Mr. Potter Actúa Raro Capítulo IV Los Tres

Momento actual.

Snape daba aquel paseo con las manos cruzadas por los pasillos del primer piso, era una hora antes de la cena y quería sacarse una duda que le carcomía las entrañas y le revolvía el estómago.

Cerca del cuadro de espacio hacia la salida a las afueras del lado norte del castillo se detuvo para ver por ambos lados, dio unos pasos hacia el frente identificando los rostros de los que ahí pierden el tiempo toda la semana, no estaba en el parque sino que al principio en el medio del pasillo con dirección a la biblioteca y salida.

Sin darse cuenta justo detrás de él pasaba una distraída jovencita con el cabello completamente trenzado, el uniforme bien puesto más un libro frente a sus ojos de tamaño considerablemente pequeño.

“Bingo” Pensó el mago.

-Mmm Mmm.- Carraspeó para llamar la atención al darse media vuelta y tener a la chica frente a él.

La joven estudiante se dio cuenta pero no hizo nada más que esperar que la llamen por su nombre.

“No puedo tener tanta mala suerte hoy.” Se dijo al intentar esconderse detrás de su libro pero este medía unos diez centímetros extendido.

-Disculpe…- Habló el profesor pero la chica no volteó.

“Ay no ay no que no me hable a mí” Tuvo miedo y rechazo.

-Alumna Granger.- Dio un paso hacia ella.

-Señor.- Se encogió con temor y giró a su derecha con rapidez. -Profesor ¿En qué puedo ayudarle?

-Necesito que traiga a sus amigos con usted a mi despacho a las nueve de la noche en punto, hoy.- Fue recto en sus palabras. – Eso es todo, alumna.- Se dio la vuelta y se fue sin dejar que ella responda algo.

Hermione tomó las cosas tranquila y fue a buscar a sus compañeros para contarles el extraño y exigente encuentro.

***

Cerca de las nueve de la noche los tres alumnos bajaron hacia las mazmorras como Snape les había pedido.

Un minuto entero les hizo esperar la alumna a sus amigos para tocar aquella oscura puerta de pintura negra y así ella dispuso su puño para golpear tres veces.

La puerta se abrió e ingresaron con la cabeza abajo. No les quedaba de otra que ser humildes.

Al estar frente al mago el cual estaba de pie este no se aguantó de decir  unas palabras de reprensión.

-Soy profesor de esta escuela desde hace muchos años.- Caminó detrás de ellos como rondando presas frescas. -Ustedes solos se meten en problemas que la verdad no me interesa saber, pero mientras sigan estudiando y asistiendo a clases de las asignaturas que dicto seguiré siendo autoridad de sus pequeñas cabezas y con eso sí-se me-ten conmigo no tendré ninguna culpa de hacerles un poquito de cariño grave y daño al fin podría desaparecerlos créanme que los demás no sospecharían de mí, Hogwarts les ha aguantado muchas cosas todos estos años pero yo no tengo tiempo para perder tampoco para aceptar que pueden verme la cara de estúpido.- Tocó con punta de su varita a cada alumno en orden de tamaño sobre sus cabellos. -Quisiera cortarles esos cuellos porque la verdad no los soporto pero lamentablemente… No puedo.- Dijo lo último dolido como una víctima a la que se le niega algo justo y dejó su varita en el lado derecho del cuello de Wesley. -Los vigilaré porque para mí en vez de ser ayuda o defensa a esta escuela… Son una amenaza, son unos ladrones y tramposos. Sería más seguro que se concentren en sus cosas de estudios y no en otras que no les incumbe.- La forma de él pausada durante todo el discurso le aterraba más al pelirrojo que a los otros.

-No,no lo somos.- Dijo la joven Granger aún con la cabeza baja.

