La Asistente Capítulo X La Cabeza De Una Chica

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Brise podía verse como una chica complicada y sí, había tenido muchos pretendientes y nadie era bueno para ella por eso no salió con nadie antes de Axel.

¿Quizá por eso se detenía, quizá sentía que faltaba algo que para ella era importante o es que sólo era su inexperiencia la que no le dejaba avanzar o llegar hasta esa consecuencia de intimar con alguien tan fácil como otro lo haría sin problemas?

No creía que podía existir un hombre como él, Axel era perfecto para ella. Era mayor, responsable, cariñoso en la confianza, detallista, preocupado, un caballero, inteligente, poético y formal, además estaba taaan guapo. No era que le gustaban los hombres así sino que le gustaba él específicamente, ese hombre, su compañero de trabajo y además su jefe.

Ese lunes en la mañana llegó con una timidez repentina, al dejar sus cosas en su lugar para sentarse y prender su computadora se encontró con un ramo de rosas y una tarjeta dentro del cajón donde guardaba su cuaderno de notas.

Inició su lectura con una opresión en el pecho esa bella caligrafía de tinta negra la emocionó.

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Cómo estás, no sé qué decir no sé qué hice mal pero sí sé una cosa importante y es que necesito hablarte, necesito que estemos cerca aunque sea un momento más.

Por favor acepta salir conmigo hoy para hablar de lo que pasó y para mostrarte que no soy un hombre simple, que puedo expresar mis sentimientos, no soy frío y si lo fuera no lo sería contigo, perdóname por haberme precipitado por haberme adelantado a cualquier situación que te haya hecho sentir incomoda.

Te quiero, Brise. Perdón.

Axel.
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Al terminar de leer la carta sentada sobre su silla giratoria la dejó ahí donde la encontró y se puso de pie para ir directo a la oficina del hombre, llevaba los ojos rojos, tenía ganas de llorar.

Entró y cerró la puerta dejando a Axel desconcertado quien al verla acercarse se puso de pie y retrocedió hasta la pared junto a su silla.

-Estoy enamorada de ti, eso es lo que pasa, eso es lo que pasó.

-Pe pe pero no comprendo…- Axel sintió temor de decir algo que la asuste nuevamente y haga que se fuera.

Él no sabía entonces por qué no aceptó más que un beso, pero su pensamiento quizá estaba levemente desviando, y es que su forma de sentir era formal pero a veces su naturaleza lo traicionaba, la naturaleza de ese hombre era el alma de tantos poetas en épocas pasadas, en tiempos sin rastro, de inteligentes ermitaños escritores con magnífica literatura, la que muestra lo mejor del ser humano, la que es capaz de describir las cosas abstractas para volverlas concretas al cerrar los ojos, era irremediable se estaba enamorando de ella y no quería, admitirlo era difícil, fuerte, su primera razón era que lo hacía cuidando su corazón de ser lastimado, quería tener certezas, era un hombre grande que sabía lo que quería y no merecía ser engañado, ella se metía en su vida de manera acelerada, Axel no era como los demás, no era un hombre simple.

Su seria forma de ser no exponía a alguien anticuado sino a alguien que le importaba el amor único y especial, un hombre cursi quizá, uno en peligro de extinción, el nombre que merece ser escrito con “H” mayúscula.

Pero otra cosa estaba en el puente de la diferencia entre hombre y mujer.

“Uff pensé que también me lo dirías.” Se dijo ella en la mente, pensó que recibiría un “Yo también te amo.” y es que no se estaba apresurando en tener sentimientos sino que él era tan imposible y posible a la vez. Con todas sus fuerzas, era lo que Brise quería ver, que él era más posible que imposible.

Dudó.

-Acepto salir contigo más tarde, pasa por mí por favor.- Brise secó una lágrima que escurrió de su mejilla izquierda y se fue al sanitario de mujeres sin mirar a ningún otro lugar que no fuera el suelo.

Jazmín se dio cuenta que estaba mal, que estaba llorando, la joven se había equivocado y Axel la había regañado, conocía poco al hombre pero lo suficientemente para saber que eso podía ser posible “El exigente Axel le llamó la atención con dureza y la hizo llorar.”

Pero no por ser malo sino que ella es sólo una chica sentimental, cursi hasta los huesos, consumidora de novelas francesas y poemas de un chileno doble cara, era cursi hasta con los lápices de colores, los marcadores rosas, los posit’s fosforescentes y un dibujo que tenía en la última hoja de su libreta hecho a pluma azul, un corazón atravesado por una flecha, dentro de este corazón las iniciales A y B.”

