La biblioteca Capítulo 27 París Cómplice

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-¡Tres Benditos años, mi amor!- Dijo el adulto apretando las palabras entre dientes. -No he dejado de gustarte, Verónica… -¡Acepta que también te gusto! Por eso no pueda alejarme mientras te quito la ropa porque te gusto, desde que salimos en parís y dijiste que nadie te había enseñado todas las cosas que yo te enseñé, que nadie te ha besado como yo, me escogiste a mí antes que a él, que llené todos los espacios vacíos de tu corazón… Nos gustamos, te imaginas conmigo todas las noches mientras el calor sube desde tus piernas hasta tu cuello, quieres sentir mis manos en toda tu piel, pasan imágenes en nuestra mente viéndonos compartir caricias, deseo, placer y… Amor…- Hizo una sonrisa maliciosa. -Tres años desde que actué en tu departamento y dije eso. Tú ere mía Verónica y sé que nadie te ha tocado, nadie más lo ha hecho como yo.

La joven estaba acorralada contra la pared y casi no podía hablar al sentir las caricias del hombre sobre su cuerpo.

-No, nadie más lo ha hecho, nadie, lo juro.

-Ahh me fascina escucharlo, mi amor.

El hombre le quitó la ropa lentamente para poder empezar con las caricias sobre ese cuerpo esbelto que tanto había extrañado.

Los besos del adulto le querían comer la boca a la joven, eran tan desesperados que ella no podía creer que fuera él.

-Alan esto es tan…

-Verónica vamos a la recámara.

El adulto la cargó sin soltarle los labios, sus movimientos impulsivos lo guiaron a la gran habitación en la suite.

-Espera tenemos que hablar.- Intentó decir la joven.

-¡No hay tiempo!

-¿Por qué no?- Buscó el rostro de Alan, ambos estaban agitados.

-Sólo estaré aquí dos días.

-¿Sólo dos?

-Es una semana en realidad.

-¿Por qué mientes?

-Porque si te decía dos iba a poder tener una noche entera contigo.

La joven viendo esos ojos serios tan cerca frente a ella, sentir lo agitado que estaba su novio, verle los labios a punto de atacarla, toda esa situación le hizo sentir bien. Estaba de nuevo con Alan no sabía cómo, no sabía por qué a pesar de querer olvídalo se lo encontró esa noche.

-No me iré de ti nunca más, te extrañé tanto mi amor. Y por favor deja de hablar así tan grueso que me da escalofrío.

Alan sonrió frente a los tiernos labios de la joven.

-Yo seré quien no te deje ir. Y no puedo hacer nada con mi voz, esta ya es así desde que tenía como veinte años.

-La haces más gruesa cuando estás coqueteando.

La joven quien estaba recargada con ambas manos sobre el pecho del hombre le dio un beso en la barbilla.

-Yo no sé qué es eso, no sé qué es conquistar.

Al instante se escuchó la puerta, alguien tocaba de forma insistente.

La joven dijo que iba pero Alan salió rápido con otras intenciones.

“Ahora me voy a encontrar con su estúpido novio.”

Tomó postura de siempre, elegante y serio, salió y así con la camisa desabotonada abrió la puerta.

-Veróni…- El joven afuera se quedó sorprendido. -Ahh perdón, creo que me equivoqué de puerta.

El joven observó de nuevo los números y sí, sí eran.

-No se ha equivocado, aquí se queda Verónica. ¿Usted es su novio?

-Yo soy su amigo únicamente.

Alan salió hasta afuera y extendió su mano para que el joven apretar la suya, el actor era unos centímetros más alto y mil veces más atractivo.

-Soy Alan Rickman, mucho Gusto, yo soy el novio.

-Es que… Nosotros somos buenos amigos y no me habló de un novio, sí de un Alan pero no recuerdo que de un novio.

-Ah debe ser porque nunca habla de su vida privada.

-Es cierto.- Dijo el joven con timidez, sostenía unas flores maltratadas.

-¿Quieres que le entregue eso?- El actor preguntó amable.

-Pues… Sí, por favor.

-Yo se lo daré, hasta luego.

El actor entró y dejó al joven con la palabra en la boca, lo que no sabía Verónica es que aquel muchacho se le iba a declarar esa misma noche.

Alan entró y Verónica salió del baño en ropa interior con el cabello amarrado y el rostro desmaquillado.

