Entré a su habitación… Ella estaba recostada de lado mirando su lámpara cubierta con su sábana, me senté en el filo de la cama, la veía con atención mientras que poco a poco las palabras fueron saliendo…
-Quisiera decirte quién soy, primero… Soy simplemente lo que ves… Tengo 50 años, ya no soy un niño… La cena de hoy… Pues… Le dije a mis amigos que cancelen a todos menos a ti porque quería estar a solas contigo y tener una cena romántica donde te propusiera aceptar un beso y ser mi novia. Lo sé, suena mal, no estás acostumbrada a estas cosas pero por alguna razón ellos te cancelaron a ti también porque creían que querría estar a solas con mi contadora, una mujer que conocí hace como dos meses… Ella es muy, no sé cómo decirlo, muy llamativa, y acaparadora y ellos creían que yo tenía intensión de estar con ella a pesar que no he parado de hablar de ti. Pero confundieron las situaciones y no es que haya pasado algo con ella ni nada, pero dicen que ella siempre tiene otras intenciones conmigo. Creo que no debí decir eso… En fin, tenía que venir personalmente a explicarte y pedirte perdón porque habíamos estado hablando tan bien por teléfono al despertar. Eres como un ángel para mí, no había sentido esto hace mucho tiempo… Ese día en el restaurante me di cuenta que podía enamorarme de nuevo, que podía intentar… Contigo… Eres una mujer muy hermosa… Yo… No quería esperar más para tocar tus labios, lamento haberte sorprendido. Lamento si te he asustado o causado algún problema. Quizá deba irme…
Ella se sentó sobre la cama tapándose con la sábana blanca como usando un escudo delante de mí.
-Espera… Eres tan tierno al decirme todo eso y sé que eres sincero… Déjame aconsejarte, es mejor que hagas las cosas tú solo, no mandes a otras personas a hacerlas por ti porque ya ves lo que pasa. Y también lamento haber seguido todo esto. Voy a confesar que también estoy interesada en ti. Te lo he dicho muchas veces, eres interesante y misterioso… No sé quién seas en realidad pero si me dices que confíe en lo que veo, entonces puedo decirte que eres muy confiado de tus actos tanto como para estar convencido de que todo saldrá tal como lo quieres, eso se llama engreimiento, aquí los hombres hacen las cosas por sí solos, no son como los árabes que tienen mayordomos para incluso besar a sus mujeres y atender a sus amantes. Los hombres aquí son distintos… Amigo, sé que tú no eres como estos hombres, los de aquí ni de ningún otro estilo. ——— Hemos tenido muchos comienzos torpes, pero tranquilo, no estoy asustada y tampoco fue mi primer beso, no quiero que sientas eso pero sí que sepas que vas demasiado rápido.
-Gracias por decirme lo que piensas y por confiar en mí tanto como permitirme usar tu bañera, por corresponder el beso que te di y por invitarme a cenar…
-Me hubiera gustado haber disfrutado esa cena contigo pero siento… Necesito… Necesito estar sola, Dave…
-Claro que sí, regresaré a casa, cuando estés lista para hablarme me puedes llamar… Yo trataré de enviarte unos mensajes si es que no te molesta.
Me levanté de la cama, me despedí levantando mi mano izquierda y me giré para abrir la puerta.
————Narra Abby———-
Vi a Dave un poco desilusionado cuando le dije que quería estar sola.
Pero sólo podía pensar ¿Qué estoy haciendo con este tipo? ¿Acaso no soy una adulta?…
Me levanté de la cama, caminé detrás de él y alcancé sus labios con destreza. Él abrió los ojos y rodeó mi cintura con escasa fuerza por la sorpresa.
Sorprendido me recibió mientras que retrocedía contra la puerta que aún estaba cerrada… Fue un beso raro, un beso patético e inocente pero bastó como un beso de despedida.
Sentía esa sensación en mi estómago de que debía atreverme a quitarle ese rostro inocente de su mente. Soy una mujer… Y sus palabras, sus gestos, su forma de acercarse me atraía mucho. ¿Qué faltó para seguir?
Soy una mujer… Pero también soy cobarde…
Así que me giré y vi hacia mi cama con vergüenza mientras que escuchaba sus pasos alejarse. Sus pasos tenues, pasos sin ruido que se llevaron imágenes de mi cabeza…
——-Narra Michael——–
Mi corazón latía rápido, sentía que se salía de mi pecho, eso hizo que la salida estuviera cerca, ni si quiera me puse los zapatos y salí afuera, a la calle, el suelo se encargó de empapar las plantas de mis pies de nuevo pero no me importó porque sólo quería gritar…
-Wooooowwww!
No sé cómo es que después de unos segundos de colores estaba dentro de un taxi, y luego de un momento subía los escalones de casa con una sonrisa en mi rostro que se reflejaba en todos lados a donde iba, los espejos, las puertas, el suelo de loseta, los aparadores negros de la cocina, la lámpara dorada de mi habitación reflejaban el rostro de un hombre emocionado, de un hombre feliz y libre…
¡Ohhh estaba suspirando de nuevo! Me sentía vivo, me sentía tan… Como un hombre normal…
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“Hemos perdido aún este crepúsculo.
Nadie nos vio esta tarde con las manos unidas
mientras la noche azul caía sobre el mundo. ” – Pablo Neruda
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