle permiso a su cerebro, de esos casos aislados súper extraños donde no te explicas y ves con rareza tu extremidad tener vida propia. Pero bueno, Hermione no era de las que le hablaba a su extremidad.

Podía jurar que a esa hora los fantasmas desconocidos recorrían casi todos los pasillos de las mazmorras, algunos bueno, amables y empáticos pero también debían estar algunas almas Slytherin diabólicas que ella detestaría conocer esa noche.

Se cubría detrás de una columna intentando refugiarse con tan sólo cerrar los ojos como si eso fuera suficiente para evitar que un fantasma la tocara o peor jugara a traspasar sus huesitos.

“¡Ay no qué horror!” Se dijo en la mente después de imaginar lo que eso sería.

-¿Dónde está, profesor? Creo que ya se fue.- Habló en susurro para ver si tenía éxito.

-¡HERMIONE GRANGER!- Gritó un alumno a todo pulmón.

La joven brincó del susto y se fue hacia atrás.

-¡PM, mi corazón!

-¿Qué haces por aquí, Granger? ¿Se te perdió un libro o la falta de inteligencia?

-¡Condenado Maaaalfoy! Ay pensé que era otra persona…

-¿Cómo quién te gustaría, otro sangrita sucia cómo tú…?- Usó el tono más odioso de todo su repertorio.

-No, mejor un cerebrito tontito de mortífago frito y cobarde.

A Malfoy se le fue la burla de la cara.

-¿Se te olvidaron los hechizos de iluminación, o sigues a alguien?- Draco quería estar en todo.

Hermione entre cerró los ojos pensando por qué no la destruía más rápido en ese instante pero vio que era Draco y se le pasó, era el niño con soberbia débil.

-No es eso, esperaba a un estudiante… A un amigo de tu casa. No quería que me vieran por eso estaba escondida.

-¿De Slytherin?

-¿Eres de Ravenclaw, Draco?- Hermione tenía ganas de darle una caricia en la cara blanca de estirado.

-Ah, es que pensé que buscabas a alguien más grande no a un estudiante.

-Sí, es más grande que tú, osea de edad cerebral como que te lleva diez años arriba.- Soltó con saña.

-¡Si no fueras la novia de Snape te golpearía ahora mismo!- El niño rubio arrugó el ceño.

-¡No puedes conmigo, hijo mío!- Retó la joven exponiendo su varita y apuntando con esta hábilmente en el cuello del desteñido.

Hermione sintió a alguien más, bajó la varita y se tapó la boca con ambas manos, el niño rubio delante de ella con un Lumus en la punta de su varita se petrificó y subió hasta la altura de los cuadros altos.

Petrificus Totalus! ¡Obliviate!– La voz elegante y gruesa del jefe de Slytherin se dejó escuchar.

Hermione dio pasos cerca a él quien sostenía concentrado al niño con un hechizo de su varita al mismo tiempo que dos antorchas se prendieron para iluminar a la joven.

-¿Cómo lo sabe?- Preguntó asustada.

-Es seguro que por Lucius pero no creo que te moleste más. Vámonos, no podemos quedarnos aquí.

Dejó al niño en el suelo y se apagó todo después que desaparecieron.

Al llegar a un lugar cálido y oscuro
Hermione vio a los lados, esa parte del castillo le era desconocida.

-¿Dónde estamos?- Esa pregunta fue más como “¡Yo he explorado muy bien el castillo y no conocía este corredor!”

-En el lado oeste del castillo, el tercer piso. Y no me agradezca por salir a buscarla a destiempo, no es reproche pero nadie antes se había osado a plantarme así.

-Lo siento, profesor… Es que mis amigos no querían despegarse de mí.- Miró bien a lo largo del camino y dijo sorprendida. -Se parece mucho al corredor de la biblioteca, el que está frente a esta.

-Estos ambientes dejaron de ser útiles después de la guerra con Voldemort hace muchos años, estas tres amplias salas se usaban de aulas de defensa contra las artes oscuras, la afluencia de alumnado cayó a lo que ve en la actualidad, antes la población de estudiantes podía triplicar el número de hoy.- Caminó delante de ella llevándola al salón central. -Y sí suponía la razón de su tardanza casi me había pasado lo mismo con Dumbledore pero sin embargo llegué a tiempo. No se preocupe luego me lo recompensará.

Hermione asintió.

-Se ilumina a través de los ventanales por la luna, es impresionante.- Sus ojos café brillaron al ver los detalles del salón.

