Mr. Potter Actúa Raro Capítulo X Día Cinco – Todo O Nada 💋

Aún tenía que superar las clases de pociones, el mago le había prometido ayudarla en ese tema, si no podía tenerlo cerca de una manera voluntaria al menos sería por remordimiento y compromiso.

A pesar que sólo lo vio por unos minutos en su mente voló una idea de muchas horas, muchas horas cerca con libretas, plumas y apuntes escuchando clases particulares.

Lo siguió con la mirada desde el desayuno, otro día más, dos semanas después de haberlo tenido frente a ella, aquél día apareció en la mesa de profesores como aparece un cometa después de mucho tiempo, arrastraba expectativas, esperanza, podía lograrlo, tener esa última oportunidad con él.

O la acercaba o la alejaba para siempre.

Se podía pensar que si seguía viéndolo como mensa el hombre se daría cuenta que era vigilado por eso al detectarlo lo marcó como con tinta indeleble sobre una foto de forma imaginaria, luego siguió en lo suyo sin perderlo con el rabillo del ojo hasta que saliera del comedor.

Sí, lo seguiría hasta las mazmorras.

Horas después…

Snape bajó por las primeras escaleras hacia el sótano y después directo hacia su aposento, a lo más profundo, escondido, lúgubre y frío lugar.

Detrás de él a unos cuarenta metros, cada diez o cinco pasos que el daba se escondía tras un muro la joven para no ser detectada, el pasaje era oscuro tanto como para no reconocer la cara de su sombra pero el olor que llegaba hasta él era tan familiar que enfrentarla era definitivo.

Se quedó quieto, cerró los ojos, movió la varita encendiendo la punta y finalmente miró de lado con rostro común de profe de cueva aterradora sin amigos.

Lumus

Apagó la varita y desapareció con la luz, era claro que ese encender y apagar repentino la dejaría ciega pero no tanto como para perderlo de vista sino que este realmente había aparecido detrás de ella, aspirando lento el perfume de sus cabellos, viendo la coronilla de su cabeza como un cazador acorrala a su presa y disfruta en la mente el banquete imaginario que este le iba a entregar.

-¿Otra vez usted Srta. Granger?- El susurro fue como si se le clavara una daga en el pecho a la joven.

Hermione saltó y cerró los ojos junto a un susurro de miedo que le hizo tirar su libreta y pluma.

-¡Ayyyy Dios mío! Señor, me ha asustado.

-No me falla la percepción, jovencita, es justo lo que veo.

La pequeña que no era una niña como él había determinado se sintió como una tonta sin embargo se dio la vuelta y caminó hacia él para enfrentarlo.

Snape no movió ni un dedo sino que esperó cualquier movimiento atrevido con paciencia.

“¡¡Ayyy Grange!!!” Se habló así mismo.

La joven encontró sus ojos negros con dificultad viendo ligeramente hacia arriba.

-No me juzgue, esta vez no vengo como una niña ilusa. Por cierto, le agradezco mucho ese sustantivo y adjetivo que juegan muy bien juntos.- Estaba siendo sarcástica.

-De nada.- Soltó con ronca voz acercando el rostro aún más a ella. Esto puso nerviosa a la joven, oh no, no nerviosa sino a punto de caer, pero este hombre podía leerla como un tierno libro de educación cívica. -Su corazón se ha acelerado, tranquilice su respiración, joven ci ta…

-No es justo, déjeme hablar.- Se interrumpió así misma notando que su corazón casi se salía de ella.

-Hable, la escucho con atención. Para que entre de nuevo…- Dijo lento y pausado. -… La ilacion de su discurso, se quedó en que no viene como una niña ilusa…- Respiró lento casi rozando los labios de ella, inclinado hacia el frente de forma considerable por su altura y soberbia. Su aliento la invadió, el aliento a menta y café amargo. -Di… Ga… me…- La quería matar con esa lenta voz, era definitivo. -¿Entonces con qué sustantivo y adjetivo viene siguiendo mis pasos por qué refrescar mi memoria por el olfato y su voz delicada la tibieza de sus palabras que salen de su suave boca?