Já, qué infantil. No, otra humana en peligro de extinción.

***

Axel la pasó incómodo y ansioso, vio que la joven se fue sin despedirse al terminar su turno, sólo se fue a la universidad, no tomaron café juntos como lo habían frecuentado la semana anterior y eso le hizo pensar que ella ya no quería nada con él. Pensaba que lo había arruinado, ni si quiera puso atención cuando ella habló, la jovencita le había dicho en su cara “¡Estoy enamorada de ti!”

Pero debía guardar seguridad, estar centrado porque si esa noche era la última en verla entonces tenía que procurar ser alguien que ella no olvide fácilmente el resto de su vida.

Llegó como a las siete y media de la noche, le marcó al celular para avisarle que esperaba afuera pero el guardia de la entrada lo vio y lo reconoció.

Su persona correcta, altiva, rostro que no escondía nada más que disciplina y recato, lo hacía ver bien, quizá más serio que alguien serio pero bien al fin y al cabo.

Sus ojos claros que miraban con dirección donde se encontraba Brise se iluminaban gracias a la lámpara de un poste ahí al empezar el jardín, luz cálida sobre su cabeza, esta luz era potente pero no lo suficiente para tapar una penumbra agradable y el sutil cuerpo del oxígeno que sale nervioso por las fosas nasales o por la boca al abrirse lentamente a dos mil cien metros de altura sobre el nivel del mar. Caminó unos pasos más, la luz se hacia más suave y menos potente.

Noche fría.

El guardia una vez más al pensar que era el padre de la joven lo dejó ingresar, Axel caminó hasta el parque cercano a la estancia de Brise y desde ahí vio que la puerta del pequeño departamento se abrió en el segundo piso del gran pabellón, la joven sacó su celular para responder al escuchar el timbre dos veces.

-Hola Axel.- Dijo la joven con amabilidad.

-Hola Brise, estoy en el parque frente a tu estancia.- No la perdía de vista, su mirada estaba clavada en la silueta de ella sobre el corredor, el barandal no era un muro sino un desfile de hierro en diseño elegante pintado de color blanco.

-Sí, ya salí, en un minuto te veo.- Le colgó sin decir más. Ella no sabía que él veía su mover el cual los tendría juntos nuevamente, frente a frente.

Apenas bajó de la escalera lo vio en el parque sobre la hierba junto al camino, fue sobre este que era  angosto por el centro y luego se unía a dos más con un gran descanso hasta estar frente a sus ojos, se sentía un poco nerviosa, cuando al fin pudo verlo de cerca se quedó quieta esperando que Axel diga algo. Sus cabellos estaban sueltos peinados hacia el lado derecho de su hombro para esconderse detrás de este con sutileza.

-Hola… Me da gusto verte.- Axel no dijo nada más.

Ella suspiró.

-También a mí me da gusto…- Caminó hasta una banca y se sentó sin dejar de verlo a los ojos. -Bien, querías que nos veamos, hablemos.- Dijo como esperando algo más de él así como  “Pues tú querías esta reunión, aquí estoy por favor di algo.”

-Yo quisiera pedirte que me perdones por lo que pasó ayer… Creo que la situación se me salió de las manos…

-Tranquilo, te dije que no fue nada.- La voz de la joven era calma y comprensiva, interrumpió a Axel porque sabía que quizá se concentraría en aquel tema.

-Tú me gustas, Brise, yo quisiera que…- Axel no sabía que decir. -Arreglemos las cosas entre los dos para estar como antes y tratar de olvidar cualquier cosa que pueda haberte ofendido.

-¿Cómo es como antes?- Alzó ambas cejas confundida y cruzó los brazos.

-Pues que estemos bien, ahora siento una tensión muy fuerte entre ambos que no existía, nos estábamos llevando muy bien y de pronto esto…- Señaló con las manos. -No quiero que estés incómoda.- No podía evitar expresarse también con gestos preocupados de sus facciones serias.

Lo que rondaba en la cabeza del hombre es que no lo quisiera por ser más grande y es que no creía poder tener a una jovencita así.

-Pues las cosas no han cambiado, siguen como antes.- Soltó como si nada, parpadeando lento, sólo ella sabía lo que estaba en su cabeza. Era un estado de rendirse a seguir mandando señales pero aprendía de ello, aprendía a que tenía que ser directa o no hacer nada.

