El director invitó al niño a retirarse ya que tendría que hablar seriamente con él profesor Snape a solas.
Harry el lentudo apresuró sus pasos para no morir antes de lo pensado, sabía que Snape era hábil pero no sabía qué tanto debía arriesgar el pellejo por unas clases y sobre todo por un poco de atención. Además de que tenía otro interés personal razón por la cual quería estar cerca de él.
Por otro lado para el joven ver ese pasado escondido le mostró la razón del por qué el Slytherin era tan amargado, sobre todo el por qué odiaba tanto a los Gry. Y es que si no fuera tan gruñón podría estar impresionado por esa alta, majestuosa e intelectual persona y sí, aquél mago podría tener un corazón, sonaba bien que pudiera, él siendo tan joven y enamoradiso podría intentar sanar ¿Quién sabe cómo? ¿Gustar de Snape? Mmmm sí quizá un poco.
Ahí frente a Albus.
Snape hervía por dentro pensando en tres formas diferentes de matar al niño mientras dormía, incluso empezó a planear cómo matar al mismo Voldemort en aquellos pocos minutos que observaba el caminar lento de su amo “bueno”.
El director caminaba y pensaba abordar el tema delicado de… O quizá… Una confesión directa de que su aliado más preciado, su pupilo, su hijo adoptivo hasta la muerte era homosexual igual que él, Severus Snape ¡OPM era un chisme impresionante, ese sería el día en que quizá al fin todo tendría razón de ser, el por qué Severus no quiso enamorarse otra vez! “¡Severus es Gay!
Mientras tanto el pocionista repasaba y repasaba las imágenes de su ingenio motivado por la rabia que le provocó Potter junior.
Sólo esperó que la puerta se cierre y habló golpeado con un leve desinterés y arrogancia.
-¡Albus no tengo tiempo para esto! En unos minutos debo dar clases.
-Severus, lo he visto con mis propios ojos.- Los ojos del director los cuales asentaron la mirada triste se veían decepcionados. -Le preguntaste a Harry, el cual es un niño, si le gustaban los profesores de pociones.- Las últimas palabras salieron con dolor pero la realidad es que no lo juzgaba por su elección o gusto sino porque Harry era tan sólo un niño.
-¡No pue de ser!- Snape intentó mantener la calma. -Pues piense las cosas, si lo pregunté es por un motivo serio no porque quisiera acostarme con un crío, a mí no me gustan los hombres, Albus, antes prefiero ser azotado por los centauros.- Su molestia incrementó porque estaba desesperado, estaba seguro que Harry había manipulado su recuerdo o peor mostrado lo que le convenía. -Señor, la última vez que hablamos de las clase de oclumancia le hice saber mi sentir que aunque no fue directo fue notorio y no puede ignorar esto. Algo le pasa a Potter, es el chico quien se está comportando raro, no yo, él se acerca a mí, no yo.
-¡Por eso le estás dando clase de oclumancia, el señor tenebroso lo está controlando y confundiendo, no es él!- Bajó la voz y siguió. -Severus, ¿Te das cuenta que lo puede estar utilizando para engañarnos?
-Es que…- Severus se puso a pensar. -Tuve una sospecha, pensé que los jóvenes Gryffindor tramaban algo contra mí para saber qué estoy haciendo cuando no estoy de tu lado, Albus, pero creo que lo que dices es más coherente.- El semblante del pocionista cambió sin embargo la cólera no se fue.
-No te has puesto a pensar que quien está haciendo eso es Voldemort, es él quizá quiere saber si tu lealtad es perfecta.
-Sabes que al final de esto me matará, yo lo sé y no me preocupa pero siempre hay una forma de cambiar las cosas, tienes razón quizá es una prueba de Voldemort.- Dijo Snape indignado y confundido.
-Y tú sabes que ambos partiremos al mismo lugar, me queda poco tiempo Severus y las cosas deben seguir como están. ¡Sólo un poco más, Severus, un poco y todo terminará!