-No me dijiste que tenías un novio.- Dijo el actor celoso terminando de quitarse el saco.

-Tú eres mi novio.- Dijo confundida.

-¿Y estas flores, qué?- Señaló las flores que estaban acomodadas suavemente sobre la cama.

-Pues no sé de dónde las sacaste.

-Las trajo un joven.

-Debe haber sido Jhon, es mi amigo.

-Ahhh qué bien.

El actor se quedó en silencio, él sabía lo que había pasado afuera. Ese amigo gustaba de su novia.

-Alan, regresa a tu suite.- La joven se sentó en el borde de la cama.

-No claro que no.- El actor iba a continuar quitándose la ropa.

-Alan, por favor, déjame sola.

-No, no lo haré, no me iré, desde hoy irás conmigo a todas partes.

-Já, eso crees, tengo cosas que hacer.

-No es que lo creo, es lo que digo.- El mayor miró de nuevo a Verónica serio, sin malicia sólo con deseo, deseo de haber extrañado tanto estar enredado con esa joven entre las sábanas tantas noches seguidas, muchas más que toda su vida.

Verónica es su chica, la joven era todo para él a pesar del trabajo y de la actuación.

-Todos saben de ti, mis amigos, mi familia, todos los cercanos saben que te amo.

-Pues no pasa lo mismo conmigo, desde hace tanto que no sé nada de ti, mi padre quien acaba de arreglar las cosas con mamá cree que tengo un novio francés, mi madre maldijo tu nombre tantas veces y mis amigos te odian.

-Todo es culpa tuya, tú acabaste esto.

-No fui yo, tú escogiste actuar y te otorgué aquello. Ahora regresaste con tu novia y te casaste.- La joven usó un tono levemente elevado.

-No me casé con ella, es sólo publicidad, estaban diciendo por ahí que era Gay, una completa mentira y tú lo sabes.

-Tú te has ganado esos prejuicios.- Dijo la joven cerca del actor.

-¿Por qué?

-Por ser tan atractivo y galante y tan modoso.

-Jajaja niña por favor, parece que no ves la televisión. Dicen que es por mi forma de ser.

-Pues quién supiera lo que eres encerrado entre cuatro paredes con una joven inocente.- Verónica mordió sus labios y él sonrió de lado

-¿Entonces no me vas a dejar dormir contigo?- Siguió su mirada interesante sobre la joven.

-Dormiremos, lindo, dormiremos.

***

El actor dormía plácidamente de su lado hasta que Verónica que se había levantado una hora antes sin moverlo, ingresó a la habitación con sumo cuidado de no sobresaltarlo con un ruido brusco, le trajo un vaso de jugo de naranja sobre un plato tendido y grande junto a un Sandwich de pollo.

Se acercó hasta él para hablarle en el oído.

-Buenos días, Ángel… ¿Cómo es el cielo en las mañanas?- Dijo Verónica tocando levemente su cabeza, despeinando aún más al actor con sus dedos.

El no abrió los ojos pero despertó.

-Apenas voy a averiguarlo.- Dijo en gruesa voz abriendo lentamente los párpados para mostrarle a la joven sus ojos claros color olivo iluminados por el sol que entraba por la ventana.

Eran los primeros rayos del día, cerca de las siete de la mañana.

-Espero que hayas dormido bien. Necesito ir a comprar unas cosas, no desayuno ni almuerzo la comida del hotel, lamento despertarte tan temprano. Pero, quería avisarte.- Se sentó junto a él y le entregó el desayuno.

-¡Ohhh millones de gracias!- Vio el jugo y el sandwich sorprendido.

-Regreso en una hora o dos, no creo tardar tanto en el supermercado.- Verónica mantenía esa sonrisa coqueta puesta sobre los ojos del actor.

-¿Tan rápido me dejarás solo?- El hombre se sentó junto a ella y se puso a pensar más. -¿Por qué no vamos juntos?- Rodeó con su brazo la cintura de la joven y empezó a besar su cuello.

Ella suspiró por el gusto.

-Ya hemos hablado de esto, no quiero que te moleste la prensa.- Dijo preocupada, entristecida. -Además regresemos bien, regresemos… Mi papá…-

-¿Qué mejor que él se entere de una vez que estamos juntos de nuevo y que la prensa también lo haga?- Dijo lento, susurrante, haciendo suspirar de nuevo a la joven.

