La biblioteca Capítulo 28 Cásate En París

Los dos tórtolos pasaron casi tres días en secretos dichos al oído, besos en el rostro, besos prohibidos, caricias internas pero sobre todo gran y larga larga larga reconciliación.

El actor no tuvo que convencer a Verónica a…

-¿Qué vas a decirle a tu novia?

-Ella sabe que estamos juntos ahora y no es mi novia, es mi mejor amiga.

-¿Cómo es posible esconder esto por tanto tiempo? Entiendo que será privado pero…

-Dime ¿Quieres hacerlo público? Después de casarnos compraré una casa para ti y para mí en Amsterdam – Holanda, lo tengo todo planeado, serán muchos años juntos.

-Es usted tan terrible Sr. Rickman, pues no quiero se que se haga público, las únicas personas que deben saber de nosotros son tú y yo. No es necesario decirle al mundo que una joven maestra de universidad que no pasa los 25 años de edad, se quiere casar con el amor de su vida… Nunca te pregunté tu edad y no quiero saberla tampoco.

-Pienso lo mismo, Srta. No quiero explicarle al mundo que me enamoré de una menora.

-Estoy tan nerviosa, nunca había estado casada, lindo.

-Eso espero en realidad, la idea es que seas mi esposa y de nadie más. Tranquila yo tampoco he estado casado antes sólo una vez y de mentira… Bien, te explico, es fácil mi abogado hará todo el papeleo, será aproximadamente una hora, el consulado Británico ya nos dio autorización, sólo tienes que firmar unas tres veces y estaremos oficialmente casados para la eternidad.

-Bien, así suena más fácil.

-Sr. Rickman tiene una llamada de Londres.- La voz de Charles su representante era seria.

-Por favor, estoy hablando con mi futura esposa.- El hombre elegante miró a su representante con una sonrisa interesante. -Mírala, tengo que hacerlo antes de que se arrepienta.- La joven sonrió en complicidad con el actor como dándole la razón. -¿No vez que esto sucede una sola vez en la vida?

-Lo siento Sr. Es que es una llamada importante.

-Diles que me vuelvan a llamar en una hora.- El actor le guiñó el ojo a Charles y luego se fue al rostro de su novia para besarlo tiernamente mientras le acariciaba la cintura.

-Alan, vas a quitarme el maquillaje. ¡Alan por favor no empieces!- Dijo la joven en leve susurro intentando escapar de los labios del actor quien le besaba el cuello y aspiraba fuertemente el perfume de la joven.

-Mejor, te ves igual de hermosa sin maquillaje, ese perfume tuyo me encanta, no he podido olvidarme de él desde que te pedí encontrar un libro en la biblioteca o aquél día cuando tu amigo árabe dijo que quería ser tu novio. Al acercarme al mostrador, cuando estuve en tu casa jugando a los abrazos peligrosos, me quedé impregnado de ti, la camisa, las mangas, el cuello de mi abrigo, aún conservo la campera larga.

-Mi amor, basta de bromas. A pasado tanto desde entonces, no puedo creerlo, será mejor que entremos de una vez.

-Es lo que digo, vamos de una vez, crucemos esa puerta, saludemos al ministro, a mi abogado y listo…

-Sr. Rickman.- Se acercó al oído del mayor. -Con la condición de volver hacerlo en… La… Cocina.- Verónica le dio un pequeño beso en la barbilla, estaba coqueteando con el adulto.

-Grrrr…- Levantó la mano derecha -Lo prometo, Srta.- Dijo apretando las palabras en tono grueso y coqueto cerca del oído de Verónica.

Ambos cruzaron la puerta tomados de la mano, el actor consiguió un elegante traje azul que Charles compró a última hora y la joven tenía un hermoso vestido perla claro, liviano, fresco, con detalles de perlas en el cuello, sin mangas y ceñido a su cuerpo de forma inocente, un reloj blanco con perlas pequeñas incrustadas, un collar de oro con una sola perla grande de dige que combinaba perfecto con los aretes.

Estaba emocionada, ambos lo estaban.

-Aquí están los novios al fin.- Dijo Charles en presentación delante de los hombres que efectuarían la boda civil cuando entraron por la puerta pequeña.

-Espera Charles… ¿Tienes lo que te pedí?- Dijo Rickman como recordando algo importante.

-Sí, en mi bolsillo.- Respondió Charles con el mismo misterio.

-Dame el primero que te encargué por favor.

-Ese está aquí.

Charles abrió el bolsillo de su blazer y Alan metió la mano, después de eso miró a la joven novia la cuál observaba todo con nerviosismo y rubor.