-Es un hechizo, los muros no tienen salida al exterior porque fue clausurado.

Hermione se puso tímida ante la presencia de Snape, ya no quiso subir la mirada, tomó sus propias manos y guardó silencio.

-¿En qué piensas?- Dijo Snape pausado viendo el rostro de Hermione el cual empezaba a estar ruborizado, lo notaba porque la luz le pegaba en la mitad del rostro.

La estudiante no quiso decir que se sentía nerviosa por estar con él a solas. Y Snape no se atrevió a leer su mente.

-Amm pienso en muchas cosas y creo que de todas las más importante es si de verdad… Ambos asumimos nuestro papel en estos problemas que existen por el señor tenebroso, una supervivencia al final de todo podría ser una opción.- Susurró. -Ojalá todo sea cierto después, si ganamos.

Snape no se adelantó sino que se quedó en su lugar estudiando las expresiones de aquel rostro delicado.

-Yo no puedo prometer nada y menos a ti.

-¿Por qué existe esto entonces?- La niña reclamó, necesitaba saber.

-Tú responde eso…- Se acercó a ella. -¿Por qué quieres conocerme? Usted señorita no sabe todas las veces que me digo a mí mismo que debo parar de perder el tiempo con una niña caprichosa o que arriesgo su vida pero después están aquellas razones que se quedan… Flotando en el aire… Las razones que me ha dado usted, razones increíbles para ambos.- No dejó de estar serio.

Hermione no alzó la vista.

-Yo estaba bien,sola en el museo pensando en todo y en nada, casi me había olvidado de usted hasta que vino a mí y me recordó que podía verlo, observarlo, conocerlo y también me ha dejado tocarlo.

-Su tacto es fascinante a mi persona aún más ver que no se controla, es incapaz de dejar quieta sus emociones, sus impulsos.- Snape explicó. -Me gusta sentir lo que le pasa cuando estoy cerca y todas las locuras que ha hecho, que fue capaz de realizar tan solo para tener una audiencia con su servidor.

-Eso es lo que quería ver…- La joven no subía el rostro, evitaba la mirada del hombre. -Yo…

Snape se acercó lentamente frente a ella tan cerca que su capa tocaba la de la joven. Estiró su brazo el cual estaba cubierto por la tela negra espesa, asomó al exterior su brazo lleno de botones, el final de la manga, su puño cerrado y su dedo gordo curioso de tocarla.

Sé podía ver desde la puerta en contra luz a ambos viéndose frente a frente, los ventanales altamente iluminados por una luna falsa deslumbrante y un cielo azul marino sin nubes con algunas estrellas titilantes, aquel era ese magnífico fondo de profesor y alumna, si los vieran sería increíble.

Increíble también sería preguntarse ¿Qué hace un hechizo así en ventanas de un ambiente que hace muchos años no era usado? Sí, el culpable estaba frente a una jovencita impresionada y nerviosa la que pensaba que jugar a ser atrevida y perseguir era fácil pero no, no era fácil estar detrás de Snape.

La silueta del mayor exponía seguridad, su perfil rectitud, la postura altiva imponente y sobre todo la altura que le ganaba a ella, el hombre parecía de piedra blanda, sí, era un cambio de actitud, de disculpa a seguridad como si fuera inaccesible de repelente, como si lo que vio meses atrás impreso en la mente de una bruja, sólo fue un evento particular y ahora fuera imposible, no le gustaba eso, ahora sentía temor.

-¿Usted qué? ¿Por qué tiembla?- Alcanzó su mejilla y dejó de ajustar sus dedos refugiados en su palma, apretados. La tocó con una caricia y siguió hasta su cabello pero quería verla a los ojos así que colocó la misma mano semicerrada debajo de su mandíbula con delicadeza por la barbilla y así poder subirle el rostro. -¿Por qué no me mira a los ojos, qué le avergüenza?

Hermione subió la cabeza pero no lo miró, aún.

-Yo… Usted me pone muy nerviosa… Yo quería conocer que no sólo era un profesor fastidioso y exigente que odiaba los niños… Yo vi que usted es un hombre seguro, un hombre valiente, un hombre… Que tiene sentimientos… Y eso junto a su intelecto me hace sacar un suspiro en sueños de poder tenerlo… Si se pudiera… Sólo para mí.

Snape respiró lento y atacó.

-¿Quieres un profesor?

-No, quiero un Severus.

-Hay muchos en Slytherin, de tu edad.

-No, yo tengo sentimientos hacia ti.