-Ohh, es la insolente Granger la que siempre habla sin que se lo pidan…- Caminó hasta estar frente a ella, guardó su varita y cruzó sus brazos. Las punta de sus zapatos casi tocaban las punta del calzado de ella. Se inclinó levemente al rostro de la joven y dijo. -Usted menos puede defender la acusación que les hago a los tres.- Susurró más entre la cabeza de la joven y el pelirrojo. -Usted es la mayor delincuente de este grupo de buenos para nada. Usted me roba, usted me engaña, usted distrae y llama la atención… ¿Pará qué? Basta de colmar mi paciencia.- Ron tragó saliva. -¿Acaso no le enseñaron a no mentir en sus clases de catequesis?- Harry abrió los ojos al percibir la burla y Ron quiso reír porque le hizo gracia.

-No, no tuve esas clases.- Hermione no alzó la mirada pero sí apretó sus puños.

-Ajá, por primera vez la joven sabelotodo ignora de lo que le hablo. Pobre niña…

-No lo ignoro, sé de qué habla pero no tuve esas clases.- No subió la mirada pero quiso golpearlo por hacer referencia a que tiene padres Muggles.

-Pues le recomiendo que vaya a confesarse a la iglesia más cercana y de paso le den una cachetada.- Sonrió de lado.

-Oh así como en la confirmación.- Susurró el pecoso, estaba emocionado que por primera vez en la vida podía opinar acerca de algo.

-Usted, Wesley, que a usted le den sus santos óleos y lo bañen con especias, un poco de mirra y áloe le vendría bien porque APESTA.- Escupió lo último y el joven arrugó la boca por la ofensa.

-Largo de mi vista.- Se enderezó y se dio la vuelta. -Usted, Potter, usted quédese unos minutos más, sus amigos que esperen afuera.

Snape cerró la puerta y se puso delante del joven lentudo. Se irguió, cambió su semblante de serio, rudo y maligno a uno suave y misterioso.

-¿Qué tiene que decir acerca de su falta de respeto, jovencito?

-Lo siento, señor yo no quise.- Alzó la mirada y se encontró con los ojos negros del hombre.

-No querer hacer cuando se ha hecho ya es muy tarde. Las clases se suspenden hasta la siguiente semana y si de casualidad me perturba nuevamente voy a tener que tomar medidas personales de las cuales se puede arrepentir con seguridad.

Harry no dijo nada, se quedó callado.

-¿Entendió MR. Potter?

-Lo entendí, no volveré a meterme en su cabeza.

Snape arrugó el ceño confundido. Ahora le olía más mal el asunto porque lo que respondió no era lo que esperaba en su cabeza.

-Ahora váyase porque me estorba.- Hizo un ademán con su mano y se sentó en su escritorio para pensar. No tenía tiempo para tonteras pero sí pensaba en las posibilidades de ese comportamiento extraño.

Durante la semana Snape esperó el acercamiento de Potter y no tuvo nada, nada que le confirme las sospechas que tenía en la cabeza por lo que se quedó tranquilo y encargó a Minerva avisar al joven que lo viera en la noche del sábado para otra clase de Defensa.

El joven llegó puntual a la hora que se le avisó, este tocó y pasó dentro del ambiente al recibir el permiso adecuado.

-MR. Potter ¿Donde aprendió a hacer lo que hizo la clase anterior?

-Lo leí en un libro, señor.- El niño alzó la mirada y lo desafió.

-Ahhhh… Un… Librooo.- Dijo lento. -No sabía que usted leía.

-Últimamente lo hago.- No dejó de ver a los ojos a Snape.

-¿Cómo aprendió de un mes a otro a escribir correctamente el inglés?

-Estudiando, Hermione me ayudó, de hecho en el verano aprendí muchas cosas.

-Hermione, Hermione, Hermione… Esa chica Granger es el cerebro de Wesley y Potter, sólo falta que piense por ustedes… ohh no qué digo perdón… Es verdad que ya lo hace.- Sonrió de lado y aumentó el tono de su voz.

-No sé a qué se refiere.- Harry frunció un poco el ceño.

Snape suspiró e intentó algo que ni sus ancestros podían imaginar.