“¡Oh Merlín ayúdame a resistir!” Suplicó la joven en el escondite de su cerebro susceptible.

Hermione jadeaba, el hombre la quería volver loca de verdad y no sólo eso, su intención era grabarse en ella como se graba el nombre del dueño de las reses en la carne con un fierro caliente, violento y amenazante. ¿Pará infringir temor? No no, para que supiera que no había nadie como él.

-Yo…- Por un segundo su alma se fue al infierno pero fue llevada al cielo de la seguridad y fue posesa de nuevo por la cordura o por lo menos por un hilo de esta. -Vengo como una joven estudiante que necesita un profesor. Sé que no debo explicarle pero esta vez el adjetivo está antes que el sustantivo. Usted me prometió ayuda y aún necesito que me enseñe lo que le enseñó a Harry, también, tener una forma rápida y práctica para mejorar en pociones. Yo recuerdo sus palabras, no las he olvidado. ¡Señor, cumpla conmigo!

-Astuta niña.- El hombre podía contemplar su rostro y con detalle cada hermoso cambio de forma en la extensión de su piel, veía sus ojos, su nariz, sus labios con tono suave y brilloso, sus cejas que expresaban rendición, esa barbilla delicada que ya había tocado… -Usted sólo quiere tentarme y créame que no es muy difícil, usted es mala, usted me provoca… No me culpe si no aguanto.- La pausa que siguió después de eso hizo que Hermione ponga atención en la respiración de Snape, estaba agitado, quizá cuando ella estaba cerca lo hacía poner nervioso así que aprovecharía un poco.

Pero,
el hombre era un sabio, cuando ella subía él ya estaba de regreso.

Le puso la mano derecha en el delicado hombro derecho y su mano izquierda en la cintura, así la empujó con rapidez y mucha delicadeza hasta chocar con el muro de lado derecho del pasillo.

Ambos estaban agitados porque era inevitable, no estaban buscando nada pero eran sanos a niveles superiores, su sistema endocrino disparaba fuegos artificiales invisibles, sus hormonas gritaban el nombre del otro junto a ese “Que pasa si me dejo…”

-¿Lo que quiere es desquiciar mi inocente mente, Granger?- Sus palabras insinuaban interés, su voz presionaba su garganta a pesar del leve dolor en su pecho.

-Juro que no, yo quiero lo que dije.- Tenía los ojos cerrados. -Además, Severus… ¿Cómo puede desquiciarte una niña ilusa?

-Ahh no sabes nada mi amor, no sabes en qué estoy, o a dónde voy no sabes qué me lleva lejos de este castillo, no sabes quién soy, no sabes que le veo la cara al mismo demonio cuando quiero algo que no puedo tener y tengo trabajo que no quiero hacer.- Se refería a Albus Dumbledore quien moriría en sus manos porque este mismo se lo había pedido como quien pide un favor dos días atrás. -No sabes la ganas que tengo de… Besarte…- Apretó las palabras entre dientes, el susurro fue demasiado. Hermione tembló.

Si quería demostrar enojo y desesperación lo estaba haciendo bien.

-Tengo ganas de matar a cientos pero a la vez ganas de morir, tengo ganas de robarte el alma con un suspiro largo y agonizante.- Era una confesión fuerte y no precisamente literal sino insinuante al doscientos por ciento.

Fue rodeando la cintura de la joven con ambos brazos, eso lo hizo tranquilizarse, más todavía cuando ella correspondió el gesto y lo abrazó por la mitad del torzo recostando de lado su rostro para escucharle el corazón de serpiente.

-Apruebo todo lo que dices…- Se atrevió a decir la joven.

-¡No! ¡Por favor aléjate de mí, en cualquier momento te haré daño, aprenderás que siempre soy tan bueno en engañar, en arrastrar a los demás a la desgracia venidera!

-Moriré de todas maneras si me quedo aquí, la única forma es intentar huir y esconderme pero sabes que me encontrarán y que también podrían ir por mis padres por eso ahora ya no los tengo, no existen más para mí.

Snape no entendió lo que le dijo.

