La biblioteca Capítulo 24 Hasta Nunca Mi Amor

El adulto se quedó con la mirada fija en el rastro invisible de su auto, Verónica estaba alterada no era seguro manejar así, no era seguro intentar alcanzar a su padre.

-Hugh tengo que ir tras ella. Necesito que me prestes tu auto.

El hombre le lanzó las llaves casi adivinando la decisión que tomaría.

Alan se subió a ese audi negro con lunas polarizadas y arrancó atrás de ella.

No quería precipitarse, sabía que podía estar cometiendo el mismo error de ella al subir la velocidad anhelando encontrar la camioneta en la carretera.

Fue casi media hora de camino a cien kilómetros por hora la distancia que al fin le dejó divisar los dos autos separados por un tramo de al menos cien metros. El claxon de su camioneta sonaba insistente intentando llamar la atención del auto a la delantera y sí lo logró.

El auto del frente empezó a disminuir la velocidad con desvío hacia la izquierda, la entrada a un pequeño pueblo.
El camino le mostró a Chonger un gran campus universitario, buscó donde estacionar, se bajó y caminó muy rápido hasta llegar a un estadio de soccer, traspasó las rejas, ingresó a los camerinos y en el primer lugar que encontró se sentó y sostuvo su cabeza con ambas manos.

La joven pudo ver que su padre estacionó, también vio a dónde fue con exactitud por lo que bajó e hizo el mismo recorrido para ir tras él.

Ingresó al campo de soccer y siguió hasta los camerinos. Sus pasos se hicieron más lentos cuando el sol dejó de tocar su espalda, ahí en la sombra de ese frío lugar húmedo buscó a su progenitor y lo encontró más abatido que cualquier día malo en toda su vida.

Se acercó lento, intentó no alterar su estado derrotado, buscó muchas preguntas en su cabeza pero sólo atinó a disculparse.

-Siento haber dicho que ya no te necesito porque es mentira, siempre serás mi padre, siempre voy a necesitar de ti.

El adulto no subió la mirada, se quedó quieto sujetando su cabeza con los codos en sus rodillas,su traje azul elegante posiblemente ya era un desastre y su camisa blanca se estaba derritiendo en su interior.

-Eso no me duele tanto como la decepción que siento por haber fallado como padre.

-Tú no has fallado, eres… El mejor padre del mundo, siempre me has estorbado y es porque quieres lo mejor para mí, si no hubiera tenido tu disciplina no hubiera conseguido lo que ahora tengo. Todo lo que soy ahora, te lo debo a ti, papá.

-Debí darte más atención, debí estar más tiempo en casa… Quizá así no hubieras puesto los ojos en un…

-Papá, estuviste siempre, cada buen recuerdo de mi niñez y adolescencia tengo tu imagen impulsando mis sueños. El único momento que es reprochable fue tu afán por menospreciar mi carrera de letras. Nada… Nada tiene que ver con las decisiones que ahora tomo, papá.

-Quería que fueras una niña inteligente, no una poetisa pobre en Croydon que quiere casarse con un… Actor…- Pronunció de forma despectiva.

-Eso es mentira, lo que tú querías era tenerme siempre a tu lado, no dejarme crecer, sabias que un día dejaría de ser la que siempre hace lo que tú quieres. Amo a Alan y eso no lo vas a cambiar, no puedes amenazarlo, no puedes porque me harías daño a mí. ¿Por qué quieres lastimar a tu hija?

-No, yo no quiero hacerte daño, mi amor…- El adulto se levantó frente a ella, su altura y postura le decían a ella que ese que estaba al frente era el padre que siempre quería tener control sobre su vida.

-Papá, lo estás haciendo. Promete que no le harás daño a Alan, promete que dejarás que esto continúe.

-No puedo, no puedo… Yo no quiero que sufras.

-¿Por qué dices eso?

-Porque te amo, quiero lo mejor para ti.- La joven pudo ver sus ojos enrojecidos, la desesperación de sus palabras, la impotencia en el tono.

-Puedo, intento comprender un poco, no entiendo tu terquedad, papá. ¿Qué quieres de mí? ¡Ya no tengo quince años!- La joven se acercó a él quien veía a la pared. -Papá, mírame… ¿Hasta cuándo podré elegir sin que te moleste, por qué no me dejas ahora… Qué más quieres de mí?