Sus cabellos castaños claro sujetos en un moño de princesa se veían hermosos, hecho ondas a los lados en pequeños mechones que hacían relucir sus ojos marrón claro.

-Verónica ven un momento.- Dijo el actor y ella se acercó hasta donde él actor la llevó, fue en un rincón del ambiente.

La joven miró en los ojos del actor un poco de brillo, misterio y nerviosismo.

-Dígame, señor guapo y atractivo.

-Mmm gracias por lo que me toca, bella dama. Yo… Quería… No hemos tenido un noviazgo muy grandioso que digamos pero sé que ha sido así por una buena razón, creo que como todo hemos tenido que superar algunas cosas que incluyen nuestro carácter… Tú… Me has enseñado tanto con tu corta edad y estoy tan enamorado de ti…- Bajó la cabeza e hizo una sutil sonrisa al recordar de inmediato todas las veces que discutieron. -Srta. Bibliotecaria, amor mío, ¿Quieres ser mi esposa?

Verónica no pudo evitar seguir el juego, empezó a sentir una sensación extraña en la garganta y un hoyo profundo en el estómago, se sentía bien.

-Sr. Profesor de Sociales, amor mío desde entonces… Estoy enamorada de usted, gracias por ser ese hombre que me enseñó que ningún otro hay para mí sólo por una noche en París… Me encantaría ser su esposa…

El hombre descubrió la caja azul marino claro y lo abrió dejando ver delante de ella un anillo de compromiso elegante y bonito.

Verónica no pudo evitar sonrojarse y empezar a llenar de color rojizo sus ojos, estaba intentando que no salgan las lágrimas pero era imposible, era demasiado, no pensó que eso sucedería, habían hablado de casarse pero nunca hubo el compromiso oficial.

-Espera…- Dijo el hombre quien empezó a ponerse de rodillas. -¡Cásate conmigo por favor! Y no me haga esperar tanto porque no soy tan joven como para regalar todo mi tiempo en su decisión y hacer que mis rodillas sufran.- Alan rodó los ojos en gesto gracioso y luego soltó aire por la boca.

Verónica no esperaba aquello, tan sólo ese gesto rebosó como una gota en un vaso lleno de agua. Su reacción fue tapar su boca y el gesto de su rostro emocionado, no podía creerlo, se casaba con el mejor hombre del mundo, aquel hombre tan divertido, tan romántico, tan protector. Los sueños para algunas jóvenes se cumplen, aquél sueño, el de tener una vida perfecta al lado de un hombre maravilloso, galán que estaba completamente enamorado de ella. Intentó decir algo pero su voz se quebró, sólo pudo asentir.

-… Sí, sí quiero mi amor.

-Ahh hasta que al fin… Ya me estaba destruyendo las rodillas, Srta. Mi hermosa próxima Sra. Rickman.

El actor se levantó del suelo y colocó el anillo en el dedo de su joven prometida, lentamente la abrazó, la emoción de ella lo contagió así que ambos al mismo tiempo temblaron y respiraron profundamente para no llorar.

Alan no quería mostrar esa debilidad a pesar de tener el pecho lleno de emociones fuertes y un nudo en la garganta, quería gritar que era feliz porque la mujer en la que puso sus ojos lo aceptaba tal como era, no al actor o el dinero sino su mal genio, raro humor y seriedad… No lo hizo, no lloró, se aguantó, lo tenía todo, estaba tan agradecido, se sentía muy agradecido.

Verónica se encontró con los ojos olivos del mayor, reflejaban emoción.

Con una sonrisa tomó su mano y dijo segura.

-Hagamoslo, lindo.

-¿Aquí, delante de aquellos hombres?- Dijo en voz gruesa y fingiendo sentir vergüenza con humor.

-¡Ayyyy Rickman, no seas gracioso!

-Ahh, ¿Te referías a que nos casemos?

La joven tocó su frente en señal de rendición.

Los presentes rieron al ver la ternura y confianza que había entre ambos, los novios eran reales, estaban enamorados, no era algo arreglado.

-¿Cómo harás para que tus amigos no me odien?- Dijo Alan sin verla mientras el ministro que realizaría el trámite arreglaba sus cosas sobre la mesa azul.

-Muy fácil, que sientan más odio y así podrán transformar el sentimiento.

-Mmm qué graciosa.- Dijo de forma pausada.

-Vamos a empezar Señores…- Dijo el ministro.

El adulto tomó de la mano a su novia y ambos aguardaron a todas las palabras con atención.

El tiempo pasó, las palabras también.

La pequeña y privada ceremonia duró aproximadamente cuarenta y cinco minutos, ambos después de escuchar que estaban casados no pudieron evitar hacer bromas.