-¿Segura que todo está bien?- Insistió Axel con cuidado.

“¿Qué tan difícil es para él pedirme que sea su novia?” Se dijo en la mente rendida pensando que iba a acceder a hacer las cosas como él quería.

-Sí, no hay problema.- Volveó a parpadear lento al igual que habló, sin dejar de ser calma y sutil concentrada en los labios delgados y llamativos de su jefe.

-Nos hemos besado.- Se acercó y la tomó de ambas manos sentándose a su lado.

-Sí, lo hicimos…- Algo revoloteó en el estómago de Brise, aguantó las ganas de morderse los labios.

-¿Te incomodó que lo hiciera?- Preguntó curioso y coqueto con un tono más íntimo, la voz se hizo más grave.

-No, al contrario ha sido una experiencia de sensaciones hermosas.- Sonrió sonrojada dejó que la tome con más confianza de las manos.

Axel sonrió y la hizo poner de pie.

-¿Me dejas abrazarte?- Su pregunta arrancó un sentimiento de ternura y admiración a Brise.

-Sí, lindo, yo quiero abrazarte.

El hombre se sintió aliviado, percibiendo el calor en el cuerpo de ella apretado contra él, la fuerza que ella imprimía con ganas de corresponder le hacía ver que lo disfrutaban, ambos lo hacían de verdad al mismo tiempo.

Brise sentía en su corazón y su vientre que él le causaba tantas cosas, se había enamorado muy rápido y quizá debía ir más lento.

“Se le olvidó que le dije que me había enamorado de él.” Se habló así misma en la mente.

Axel se acercó con los ojos cerrados para hablarle al oído.

-Perdóname pensé que también querías hacerlo… Que podíamos tocarnos de una manera más íntima y yo no soy así lo juro. Pero tú me gustas mucho, Brise, y algo que está en ti cuando estás conmigo me pone tan débil, necesito más, estar más cerca de ti… “Vaya, no debí decir esto…” Se habló así mismo arrepentido, apretando los párpados entre sí al cerrar los ojos sintiendo su frágil cuerpo tan pegado a él, su calor sutil.

-No pensaste mal, lo deseo, lo quería en ese instante.- Respondió también en el oído de él con el mismo tono de voz, cerró los ojos. -Sólo fue un momento complicado en mi cabeza, perdóname tú a mí, nunca es suficiente decir, es mejor actuar a veces. Todos estos días cerca, la confianza, las caricias, los juegos, tenía que haber algo más, yo sentía que quería lo juro pero también tenía un poco de temor que supongo es natural.

-Está bien, primor, no tengo que disculpar nada, quizá el momento no fue como querías que sucediera.

Brise se alejó para verlo a los ojos.

-Todo momento contigo es perfecto…- Ella fue directa. -Y lo quiero…- Suspiró. -Te deseo…- Cerró los ojos y él se acercó a besarla.

***

¿Alguna vez han visto lo que tarda caer una pluma flotante al suelo? Es un espectáculo suave, llamativo y hermoso, así de lento ambos quitándose la ropa dentro de una habitación, la habitación de Axel, habían perdido toda noción del tiempo.

Sus cuerpos caían en caricias para descansar sobre una cómoda y blanda cama.

En un dos por tres estaban sobre las sábanas de Axel dejándose ir, llevados por los sentimientos y deseos, sin guardarse nada, sin guardarse suspiros, ganas, sin guardarse sonidos de exaltación.

-Mmmm ohhhhh.- Brise soltaba en un suspiro profundo cuando sus entrañas temblaban al sentir al hombre desnudo sobre ella besando sus pechos, probándola como si fuera de caramelo y bombones de azúcar. -Mmm ahhhhhhh.- Brise lo sintió bajar sobre ella y se mojó toda, se mojó, una sensación que nunca había tenido antes en su intimidad.

Axel notó lo húmeda que estaba y se volvió loco, esa era una clara invitación de unirse al instante, pero aguantó sin embargo sus genitales no aguantaron porque estaban muy tensos.

Se dispuso a tomarla como quería, a ella, esa bella joven que gustaba de él, probarla ahí en ese lugar que había deseado ver, tocar y sentir. Usaba la lengua, los labios para tomar de ella como en una copa de vino y sus manos le separaban cada vez más las piernas como descubriendo un tesoro con la mente, como conquistando tierras privadas.

-Mmmmh mmh, ohhhh.- Los jadeos de ella le dijeron al hombre que iba por buen camino.