El padre alzó la mirada intensa y azul pasando de iris a iris en los ojos de su joven hija. Tenía ganas de llorar, esa joven… Ella tenía razón, ya no era una niña pequeña que resbalaba en el sube y baja, quien jugaba tenis, quien nadaba con él, ya no era una niña con la que acampaba, con la cual ver estrellas al usar telescopio y cantar canciones en francés.

-El campamento, hace cinco años, no puedo olvidarlo… Ha pasado mucho desde entonces. Ahora eres una hermosa mujer, cariño. Eres la luz de mis ojos, eres mi hija…- Su voz adulta se suavizó viendo intenso los ojos de Verónica.

-Papá, nunca voy a dejar de ser tu hija.- Le dijo siendo sincera. -El que salga con alguien grande no significa que estoy en búsqueda de un padre.

Chonger se lanzó a abrazarla, sentir su frágil y delgado cuerpo entre sus fuertes y protectores brazos, sentir su frágil ser, ese que antes le pedía protegerla, la joven que antes no podía hacer cosas sola, la joven que siempre quería ir con él al trabajo.

La abrazó tan fuerte que le recordó el que estuvo a punto de morir. El abrazo era culposo, era de aquellos con los cuales uno trasmite lo que siente.

El mayor hizo pasos más cerca a ella, la joven no dejaba de abrazarlo pero retrocedió inconsciente hasta estar cerca de la pared, se sentía segura, se sentía protegida, se sentía de nuevo como una niña pequeña.

Chonger traía a su mente recuerdos lejanos y también los cercanos pero, era un momento que nunca había tenido antes con ella, era un momento nuevo, era un momento especial… De pronto se olvidó de todo y su mente se puso en blanco.

Soltó el abrazo débil sin dejar de verla a los ojos, tocó con ambas manos el rostro de ella, sin dejar de sonreír al verla tanto tiempo directo a los ojos, la acción inocente le jugó una mala pasada.
Por un instante olvidó el problema, olvidó que era Verónica, olvidó que era su hija.

Y acercó sus labios a los de ella tan rápido que no dejó reacción posible en la pequeña.

Sus labios se unieron de forma inquietante, ella no correspondió pero él pensó que sí e hizo el beso más intenso, tanto que hizo jadear a Verónica. Sorprendida, ella empezó a temblar por temor de rechazarlo, no podía explicar lo que sucedía.

-Paa…- Verónica jadeó por falta de aire pero el padre no la escuchó. Acercó más su cuerpo, la mente estaba en blanco ni si quiera pensaba lo que hacía, no pensaba en el acto, el padre estaba perdido muy perdido.

Apretó su cuerpo al de ella besando sus labios con más ganas, sus ojos permanecían cerrados, había abandonado la razón.

La joven quería moverse pero lo único que se le ocurrió fue alejarlo poniendo sus dos manos en el pecho de su padre pero él interpretó mal sus movimientos. El beso de nuevo la dejó sin aire, sus grandes manos la tomaron de la cintura y la pegó a él.

-Paa… Paa…- Intentó decir la joven que sintió al padre desesperado por más. El estómago de la joven sentía mal, él se había vuelto loco.

“No, ¿Qué estás haciendo, papá?” Estaba agitada, la confusión se volvió temor, temor de reaccionar mal, temor de pensar que si el beso seguía junto a esas caricias en su cuerpo que aumentaban, él iba a cometer una desquiciada locura pasional. “¿Estás drogado, papá?”

-¡Papá, basta!- Logró empujarlo con los brazos temblorosos. -¡Papá, soy yo, soy yo, mírame… Soy… Yo…!- Bajó la voz desesperada, su respiración era agitada.

-Hasta nunca mi amor, prometo que no volveré a molestar.- Dijo el padre como si hubiera salido de un trance, como si no hubiera pasado nada. -Ve a casa cuando quieras, hija.

La joven captó de inmediato el mensaje. Su padre, su progenitor tenía un severo problema, un secreto. Y la decisión estaba tomada.

Alan llegó cuando Chonger se fue.