-¿Qué sientes además de admiración y miedo, jovencita? ¿Por qué actúa como si hubiera perdido la cordura? Yo seré su profesor, nada más.

-Siento amor, usted es capaz de darlo, su persona me ha impresionado por encima de todo y todos.

-Yo tengo que irme aunque también sienta.

-¡No, no me entiende!- Suspiró. -Me ha hecho olvidar a todos.- Bajó la voz quebrada en su garganta.

-Mejor olvídese de mí.- Dijo en grave susurro como si la regañara.

-¡No, tenemos magia las cosas pueden  cambiar si queremos!

-No cambiará todo, tiene que pasar como manda Dumbledore.- Soltó Snape con rapidez.

La conversación era recibir y responder.

-¡Que el director se vaya a la hierda, que todo esto desaparezca porque estoy cansada!- Lo vio a los ojos exponiendo los suyos enrojecidos.

-¡No seas grosera!- Frunció el ceño enojado, acercó más el rostro al de ella. Ya no hay tiempo de ser alguien más, no sabes lo que tengo que hacer.

-No sé, pero qué importa, quiero más, quiero más de ti. ¡No sé qué me ha pasado contigo! ¿Crees que no me lo he preguntado?- Cambió el tono formal a informal. ¿Por qué me pasa esto ahora que Harry arriesga su vida?

-Yo no puedo prometer nada, Srta. Granger. ¡No te puedo prometer nada, jovencita!

-Sí puedes ¡Me hablas como una niña pero muchos hemos renunciado a algunas cosas por esta guerra, a mí no me queda nada si perdemos! Y si ganamos tampoco me quedará nada…- Bajó la mirada. -¡Quiero que te quedes tú, conmigo! Es una tontería, sé que es imposible, irracional, mis propios padres no sabían qué pensar…- Hermione habló rendida, suspirando en cada pequeña oración, sincera. -No quiero conformarme con nada, quiero ganar algo ¡Por favor!, quiero tener a alguien importante al final. Estoy enamorada de ti, y aunque no se pueda hacer nada ante eso, ¡Por favor quédate conmigo… Sentir esto es una desgracia!..

-Una desgracia importante para mí.

-No, tú no me amas.

-Es que…
Tengo que irme para salvarte,niña…
Da lo mismo lo que sienta o diga o planifique.

-¡Tú ha puesto deseos en mi interior, has dejado recuerdos en mi piel, estoy mal por no olvidar un acto malvado y salvaje, ¡Ay Merlín estoy tan mal! No he olvidado lo tosco y suave de tus manos, tu forma de aspirar mi aliento y besarme como si de verdad hubieras estado esperando ese momento!

-No confundas mis acciones por ayudar a que no termines muerta.- Snape no podía ser más necio en ese instante pero era para saber, quería ver qué tan determinada estaba ella en hacer algo.

-¿Pará eso me citaste?- Reprochó la chica, cansada de las negativas.

-No…- Negó suave. -Fue para besarte, para recuerdes que eres una mocosa importante para mí.

Sé acercó y juntó sus labios a los de ella sorprendiéndola, apretando el contacto.

Mientras tanto….

-Minerva no te preocupes todo está bajo control no se arriesgan vidas de estudiantes.

-Los padres están preocupados y quieren una garantía de seguridad, ya no quieren enviarlos, Albus.- Dijo la bruja quien caminaba lado a lado del mago con barba larga.

-Hogwarts es seguro por ahora. No tienes de qué preocuparte.

Sus pasos eran cada vez más ágiles.

-Tengo al menos cinco alumnos menos en cada aula. Pero si tú dices que no es para preocuparse confiaré en ti.

-Sí Minerva. Respecto al espejo, lo dejé en la última aula, este deberá ser llevado a la sala de menesteres por última vez.

-Está bien, le diré al prefecto de Gryffindor que reúna a los de mayor confianza en mis grados altos.

-Sí por favor, vamos a clausurar todas las clases en el exterior incluso las de vuelo y ahora que los niños estén más tiempo en el castillo no va faltar alguno que quiera curiosear, te encargo eso y que cuides de los niños mientras no esté.- Le había dicho a Minerva que se iría por un tiempo.

-Lo haré Albus.

Sus pasos llegaron hasta el centro del pasillo largo en el tercer piso, querían llegar hasta la última puerta y sin querer, sin ver bien ambos voltearon a la izquierda por pescar un pedacito de luz que no debía estar ahí, al pasar por la segunda sala y ver a través de una puerta abierta, les pareció ver a Snape besar de forma intensa a Hermione Granger ¡Qué locura!

