Brise hizo su turno normal hasta la tarde pensando en algo importante, la tarea del curso de literatura.
Al salir Axel la atajó para que no se fuera y así recordarle que la invitaría a comer.
-¿Dónde va, Srta?
-Hola, me iba a la universidad como siempre.- Sonrió por el tono curioso y misterioso del hombre.
-Tiene que ir a comer conmigo.
-Axel, tenemos tarea, en el curso.
Axel abrió los ojos y luego frunció el ceño.
-Ahora que lo recuerdo el curso se suspendió hasta el otro mes porque el profesor viajó a Europa.
-¿Y tú cómo sabes eso?
-El profesor es amigo de Antonio, el dueño de la empresa.
-No lo sabía no tenía ni idea.- Abrió los ojos en sorpresa.
-Pues para ti es la primicia, sé que la tarea está larga así que podemos hacerlo juntos todo este mes en la noche.
-Me parece buena idea Sr. Estudioso.
-Por favor, soy de los que saca buena nota, no lo dudes.- Tomó postura en presunción.
-Lo sé, eso me convence de hacerlo contigo.
-Sí, también la tarea…- Hizo la voz interesante jugando con las palabras sin límites en su forma de coquetear e insinuarse.
Ver a un hombre como él hacer eso la atrapaba, le gustaba y más con la voz que usaba.
Se hizo hacia ella para besarla en los labios.
Brise aceptó el gesto con una sonrisa y también lo besó.
-¡Eres un bandido! ¿No tienes temor de que los demás se enteren que salimos?- Dijo ella muy sonrojada.
-No me preocupa que la gente del trabajo lo sepa. ¿A ti sí?
-Pero las reglas del contrato lo prohíben, las relaciones personales de este tipo…- Dijo Brise quien estaba frente al hombre en la esquina de la misma calle a unos metros de la puerta de la empresa.
-¿Te importa a ti que lo sepan, te da vergüenza?- Preguntó Axel serio ignorando lo que ella dijo.
-Vergüenza no pero sí me importa conservar el trabajo.
-Mmmm entonces eres bien portada, la niña no quiere perder el trabajo y por eso siente pena de que la vean conmigo.- Hizo un gesto desafiante y digno con leve tono de broma.
-No, no me da pena que me vean contigo, al contrario sería maravilloso que las personas vieran que estoy acompañada de alguien tan atractivo e inteligente como tú. Pero debemos ser rescatados con las cosas del trabajo.
Axel sonrió, nadie le había dicho lo mismo que ella, tan convencida y seria en sus palabras.
-Gracias… Pues aquí ya estamos afuera y lejos de los límites de nuestras labores, aquí en esta vereda a nadie debe importale lo que hagamos, si quisiera romper las reglas lo que haría sería…- Pensó con profundidad. -Cada que entraras a mi oficina te besaría hasta desgastar tus hermosos labios y si cerramos la puerta y me das permiso podríamos hacer el amor sobre mi escritorio o el sofá que está frente a este.- La atacó con el porte, pasos hacia ella, hacia delante mostrando su gran altura en comparación a su frágil cuerpo y postura de respeto, su coqueto tono de voz gruesa y seductora, algo que usaba constantemente y no precisamente para intimidarla.
El hombre hizo una sonrisa ladeada, malicioso.
-Jajaja no me hagas reír, podemos esperar fácilmente a la noche para terminar enredados en las sábanas de tu cama.- Acercó los labios a él sujetándole la corbata y jalando esta para acercarlo a ella, para tener alcance de rozar sus delgados labios, fuertemente insinuante.
-Ven a mi casa y salgamos toda la tarde, Brise.- El hombre se perdió en los ojos de la joven.
-Estás loquito, tienes que trabajar.- Dijo ella en tono calmado.
-Pedí permiso, me lo deben. Antonio me dejó salir.
Brise aceptó y asintió.
-Vale pero acompáñame a la universidad.
-¿Para qué? Mejor ven a mi casa.
Brise se acercó al hombre y le habló algo al oído, en susurro.
-No me voy a acostar contigo ahora sr. Impaciente.
-Sólo quiero que tengamos tiempo para los dos.- No dejaba de coquetear con ella, quería abrazarla, besarla, sentir su piel junto al de él un millón de veces más, desnudos, cansados, sentir agua caliente caer sobre sus cabezas.