Brise se sentía en problemas, esos pensamientos cursis donde tenía que hacerlo con su novio eran destruidos por besos, intensa respiración, caricias, amor con las manos.

La joven levantó la cabeza un poco, el cuerpo del hombre quemaba pero quemaba más su ereccion la cual se recargaba en ella sobre su pierna derecha.

-Por favor ya hazlo… Entra en mí Mmmmm, quiero sentirte…- La súplica de ella hacia que el mayor se encendiera. Él seguía con la faena entre sus piernas, la petición le hizo explotar el cerebro. -Ahhh siii Mmmmm, Ohhh mi amor hazlo, hazlo… ¡Por favor Ohhh entra en mí!

Él subió la mirada un poco y sin perder más tiempo se acomodó sobre ella alcanzando sus labios para un beso apasionado y entregado, en lo que se comían la boca acomodó su erección en la entrada de ella.

-Sii mi amor.- Soltó con la voz ronca. -Lo estoy haciendo primor, ohh sí déjame estar unido a ti.- Su voz enloquecida por la excitación se desvanecía cambiante de un tono grueso a uno muy alto, el rostro exponía sus venas por los latidos rápidos de su corazón, se veía rojo muy rojo.

Empujó sin cesar lentamente arrancando un gemido de placer a la joven, él mismo no aguantó porque aquella sensación parecía conocerla por primera vez, había pasado tanto tiempo, tantos años de no saber qué era una mujer o hacerle el amor de verdad ¡Hacer el amor de verdad!, intentando no morir en el intento.

Cuando había tocado lo más profundo casi se derrumbó, se dejó atrapar por su propio ímpetu empezando a penetrarla con una fórmula inventada de abrazo único, de apretar, de acaparar el momento por siempre, tan intensa sensación que costó evitar el acabose, sentir cada milímetro de sensaciones, a ella de una forma descarada, dejarse llevar por la tensión inpulsiva que crece sin querer, hundirse con delicadeza, rápido, sin control, con frenesí.

“Oh es una locura.” Se dijo Axel con los ojos cerrados, el rostro aún más rojo y el cuello lleno de venas.

-Ohhh Ohhh ohhhhh.- Ella se aferró a él por la espalda con un abrazo mientras lo dejaba entrar y salir con pasión.

-Ahhh te amo primor, Ohhh eres mi locura, ¡Te amo!- La voz del hombre trastornada de placer y sentimientos también la traspasaron.

-Ah, oh mi amor…- Hizo la espalda hacia atrás, tenía tantas ganas, la sensación invasiva de que iba a llegar en cualquier momento le bañó el cuerpo, principalmente la espalda. -Y yo… Te amo, te amooo.- Susurró sin aire, el hombre se lo quitaba cada que entraba en ella.

Se apartó un poco hacia atrás y ella empezó a tocarse, algo que aceleraría el orgasmo no sólo de ella sino de Axel.

Aguantaban la respiración, la sensación era una multiplicación por mil de lo que había sido besarla.

Él la veía perderse en sus manos, sus ojos cerrados, mordiendo sus labios, tocando sus pechos delicados, redondeados y hermosos.

La joven era hermosa, la más hermosa del mundo para él.

Y así a punto de llegar y sentir algo increíblemente loco y sensacional, se arrepintió de todo, los temblores la alcanzaron, la tensión apretada de su pelvis, aquél calambre que se esparcía a todas partes de su cuerpo habían poseído su ser. No pudo detenerse, no podía controlarse.

-Ahhhh.- Suspiro. -Ahhhhhhh.- Su voz era apagada como intentando recuperar aire.

El hombre se hizo hacia el delicado cuerpo, sobre ella, y besó el orgasmo expresado de esos tiernos y carnosos labios.

No paró, siguió y siguió ahora en un  apretar más a la joven con su pelvis pero no brusco, lo hacía lento para reconocer la humedad, para deslizarse lento disfrutando los espasmos, el cerrar de su ser, la dificultad con la que le costaba estar unido a ella, los pequeños latidos, sin espacio biológico. La vio a los ojos y después siguió con otro besó.

Le causaba ternura, le causaba tanto placer escucharla.

Lentamente se dejó llevar, su orgasmo salió con furia pero él no dejó de moverse, sus ojos enrojecidos por el placer enloquecedor, gritaban lo que sentía, no era una cama, no era la vida real, no le podía estar pasando, no se detuvo mientras la besaba y gemía sin parar.

“Eres mía.” Se dijo en la mente pero no pudo evitar que saliera por sus labios.