-¡No tengo tiempo para enseñar nada, vete de aquí, del castillo, no quiero ver tu cara llena de sangre por mi culpa! Dime, Hermione ¿Te interesa tener buenas notas cuando sabes que el horizonte trae una pesadilla eterna?

-Me interesa sobrevivir, pelear, me interesa Hogwarts y las personas que no pueden defenderse. ¡Señor, por favor no me aleje, por favor!

Snape la abrazó más fuerte como refugiando ese adulto corazón en la joven.

-Creo que no cambiarás de parecer por más que gaste mis palabras en las siguientes horas.- Suspiró -Ayyy niñaaaa…

La joven sonrió ahí en su pecho, escondiendo su tierno y grácil cuerpo sobre los botones de ese levita azul, la capa de Snape era como un pequeño refugio para ambos.

-Ya me conoces…

-Pero tú no a mí…- Acercó sus labios al oído de ella y susurró despacio. -Los deseos se manifiestan en los humanos, y yo no soy un hombre simple, soy complicado y más aún en esos asuntos.

Si Snape quería decirle en la cara que la deseaba lo había hecho sin ser tan sutil como pensaba que sería pero la niña ilusa no era ilusa sino astuta.

-Los deseos se manifiestan en los humanos más temprano que tarde, los acompaña un fuerte grado de responsabilidad y madurez, no soy una niña, soy una mujer.- Cerró los ojos al morder sus propios labios.

“También te deseo.” Le dijo con la mente.

-Saberlo es una maravilla…

Se separó un poco de ella, la mano izquierda le tocó el rostro y la derecha la atrajo hacia él para apretarla con el cuerpo por la cintura y arrinconarla con su desesperación, necesitaba soltar la presión aunque sea con un arranque de locura.

La besó despacio primero y luego enfocó la rabia de la realidad en una apasionada expresión de no querer renunciar a ella, si la joven estaba ahí con él, no era casualidad. ¿Si se podía aquello por qué no más?

Sus labios se mezclaron en un intercalar de significados que se ponían de acuerdo para las caricias de piel caliente, la nariz del hombre estaba a un lado de la de ella, el rostro varonil yendo de lado para el colmo de reglas rotas en unos minutos.

La humedad de la boca de esa joven que quería aprovecharse de él según lo que pensaba su mente inocente, se mezcló con la de él en un movimiento mordible que le dejó pasar en el interior de la tibia cavidad, su lengua se metió guareciéndose del exterior a tocarla en lo más profundo del acto, sus manos no se quedaron quieras sino que hacían el mismo recorrido que meses antes en una biblioteca con un espectador habían explorado.
El cuerpo de la niña temblaba por la inexperiencia y el se sentía como un conquistador.
Porque tenía su permiso, el permiso de sortear aguas que nadie había navegado antes con la piel de sus delicadas y pocionista manos, sus caricias eran inteligentes no atrevidas y aquello desesperaba más a la joven.

El beso se volvió la reunión de brazos, caricias, humedad, exaltación, una oleada de nervios recorriendo el sistema central de su mágica humanidad. Se conocían, se decían, confesaban con las mismas ganas el tener al otro cerca en declaraciones de turnos por conseguir un poco más del otro aunque desmayen sin oxígeno.

Un beso único, hermosa intimidad entre dos sujetos, secretos de un pasillo dichos con la boca y el cuerpo.

Hasta que Snape captó un ruido que lo alertó y lo separó de ella. Lo siguiente fue un pequeño y delicado beso.

.
.

-Te ayudaré con pociones.- Dijo con su gruesa voz en susurro.

Y ambos desaparecieron para aparecer en el invernadero.

-Gracias.- Dijo ella.

-No me las des, en la noche nos vemos aquí, exactamente a los ocho con treinta minutos, lo que te confiaré no te va a gustar.

La joven frunció el ceño.

-¿Qué es?- Dijo temerosa.

Y la dejó ahí, estremecida de pies a cabeza, sola, queriendo morirse por no creer nada de lo que pasaba y pensando, pensaba qué podía ser eso que no sería de su agrado.

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