-La prensa… No por favor… Y tu familia también se incomodará…-

-Toda mi familia sabe que estoy contigo a pesar que hemos estado lejos no les he dicho lo contrario, todos los más cercanos saben que estoy enamorado de ti.

-No hay nada más que pueda hacerme tener un momento de paz, esto es lo único. El que mi padre acepte mi relación contigo… Pero no me hace gracia el tener a personas siguiéndome a todos lados para preguntar si estoy contigo por interés.

-Está bien, lo que tú quieras…- Dijo el actor serio, no le iba a insistir de nuevo.

La joven sonrió cuando vio la molestia obvia en el actor quien se alejó sin verla a los ojos. Se dio cuenta que él estaba dispuesto a mostrarse con ella a pesar de su carácter serio y reservado con la prensa.

-Alan… Por favor, mírame sólo un momento y dime lo que te molesta. Prefiero que no guardes nada.

-No es nada.- Se acercó a besarla en la frente.

-Mmm bueno, regreso en unas horas, guapo.

-No tardes.- Dijo con su usual voz gruesa y recta.

Verónica salió y regresó lo más pronto que pudo con las compras.

Entró a la suite para guardar las cosas, eran a penas nueve y media de la mañana.

Hacía esfuerzo para cargar todas las bolsas hasta la pequeña cocina de la suite pero el actor la alcanzó por detrás para quitarle varias de las manos.

Verónica sintió un respiro grande al tener menos peso y observó al hombre poner esas bolsas en la mesa, Alan sacó los objetos de ellas y empezó a llevarlas hasta el refrigerador, tenía el cabello despeinado, un poco húmedo, una playera negra y su bóxer azul claro, estaba descalzo caminando sobre la alfombra de toda la estancia.

-Gracias lindo.- Dijo Verónica caminando hasta estar al frente de la jarra de agua, se sirvió un poco viendo el microondas y la gran ventana.

-De nada.- Dijo serio, seguía incómodo y ella lo notó pero decidió guardar silencio.

Casi había terminado de tomar agua del vaso, la joven sintió que las grandes manos del actor se posaron en su cintura para terminar de abrazarla rodeándola con sus dos brazos por su espalda.

La giró y empezó a besarla con pasión sin avisar en sutilezas, sin dejar de tocar la cintura de la joven. La alzó sobre la mesa centro de cerámica, tomó ambos lados de la blusa de Verónica, sin desabotonarla se la quitó por encima de la cabeza.

Ella estaba fascinada, ese ataque repentino de pasión no se lo esperaba. Suspiró, gimió sutilmente cuando él acarició su cintura y mordió levemente su clavícula.

-Mmm Alan…- Soltó la joven pero él no se detenía de desvestir a Verónica.

El hombre respiraba agitado, tenía ganas de ser intenso en ese instante y no iba a parar hasta conseguirlo.

-Esta… Una fantasía muy mía… Discutir con la mujer que amo y luego hacerlo en la cocina.- Gruñó un poco.

Verónica con la cara roja se desabotonó el pantalón de mezclilla, él le ayudó a quitárselo, se retiró los tenis y él volvió a subirla desde la cintura exactamente a lado de unas bolsas de papel del supermercado.

Alan se quitó la playera y jaló con sus dos manos las caderas de la joven hasta el filo, ahí se acomodó entre sus piernas, acercando su exagerada exitacion.

La joven vio sus calzoncillos estirados y mordió sus labios de forma inevitable, frunció el ceño con dolor placentero, aún no lo tocaba pero recordar la sensación en el interior de sus entrañas, aquella rápida corriente eléctrica hizo que se derrita en ese instante.

El mayor la acostó un momento para bajarle la ropa interior color negra y luego la enderezó de nuevo.

El bajó su bóxer y así sin pensar en las consecuencias, sin pensar en nada más que sus ideas, como estuvo se deslizó suavemente en ella abrazándola fuertemente. Hundió su rostro en el cuello de ella, Verónica hizo la cabeza hacia atrás. Las manos del actor la sujetaron fuerte por la cintura y la cadera él movió su pelvis un poco más porque aún le costaba entrar en ella.

-Ahhhh.- Hizo voz ronca al conseguir tocarla hasta lo más profundo de su ser.

La joven por inercia hizo la espalda hacia atrás.