-¡Eres mía, Brise… Eres mía!- Su respiración rápida, su corazón que latía fuerte casi no le dejaba hablar tranquilo. -¡No debiste… Dejarme hacerte esto… Si no me permitieras quedarme a tu lado…Yo juro… No sé qué voy hacer sin ti! ¡Eres mía, mi amor! ¡Brise eres mía!- Apretó más la voz entre dientes en las últimas palabras.

La intensa forma en que le habló el hombre la conmovió, no quería irse, no quería ni lo haría. No sé iría de su lado. Se quedaría ahí con él, en esa tibia cama cómplice de lo que se dice con el cuerpo, intentando recuperar lucides, aire, cordura.

Axel y Brise  respiraban agitados abrazados en la cama completamente desnudos.

***

Muchas horas después en una oficina.

Brise había llegado temprano, no podía evitar sacar las imágenes de su cabeza, se desconcentraba al escuchar la voz del hombre en su oído, la forma en que le habló después de haber hecho el amor, esa pausa larga donde se besaban sin parar, donde sus lenguas no dejaban a la otra en paz. Ese continuar debajo de las sábanas una vez más para morir de cansancio, atreverse a no dormir.

No podía evitar sentir el aliento del hombre besándola antes de que se fuera a la universidad para cambiarse de ropa y quizá darse otro baño más.

Sentía sus caricias, sentía su respiración, cerraba los ojos para aguantar, recordar su cuerpo, los detalles de su excitacion, todo la hacía estar en problemas, le alteraba el cuerpo.

Hasta que lo vio llegar, tarde por primera vez, al menos eso creía ella.

El hombre entró con una seriedad y soberbia que sobrepasaba cualquier otro día de trabajo en su vida, miró de inmediato a la joven, centrado, seguro intimidándola con la mirada.

Brise se puso roja y ambos al mismo tiempo separaron los labios cuando los par de pupilas se reconocieron.

-Buenos días.- Dijo con su gruesa voz. -Brise, acompáñame por favor.- Su hablar sobrio no levantó sospechas de nada.

La joven salió por el corredor dejando que él la guíe, este le puso la mano en su espalda antes de pasar el marco de la puerta de la cocina.

Cuando ingresaron en el lugar, él la jaló hacia él y empezó a besarla desesperado por sus labios.

-Perdóname pero no puedo con esto, necesito de ti, de tus labios.- Susurró lento intentando estar centrado.

Brise sonrió.

-Estamos en el trabajo…- Su rostro estaba rojo.

Él la arrinconó contra la pared, exactamente junto a la puerta, de lado derecho.

-Te amo, te amo, te necesito.- La besó con pasión.

-¡Y yo te amo, hermoso! Espera, guapo nos van a descubrir. Deja que respire un poquito.

Después de otro beso intenso el hombre sonrió y dijo:

-Pensaré en algo para salir antes.

-No Axel, te esperaré en la noche, en mi casa.- Dijo la joven viendo sus ojos café claro.

-Vale, saldremos a comer cuando termines tu turno.- Dijo el hombre con un susurro grave, sutil, rendido.

Brise asintió y subió sus manos para rodearlo por el cuello con sus brazos, él la abrazó por la cintura muy fuerte, descansó la mandíbula sobre el hombro izquierdo de ella con los ojos cerrados.

La joven le daba pequeños besos, tiernos toques con sus suaves labios, en la oreja, la mejilla, el cabello de este que aún estaba ligeramente mojado.

-Te amo.- Le dijo y él suspiró.

-Y yo a ti.

Y en eso vieron entrar a George con su taza de vacía por un poco de café, ingresó con tanta velocidad que siguió de largo sin darse cuenta de ellos los cuales se separaron viéndose a los ojos.

Brise se fue de inmediato la espalda del robusto trabajador no la vio salir.

Axel con una sonrisa de lado caminó al interior y saludó con energía.

-Buenos días.- Sobresaltó al hombre que apretaba el botón que servía café hirviendo. Tomó su taza y la de Brise de la mesa junto al lavadero para esperar su turno de usar la máquina.

Al terminar de servir llevó ambas tazas con cuidado hasta ingresar al área de cubículos. Le entregó la taza a su joven novia y siguió de largo a su oficina guiñándole un ojo a Brise.

-Gracias.- El susurro que ella dio fue tan suave que sólo se pudo leer de sus labios.

Dos minutos después llegó un mensaje al celular de la joven.

📝-De nada 🤨.- Decía este.

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