-Mejor vamos a comer.- Dijo Brise rondando los ojos divertida intentando escapar.
Axel la tomó de la mano y ambos sintieron la mejor sensación desde que estuvieron juntos.
-Está bien, hermosa, pero vienes a mi casa al final del día.
El hombre la abrazó por la espalda y la besó en la mejilla.
Y Brise no pudo evitar pensar. “¡Es tan lindo!”
Axel pidió un auto, la subió y la llevó a comer a un lugar llamado “Italiannis.” Ahí almorzaron pasta larga, delgada con salsa blanca y extra queso, de beber jugo de limón y unas copas de vino.
Al salir ya eran cerca de las cinco y media de la tarde, la joven quiso hacerle una petición al hombre.
-¿Me acompañas al gimnasio?
-Claro.- Se extrañó. -¿Vas a ponerte a hacer ejercicio ahora?
-No, sólo quiero inscribirme.
-Ahh.
Atravesaron el estacionamiento tomados de la mano mientras los ojos de un hombre en una camioneta se hacían curiosos, en el interior una señora y su hija en los asientos de atrás también se quedaron viendo.
La mujer no pudo callarse.
-El hombre fácilmente le dobla la edad.- Su comentario al escandalizarse le abrió la boca a su hija.
-Es como si yo saliera con mi tío, papá.
-¡Ustedes dos calladas, dejen de meterse en lo que no les importa!
El mayor arrancó el auto enojado con su esposa.
-¿Donde queda el gimnasio al que vas?- Dijo Brise sin preguntarse si él quería que fuera ahí.
-Ammm es mala idea que vayas ahí.- A él no me pareció.
-¿Por qué?- La joven se hizo frente a él viendo ligeramente hacia arriba para mirar en sus ojos café claros.
-Es que está lleno de machitos groseros.- Dijo serio.
-Pero en todos los gimnasios del mundo hay de esos hombres.
-Sí pero en este aún más.
-Vamos Axel ¿Por qué no quieres que vaya a tu gimnasio? Así podríamos ir juntos, podría presumir que tengo un hombre muy atractivo a mi lado.
Axel Sonrió.
-Já, no había pensado en eso y es que me daría muchos celos si otro hombre se acerca a coquetear contigo pero si vamos juntos sabrán que vas conmigo y así no te van a molestar, buen punto.
-Exacto.- Sonrió Brise.
-Bien, te llevaré cuando quieras.
-Gracias. Ohh tengo un poco de sed, quisiera algo de tomar, algo que sepa bien y no tenga gas.
-En la esquina hay un oxxo, ahí venden un sin número de cosas y bebidas para escoger.- Hizo un ademán con su mano, su voz se hacía más gruesa cuando era explicativo.
Brise lo disfrutaba.
Al caminar hacia el lugar el teléfono de la joven sonó dos veces pero ella lo ignoró.
Avanzaron unos metros más casi estaban afuera del lugar donde comprarían, el teléfono volvió a sonar de forma insistente.
Brise metió la mano en su cartera y sacó el celular, ahí estaba el número y la foto de un compañero con el que había hablado días anteriores en clase nocturna de la universidad, sus clases regulares.
Axel no se perdió de ningún detalle.
-Hola, buenas tardes ¿En qué puedo ayudarte, David?
Brise caminó unos metros separándose de Axel pero él la siguió porque quería escuchar quién era y disimulando la abrazó de la cintura, empezó a besarle el cuello con suavidad desde la espalda sin dejar de ver el celular de la jovencita.
El hombre había visto la fotografía del muchacho y aquello lo había hecho sentir incómodo, alerta.
-Hola Brise qué gusto saludarte, me preguntaba si querías salir hoy en la noche, Nacho me dijo que vives en la universidad y yo estoy muy cerca como a diez minutos en mi auto, claro que me estoy atreviendo a pesar que no tienes novio. Si no lo tienes entonces apostaría que te sería un gusto salir conmigo.
-Jajaja qué gracioso ¿Que si tengo novio?- Miró a los ojos a Axel quien se separó de ella curioso por escuchar la respuesta.
