Vi como él tocó el timbre y ella salió de inmediato con ese cabello largo hermoso sobre su hombro. Ella parecía un ángel, tenía un suéter blanco, hacía que sus ojos brillaran. Y tenía esos pendientes de perla…
Me quedé congelado al verla.
La pobre caja sobre mi mano derecha que contenía el chocolate, estaba más que mojada mientras que miraba atento si él lograba hacer que lo acompañe hasta la esquina.
El chico sacó una libreta, se la mostró. Ella salió hasta donde él estaba dejando las puertas abiertas.
¡Quién sabe qué le diría, pero la estaba convenciendo! Mi estómago se reducía en mi interior.
Vi impresionado cómo ella le dio la espalda a mi lado de la calle y comenzó a seguirlo a este Joven.
Me apresuré para entrar a su casa rogando que no hubiera nadie más… De inmediato pude oler ese característico olor del puré de papas y fresas… Una malteada, se me antojó una pero luego regresé e intentaba esconderme, pero no se me ocurría dónde.
Entré a la cocina y algo dentro de mí me decía que se iba a enojar al verme o peor aún, se iba a asustar.
Escuché que la puerta de la casa se cerró y pude ver desde la esquina de la puerta cómo venía hacia mí.
Me preparé al costado del marco de la puerta, esperé que sus pasos estuvieran más cerca de mí y…
– ¡Hola!
– ¡Eyyyyyyyyyyyy, ¿Quién eres tú?!
Ella se sobresaltó e intenté calmarla retirando lo que cubría mi rostro.
– ¡Lo siento, soy yo… Toma!
Le ofrecí la rosa y ella la quedó viendo antes de tomarla.
– ¡Gracias por el detalle! ¡Me asusté, pensé que eras un ladrón, la próxima avísame, es que soy muy nerviosa!
– ¡Lo siento! Tenía que venir personalmente para disculparme, pero más el decirte la verdad de lo que pasó…
– Bien, no te preocupes… Comprendo que puede haber aparecido algo importante, no te preocupes.
Su voz era suave, me hacía sentir mal el que pensara que yo podía tener algo más importante…
– Hoy… ¿Qué hubiera podido ser más importante que verte?
Me acerqué a ella.
-Enserio estoy bien… Podemos vernos otro día, cenar otro día… Bueno… ¿Por qué no te quedas a cenar? Hice puré y pollo asado… ¡Quizá también quieras probar un poco de helado!
– ¡Woww, me encantaría!
– Primero deberías darte un baño caliente mientras que pongo tu ropa en la secadora.
– Muchas gracias, porque comienzo a sentir frío.
– Ve a mi habitación, la encontrarás por esas escaleras detrás de ti. Al subir habrá un pasadizo, la puerta roja es mi habitación, ignora las demás. Ve al cuarto de baño, ahí siempre hay toallas limpias. Si abres la puerta del armario verás muchas túnicas de muchos colores que también están limpias, ponte la que quieras… Yo supongo que escogerás las más oscuras como la café, azul marino o negro.
– No quisiera molestar, ¿No me encontraré con alguien más o sí?
-No te preocupes, vivo sola hasta que mi tío regresa de vacaciones en seis meses. Y no me molestas, pero sí quisiera una explicación de tu gran idea para asustarme.
– Jajajaj, lo siento de nuevo.
Bajé la cabeza apenado…
– ¿Deseas que te acompañe para mostrarte la ducha?
– ¡Por favor!
– ¡Sígueme, hombre extraño! Jajajaj
Ella era tan amable conmigo, me hacía sentir cómodo.
—- Narra Abby —-
Me asustó al aparecer así de pronto en la cocina, luego me dio ternura el verlo así de mojado sin quejarse con todos los cabellos embarrados sobre su rostro y esa rosa de chocolate en su mano hizo que me calmara.
Hice que me siguiera hasta mi habitación. Luego entramos al cuarto de baño.
– Ya entra al baño, porque podrías enfermar… Puedes tocar todo lo que quieras con confianza.
– Muchas gracias, no pensé que podía ocasionar tantas molestias.
– Es un poco cómico verte así de mojado Jajajaj.
– Jajajaj Ya voy a quitarme la ropa.
– Bien, mientras te la quitas, ve dándomela y te la recibo aquí afuera.
– Gracias.
Me habló desde adentro del baño, había dejado la puerta entreabierta para poder darme la ropa.
