Mr. Jackson Capítulo II Denizler Kitabevi – Librería

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Estaba cerca de una librería y una gran tienda de antigüedades.

Iba a tener unos días libres en el hotel así que fui a visitar los alrededores…

Me puse el un turbante gris para tapar mi rostro y no llamar la atención.

Subí a mi pequeño auto Fiat 500 vintage, el trabajo me lo dio, era raro recibir un auto del trabajo con la promesa de permanencia y propiedad completa con antigüedad de dos años en el centro laboral. Pero las mujeres siempre la pasábamos mal, cada año nos cambiaban de auto para que ninguno fuera nuestro (Ya era bastante poder manejar un auto y tener licencia de conducción) Esa era la manera de no premiar a las mujeres por encima de los hombres incluso con una responsabilidad menor a la nuestra.

Algunos compañeros del trabajo tenían cerca de tres autos con menos tiempo laboral y esa era la mayor razón por la cual quería renunciar en unos cuatro años más y recibir mi visa de residencia en Europa… Bueno, soñar no me costaba nada, quería comprar uno de esos autos eléctricos, un departamento en este lugar tan costoso o viajar a Japón para estar frente a esas dispensadoras de tecnología.

Aún recuerdo cuando uno de los amigos de mi tío quiso darle veinte camellos, una casa y dos autos antiguos para comprar mi mano en matrimonio. Vi sus ojos brillar, los de mi tío, él se deshacía en dinero, pero en ese momento me apuntaba en la cien con un arma imaginaria compuesta de mi dedo pulgar y mi dedo índice y la onomatopeya silenciosa de “PUM”

Claro que sí lo entendió… 

Mis padres me abandonaron a los diez años y el hermano de papá (El tío con el que vivo ahora en su gran casa) me recogió para convertirme en su esposa cuando fuera de quince años… Pero por fuerzas del destino no lo permití porque una hija es una maldición cuando estás buscando tener un varón pero por otro lado cuando eres un ingreso bueno ya no necesitas ser esposa, por eso él invirtió en mis estudios y tengo el trabajo que tengo sólo por su ayuda. 

Los hombres son avariciosos quieren más el dinero que una mujer… Para tener una mujer, no se imaginan lo fácil que es para algunos aquí.

Mi tío, bueno, él no era muy peligroso, es de esos hombres asustadizos y reservados. Mis padres… A ellos los veo a veces y no les reclamo nada, no los culpo por haberse deshecho de mí, pero sí por  verse como una familia con sus otros dos hijos varones adoptivos en sus respectivas nuevas parejas.

Al llegar a la librería me quedé en el estacionamiento y acomodé mi turbante.

Pasé a través de la pequeña puerta de caoba y un tintineo me anunció.

¡Excelente! El pasar desapercibida comenzaba mal…

Ingresé un poco más, me perdí en uno de esos pasadizos. Quería encontrar un libro fotográfico de ilustración en carboncillo, ese era uno de mis pasatiempos favoritos junto con las manualidades. 

Caminé un poco más y me encontré con Elif y su hijo malcriado.

-¡Ey! ¡Elif!

-¿Abby?

-Sí, soy yo.

-¿Por qué tapas tu rostro?

-Hace mucho que no usaba el turbante.

-Vale, ¿Qué necesitas?

-Necesito las transferencias completas de los pagos. Quedaste en dármelas, me las están pidiendo y sabes que me toca vacaciones en una semana.

-Sí, lo sé, lo sé… Aún faltan dos pagos pero intentaré darte la mayoría entre hoy en la noche y el lunes en la mañana.

-Está bien pero por favor, es urgente porque tengo que entregarlas antes que cierre la temporada final del año.

-Haré un esfuerzo, te lo prometo. ¡Paz para ti!

-Cuídate Elif ¡Ten paz y respeto!

Hice una pequeña reverencia delante de él mientras que su hijo lo jalaba de la manga de su camisa.

Me volteé y seguí en la búsqueda de mi libro.

Caminé hasta el fondo del pasillo, llegué hasta los libros de dibujo y pintura.

Comencé a leer en voz baja:

-Abdam Hastta

-Alessi Krantz

-Alibbe Lish

-Baretto… Este puede ser

-Bagnat

-Bris Kulesi…

Entonces se escuchó un ruido muy fuerte que provenía cerca del mostrador, como vidrio quebrándose contra el suelo.

Me acerqué para observar, di unos pasos hacia el mostrador y vi hacia mi derecha.

Vi un pomo de vidrio quebrado en el suelo y unas cuantas canicas desparramadas.

-¡Señor, va a tener que pagar por esto!

Dijo el vendedor con astucia.

-¡Lo siento, fue un accidente! ¿Cuánto es lo que vale?

-Deme docientos dólares y estaremos en paz.

-Está bien.

El vendedor se escuchó muy aprovechado.

El acento del otro hombre era extraño, era como inglés pero su dialecto me sorprendió, bastante inusual y meloso.

Me acerqué más hacia la esquina para ver al extranjero y vi su mano extenderse sobre el mostrador… 

Me quedé quieta al ver su muñeca… Era esa pulsera roja.

¡Es el tipo del show gitano en el restaurante! (Dije en mi mente)

Me fui hacia atrás para esconderme junto a un estante vertical de Mandalas

Bajé la mirada pensando ¿Cómo es posible que lo haya encontrado tan pronto? Me imaginaba que pudo haber sido en el restaurante o cualquier otro día en el almuerzo. ¿Pero, tan pronto y en una librería?

Quizá esté hospedado en un hotel cercano.

Tomé el libro de Alibbe Lish y otras dos bitácoras de ilustradores, los aferré contra mi pecho.

