La biblioteca Capítulo 26 ¿Me Está Terminando…?

Verónica estacionó el auto, sus lágrimas caían en picado hacia su barbilla y luego se perdían al fondo del lugar que las recibía, el suelo de su auto, el asiento, uno de sus brazos al girar su volante.

Bajó del auto para ir al ascensor pero se dio cuenta que Alan venía exactamente atrás de ella. Decidió esperarlo junto a la puerta, su rostro mostraba lo dolida que estaba.

Alan bajó de inmediato, apretó el botón de seguridad para poner la alarma del auto y caminó directo a su novia, se había dado cuenta en el tono de su voz que lo necesitaba en ese instante. Cuando ella lo vio se lanzó a sus brazos y él la rodeó por la cintura.

-Aquí estoy, mi amor ¿Qué sucedió?… ¡Oh mi Verónica te extrañé tanto!

-Dijo que no soy su hija y que tú lo sabías. Fue tan cruel y atrevido, no quiso disculparse de forma correcta y seria, no sé lo que le ocurre a mi padre, fue tan cínico y arrogante.

-Vamos al departamento, mi amor, subamos.

Alan la abrazó por la espalda para introducir a ambos en el ascensor, le besaba la cabeza, el cuello, la mejilla, la apretaba para decirle lo que había necesitado de ella, los ojos de Verónica estaban tristes y perdidos.

Se abrió la puerta para ingresar al departamento, ella entró y de inmediato fue al sanitario para retocar su maquillaje e intentar que sus ojos no estuvieran rojos. Al estar conforme salió y Alan la esperaba afuera preocupado con las manos en los bolsillos, el hombre buscaba su mirada viendo directo a su rostro a pesar que su cabeza estaba inclinada levemente hacia delante.

-Ahora puedes contarme lo que pasó.- La voz de actor era la usual gruesa y calmada.

-Fui, tenía mucho miedo, entré a su oficina, él se levantó del escritorio para poner seguro a la puerta, al parecer no quería que mi madre escuche nuestra conversación. Le pregunté por qué lo hizo y me dijo de forma arrogante que le había gustado más de lo que había imaginado, besar a su hija. Después de discutir me dijo que no era mi padre biológico y que tú lo sabías.

-Yo no lo sabía… ¿Cómo podría saberlo?.. Lo que sabía es que cuando iba a la escuela faltó más de seis meses porque empezaron a tratarlo por la anemia agresiva, luego lo operaron de la médula y le dijeron que por la quimioterapia y la radiación iba a ser estéril el resto de su vida. Yo me burlé mucho tiempo de ello porque era un niño y los niños hacen eso.

-Entiendo, pues dice que no es mi padre biológico pero yo sé que sí lo es.

-¿Cómo lo sabes?

-Cuando tenía trece una de mis tías dijo que era adoptada, la que es mayor que yo por tres años. Como era muy curiosa me metí a Internet e investigué algún lugar donde podría averiguar si eran mis padres, entré al sanitario de ambos, tomé uno de sus cabellos en uno de los peines que ahí estaba y lo llevé, le pedí dinero a mi madre “Para una tarea” entonces pude averiguar que sí lo eran o al menos uno de los dos lo era. Pero no estoy segura que los cabellos hayan sido de mi padre ya que en aquel momento ambos tenían cabello castaño claro.

-Melissa es tu madre porque la vi embarazada, pero si Chonger dice que no es tu padre biológico es porque probablemente hizo lo mismo que tú.

-Tienes razón. ¡Pero no cambia nada en mí, no me importa si no es mi padre porque sí es mi padre! Él es el mejor ejemplo que tengo en la vida. Él era mi héroe y ahora es un desconocido que me niega porque tú apareciste. ¿Por qué no te quiere? ¿Por qué?

-Porque soy mayor, sólo por eso, hasta ahora no lo entiendes ya te lo he dicho si estuviera en los zapatos de Chonger también te lo hubiera prohibido por ser mi única hija.

-Debe ser eso, entonces…- La mirada de Verónica se perdió de nuevo.

-¿Y a ti te incomoda eso, Verónica?

-Te he dicho mil veces que no. No importa cuántos años tenga mi actor favorito… Yo te amo, Alan.

-Tu actor favorito es otro.

-Vamos, mi amor. Tú lo eres… El famoso profesor Snape.- Su voz era calma, un poco exaltada pero transmitía seguridad.

-Qué bueno que lo mencionas, traigo buenas y malas noticias acerca del tema.- El actor sacó las manos de los bolsillos y con una de ellas tocó su barbilla.

-Acerca de tu trabajo estoy segura…

-Sí…

-Dime, no creo que haya algo que me fastidie más esta noche, al menos eso espero.