Snape se dio la vuelta sin despedirse, se fue sin decir más, tenía que dar clase no se iba permitir llegar tarde un sólo día de su larga carrera como pocionista.
***
Al terminar la clase donde asistieron muchos Gryffindor, Snape se colocó cerca de Harry, cuando este se iba a levantar de su lugar…
-Usted quédese señor Potter.- Clavó sus dedos sujetándolo del hombro derecho al niño con su mano izquierda, lo empujó con fuerza hacia abajo para que vuelva a sentarse.
-No me maltrate, El profesor Dumbledore lo sabrá.- Harry se veía más atrevido, más desafiante pero no podía evitar sentir temor ante Severus Snape.
-Dumbledore salió. Te mataré antes de que vuelva.- El pocionista no cambió el gesto de su rostro, habló como si eso fuera cualquier cosa y Harry pasó saliva.
Todos los alumnos salieron incluyendo Ron Wesley del aula con olor a pachuli y menta, el olor más potente como resultado de un perfume varonil sobre el amo de ese lugar.
La alumna Hermione había pedido permiso de faltar por enfermedad, algo muy raro pero posible por la tensión estudiantil fuerte que llevaba de asistir a más clases que sus compañeros. Algunos profesores lo sabían y el pocionista era uno de ellos, no la soportaba así que esa falta para él era una carga menos.
Harry no se libró, al ver el aula vacía sus piernas empezaron un temblor incontrolable pero su rostro no cambió el desafío.
Snape tomó al niño por el cuello y lo llevó jalando de él para hacerle daño y colgarlo en alguna rama del bosque prohibido. Con un imperius pudo controlarlo y quitarle cualquier fuerza motora o habilidad intelectual para hacer hechizos silenciosos.
Al llegar al bosque, después de amarrarlo le quitó el hechizo para conseguir que con el castigo sufriera más.
-¡Qué tosco, ya bajeme! ¡Suelteme!
-Dumbledore me lo agradecerá.- Dijo Snape con tranquilidad.
***
Ahí delante de los centauros colgado del pecho se le dificultaba respirar aún más hablar, se alzaba de un enorme árbol amarrado a un tronco grueso a cuatro metros de alto de forma vertical, el aire era frío, su vientre estaba aplastado por las cuerdas, sus manos y pies no tenían forma de hacer algo para liberarse.
El amigo centauro de Snape estaba muy curioso de saber qué había pasado, por qué habían traído a ese estudiante para castigarlo así.
Con curiosidad se adelantó de entre todos sus soldados para intercambiar algunas palabras.
-Hace siete u ocho año no traías a un crío para torturarlo de esa manera.
-Pues este se lo merece.- Snape tenía sobre su mano derecha un pequeño caldero que pondría sobre la fogata que hizo con magia. -Y bueno, también es algo personal. -Al colocar el caldero con un hechizo de levitación, lo llenó de agua y empezó a poner uno por uno los ingredientes que ayudarían a sanar más rápido cualquier daño que pudiera ocasionar su recta forma de corregir al joven.
-No señor.- Dijo con debilidad. -Por favor déjeme ir…- Harry tenía los ojos llorosos por dos crucios que ya le había puesto Snape, el niño se desmayaría dentro de poco pero resistía, resistía aunque los centauros empezaran a participar de una tortura improvisada y sin invitación.
-Vas a dormir una buena siesta, jovencito. ¡Crucio!- Gritó nuevamente un crucio para intentar dormirlo del dolor pero sin embargo no desmayó y siguió recibiendo la tortura de los centauros con gritos de dolor y rabia.
-No.- Soltó aire en un susurro apagado. -No más por favor, comete un error.- El chico se retorcía como podía todo su cuerpo estaba amarrado y una cuerda se acomodaba en su boca para callarlo. -No, comete un error, yo le admiro, yo lo… Amo.