Como no se detuvieron por la preocupación de su discusión sólo atinaron a retroceder sus pasos y comprobar que no estaban viendo espejismos aunque cada quien con dudas en la mente sin que el otro se entere.

Al retroceder vieron a Snape sosteniendo un libro delante de su rostro a la altura de su barbilla leyendo afanoso.

-¿Profesor?- Dijo Minerva quien se adelantó.

-¿En qué puedo ayudarte, Minerva?

-¿Hermione está por aquí?

-¿Qué Hermione?- Dijo Snape cómo si no le interesara el nombre.

-La señorita Granger por supuesto.

-¿Y qué haría la señirta Granger conmigo a esta horas de la noche?

“Eso mismo me pregunto yo.” Se dijo el director en la mente.

Albus bajó sus lentes con sus dedos de la mano izquierda, estos llegaron a la punta de su nariz y miró en tono grave de acusación a Severus, rápidamente sus ojos se desviaron en menos de un segundo a un escritorio cercano con corrosión por la humedad y paso de los años, ahí debajo casi invisible por la poca luz había un par de zapatos de alumna que le confirmaron en grito de alarma su duda.

-Minerva, déjame solo con él y de antemano te agradezco la ayuda que me brindas.

-No hay que agradecer nada Albus, buenas noches, señores.- La bruja se fue tomando atajos, corredores angostos y escaleras iluminadas por antorchas pequeñas.

Albus no se movió sino que se mantuvo quieto viendo los pies debajo de aquel viejo escritorio.

-La luz de la luna brilla fuerte hoy, Severus, al igual que ese par de zapatos que escondes detrás del escritorio.

-Atrapado, Albus.- El Mago levantó ambas manos. Hizo flotar el libro polvoriento y lo alejó de ellos con magia a su lugar.

-Salga de ahí Srta. Granger.

Pero Hermione no estaba ahí, estaba detrás del profesor Snape, cuando se dejó ver frente al mayor y el director Los hombres sintieron un hueco en el estómago al ver que aquellos zapatos debajo del escritorio ya no estaban.

“Myrtle chismosa!!!” Se dijo Snape en la mente.

-Aquí estoy, Sr.- La voz de Hermione fue suave y tímida.

-¿Me pueden explicar qué está pasando?- Exclamó el director.

-Vine aquí con el profesor para tomar algunas clases particulares… De… Yo… Le pedí que me enseñe a besar.

El director frunció el ceño.

-¿Le parece bien intranquilizar, provocar y distraer a un profesor en estas épocas? Además no puede engañarme con eso de que el respetable profesor de pociones Severus Snape ahora es un profesor de indisciplina y menos de besos.

-Albus yo tengo la culpa.- Soltó Snape adelantándose para asumir el regaño.

-Lo siento Sr. Era importante y no confiaba en nadie más.- Hermione insistió en la mentira por los nervios.

El director miró a Snape quien no perdió intranquilidad como si no le importara.

-Entonces, ¿Después de las primeras clases parece que les ha gustado, cierto, profesor? Vamos a abrirle un aula nueva donde el marco de la puerta sea un corazón.- Dijo en tono de burla.

El pocionista movió la mandíbula incómodo, atrapado.

-He de admitir que sí, sí nos ha gustado por eso asumo la responsabilidad de todo lo ocurrido. He accedido a besar a la joven Hermione por mi propio ímpetu y deseo por ella antes que del interés de que aprenda algo de mí.

-No soy ignorante a sus conversaciones, no nací ayer, hijo… Las paredes hablan. Así que lo único que debo decir es que no deben exponerse a problemas y menos ahora. ¿Has entendido, muchacho? Llegué a pensar que la joven te molestaba pero… Veo que no.
Y si estás ciego te recuerdo que esa mujercita que parece interesante para ti tiene puesto un uniforme de la misma escuela donde eres precursor de disciplina, profesor y cuidador de menores.

Hermione no sabía bien aún a lo que se refería, el director parecía saber más de lo que decía.

Snape sin embargo recibió todo con la frente en alto sin sentir arrepentimiento.

-Prometo que tendré más cuidado.- Dijo el pocionista y miró a la joven. -Vaya a sus aposentos Sr. Granger.

-Sí Sr. Buenas noches.- Hizo una venia de cuello a ambos hombres.