Vio a Verónica abatida sin saber cómo explicar lo que pasó.

Hasta que ella soltó sin pensar lo que podía ocasionar, soltó lo ocurrido como una bomba.

-Alan, mi padre me ha besado.

-Puedo comprender lo preocupado que está, el que no esté de acuerdo con lo nuestro, no seas dura con él, te ama y no quiere perderte.

El adulto no entendió.

-No, no entiendes. Mi padre me ha besado en los labios, me ha besado deseando que pase algo más entre nosotros.

-No comprendo. ¿Te besó en los labios? ¿Te besó con ganas de tocarte, te ha hecho daño?

-No me ha hecho daño, sólo me dejó sorprendida. Me ha besado en los labios como si en un momento hubiera olvidado que era su hija.

Verónica entró en razón. Apenas se daba cuenta de la gravedad del asunto.

-¿Quieres que vaya por él?- El actor se sintió con derecho de reclamar un acto como ese el cuál no podía creer de Chonger.

-No, no ahora. Está muy extraño… Quizá apenas comprendo el exceso de celos, las amenazas, aquél día en el apartamento, el día de mi cumpleaños ese día se quedó a dormir conmigo y estuvo muy cariñoso como nunca antes.

-No entiendo nada… ¿Si te Besó por qué no te alejaste? ¿Por qué no me dijiste que estuvo contigo en tu departamento?

-Lo hice, lo aparté, ahora lo aparté. Y si no te dije nada del día de mi cumpleaños fue porque no salió el tema y no le di importancia, osea sólo pensé que por ser mi cumpleaños era un padre atento que se olvidó de nuestras diferencias para poder disimular conmigo.

Verónica se sentó en el mismo lugar donde estuvo su padre, aún no podía explicar el momento.

-Es que no puedo creerlo de Chonger…- Dijo el actor en desconcierto e impotencia.

El padre se fue dejando incertidumbre en en el pecho de Verónica, era su padre, lo que pasó, una situación muy incómoda, un sentimiento confuso, no estaba desilusionada estaba asustada muy asustada.

“Si mamá supiera se moriría” Pasó su temblorosa mano en un gesto débil de peinar su cabello con nerviosismo.

“Él habló del campamento, la última salida de padre e hija. Pero no pasó nada, no hubo comportamiento extraño de parte de él… Seguro que mamá no sabe nada y yo no le diré nada, tengo que aclararlo, tengo que preguntar por qué…”

-Tendrás que decirme más acerca de lo que sucedió.- El actor sabía que Verónica recordaba lo acontecido, mantenía el ceño fruncido levemente, tenía los brazos cruzados, quería reventar a Chonger.

-Tranquilo mi amor, ahora estaremos seguros, mi padre no hará nada por acabar con esto y menos ahora. Iré a casa de mis padre el fin de semana y le preguntaré en qué locura estaba pensando.

La joven aún nerviosa intentó calmarse y calmar a Alan con esas palabras.

-Quiero ir a casa, por favor…

-Vamos con Hugh, regresemos el auto, iremos a mi departamento porque Tom y Regan irán por unas cosas.

-¿Tom… EL actor que me presentaste en la cena después del teatro?

-SÍ, el joven Tom.

***

Los dos caminaron por donde habían entrado y tomando cada uno el auto que los llevó hasta ahí, regresaron hasta casa de Hugh para devolver el Audi. Después de despedirse formalmente de todos salieron directo al departamento de Rickman cerca del restaurante.

En el camino los dos guardaban silencio, Verónica no podía dejar de pensar en el beso que le dio su progenitor y Rickman sentía rabia de saber que alguien se había atrevido a tocarla y dentro muy en el fondo de su ser también le molestaba que ella hubiera correspondido de alguna manera.

-¿Estás molesto?

Preguntó la joven con atino y sumo cuidado.

-¿Y cómo deseas que me sienta?

Respondió de mala gana.

-No lo sé, yo no puedo hacer que pienses de alguna manera en específico. No te enojes conmigo, qué culpa tengo yo de lo que ocurrió.

El actor respiró fuertemente.