-Mmm no tengo, salgo con alguien pero no me ha pedido que sea su novia.- Lo dijo natural sin temor a que el mayor se enoje.
Pero el mayor se enojó y le quitó el celular sin pensarlo dos veces.
-Sí tiene novio y se llama Axel, yo, no la vuelvas a molestar.
-Sí señor, lo siento.- El joven colgó al otro lado y Axel guardó el celular en su bolsillo del saco.
El jovencito pensó que era su papá o alguien.
-Ey, dame mi celular.- Le pidió Brise de forma tranquila y suave.
-No hasta que me digas qué demonios fue eso.- Su sonrisa nerviosa estaba acompañada de cuestionamiento y análisis, la cara se le había puesto muy roja.
No había estado tan fastidiado recientemente.
-Dije la verdad, salimos tú y yo pero no me has pedido que sea tu novia. No te enojes, vamos, dame mi celular.
-¿Pero entonces qué somos?- Dijo Axel con un tono un poco subido. -Nos gustamos, nos besamos, nos hemos tenido el uno al otro y hemos dicho lo que sentimos. ¿Eso no es nada para ti?
-No he dicho eso, no niego nada de esto, pero la verdad es que no es formal, al menos tanto como pensé que serías tú conmigo. No me has pedido que sea tu novia, eso fue lo que dije.- Le hablaba con cuidado para que la entienda.
-No, te equivocas soy muy formal sólo no hablé del tema porque no he tenido la oportunidad y además porque tenía temor de que huyas de mí, que salgas corriendo.
Mírate eres mucho más joven que yo, tienes una vida por delante y lo que estaba viendo en mi mente me decía constantemente que no podía pasar nada, que estaba soñando despierto, que esas señas tuyas hacia mí eran ideas, ficción, que sólo veía cosas que deseaba ver. Eres muy hermosa.- Quitó la mirada de los ojos de Brise, enojado. -Y por otro lado no soy de los que sale con gente para conocer o divertirse en provecho, vicios, o de los que va buscando a quién conquistar, yo no soy así, que le guste a una mujer y me lo haga saber no me ha pasado antes, tú eres un evento extraño en mi vida.
Brise vio el gesto del hombre, estaba diciendo la verdad.
-Pues tú eres lo mismo para mí, literal no me había pasado esto antes… ¿Huir de ti, por qué, pero si estaba claro que me eras atractivo desde que te conocí y que me gustabas, acaso te era un juego?
-Puedes decir que es claro para ti pero para mí no fue así yo tenía temor, y no… Pero incluso un juego sin llegar a nada habría estado bien entre los dos aunque después haya parado de golpe porque aún siendo divertido no representaba mi forma de ser y sentir, la inseguridad que aparecía era a veces más fuerte, de quizá no ser lo que querías pero sí te atraía pasarla bien un rato… Ahora se ven muchas cosas malas de gente mayor y también de jóvenes como tú que sólo quieren aprovecharse, conseguir algo mientras desvaloran su cuerpo, mientras son fríos, prácticos, banales. Venden su persona entera por placer, dinero, poder. Sé que tú no eres así, lo vi desde un principio, por eso no supe cómo manejar lo que sucedía, me atreví a preguntar “¿Qué quiere ella de mí?” , cerrarme a mis respuestas a mis conclusiones. Porque tan sólo estar cerca y tener una oportunidad… Y gustarte así como te gusto no me lo creía, no lo esperaba.
“¡¿Por qué no me lo pides y ya?!” Se Dijo Brise en la mente.
-Pues ojalá hubieras sido más Atrevido.- La joven habló con suavidad con ojos comprensivos.
-Bueno eso es lo que pensé pero ahora que estamos juntos, ¡Si vas a estar conmigo en serio no quiero que hables con nadie más de esa manera! ¡No quiero que otro hombre piense en que tiene oportunidad de estar contigo!- Axel de verdad se enojó.
-Pero yo nunca te he faltado el respeto ni he tenido conversaciones de este tipo con nadie, sólo contigo.- La voz de Brise se hizo más delicada, prudente, intentando hacerle comprender al hombre que no era así como el pensaba y no tenía esa intención más que recordarle que no le había pedido que fuera su novia. -¿No puedo tener amigos?- Se sorprendió la joven no hablaba alterada como él sino calmada para evitar despertar una pronta discusión.