-Tócale un cabello más, Severus, y te sacaré de todos los planes para defender este castillo y además no como advertencia pero sí como amenaza, también te sacaré la sangre que tienes acumulada en tu cuello.- Se señaló así mismo con la punta de su varita. -Aquí en la vena más gruesa.

Snape tragó saliva.

-De acuerdo pero ella es mía.- Desafió el hombre de cabellos negros.

-No, niño. Tu vida la tengo yo en mis manos.- Sonrió el director. -Tú lo que tienes es una tarea y es lo único.

-Es honorable todo lo que has visto.- Insistió Snape aunque se arriesgaba a perder la cabeza.

-Sí, lo sé.- Hizo un último pase en el ambiente. -Esfuérzate.- Miró a los ojos al profesor. -Falta poco para dejar este lugar, ve a descansar, jovencito.

Snape se fue de ahí sin parar hasta llegar a las escaleras rumbo a las mazmorras, alcanzó a la alumna al principio del corredor del primer piso y la tomó de la mano para llamar su atención.

-Ya lo sabe, te veré después, niña.- Se acercó a besarla cubriendo con su cuerpo y capa el delicado cuerpo de ella. El beso era intenso sin querer soltarla sin querer alejarse, la apretaba con sus manos hacia su cuerpo con afán, sus boca crecían lentamente mientras los segundos pasaban y la humedad encontraba la manera de sentir otras pieles. Agitado vio aquellos ojos castaños y dijo. -Si puedo hacer una promesa hoy lo haría pero mejor lo haré mañana.

Hermione también estaba exaltada intentado conseguir aire, sintiendo los labios gastados por esos besos de hombre.

-¿Qué es?

-Mañana la volveré a besar.- El hombre desapareció en una estela negra como remolino.

-¡Merlín ¿Qué me pasa con él?!- Se tocó la frente sintiéndose afiebrado, quería gritar.

-Debe ser amor.- Se escuchó al unísono de dos jovencitas que dejaron caer de sus cabezas la capa de invisibilidad.

-¡Oh no!- Dijo Hermione.

-¡Oh sí!- Ginny alzó las cejas repetitivamente.

Una hora después las jóvenes estaban enteradas de todo.

***

Al día siguiente, el profesor tuvo dos reuniones más con el director, en esta hablaron de lo inminente, de Draco Malfoy, el Señor tenebroso y los posibles finales de Hogwarts.

Snape al estar más cerca resolvía los problemas una y otra vez con planes fáciles creados por su mente “¡Si Albus me dejara hacer las cosas de distinta manera podríamos ganar tiempo o incluso acabar con todo sin sacrificar tanto. Pero si él lo ha planeado así significa entonces que lo ha pensado más tiempo que yo, aún más veces.” “Si tuviera más tiempo.” Se dijo preocupado.

El Mago de vestimenta negra llevaba dos días de buscar una pequeña bolsa de tela, la había extraviado con una nota personal de apuntes que nadie podía leer, si encontraban aquello al menos podía librarse si esta persona no leía en latín pero si caía en manos equivocadas su pla “B” estaba eliminado.

“¡¿Dónde lo he dejado, Merlín?!” Su puño golpeó de lado sobre la superficie de madera en su escritorio.

Aquella mañana el profesor del curso Horace se sintió mal por lo que el jefe de Slytherin dio tres clases seguidas para sustituirlo terminando con la de séptimo año donde vería a la joven Granger. No, las emociones no lo movían ni un ápice, su sobriedad era impecable e incluso su humor recto.

Estar delante de ella en el castillo se había vuelto algo así como odioso, no quería verla porque la señorita lo distraía mucho pero a la vez si no la veía se inquietaba, no podía permitirse más, cada vez tenía que ser más frío, no lo deseaba ni lo quería pero tenía que ser porque cuando cumpliera el favor que le pidió Albus las caras de confianza hacia él serían sustituidas por acusación y aberración.

Tenía asuntos personales que resolver antes de prometer absurdos que quería fueran realidades. Por si estaba en que si decifraba un ingrediente más en su lista haría las cosas más seguro de que si todo acababa con él tendría aunque sea una oportunidad más y bueno no es que le ocurriera en esos últimos meses trances de vidente y ganas de vivir sino que reconocía que ahora había una pequeña motivación, motivación que era puesta en sus manos de forma voluntaria, una partícula de singularidad increíble que le daba un lugar al fin en ese mundo mágico, uno que pensaba no existía para él.

La niña le estaba robando el alma.

La observó desde que ingresó con la alforja en el hombro, temprano, ordenada como siempre, lo único que le dio curiosidad fue ver esa leve timidez en sus ojos castaños.