– El agua caliente es la llave roja, ábrela toda y la azul ábrela hasta la mitad para obtener agua caliente que no te lastime la piel. Pero mejor darte un baño caliente… Bueno, si deseas llena la tina y relájate en lo que lavo tu ropa y la seco.
– Es una excelente idea, ¡Muchas gracias!
—– Narra Michael —–
Me siento tan raro al estar apunto de darme un baño de agua caliente en casa de una joven tan hermosa sin siquiera haberle dado un beso.
Pero esta vez el tiempo me ha fallado, no me queda de otra.
Ella ahí afuera esperando recibir mi ropa empapada en su habitación.
-Aquí está y disculpa de nuevo por todas las molestias que te estoy dando, me siento muy apenado.
Abrí un poco la puerta para darle mi ropa doblada de la mejor forma posible.
-No te preocupes en serio, sólo la pondré en la lavadora con agua tibia y dejaré que se lave con jabón suave. Después la pondré a secar.
-Está bien, muchas gracias.
Abrí la llave antes viendo a mi alrededor, el aroma del baño era exquisito, era el olor de pétalos de jazmín, aceite de coco y almendras… Todo estaba impecable.
Vi cómo se llenaba la tina con agua filtrada caliente, se llenaba muy rápido, tanto que los espejos dejaban ver la nube de vapor en el ambiente.
Caminé hacia la repisa donde toallas sobre toallas estaban apiladas, tomé una grande y una pequeña.
Moví la pequeña mesa de baño y coloqué ahí todo… También vi dos cajas de jabón de tocador, uno de avena y otro de coco. Era eso de donde salía el aroma suave que surcaba por todo el espacio. Escogí el de avena y comencé a meterme lentamente dentro del agua caliente.
Cuando estuve dentro sentí tan bien, no había tenido un baño así en un par de meses.
Comencé a dejarme llevar, comencé a llorar, mi voz no pudo aguantar más en silencio, pero solo podía susurrar.
Las cosas que había dejado atrás… Toda esa tristeza, esa renuncia a mi vida, el aguantarme para ver de nuevo a mis hijos, eso es todo, la música, me hacía sentir triste… Algo en mi corazón muy profundamente no quería hacerlo pero tenía que escapar y dejar de ser el motivo para que mi familia esté en peligro.
Esas personas malas que me siguen robando, me roban mi música, me robaron la vida…. Y mis fieles fan esperando en cada rincón que todo esto sea real, que lo que vivo ahora escondido en un país extraño como un hombre extraño, con distintos nombres caminando de lado a lado siendo un huérfano sin familia, sin padres, sin hermanos…
Algo de mí me decía que pasaría, cuando subía a los escenarios y tenía trece años de edad… El dinero fue carcomiendo los corazones, los sentimientos, el tiempo se fue muy rápido cuando yo sólo quería disfrutar de la poesía, disfrutar de mi música, quería formar una bella familia, una bella melodía para siempre… Las cámaras de fotos todos los días me recordaron la vida que iba a tener y eso rompía mi corazón en mil pedazos… Entregarme era hermoso pero me lastimaba y no me daba cuenta, me obsecionaba… Y… Llorar no me complacía…
Sólo ver afuera de mi ventana y desear que nunca existiera esa gente que metía micrófonos en mi sopa, que golpeaba a mis amigos, que ensuciaba mi hogar, esos falsos fan para poder tocarme, que jalaban mi ropa y olieran mi cabello eso no me complacía…
Pero ahora verlos solos como siempre, aún sin estar cerca a ellos… Nunca estuve cerca de ellos pero ellos sí estuvieron cerca a mí, alimentándome, haciendo que crecieran mis ganas de mejorar, de darles algo nuevo pero tenía también que descansar… Los amo, a cada uno, a cada uno en cualquier parte del mundo que estén, me complacería estrechar sus manos, darles un abrazo… Los amo… Verlos llorar con mi música me duele más que a ustedes… He roto sus corazones, los he decepcionado pero muchos ahora mismo me entienden porque los amo…
Comencé a llorar por un rato… Me senté y con mis manos recogía el agua caliente para echarla sobre mi cabeza, el agua escurría sobre mi rostro, sobre mi espalda, quería que la tristeza se fuera, que los ánimos se encendieran para concentrarme en Abby…
El agua caliente estuvo conmigo como media hora y decidí salir porque empezaba a ver arrugas en mis manos.
Salí de la bañera y pisé sobre la alfombra de baño, tomé la toalla grande para envolver mi cuerpo, la toalla pequeña para mi cabello… Vi en la repisa muchos sujetadores de cabello y puse uno en mi muñeca.