-La buena es que firmé contrato hasta la sexta película y la mala es que comenzaremos a filmar dentro de poco.

-¿Qué tan poco? Es que… Si es hasta la sexta película eso significa que serán muchos años sin parar.

-¿Pensabas que iba a dejarlo?

-Claro que no. Nunca te lo pediría… Osea me alegro por ti… Serían muchos años más separados…

-¿Pero…? Seguro tienes un “pero” para mí.

-Es que pensé que podíamos casarnos y luego tener un poco de paz por un tiempo pero ahora veo que pasarán muchos años hasta que eso pase.

-Podemos casarnos y vivir juntos, podré llevarte a cada grabación.

-¿Y yo, también tengo que trabajar, no? En seis meses más recibo el título de maestría y… Y estaba planeando trabajar en la universidad del centro de Londres.

-¿Cuándo pensabas decir algo respecto a eso?

-Acabo de pensar esto en el principio de la semana, estás consciente que acabo de enterarme, grabaciones, muchos años sin parar, sin vernos todos los días, quizá vernos dos o tres cada cuatro meses… Yo es que no pensé que fuéramos a estar tan lejos el uno del otro por tanto tiempo, eso es imposible, no es una relación.- El tono de Verónica subió dos grados pero luego bajó.

-Verónica, tenemos que casarnos y luego debes venir conmigo.

-Así es, el matrimonio es eso, pero… ¿Qué matrimonio podemos tener si estamos lejos el uno del otro?

-Tú, deberás esperar para trabajar, puedes venir conmigo y yo me puedo encargar de todo…- Se acercó un paso a la joven intentando calmar la incomodidad.

-No, sabes que no lo haré.- Verónica se alejó y él sintió un cuchillo entrar a su estómago. -Yo tengo metas que cumplir, las cosas que el otro hace no tiene que afectarnos a ambos. Es mi carrera, Alan. Así como lo tuyo es actuar…

-Pero es que… Uno de los dos tiene que renunciar y yo… Yo no lo haré.

Los ojos de Verónica entristecieron y su corazón se hizo de piedra, algo importante sin conclusión algo que debía de ser resuelto pero hasta entonces lo habían ignorado.

-Sé que no lo harás pero no asumas que yo lo haré. No tiene caso que nos casemos por ahora, entonces… No tiene que caso que sigamos en esto.

-Já, ¿Acaso me está terminando, Srta.? ¡Vamos, Verónica, no hay que ser tan radical, no hay que exagerar!- Se acercó para abrazarla pero ella lo rechazó.

-Sólo digo que… No nos casaremos, aún.- Cruzó los brazos en gran incomodidad.

-Verónica ya lo habíamos hablado, tenemos que casarnos. ¿Ya te arrepentiste? ¿Quieres esperar que sea aún más grande?

-Alan, lo que digo es que no podré estar en una relación donde estemos separados muchos kilómetros, han sido muchos meses de novios tan similar a lo que planeas que acepte y no me ha agradado para nada verte dos días después de un mes o dos.

-Verónica, no puede ser que te eches para atrás justo ahora, dentro de dos semanas me voy y no podré regresar como lo he hecho hasta ahora. Tienes que venir conmigo. ¿Por qué no darás nada por mí para tener esto, yo te quiero, acaso tú no?

-¿Y tú, Alan, cuánto das por mí?

-Yo te quiero dar mi vida, Verónica. No, no… Verónica tú ya tienes mi vida, tú eres todo para mí y sé que respetas lo que hago pero… Por favor no me digas que no te vas a casar conmigo que tenemos que acabar… ¡Por favor! No me digas que no puedes con esto, porque sería demasiado para mí aceptar que necesitamos estar separados un tiempo.

-Y tú tienes mi vida, Alan. Pero no voy a dejar tres años así, esto que tengo por lo que me he esforzado, lo siento, no lo voy a dejar.

Verónica vio directo a esos ojos color olivo, el hombre la miró decepcionado, lastimado.

-Yo tampoco voy a dejar de actuar.

-Actúa entonces pero también haré lo que tenga que hacer. Mi amor… Piensa en qué situación estamos, también tengo sueños que cumplir, no puedo esperar para hacerlos porque se supone que lo haría junto a ti y no es que pensara que ibas a dejar de actuar sino que pensé, se iba a poder de alguna manera el convivir después de casarnos, yo no voy a perseguirte como si estuviera de vacaciones, tú también has tenido mi edad, la oportunidad de equivocarte y conocer cosas nueva mientas la vida te da experiencia, por favor entiende.

-No, Verónica, no lo acepto, no permitiré que te alejes de mí. Nos casamos y haces lo que quieras y yo seguiré actuando no hay por qué terminar, no te dejaré ir una vez más.

-No podemos tener una relación así.