-Quisiera que nuestra luna de miel fuera en China con los monjes budistas.- Dijo Verónica que esperó del actor un frío comentario.

-Mejor en la India para bañarnos en el río Ganges en Varanasi.- El actor sabía que estaba contaminado ya que ella se lo había mencionado alguna vez cuando todavía conversaban como amigos íntimos.

-Jajaja ¡Ay no! Suene exótico pero no.

-Puedo llamar a unos amigos, por ejemplo a Jim Carrey, le puedo pedir prestado su casa en los ángeles, tiene una gran piscina.

-No gracias, USA es un país que la verdad no va conmigo, además sabes que no me gusta ese joven Actor.

-Puedes intentar llevarte bien con él.

-No, ni hablar, osea es guapo pero su humor es muy extraño.

-¿Cómo que es guapo?- Se puso serio y entre cerró los ojos viendo a Verónica a los ojos. -¿Cómo que es guapo? Se supone que no hay otro más guapo que yo Srta. Hill.

-Tú empezaste, cariño.

-Alan, te llaman de nuevo.- Charles volvió a insistir.

-¿Quién es? Estoy un poco ocupado.- Sonrió con amabilidad a Charles.

-La llamada es privada.

-Pues pregúntales qué desean, por favor.- Alan se puso de pie y caminó hasta la puerta resignado, dejó a Verónica comiendo pastel acompañado del ministro y el abogado. -¿Por qué insisten tanto?

El abogado y el ministro salieron detrás de él no por seguirlo sino porque ya se iban dejando así a Verónica sola y curiosa.

-Es de Royal London no quieren decirme el asunto.

-¿Del Hotel?

-No, del Hospital.

-¿Del Hospital? ¡Eso sí que es extraño! Doné sangre hace un par de meses para un familiar, me hicieron unos análisis pero descartaron diabetes y esas cosas.

-No lo sé, mejor contesta, están muy insistentes.- Charles bajó la voz.

-Lo haré, lo haré. Deberías saber que no puedes darle mi contacto a cualquier persona, Charles.

-Pues tu familiar debe haberles dado mi número.

-Está bien, dame el celular.

El mayor salió hasta el corredor y abrió el celular que sonó nuevamente.

-Buenas tardes ¿En qué puedo ayudarles?- Dijo amable guiñando el ojo a Verónica quien lo veía desde el interior del lugar a través de la puerta abierta.

-Muy buenas tardes Sr. Rickman hace un par de meses nos dejó muestras de sangre en reemplazo a las que se otorgó a un familiar suyo, un interno, hicimos un hemograma completo como se suele hacer y tuvimos un conteo de control anormal en las proteínas y niveles hepáticos, sospechamos que pueda ser un problema oncológico emergente en su páncreas, por esa razón recomendamos una ecografía endoscópica de rutina sólo para descartar.

-¿Me está diciendo que puedo tener cáncer de páncreas tan sólo por revisar dos unidades de sangre que dejé como donante?- El Actor tomó todo con humor.

-No, le decimos que se haga una revisión de rutina ya que hay la posibilidad que el conteo hepático sea sólo el resultado de algunos alimentos consumidos días antes de la prueba.

-Cuando esté en Londres iré. Gracias por sus servicios y la preocupación.

-Es nuestra labor, Sr. Rickman. Buenas tardes, hasta luego.

-Gracias. Hasta luego.

El actor se quedó pensando un instante.

“¿Cómo es posible que hagan una llamada tan irresponsable ahora? Iré cuando pueda.”

No hizo caso de la llamada, él sólo ignoró todo y fue de inmediato para ver a su hermosa esposa.

-¿Quién era, lindo?

-Era del hospital, después hablamos de eso.

-¿Qué pasó, un familiar?

-No, después hablamos de eso.

-Pero está todo bien ¿Verdad?

-Sí princesa, todo está bien… Mejor pensemos ahora… Tengo que regresar en dos semanas a grabación, podemos tomar dos vuelos rápidos hacia Japón, quería llevarte al parque de diversiones.

-Vaya, eso debe ser por ti, te encantan las montañas rusas.

-Exacto, luego podemos ir a Okinawa, dicen que tiene una playa hermosa para poder relajarse.

-Oh la playa, eso suena tan bien.

-Tenemos una luna de miel que planear, hermosa dama.

Se acercó a ella para darle un tierno y suave beso en los labios.

-Vamos a Japón, también quiero ir a ese parque de diversiones, quizá podamos intentar hacer el amor en la arena.

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“Y cuando Alejandro vio la extensión de sus dominios, lloró porque no había más mundos que conquistar.” – Alan Rickman – Hans Gruber

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