El actor se aferraba en la cintura de ella apoyando su rostro entre los pechos de la joven, perdiendo toda cordura, toda delicadeza, ella sólo podía sentir su hombría, podía verle el rostro trastocado, la mirada ensombrecida por placer, su rostro aguantado de soltar gemidos cada ves más fuertes.

El hombre ese puso más rítmico, más intenso, iba de lo más lejano a lo más cercano apretaba su cuerpo con ella, más que otras veces, Verónica sólo jadeaba cada que lo sentía fundirse en uno al subir más la velocidad.

Pero de pronto empezó a ser suave, tan sutil, sentía cada centímetro de él en ella y se volvía loco considerablemente extraordinario hacía que ambos escuchen del otro gemidos de gozo sintiéndose, acariciándose de esa manera tan sensacional.

El mayor la bajo tomándola de la cintura con ambas manos saliendo de la joven con delicadeza mientras ella veía impresionada a uno de los protagonistas fuerte, amenazante y vigoroso y al otro perdido en la mirada por atrevimiento.
La giró viendo a la mesa, ella se dejó caer sobre la fría superficie encorvando lentamente la espalda y acomodando todos sus cabellos lacios y castaños para un lado.

Después de un momento de ardua y espectacular actuación la joven se sostuvo fuerte por los costados de esa mesa porque no aguantaba más, las piernas le temblaban, había concluido dos veces pero él seguía rugiendo en ella y muchos sentidos. El mayor acariciaba su espalda, sus caderas y sus glúteos deleitándose de esa hermosa escena. Hasta que…

La puerta empezó a sonar insistente.

El actor perdido en placer ignoró el ruido molesto, pudo terminar, obteniendo un logro más de Verónica unificándose al final de forma grandiosa.

Ella respiraba ya no sólo agitada, peleaba por conseguir aire, no podía creerlo, el hombre era un profesor de sociales sin duda alguna.

Alan Besó su espada, ella giró completamente desnuda para recibir al actor en un abrazo de complicidad.

-Aquí es donde deberíamos ir a la cama pero tendré que ir a ver quién es.- Rickman dijo en tono fastidiado.

-Ve…- La joven respiraba muy agitada. -Ve te voy a esperar.- Veronica caminó con pasos lentos, estaba tan cansada de placer y sus piernas casi no podían resistir.

Sin embargo el adulto se sentía orgulloso, más fuerte que antes.

-Espero que no sea tu padre.- Dijo Alan caminando hasta la puerta decidido a abrirla. -¿A quién busca?

-Holaaa Alan, qué interesante encontrarte aquí.

-¡Dios mío, Charles! ¿Cómo sabes que estaba aquí? Si te importa estoy ocupado no puedo ir ahora.

-SÍ pero mejor dile a la joven que venga cuando no esté ocupada.- Dijo en tono divertido. -No te preocupes, Alan, no le diré a nadie. ¡Disfruten, bye bye!- Charles su representante empezó a reír de gusto.

El adulto se sentía un poco abochornado, por lo reciente en la cocina y por escuchar nada más que a su representante decir “Que disfruten!”

Caminó hasta ingresar en la habitación pero no la encontró, la joven fue a darse un baño caliente.

-¿Verónica?

-Estoy en la ducha.- Dijo con voz enérgica.

-No entiendo el baño si te vas a ensuciar de nuevo.- Dijo en tono serio pero con una pícara sonrisa en el rostro. -¿Puedo entrar?- Preguntó desde la puerta la cual estaba abierta.

-Ven conmigo Sr. actor. El agua está muy caliente.- Verónica habló con sinceridad y sensualidad.

Alan pasó e ingresó con ella en la ducha, el cubo de cristal mate detenía el vapor del agua, el hombre la contemplaba disfrutar de esos hilos que caían sobre su piel empapando su cuerpo entero haciendo que ella relaje el gesto en el rostro, que cierre los ojos. No quiso interrumpir aquél momento frente a sus ojos pero le habló.

-Hace sólo unos años eras una guapa joven delante de mí y ahora eres la mejor locura de mi vida. Eres mi vida.

Se acercó a besar sus labios carmín.

-Alan…

-Pequeña niña hermosa, tendremos una semana para convertir este país en nuestro cómplice. Nos cansaremos aunque tenga que obligarte.

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“Tengo una relación de amor-odio con seda blanca.” – Alan Rickman

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