-Ninguna culpa, mi amor. Es sólo que…- Volvió a respirar fuerte. -Mejor disfrutemos de las horas que quedan en el día, esos jóvenes deben estar esperando. Pero no creas que me olvidaré de este asunto, tendré que hablar con ese tipo.

Verónica posó su mano derecha en la pierna del actor y él apretó su pequeña mano sobre su propio muslo, la quitó, se acomodó en su asiento e intentó animar el ambiente.

La joven quiso hacer un comentario divertido.

-El señor Rickman está celoso…

-Basta Verónica no juegues con eso… No es celos, es rabia de saber que pudo… Que ha podido hacerte daño.

-Pero imagínate que no fuera él quien hizo esto… ¿Qué pasaría?

-Creo que le diría amablemente que si te vuelve a tocar voy a tener que matarlo con mis propias manos. Es más, tan sólo si vuelve a pesar en eso lo mataré.

-Mmm eso es rudo y cortés. ¡Me encanta esa faceta tuya!

La joven sonrió, intentó que él lo hiciera pero el actor no tenía ganas de nada y menos de reír.

Llegaron al departamento después de dos horas y media de camino, antes de bajar del auto el rostro del actor permanecía serio, tan serio que el mal humor era notorio.

Verónica decidió guardar silencio hasta que él iniciara alguna conversación pero no, Alan estacionó el auto, soltó su cinturón y el de la joven, bajó por su lado, tomó las llaves hasta que ella bajó. Al ver que Verónica caminó hasta la puerta apretó el botón de seguridad para la camioneta que sostenía en el llavero.

Caminó despacio metió sus manos en los bolsillos, llegó hasta el frente de la puerta, abrió con la llave e invitó a Verónica ingresar en la casa con un gesto caballeroso, pasó detrás de ella, cerró la puerta con sumo cuidado y paciencia, aún se sentía muy incómodo quería sacar el coraje pero iniciar una discusión de la nada no era algo que ellos necesitaban.

Verónica se quedó delante sujetando su celular leyendo mensajes pasados, el actor caminó hasta ella y se lo quitó viéndola a los ojos.

La joven se sobresaltó de impresión ya que no se esperaba esa reacción.

-¿Qué sucede?

El actor movió la mandíbula a un lado en un gesto de fastidio y reto.

-Nada.

-¿Cómo nada, Rickman? Dame el celular.

Verónica suavizó el gesto de su rostro con una sonrisa.

-Mmm nop, no vas a usar el celular hoy.

-Já… ¿Y se puede saber por qué?

-Pues porque no quiero.

La mirada, voz gruesa e interesante del actor la puso nervios, en vez de enojarse sólo sonrió y le dejó el móvil a Rickman.

-Lo que tú quieras, mi amor.

Se dio la vuelta para ignorar lo acontecido pero el actor la tomó de la muñeca para acercarla a él.

Puso su rostro frente a ella viendo directo a sus pupilas en un intento de control autoritario y después la besó con ganas.
Tomó los labios de la joven como hace mucho no lo hacía, como aquél día en que la sorprendió en su propia habitación, un gran beso devorador y roba almas, un beso quita aliento, un beso de pertenencia que hizo que la joven… Tiemble de miedo y ganas.

-Ahhh ¿Qué haces?

-Eres mi novia, puedo hacer esto cuando quiera… Y quiero ahora.

-Pero… Mmmh…

La voz de Verónica fue apagada en una desesperada oración de reclamo con labios.

El actor la apretó más a él usando las manos para ahondar en caricias al ritmo de sus besos. Los besos que él le daba la estaban volviendo loca.

Y justo sonó el timbre…

-Ohh no, deben ser ellos.- La voz gruesa del actor sonó en tono sutil de decepción.

La joven agitada intentó componerse pero necesitaba tomar aire un momento.

-Iré al tocador, no quiero que me vean sonrojada hasta las sienes Sr. actor.

-Ve, intentaré que se vayan de inmediato.

Alan sonrió malicioso.

_______________________________________________________

“Lo interesante del proceso de actuación es cuántas veces no sabes lo que estás haciendo.” – Alan Rickman

¿Te gustó el capítulo?

0 / 5

Tu calificación:

Suscribirse
Notificar de
guest

0 Comments
Comentarios en línea
Ver todos los comentarios