Los jóvenes Gryffindor estaban con ella a su alrededor como sanguijuelas esperando por comida, como parásitos convenidos e inútiles, Hermione se había sentado hasta atrás pegada a la pared para posiblemente tener un poco de calma y privacidad.

Ginny Wesley estaba frente al escritorio y proyector del mago el cual exponía la información acerca de la casa de Ravenclaw, exactamente acerca de algunas cosas secretas de la hija Helena y la magia oscura que alguna vez utilizó para volverse mejor que su madre, entre tantas actividades se le conocía algunos pasatiempos en pociones peligrosas que se podían mezclar sin cambiar sabores. Una de estas, el éxito menos hablado de la mujer era similar al varitaserum.

Toda el aula escuchó la clase veloz expositiva de quince minutos y después siguió las indicaciones del mago quien hizo que esta y cada uno de los que la integraban se muevan al aula de pociones.

Hermione caminaba junto al cabeza de zanahoria, bueno, él no la dejaba sola un instante.

Callada se mantenía interesada en llegar junto a los otros alumnos, sin interrupciones, curiosa de prender su caldero.

A Snape no le importaba verla así, mal acompañada, el alumno era un inepto, no podía ser alguien por quien debería sentirse desplazado, o si quiera un poco preocupado.

Y siempre existe un “Hasta…” que vio la intención del joven por tocarle el hombro a la mujercita de rizos castaños.

-Srta Granger, venga un momento.- Su gruesa voz resonó desde donde él estaba hasta al alumno de adelante.

Esta voz del mago siempre les dejaba un rastro de “¡Ay mamita qué miedo!” o ese inconsciente acelerar de sus pasitos indefensos concentrados en llegar a la luz más próxima. Ron por ejemplo sintió que había perdido su oportunidad del día para recuperarla.

La jovencita se acercó con mucha atención en sus ojos, el mago de Slytherin se veía serio e incluso molesto en su humilde impresión, aunque sin perder el respeto y la sutileza, se hizo a la izquierda de Snape para esperar su indicación pero al ver que no pasaba nada miró con ligereza hacia arriba y a la derecha, quería recibir algo de él quizá un secreto.

-Tenga cuidado que la toque una mosca.- La voz salió aún más ronca,  con un tono leve de molestia.

Hermione vio hacia el frente, al resto de alumnos, frunció el ceño con mucha confusión al no entender absolutamente nada de lo que el mayor le dijo.

-¿Mosca?

-Oh no quise decir mosca, quise decir que si no le molestaba… Me gustaría que esté a mi lado en la clase de pociones.

-Me encantaría, Señor.- Bajó el volumen de la voz. -Me quedaré junto a su escritorio en el aula. ¿Puedo?

Snape se adelantó unos pasos y la detuvo de golpe con su cuerpo sin que los demás se dieran cuenta, le tocó el rostro con delicadeza y asintió viéndole a los ojos con profunda admiración.

-Por favor…

La Gryffindor sonrió, se sonrojó mal y quiso taparse el rostro para que no lo note pero no lo hizo, intentó estar de pie con el cuerpo y con esa parte abstracta del corazón que quería treparse en él y besarlo, Snape caminó más rápido hasta llegar al frente de la fila.

***

El descenso del grupo a las mazmorras se hizo más ágil al bajar por las escaleras y encontrar el último pasillo hacia esa aula oscura, el frío los abarcó tan rápido que no les dio chance de cubrirse o hacer un gesto ante el violento aclimatamiento.

El profesor se adelantó más para ser el primero en pisar el lugar pero sobre todo para abrir la puerta del ambiente, se acercó a Hermione y en el oído le dijo:

-Sigue mis indicaciones al pie de la letra y tendrás más que éxito el día de hoy.

-¡Gracias, Señor!- Susurró igual que él.

“A ver si vale la pena haber mandado a Horance a la cama a propósito.” Pensó el mago.

-No vayas con los demás, quédate aquí en esta orilla de la mesa.- El mayor le sugirió a la estudiante de ojos castaños.

Y luego llamó la atención del resto de la clase con fuerte voz.

-¡EN SUS MESAS ENCONTRARÁN LA LISTA DE INGREDIENTES QUE NECESITAN, TOMEN CALDEROS INDIVIDUALES Y EMPIECEN ANTES QUE LA HORA SE LES VENGA ENCIMA!