-¿Lo castigas porque se enamoró de ti, Severus?
-Lo castigo por meterse conmigo y porque me causa escalofrío su desorden emocional.
-Pero el niño está enamorado.
-Olvídalo, es pena lo que siente, sin querer vio cosas mías, privadas, recuerdos escondidos. Si su madre supiera haría lo mismo, Lily era muy buena, se espantaría con la misma sorpresa.
-Sí lo recuerdo. Pero no le hagas más daño.
-En unos segundos se desmayará.- Snape volteó hacia su espalda, los centauros dejaron de torturarlo, dejaron de lanzar pequeñas piedras con sus huaracas (hondas) y las cuerdas que latigaban dejaron de sonar.
Snape no dejaba de controlar la presión de las cuerdas en el cuerpo del joven, su varita la cual se había ceñido en el cinturón le servía aún con hechizos silenciosos mentales. El joven hacía tanto ruido que Snape le tapó la boca con una vuelta más de la cuerda extraña por la parte superior que recorría y apretaba el cuerpo de Harry como una boa lo haría para estrujarlo.
-Mmmmm mmmmg pu fuvuuu.- Harry intentaba hablar hasta que la cuerda le apretó más, no sólo eso esta lo cortaba por las diminutas espinas en ella, el dolor intenso en todo su cuerpo le hizo llorar, sus lágrimas recorrían desde los bordes de sus ojos hasta caer por sus mejillas y mojar la cuerda que le apretaba el pecho.
Snape y Thana empezaron a conversar como si no pasara nada.
-Las cosas por aquí han estado tranquilas, nadie se mete con nadie, ahora las criaturas se respetan las veces que no tiene que cazar.- El centauro tenía una voz grave y autoritaria.
-Comprendo, Thana, igual en el castillo ha sido aburrido pero este chico me ha dado muchos problemas y he tenido que castigarlo. Pero fuera de estos pequeños incidentes debemos de prepararnos para lo que viene.
-Está bien, puedes traerlo cuando quieras sabes que te apoyaremos en la disciplina. Y sobre lo de Voldemort ya estamos prevenidos, Hagrid se ha encargado de expandir el rumor a todos los rincones de bosque.
Los compañeros de Thana también vistos como sus soldados más leales veían hacia arriba en el tronco del árbol, algo les preocupaba algo que hizo el silencio de inmediato, silencio que también llamó la atención del príncipe centauro y el profesor Snape.
Ambos voltearon lentamente y se asombraron de lo que apreciaron sus ojos, habían torturado al chico hasta desmayarlo, la cuerda estaba mojada en su sangre, tenía raspones y cortes en los puños y rostro, su pecho y cuello no se veían y era seguro que estaba debilitándose cada vez más rápido pero lo peor fue que de las raíces de su cabellera negra cayó nueva y larga cabellera color castaño, rizos castaños empapados algunos de sudor, lodo, sangre y suciedad.
Thana tomó a Snape del hombro así como un amigo apoya su gran mano frente a él para animarlo a que no se preocupara pero Snape supo rápido que esa no era su intensión.
“¡Maldita sea no puede seeeeeer!” Pensó el pocionista y de sus manos cayó el cucharón con el que serviría las poción de curación que realizaba durante la tortura para no dejar huellas sobre el cuerpo del niño.
Thana lo tomó del otro hombro, su rostro se transformó en enojo acercándose a la cara del maestro asustado.
-¡Me dijiste que era un niño, me has hecho faltar las normas de mi pueblo, hemos maltratado a una mujer humana, mi padre no me lo va a perdonar y menos mi madre! ¡¿Qué me has hecho hacer Severus?!
La madre de Thana era una mujer humana.
-No, es imposible.- Snape frío viendo los ojos alterado del centauro que le llevaba casi dos cabezas más alto y unos noventa kilos de musculatura lo apretaba con ambas manos de la solapa alzandolo unos centímetros del suelo.