-Verónica… ¿Me estás terminando?

-Sí.

El actor no se esperaba una respuesta tan fría. La joven lo miró por última vez y se metió a la habitación, cerró la puerta y se acostó en la cama para llorar en silencio.

Alan iba a ir tras ella pero no lo hizo.

Debía de dejarla, debía permitirle pensar bien esa conversación que no se suponía tenía que terminar así, el alejarlo no era algo que él había previsto todo lo contrario, si necesitaba estar sola él le otorgaría eso, además la situación con su padre no era razón de motivación en sus decisiones, ese día, ese instante era difícil.

El actor tocó la puerta y sin abrirla le dijo.

-Mi amor, tienes mi teléfono, llámame cuando quieras. Yo… No me alejaré de ti, Verónica, no lo haré… Estaré ahí.

Salió del departamento y fue a casa.

Al estar solo no pudo evitar pensar en todo más de lo debido, se sentía muy mal, el estómago se le revolvía cruel cual licuadora deshaciendo comida en mal estado, lleno hasta el tope de sentimientos desagradables y putrefactos, lleno de cosas en el aire flotando sin rumbo, lleno de dolor por haber tenido el control en sus manos, de haber creído que podía controlar toda su vida.

Verónica no era la chica que pensaba, era más grande, era más seria, más madura no era alguien que podía controlar con promesas y menos con regalos caros, una chica la cual no se interesaba en él sino que en verdad se interesaba en “Él”.

“Yo a estas alturas de mi vida estar así por una jovencita ¿Qué más puedo esperar, cuánto más me va a doler? Si ella quiere seguir me buscará pero sino yo la buscaré, quisiera que haga lo que que digo pero también habrá un momento en que se lo puedo decir…”

Abrió el seguro de la puerta, entró a casa, el departamento donde antes vivía con Rima.

***

Al día siguiente Verónica regresó a casa de sus padres, le contó todo a su madre la cual se destrozó en mil pedazos, el padre desaparecido y no dio cara a ningún reclamo.

Alan vio como los días se fueron veloces, en un instante ya estaba  grabando la siguiente película, los días se volvieron semanas, las semanas meses. Alan regresó para ver a Verónica en la biblioteca pero aquella hermosa bibliotecaria veinteañera ya era el pasado de Croydon y aquella biblioteca donde la conoció por primera vez no tenía a la amable joven que conocía a sus lectores, la joven y amable empleada que le hizo ser fan del pudín, no tenía idea dónde podía estar pero estaba seguro que estaba pensando en él, porque él se moría por verla.

***

Verónica ya era un año y medio más madura, trabajaba como asistente en la universidad de Londres para la carrera de Literatura, al fin tenía las cosas por las cuales se había esforzado pero sentía un gran vacío llamado “Rickman.”

Aquél mismo año finales del 2004 envió un mensaje al actor, quería verlo y saber cómo estaba pero por uno y otro motivo no se pudo concretar el encuentro y así pasó un año más. De un momento a otro los pocos saludos al año se volvieron en cero contacto.

Verónica conoció a un joven británico, Jhon, y se volvió su mejor amiga, a él le contaba de su espléndido novio actor, bueno lo intentó porque en realidad nunca pudo. Sí, le seguía llamando novio a Alan, aquél año tuvo un viaje de investigación a Francia por lo que estudió un curso de tres meses.

Cuando menos se habían dado cuenta tres largos años habían estado separados el uno del otro.

Sin imaginar que sería capaz se alejó de él, pero Verónica decidió que ya era tiempo de regresar con él, de buscarlo, de mostrarle que era una mujer más grande, de decirle que necesita su presencia, necesitaba su voz, necesitaba mostrarle que era su fiel admiradora.

Esa tarde del 2006 estaba en su departamento cuando una noticia la descolocó, una noticia que leyó en las redes sociales, el famoso actor, el que pensaba era su novio se dejó fotografiar de la mano junto a su novia Rima Horton, ella, aquella inocente y convencida joven inglesa sintió que no sólo su corazón estaba roto sino que dejarlo había sido el peor error de su vida, no escribirle, no decirle que lo amaba cada día…

A veces tiene que pasar así.

La joven viajó a Francia de nuevo, decidió empezar su vida en aquel país lejano. En el avión sonreía al recordar todo lo que él le había dicho tantos años antes, su sueño era casarse, el sueño de ambos era ser el uno para el otro y esa pesadilla que ahora vivían sólo era consecuencia de no tomar las cosas enserio, se no sobrepasar las complicaciones en una relación.

Se hospedó en un hotel caro, no escatimó en gastos ya que la universidad se lo había dado como recompensa a buenos años de aprendizaje y enseñanza, tenía muchos conocidos que la alentaban y la recibían con los brazos abiertos en ese país.