-No, no he dicho eso, Brise.- Movió la mandíbula encendido en incomodidad. -No he dicho que hables con personas, dije que no le muestres a otros que pueden tener oportunidad de estar contigo en una relación amorosa. Algo así como “Salgo con alguien pero no soy su novia.” Eso no se hace, Brise, yo no estoy pintado.
-Ah pensé que no querías que hable con otros, menos mal porque no puedes prohibirme nada, menos hablar con personas sean hombres o mujeres.- Siguió con suavidad. -Axel, por favor perdóname sé que no fue la manera correcta de reprochar algo, lo siento, lo hice a propósito lo reconozco y no lo haré nuevamente porque es irresponsable, infantil y además irrespetuoso. Lo siento, ten calma y sigamos en lo que estábamos.
-¿Calma? Já… Que fácil es decirlo pero está bien.
Brise suspiró y vio su cruzar de brazos, el ponerse de perfil sin querer mirarla y hablarle. Aceptó su culpa, lo había hecho enojar.
-Vamos, guapo.- Se acercó a él. -No te enojes conmigo por decir las cosas como las he visto, nosotros podemos hablar de esto después, lo siento soy una tonta y no, no estás pintado, eres importante para mí, debí pedir hablarlo de otra forma.
Axel aún notoriamente enojado miró hacia otro lado con una ceja alzada, después de unos segundos de silencio asintió.
Brise añadió.
-A veces mis compañeros van a llamarme y yo no soy como piensas, sólo soy amable y prometo ser más responsable. No me gusta llamar la atención, no soy una chica que busca compañía o ser atractiva o jugar con los sentimientos de otros… Te agradezco de verdad saber algunas cosas que no sabía…- Brise bajó la mirada incómoda,su voz se hizo aún más arrepentida y humilde. -Yo tuve la impresión que quizá no querías algo serio conmigo, que quizá era una de tantas que escogías, por eso mi persona también decidió ver qué sucedía, preguntarse “Qué pasará con él.” Y bueno, si hubieras estado casado ni si quiera hubiera cruzado miradas contigo pero por Jazmín me enteré que no lo estabas y aunque pensé era inapropiado me interesé más en ti. Pero bueno, te confieso que dudé un instante de la seriedad que podía encontrar en ti, dudé por ver cómo un hombre responsable, atractivo, dedicado, seguro y grande podía seguir soltero.
Al decirle eso mientras él no la veía y guardaba silencio decidió dejarlo solo al terminar.
Sé dio la vuelta y entró a la tienda.
Fue por el pasillo de las bebidas, retiró una botella de metal de un litro con jugo de una de las vitrinas y fue a pagar. Al salir vio a Axel apoyado en una columna de muro que estaba junto al pequeño estacionamiento frente a unas cabinas de Internet.
Estaba de perfil viendo hacia la pared.
Brise salió del lugar bajó unos cuantos escalones hasta la banqueta de la calle, abrió la lata y absorbió de ella porque moría de sed, frente a él que no la miraba.
-¿Quieres un poco?- Le preguntó al hombre que con cuidado miró hacia ella y asintió.
La joven le entregó la lata y le dejó tomar todo lo que quiso, al parecer el hombre estaba sediento.
“¡Vaya, muy sediento!” Se dijo la joven al ver que se acabó todo el líquido.
-IRÉ por una nueva porque la comida también me dio sed.- Dijo el mayor con seriedad y pausa. Se metió con la botella la cual casi ya no tenía nada y buscó más para beber.
Brise se sorprendió, esperó.
Mientras lo hacía justo por la esquina de la calle volteaban sus compañeros de trabajo que llegaban de un receso corto al aprovechar que el jefe ya se había ido de la empresa.
Estaba George, Jazmín, Nayely, Ramón el contador que observaron y reconocieron rápido a la mujercita.
Casi iban a pasarle la voz cuando Axel salió de la tienda y caminó hacia ella, de una bolsa donde tenía las compras sacó una lata nueva y se la entregó en sus delicadas manos, además le dio un pequeño paquete de caramelos.
Axel le indicó a Brise caminar por delante de él y en un par de minutos aún serios e incómodos sin dirigirse la palabra subieron a un taxi.