Su rostro demoníaco se hizo frente al maestro que aún miraba asombrado, el hombre mostró la dentadura y sacó todo ese mal aliento frente a su recta nariz.
-¡Vas a pagar por esto, me has engañado!
-¡No, juro que no! Es que no puede ser, me aseguré de que esto no sucediera así, los chicos me han jugado una treta, esta niña no tiene que estar aquí.
-¡Mira lo que le has hecho, ¿Cómo te atreves a engañarnos así? Está sangrando, la has desmayado de dolor!- El mitad caballo lo alzó más con la fuerza de sus brazos y lo lanzó hacia atrás como si nada, los compañeros lo recibieron en el aire.
-¡Juro que nunca te engañaría!- Snape sintió las primeras espinas clavarse en su cuerpo.
“¡Maldita niña me has metido en un gran problema! ¡Tengo que salir de esta!” Snape pensó rápido.
Los centauros lo rodearon y lanzaron cuerdas al rededor de sus brazos y cuello para colgarlo y torturarlo pero Snape reaccionó rápido, estaba atrapado no había nada, más que una salida pronta y rápida.
-No no no, Thana tengo que llevarme a la niña, puede morir de frío.
-Primero debes pagar…- Lo empujaron al suelo, cayó al suelo con sus rodillas ya que también estaba atado de los tobillos, Snape empezaba a culparse de haber sido engañado así, estaba muy distraído y eso le costaría caro.
-¡Es poción multijugo ayúdame a hacerla, Thana. Si Albus se entera me matarán. Me debes un favor, pido que lo consideres justo ahora!
Thana estuvo a punto de apuñalarlo en el brazo pero recordó que Snape lo salvó de morir un año antes.
-No te ayudaré con este desastre porque eres el culpable, bájala tú, solucionalo tú, yo me largo de aquí… ¡Vámonos centinelas!- Gritó a los centauros. -Si mi padre o madre se enteran de esto iré por ti a cazarte, ¿Entendiste?
-Lo prometo…- Ahí en el suelo, sangrando de las piernas por las púas que las cuerdas de los centauros tenían y que habían rasgado su carne se levantó y miró hacia el árbol.
Snape se apresuró a bajar a la estudiante, la puso sobre su capa con cuidado para envolverla con ella viendo todo lo que le hizo sobre el cuerpo y sobre todo lo que los centauros le hicieron porque la habían lastimado, en ella habían usado las mismas cuerdas que lo estaban haciendo sangrar a él pero en ella como látigos.
“No tengo tiempo para nada y mira lo que me haces hacer, mocosa del demonio, pero me las pagarás lo juro!”
Snape apareció en su despacho para curar cada herida del rostro y extremidades de la joven la cual vestía el uniforme estudiantil de los varones Gry.
Preparó poción multijugo, sacó la reserva de cabellos de sus estudiantes, puso los de Potter sobre su taza y le dio de beber lentamente para que esta regresara a representar su engaño, luego de esa poción le dio una de dormir y se la llevó con cuidado hasta su torre apareciendo en la cama de ella con ella en brazos.
Al acomodarla en la cama, de su bolsillo se le cayó un pequeña bolsa de tela café tejida a mano y esta se mezcló entre las frazadas que Snape movió para taparla más del frío.
Se fue a su despacho preocupado por que nadie notara a la joven con rasguños, menos Albus. Y ahí frente a su escritorio empezó a pensar y pensar lo que haría con ella en adelante.
-¿Así que la pequeña Gryffindor quiere clases de oclumancia?- Se puso de pie y vio sobre el estante de pociones. -Bien, eso es posible.
Bajó la mirada agarrándose las manos detrás de su espalda y luego vio sus zapatos embarrados de sangre y desperdicios de centauros. -¿Quieres un profesor, pequeña?- Frunció el ceño con rabia.
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