Abrí la puerta despacio y en silencio para no sorprender a Abby con estas toallas encima de mi cuerpo.
Me asomé y ahí estaba ella, colocando mi ropa sobre su cama, estaba bien doblada.
-Dave, tu ropa está lista, la dejaré sobre la cama…
-Está bien Abby, mucha gracias por milésima vez jejeje. Estaba apunto de salir.
-Está bien, te esperaré en la sala.
-Bajaré en unos minutos.
Salí hasta la habitación dejando caer la toalla de mi cintura sobre una silla blanca de madera junto al escritorio de Abby… Mientras terminaba de secar mi cabello me puse el bóxer y observaba con atención esa hermosa habitación… Me imaginaba a esta hermosa chica envuelta entre las sábanas hablando despacio, acercando sus labios rosas cerca del micrófono del celular, acurrucada e inocente mientras le hablo al oído a través del auricular.
Vaya, de pronto me dieron escalofríos…
Seguí con el pantalón de vestir, mi playera, la camisa negra con el botón abierto del cuello… Dejé mi cabello alborotado, lo peiné con mis manos y lo amarré con el sujetador de Abby dejando caer un mechón sobre mi rostro del lado derecho.
Me quedé con las calcetas y bajé así porque los zapatos estaban mojados.
—– Narra Abby —–
-¿Mike, ya estás listo?
Vi cómo bajaba de las escaleras en calcetas…
-¡Ya estoy listo! También estoy muy relajado.
-¿Por qué no te pusiste las pantuflas?
-Es que no me quedaban, sí lo intenté y los zapatos están muy húmedos.
-Está bien, pero no salgas de la alfombra, podrías enfermar.
-Bien…
-Te ves muy apuesto…
Quería hacer que sonría…
-Muchas gracias jajajaj.
Bajó la cabeza y se sonrojó…
– La mesa ya está servida.
-¡Por favor!
Hizo una señal para pasar delante de él, nos acercamos a la mesa y retiró mi silla para acomodarla mientras me senté.
-Eres tan modoso, gracias.
-De nada mi lady.
Hizo una reverencia exagerada y se sentó a mi lado, tomó su silla y la acercó más, estaba tan junto a mí que me sentía un poco acorralada.
-Ammm ¿Estás seguro que se pueda comer así?
-Claro… Si dejamos que escape el calor la comida se enfriará.
Me dio una sonrisa coqueta…
-Ok, entiendo…
También le sonreí.
Volteé a mi derecha para tomar un pañuelo y dárselo y cuando regresé a verlo…
¡Pum!
Acercó sus labios a los míos.
Me quedé paralizada, no sabía qué decir, no sabía qué pensar… Él continuó el beso y yo lo acepté.
Me besaba tan suave y yo a él, sentía que debía alejarlo pero algo me detenía…
-Espera…
Le dije con voz suave…
Acomodé mi cabello tratando de disimular todo los sentimientos que cargaba… Ese beso me hizo temblar, me estaba dejando llevar por un hombre extraño el cual sólo había compartido su interés por mí.
-Lo lamento… Bueno, no lo lamento pero sí fui muy atrevido…
Solo nos mirábamos a los ojos como buscando dentro del otro un tema de conversación.
-Está bien… No tienes que disculparte.
-Quizá estés pensando que ya no me veo como un caballero por querer forzar una acción tan hermosa como un beso tuyo.
-Yo también lo siento, quizá también quería que pase. Sé que suena muy raro pero desde que nos vimos por primera vez en ese restaurante… He sentido que debía acercarme. Lamento este momento incómodo pero tengo que ir a mi habitación… Sí deseas puedes quedarte en la habitación de invitados, yo… Yo… Yo tengo que salir temprano. Lo lamento, adiós.
———– Narra Michael —————
Vi cómo se iba nerviosa casi corriendo hasta su habitación… ¡Oh santo cielo, lo que he causado!… ¡Rabia!
Me decía tonto a mí mismo… No le había explicado nada, no había comido esa deliciosa cena que estaba servida.
Tomé valor y fui hacia su habitación, no iba a dejar que el día termine así de mal.
Toqué la puerta tres veces…
-¡Abby por favor, tienes que escucharme! Necesito explicarte mi forma de ser, lo que pasó hoy con la cena en mi casa y el beso que te di. ¡Por favor!
-La puerta está abierta, si deseas puedes entrar… Sí tengo ganas de saber qué pasó con esa cena.
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“El viento de la noche gira en el cielo y canta.” – Pablo Neruda
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