-Miren, ese Axel es un caballero, cuida a la joven como si fuera su propia hija. Supe que le paga el Uber para que ella llegue segura a su universidad.- Dijo Jaz, usando por primera vez un tono que no era burlón.
-Axel siempre ha sido buen cuate lo que pasa es que es muy reservado y serio.- Soltó George.
-No es tan cuate ya es grande.- Dijo Nayely la esposa del contador. -Es un hombre grande y responsable.
-Y por eso debe ser que la cuida aunque si fuera él vería la oportunidad de robarmela un rato.- Dijo George encogiendose por adivinar golpes repentinos de las damas presentes por su impertinencia y malos pensamientos.
-¡Ayy por favor ya cállate mañoso!- Todos rieron por como la secretaria de ventas le llamó la atención a George. -Axel es un caballero, él no es malicioso como tú.
Por otro lado Brise pidió al mayor que fueran a caminar un rato por el parque cerca de su casa, la casa de Axel.
El taxi los dejó ahí en un parque mientras que Axel durante el corto viaje escribía sin parar por el celular, la joven no se atrevió a preguntar sino que también puso atención al suyo y después de unos largos cinco minutos ella guardó el teléfono en su cartera para poder contemplar la noche.
El mayor al ver a la joven libre viendo hacia el camino y los lados la abrazó por detrás de la espalda ingeniandoselas para empezar a caminar así uno delante del otro, pegados como si fueran uno.
La tomó de la mano y la llevó a una banca de piedra de camino al centro del parque donde había una fuente pequeña de agua corriendo, la sentó en su muslo y le habló viéndola a los ojos.
-Te amo, perdóname por mi impulsividad y por mi forma de reaccionar, es sólo que aún no puedo asimilar que estemos juntos.
Brise puso puchero y enrojeció los ojos porque sí se había sentido muy incómoda.
-Está bien perdóname tú a mí, lo que dije estuvo mal, fue a propósito, no fue la manera correcta de reclamar o comunicar mis pensamientos, lo siento de verdad.
Él la abrazó por la cintura y puso su mano derecha sobre el muslo de ella.
Se quedaron quietos ahí sin decir nada respirando en el otro tocandose con cariño abrazados mientras el tiempo transcurría.
***
Cuarenta minutos después…
Entraron al edificio de Axel para subir a su apartamento y ahí dejarse llevar por los besos que incrementaban el calor de ambos en sus deseos corporales.
Axel la llevó a la habitación, se quitó el saco, la corbata, la camisa y se sentó en el borde de la cama hasta que la parte trasera de sus rodillas tocaron el borde de esta, así lo hizo sin dejar de besarla, ella subió a horcajadas para rodear las piernas del hombre hasta que sus rodillas estaban a la altura de las caderas masculinas.
Ahí apretados por la intimidad de ambos, cálido por Brise y tenso por él, muy tenso, se besaban, se decían cosas.
Él le hablaba en susurros exponiendo cómo la veía, cómo la sentía, cómo estaba por ella.
Brise suspiraba, gemía, el hombre le hacía tener sensaciones inhumanas, enloquecedoras. Se quitó la blusa con ayuda del hombre y luego este puso sus manos en los muslos de ella para ir hacia su centro y desabotonar el pantalón porque me urgía quitárselo.
La joven se hizo hacia atrás para bajarse de pie sobre la alfombra frente a él, quitarse la ropa y quedarse en interiores. Axel puso a la jovencita en la cama unos segundos, se puso de pie exponiendo su torso, se bajó el pantalón para quedarse en bóxer negro uno de esos que llevan una abertura pequeña vertical en su centro y le deja nivelar hidratación sin bajarse toda la ropa.
Enardecido se volvió a sentar, sin esconder su fuerte excitación en la cama, hizo que Brise se subiera de nuevo sobre sus piernas.
Se besaban deseosos del otro apresurados por lo que pasaría, desesperados aún más apretados, calientes, encendidos. Se quemaban con las manos en caricias mientras sus intimidades estaban desesperadas por sentirse y sus bocas húmedas se tocaban, sus lenguas se enredaban y metían en la boca del otro para comerse.
Sin recato la tomó de los glúteos y la apretó contra su ereccion la cual estaba separada de ella por tres milímetros de tela negra.