-¿Le gustan los profesores de pociones, Potter?- Se acercó a él.

-No, no me gustan los profesores de pociones menos si estos pueden ser como usted.

-¿Un beso silencioso es una broma o una trampa?

-Es una expresión del cuerpo, Señor.

Harry suavizó el tono de su voz al igual que en ocasiones anteriores frente a Snape.

-Dígame ¿Cómo hizo para engañarme así? Las clases que le he dado han sido insuficientes. No sé por qué dudo de que MR. Potter, actúa raro.

-Al investigar se aprende más cosas que de alguien que no quiere enseñar. Y sí soy quien quiere ver ahora.

-¿Ya no le importa aprender conmigo, Alumno?

-Sí quiero aprender… Pero ya no sólo a ser oclumante.

-Ohh ¿Entonces qué más quiere aprender?- Hizo un tono curioso y exagerado.

-Lo que usted quiera enseñar.- Harry sonrió y cambió la expresión de su rostro.

-Ahí regresó el sinvergüenza, verá. Este comportamiento no me agrada, esto que muestra me perturba.

-Quizá le guste por eso se pregunta por qué le molesta tanto en vez de sólo ignorarlo.

-Descarado.- Se acercó y lo tomó de la solapa con odio arrugando la ropa al estudiante. -¡Niño descarado. Ya no le enseñaré nada. Si tanto puede aprende de un libro entonces le retiro mi tiempo y mis humildes conocimientos!

-Humildes já.- Dijo en voz baja. -Nos vemos mañana en clase, señor, aún hay mucho que aprender de usted.

Snape se le quedó viendo enojado,lo soltó para que Harry retrocediera.

La sabandija se arregló la ropa, el cabello y se fue por la puerta con aires dignos.

“Qué rápido cambia de carácter el niño. Ahh Lily ¿Por qué tenía que ser tú hijo?” Pensó al arrugar un poco de pergamino con su mano derecha.

**”

A la mañana siguiente antes de dar clases a los más grandes tuvo una llamada urgente a las oficinas de Dumbledore.

Cuando llegó al lugar se encontró con una cabeza despeinada sentada a un rincón del ambiente y un Albus pensativo delante de su majestuosa ave, este le tocaba las plumas mientras los lentes se le escurrían por la nariz.

Snape juntó dos de sus dedos y formó una cruz la cual se la enseñó a Harry con rostro asqueado y luego se hizo frente al mago de barba larga y gris. Dumbledore no miró la seña que le dio al alumno.

-Me llamaba, director.- Alzó una ceja.

-Sí, Harry me ha contado cosas muy graves de ti.

-No me diga que le cree a ese demonio con lentes antes que a mí.- Señaló al niño con su dedo puntiagudo y de pronto su varita se hizo en la misma mano.

Harry se sintió indignado tocando su pecho con un dolor fingido, amenazado.

-Me temo que sí, me lo ha mostrado en sus recuerdos.

-¿Y qué se supone que hice que le parece grave?

Snape hizo un hechizo silencioso, este hizo recorrer una cuerda invisible en del suelo al cuerpo del niño hasta que se enredó en su cuello y apretó con rabia.

-Le estás coqueteando al alumno, eso no se hace.- Albus lo vio a los ojos, negó con la cabeza repetidas veces en acusación.

Snape soltó la cuerda invisible del cuello de Harry y este en el rincón intentaba recuperar el aire.

-¡Señor no voy a aceptar esa acusación!- Miró al joven que se estaba recuperando.

Y Harry quien se veía a lo lejos en el rincón con las piernas cruzadas le lanzó una sonrisa y un guiño coqueto, la cuerda invisible se consumió en el suelo tan rápido que sólo Snape pudo verlo, un humo pequeño se levantó de las cenizas color rojo formando un corazón.

Le hervía la sangre al pocionista.
lo ocurrido le hizo pensar que mandaría todo al carajo y mataría pronto al retoño de su ex amiga.

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