La primera noche cenó en aquél hotel lujoso, habían muchas personas a su alrededor, algunos ex compañeros y su mejor amigo, se divirtieron hasta altas horas de la noche, cerca de las dos de la mañana, celebrar el motivo de la nueva vida no parecía suficiente.

Subió por las escaleras hasta el cuarto piso, el último lo hizo sin zapatos, estos terminaron colgando en el dedo índice de su mano derecha, la sonrisa en su rostro sólo era una pantalla de aquellas modernas que sólo mostraban a la gente lo que querían ver, en eso se había convertido, no había una verdadera y fresca razón para sonreír.

Buscó tan lento la llave de su estancia que perdió el equilibrio, el vino tinto en su sangre estaba pagando la factura, trastabillar una vez más frente a su puerta la hizo caminar hasta el final del pasadizo para ver a través de la gran y moderna ventana, las llave y el llavero dorado relucieron frente al resplandor de la luz natural que ingresaba con libertad, su rostro blanco y maquillado su labios rojos desearon besar aquella noche.

Giró para mirar de nuevo el corredor, ese amplio y alfombrado corredor con puertas amplias y hermosas, las suites más hermosas en todo Francia.

Un grupo de persona caminaba desde la otra esquina por donde sales del ascensor principal, hombres bien vestidos y una cabeza gris conocida congelaron el momento en un cruel recuerdo de sensaciones y sentimientos. La joven se quedó helada cuando se dio cuenta que estaba ahí frente a ella “¡Por Dios, Alan ¿Cómo es posible?!”, no pudo correr a esconderse sólo ver atento a esos pasos en grupo, esas serías miradas que se iban perdiendo mientras avanzaban, uno a uno ingresaba a su suite, la última persona era él.

Verónica miró directo a su rostro sin poder creer que lo veía tan cerca, sin planear encontrarse de nuevo, quiso olvidar sus labios, sus manos, su impecable forma de hablar y estaba ahí.

El actor metió las manos a los bolsillos, se disponía a abrir la puerta y la vio en un leve parpadeo con una cálida luz iluminando su hermoso vestido, su rostro delicado con incertidumbre. El rostro del actor transmitía a ella desconcierto, Alan volteó de nuevo para mirar la cerradura y brillo de su puerta, de inmediato sintió que su estómago se revolvió y cerró los ojos, volvió a mirarla no se había movido, se acercó a ella con el ceño fruncido en un grave tono de dolor y alegría, la mezcla perfecta para no resistir el abrazarla.

Pero ella siguió su camino hasta la habitación acercándose un poco a él pero ignorando en gran manera su existencia. Alan se acercó más al ver que ella tenía problemas leves para resolver la apertura e ingreso a su suite.

-Hola, hermosa dama.

-Ammm hola, siento que seas un espejismo.

-Me vez así porque te quisiste deshacer de mí y ahora necesitas mi ayuda.

-No necesito nada de ti, Alan.

-Yo creo que sí.- El actor movió su mandíbula en un hablar pausado, reclamante, grueso y de conquista, aún su voz la ponía nerviosa.

-Regresa a lo tuyo, Rickman.

El actor posó su mano en la de ella justo cuando Verónica giró la perilla, la joven sintió que algo moría en su interior, la voluntad de resistirse ante él.

Alan terminó de abril la puerta usando la mano de la joven y la metió junto a él tocando su cintura.

-Estás ebria, Verónica… ¿Con quién estuviste?

Verónica miró los ojos del actor su  acorralar del alto cuerpo contra el suyo y la puerta cerrada, estaban en el interior de la suite el brazo del actor apoyado en la elegante madera no le dejaba moverse, estaba perdida y atrapada.

-¿Por qué te importa Sr. Enamorado?

El actor sonrió cerca de los labios de la joven.

-Porque tú eres mía, Verónica.

Sus palabras eran insinuaciones fuertes delante del otro.

-Aléjate de mí, seguro te espera tu novia.

-Es mi amiga, no es mi novia, mi novia eres tú.

-Basta, no te quedes aquí.

-Me quedaré, mañana será el día de nuestra boda.

-Estás loco, Rickman.

-Mmmh loco por ti.

-Pero si ya te casaste con ella.

-Rima es la vida que todos quieren saber de mí. Pero tú eres la vida que quiero yo. No estamos casados, dije que lo estamos pero te esperaba… El amor que siento por ti es tan grande, verdadero, puro y caprichoso que él te ha traído hasta mí.

-Vas a seguir trabajando.

-Pero no me voy a ir, lo prometo. No me voy a ir de ti nunca más.


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“Tengo miedo escénico y gremlins en mi cabeza diciendo: ‘Te vas a olvidar sus líneas.” – Alan Rickman

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