Snape movió su varita con mucho cuidado apuntando hacia el suelo e hizo aparecer delante de los ojos de la joven todos los ingredientes perfectamente ordenados, para eso se esperó que el ruido de los rumores y pasos de niños hacia las repisas tapen sus intenciones.

-Detrás de la lista están las indicaciones mejoradas, cuando termines usa un pomo de vidrio de diez centímetros de alto y capacidad de veinte mili litros. El tapón tiene que ser de madera ¿Has puesto atención?

-Sí, Señor.

-Bueno entonces comienza ahora porque al final debes tener esta poción en tu memoria, vas a tardar menos que los demás en realizarla lo que te dejará ventaja, que estudies a detalle una y otra vez las partes de la poción.

-Gracias otra vez…

-No hay de qué Srta. Granger. Ahh y por favor cuando tengas listo todo quédate la botella, de preferencia guárdala en el bolsillo más grande de tu capa.- Susurró con cuidado y luego se fue a vigilar uno por uno a los estudiantes.

Al terminar la clase volvió a llamarla.

-Disculpe Srta. Granger ¿Puede venir un instante?- Habló con seriedad y rectitud.

Algunos se percataron de eso e imaginaron que la joven estaba en problemas. Nunca faltaban los curiosos y chismosos Slytherin y más  uno con odio a la sangre sucia, el hurón, Draco Malfoy.

Hermione al estar frente a Snape vio de reojo a Malfoy, pensó en el tono de su voz y en tapar el movimiento de sus labios.

-Dígame ¿En qué lo puedo ayudar, Señor?- Dijo bajito la estudiante intentando fingir cara de preocupación.

-¿Por casualidad no ha encontrado en su habitación una bolsa de tela pequeña?

-Mm no ¿Cuando se le ha perdido aquello? Limpio y ordeno la habitación todos los días, no he visto ninguna bolsa de tela.

-Qué curioso, casi estaba seguro que la perdí ahí pero en fin, está bien, muchas gracias puede irse.- Hizo un ademán con su mano derecha y sin dejar de pensar le dijo algo más a la joven. -Espere.- La chica volteó. -Necesito que esta noche después de la cena nos veamos en pasillo atrás de la biblioteca, quisiera que hablemos de lo acordado y además quisiera que vayamos a su habitación.- Entre cerró los ojos. -A las ocho estará bien…

Hermione asintió y pasó saliva con Nerviosismo.

-A esa hora entonces.- Susurró la joven y se fue.

***

Horas después.

-Padre, estoy seguro que Snape trama algo con Granger.

El padre lo vio a los ojos y la molestia que este tenía entre ceja y ceja con  color rubio platinado. Lucius hizo una sonrisa de lado y recordó al pocionista y su secreto.

-Snape es un aliado, el más leal, el de más confianza del Lord, no te preocupes por él.

-Juro que algo traman.

-No, hijo, el que trama algo es Snape y bueno no puedo explicarlo porque son cosas de hombres y tú aún eres un mocoso.

La malicia de Draco lo hizo pensar demás.

-Ahhh ¿Entonces lo que hay entre esos  dos es un secreto que tú sabes, papá?- Le alzó una ceja con la cara aún molesta.

-¡Shhh, no vuelvas a mencionarlo porque te corto la LENGUA!- Fue rudo con el chico. -Granger es el juguete de Snape y el premio que él espera tener sí ganamos, jovencito. ¡Prometí que guardaría el secreto así que tú te callas!

-No tienes de qué preocuparte… ¡Pff!- Puso cara de asco. -Habiendo tantas chicas en Slytherin que mueren por él ha decidido escoger una gata sucia y callejera.

-¡No le vuelvas a decir así al juguete de Snape, nunca más delante de mí porque si te escucha me muero y tú vienes conmigo! No juzgues a tu padrino, siempre le han gustado las gatitas indefensas que se bañan con la lengua.- Le guiñó el ojo a su hijo y le golpeó el hombro con firmeza. -Y por favor ignóralo si lo vez, por ningún motivo te atrevas a meterte con esa joven sino quieres asistir a un funeral como el alma de la fiesta, y lo digo literal.- Los ojos claros del hombre lo amenazaron y el chico pasó saliva.

***

La joven esperó exactamente en el pasillo donde Snape le había indicado, nerviosa por pensar que podían verla hablar con él jefe de Slytherin el último minuto de su reloj de arena había caído para completar una hora cuando apareció un alumno alto que le llevaba por lo menos una cebeza, cabellos cortos, negros, lacios y lentes. La joven saltó cuando este le tomó la mano.