Casi doblaba la esquina del último estante con rapidez para irme de la librería.

Volví a asomarme…

Miré por un minuto e hice silencio para ver que no estuviera cerca. Caminé unos metros más cerca de la caja y apareció uno de esos hombre de túnica blanca, me asustó y sin pensar retrocedí sobre mis pasos.

Al doblar la esquina me choqué con un tipo que hizo que los libros terminaran en el sueño.

-¡Oh no de nuevo! (Dijo él apenado)

-Lo siento, fue culpa mía… (Dije viendo hacia el suelo con vergüenza sin verlo a los ojos, tenía miedo de recibir insultos o que me sacaran de la librería por odio sin haber comprado los libros.)

-¡Lo siento de verdad! No sé lo que me pasa hoy…

-Por favor no se moleste en levantarlos… (Seguía sin verlo a los ojos porque le había faltado el respeto de alguna manera al no tener cuidado de ver por dónde camino)

-Insisto. (Dijo extendiendo su mano mientras que yo fui por el libro más grande, él pensó también en levantar ese por lo que su mano sin querer se posó sobre la mía.)

-¡Lo siento! (Dije avergonzada y bajé más la cabeza)

-No, no… Está bien, no me has hecho nada. 

Me quedé quieta viendo hacia el piso. 

Pasó unos segundos y él tomó mi mentón para levantar mi cabeza y verme a los ojos.

-¡Tú!… A usted la he visto antes… (Yo guardé silencio)

Terminé de subir la mirada resistiendo un poco para no volver a cometer un error.

Entonces vi sus ojos con dificultad en las lunas traslúcidas de sus lentes negros al estilo aviador.

Al ver su rostro y esos labios delgados dibujando esa misteriosa sonrisa me hizo caer en cuenta frente a quién estaba.

-¡Tus ojos son tan hermosos! ¡Estoy seguro que te he visto antes!

Era el hombre extraño frente a mí…

Veía mis ojos mientras me ponía más nerviosa.

-¡Lo siento! (Dije asustada)

Me paré inmediatamente y fui al mostrador para saldar la cuenta de los libros.

El vendedor me vio mientras que yo permanecía con la mirada abajo.

-¿Pagará con tarjeta?

-Sí, muchas gracias.

-Son trecientos treinta dólares.

-Tome (Le entregué mi tarjeta)

Entonces vio la tarjeta, hizo el pago y me entregó todo.

-¿Así que te llamas Abby? Un hermoso nombre para ese par de hermosos ojos. (Dijo el vendedor que era un muchacho de al menos veinticinco años de edad.

-Gracias. (Dije haciendo una reverencia y añadí)

-¡Paz y respeto!

-Igualmente, señorita.

Tomé mis libros y me fui de la librería casi corriendo.

El llegar al hotel, subir por el ascensor y entrar en mi habitación con los libros en mi pecho… Me hizo sentir aliviada.

No tenía miedo a este hombre, ni si quiera tenía miedo a encontrarme de nuevo con él pero era esa misteriosa sonrisa lo que hacía que incrementara mis nervios.

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Al otro lado del mundo Muchas personas hablaban de lo decepcionados que estaban por no haber visto el concierto organizado “This is it” que iba a comenzar en Londres pero al mismo tiempo se conformaron con un largometraje de la recopilación de los ensayos y vestuarios.

Algunos difamaban de que fue todo armado y que sólo querían dinero por la escasa economía del cantante.

La realidad es que nadie que fuera cercano a Jackson podía saber la verdad. 

Tantas personas fallecidas por tomar su propia vida al enterarse que nunca más iban a poder ver a su estrella, a su ídolo, el responsable que hizo que aprendieran a tocar el piano y dibujar en la pared de su habitación… 

¿Qué era lo que estos fan necesitaban de él? Que los hacía sentir tan vacíos y tristes.

Pero no sólo la voz de sus fan se hizo sentir en todo el mundo, sino también la voz de los que les gusta tener fama por hablar mal de la vida de otros…

Fueron muchos los que atacaron a este hombre muerto, en los programas de televisión, en las revistas más famosas de Europa y América.

Cualquier cosa hacía que caiga dinero en sus bolsillos.

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Era cerca de las siete y media de la noche y no podía aguantar más el hambre que sentía… Unos  sándwiches no me hicieron bien… Bueno, sí me hicieron bien pero sentía mucha hambre.

Me metí a bañar, 

me vestí con una falda larga ceñida a mi cuerpo de color púrpura y una blusa morada con uno de mis turbantes del mismo color, me hacían ver delgada y no llamaba mucho la atención.

Bajé hasta estar afuera del hotel para que después de pensar como cinco minutos pudiera decidir ir al restaurante.

Ingresé al restaurante, escogí una esquina vacía e hice mi pedido. Había traído mi Ipad para usarlo de escudo.

Las personas que me conocían quizá pensarían que realmente tenía la intención de volver a ver a este tipo. Y por una parte sí quería volver a verlo pero por otra me causaba temor. Un hombre que escondía su rostro y sus ojos era un hombre que quería quedarse así. 

Siendo un completo extraño.

Pero esperé y esperé y no apareció en toda la noche. Incluso me atreví a preguntar al mismo mozo pero este respondió que no lo había visto.

Sentí un poco de desilusión por no poder ver su sonrisa de nuevo. Sentir que pudimos habernos comunicado o decirle algo más, pero… 

Pero quizá un después ya no iba a existir.

***

Así pasaron todos los días que tenía que quedarme hospedada en este hotel y no volví a verlo.

Lo único bueno era saber que se acercaba las vacaciones.

Era mi última noche en el hotel.

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