Excitado y loco por disfrutarla de otras manera pensó en quedarse desnudo por completo pero no aguantó más las ganas de sentirla así que jaló la tela de la parte de abajo de las bragas de Brise hacia un lado, con un pase rápido su estimulada ereccion salió a flote enojada lleno de presión y rigidez sacando un suspiro de la boca de esa mujercita que vio aquello apoyado en su pelvis frente a su pubis, cerró los ojos cuando él condujo la punta en los labios menores de su sexo, húmedos y calientes, los cuales deseaban sentirlo nuevamente, que se ensancharon al introducirse por su propio peso que dejó caer lentamente.
Este acto arrancó dos gemidos al mismo tiempo, el de la voz de Axel y el de la inocente joven, se le dificultó deslizarse por completo en una completa penetración pero el mayor lo arregló al hacerse hacia atrás un poco sujetando aún su virilidad con el puño cerrado, y ahí unos segundos después aquella hermosa y delicada intimidad la cual gritaba por él lo abrazó por completo en un interior de paredes apretadas, suaves, latentes, increiblemente húmedos por deseo y placer de unión.
Axel la abrazó al estar dentro de ella para acercar su rostro entre los pechos de esa hermosa y delicada mujer, aquella princesa delgada y grácil que aún se cubría por la ropa interior superior. Abrazado de esa delgada y fina cintura la besaba en la boca haciendo que el cuerpo de ella, sus glúteos, su centro lo recibiera con locura incontrolable, frenético en cuanto se permitían.
El ímpetu de ambos fue tan fuerte que después de unos minutos de vaivenes deliciosos sobre el largo de su ereccion se cambiaron a estrepitosas y enloquecedoras caídas rápidas por culpa de él quien la sostenía de los glúteos para apretarla y alzarla.
La abrazaba fuerte desde la cintura mientras su pelvis se alzaba al ritmo que sobrepasó el tiempo de un segundo y se hizo tan acelerado como saltos de vértigo y descontrol en milisegundos. Apretada entre sus brazos la hizo llegar de forma maestra y luego él se dejó derramar gimiendo sin censura en esa habitación iluminada por una lámpara en la esquina.
-¡Ahh te amo!- Dijo Axel y ella sin poder respirar le susurró al oído lo mismo añadiendo que la volvía loca, que estaba loca por él.
Así desnudos en la cama cerca de las diez de la noche ella se quedó dormida mientras el hombre se escapó de la cama para cumplir con urgencia su sentirse feliz y desquiciado por ella.
El tiempo se fue veloz en un reloj que reposaba tictante en la mesa de noche, al llegar las doce en punto un ruido armónico de unas cuerdas, trompetas y violines se empezaron a colar por la ventana abierta de par en par. Entre la letra de canciones bien interpretadas se escuchó el nombre de ella quien abrió los ojos y con tan sólo la ropa interior y la sabana sobre su cuerpo se asomó por la ventana.
Era él con un ramo de rosas, él junto a un batallón de bien vestidos hombres de negro y plateado cantando canciones de amor, en sus cabezas elegantes sombreros.
El silencio se hizo cuando la vieron asomarse semidesnuda, tímida.
La joven tomó el celular el cual empezó a sonar, contestó y él habló fuerte.
-¡Baja por favor, te he traído serenata!
-¡Estás loco Axel! ¡Estás loco, estoy desnuda, voy a tardar!
-¡Sí estoy loco, te esperaré! ¡Entérate que estoy loco por ti!
La sonrisa del hombre se vio desde ese alto piso.
-Ya voy, no tardaré.
Brise nunca se había metido a la ducha y cambiado de ropa tan rápido, cuando estuvo lista bajó y él la besó delante de todos ellos entregándole en sus manos ese mar de flores aterciopelada y rojas.
Los nervios de ella la hicieron taparse la boca cuando entre tanto canto la letra le dijo.
“Ahora que bajaste dime con voz emocionada que serás mi novia hasta la última madrugada.”
El mariachi entusiasta no dejaba de cantar y cantar viendo la emoción en el rostro de la joven.
-¿Quieres ser mi novia?- Preguntó Axel.
Y ella se puso a llorar con un sí en sus labios.
Sé besaron y se besaron hasta la última estrofa en la última canción.
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