-¿Oye sueltame quién eres?

-Calla, yo también sé hacer poción multijugo y es más efectiva que cualquiera.

-Ehhhh ¿Profesor? Se ve tan feo…

-Oh muchas gracias…- Dijo el niño que no se veía tan niño.

-¿Quién se supone que eres?- Hermione estaba desencajada no sabía la necesidad del profesor por verse así.

-Soy yo como a los veinticinco ¿Te gusta?, el uniforme me queda bien todavía, me corté el cabello y me puse unos lentes para disimular.

-Si no sintiera tanto dolor en los codos y en las rodillas pensaría que estoy soñando. Y bueno perdón pero no me gusta con el cabello corto y los lentes porque lo hacen ver muy raro como que se parece a Harry.

-No podía verme como yo y no vuelvas a insultarme así.

-Lo siento, perdón.- Apretó la mano del niño de Slytherin y lo siguió hasta su torre donde entró junto a él a su habitación y aseguró la puerta cuando él se lo pidió..

Dentro de esta habitación estaba Ginny y Luna en una conversación privada acerca de qué tan bueno era Snape para Hermione.

-¿Tan rápido te olvidaste de Snape?- Preguntó Ginny con cara de asco al ver al joven Slytherin.

Hermione apretó los labios hacia adentro.

-Profesor, ellas son mis mejores amigas.

-Un gusto, pequeñas chismosas, tengo algo importante que hacer así que si me disculpan les agradeceré que dejen a su amiga sola conmigo.

-¿Van a tener intimidad, Sr?- Preguntó Luna con inocencia.

-¿Qué clase de intimidad?- Sonrió el joven.

-De la sexual, Sr. Por cierto se ve muy atractivo así, tan joven, le asienta bien el cabello corto y los lentes.

-Lo siento Srta Lovegood… Es que yo no puedo decir lo mismo de usted, de su cabello, así que con su permiso.- Hizo una inclinación exagerada y se acercó a ellas nuevamente al dar una vuelta completa. -Haré lo que ella me permita hacer.- Susurró cerca de los inocentes rostros con una sonrisa maliciosa. ¡Si le cuentan algo a alguien les mandaré un lobo para que se las coma!

Las amigas se fueron sonrojada y nerviosas.

-Sí se ve atractivo.- Dijo Ginny, después chasqueó la lengua al comprobarlo nuevamente en su cabeza. -Sí, caramba… Sí lo es.

Al estar dentro del ambiente con la puerta cerrada Hermione se quitó la capa y cambió su ropa con un hechizo además de sentirse muy incómoda.

Snape hizo lo mismo, se quitó la túnica y asegurándose con un hechizo silencioso se fue al suelo donde empezó a buscar afanoso la bolsita de tela que se le había extraviado.

-¡Bingo, aquí está!

-Oh, juro que yo no la vi.

-Sabía que se me había caído aquí.

Hermione lo vio a los ojos.

-¿Qué ibas a decirme?

-Dumbledore morirá muy pronto, yo lo mataré porque él mismo me lo pidió.

-Sí, estoy convencida de que esto es una pesadilla.- Dijo Hermione sin creer nada. Movió su varita para cambiarse ponerse una chamarra por el frío.

-Es verdad, Dumbledore está muriendo y Voldemort lo quiere muerto por eso mandó a Malfoy que lo hiciera pero este niño sólo ha fallado. Por eso he tenido que asumir la responsabilidad e hice un juramento de protegerlo que presenció la mortífaga Bellatrix.

Hermione se sentía incómodo de hablar con ese jovencito, sí, era atractivo pero también había perdido un poco el encanto aunque el carácter y el porte era el mismo.

-Deshaga el hechizo, su voz no me agrada.

Finite.- Se apuntó con su varita de arriba abajo haciendo que aparezca su forma real delante de los ojos de la joven haciendo de inmediato que ella se intimide, era aún más alto pero este se encogió un poco hacia delante. -¿Era tan odiosa mi figura?

-Mucho.

Después de adelantarse para tocar el rostro de la joven, incómoda por todo, se enderezó y caminó hasta la ventana con las manos sujetas detrás de la espalda

Después de adelantarse para tocar el rostro de la joven, incómoda por todo, se enderezó y caminó hasta la ventana con las manos sujetas detrás de la espalda.

-Me temo que esta es la última vez que podamos estar juntos… Antes de…

Heemione fue hacia él y se puso delante de él ahí viendo a través de la ventana.

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